Partida Rol por web

Pues iba aburrida. La verdad era que ir en burro mientras los demás andaban, no hacía la vida más fácil y eso que el burro no era el animal más rápido del mundo precisamente. Y, evidentemente, le dolía el culo, por ello iba removiéndose constantemente en su asiento buscando mejorar la posición en busca de un alivio que no llegaba.

- No me importa seguir - acabó por decir, como los demás, a pesar de que sus posaderas necesitaban descanso. Pero sabía que, al volverse a subir a lomos de Nair, sería todavía peor que antes de la pausa de modo que decidió callar, apretando los dientes en su incomodidad -. ¿Dónde calculáis más o menos que haremos noche?

Van avanzando a medida que avanza el día. El camino va cruzando campos cultivados y granjas aquí y allá, llenas de vida. Algunos granjeros vuelven de la ciudad en sus carros, llenos de productos que necesitan para su día a día o para los cultivos y los animales. De dos granjeros que comparten carro pueden escuchar algunas noticias perturbadoras de la ciudad. Han hallado muerto a un noble, cerca de la puerta Este.

No se sabe muy bien qué ha podido pasar, pero parece que aun no han podido reconocer al difunto.

-Como te digo, amigo. Cuando he pasado esta mañana, ya no había nada. Pero había más soldados que nunca.

-Yo he escuchado que hubo una pelea entre maleantes y borrachos. Quizá lo tiraron desde lo alto por un ajuste de cuentas. Ya sabes... esos nobles no son de fiar.

Los dos hombres siguen su camino lentamente discutiendo teorías sobre la muerte del noble. Es entonces cuando el asno que monta Lakara ya no quiere continuar andando. Parece que está cansado y se niega a seguir adelante.

Miro a los cielos, como pidiendo paciencia

— Amiga mia, creo que hay dos cosas que son imposibles en este mundo. Una es intentar que Rodolphus nos sea útil. La otra es convencer a un asno de que se mueva cuando no quiere. Asi que... ¿Descanso?

Si el grupo acepta, intentaré atraer a los viandantes para compartir un momento de refresco, y con una charla ligera, intentar sonsacarles algo más de información de la que quizá sepan y prefieran callar con lo de el noble asesinado. Y es que ¿Quien sabe? Lo mismo nuestra cruzada sea algo más de lo que realmente aparenta ser.

—Pararemos cuando haya que parar, no por capricho de un animal —espeto en respuesta a Jaskier—. A menos, claro, que varios se sientan cansados ya y, sólo en ese caso, nos detendremos un rato a recuperar fuerzas para continuar después la marcha. Pero no más de media hora, ¿les parece bien?

Luego me dirijo a Lakara con tono severo:

—Si la mayoría decide seguir y no podemos moverlo, pues lo dejamos atrás, ya se encargará de encontrar el camino de regreso.

Aunque las conversaciones que susurradas a gritos se escuchaban por doquier, Lakara tenía un problema mucho más acuciante entre manos, o piernas, según se mirara, y es que Nair había decidido que diez días de viaje cargando con una mediana de lo más desagradecida eran suficientes para ella.

- Qué te pasa chica, pero si Zair es quien carga con todo - refunfuñó a la par que le acariciaba las orejas en ademán preocupado. Torció el gesto, acentuando todavía más su expresión preocupada, cuando el bufón hizo aquel comentario -. Pues no será porque pese tanto, la verdad... - le dirigió una mirada especulativa al otro burro, valorando si podría con todos sus bártulos y su peso pero al final lo dejó por imposible antes de bajarse de un salto de Nair -. Como Zair te haya dejado preñada me lo cargo. Sí, hablo de ti - le dijo al otro con una mirada desafiante.

Fue entonces cuando Luthica le habló en un tono inexplicablemente severo que no sabía a qué venía, aunque fueron principalmente sus palabras las que la indignaron.

- Eh...¿no? Estos burros llevan años conmigo, años. Son cabezotas y tontainas como ellos solos pero no pienso dejar a ninguno de ellos atrás, son más como mi familia que mi propia familia así que no, rotundamente, no. Y eso no debería ni entrar en discusión sólo porque Nair se ha detenido.

Probablemente andaría ahora que se había bajado peor lo que tenía claro era que no pensaba, de ningún modo, proseguir sin ellos.

Aunque la conversación que aquel par de granjeros habían tenido cerca de ellos le había llamado la atención, pronto su foco se fijó en el propio grupo de nuevo. Miró a los asnos, a Lakara, y luego a Luthica.

- Si pretendes que el grupo esté unido en las buenas y en las malas dentro del bosque... así no vas por buen camino. -Comentó, tranquilamente. No se trataba de una amenaza ni mucho menos pero era lo que iba a pasar si tenía esa actitud para con ellos.

Se acercó a Lakara y sus dos compañeros animales.

- ¿Crees que sin ti encima podrá continuar? -miró a la burra, que parecía llamarse Nair, y le sonrió-. Siempre podemos intentar sobornarle con comida.

Gemnir se volvió hacia Lakara y sus asnos. Aunque eran buenos ejemplares, sin duda tarde o temprano se quedarían sin fuelle, como toda criatura a la que no se da descanso.

—Si les aligeramos la carga, seguro que aguantan un poco más —dijo—. Yo puedo cargar un rato con el equipaje que lleva Zair, o al menos con gran parte. Si tú vas a pie un trecho para aligerar a Nair, debería bastar para seguir adelante hasta el momento de acampar.

Quizá la resistencia de los enanos pudiera ayudar al grupo antes que su martillo, después de todo.

-Y yo puedo cargar con otra parte. Nosotros sabemos por qué tenemos prisa, pero los pobres sólo saben que los hacen andar y andar sin descanso. Podemos aliviarles por lo menos el peso. Y como dice Lakara, podemos sobornarlos con comida. ¿Quizás alguien por aquí tenga unas manzanas, o unas zanahorias?

Aunque no los hicieran galopar ni ir a toda velocidad, tarde o temprano los asnos también necesitarían un descanso y comer algo. Después de todo, ellos podían comer mientras caminaban, pero los asnos no habían tenido mucha ocasión.

—Curioso que una bestia de carga se haya cansado antes que nosotros —digo casi riendo, me cuesta creerlo.
Me encojo de hombros y ando unos pasos hasta donde están los muchachos repartiéndose la carga, decidiendo en silencio llevar yo también algo.

—No te decía que lo abandonaras —explico a Lakara, momentos después—. Que regresara a la ciudad, lo recuperarías al volver.

Nair aun sigue bastante reticente a avanzar. Los demás deciden repartirse el peso de Zair para que éste no se pare debido al cansancio. Llevan ya 4 horas caminando sin parar y aun parece que queda mucho camino para recorrer. Aun ni se ve la sombre del Bosque de las Almas, aunque si hay pequeños bosquecillos aquí y allá. Aunque menos encantados.

Un poco más al norte, parece que se comienzan a ver nubes negras de tormenta. Quizá ya han comenzado a descargar el agua de su interior en las montañas. 

Lúthica puede parecer que sólo existe para llevarme la contraria, pero por contra le doy la razón en una cosa: Son sólo cuatro horas, y a paso ligero ¿Cómo se puede haber cansado al punto de 'no ando más'?

— Permitidme probar una cosa, compañeros. Puede que sea reacio a andar por cansancio, o que sea por miedo. Y siempre se dice que los animales ven cosas que el resto de los mortales no pueden ver ¡Y el que no lo sepa es que no ha tenido gato!

Así que me saco el laud, e inicio una tonada algo hipnótica, embelesadora y atrayente. De esas que no puedes dejar de oir, y que si se aleja querrás seguirla.

Mi idea está clara: Si no aumenta el paso, es que realmente está agotado. Pero si me sigue, es que hay algo que le incomoda y mi canción le distrae de ello

Mientras su dueña intentaba convencer a la asna de que siguiese adelante, y el maestro Jaskier trataba de embelesarla con su música, Erik se arrodilló en el suelo junto a algunos de los bultos que le habían sacado de encima al animal, a un lado del camino, para intentar ver como repartirse la carga de la forma que fuera menos incómoda, antes de continuar con el viaje. De cuando en cuando, entre abrocahrse alguna cinta o colgarse algo del cinturón, echaba algún vistazo a la pollina, intentando localizar alguna causa especial de negarse a avanzar, como alguna piedra en sus patas, o alguna zarza con espinas que se le hubiese metido bajo las alforjas.

Aunque probablemente sólo fuesen las horas caminando sin parar y sin comer, después de todo.

Al ver cómo sus compañeros intentaban de distintas maneras conseguir que Nair caminase, comenzó a rebuscar en su propio equipaje hasta que dio con una manzana, la cual acercó al hocico de la burra aunque a cierta distancia para ver si así la atraía.

- Que también puede ser simplemente cansancio. -Se encogió de hombros mientras miraba al animal-. Deberíamos pensar en buscar refugio de todas formas, si aquellas nubes se dirigen hacia aquí no tienen buena pinta -añadió apuntando con su mano libre a las nubes que se veían al norte-. Podemos aprovechar a descansar y esperar que pase la tormenta, aunque no podemos saber cuánto durará, claro... -Finalizó mientras volvía a mirar a Nair.

El efecto de la canción del bardo no es el esperado. Nair no le sigue como si estuviese embelesada, pero quizá es porque ese encantamiento es más para embelesar a personas. Aunque tampoco parece molesta por la música. Lo que si parece que no le gusta es que Erik se acerque demasiado a ella. Suelta alguna coz que pasa bastante cerca del muchacho. Quizá el encantamiento no ha funcionado como debería, pero Nair avanza un poco. 

Quizá simplemente sea cansancio. Llevan varias horas caminando sin descansar y los pobres animales ni han comido. No como los humanos.

En el norte, las nubes siguen creciendo y desplazándose. Allá, muy al norte, casi se pueden apreciar las cortinas de agua que caen sobre esas tierras. Es imposible saber si van a llegar a ellos con la misma fuerza o la tormenta se disolverá antes de alcanzarlos.

Me encojo de hombros

— Está claro lo que quiere la pequeña, y en verdad creo que se merece ¿Verdad?

Rebusco mi cuchillo, y busco hacer con él un agujerito en la tierra más blanda, y echo un poco de agua de mi cantimplora, para la pobre bestia. Y luego doy un buen sorbo yo mismo. Si vamos a perder más energía y más agua peleando contra el burrito que dandole un trago, pues lo más lógico es hacer esto.

—¿Pueden darle de comer de una vez? —pregunto nerviosa, mirando aquellos nubarrones con precupación—. Tenemos que seguir la marcha, por favor.

No tenemos nada para protegernos de una tormenta, si eso nos agarra nos retrasará un montón. Sólo queda rezar para que amaine mientras se desplaza... ¿hacia dónde se desplaza?
—Gemnir, dijiste que tenías experiencia como montaraz, ¿sabes discernir el comportamiento que tendrá aquello? —le digo al enano, señalando la lluvia lejana.

Parecía que a Nair no le gustaba mucho Erik, así que decidió dejarle espacio mientras los demás la atendían. Con el peso en sus hombros y espalda ya redistribuido, se sentó en una roca cercana a esperar a que Nair estuviese dispuesta a andar de nuevo, mirando con preocupación las nubes de tormenta, mientras oteaba el horizonte intentando adivinar cómo era el terreno que iban a recorrer antes de acampar.

-¿Quizás haya algún sitio donde guarecerse por el camino?

No le agradaba la idea de pasarse una tormenta a la intemperie. Tendrían que intentar hacer tanto camino como pudieran mientras aún tuvieran tiempo, y luego ver si encontraban alguna cabaña de cazadores, un refugio rocoso que les sirviera de abrigo o, incluso, si nada más había disponible, intentar construir algún refugio con ramas en el poco tiempo que tuvieran.

Gemnir se adelantó al escuchar la pregunta de Luthica y fijó su atención en las nubes lejanas. Hacía tiempo que no se topaba con tormentas, pero nunca estaba de más intentar discernir qué rumbo iban a tomar.

—Observémosla un rato —dijo—. Si viene hacia aquí y nos pasa por agua, no será agradable. Pero quizá se esté alejando y podamos continuar sin problema.