Partida Rol por web

Mientras me pongo la bata, contemplo atónito la discusión...

- La selección divina no ha terminado. Aún hay manzanas podridas dentro de la cesta. Las señales son claras... Están confundidos, todavía creen en falsos ídolos... Baal, el becerro de oro... Demonios tentadores que nos incitan al mal... Dame fuerzas...

- Haya paz, hermanos. ¿No sentís la Gloria que nos ha sido concedida? ¿No sois conscientes del regalo de la vida? Mientras os atacáis y perdéis vuestras fuerzas inútilmente, la pequeña Tasha se desangra, al igual que vuestras almas.

La bata, la altura, la mirada sobria y benévola... la paz me llena... ¿Quién soy yo para juzgar? Cuando Di_s me de la señal bajaré, como un ángel vengador y, con mi espada flamígera eliminaré a los impuros... hasta entonces, sólo puedo predicar el perdón...

- Lo que tenga que ser, será. La pequeña Tasha se salvará si el Señor lo cree oportuno, pero nosotros debemos hacer todo cuanto esté en nuestra mano para facilitar su tarea. ¿Qué necesita, Doctora?

Mientras me pongo la bata, contemplo atónito la discusión...

- Haya paz, hermanos. ¿No sentís la Gloria que nos ha sido concedida? ¿No sois conscientes del regalo de la vida? Mientras os atacáis y perdéis vuestras fuerzas inútilmente, la pequeña Tasha se desangra, al igual que vuestras almas.

Me elevo, conla bata cerrada y las manos juntas. Me voz crece hasta inundar la sala, llenándola de luz y pureza. Los ojos casi en blanco, en un estado de concetración mesiánica. Las palabras fluyen despacio.

- Lo que tenga que ser, será. La pequeña Tasha se salvará si el Señor lo cree oportuno, pero nosotros debemos hacer todo cuanto esté en nuestra mano para facilitar su tarea. ¿Qué necesita, Doctora?

Guzmán, al recibir la bofetada, responde con un tremendo puñetazo dirigido hacia la mandíbula de Katerina y con trayectoria ascendente.

¡Pero que demonios hacen!.- grita la doctora con enfado.- ¡Esto sigue siendo un hospital!¡Por el amor de dios ¿que se volvieron todos locos?

El puñetazo manda al suelo a la mujer, viendo pajaritos volar sobre su cabeza como en los dibujos animados.

A pesar de las palabras conciliadoras de Albert, mi furia sigue incontrolada así que no freno la mano cuando voy a pegarle al camionero. Pero no me espero la reacción de éste.

El golpe me lanza al suelo, a varios metros de donde me encontraba parada, dejándome totalmente aturdida y dolorida. Escucho la voz de la doctora como proveniente de una galaxia lejana. Aún no puedo creer la reacción Guzman. Además de insultarme, ¡me pega!. No sé cuanto daño me ha hecho, pero deberé esperar para saberlo. Tasha va primero.

Ya sin poder contenerme, vuelvo a llorar, del dolor y la frustración. Este tipo me la va a pagar. Juro que cuando tenga la oportunidad me la cobro.

Katerina escupe un pedazo de diente mezclado con la sangre de su labio partido pero no tiene secuelas grabes, al menos no fisicas.

La doctora mete a la niña en un quirofano ayudada por la rubia, no quiere saber nada de Guzman ni de la madre de la niña.

- Señor.- dice mirando a Albert.- vigile que esos dos especimenes no se maten mientras trato de curar a la niña y de paso, rece por ella, lo necesita.

Me agacho junto a Katerina, asegurándome de que se encuentre bien.

- Por supuesto, doctora, rezaré por ella.

En el suelo, la sangre de la madre y de la hija mezcladas. Casi una profecía expuesta ante mis ojos. Destrás de mi, el camionero se yuergue como una torre. Llega el momento de la decisión... ¿David y Goliath?... No, no será necesario.

- Hermanos, no estamos aquí para pelearnos. Estamos todos muy nerviosos; el mundo se ha revelado en todo su esplendor ante nuestros ojos, y todavía nos ciega su luz. Acompañadme en esta oración, por favor...

Simkhí, Miryåm, bërukhath hakhêsêd,

HaShem imåkh, bërukhåh 'at banåshím uvårukh pri bitnekh, Yeshú'a.

Miryåm HaQ'doshåh, Em Yeshú'a 'Eloheynu,

hithpalëli ba'arenu, hakhotím, 'atåh uvish'ath mothenu. Åmen.

Mi voz surge melodiosa, a un volumen bajo... agradable... reconfortante. Mis ojos permanecen cerrados y mi cabeza inclinada hacia el cielo. Mi mano derecha sujeta la de Katerina, y la izquierda está tendida hacia Guzmán, con la palma hacia arriba.

La mandíbula aún me duele y mis encías todavía sangran, pero lo único que he perdido es un diente y mi orgullo. Acepto con agradecimiento la mano que me tiende Albert. La doctora se ha llevado a mi hija para curarla y aunque mi vecino esté hablando en una lengua incomprensible para mí, la letanía de sus palabras me tranquiliza un poco. No puedo decir que mi odio contra Guzmán se ha evaporado, pero al menos por ahora no me interesa hacerme con su sangre.

-Gracias Albert, estoy bien.

Con visible esfuerzo me incorporo. Miro al camionero despectivamente y luego me acerco a la puerta del quirófano, intentando ver qué está ocurriendo allí.

Pasaron mas de dos horas hasta que la doctora volvio a salir.

Durante este tiempo Albert encontro por casualidad la taquilla de la doctora. Estaba abierta, vio su ropa en ella y un colgante con una estrella de David de plata aguardandola hasta el final del turno.

Katerina encontro el cuarto donde guardaban los pijamas y las batas para el personal y los enfermos. Ropa limpia despues de todo.

Guzman encontro la sala de descanso de los medicos. Zumos, galletas y una pequeña television apagada.

La doctora salio de quirofano y busco a la madre de la niña.- Hice lo que pude, ahora se encuentra estable y aunque las ultimas horas seran cruciales, creo que se salvara.

Guzmán, mucho más tranquilo gracias a una buena panzada de galletas, sale de su cueva y sin dirigir siquiera la mirada a Katerina, comenta:

- Bueno, al final ha habido suerte.

¿No se os hace raro que en dos horas todavía no sepamos nada de los que fueron a la comisaría?

Cuando la doctora sale y me da las noticias el alma me vuelve al cuerpo. Esas dos largas horas han sido interminables, podría haber abierto un surco en el pasillo de tanto ir y venir.

-Gracias doctora, es usted un ángel. Cuando me lo permita, quisiera poder ver a mi pequeña Tasha.

La voz de Guzmán me llega al tiempo que estoy pidiendo permiso para entrar al quirófano. Se me revuelve el estómago al pensar nuevamente en la brutalidad del tipo, pero no puedo dejar de asentir para mis adentros; por una vez ha dicho algo acertado. ¿Qué habrá pasado con nuestros vecinos?

Una sonrisa abierta y luminosa aparece en mis labios ante la buena noticia.

- Gracias, Di_s... gracias por la señal.

En mi mente, todo marcha, el mundo ha cambiado para mejorar, para reconstruirise de sus cenizas y ascender en categoría moral. Un nuevo mañana se presenta ante nosotros, y algunos hemos sido elegidos para vivirlo en toda su plenitud.

- Gracias doctora. Mis plegarias han sido escuchadas, y su talento ha canalizado la voluntad del creador. Sólo nos queda rezar por la pronta recuperación de la niña y el buen destino para nuestros vecinos.

Algo cruza mi mente, rápido como un rayo, llenándome de verguenza y culpabilidad. Algo no está bien.

- Doctora James... ¿podría hablar con usted unos segundos en privado? Se trata de un tema... personal.

La mujer asiente y los dos se apartan del resto.

Me aparto con la doctora hacia un lado. Ante mis ojos, ella se presenta como un ángel salvador, como una señal divina bajada a este mundo para ayudarme a ordenarlo... a repoblarlo... Sin embargo, la verguenza me llena al hablar con ella.

- Perdone que le robe su precioso tiempo con asuntos aparentemente 'menores' pero... Verá, soy judío de madre y de convicción. Esta extraña situación en que nos encontramos, me ha hecho darme cuenta de la verdad acerca de Di_s y de nuestro destino... Si estamos vivos, si nos hemos encontrado, significa mucho; muchísimo. Sin embargo, hay algo en mí que no está bien, que no se ajusta a las enseñanzas de la Torah.

Gotas de sudor frío perlan mi frente a medida que hablo. El tema me pone realmente nervioso.

- Mi padre era árabe; musulmán. Una bestia sin escrúpulos que ayudó a acabar con la vida de mi madre antes de que ella pudiera... acercarme al mundo judío al que pertenezco; al que pertenecemos todos. Él trató de inculcarme la brutalidad del Corán a la fuerza, y se negó rotundamente a que me acercara a una sinagoga, a que practicara los ritos... Mi madre mudrió cuando yo sólo tenía 10 años. No tuvimos tiempo. Jamás se celebró mi Bar-Mitzvah... Me siento impuro; manchado...

La voz se ahoga en mi garganta. Mi lengua se hace un nudo. Mi corazón palpita a toda velocidad. Soy incapaz de mirarla a los ojos. Temo por mi alma y por mi salvación. Temo por el destino de la humanidad y por la palabra de Di_s.

- Sé que usted no puede ayudarme mucho en ese sentido; necesitaríamos un rabino para eso pero... Hay algo que sí podría hacer... algo que necesito con toda mi alma... Es difícil de decir pero... no estoy circuncidado.

Lágrimas de verguenza ruedan por mis mejillas ante la confesión. En ningún momento pienso que, sólo hace unas horas, esto me daba exactamente igual. Ese pequeño detalle se magnifica en mi mente, convirtiéndose en el centro de mi mundo. Sollozo. No me siento digno del regalo del creador.