Partida Rol por web

Quería responder a Ilwen, pero todo lo que estaba pasando la había dejado sin palabras. Miraba al espíritu y escuchaba. El espíritu enano estaba diciendo cosas muy interesantes, pero de pronto desapareció y la sala se fue a pagando. Pero es que se había ido en el mejor momento. 

Miró a la princesa y luego a Ilwen.

-Había un espíritu enano y parecía bastante imponente. Estaba diciendo cosas muy interesante. ¿No podías verlo?

Aunque estaba más preocupada por el hecho de el espíritu se hubiese ido de pronto y las imágenes que había visto con su nueva adquisición.

-Deberíamos coger la llave maestra y salir de aquí. Creo que estamos en peligro.

—E... ¡espera!— clamó cuando vio a aquel espíritu desaparecer, sintiendo como su corazón se aceleraba. ¡Lo había tenido tan cerca...! Sintió como la frustración volvía a arder en su pecho y dio una patada contra el suelo de pura rabia—. Agh, ¡maldita maldita y tres veces maldita sea mi suerte!

Que Ilwen no hubiera podido verlo era especialmente preocupante y le hizo a la princesa plantearse si quizá solo aquellos que habían pasado tiempo junto al Braz... la Llave Maestra podían haberlo visto. Si sólo Runi estuviese allí con ellas...

—Siento haberoslo ocultado hasta ahora, pero os dije que no había demasiado tiempo para explicaciones. Os las daré con detalle cuando esto haya acabado... pero ahora tenemos que probar esa salida, sí. —llevó sus manos a la Llave Maestra, buscando una manera de sacarla de su posición para recuperar el artefacto

Ingelyn acababa de sacar el Brazal de Oro, o lo que ahora parecía llamarse Llave Maestra, del orificio en el que se encontraba, cuando una presencia conocida surgió de entre las sombras. Su figura y su sonrisa eran inconfundibles, y también lo fue el inquietante sonido de sus propias voces en sus mentes cuando habló.

—Vaya, vaya... Qué interesante, ¿verdad? Estas razas antiguas y sus secretos... Uno nunca sabe con qué te van a sorprender.

Caminó con lentitud hacia la maquinaria enana, que volvía a sisear y traquetear de forma pausada, y colocó una mano tan negra como el resto de su forma sobre ella.

—Me pregunto hasta dónde llega vuestra curiosidad por ese artefacto —continuó, señalando el Brazal que la princesa sostenía—, pero apostaría a que tenéis más ganas de encontraros con vuestros amigos que de descifrar antiguos secretos enanos. Si es así... yo que vosotras esperaría justo donde estáis. Si os marcháis de aquí... quizá no os vaya tan bien.

Se volvió hacia ellas y ensanchó aún más su antinatural sonrisa.

—Pero si decidís o no hacerme caso, ya es cosa vuestra, por supuesto...

Y dicho aquello, se esfumó una vez más.

Nada más haber dicho aquello el ser de oscuridad y desaparecer, la elfa negó con la cabeza y se desplomó en el suelo de rodillas. Parecía aturdida.

—Qué... qué dem... —no podía hablar bien, y respiraba de forma agitada—. ¿Qué era esa... cosa...? Era... fuerte... Nunca había sentido tanto... poder...

Pero enseguida giró la cabeza y miró la puerta por la que habían entrado.

—Algo se acerca —dijo—. Algo que... no me da buena espina. Creo que ese ser de oscuridad no tiene buenas intenciones, sea quien sea. Mara tiene razón. ¡Princesa, salgamos de aquí cuanto antes!

De nuevo aparecía aquella desgraciada forma sombría, dispuesta a darle más y más problemas. La última vez no había llegado a cerciorarse de si era realmente responsable de lo que había ocurrido, pero ahora tenía claro que no quería escuchar su palabrería por más tiempo.

---¡Cállate! Tenemos una misión que cumplir, y no dejaré que nada ni nadie me aparte de la labor que mi padre me encomendó. ---pero sus palabras calaron en ella, pues sus ganas de reencontrarse con el resto eran fuertes. Cuando la sombra desapareció y vio caer a la elfa se acercó corriendo a ella para intentar ayudarla a ponerse de pie.

---¿Estás... estás segura? ¡Pero el resto podría...! ---se cayó de inmediato, dándose a si misma una suave bofetada en la mejilla para arrancar esos pensamientos de su cabeza: si había peligro tenía que proteger a los que estaban con ella. Era lo que haría una princesa skald.

---Vale, apóyate en mi hombro y salgamos de aquí. ¡Vamos! ---la azuzó para dirigirse las tres a la salida que habían visto antes

Se puso a la defensiva cuando aquella sombra apareció de pronto en la sala. No le inspiraba confianza y parecía pájaro de mal agüero. Algo en aquella cosa le decía que todo acabaría mal. Y ver como afectaba a Ilwen... sin duda, debían salir de ahí. Al desaparecer aquel ser de sombra, se acercó también a Ilwen para ayudarla.

-¡Salgamos de aquí! 

Miró a la princesa.

-¿Tienes el brazal? No podemos dejarlo aquí para que lo encuentren.

La Princesa únicamente asintió antes de mostrárselo y volver a guardarlo en el fondo de su zurrón. —Tendrán que arrancármelo de las manos.

Sin perder tiempo, entre las dos alzaron a Ilwen y salieron de aquella sala por la puerta que la princesa había logrado abrir antes. Nada más tocar de nuevo la hoja, la puerta dorada se abrió y corrieron por el pasadizo, les llevara a donde les llevara.

Pero no habían recorrido más que un par de galerías cuando se dieron cuenta de que en realidad estaban moviéndose a ciegas. Si continuaban así, no tardarían en perderse. Y sin embargo, de pronto el lugar volvió a iluminarse con aquél resplandor dorado que se abría paso por las rocas como si se tratase de venas rectas de fuego. Y no fue esa luz lo único que volvió, si no la figura fantasmal de aquél orgulloso rey enano, que apareció delante de ellas.

El espíritu del soberano las contempló con cierta contrariedad en su rostro translúcido. Pareció observar algo a su alrededor y negó con la cabeza.

—Krar Drom ha perdido gran parte de su esplendor —dijo—. Por lo que veo, ahora no es más que una ruina, una sombra de lo que fue en otro tiempo...

Sus ojos se cerraron con pesar durante un momento, pero después volvió a abrirlos y los fijó en las tres compañeras.

—Krar Drom deshabitada, y la Llave Maestra en manos de una joven humana. Nada es como lo recuerdo. Pero según decís, tenéis el deseo de restituir lo que es nuestro. Así pues, confiaré en vosotras por el momento. ¿Cómo puedo ayudaros?

Su imagen parpadeó durante un momento, justo en el instante en que la luz de los muros declinó ligeramente.

—Hablad deprisa. El Corazón de Cobre lleva eones cerrado, y la energía mágica que me sostiene está muy debilitada...

Salir de aquella sala no había sido lo más complicado de esa aventura. Caminar sin rumbo certero por aquellas galerías si que lo era. Casi se estaba arrepintiendo por haber salido de aquella sala cuando las runas de las tuberías se volvían a iluminar, dando paso al espíritu enano.

Supuso que eso del Corazón de Cobre era la maquinaria que habían encontrado. Tenían nombres raros para las cosas, pero seguramente en su lengua sonaba mejor. Miró al espíritu sin saber si ella también podía hablar con él con alguna autoridad.

-Debemos encontrar a nuestros compañeros, pero debemos sacar a Ilwen de aquí. El encuentro con esa sombra la ha debilitado. ¿Podría ayudarnos? No sabemos que caminos tomar.

El rey enano observó un segundo a Mara antes de responder. Parecía sopesar algo.

—No puedo revelar los secretos de este lugar a nadie que no sea enano, pero...

Miró una vez más a su alrededor, y estuvieron seguras de que en su semblante se reflejaba un gran pesar.

—Krar Drom es la mayor y más magnífica de las fortalezas enanas —dijo—. Es el orgullo de mi raza. Y mirad cómo está ahora... Sé que todo lo que nace debe vivir y después morir. Pero me consume por dentro ver en lo que se ha convertido el hogar ancestral de mi pueblo. Y si esta fortaleza se encuentra en semejante estado, ello quiere decir que el resto no deben estar mucho mejor. Es algo lamentable...

Volvió a observar a las tres chicas, y alzó el orgulloso mentón.

—Como he dicho, no puedo revelaros los secretos de Krar Drom. Pero portáis la Llave Maestra... y por tanto quizá podamos llegar a un acuerdo. Os ofreceré mi ayuda guiándoos por mi reino, hasta que encontréis a vuestros compañeros. Os ayudaré también a salir de la fortaleza, lo cual no es sencillo... pero dado que tenéis la Llave Maestra, debería ser posible para vosotras. Sólo os pido dos cosas a cambio. La primera, que utilicéis la Llave para ayudarme a restablecer la gloria de este lugar. La segunda, que una vez que estéis a salvo os comprometáis a mantener vuestra palabra y devolváis la Llave a mi pueblo.

Se quedó un momento en silencio, adoptando una expresión adusta.

—¿Aceptáis...?

No le tocaba a ella decidir por la Llave Maestra ya que no estaba en su poder, pero le parecía un trato totalmente justo. Además, ya estaba en sus planes entregar la Llave Maestra, ¿no? No veía ningún problema en eso, salvo las limitaciones que ellos mismos pudiesen tener.

-Haré todo lo que esté en mi mano para cumplir nuestro trato.

Al fin y al cabo, no podían hacer otra cosa para poder salir de allí. Salvo correr en círculos.

El Rey Enano volvió a aparecer ante ellas, dejando a Ingelyn clavada apenas un par de segundos en el sitio. Inconscientemente miró a ambos lados, temerosa por que aquella extraña sombra volviese a materializarse también allí.

—Estaremos gustosas de llevar ese trato a buen puerto. Devolveremos a Krar Drom su antiguo honor y respetaremos estas ruinas como muchos enanos hicieron en su día. Nada nos alejará de nuestra misión y de devolverle este artefacto a sus dueños legítimos para reforzar los lazos entre nuestros pueblos, majestad. —le dijo la Princesa, mirando ahora al Rey Enano con una mirada llena de determinación. No podía permitirse dudar en un momento como aquel.

El espíritu del rey enano asintió, satisfecho con la respuesta de Mara y la princesa.

—Muy bien, seguidme entonces —dijo.

Comenzó a desplazarse, aunque no caminaba, si no que su imagen flotaba por encima de las losas del suelo y sus pies no podían verse, pues su imagen se difuminaba por debajo de sus rodillas. Pero no se había alejado más de unos metros cuando volvió a hablar.

—Estad alerta. Lo que queda de esta gran fortaleza no son más que ruinas, y no quiero imaginar qué inmundas criaturas pueden haberla poblado desde que está abandonada por mi pueblo. Además, noto que la fuerza del Corazón de Cobre está casi ausente... es posible que mi figura desaparezca en algunos momentos. Si es así, continuad e intentad ir siempre hacia abajo hasta que pueda volver a guiaros.

Caminando detrás del rey enano, recorrieron varios pasillos y corredores que otrora debieron ser espléndidos, pero que ahora estaban oscuros y silenciosos. Por el rabillo del ojo y a la tenue luz de las lámparas y las vetas doradas de los muros, podían vislumbrar salas inmensas llenas de objetos brillantes y tallas de piedra tan grandes como mansiones. Pero no tenían tiempo para detenerse a admirar lo que las rodeaba. El tiempo apremiaba, y el espíritu del monarca enano se desplazaba bastante deprisa.

Llegaron a una bifurcación, en la que pudieron ver tres arcos de piedra. Uno se dirigía al norte, otro al este y otro al oeste. El Rey enano se detuvo allí, y pareció que iba a tomar el camino del oeste, que daba a una escalera oscura y empinada. Pero vaciló, y las tres supieron por qué al instante. Desde ese camino llegaba un sonido grave y desagradable, como si fuera el gruñido de una gran criatura. El rey enano les hizo un gesto para indicar que debían seguir por ahí, pero quizá no fuera buena idea si se arriesgaban a toparse con lo que producía aquellos ruidos guturales...

Tratando de mantener su respiración controlada y seguir el ritmo de aquel espíritu que no se regía por las mismas leyes de los cuerpos vivos, Ingelyn no quedarse demasiado atrás respecto a alguien seguramente más acostumbrada a una marcha así como debía ser Mara.

Aquel lugar era precioso y la princesa pensó que debía haberlo sido todavía más antaño, pero no era el momento de concentrarse en aquellos pensamientos pues pronto la encrucijada se abrió ante ellas y se planteó todas las posibilidades todo lo rápido que pudo, pero chasqueó la lengua para acercarse a Mara e Ilwen.

—¿Qué hacemos...? —le susurró mirando de reojo al lugar que el Rey Enano señalaba—. Diría de intentar arriesgarnos a ir por ahí, pero...

Ilwen, que parecía bastante restablecida tras el encuentro con aquél ser oscuro, se asomó al arco de piedra y aguzó el oído. Negó con la cabeza y susurró.

—Sea lo que sea, no suena bien —susurró—. Nuestro guía sin duda estará a salvo, pero nosotras seguimos siendo mortales. ¿No hay otra manera de llegar a donde vamos?

El rey enano asintió a la pregunta de Ilwen.

—Es posible —dijo—. Hay otros caminos, pero quizá estén bloqueados o intransitables, y este es el más directo. Vosotras debéis decidir. ¿Queréis arriesgaros a ir por aquí, o preferís buscar una ruta alternativa?

-Quizá pueda usar la lente para ver que hay en ese camino. No podemos arriesgarnos a encontrar un camino cortado y tener que volver atrás. 

Perder tiempo en aquellas cosas no las llevaría a ningún camino. Si podía ver lo que se escondía en ese camino, quizá podrían saber si podían derrotarlo. Siendo solo dos las habituadas a ese tipo de cosas, si la bestia era muy fuerte lo mejor era buscar un camino alternativo.

Se acercó a la entrada del túnel que debían coger e intentó mirar al interior con la lente ampliando su visión.

—Me parece una buena idea... rodear me parece arriesgado y si sabemos a lo que nos vamos a encontrar me parece que podremos estar más preparadas para lo que sea que nos encontremos. —dijo asintiendo tanto a la elfa como a la exploradora, aguardando a que esta usara el artefacto para otear el pasillo.