Partida Rol por web

- Sigamos atacando, todavía no se han dado cuenta de nuestra presencia. -, les digo a mis compañeros arqueros y lanceros. - Ataquemos a los guardias y soldados, ya nos encargaremos de los campesinos después. -

Apunto con mi arco a uno de los guardias armados, y disparo...

Contemplo como las primeras llamaradas aparecen en medio de la aldea. Y, hasta mi, llegan los gritos de terror de los aldeanos.
Es una algarabía que, sin duda, les impedirá escucharnos. Por tanto, con voz norma, digo a mis compañeros.
Este es el momento adecuado para iniciar nuestro ataque. Aunque todavía podemos seguir ablandándolos ya que no se han percatado de nuestra presencia. No obstante, estad atentos. Tarde o temprano, alguno de ellos acabara por vernos.
Dicho esto, miro a mi alrededor pues falta uno de nuestro grupo. Melkart. Y cuando lo veo a causa del resplandor del fuego, me bajo el casco, descuelgo mi escudo de mi hombro izquierdo y desenvaino mi falkata.
Y me voy aproximando hasta Melkart listo para entablar combate.

Apunto a uno de los guardias con mi lanza, y emboscado, lanzo la misma con el propósito de producir el máximo dolor. El humo, y la situación de caos en la aldea, son óptimas para nuestro plan.

Es cuestión de lograr el máximo caos posible y por eso lanzo una de las lanzas a uno de los guardias mas alejados, esperando que con el tumulto no se den cuenta. Desgraciadamente la lanza pasa cerca del guardia, pero sin llegar a acertarlo.

Sin embargo aprovechando el desconcierto, vuelvo a atacar con otra de mis lanzas arrojadizas, que repite objetivo, logrando esta vez atravesarle la garganta (20 puntos de daño). En ningún momento salgo de mi cobertura, si bien, tras lanzar las dos armas arrojadizas, desenvaino mi maza de combate, esperando a que los enemigos empiecen a actuar.

Melkart observa la llegada de Bagarok junto a el. Y agarrando con fuerzas una de sus lanzas le mira, su mirada era clara estaba a punto de atacar aprovechando el caos formado en la aldea.

Melkart observa la llegada de Bagarok junto a el. Y agarrando con fuerzas una de sus lanzas le mira, su mirada era clara, estaba a punto de atacar aprovechando el caos formado en la aldea. Dejo caer el escudo y paso una lanza a su mano izquierda como reserva. Tomo impulso con unos grandes pasos y lanzo la primera de las lanzas dando en el objetivo, pero instantaneamente cambio de mano la lanza que esperaba en la izquierda para posicionarla con la diestra y lanzarla, de nuevo dando en el blanco.

Asdrubal aprovecha el momento para lanzarse encima del Jefe e Inmovizarlo para impedir que este escape

Entre las flechas de Sirius impactan en el pecho de uno de los guardias armados... rápidamente se envuelve en llamas, pero aún así, el guerrero celta, furioso, desprecia a la muerte y alza la espada, intentando encontrar a sus enemigos. Sin embargo, ya sea por su dificíl situación, su mirada se pierde, y se echa a rodar, consiguiendo apagarse el fuego. Ahora parece furioso, e intenta dirigirse a los campesinos para controlarlos...
Pero estos, siguen sumidos por ahora en el caos. Alzan sus primitivos utensilios furiosos, a la para que intentan apagar el fuego. Sin embargo, algunos ya se dirigen para huir de la aldea, mientras otros, se pelean entre ellos...
Pero además, el intrépido Abdukart, logra asestar una lanza mortal al cuelo del guardia que os buscaba, junto a la ayuda de Melkart. Respecto al otro guardia, parece estar peleando con un cartaginés (Asdrubal), que ya os ha visto...

Abdurkat, tras lanzar varias de sus armas arrojadizas, observaba la situación. Su herida en la pierna era de cierta gravedad, pero no lo suficiente para permitir permanecer quieto cuando otros compañeros precisaban de su ayuda. Sin embargo... miro a nuestra prisionera. Lleva nuestros bienes, debíamos haberla atado antes de que empezara el combate. Ahora hay que perder tiempo, o alguien debería atarla.

Miro a Sirius
- Cubrenos con las flechas, y vigila que la esclava no escape. Creo que es buen momento para saquear y tomar nuevos esclavos. Además, veo a uno de los del otro grupo. Y está peleando fuera. No debemos abandonarlo a su suerte. - mientras hablo tomo a la esclava y la obligo a tenderse boca abajo a los pies de Sirius. Cuando lo ha hecho, miro a mi compañero- Así podrás controlarla mientras sigues combatiendo.

Y hecho todo esto salgo, en principio junto al resto del grupo, decididos a acabar con el guardia celta que queda, y obligar a los aldeanos a rendirse.

- Mantengamos una formación cerrada mientras no sepamos que harán nuestros enemigos - digo recordando las palabras de mi padre en las incursiones en mi lejana tierra natal.

Veo como Melkart tiene que dejar a un lado su escudo para lanzar sus jabalinas y yo me adelanto un par de pasos para prevenir que algún enemigo nos sorprenda.
Al mirar a mi alrededor, contemplo como todos nuestros posibles oponentes corren presas del pánico.
Y yo sonrio pues ese era el efecto que estábamos buscando.
Por tanto, en medio de los alaridos y del ruido, digo con voz lo bastante fuerte para que me oigan mis compañeros.
¡Son nuestros pues los hemos sorprendido completamente!. ¡Ahora es el momento de atacar!.
¡Adelante, carguemos y acabemos rápido con estos desgraciados!

Coloco un pie sobre la esclava que tenemos prisionera para evitar que escape mientras tenso mi arco apuntando a uno de los guerreros de la aldea, que lucha contra uno de los integrantes del otro grupo.

Mi flecha parte veloz hacia el objetivo, sin embargo no logra alcanzarlo y cae cerca del enemigo.

Presiono fuerte el pie sobre la muchacha, que parece que se revuelve debajo mío, buscando la forma de escapar mientras preparo otra flecha apuntando al mismo objetivo.

Esta vez, la flecha vuela certera hasta impactar en el pecho del enemigo, haciendo que trastabille y pierda un poco el equilibrio. Espero que esto le de la oportunidad a mi compañero de rematar la faena.

De pronto, una flecha vuela certera impactando sobre uno de los Celtas que ya ha entablado combate contra uno de los nuestros. Miro brevemente hacia atrás y descubro a Sirius controlando a la prisionera de forma expeditiva mientras apuntacon su arco.
Vuelvo a mirar hacia delante y, en medio de todo el jaleo, no logro distinguir quien es el combatiente, pero eso no importa ahora.
No dudo en adelantarme y atacar al celta alcanzado.
Cuando tengo al celta frente a mi, lanzo un tajo de izquierda a derecha con mi falkata desgarrándole por completo el pecho.
Entre dientes, digo.
Uno menos.
Y trato de mirar a ambos lados esperando anticiparme al próximo atacante.

Continuo avanzando junto a mis compañeros, manejando de forma expeditiva cualquiera que se acerque a la formación con intenciones ofensivas, mientras miro a mi alrededor buscando el lugar donde esté guardados los objetos de valor, y lo que me rodea en general.

Observo como Bagarok me cubre mientras lanzo mis flechas al mismo tiempo le doy las gracias.
Después de los lanzamientos observo como las flechas suenan fugaces rozando el viento en la noche al salir disparadas de los arcos.

Camino junto a Bagarok y observo como ataca con frialdad mas no me da tiempo de ayudarle, lo ha matado...

Miro a los alrededores con la esperanza de comprender el caos que se estaba generando en el poblado.

Desde mi posición puedo atisbar toda la aldea. Ya no veo más enemigos, sólo a mis compañeros yendo de un lado a otro buscando resagados para eliminarlos.

Levanto un poco la mirada mientras recuerdo que el guía nos había dicho que probablemente había algunos Líderes Tribales. Mis ojos comienzan a pasar por toda la aldea, buscando, mientras sostengo a la prisionera con el pie.

Asdrubal trata de sujetar al capitan de la guardia, pero este comienza a soltarse de sus manos mientars grita que alguien me ayude... se esa escapando

arbaces apunta su arco contra el capitan de la guardia...
evidentemete, la segunda localizacion es daño.

Entre el flechazo de Arbaces, el espadazo de Bagarok y las flechas de Sirius, el enemigo que combatía con Asdrubal cae sin vida al suelo, a pesar de que se intentaba escapar.
Mientras, Abdurkat, en el caos sembrante en la aldea, entre edificios en llamas, se topa con un campesino celta. No es problema para su maza, que lo derriba sin contemplaciones. Sin embargo, mientras los campesinos huyen de la aldea en llamas ante el ataque cartaginés, asustados, el joven soldado está más ocupado buscando esclavos y demás objetos de valor por la aldea... no tarda en encontrar dos fornidos esclavos negros y una joven muchacha que tendrá su misma edad... parecen sumisos, por lo que ha bastado amenazarles con el arma para que estos comprendan cual era ahora su nueva función. Respecto a las cosas de valor de las casas, estando en llamas, no es muy lógico adentrarse en ellas...
Mientras, Sirius, ha encontrado frente a la plaza un grandísimo edificio, de dos plantas, inmenso... la típica casa gigantesca de los líderes tribales, donde se ponen a beber como cosacos. La puerta parecen haberla atracando, y le parece haber visto a los líderes fugazmente por la ventana.
Mientras el fuego aún no ha llegado a esta casa, sí está en el resto del poblado, del que la mayoría de campesinos han huído. Probablemente la casa de los líderes no esta muy protegida, y la mejor entrada que véis a simple vista, es entrar rompiendo las ventanas de la planta baja...

- ¡¡¡Amigos!!! -, les grito mientras avanzo con el arco en la mano cargado con una flecha. - Están todos en esa casa... ¡Entremos y cortemos algunas gargantas! -

Avanzo en medio de las llamas mirando en todas las direcciones que puedo. Me cruzo con aldeanos totalmente poseídos por el pánico y sigo impertérrito mi camino pues no son combatientes dignos.
Y he aquí que al fin me detengo.
Pues cerca de mi, esta Sirius. Y ante nosotros, se halla el mejor lugar posible para obtener un buen botín.
Me aproximo a Sirius y digo.
¡Esta es nuestra oportunidad!. Aunque creo yo que un lugar así, no estará sin vigilancia.
En ese momento, resuena un estruendo detrás de nosotros.
Una de las cabañas se ha derrumbado presa del fuego. Y yo, tras mirar atras, digo.
Ahí tenemos las suficientes teas en llamas como para prenderle fuego a esto. Esa sera la mejor manera de hacer salir a los chacales que se esconden dentro.