Partida Rol por web

Los ogros eran realmente duros. Tenía que aprovechar mi agilidad para moverme entre ellos y evitar sus golpes. Aquel último del gigantón me había dejado un poco herido, pero si todos colaboraban, podríamos con ellos.

Cenizo, deja a Hans y céntrate en estos dos.

Moví de nuevo la espada buscando objetivo

Mi mirada sigue a Orgol pero es difícil intentar mantenerlo como objetivo pues se mueve mucho y, luchando contra mis compañeros, no me es simple apuntarle. Me tomo mi tiempo, intentando hacer puntería en su cuerpo, sin ser demasiado quisquilloso con la zona a impactar pues la danza del combate que está realizando, no me permite esa clase de lujos.

"Maldito ogro, se mueve más de lo que pensaría de alguien de su tamaño."

Suelto la flecha pero esta no acierta por pocos centímetros. Si no tuviera que mover mi línea un poco para no impactar en mis aliados, le habría dado pero atacar a mis aliados es lo único que podría empeorar ahora la situación.

Saco otra flecha y la pongo en el arco, pero esta vez apunto en el otro ogro, que está más desatendido, pues espero que sea más fácil de atinarle.

El ogro se veía superado. El golpe de Ándor lo cogió desprevenido y de un espadazo rasgó la cota del brazo derecho dejándolo sin esa protección. Pero la intervención de su hermano le da un respiro. Aún con esas el ogro prefiere no arriesgarse y atacar manteniendo una postura de guardia, preparado para detener cualquier estocada imprevista.

El ataque me dejó en buena posición para atacar de nuevo al ogro. Tras la protección que me daba ahora el escudo, me sentía más valiente para acercarme a esa masa de carne que intentaba matarnos.

El ataque final de Ándor tan solo le hizo un ligero corte en la mejilla, enfadándolo casi tanto como antes. Pero también algo asomó a sus ojos, el brillo tal vez del miedo. Sangraba profusamente por varias heridas y habia perdido la protección del brazo izquierdo.

   Kurt también se armó con su escudo y se unió a Ándor, instigando al ogro desde la izquierda. Lanzó una estocada en busca  del grueso antebrazo, pero solo cortó el aire. Rápidamente, recuperó su postura de ataque y se lanzó nuevamente con dos estocadas rápidas, apuntando al vientre del ogro.

Orgol bajó el mango del hacha justo a tiempo para detener el segundo ataque del joven soldado. Sonrió con malicia mientras su hermano arremetía contra Ándor, pero el sicario, experto en peleas de grupo, evitó facilmente su ataque.

El combate contra ogros no resultaba tan fácil como era de esperar. Su corpulencia y aguante eran formidables, y aunque algo lentos, uno solo de sus ataques podía resultar fatal.

Cenizo buscó al halfling sin resultado alguno. Sin duda habría corrido a refugiarse en alguna ratonera. Por si las moscas.

Gustav apuntaba su arco y tanto Kurt como Ándor mantenian un buen ritmo de combate contra los dos ogros, ahora uno contra uno.

Cenizo desabrocha su lazo de la cintura haciendo que las ropas queden más holgadas. Ata un extremo a uno de las manos y el otro extremo lo redirige al ogro más sucio. Sus brazos eran más gruesos de lo normal y había perdido práctica con el tiempo, eso le hizo fallar su primer intento.

—Grgr. ¡Pronto caerás, ogro sucio! Jijiji.

Después de haber apuntado contra el ogro un par de segundos más y sabiendo que los tiros en estas condiciones, en un bosque en la oscuridad y evitando a mis compañeros, son cualquier cosa menos fáciles, suelto mi flecha esperando impactar en el menos armado de los hermanos no-humanos.

Mi flecha no impacta y se pierde entre la espesura para no volver a ser vista. Maldigo en silencio pues no estoy siendo de mucha ayuda mas no puedo dejar que eso me desanime:

"Quizás no sean muchos impactos pero si consigo dar alguno, quizás pueda hacer la diferencia."

Saco otra flecha del carcaj a mis espaldas y la pongo en la cuerda a tensar, mientras apunto nuevamente contra el ogro sin armadura. No tener que preocuparme por darle solo en las partes sin blindar, aumenta mis posibilidades de ayudar al grupo a derrotar al par.

El ogro parecía haberse centrado en mí a pesar de que Kurt también lo hostigaba desde el otro lado. Levanté el escudo esperando un ataque, pero este falló, lo que me dejó margen para seguir hiriendo al gigantón, esperando verlo caer de un momento a otro.

El primer tajo de Ándor cortó el nervio a la altura de la espinilla, fracturándola con un chaquido. El ogro cayó al suelo con un grito ahogado en sangre. El segundo ataque del sicario cortó limpiamente el grueso cuello de Orgol, acallando los alaridos de dolor.

Por un segundo, el bosque quedó en silencio.

-Hermano....

Su tono de voz casi daba pena. 

  Con un movimiento rápido y letal, Ándor rajó el cuello de Orgol, cayendo éste en silencio sobre un charco, cada vez más grande, de su propia sangre. Orgol yacía muerto, con una expresión bobalicona fija en el grotesco rostro.
  Kurt, aunque no era tan diestro con la espada como el sicario, empuñó sus armas con determinación mientras cerraba la distancia con el otro ogro, su corazón latiendo con una combinación de miedo y valor.
  El choque del acero contra el acero resonó en el aire, vibrando en el bosque sombrío. Kurt, sintiendo la fuerza descomunal del bruto en el impacto, luchó por mantener la posición, sus músculos tensos, y un gruñido, como el aullido de los hijos de Ulric, brotó de lo más hondo de su garganta. La espada y el escudo del joven soldado se mantuvieron firmes, resistiendo el embate del gran hacha del ogro.
  En un frenético intercambio de golpes, la lucha se prolongó más de media docena de latidos del corazón. Los movimientos ágiles de Kurt, impulsados por la necesidad de supervivencia, chocaron contra los brutales ataques de Bolog. La oscuridad envolvía la danza macabra de la batalla, mientras las hojas de los árboles parecían susurrar secretos a los vientos nocturnos.
  Kurt acusó el cansancio del lance, pero no estaba dispuesto a ceder. El nordlandes, sintiendo la determinación fluir por sus venas, aprovechó un breve instante de debilidad en el asalto del ogro. Con golpes certeros y rápidos, su espada buscó morder la carne y cobrarse su tributo en sangre.

La embestida fuerte fue parada por su arma, pero el segundo ataque hirió al ogro, que gritaba de rabia y dolor no tanto por sus heridas como por la muerte de su hermano. Más lento y torpe que Orgol, no debería constituir un desafío importante, aunque uno de solo de sus golpes no dejaba de ser devastador.

-Aja... Ya te tengo maldito gigante.- El mediano apareció de la nada con su pistola sujeta con ambas manos. El estallido seguido del fogonazo de la pólvora negra iluminó el bosque durante una fracción de segundo. La bola de plomo se perdió entre los árboles.

Cenizo gruñó por el fallo con su lazo. Estaba cansado de estos idiotas. Agarró bien fuerte su bastón y, aunque sabía que sus músculos no estaban para movimientos bruscos, golpeó al otro que quedaba en pié.

—¡Ogro! ¡Ya, vete a casa! ¡Perderás la cabeza! Jijiji.

Envalentonado por la muerte del ogro, me lancé de nuevo a por el otro, aproveché para atacar al que quedaba en pie que parecía a punto de caer.

Esperaba tener tanta destreza para acabar con él que con el otro, pero este era más duro