Partida Rol por web

A la luz del bastón de Runi, los cuatro compañeros se adentraron en la tierra. Strumni y Tressa abrían la marcha, Runi iba en el centro y Gunnar cubría la retaguardia mientras bajaban por los peldaños cuidadosamente labrados. No habían bajado todavía diez de ellos cuando vieron que en ambas paredes del túnel había lámparas enanas apagadas... pero en el lado derecho había un gancho desnudo. Alguien se había llevado una de aquellas lámparas. ¿Tal vez Ingelyn la había cogido para iluminarse ahí abajo?

Continuaron la bajada y en poco tiempo, la salida del túnel fue un pequeño cuadradito de luz a sus espaldas. Habían bajado unos cuarenta peldaños, y ahora estaban en un rellano en el cual se abrían dos nuevos caminos. Los dos bajaban, internándose más en la oscuridad, uno a la izquierda y el otro a la derecha.

Al llegar a la bifurcación, Strumni captó algo. Ambos caminos parecían iguales, pero en el suelo que iba hacia el de la izquierda algo parecía haber arrastrado la tierra y el polvo. El de la derecha, sin embargo, parecía normal.

Los primeros pasos en un tunel enano siempre eran iguales para Strumni. El reencuentro con un viejo conocido. Cada tunel enano era un mundo en sí mismo y sin embargo todos eran el mismo. La primera sensación que le embargó fue la de un aire plomizo y espeso fruto de la confinación de aquella sección subterránea que recorrían. 

Cuando el anciano Runi usó su magia para hacer brotar fuego de su bastón y que este iluminara sus pasos, el enano se atrevió a tomar una de las antorchas que descansaban en las paredes y acercarla al báculo. Tenía la esperanza de poder encender así una antorcha para él, aunque desconocía si el conjuro convocado funcionaría de tal forma. Dado que se había ofrecido para abrir la marcha, necesitaba tener buena visión. Había pasado la mitad de su vida bajo la superficie y eso le permitía conocer de sobra los peligros de escoger mal un camino.

Al llegar a la primera bifurcación que dividía el camino, Strumni se detuvo y levantó su mano para indicar al resto de sus compañeros que hicieran lo mismo. La primera decisión había llegado ante ellos en forma de túneles, con cuidado debían elegir sus siguientes pasos pues una mala decisión podía significar perder a la princesa. Con un movimiento lento pero seguro el enano dobló el espinazo y comenzó a inspeccionar el suelo de los dos caminos. 

Lo bueno de caminar por un sitio abandonado era que cualquier huella reciente era más fácil de rastrear, por eso y tras una rápida investigación Strumni creía hallarse en posición de volver a guiar al grupo.

—Es por allí —dijo con cierto triunfalismo mientras señalaba al camino que continuaba por la izquierda.

En el hombro de Runi, Svartfloy se agitó inquieto. Lanzó un leve graznido que el viejo identificó enseguida. El pájaro había escuchado algo. Runi aguzó el oído y pudo escuchar que del corredor que Strumni señalaba, venía un sonido amortiguado y lejano. Era un sonido rítmico y mecánico, como si alguna maquinaria enana estuviera funcionando bajo tierra.

El camino por el que Strumni señaló era tan oscuro como el otro, pero Tressa distinguió algo. Era un sonido, rítmico y mecánico, que llegaba atenuado a sus oídos. Era como si en las profundidades de aquellos túneles, algún tipo de maquinaria enana estuviera funcionando y golpeando acompasadamente. Aunque la guerrera no tenía ni idea de qué tipo de ingenio podía tratarse...

Contra todo pronóstico, Gunnar se acercó al esqueleto. Primero dubitativo, pero poco a poco sus pasos fueron tomando determinación, hasta que finalmente quedó frente a frente con el insepulto. Gunnar colocó su mano hábil en el hombro del esqueleto con mucha suavidad.

— Estoy seguro de que alguien aún te recuerda, Byrald —su tono era seguro y solemne—. Además, nosotros también te recordaremos. Me aseguraré de que tu familia sepa del reconocimiento que mereces, y también de que puedas alcanzar la paz que tanto añoras —concluyó, solemne aún. Después se internó en el túnel enano.

Durante el descenso, Gunnar reparó en la lámpara enana faltante. Probablemente se tratase de la Princesa, pues no tenía dudas de que el nigromante enano tendría maneras más mágicas de iluminar su camino. Anotando mentalmente aquello, continuó descendiendo por los escalones en la retaguardia de la comitiva, con la mano hábil descansando en el pomo de su espada y la no hábil sosteniendo fuertemente las correas de su escudo.

Avanzaron durante... bueno, allá abajo es condenadamente difícil saberlo. El hecho es que avanzaron bastante, y finalmente se toparon con el primero de muchos obstáculos, seguramente. Ante ellos se mostraban dos caminos, direccionalmente opuestos el uno al otro. Gunnar tragó en seco, un paso en falso significaba perderse o, peor aún, perder a la princesa. Esperaba que Strumni pudiera conseguir algún rastro.

Los segundos que Strumni pasó analizando el suelo y las marcas se le hicieron eternos a Gunnar, pero cuando finalmente identificó por dónde había avanzado la princesa, el capitán skaldi soltó un suspiro de alivio. Gunnar empezó a andar por el camino señalado, no sin antes palmear amistosamente la espalda de Strumni.

— Gracias a los dioses que estás aquí —dijo, mitad aliviado mitad nervioso.

A Tressa no le gustaba la oscuridad, no se puede atacar a lo que no se ve y en los túneles que la oscuridad le limitara tanto la visión no le agradaba. Agradeció bastante que el anciano hiciera brillar el bastón, no era lo mismo que estar a la luz del día pero era mucho mejor que ir a ciegas.

Al continuar descendiendo y llegar a una bifurcación se detuvo por indicación del enano. Vio como comenzó a inspeccionar cada camino y un momento después señaló uno de los dos. Se disponía a avanzar hacia él, quería terminar con esto rápidamente por varios motivos, el principal porque le preocupaba la seguridad de la princesa y el segundo porque ya estaba echando a faltar la luz solar.

Tras dirigir su atención hacia el camino de la izquierda captó un sonido.

- ¿Escucháis eso? Se oye algo, es muy débil, suena como... ¿golpes? - Agudizó un poco más el oído. Eran golpes consecutivos, parecía que seguían un ritmo fijo. - No, no son golpes normales. - Mantuvo unos segundos de silencio intentando detectar algo más, pero se escuchaba demasiado débil y lejano.

- No sé lo que es, pero parecen causados por algún mecanismo.

Runi había creado luz con su magía. Pero cuando vio que había varias antorchas y que el enano cogía una, él hizo lo mismo y encendió otra. Si era necesario más adelante la usaría, pero de momento era mejor conservar toda la magía que pudiera. Seguramente le haría falta.

Cuando llegaron a la bifurcación y Strumni se puso a examinar el lugar svartfloy graznó inquieto.

-Sí. Lo sé. Yo también lo he oído, tranquilo.- Y al parecer no era el único, porque la joven Tressa describió exactamente el ruido que habían escuchado tanto el pajaro como el anciano.

-En efecto. Es un sonido muy repetitivo. Sé que los enanos son habiles construyendo aparatos que funcionan casi solo. ¿Podría haber alguno aquí abajo?- Aquello último se lo preguntaba a su guía. Aunque la cuestión no era tanto saber si era maquinaría enana como si la princesa habría ido hacia el ruino o se lejaría de el.

La pregunta de Runi tenía dos posibles respuestas. La sencilla, un simple sí. Los enanos construían toda clase de ingenios bajo tierra, y ese túnel no tenía por qué ser una excepción.

La segunda respuesta, tratar de identificar de qué tipo de artefacto podía tratarse, era más complicada. En las fortalezas y túneles enanos podía haber muchos mecanismos diferentes. Podía ser una tuneladora, un purificador de aire, un pozo mecánico para extraer agua, un horno con martillos automáticos... o quizá algo más especializado que ni siquiera Strumni hubiera visto nunca.

Acababan de comentar aquello, cuando todos pudieron sentir claramente que la tierra vibraba bajo sus pies y del techo del túnel caían algunas piedrecitas. ¿Un terremoto...? Pero el temblor fue poco intenso y de corta duración. Quizá había ocurrido algo en el subsuelo.

Agradeció el gesto de Gunnar aunque sabía que todavía quedaba mucho por hacer para cumplir con el objetivo común que todos tenían.tes en el rescate. Escuchó atento las palabras de Tressa y asintió, él no había sido capaz de percibir aquel pequeño sonido en la lejanía así que permaneció en silencio un rato hasta que fue capaz de captarlo y sumirse a la opinión general.

—Me temo que la ingeniería no es mi especialidad y no puedo ser preciso en la respuesta. Mi pueblo maneja multitud de construcciones que podrían estar aquí en el subsuelo y que podrían estar en la zona. No puedo decir mucho más con lo poco que tenemos.

Pese a que iba en cabeza y su gesto no se pudo apreciar, Strumni se encogió de hombros y puso una cara de fastidio. Lamentaba no poder ofrecer más detalles al respecto pero seguramente él sería uno de los enanos que menos sabía respecto a esa materia. Él había pasado menos tiempo que la mayoría de los suyos en el interior de la tierra y también había sido de los menos interesados en esa clase de cuestiones.

Cuando el temblor sacudió la estancia gruñó algo y miró a los alrededores, que obviamente no le podían dar más información, sin comentar nada al respecto, el enano se decidió a acelerar el paso. Temía que aquel temblor no sería aislado y que seguramente llegarían otros detras.

No podían sacar mucho más en claro quedándose allí, así que continuaron adelante. El corredor que la princesa había seguido bajaba tras girar nuevamente hacia la derecha, y tuvieron que recorrer otra buena cantidad de peldaños internándose en la tierra. Aquello era realmente profundo...

Descendieron hasta llegar a un pasillo largo y cuando alcanzaron el final de este, la luz de la antorcha iluminó una sala amplia y rectangular. Se dieron cuenta de que era un cruce de caminos, puesto que había una puerta en cada uno de los lados de la estancia, aquella por la que ellos habían llegado y otras tres. No se oía nada aparte de la maquinaria lejana, cuyo sonido parecía llegarles desde su lado izquierdo.

Inmediatamente, buscaron pistas que pudieran permitirles saber por dónde había ido Ingelyn... pero el rastro de la princesa se perdía allí. Tendrían que buscar otro modo de escoger su camino.

La razón por la que Strumni no pudo continuar siguiendo el rastro de Ingelyn le preocupó. No era que el rastro desapareciera... si no que se mezclaba con otros muchos rastros recientes que formaban un caos en el que era casi imposible leer nada. Aquello dejaba muy claro que, aunque los enanos hubieran sellado aquella construcción, aún la frecuentaban muchas criaturas.

Runi estaba inquieto. Aquél lugar era más grande de lo que habían pensado en un principio, y tenía todo el aspecto de ser un laberinto en el que podían perderse sin remedio si no tenían cuidado.

Pero además, seguía dándole vueltas al encuentro con la sombra que les había permitido la entrada en el lugar. Y es que desde que habían bajado al túnel, el viejo skaldi podía sentir la magia a su alrededor. Aquella ruina enana estaba impregnada de una magia antigua que parecía dormida pero latente, y hacía que Runi se sintiera como si la presencia de los cuatro compañeros pudiera despertarla en cualquier momento.

El agobio de Tressa iba en aumento con cada peldaño que descendían para internarse más en aquella ruina enana. No pensaba dar la vuelta, por supuesto... pero el subsuelo no era el hábitat de los skaldi y la guerrera lo notaba. Estaba segura de que a Gunnar y Runi también les pasaba. Y por si fuera poco, además se enfrentaban a una bifurcación que dejaba muy claro que aquél sitio era un verdadero laberinto.

Sin embargo, sus pensamientos se interrumpieron cuando, por el rabillo del ojo, captó algo a su derecha. Se fijó en el túnel que había en la pared de ese muro y vio dos pequeños puntos brillantes que desaparecieron enseguida. Algo les estaba observando.

Gunnar se quitó de un manotazo unas cuantas motas de polvo que habían caído sobre una de las hombreras de su armadura de cuero y luego se quedó completamente quieto, esperando que aquella extraña y ominosa vibración subsidiera. Cuando el temblor finalizó, el capitán siguió su apresurada marcha.

Al llegar a la encrucijada y percatarse de que ninguno parecía ser capaz de dar con las huellas de la Princesa Ingelyn, Gunnar resopló. Quizás ya habían gastado su cuota de suerte natural, así que miró al viejo sabio.

— Supongo que no conocerás algún truco para saber por dónde ha avanzado la princesa —miró fugazmente la puerta en el extremo izquierdo, del cual emanaba el rumor de una maquinaria—, con seguridad. Sabes que es muy curiosa y lo más probable es que haya seguido el ruido, pero me gustaría asegurarme de que seguimos el camino indicado. ¿Tal vez Svartfloy podría echarnos una, eh, un ojo? —miró al cuervo momentáneamente.

El capitán aprovechó la pausa momentánea para quitarse una película de sudor que perlaba su frente.

Runi había seguido al grupo de manera casi automatica. Algo en aquel lugar le mantenía distraido. Sí, estaba preocupado por la princesa, obviamente, pero no dejaba de mirar a todos lados, techo incluido, fijamente. Como si quisiera taladrar las paredes con la mirada.
No fue hasta que Gunnar le preguntó que no volvió en sí.

-¿Qué? Oh. No. Lo siento. No tengo nada que nos pueda guiar en mí repertorio. Lo siento. Además, no me gustaría arriesgarme a lanzar nada de magia aquí dentro. El ambiente está muy cargado. Casi diría que con la mínima chispa puede pasar cualquier cosa.-

El comentario sobre la curiosidad de Ingelyn le sacó una media sonrisa al anciano.

-Sí. También lo he pensado. Pero quisiera creer que en lugar de eso ha tenido el suficiente sentido común como para alejarse precisamente de ese ruido. Si ha escapado de sus perseguidores no puede saber que lo que se encuentre vaya a ayudarla. Así que lo mismo ha tomado el camino contrario para no arriesgarse. O por lo menos eso es lo que me hubiera gustado que hiciese.-
 

Y de nuevo más caminos, les llevaría más tiempo salir de aquí de lo que esperaba. Iba haciéndose a la idea cuando por el camino de la derecha percibió un par de diminutas luces que le hicieron dar un pequeño respingo, se atrevería a apostar su espada a que eran unos ojos brillantes que les estaba observando.

No tardaron ni un segundo en desaparecer tan rápido como Tressa posó su mirada sobre ellas lo que hizo que se cuestionara si había sido producto de su imaginación, pero estaba segura de que no era el caso.
Después de ver lo que ella creía que eran ojos y la constante sensación de ser observada, el túnel de donde provenía el ruido le estaba pareciendo mejor opción.

- No conozco a la princesa como para deducir que camino elegiría, pero la calma del de la derecha me da muy mala espina, es como si algo nos observara en silencio. Al menos el de la izquierda por el ruido sabemos que nos vamos a encontrar con algo y no nos pillaría por sorpresa.

El enano guardó silencio durante unos instantes mientras reflexionaba, sus ojos de rastreador le daban noticias poco agradables. Rumiando sin pronunciar palabra tardó en contestar. Cuando lo hizo trató de ser lo más honesto posible con sus compañeros.

—El rastro de la princesa es complicado de seguir desde este punto. No es que sus pasos hayan desaparecido es que... se han juntado con una multitud de huellas muy difíciles de separar. Al parecer este camino no estaba tan sellado como cabría esperar, eso o alguien ha encontrado otra zona de acceso.

Volvió a mirar al suelo, siguiendo el rastro con los ojos esperando que éste se pronunciara y le revelara algo que sirviera para poner algo de luz a aquella oscura situación. Sin mucho que ofrecer habló de nuevo para mostrar su opinión a sus compañeros otra vez.

—Creo que lo mejor es seguir todos estos rastros, sea de quién sean es la pista más sólida que tenemos en este momento.

Al tiempo que los cuatro compañeros pensaban qué camino convendría tomar, Svartfloy graznó en el hombro de Runi. El único que entendió de verdad al pájaro fue el viejo skaldi, pero a todos les dio la impresión de que estaba tan tenso como ellos.

Examinaron los rastros con más cuidado, y pudieron ver que algunas de las huellas en el polvo eran de pies desnudos y pequeños. ¿Goblins, tal vez...? Sin embargo, también había huellas de botas cortas y pesadas que debían pertenecer a enanos.

Mientras pensaban, escucharon un ruido diferente al de la maquinaria enana. Venía de algún lugar por debajo de ellos, y sonaba como el bramido de alguna criatura enorme. A todos ellos, curtidos ya en batallas con seres odiosos, les recordó inmediatamente al desafío de un trol cuando estaba a punto de luchar. Si los túneles estaban infestados de criaturas inmundas como goblins y trols, no era sorprendente que los enanos los hubiesen sellado.

La cosa se puso todavía más tensa cuando los cuatro pudieron percibir claramente varios gritos agudos provenientes del pasadizo de la derecha. Y no eran gritos humanos. Justo después, oyeron el característico sonido del metal al entrechocar. Alguien estaba combatiendo muy cerca.