Partida Rol por web

Nair hizo caso omiso a su manzana, aunque viendo la reacción que tuvo con Erik casi lo prefirió. Morwen dio un salto hacia atrás cuando la burra empezó a dar coces, que aunque iban en dirección al muchacho rubio, no quería jugársela tampoco.

- Las manzanas parece que no le agradan. -Contestó mirando a Luthica, que era la que había pedido que se les diese algo de comer. Luego, mientras obervaba qué hacía Nair con el agua que le había echado Jaskier, olió la manzana que le había ofrecido al animal y tras ver que no desprendía ningún olor extraño, se la volvió a guardar en la mochila.

- Esperemos que sí. -Contestó a Erik-. Al final todos necesitaremos descansar aunque sea un mínimo.

Observémosla un rato. Se repitió mentalmente tras escuchar al enano, mirando a la lejana tormenta. Tan lógico y a ella ni se le había ocurrido. Desde luego que tenía mucho que aprender.

Jaskier se les quedó mirando, y esperando ver lo que la borriquita quisiera hacer. Pero definitivamente, las palabras de Gemnir eran las de alguien más mayor y sabio que el: unos pies cansados no caminan bien ¡Y es hora de descansar!

Para matar el momento, Jaskier busco unos ramilletes frondosos (helechos, palmeras bajas o lo que suela crecer) y de encontrarlos, trató de trenzarlos en una suerte de sombrilla, o paraguas.

— Bufff. Si tenemos suerte no nos mojaremos el pecho, pero lo que es inevitable va a ser tener que caminar por terreno embarrado. Definitivamente NO vamos a querer correr ahora.

Por dentro, se maldice por no haber traído varias docenas de medias limpias, pues el barro en los pies es lo más incómodo, después de un escrúpulo, claro 

Parece que el grupo presenta algunas discrepancias en si avanzar o si descansar. Lo que sí está claro es que la mayoría muestra preocupación por la tormenta que se está forjando más al norte y el curso que tomará. Y no parece haber refugios evidentes en las cercanías. Quizá alguna de las granjas que se pueden ver aquí y allá pueda ofrecerles un lugar donde refugiarse de la tormenta.

Eso sí, parece que a los burros tampoco les entusiasma la idea de mojarse con la lluvia. Nair echa a andar tras unos 10 o 15 minutos de "descanso". Gemnir puede ver que las nubes, en algún momento llegarán hasta ellos. Aunque aun tienen tiempo de avanzar un poco más. Jaskier no consigue encontrar nada útil para crear su sombrilla.

La cosa se complica demasiado y de forma innecesaria, detesto cuando pasa esto. Diría de avanzar y que la tormenta haga lo que se le antoje, pero desconozco su potencia y además viajamos con animales y qué sé yo...
—Ese burro me está colmando la paciencia —digo ya bastante hastiada, luego de avanzar otros diez minutos a trompicones—. Que lo revise alguien, si tiene alguna herida usaré mi magia para sanarlo, si no voy a tener que pedir que lo dejemos atrás, porque me importa más la vida que corre peligro si no metemos prisa, que un animal de mierda. El que no esté de acuerdo, puede quedarse también con el bicho.

Sigo marchando, con la idea de pedir cobijo en alguna choza de por ahí, pero no me apetece molestar a familias que se pasan todo el santo día rompiéndose el lomo trabajando al sol. Tiene que haber otra forma. Tal vez estamos exajerando y sea sólo una lluvia. Tal vez el bosque...
—Señores, ¿y si el bosque sabe que estamos yendo y esa tormenta es un aviso por parte suya? ¿Es eso posible?
Si llega a ser eso, habrá que crear glifos antimagia o cosas parecidas, dudo que alguien del grupo sepa hacer de esos. Estamos en el horno. La princesa está en el horno, maldición.

- Tampoco es como si tuvieras mucha... -contesta ahora sí ligeramente mordaz a Luthica-. Ya está andando, sólo necesitaba un poco de descanso. -Señaló a la burra mientras seguía caminando al lado de esta tras la pequeña parada que habían tenido que hacer-. No sé si lo que dices es posible, tristemente siempre he sido ajena a la magia, así que poco puedo ayudar ahí. Pero bien podría ser una posibilidad.

Con la vista en la tormenta y aún pensando qué hacer al respecto, continuó. - Quizás podamos ofrecerles algo a cambio de nuestra estadía a algún granjero que nos acoja. No sé, cortarles leña, cocinarles... algo podremos hacer para librarles de un poco de trabajo.

Gemnir frunce un poco el ceño observando la tormenta.

—No sé si será mágica o no... pero está claro que se aproxima —dice—. Y no hay duda de que es fuerte. Quizá no sea tan mala idea aprovechar para detenernos. Después de todo, antes o después tendremos que descansar, y si la tormenta nos cae encima convirtiendo el camino en un lodazal, podría retrasarnos el doble que si paramos a cubierto...

Asiente al escuchar la idea de Morwen.

—A un granjero rara vez le vienen mal un par de manos extra a cambio de techo. Podríamos intentarlo.

-¿Quizás maese Jaskier podría negociar? Parece que se le dá bien tratar con la gente. Si no encontramos quien nos acoja, yo podría adelantarme un tanto y explorar en busca de algún sitio que nos sirviese como refugio.

Parecía que fuese lo que fuese donde se quedasen, lo que estaba claro era que no iban a avanzar mucho más hasta pasada la tormenta. El tiempo (tanto el atmosférico como el del reloj) se estaba poniendo en su contra. Entre lo de Caleb, los animales de Lakara y la tormenta, no parecía que la suerte estuviese de su lado en esa misión. Y aunque Erik no era especialmente supersticioso, esta era un trabajo en que toda la ayuda era bienvenida, incluso la de simple fortuna.

Demasiadas manos moviéndose entorno a Nair pero ella estaba ocupada procurando que a Zair no le pasara lo mismo al repartir su carga entre unos cuantos y ella misma. De modo que no se dio cuenta de que se negaba a coger la manzana de Morwen o de que Erik se había ganado su enemistad hasta que se acercó a ella y vio las caras de frustración de sus compañeros.

- No te conoce, por eso no va a coger la manzana directamente de tu mano. Es muy tozuda.

Es encogió de hombros antes tomar la manzana de la elfa, cortar un gajo y dárselo a la burra que lo olisqueó con recelo antes de cogerlo. Poco a poco y a base de sobornos, logró que el animal volviera a andar pero no antes de que Luthica dejara caer el último comentario espectacular de la mañana.

- Desde ya te aviso, esto no va a acabar bien, dudo que acabe bien ni siquiera el día si sigues así - anunció con frialdad -. La gente que es mala con los animales lo es en general. Querer dejar a un animal atrás que puede estar herido y dejar a una persona atrás no son cosas tan diferentes. Podría haberme avanzado a todos vosotros yendo montada en los burros y habría adelantado mucho más y ahora estaríamos descansando a quilómetros de vosotros mientras os esperaba, habríamos hecho una tranquila parad ay todo estaría bien. He querido avanzar con el grupo. Así que voy a echar mano de toda la educación que tengo para decirte que como vuelvas a decir una puñetera palabra más de mis burros te voy a abrir un nuevo orificio con mi cerbatana - bueno, muy educado no le había quedado pero ya era la segunda vez que le había tenido que decir que cesara en su intento de que dejara a sus animales atrás. Antes se había justificado con una excusa cogida por los pelos y apenas habían pasado quince minutos antes de que enseñara otra vez su verdadero rostro.

Morwen, elfa buena. Luthica, elfa mala. Mensaje captado. De todos modos, no entendía por qué no era capaz de entender que el tema de la tormenta debería atraer más su atención que sus burros.

No se nota que pongo los ojos en blanco debajo del yelmo, pero sí el gesto con la cabeza que acompaña. Somos seis personas de todo tipo, tamaño y color, es evidente que no vamos a compartir las mismas opiniones en todo, ilusa sería si esperara lo contrario. No voy a ponerme a discutir, no voy a cambiar su manera de pensar ni ella la mía. Si decide no escucharme cuando haya que trabajar en equipo, confiaré en que Gemnir o alguien que le caiga mejor lleve la voz cantante y ya.

Para ahorrar tiempo ya me voy acercando a la choza más cercana, ojeando a ver si sus dueños están cerca, para hablar con quien sea.

La casa más cercana está a una media hora de camino. El camino principal se desvía a la derecha para entrar en los terrenos arados y cultivados de una de las granjas de la zona. Y poco tiene de choza. La granja está compuesta por su edificio principal, de dos plantas, una zona de huerto, un establo con cobertizo y un corral con varios animales. 

Aun no pueden ver a nadie, pero aquellos con el oído más fino pueden escuchar voces que vienen de alguno de las edificaciones. La tormenta sigue formándose y poco a poco acecha a los aventureros y a aquellas tierras. No es extraño que se formen tormentas en primavera así que las voces que algunos escuchan no parecen alteradas por las nubes. De momento.

Cuando Luthica toma el camino de las granjas, al aceptar que el grupo considera que lo mejor es parar, Gemnir la sigue sin perder de vista la lejana tormenta. La decisión de detenerse parece estar tomada, así que sólo queda ver qué recibimiento les dispensan los granjeros y si se muestran favorables a que el grupo haga alto en la granja.

Sea como sea, el enano tiene claro que lo primero que hará mientras los demás reposan es dar una vuelta por los alrededores para asegurarse de que no hay peligros cerca y de que pueden descansar sin peligro.

—Bueno, peor es nada —comento con los brazos en jarra una vez allí llegados—. No me agrada pedirle cobijo a esta pobre gente, que apenas tienen para ellos. Imagínense ustedes, luego de pasarse el día partiéndose el lomo al rayo del sol, te lleguen seis tipos desconocidos pidiéndote que les dejes el establo, ¿qué cara pondrían? Pero no tenemos alternativa, además es por un bien mayor, ¿no?

No debería ser yo la que interactúe con los campesinos, así que me quedo plantada allí con los labios apretados y la mirada fija en el suelo, esperando a que alguien con más tacto tome esa iniciativa.

En el pueblo del que Erik venía estaba acostumbrado a que si alguien necesitaba ayuda, se le prestaba. A nadie a quien le hiciera falta se le negaba un trozo de pan, un vaso de agua o un techo bajo el que pasar la noche. Pero eso era en su pueblo, en las montañas. Sus padres siempre decían que las cosas eran diferentes en las ciudades. Suponía que iban a comprobarlo.

Puesto que ya habían decidido buscar refugio, pero nadie se había animado aún a acercarse a pedirlo, supuso que él podría hacerlo, mientras los demás aún lidiaban con los animales.

Se acercó a la puerta principal de la granja, y tras sacudirse como pudo el polvo del camino de las ropas e intentar adecentarse el pelo con los dedos, llamó con los nudillos a la puerta.

— Tiene sentido, no la culpo.  —Miró a Lakara y luego a Nair de nuevo—. Más vale prevenir, ¿eh?

Hizo una afirmación enérgica con la cabeza al escuchar al enano.
— Claro, esa es la actitud. —Había respondido, sonriente, al ver que Gemnir apoyaba su idea. El resto del camino lo hizo algo más contenta, esperanzada con la idea de poder tener cobijo en alguna granja. Quería aventuras, pero había que empezar moderadamente.

— No parece que la gente de aquí lo esté pasando mal precisamente. —Comentó, echando un vistazo a la granja a la que se dirigió Erik. Sin duda lo más sensato era que fuese él viendo las aportaciones que había hecho el muchacho hasta ahora—. Y precisamente vamos a ofrecernos para que se tengan que partir menos el lomo. No venimos a gorronear, o no del todo al menos.

Contemplo la situación

— En otras circunstancias, diría que nos abrigasemos y que le echásemos coraje. Que intentasemos afrontar la tormenta y si no, pues buscasemos un refugio. Pero el asunto es tu montura, Lakara. Tu pequeño asnito. Para bien o para mal es uno más de la comitiva, y si no puede seguir caminando, tendremos que detenernos.

Se que me tocará hablar a mi, al fin y al cabo es lo que mejor se me da. Y lo cierto es que con palabras dulces siempre he conseguido que el campesino más rácano nos convidase a mis amigos y a mi a una papa, o a que cayese alguna copa de más de vino durante las fiestas.

Pero lo que me preocupa es el tiempo. Y el cretino del Rodolphus que más que ayuda ha sido un retraso ¡Si tanto sabe, que nos hubiese dado al menos un mapa, joe!

— ¿Descansamos pues? Lo digo para ir arreglandome y pedirle permiso a los campesinos.

Luthica decidió obviar todas y cada una de sus palabras pero cabía suponer que era lo mejor. Lo mismo hicieron los otros, decidiendo que más valía mantenerse al margen del conflicto y es que con una tormenta encima y con tales dificultades para gestionar algo tan simple, estaba claro que tenían suficientes problemas encima como para añadir riñas y disputas.

Sin mediar más palabra, siguió a los demás hacia el lugar al que debía ser el refugio de una tormenta que ni siquiera sabían si les caería encima.

- Igual sería buena idea antes de pedirles un lugar para guarecernos si creen que la tormenta nos alcanzará. No es por poner en duda las dotes meteorológicas de nadie pero al final, si esta gente trabaja con cultivos lo lógico es que tengan una buena idea de si viene hacia aquí.

Mientras comentan cuál debería ser el siguiente paso, Erik llama a la puerta. Aun no está claro que es lo que debería preguntar o pedir pues no hay un consenso en ello. Tras varios minutos, no parece que nadie vaya a abrir la puerta. Aunque es lógico, teniendo en cuenta que seguramente estén en el exterior cuidando de los cultivos, los animales o el huerto. Pero antes de que nadie decida rodear la casa aparece una joven por la esquina.

-Me había parecido escuchar voces y no me equivocaba.

Los mira uno a uno y si se sorprende de ver a tan variopinto grupo no lo demuestra. Al menos, no al principio. Quizá está acostumbrada a ver gente de otras razas. Al ser el camino principal, es posible que haya visto muchos comerciantes y grupos de aventureros.

-¿En qué puedo ayudaros? ¿Buscáis indicaciones? 

La chica sonríe.

-Aunque si venís del camino principal, quiere decir que ya sabéis dónde está la ciudad. 

Preparo mi mejor sonrisa hacia la señora

— Buenos dias, mi señora. Somos un humilde grupo de buscadores de fortuna, tratando de traer alguna historia o algun milagro que traiga nuevas esperanzas a estas tierras. Pero ¡Uno no puede buscar fortuna mientras los chuzos de la tormenta empapan la tierra y ciegan la vista.

Le hago una divertida reverencia. No busco ser visiblemente torpe, sino más bien divertido. Como una parodia de una reverencia a un gran noble. Tan exagerada como para que ella sepa que es un chiste a costa de los petulantes nobles.

— Quisiera pedirle ¿Tendría a bien en darnos cobijo mientras dure la tormenta?

Estaba a punto de comenzar la marcha de nuevo al ver que nadie parecía responder cuando apareció aquella muchacha. Dio un par de pasos y se puso a la altura de Erik y Jaskier, más cercana a ella.

- A cambio podemos ofreceros nuestra ayuda con cualquier tarea. Somos muchos, seguro que podemos aliviaros bastante la carga de trabajo.

Quizás no tuviese la labia de Jaskier, pero creía que ofreciendo algo a cambio aumentaban las posibilidades de que el resultado fuese más favorable.

-Somos 6 y los burros, pero cualquier sitio que tengais con techo ya nos vendría bien. No nos quedaremos mucho, en cuanto la tormenta termine nos pondremos en camino de nuevo. Y mientras, podemos ayudaros a asegurar vuestros animales y herramientas, para que no los pille el agua, o cortar leña para los noches, o cualquier otra tarea que tengais a medias. Estamos acostumbrados a trabajar duro.

Bien, quizás esto último no fuera estrictamente verdad. No conocía aún mucho a Jaskier, pero tenía la impresión de que no tenía por costumbre acarrear mucho peso que no fuera en forma de instrumentos musicales. Después de todo, un músico tiene que proteger sus manos. O eso le decía Arden, aunque en su caso, solía ser una excusa, que no solía funcionar, para no tener que limpiar los establos de su familia