Partida Rol por web

Las huellas me cuentan cosas que quizás de otra manera no podría averiguar pero es lo suficiente para obtener datos útiles para encontrar al culpable. Solo con lo visto hasta ahora, incluso un nombre aflora en mi cabeza y siento que podría ser, por improbable que parezca:

 - "Estas huellas, descalzas, anchas pero pequeñas, me recuerdan a los halfling. Conozco uno de ellos que puede andar por la zona: Se llama Hans Gaubbert y es un busca vidas del pueblo del lado."

Le comento al grupo para que sepan más o menos por donde van mis pistas. Al correr los matorrales y ver el pueblo, pienso en lo único que se me ocurre y lo comunico:

 - "Después de montar la trampa, volvió al pueblo dando un rodeo para despistar. Supongo que buscar a alguien cuyo pie calce con la huella es una buena opción. ¿A alguien se le ocurre algo mejor?"

Comienzo a caminar hacia el pueblo intentando mantener mis ojos en las huellas y así comprobar si realmente entran en él o si también se dio esta vuelta para seguir despistando.

Cenizo no sabía identificar rastros en medio de la naturaleza si no eran para guiarles a un tesoro enterrado. Dejó al cazador que se encargara de su oficio, mientras él caminaba con cuidado tapado con sus miles de objetos, algunas de las telas recogiendo la suciedad del suelo. También aprovechó para recoger palos que luego serían una buena leña o que tallaría dándoles formas puntiagudas. Finalmente dieron con una huella bien definida en las inmediaciones de Lubrecht.

—¿No creeréis que las trampas pertenecen a un mocoso de esos, verdad? —El cazador tenía alguna idea de a quién pertenecía y su teoría tenía sentido, pero había cosas que no cuadraban—. ¿Por qué descalzó sus sandalias y caminó descalzo todo el rodeo hasta la ciudad, si vive en la otra? No muy inteligente del mediano, sabiendo que es el único con una huella así, a menos que haya más como él...

Acompañando al resto, se fijó en las huellas para ver hacia dónde iban. Si entraban al pueblo, alguien tuvo que verle puesto que su raza es diferente y llamativa. Si vuelve a dar un rodeo, sería un indicativo de que los mareos eran meditados.

Cenizo repasó de memoria. Entre todo lo que había visto y conocía con sus años, se acordaría si esas huellas pueden pertenecer a otro tipo de raza que no sean los medianos, unas con intenciones no amistosas con los humanos.

   Siguieron a Gustav por el bosque. La habilidad e intuición del cazador para identificar rastros y encontrar huellas, donde Kurt solo veía vegetación en estado salvaje, hablaban por sí solas de porqué aquel hombre era el mejor cazador de la zona.

   Por fin dieron con algo que todos pudieron identificar: las pequeñas huellas descalzas de un pie pequeño y rollizo. Lo primero que pensó Kurt al ver las pisadas es que se trataba de un niño pero Gustav fue más certero al asociar el tamaño de las huellas con los halflings.

   Kurt no había conocido muchos medianos. De donde él venía no era muy habitual verlos pues aquellas pequeñas gentes preferían medrar en sus propia tierras, allá en la Asamblea o en nucleos urbanitas más poblados o prósperos que las frías, áridas y peligrosas costas de Nordland. En el ejército del Viejo Duque las cocinas eran asistidas por una cuadrilla de aquellos hombrecillos. Eran ruidos, glotones y muy amigos de lo ajeno pero de carácter afable y amistoso, por eso a Kurt le costaba imaginar que un mediano pudiera estar detrás de aquellas trampas mortales. Además estaba el asunto de la estatura y las capacidades físicas de los medianos.

   Pero aquellas huellas eran la pista más sólida que tenían hasta el momento y con renovados ánimos continuaron siguiendo el rastro. Igual, con suerte, conseguían encontrar al Bromista antes de lo esperado y podían volver a Lubrecht a disfrutar de los festejos.

   Y a Lubrecht llegaron, antes de lo previsto y de manera totalmente inesperada. Cuando, al salir del bosque, se toparon con la empalizada que protegía el pueblo todos se quedaron ojipláticos. 

   Kurt se detuvo junto a Ándor mientras este se agachaba examinando las huellas y preguntaba al cazador por la dirección que el rastro seguía. El nordlandes se quitó el chambergo y el pañuelo rojo con el que se sujetaba la larga cabellera; los rubios cabellos estaban apelmazados y pegados al cráneo por el sudor pues el día era cálido y el bosque húmedo. Mientras las prendas se aireaban agarró la cantimplora y bebió un buen trago de agua, luego se la ofreció a Ándor.

   -Esto es cada vez más extraño. Por lo pronto solo podemos aventurar que el Bromista, en caso de ser solo uno, sabe escribir; tiene una gran fuerza física o usa algún ingenio mecánico para elevar pesos - a Kurt le vino a la memoria el sistema de cuerdas y ruedas que usaban los ingenieros del Duque; poleas le dijeron que las llamaban cuando preguntó - y ahora, por las barbas de Ulric, puede que resulte ser un mediano que ni siquiera vive en el pueblo. - para Kurt todo era un sin sentido como bien señalaba Cenizo.

    El joven se rascó la cabeza y miró a Gustav. - Si el alcalde o el alguacil aún conserva las notas podemos comparar la escritura pero ¿como hacemos con las huellas? Buscar medianos y traerlos hasta aquí puede ser una ardua tarea. Además, las huellas pueden borrarse o su dueño venir a borrarlas. ¿Quizás las podamos replicar de alguna manera? ¿Alguno sabe dibujar? Cenizo, vos sois, sin duda, un hombre de mundo ¿Alguna idea de como copiar esas huellas? -

Hilando con la conversación que mantenía Kurt y haciendo algo de memoria, a Cenizo se le ocurrían otras teorías que podrían ser válidas. Rucó su lengua repartiendo la escasa saliva por toda su boca y poder hablar con normalidad.

—Hace tiempo que no veo uno, pero esas huellas bien podrían ser de un mocoverde de esos. De los que trepan por los árboles y éste hizo lo suyo por suelo —ojeó al cazador, que era quien estaba familiarizado con el bosque—. ¿Qué posibilidad habría de encontrar uno por aquí? Ah, pero... ¿ésos saben escribir?

Si querían estar seguros con todas las posibilidades, no podían dejarse cabos sueltos. Lo más probable en la mente de Cenizo era que había más de un bromista y eso podía significar más de una raza implicada. Atendiendo a la sugerencia de Kurt, examinó la huella y pensó cómo podría hacer para replicarla. Entonces, sacó un cuchillo y se lo mostró.

—Si quiere, podemos cortar la tierra y nos la llevamos a mano. Jijijiji.

Cojo el agua que me ofrece Kurt y le doy un buen trago.

Gracias. Estaba sediento.

Volviendo a loque sabíamos de momento del Bromista, Kurt  hizo un buen resumen.

Al menos podemos deducir casi al 100% que es un mediano. No será difícil encontrar medianos en la ciudad o cerca. Solo que no veo un mediano con fuerza suficiente como para preparar aquella trampa. Seguramente tiene ayuda

Las huellas llevaban directamente al mismo sitio de donde habíais salido. En la puerta principal Gawin Ranelf y Abelhem Reik hacían guardia. Ambos iban vestidos con uniformes multicolor azul y amarillo, pantalones hasta debajo de la rodilla y calcetines blancos largos que remataban con dos borlitas de color azul. Sus picas nuevas y corazas resplandecían con la luz del día gritando claramente que el alcalde les había elegido como soldados para guardar Lubrecht, o por lo menos parecer que había un mínimo de ley, aunque estaba claro que de no estar allí, estarían emborrachándose y armando jaleo.
Gustav los conocía, y parecía no agradarle mucho que os vigilaran con la mirada mientras os acercábais.

-Habéis tardado poco en volver-. Dijo Gawin. -¿No ibais a ver a Borför?.- 

 Abelhem se apoyó sobre su pica mientras os miraba sin mucho interés. -¿Dónde está ese carro mugriento en el que ibais?

Los cuatro regresaron a Lubrecht, siguiendo los pasos desconocidos en donde los dos guardias estaban estancados en la puerta. Era indudable que si había un mediano o un goblin, como propuso Cenizo, ellos dos tuvieron que verlo. De todas formas, si no había pasado el día del ataque, también sabrían si dentro del pueblo se encontraba alguien con dichas características.

—Ah... los guardias del pueblo... —Repasó de arriba a abajo sus vestiduras y modo de entablar una conversación, no resultaba como si llevasen allí mucho tiempo—. Decidimos cambiar de planes a mitad de camino. ¡Oh!... ¡Ah!... Mohino se quedó comiendo pasto, jijiji. Debería regresar por él —respondió al que tenía la nariz colorada como un bufón—. ¿Uno de los guardias acompañará a este vejestorio a por la mugrienta mercancía? Le dejaré elegir de todo lo que hay dentro.

Cenizo les sonrió con una boca larga y vacía de dientes, esperando una respuesta positiva. Le valdría acompañarle o que hagan el trabajito por ellos mismos. Mientras tanto, sus compañeros quizás tendrían algo que comentar acerca de los pasos o lo que fuere.

Continúo siguiendo los pasos que se adentran en el pueblo y nos topamos con los guardias. Los conozco y no son personas muy de fiar. Les miro y hablo, ignorando sus palabras:

 - "Seguimos un rastro. ¿Han visto a un halfling venir por este camino desde el último ataque del Bromista?"

No confío mucho en que ellos sepan algo o que les importe mucho ayudar, pero no pierdo nada preguntando. Mientras tanto, busco en el suelo si consigo seguir el rastro dentro de las murallas, ya habiendo conocido la forma de las pisadas y la distancia entre ellas, característica de aquella posible cojera que lleva.

 Si quiere, podemos cortar la tierra y nos la llevamos a mano. Jijijiji.

   - Podemos intentarlo pero no se me ocurre como transportarlo sin que se nos deshaga. - respondió a Cenizo mientras recuperaba la cantimplora de mano de Ándor y se la ofrecía a los demás - Quizás, si hay un yesero en el pueblo, nos pueda hacer un molde. - propuso al recordar las máscaras pintadas que la gente se ponía durante el Día del Disparate.

   Kurt recogió varias piedras que amontonó en un círculo alrededor de la huella y cubrió con varias ramas. Luego siguió a los demás al pueblo.

   En la entrada de Lubrecht se toparon de nuevo con los ufanos guardias. - Mierda, absortos en seguir el rastro olvidamos al pobre jamelgo… Oh, joder. - pensó el nordlandes cuando el soldado bigotudo preguntó por el carro. También recordó que había dejado su mochila, con sus exiguas pertenencias, en la caja del vehículo. 

   Mientras Cenizo proponía a los guardias que uno de ellos le acompañase a buscar el carro y Gustav, preguntaba si algún mediano rondaba por la zona él se limitó a devolverles la mirada a aquellos dos cancerberos. - Es posible que ese mediano pasase por el camino o saliese del pueblo transportando rollos de soga gruesa y herramientas para trabajar la madera.¹ - añadió cuando terminó de hablar Gustav.

Mientras Gustav y Kurt interrogaban a los guardias sobre la presencia del median en la ciudad, miré alrededor para ver si alguien nos observaba. Es posible que ese Bromista estuviera al tanto de que nos habían contratado pra encontrarle y podria intentar algo contra nosotros.

La experiencia me hacía que estuviera ojo avizr y que desconfiara de las situaciones tranquilas y normales.

El primero en hablar con los guardas, pues se veía a la legua que no eran soldados, fue Cenizo. El viejo de lengua afilada hizo uso de su ingenio para sacarse un viaje a caballo hasta donde había dejado a su Mohíno, pero ignorarle a él y sus palabras fue la clara respuesta que le dieron los guardas. Al parecer no querían que un viejo chismoso acabara tomandoles como amigos.

 -No.- Fue la escueta respuesta de nariz pimiento a la pregunta de Gustav, y volvió el rostro, con mirada mezquina, mientras Kurt explicaba los posibles útiles que llevaría. 

  -¿Porqué lo preguntas?.- Preguntó a su vez Gawin Ranelf. 

 -Espera.- Soltó de repente Ablehem incorporándose de su pica mientras miraba a su compañero y volvía otra vez a miraros a vosotros con una cínica sonrisa en la boca. -No iréis a decirnos que el bromista es un halfling, ¿Verdad?.

Ambos guardas se miraron durante un segundo y rompieron a reír en sonoras carcajadas sin reparo alguno delante vuestro. El escándalo llamó la atención de los tenderos cercanos y aquellos que no estaban comiendo a aquellas horas.

 -¡No sabía que un halfling tuviera la fuerza de un dragón!.- Dijo Ranelf mientras se le caía la pica al suelo, incapaz de sostenerla por las convulsiones de la risa.

Su compañero rompió a reír aún más. Se enjugó las lágrimas, os miró y volvieron a reir los dos otra vez, incapaces de contenerse.

La aglomeración de gente se hacía cada vez mas grande debido a la curiosidad y el alboroto de las risas.

Me molestaba que fuéramos el foco de burlas por parte de los guardias. No tenía la intención de llamar la atención, pero ya era imposible pasar desapercibidos.

Oye, vosotros, ratas. ¿Os habeis creido que somos unos cualesquiera de los que poder burlarse? Había huellas de halfling, venían hacia aquí. Y - levanté mi dedo hacia ellos - jamás hemos dicho que trabajara solo. Así que dejad de reiros de nosotros si no quereis que os haga una risa permanente en esas caras y responded a la pregunta. ¿Ha pasado por aquí algún halfling?

Puse la mano en la espada para fortalecer mis palabras. No era que quisiera enzarzarme en una pelea con aquellos dos tipos, pero debían saber que no consentiríamos que nos trataran así.

Ambos guardas dejaron de reirse al instante tras la réplica cargada de amenaza de Andor. Pero fue Ablehem quien, con mirada entrecerrada, contestó al sicario.

-El único halfling que hemos visto era Hans Gaubbert.-

No pasaba por alto su rabia contenida, pero se limitó a hacerse a un lado, mientras Gawin reculaba con cierto temor.