Partida Rol por web

El enemigo de Abdurkat también parece haberse desconcentrado del combate, pues reparte espadazos con poca y nula habilidad, fracasando en su intento de hacer daño al libio. Parece que la suerte está de su lado, o que simplemente el celta ha acusado el fatal golpe de la maza en su brazo, ya que aún le duele, y mucho. Pero es bárbaro, luchará hasta la muerte aunque tenga dos flechas en el mismo testículo.

De repente, los enemigos parecen frenarse ante el avance de Bagarok. Los celtas que han visto sus últimas muertes parecen haberle cogido cierto respeto, y por eso, ante su paso, unos cuantos frenan y retroceden en busca de otros soldados más débiles. Pero solo es un momento; un celta le mira, convencido y se lanza contra él, furioso y con ansias de sangre:
- ¡BEBERÉ CERVEZA EN TU CRÁNEO!- le grita el celta, a la par que descarga su espada contra Bagarok. Sin embargo, la punta pasa rozando la armadura del cartaginés, sin llegar a hacerle ningún daño. Parece ser que los bárbaros, le ponen mucho valor, pero de poca habilidad gozan.
 

Las tripas y sesos del anterior enemigo de Brutus se desparraman por la tierra. Lo ha cortado por la mitad; litros de sangre caen sobre la tierra junto a las vísceras del demacrado cuerpo del celta, que en un solo golpe, ha perdido la vida.
Ante Brutus queda ahora otro guerrero celta, que se lanza hacia él. No parece haberse impresionado por la brutalidad muerte anterior, o al menos, lo disimula muy bien. Apretando los dientes, lanza una estocada contra ''la mole''. Mira que era difícil no darle, con lo inmensamente grande que es la bestia del ejército púnico. Pero sí, ha hecho lo más difícil. Otra estocada al aire, quizás por no haber sabido mantener los nervios ante aquel soldado que parece un emisario del Hades.

¡Al fin! La flecha de Sirius alcanza a un enemigo en su pierna. El celta no grita de dolor, pero intenta retirarse cojeando, para quitarse la flecha clavada en la pierna.
Sin embargo, por su parte, parece que la mala suerte del arco de Sirius se ha transmitido a Arbaces, cuya flecha va directa hacia la pierna del elefante de Hanón.
Y lo que pasa a partir de aquí, es algo ''curioso''.
El elefante se menea, furioso, ante la flecha de Arbaces. Los guerreros celtas, esperando una embestida por parte del animal, se retiran. O eso se podría pensar. Pero no, es que los honderos ya habían fijado al elefante como su objetivo a abatir. Ya habían avisados antes mediante el cuerno de batalla, y ahora, lanzaban sus piedras y guijarros contra el animal. Una veintena de proyectiles salen disparados. Unos cinco salen volando lejanamente, golpeando a los propios celtas. De hecho, de esos cinco, un hondero, bastante novato, se ha disparado así mismo con la honda, matándose él mismo.
Pero al margen de esto, otros quince honderos si aciertan. Como si fuera una lluvia de piedras, comienzan a chocar contra el elefante en unos segundos de especial intensidad. Los bramidos del elefante hacen eco en toda la montaña. Violentamente se sacude a Hanón, que sale volando un par de metros y se estrella contra la tierra de boca*. Ahora le falta una muela, y está parcialmente insconciente. Justo después, el animal cae al suelo, muerto, con los costados y la frente manando sangre.

El celta, viendome con una rodilla en el suelo, intenta golpearme con la espada, pero se le va el mandoble ligeramente hacia arriba cortando el aire por encima de mi cabeza. Yo con mi pierna izquieda herida y sangrante, la uso de apoyo y con un impulso de la pierna derecha, giro 360º y lo golpeo con la falcata ya preparada.

 El celta lo ve venir y en un acto reflejo esquiva mi ataque.

Recuperando el sentido en el último instante, salgo de mi auturdimiento para propinar un duro golpe contra el malherido celta, esta vez en una de las piernas. La maza rompe el hueso, y el dolor es demasiado para mi enemigo que de desploma ahuyando de dolor. Termino su sufrimiento machacando su craneo mientras me acerco al herido Hanon, y trato de matar a cualquier enemigo que se le acerque para rematarlo

Chispas saltan de mi peto de bronce cuando un celta descarga su acero contra mi.
Sin embargo, mi nuevo enemigo carga cegado por la furia. Y eso, en combate, puede ser tu perdición.
El celta no logra alzar su escudo lo bastante aprisa para lograr cubrirse y yo, aprovecho el hueco para descargar mi falkata en un poderoso tajo de derecha a izquierda.
El golpe es preciso y letal. Y mi objetivo, era el cuello del celta.
Su cabeza vuela unos metros sobre el campo de batalla mientras que el resto del guerrero, permanece por unos segundos de pie ante mi mientras un chorro de sangre sale disparado de la atroz herida. Golpeo el cadáver con el escudo antes de que caiga para hacerlo a un lado mientras digo.
Tuviste valor para enfrentarte a mi. Pero no fue suficiente, celta. Reunete con tus antepasados si es que logras encontrar tu cabeza en la otra vida.
Y naturalmente, prosigo mi avance con mi escudo alzado y con mi falkata dispuesta a sembrar la muerte de nuevo.

¡Vamos Bagarok! ¡A por ellos! Grito cuando mi amigo destroza a un enemigo.

Cargo nuevamente mi arco y disparo otra certera flecha...

Parece que la mala suerte ya ha pasado...

La flecha impacta en el pecho del enemigo, dejándolo medio muerto en el suelo...

Mi objetivo ahora es claro, veo a Telemaco en dificultades asi que apunto mi arco al celta que le esta atacando con gran precision y acierto por mi parte...No perdais la concentracion, seguid con este ritmo antes o despues entraran en panico ante nuestro poder...

Mirando al nuevo oponente que osa interponerse en mi camino, lo único que le digo es- ¿De verdad crees que tienes alguna oportunidad, mequetrefe? Huye ahora que puedes. No, tarde - y, diciendo esto, descargo un golpe brutal sobre el celta

Con la mirada velada por la sangre que cae con un flujo laminar por mi frente, giro la cabeza en el suelo y veo a la pobre bestia caída, noble sacrificio a Baal, y mi visión se ve ocultada por las sandalias de algún compañero, quizás Abdurkat, antes de cerrar los ojos fuertemente e intentar acurrucarme en el suelo.

Ante los flechazos de Arbaces, el celta que estaba atacando a Telémaco retrocede, algo acongojado. No es el único. El celta que recibe el brutal ataque de Brutus, cae al suelo moribundo, e intenta arrastrarse para huir. De hecho, la retirada comienza a producirce ante el solo avance de Bagarok.
De hecho, pronto comienzan a correr ladera arriba. Ahora es cuando los honderos y arqueros comienzan a disparar sus proyectiles sin piedad, parece que va a haber que subir para acabar con ellos. En cambio, el resto de celtas que aún plantan batalla, se están agrupando junto a Abdurkat y el inconsciente Hanón. Uno de ellos se planta hacia Abdurkat. Con violencia y un estilo implacable, le lanza un tajo que a pesar de todo, no le hace tanto daño como se esperaba. Sin embargo, Abdurkat se empieza a ver ahora rodeado, a no ser que aparezcan más de sus compañeros para hacer frente a la treintena de celtas que siguen plantando batalla allí.

Esperando una estocada que no llega, miro con sorpresa al enemigo en retirada. El alivio poco me dura cuando giro la cabeza y veo el elefante caido y solo unos pocos defensores. Mi pierna izquierda me arde de dolor punzante, dudo que hacer un segundo pero la visión del ataque del celta a uno de los mios me da el coraje suficiente.

Agarro mi lanza del suelo y se la lanzo a uno de los celtas. Acto seguido recupero la falcata y me encamino a su ecuentro con la furia de los desesperados y un grito en los labios...

A MUERTEEEE!!!!!!

Arbaces ve que intentan sitiar a sus compañeros y lanza una flecha sobre uno de los guerreros que los acosa

Me encojo ligeramente por el golpe mientras grito a los guerreros cercanos que se acerquen para eliminar a nuestros últimos adversarios, y protejo al caido Hanón. El escudo y mi armadura han absorvido parte del último golpe, pero aun sangro. Aun asi no detengo mi ataque y golpeo con furia casi sin mirar al enemigo mas cercano, haciéndole una buena cantidad de daño

La batalla parece decantarse a nuestro favor. Pero esto esta todavia lejos de terminar.
En lo alto de la ladera del valle, arqueros y honderos descargan una lluvia de proyectiles sobre nosotros. Aunque, afortunadamente, son entorpecidos por muchos de sus compañeros que se dan a la fuga.
A punto estoy de correr ladera arriba para sembrar la muerte entre esos bastardos cuando, detras de mi, escucho una voz en medio de la batalla.
Y al girarme, veo como un ultimo grupo de guerreros celtas, se lanzan como buitres sobre los mas apurados de los nuestros.
Soltando un reniego por lo bajo, corro en direccion al nuevo núcleo del combate con mi falkata lista para golpear.
Y veo como, en ese preciso instante, una flecha vuela y alcanza a uno de los celtas.
Lanzo un rugido cuando me abalanzo sobre el Celta y descargo mi falkata, desde atrás, sobre su pierna derecha. Mi hoja se abre paso a través de la coraza, la piel y los músculos llegando hasta el hueso el cual cede con un crujido.
El Celta se derrumba moribundo y yo miro a mi alrededor buscando un nuevo oponente.