Partida Rol por web

Cenizo amasó el suelo con su bastón tras el trato irrespetuoso que recibió de los guardias y les miró con la cara más arrugada que habían visto. Si algo detestaba de la juventud de hoy en día es que cada vez respetan menos a los mayores. Dio algunos rodeos mientras hablaban con los otros hombres, por su actitud tosca parecía que tenían termitas dentro de los calzones. Finalmente volvió a dirigirles la palabra.

—Obviamente el pequeño dragón no actuó solo. Quizás recibió ayuda de —les miró de arriba a abajo— alguien más. Sí, seguramente, alguien más le ayudó —dijo con la voz reseca—. Es verdad, ¿un mediado de esos? raro. Quizás fue alguien con la huella chica —mientras lo decía, dobló su espalda con un crujido para ver los botines de los guardias—. ¡Ahá! Buenos y bonitos pieses.

Rápidamente se apartó al ver que Ándor arremetió intimidante, ese joven parecía una furia de los infernos, como si se hubiese enfrentado a tales calamidades en el pasado.

—¡Conque estuvo aquí ese Hans!, ¿eh? Era de esperar. Ya sabemos a quién interrogar. Esos tipos suelen estar en las tabernas donde llamen la atención —comentó al grupo, como una idea de dónde podían ir.

Esperaba una respuesta decepcionante de parte de esos dos idiotas que tenemos de guardias pero enarco una ceja, sorprendido, por la amenaza nada velada que Ándor les hace para que coopere. Por suerte para la investigación, los hombres no contuvieron el miedo que les causó y prefirieron cooperar antes que responder con hostilidades. Su respuesta, por otro lado, solo me brinda dudas:

 - "¿Hans Gaubbert? Él es de Vandengart. ¿Lo vieron en la fecha de las trampas?"

Si eso era así, sería una evidencia importante en su contra. Todavía habría que resolver el asunto de cómo logró montar esas trampas o si tiene un cómplice, pero estaríamos más encaminados.

-Lo vimos.- Fue la escueta respuesta del guarda.

   Parecía que aquellos dos tenían ganas de risas. Pero el jolgorio se les pasó rápido cuando Ándor les dejó claro con quien trataban. Kurt también posó la mano en la empuñadura de la espada y con ojos de frío hielo verde miró de hito en hito a los guardias.

   La gente, que siempre estaba atenta a cualquier cosa que les pudiera dar un chismorreo, empezó a congregarse. Eso no era bueno pues los soldados, al verse rodeados de conocidos y vecinos, se podían volver a envalentonar pero el que tenía nariz de pimiento se decidió a hablar y confirmó que habían visto al tal Hans Gaubbert rondar por el pueblo.

   - Por Ulric, que cuesta sacaros las palabras. ¿Iba solo? Y hoy ¿Lo habéis visto? - 

Ablehem asintió con gesto nervioso a las preguntas de Kurt y Gustav, mientras tironeaba la manga del compañero mirando a la gente congregada, que cada vez iba a más.

  -No hemos vuelto a verlo desde entonces.- 

Entonces ambos guardas se dieron la vuelta, hacia el tumulto, avanzando hacia ellos.

  -¿Es que no tenéis nada que hacer?.- les increpó Gawin. -Dita sea. Aquí no pasa nada. Volveos a lo vuestro o comenzamos a arrestar gente.-

Con desgana la gente comenzó a dispersarse entre murmullos y miradas de reojo, intentando sacar un último cotilleo que contar a los vecinos.

Mientras Ranelf se quedaba dispersando a la gente, Ablehem volvía con vosotros. Su gesto crispado se suavizó visiblemente al ver a Andor.

  -Ya lo sabeis todo, largaos y no nos monteis mas espectáculos. Bastante tenemos con toda la gente que ha venido al pueblo como para que seamos la comidilla de la taberna.- 

Cenizo miró a la gente congregada con curiosidad, aquella gente era tan cotilla como lo era él mismo, eso le animaba en su decisión de quedarse en Laubrecht una temporada, al menos hasta que termine la bonanza y deba resguardarse en otro lugar. La gente se asustó con la amenaza del guardia y él se sorprendió, pues no parecían muy capaces de arrestar a una sola persona y acababan de acongojarse con el hombre de rastas.

—¿Ya no está aquí? Mmmm... —dudó, desconfiado—. Si entramos de nuevo a la ciudad, puede que realmente no esté dentro, entonces habremos perdido tiempo. ¿Qué tal si... —se giró hacia el grupo, para sugerirles lo que hacer— regresamos de nuevo a lo que íbamos a hacer? Visitemos la granja de Borför. Ahora que sabemos de la huella, podremos comprobar disimuladamente si la sospecha de Ándor es cierta; es decir, si está compinchado con el mediano. —Avanzó unos pasos por el camino, rompiendo la tierra con los golpes de su bastón y se giró de nuevo hacia ellos—. Así rescatamos a Mohíno, jijiji —su risita se mezcló con una tos sorda y llena de gárgaras.

Era buena idea ir finalmente a inspeccionar la granja. Aquella pista del halfling era algo que teníamos que comprobar antes de que se enfriara el rastro del mediano.

De todas formas, no dejé de mirar a la gente que se congregaba delante de la tienda. Los criminales a veces gustan de ver cómo sus actos destorban la vida general de los lugares donde atúan. Era posible que estuviera entre el público.

Sí, Cenizo. Tienes razón. Vayamos a la granja.

No quitaba la vista de la gente

   Kurt miró divertido a los azarosos guardias mientras estos intentaba dispersar a la gente. 

   A aquellos dos pavos emplumados les venía grande el trabajo, eso quedó claro, y la gente se alejó más bien porque poco comadreo iban a poder sacar que por temor a ser arrestados. 

   Cenizo propuso volver al camino, recuperar su tartana y al bueno de Mohíno y proseguir con la premisa inicial de visitar al granjero Borför. 

   - Vayamos entonces. El día avanza y pronto deberemos de hacer pausa para yantar y regar el coleto con algún brebaje. - 

   Cuando Cenizo comenzó a toser, Kurt le dio varias palmadas en la espalda con cuidado, no fuera a desmontar al anciano hombre.

   - Abuelo, deberíais visitar al galeno local o a un boticario y que os recete algo para esas toses. 

   Antes de ponerse en marcha con los demás dedicó unas últimas palabras a los guardias. 

   - Si por casualidad vierais al mediano hacérnoslo saber. Y procurar no ponerlo en sobreaviso de que lo andamos buscando. Con vuestra merced. - se despidió dedicándoles una reverencia burlona. 

Las respuestas de los guardias no fueron precisamente cooperadoras, por lo que obtener información de su parte costó mucho trabajo más aun así conseguimos averiguar que el puto mediano fue visto el día de la "broma" y que no se le ha visto desde entonces.

"Lo más probable es que el hijo de puta haya huido y esté escondido."

Escucho a mis compañeros y les respondo:

 - "El mediano vive en otro pueblo, en Vandengart. Creo que deberíamos entrevistarnos con Borför, solo para atar cabos, y después tendremos que viajar en busca del mediano, si no tenemos otra pista que seguir."

Espero a saber si están de acuerdo con ello para poder continuar o si tienen algún plan a seguir alternativo.

El camino de vuelta a la granja de Borför se sucedió más animado que el anterior. En parte porque ahora ibais todos a pie y en parte debido a los acontecimientos relacionados con el halfling llamado Hans Gaubbert.
Debatisteis las posibilidades de que un halfling solo pudiera montar aquella trampa del tronco, el camino usado de vuelta al pueblo, la posibilidad de ir a Vandengart hoy mismo a buscarlo y la posible, aunque improbable posibilidad, de que un monstruo se hubiera comido a Mohíno.

Nada mas lejos de la realidad. Al parecer era Mohíno el que de haberse aparecido un monstruo, se lo hubiera comido. El árbol al que lo dejó atado Cenizo presentaba un cerco limpio de hierba allí hasta donde daban las riendas y el carro. De hecho, había pelado la parte de corteza del árbol hasta su altura, y ahora andaba mascando las ramas de un arbusto cercano que había dejado desprovisto completamente de hojas.

Ya había pasado el medio día de largo cuando llegasteis a la granja. Borför se dedicaba a reparar la puerta del cobertizo cuando os vio llegar y, perezosamente, os siguió con la mirada hasta que estuvo convencido de que ibais a su granja a verle.  

-Si es Gustav el cazador.- Dijo a modo de saludo mientras mascaba una paja de lado a lado de su boca debajo de un tupido mostacho. -Y compañía.-

Borför era bajo, regordete y algo falto de pelo. Llevaba ropas sencillas, camisa de lino blanco, pantalones marrones de algodón y alpargatas de esparto.

-¿A qué se debe la visita?¿vienes a venderme pieles y abalorios?.- Dijo señalando con la paja de la boca el carro tirado por el engordado mohíno.

El viaje de regreso a la casa del granjero fue diferente para Cenizo: ahora no tenía una carreta tirada por su jamelgo, sino que tendría que viajar a pie. No importaba lo viejo que estuviera, el anciano consiguió mantenerse al ritmo de los hombres jóvenes ayudado de su bastón como tercera pierna. No parecía que el esfuerzo físico fuese un impedimento para el fósil humano, la destreza la había ganado gracias a sus largos años viajando hacia nuevas fortunas. Estaba más que acostumbrado. 

—Ahora que no nos escuchan esos patanes... ¿Están en el ajo, verdad? No parece que el mediano haya trabajado solo. Esos se venderían por unas cuantas monedas, jijiji.

Más tarde encontraron a su caballito devorando todo el terreno como si no hubiera un mañana.

—¡Mírenlo! Es un tragón, por poco y se come las pruebas del crimen. Capaz eres de dejar al pueblo sin su bonanza de hortalizas, jijiji —Cenizo le acarició el lomo y le dejó comerse el postre. Se notaba que el caballo era como él, un anciano muy duro de vencer.

Continuando la marcha, ahora sí dentro de su carroza, llegaron hasta los dominios de Borför. Bajó del transporte y ató la cuerda a lo primero que vio. Probablemente el jamelgo agrisado tuviera otra oportunidad de alimentarse con algo más rico. Se acercó al granjero que ya hablaba con el cazador. El señor era viejo, pero no tanto como Cenizo; lo único que le hacía destacar es que tenía un gran bigote muy logrado como el de un caballero; a diferencia de él que los pelos solo le crecían en la papada.

La granja era tan grande e interesante que tardó unos minutos en verla al completo.

El camino fue largo hasta las tierras de Borför y al llegar allí, bajé del carro y estiré mi espalda. Aquella carroza no era una habitación en ninguna posada. Los huesos me dolían de tanto viaje en carro.

No vi sorpresa en el granjero cuando nos vio llegar y el hecho de que reconociera a Gustav era un punto a favor nuestro, teniendo en cuenta a lo que veníamos. Mejor que Gustav hablara con él si eran conocidos.

Cenizo no se equivocaba al considerar que aquellos dos podrían haberse vendido a muy bajo precio, lo que los volvía sospechosos de haber colaborado con el mediano, mas eso no es prueba suficiente para mí:

 - "Si fuese por necesidad o falta de escrúpulos, más de la mitad del Imperio sería sospechoso."

"Y no serían muchos menos solo en este pueblo que venderían a sus propias madres por unas monedas."

Así que no me atasco mucho en esa posibilidad. Los guardias son estúpidos y ante el miedo que Ándor les causó, lo más probable es que hubiesen confesado su participación. No, lo más probable es que sepan tan poco como parece.

Recuperamos el caballo solo para continuar con el viaje a la granja de Borför, quien está ocupado con sus quehaceres cuando lo encontramos. Al vernos, nos saluda y pregunta el motivo de nuestra visita. Levanto la mano para saludarle y respondo:

 - "Buenos días, Borför. No es el comercio el que nos trae, sino el encargo de encontrar y atrapar al "Bromista". Fue tu vaca la que murió por su trampa pero creemos que quizás la trampa estaba puesta ahí para ti. ¿Hay alguien con quien tengas problemas y que querría hacerte daño?"

Las sutilezas no son mi especialidad, por lo que mis palabras son directas y claras. Alguien que le quiera hacer mal es lo primero a pensar, aunque si eso no resulta, quizás debamos explorar otras opciones.

Al granjero se le cayó la paja de la boca al oír todo eso.

-¡Maldita sea la sangre de Kislev!.- El escupitajo que siguió a continuación reforzó la evidencia de sus palabras. -¡Lo sabía, sabía que Gustav Togolev me la tenía jurada desde aquella noche!.- Su cara roja, la fiereza de sus expresiones y la vena hinchada en su frente despejada indicaba que estaba a punto de estallar. 

-Se lo dije al alcalde y no me hizo caso. Sabía que el bromista era él. Ohhh, ya verás cuando lo atrapemos y le pongamos una soga al cuello. ¡Me debe una vaca, asique la suya y sus ovejas me las quedo yo!. Ese kislevita no es de fiar Gustav, te lo digo yo. Es ladino, ¡y me debe una vaca!.-

El granjero comienza a reclamar después de mis palabras pero sus sospechas no están enfocadas en el mediano al que tenemos en la mira, sino que a un kislevita de mi mismo nombre. Levanto las manos para que se detenga un poco y le pregunto:

 - "Espera un poco, Borför. ¿De que estás hablando? ¿Que sucedió con Togolev?"

Claramente era posible que el Bromista fuese otro diferente del que pensábamos, pero a veces la gente es demasiado visceral y van a señalar como culpable a cualquiera con quien hayan tenido un problema en el pasado, no necesariamente con pruebas reales de su culpabilidad.

   Kurt permaneció junto al carro mientras Gustav se entendía con el granjero. El cazador no se anduvo con remilgos y cuando le espetó a Borför que la "broma" muy probablemente iba destinada a él y no a la vaca el granjero estalló en cólera. El hombre maldecía y escupía mientras acusaba a un tal Gustav Togolev, un kislevita.

   Kurt dejó el arcabuz en el pescante y se acercó al cazador que intentaba calmar al alterado granjero. - No se sulfure así, mein guter Herr. Bien sabido es que no es bueno para el corazón. Ahora calmaros y contadnos. - dijo con gesto afable y esperó a que Borför respondiera a Gustav.

No pudo ver nada extraño en los dominios del granjero. Tan solo se echaba en falta una vaca, por lo demás era una propiedad corriente, digna de su pueblo. Cenizo iba masticando su boca reseca, como si tuviera algo en la boca. No se imaginaba que en el pueblo hubiese más hombres llamados Gustav, aparte de este cazador.

—El pueblo está en su mejor época, ¿verdad? Todos celebran las cosechas —preguntó interesado—, ¿cómo le va a usted con sus ganancias? Bien por lo que aprecio, jiji —echó otro vistazo por aquél lugar, olía a granja—. El curtidor nos dijo que la vaca no pudo aprovecharse ni para sacar monederos, debió ser una pérdida enorme.

Aquí podíamos sacar algo de información válida. Al final todo se limitaba como siempre a disputas personales y no a bromas aleatorias del loco del pueblo. Al escuchar los reniegos de Borför, me acerqué a escucharle con atención lo que tenía que explicar del tal Gustav.

Miré a nuestro Gustav.

Al principio de escuchar el nombre Gustav, pensé que se refería a ti, jajajaja. Habla Borför. Explícanos sobre ese otro Gustav

-¡Ese malnacido hizo trampas al regicida*!.- Soltó de sopetón con una multitud de ademanes y movimientos de brazos. -Y sus ovejas me comen los pastos de mis vacas. ¿Os lo podéis creer?. Con lo menudas que parecen y comen más que una vaca. Es intolerable.  Y no solo lo digo yo, también muchos otros. Preguntad en la taberna si no me creeis, preguntad. Pero ya os digo que van a echar pestes de él. Nadie lo quiere en el pueblo. Debería volver a su fría tierra donde tienen el corazón tan helado como un témpano de hielo.- 

Sus palabras habían sido tan tensas y agresivas que el pobre Borför estaba resollando. Había explotado y sacado todo lo que llevaba dentro contra Gustav Togolev de kislev. Posiblemente lo mejor fuera comprobar en la taberna que decía la verdad.