Partida Rol por web

-Parece que el pueblo entero se a vuelto loco.- Dijo con su voz ronca teñida del vapor de la cocción mientras señalaba con su barbilla hacia la calle. -Todo el mundo quiere su parte. Hasta los viejos hueseros.- Dijo mirando a Cenizo. -Hoy se le han adelantado viejo. Pero venga mañana y le hago rebaja enlos huesos de una vaca por venir con nuestro cazador.

No tendero, no venimos a comprar - dije adelantándome y mirando la calidad de los productos que tenía en la tienda. - Venimos a preguntarte sobre tu percance con las piedras afiladas en el bosque. Estamos aquí para buscar al trampero que anda suelto por ahí.

El bullicio de la calle no ayudaba a hablar bien con el tal Wilhem. Las voces de los vendedores y el rumor de los compradores, entraba por las puertas abiertas de la tienda y ofuscaba un poco la voz. Eso me hacía gritar más de la cuenta.

¿Qué puedes decirnos de aquello? ¿Hay alguien en el pueblo con quien estés enemistado?

El camino estaba lleno de novedades. Al parecer, vivían una temporada de bonanza y se notaba en los aspectos joviales  de los cerveceros gastando sus monedas, una oportunidad exquisita para Cenizo, deseoso de sacar provecho de sus ganancias.

—Estamos ante una temporada de utensilios para la cocina, por lo que se ve... y se escucha... —les dijo con voz ansiosa, al pasar cerca de los comercios callejeros—. Las usarán mucho, puede ser... Ahora debe estar muy barato, si manga... compramos algo de metal, luego podremos sacar el triple.

Esta ciudad era un punto de encuentro para comerciantes, por lo menos en esta época del año. Si lo hubiese sabido antes, quizás hubiera sacado provecho del mercado años atrás, cuando todavía no necesitaba un bastón para caminar. Entonces, ahora tendría un apoyo de oro y no de madera recia. Las mozas del pueblo también se ofrecían a la vista y si no fuera por la edad, estaría solicitando sus manos, eso no le impedía echar un ojo a las pantorrillas ligeramente abiertas que le solicitaban reclamo.

Finalmente, llegaron al establecimiento del curtidor y sus palabras sonaron a negocios jugosos.

—Vaya, llegué tarde a por los huesos de esa vaca, ¡cachis! —Puso el dedo en su labio y luego lo levantó en alto para preguntarle— ¿Esa vaca de hoy, era la del granjero —miró a Gustav, porque no se acordaba en un principio— Borför?

A lo mejor la coincidencia se debía por algún motivo, o quizás preguntaba sobre la vaca porque después visitarían al granjero y comprobaría el estado de sus huesos. No quería ser víctima de un gato por liebre.

Al llegar donde el curtidor, este me reconoce y empieza a hablarnos de como está un poco loco el pueblo en estos días, pero Ándor le habla, dejándole en claro a que venimos, por lo que lo ratifico:

 - "Así es, Wilhem. Estos hombres y yo estamos buscando algo que nos ayude a atrapar al Bromista. ¿Hay algo que puedas contarnos de ese día que pueda sernos de utilidad?"

Yo no supe muchos más detalles del asunto pues no han pasado tantos días como para invertir en una investigación, lo que tampoco es realmente mi especialidad. Lo mío es buscar con los ojos principalmente y eso es todo lo que he hecho hasta ahora. Espero que con la ayuda de estos hombres se pueda conseguir algo más para detener al Bromista.

El curtidor sacudió la cabeza ante la pregunta de Andor, e inmediatamente después, como pensándolo mejor se encogió de hombros. -Es un pueblo pequeño, siempre hay alguien que se queja de alguien a espaldas de ese alguien. Pero si lo pillais...- Wilhem levanto su mano en la que tenía, como por arte de magia, un cuchillo pequeño y curvado, tan afilado que podría cortar el propio aire. -Si encontráis al bromista decidme quien es porque juro que le arrancaré la piel y la usaré de alfombra.

El enfado se le pasó en cuanto tuvo que sacar la piel que estaba cociendo con el mismo palo que le daba vueltas, y la tendía en un soporte donde descansaban otras pieles.

-¿La vaca de ese viejo bobo?- preguntó pero era mas una respuesta a Cenizo que una pregunta propiamente dicha. -Esa vaca murió hace muchos días. Si que vino aquí para hablar de venderme la piel, pero se había agujereado por dejarla allí en el camino con las alimañas. Un tronco la reventó la cabeza, bien podría aprovechar el resto, pero la habían comido ya y poco podríamos haber hecho. En cuanto a mi... bueno, la verdad es que tuve suerte y vi la cuerda a tiempo. Si no la hubiera visto ahora seria cliente de este viejo osamentero.

   Apoyado en el marco de las puertas del taller, con el largo fusil envuelto en su funda y descansando en sus brazos, escuchó las preguntas que sus compañeros le hacían a Wilhem. El hombre pareció alterarse por un momento y no era para menos teniendo en cuenta a lo que había sobrevivido; cualquiera tendría ganas de agarrar a ese bufón. 

   Kurt giró la cabeza y observó a la gente que pasaba por la calle o se apelotonaban en los puestos, cualquiera de ellos podría ser la persona a la que buscaban. 

   Quizás al saber que había una recompensa por su captura el Bromista había ido a ver quien eran sus perseguidores y les estaba siguiendo. 

   Mientras escuchaba lo que Wilhem contaba sobre la vaca y de como él había evitado la trampa los ojos verdes de Kurt recorrieron la calle. Buscaba a alguien que pudiera estar parado y más atento a lo que ocurría dentro de la curtiduría que al cambalache y el jolgorio. 

   Kurt miró al curtidor cuando este terminó de hablar. - Decidme, herr Wilhem ¿Soléis pasar por ese lugar de manera habitual? ¿Quizás a las mismas horas? - 

   Tal y como había planteado Ándor sería interesante determinar si había premeditación en la colocación de las trampas o si el Bromista las dejaba ahí para el primer incauto que cayera.  

—¿Así que se dieron mucha prisa en comerla? Grmmm —gruñó—. Laubrecht está en la época de los banquetes ¿no? Todo el mundo quiere vender utensilios de cocina y hay comida para todos. ¿Tantas prisas tienen? —preguntó, mirando al comercio y tabernas. En su mente relamió sus labios, pensando que quizás tomaría sopa de col a muy buen precio, gratuita si recogía las preciadas sobras que otros tiran.

El curtidor respondió a sus preguntas con lo que sabía, o eso parecía, pues no tendría ningún motivo para mentirles. De momento, no habían sacado nada en claro, la información que entregó era similar con la que partieron. Necesitaban obtener alguna pista extra para que el camino hacia allí no hubiese sido en vano. 

—Dinos, jovenzuelo, por descartar un posible ataque a su persona, ¿qué camino tomó desde que salió de los muros hasta encontrarse con aquella bromita? —le preguntó, esperando que con sus indicaciones pudieran recrear el día del ataque— ¡Ah sí! Se me olvidaba... ¿por qué fue allí?, ¿alguien se lo sugirió?

Kurt y Cenizo sugerían la misma situación, si era habitual para él pasar por allí, podría haber sido blanco fácil de un enemigo, incluso el viejo preguntó que fue ha hacer allí, en medio del bosque. Tantas preguntas parecían estar socavando la paciencia del curtidor, pero respondió.

-No, no suelo pasar por allí. Paso por donde sea más fácil hasta llegar a dónde me dicen que se ha muerto una oveja, una cabra o una vaca. a veces me traen aquí la pieza y venden la carne, Otras veces, sobre todo cuando el animal es viejo, lo dejan para que se lo coman los carroñeros. A veces me entero, otras me lo dicen y yo me dirijo allí lo antes posible.- Wilhem se encogió de hombros. -Si quieres las pieles gratis toca caminar.- Dijo sin darle importancia y sus ojos se iluminaron como lámparas en la oscuridad. -A propósito, si ya han acabado las preguntas, ¿les apetece comprar un buen cuero?. Les haré descuento. Tan solo tres chelines por un cinto, y siete por un sombrero.-

No ves nada des-habitual en un lugar tan transitado.

Wilhem responde las preguntas de los extranjeros, pero nada de lo que indica nos hace pensar de que realmente hay algo escondido detrás del atentado. Es como si el Bromista solo haya dejado la trampa por ahí y esperara a que alguien cayese en ella, pero entonces algo me hace sentido y la duda salta en mi mente:

 - "Espera... ¿Entonces alguien te avisó que ahí había un animal muerto? ¿Quien te avisó?"

Se me ocurre que si fue una trampa hacia él directamente, darle el rumor de un animal muerto sería una forma muy efectiva para hacer que camine por esa zona. Tener un nombre en ese caso nos sería muy útil para la investigación.

-Ejem...- El hombre se echó la mano a la nuca, luego a la cabeza y se rascó debajo del gorro de cuero que llevaba. -...yo... Luego miró hacia adentro de la tienda, donde al fondo, su mujer teñía unas prendas en un barreño y os hizo señas para salir mas afuera, donde los ruidos de la gente taparan la conversación. -Estaba en la taberna de Grüger, ya sabéis,- os dice mientras mira preocupado hacia la tienda -haciendo negocios, cuando se lo oí decir a Borför. La piel de una cabra se vende bien, después de quitarle el olor.

Cenizo atendió al curtidor. Hacía ruidos con la boca por su constante boca reseca que por mucho que bebiera, nunca se humedecía. Cosas de la edad. El maestro de las pieles tenía unos cuantos pelos blancos en la barbilla, pero siendo un mozo en comparación al anciano y el trabajo que hacía sería imposible de igualar con los viejos y huesudos brazos.

—Ajá, grum, claro, lo gratis cuesta paseos. Lo comprendo. —Cenizo observó las prendas que ofrecía y rápidamente acudió a su bolsita oculta tras sus capas de harapos—. ¡Oh! ¿Recién hecho? ¡Qué buena calidad! Jijiji, seguro tengo algo por aquí. —Repasó con su dedo sin que lo vieran los otros, pero con el pequeño ruido que hacía sabrían que había pocas monedas—. Aquí lo tengo. Me quedaré con ese cinto de cuero, le daré buena utilidad, jijijiji.

Le entregó los tres chelines que costaba y lo observó con más detalle, enrollándolo entre su codo y mano para medirlo, oliéndolo y saboreando las puntas con una lengua áspera. Mientras tanto, el arquero siguió hablando y se movieron afuera, en donde estiró el cinto bajo el sol para verlo con claridad. Le gustaba y podría venderlo a mejor precio más tarde o usarlo para amarrar dos muñecas.

—Así que Borför y Wilhem estaban en el mismo lugar dentro de la taberna Grüger. Al bufón o bromista le gusta la cerveza.

Tenían varias posibilidades, ahora una más, podrían visitar el bosque, ir a ver a Borför o visitar esa taberna, por si el dueño supiera algo.

La respuesta de Wilhem me deja en claro que la taberna de Grüger tiene que ver con el asunto. Borför también estuvo relacionado en el asunto lo que, sumado a la muerte de su vaca, parece tenerlo sospechosamente presente en la obra del Bromista:

"¿Será él la víctima que el Bromista busca acabar? ¿Serán cómplices de alguna torcida forma? ¿Será él el Bromista mismo?"

Miro al curtidor y le respondo:

 - "Muchas gracias por tu ayuda, Wilhem."

Me giro hacia el resto del grupo pues, por lo menos yo, he terminado con él:

 - "Creo que debemos ir a entrevistar a Borför. Siento que nos estamos acercando."

No sé si el resto de los presentes estará de acuerdo conmigo. Pronto lo sabré, así como sabré si estoy en lo correcto o si no podría estar más lejos de la verdad.

Al final había salido la relación que buscaba entre las dos víctimas del bromista. Uno había avisado al otro de la presencia de la vaca atacada en la taberna. Aunque la vaca había sido la primera víctima del bromista, podría ser que preparara la trampa esperando que Wilhem fuera a recuperar materiales del cadáver como realmente había hecho.

Me acerqué a mis compañeros una vez fuera de la tienda a resguardo de los oídos indiscretos del curtidor

Deberíamos plantearnos que Borför esté compinchado con el bromista o sea él mismo. Podría haber sacrificado una vaca para tenderle una trampa a Wilhem sabiendo que iría al lugar del ataque. Tengamos cuidado con lo que decimos a Borför.

 ¿les apetece comprar un buen cuero?. Les haré descuento. Tan solo tres chelines por un cinto, y siete por un sombrero.

   Ya que Gustav y aquellos extranjeros le importunaban con preguntas quizás pudiera ganarse algunas monedas debió de pensar Wilhem y les ofreció algunos de sus artesanías.

   Kurt se acercó a una de las mesas de trabajo donde había unas toscas cabezas de mimbre exhibiendo algunos sombreros. Se probó varios de cuero negro pero no se decidió por ninguno y volvió a colocarse su vapuleado chambergo. 

 Espera... ¿Entonces alguien te avisó que ahí había un animal muerto? ¿Quien te avisó?

   Una nueva pregunta de Gustav, tan certera como seguro que lo eran sus flechas, turbó al curtidor que los llevó hacia las puertas para no ser escuchados por su esposa; a la señora no debía de hacerle mucha gracia que su señor esposo rondara mucho por las tabernas, pensó el joven soldado.

   Una vez más, el tal Borför volvió a ser mentado ¿Era posible que el círculo se fuera cerrando? Kurt no creía que fueran a tener tanta suerte y de momento parecía que Ranald favorecía al Bromista. Al menos, la nueva pista les dió una excusa para visitar una de las tabernas locales y Kurt ya tenía ganas de probar la cerveza resultante de aquella cosecha que tantas alegrías estaba dando a las gentes de Lubrecht.

   Después de Gustav, Kurt, también se despidió del curtidor tendiéndole una mano.  - Muchas gracias por su tiempo, herr Wilhem. Solo una cosa más y le dejaremos con sus quehaceres. ¿Algo de interés que pueda decirnos acerca de Borför? ¿Es alguien apreciado en el pueblo o se le conoce alguna disputa o problema con algún lugareño?¹ - el apretón de manos del joven era firme.  - Una vez más gracias por su paciencia y que Sigmar os guarde a vos, a su señora y al negocio. -

   Una vez en el exterior del taller se coincidió en ir a visitar al tal Borför. Ándor, siempre cauto, propuso que midieran las palabras al hablar con el hombre y Kurt se mostró de acuerdo. 

  De nuevo dejaron que Gustav los guiara por el bullicioso pueblo. 

La granja de Borför estaba al otro lado del pueblo, fuera de las murallas. El camino más directo, según Gustav, era salir por la puerta sur y luego atravesar los campos del viejo Giselbrecht, de Wilhem Schiff y el calabazar de Brünen Aschen, aunque podía haber riesgos si los confundían con ladrones de cebada o calabazas. El otro camino, más seguro pero mas largo era la bifurcación que tomaba la carretera principal desde la misma puerta sur, y que cinco kilómetros mas allá salía un caminejo de carretas que iba hacia las granjas a las afueras del pueblo.

Este camino era donde el bromista mató a la vaca de Borför, por lo que seguro, puede que no fuera un término adecuado para tal camino, pero si querían inspeccionar de paso la trampa, podía ser mas adecuado.  

Terminaron de hablar con el curtidor y se despidió asintiendo con una mano vaga, cansado de las costumbres sociales. Su objetivo era hablar con Borför, para lo cual sugerían dos caminos, uno rápido pero peligroso y otro lento pero seguro, con parada en la trampa. Cenizo no era muy listo, pero sí muy astuto, los años de experiencia callejera le sugerían un camino.

—Si vamos por el camino corto, donde los cultivos, nos atacarán —carraspeó—. No nos conocen y menos se fiarán de un osamentero, ¿no creen?

Dio dos pasos al frente y señaló enérgico con el dedo a la salida del pueblo.

—Tengo mi carroza allí, cabemos todos. Podemos usar el camino bifurcado, cualquiera que nos vea no levantará sospecha —volvió a carraspear—. Así vemos esa trampa primero y guardamos lo que encontremos.

   - El alcalde nos dió permiso para movernos con libertad por el pueblo pero igual los granjeros de extramuros no están muy de acuerdo con que crucemos sus tierras tan alegremente. Mejor no indisponerse con los lugareños sin motivo. Estoy con vos, Cenizo, vayamos primero a echarle un vistazo a la trampa. - Kurt secundó al viejo pillastre. 

   -¿Una carroza decís? No hay mucho camino pero siempre se agradece hacerlo con el culo sentado. - 

   Kurt supuso que el viejo había exagerado un poco y que lo más que encontrarían sería una carreta o un carro. Pero como él mismo había dicho, un transporte siempre era mejor que gastar las suelas de las botas y eso un soldado, que siempre estaba marchando de una guerra a otra, lo sabía muy bien.

El viejo tiene razón. Vayamos por el camino. Así veremos de cerca donde estaba ubicada la trampa y puede que encontremos algo más por los alrededores. Es difícil fabricar algo así y no dejar un rastro en algún sitio.

Confiaba en que el Bromista hubiera sido menos precavido de lo que parecía y hubiera dejado una parte de él por ahí. Quizás unas huellas, cerca del lugar. En la trampa quizás hubiera marcas de cuchillo o algo que nos indicara la destreza del individuo o qué armas portaba encima.

Asiento a las palabras de Ándor pues es precisamente una de las posibilidades que estoy manejando en el interior de mi mente. Escucho las posiciones de los presentes acerca de las opciones de traslado que propongo y queda claro que prefieren hacer el camino largo, por lo que respondo:

 - "Yo también lo prefiero y así podemos ver el sitio de la trampa de camino. En el carro no tardaremos tanto y será mejor que ir a través de los campos pues puede que a mí me reconozcan y no me ataquen pero lo dudo mucho de ustedes."

"Y más de algún granjero puede tener alguna ballesta de sus días de servicio que no dudarán en usar contra los ladrones."

Así que me preparo para ir en el carro de Cenizo e indicarles el sitio de las trampas para que así podamos buscar algo que quizás se haya escapado a mis ojos en su momento. Luego seguiremos hasta la granja de Borför para interrogarle. Si eso no funciona, quizás ir a la taberna donde Wilhem escuchó lo del animal muerto también pueda brindarnos una pista.