Partida Rol por web

Me alegra oír que tenemos tantas disciplinas cubiertas, son excelentes noticias. Se me dibuja en la cara una sonrisa satisfecha.
—Por mi parte, cuentan con una buena vanguardia, los protegeré con mi vida —digo muy seria—. Este mazo gigante no lo cargo sólo por aparentar.
Me quedo mirando mi mano unos segundos, cierro el puño y después continúo:
—También sé algo de magia, que puede ser un poco... em... Preferiría no tener que usarla.

Contamos ya con una sanadora, así que con suerte podremos contar con ella en vez de tener que recurrir a mi magia oscura. 

—Qué digo, somos un equipo, no puedo ocultarles cosas —continúo explicando—. A lo largo de mi vida, he intentado modificar la energía perversa innata de mi raza para poder usarla con buenos propósitos. ¡Lo he conseguido! En parte. Ahora mismo tengo la capacidad de sanar, pero no sin dañar primero otro ser viviente, ya sea una planta, un animal o una persona, se debe sacrificar energía vital de algo con un valor equivalente a lo que vaya a curarse. No sé si me explico.

Gemnir rió entre dientes cuando Lakara hizo esa alusión a la poca blandura de los asnos, y luego se volvió hacia el resto del grupo. Aunque se aseguró de no olvidar que la mediana tenía conocimientos de sanación. Un guerrero siempre tiene que saber a quién acudir para que trate sus heridas.

—Bien, supongo que ahora puedo contaros lo que sé en detalle —dijo para responder a Erik—. Casi nadie sabe nada del Bosque de las Almas, porque como sabéis, quien se interna en su espesura no acostumbra a regresar. Sin embargo, hay quienes viven en sus inmediaciones, y son los que más saben sobre él. Es de una de estas personas de quien obtuve mi conocimiento.

Se cambia el martillo de hombro mientras habla.

—Como os dije en nuestro primer encuentro, lo más importante que se cuenta sobre el Bosque es que para internarse en él sin peligro, los motivos de uno deben ser nobles y su corazón puro. Supongo que el Bosque se defiende a sí mismo de las amenazas y los seres malignos de algún modo, y cuenta con medios para detectarlos. Pero no sé de qué manerá lo hará —se mesa la barba durante una pausa—. Aparte de eso, corren rumores de que el Bosque está habitado por alguna raza semejante a hadas. Aunque no mucha gente cree en ellas, hay quienes aseguran que existieron, al menos antiguamente. También circulan historias sobre una mujer que camina descalza entre los árboles, y que tiene la capacidad de hablar con ellos. Pero quién es, o si sigue allí, es algo que desconozco...

Con un encogimiento de hombros, da el último bocado a su desayuno y se frota los dedos para limpiarse las migas.

—En fin... supongo que averiguaremos más a medida que nos aproximemos al Bosque. Como os digo, hay gente que habita cerca de él y seguramente puedan decirnos algo útil aparte de tratar de asustarnos con advertencias sobre lo peligroso que es el sitio.

—Bueno, nuestros motivos son nobles —me encojo de hombros—. Queremos salvar una vida. No tocaremos el bosque, sólo entraremos, averiguaremos la solución y nos vamos.
Miro ahora por encima del hombro a los demás y agrego:
—Espero que las intenciones de todos aquí sean esas, no sea cosa de que alguno de ustedes nos acompañe por motivos sucios y todos palmemos por su culpa.

Erik abrió los ojos como platos cuando Lúthica habló de la magia que podía hacer. No sabía gran cosa de "energías perversas" o no, pero ser capaz de sanar a otros, aunque fuera pagando un coste, no entendía como podía considerarse otra cosa que un gran don.

-¡Vaya, eso es extraordinario! Parece que al menos tenemos suerte en eso. Si nos hacen daño, podremos contar con Lakara. Y si hay un caso desesperado, siempre podrá ayudarnos Luthica. Aunque quizás al Bosque no le guste mucho si se intenta usar como pago uno de sus árboles o arbustos, así que mejor dejarlo para casos extremo.

Erik se quedó pensativo un momento, tras escuchar lo que Gemnir contaba.

-El consejero Rodolphus dijo que el culpable de la maldición era uno de los poderes oscuros sellados en el Bosque de las almas. ¿Se supone entonces que tenemos que encontrar ese poder sellado y...?¿Destruirlo?¿Convencerlo de que la deshaga? ¿Quizás esa mujer o las hadas podrían guiarnos?

—Efectivamente, maese Erik, por eso espero no tener que recurrir a ese intercambio equivalente, al bosque seguramente no le guste.

La única conclusión que puedo sacar de entre lo que dice Gemnir y las preguntas de Erik es que algún antepasado haya enfurecido lo que sea que sea ese bosque raro y entonces su descendencia tiene que pagarlo. Va a estar complicado.
—Sólo espero que podamos razonar con aquello de alguna manera, pedir su redención, ofrecer nuestra mano para cualquier tarea que nos encomiende a cambio del perdón... no lo sé.

Ante la mención de esa supuesta mujer misteriosa, que probablemente sea una dríada o una ninfa, no hago más que gruñir con preocupación.
—Ojo con eso, no nos fiemos. Creo que no hace falta decir que las apariencias engañan, eso ya todos los sabemos.

Voy prestando un oido a lo que dice Erik y lo que responde el resto

- Justamente, es algo que me ha preocupado. Una maldición debe de ser un esfuerzo, un despliegue y gasto de poder ¿No? Y el que haya lanzado la maldición, u ordenado a alguien que la lance, le habrá costado algo y no creo que haya sido bien poco.

Busco mi cantiplora y doy un generoso trago de agua.

- A lo que voy. Si sabemos por que la han maldecido, lo mismo podemos conseguir que se la quiten ¿No?

- Vaya... sí que eres una caja de sorpresas -miró a Luthica mientras bajaba el ritmo para no perderse la conversación del resto-. Aunque supongo que para tener tu puesto hay que tener ciertos dones y habilidades. Sorprendente igualmente. Lo cierto es que me siento más segura después de escucharos. -Confesó con completa sinceridad.

- ¿Hadas en el Bosque? Otro motivo más por el que intentar deshacer la maldición. Si exiten actualmente, no creo que esas criaturas se merezcan convivir con semejante podredumbre a su alrededor. -Miró al Gemnir, pues era quien había dado tal información-. Esperemos que quienes habitan cerca puedan darnos más información, pero saber que puede haber tales seres me da un poco de esperanza. Gracias.

Quizás Morwen estaba siendo demasiado confiada, pues de existir esos seres, nada le garantizaba que fuesen puros y mucho menos buenos con ellos, pero esa era la imagen que se había formado en su mente y era algo bueno a lo que aferrarse después de tanta maldición para aquí y para allí.

Al escuchar las palabras de Jaskier no pudo hacer más que negar suavemente con la cabeza.

- Según Rodolphito la maldición fue lanzada hace muchos muchos años. A saber si la persona que lo hizo sigue con vida... y de ser así, no creo que podamos convencerle de que la deshaga. Alguien capaz de lanzar algo con tan mala fe no tiene pinta de estar dispuesto a escuchar a nadie.

No llevan más de unos minutos en el camino cuando un grupo de soldados sale de la ciudad a su encuentro. No parecen tener malas intenciones, pero les dan el alto.

-Sentimos deteneros, pero debemos llevarnos a Caleb Rotfuss por orden de la Casa Real. 

Las lanzas, de pronto, apuntan hacia el tuerto y le invitan a acompañar al pelotón. Antes de que nadie diga nada, el líder se dirige al variopinto grupo.

-Está acusado de contrabando y de crear pociones de dudosa legalidad. Ya estuvo encerrado por estos crímenes, pero tras una investigación exhaustiva, se ha comprobado que no muestra arrepentimiento y que volvería a alzar su organización si pudiese. Esto podría suponer una amenaza a la Casa Real. 

El pelotón comienza a avanzar, llevándose a Caleb a las mazmorras de la prisión. El líder saluda a Luthica y se da la vuelta para seguir a sus hombres. Sin duda, toda una conmoción, sobre todo cuando Caleb intenta escapar, pero no puede debido a las lanzas que no le dejan moverse ni un ápice. Tras unos minutos, el pelotón se pierde de su vista.

Me quedo atónita frente al acontecimiento, devolviendo distraída el saludo a los soldados. Después de que se lo terminan de llevar, vuelvo a mí y me giro para dirigirme a mis compañeros:
—A esto me refería con intenciones raritas, menos mal que ha sucedido esto ahora, que quién sabe lo que hubiera pasado si ese se metía con nosotros al bosque —digo cruzando los brazos, frunciendo el ceño bajo el yelmo—. A ver entonces, ¿hay algún otro con sorpresas guardadas?

Ha sido un abrir y cerrar de ojos.

A Caleb se lo han llevado y no hemos podido ni reaccionar

— ¡Los hombres del rey REALMENTE estan bien entrenados! — es lo único que puedo decir. Desgraciadamente, es una pena lo de Caleb. ¿Realmente es un alquimista peligroso que envenenaba a la gente con estupefacientes? ¡Quizá sólo lo sepamos si volvemos de esta aventura!

Le hago un gesto, despidiendole con la mano, y pienso un "Caleb,se Fuerte" mientras veo su maltrecha frigura alejarse.

Todo había ocurrido tan rápido y había sido tan inesperado, que Erik no sabía cómo reaccionar. Tampoco es que pudiera decir que lo lamentase, en realidad. Ni que se alegrase. Si alguno del grupo de había mantenido aparte de los demás, ese era Caleb, así que era quien menos conocía.

-Supongo que es para lo mejor. Aunque al ser menos, los que quedamos tendremos que hacer guardias más largas al acampar.

Erik quedó un momento en silencio, pensativo, mientras rumiaba lo que la capitana había dicho. Decidió que era mejor sincerarse.

-Pues, a decir verdad, no estoy seguro de cómo de puras le parecerán mis intenciones al Bosque. No es que quiera que le pase nada a la Princesa, pero si me presenté para el trabajo lo hice por la recompensa. Ese dinero me vendría bien. Y aunque no estoy seguro de que vayamos a volver todos, con perdón y sin menospreciar a nadie, si yo vuelvo, no voy a rechazarla. Tampoco estoy seguro de que estuviese aquí si no fuese por mi familia. Está bien la idea de salvar a todo un país, ¿saben?, pero yo no soy un héroe. Lo que me importa es que no les pase nada a mi familia. Supongo que no son motivos muy generosos, pero no puedo cambiar cómo me siento.

Gemnir alza una ceja asombrado ante el rápido arresto al que los soldados someten a Caleb. Da un par de golpecitos en el suelo con su martillo mientras masculla.

—Supongo que en cualquier cesta se puede colar una manzana podrida —dice—. En fin... si ha tenido que ser así, mejor que haya sido ahora.

Se vuelve hacia Erik. Por alguna razón, lo que ha dicho parece haber tenido efecto en el enano.

—Esos no son malos motivos. Si todo el mundo quisiera lo mejor para su familia y se esforzase en protegerla de ese modo... bueno, el mundo iría mucho mejor. En cuanto a la recompensa, supongo que hay que vivir, ¿no? Venga, sigamos adelante y que sea lo que tenga que ser. No tenemos muchas más alternativas dadas las circunstancias.

Lo de Caleb fue, cuanto menos, sorprendente. A ver, el tipo se había ganado a pulso que pensara de él más bien mal, pero que lo persiguieran hasta fuera de la ciudad para apresarlo daba que pensar. Silbó con sorpresa cuando el regimiento en pleno se lo llevó apresado, dirigiendo una mirada hacia Morwen.

- Vaya, el de los prejuicios. Lo pillamos metiéndose a saber qué antes. Más que alquimista, era un maldito adicto - se encogió de hombros, aún alucinada con lo que acababa de suceder.

Pero claro, la conversación viró hacia temas como la nobleza. A ella aquello le parecía una estupidez. Un bosque, por mágico que fuera, no medía las intenciones de la gente. Y menos un bosque que, por lo que decían, parecía corrompido.

- Dudo que mis intenciones sean consideradas nobles - replicó, sin sentir ninguna pena por reconocerlo -. Pero, ¿Cómo mide un bosque la nobleza? ¿Y cómo sabemos que para un bosque el concepto de nobleza es el mismo que el nuestro? A ver, qué queréis que os diga, pero me parece un concepto difícil de asimilar. Igual si encendemos un fuego para cocinar, el bosque considera que estamos atacándolo y no somos nobles.

Miró atónita cómo aparecía una tropa de soldados y se llevaban a Caleb.

- ¿Organización? -dijo, en alto, con un tono de incredulidad completa en la voz mientras le devolvía la mirada a Lakara-. Es cierto que lo pillamos en la taberna rodeado de sustancias dudosas... pero joder con el amigo.

Luego resopló al escuchar a Erik. Al menos él lo hacía por su familia, eso en la cabeza de Morwen era noble. Aunque luego estaba lo que decía la mediana. ¿Cómo medía algo así un bosque? A saber.

- Yo sí que no tengo motivo noble detrás. Quiero la recompensa porque quiero dejar de trabajar en la taberna familiar. Es egoísmo puro y duro. También os digo, no le deseo a nadie tener que aguantar a borrachos.

El grupo continua avanzando mientras comentan el asunto de Caleb y lo de las intenciones. Necesitan rodear la ciudad para llegar al camino del Este ya que es el camino más corto para llegar al bosque. Aunque por el camino del Sur también se podría haber llegado, tomando algunos desvíos. Tras rodear la ciudad para llegar al camino del Este, siguen su camino en esa dirección. Ese camino también tiene algunos viandantes que quieren llegar a la plaza del mercado para comprar y vender lo que necesiten para subsistir el día a día.

El cielo está despejado y el sol ya comienza su camino por el cielo. No hace calor y no es incómodo viajar.

Durante no poco tiempo hemos estado caminando.

Una parte mia se preocupa en anticipación. Por el momento no nos falta compañía. Puede incluso que me suene alguna cara de entre las gentes de la ciudad. Pero vamos a un sitio inesperado, y pronto esta compañía y familiaridad se irá deshaciendo. Por otro lado, si volvemos, se que tendré una historia que contar en mi taberna favorita, y que posiblemente tenga cerveza gratis a base de contarla durante mucho tiempo.

— Redoblemos coraje y velocidad, compañeros — digo continuando la marcha hacia el este. Aunque en verdad es a mi mismo a quien va dirigido esto: Me empieza a temblar el paso.

Mientras tanto miro a los viandantes ¿Hay alguno al que le pueda comprar alguna ración de comida?

Tras un tiempo largo de andar, decido romper el silencio, pero Jaskier se me adelanta. Más que pedirles acelerar el paso, hubiera preguntado cómo se van sintiendo, pero está claro que si podemos meter prisa, desde luego prefiero que se haga.
—¿Cómo vamos? —pregunto entonces, luego de que el petiso habla—. Falta rato aún para descansar, el tiempo está precioso y... bueno, por ahora estamos todos contentos, supongo.

Sin dejar de caminar me bajo del hombro el petate mientras le pido a Gemnir que sostenga mi maza.
—¿Les molesta si de nuevo comemos mientras andamos? Es casi mediodía ya. Preferiría parar sólo para recuperar el aliento y para dormir durante la noche, pero nada más.

—Como si acabara de salir —dice Gemnir para responder a la pregunta de Luthica—. Mis piernas son cortas, pero tienen bastante fuelle. Si alguno empieza a cansarse, no me importará echarle una mano con el equipaje hasta que paremos.

El enano comenta aquello de forma casi distraída, pero desde que se han puesto en marcha no ha parado de controlar las inmediaciones en busca de amenazas sin llamar demasiado la atención. Cuestión de costumbre después de años ganándose la cerveza como guardia de caravanas imprudentes.

-A mí me parece bien. Si nadie necesita comprar nada, creo que podemos seguir un rato más y avanzar lo posible hasta que sea hora de acampar.

Erik no preveía problemas hasta al menos alejarse más de la ciudad. Despues de todo, ni animales salvajes se acercarían tanto, ni creía que bandidos fuesen a atacar en medio del mercado, así que caminaba bastante despreocupado, más preocupado de llegar cuanto antes que de ningún problema inmediato.

- Perfecta por aquí también -levantó el pulgar para mostrárselo a Luthica-. Por mi no hay problema por comer mientras seguimos nuestro camino.

De hecho, ese pensamiento le trajo un recuerdo de una de sus aventurillas con sus amigos cuando era pequeña. No pudo evitar sonreír al recordar cómo su bocadillo había acabado rebozado en barro tras caerse de bruces con él, teniendo que soplarlo y limpiarlo como buenamente pudo porque era lo único que había llevado para comer, y se negaba en rotundo a la posibilidad de dejar ver que una aventurera como ella no podía arreglárselas únicamente con lo que llevaba encima.