Partida Rol por web

Khaeris Daeric y Chandrelle Jones regresaron al zulo que el primero tenía por despacho. Rápidamente se puso en marcha y encendió su ordenador. Quería realizar una búsqueda sobre los polvos de Ibn-Ghazi. Era en efecto, una de las mejores pistas que tenían y explotarla al máximo sería una de sus prioridades. Además, necesitaba tener bien claros sus componentes, le gustaba tenerlo todo controlado.

Tras unos minutos navegando por internet, se dio cuenta de que casi no había entradas sobre aquellos polvos y que la mayor parte de las webs que mencionaban algo remotamente ligado a aquel asunto, no eran más que paginas creadas por gente ligada a movimientos new age, los cuales confundían términos y mezclaban toda clase de asuntos esotéricos, filosóficos y espirituales, pero que poco o nada tenían que ver con la realidad.

Chandrelle pidió paso y se puso frente al teclado. Ella tuvo algo más de éxito y encontró una web que si parecía hablar sobre los polvos con cierto rigor. Al menos coincidía en los "ingredientes" del polvo, que habían leído en el libro.

La hiedra era sin duda uno de los elementos, junto con la sal, con mayor número de entradas relacionadas.

La hiedra es considerada como una planta protectora, pues ya desde la antigüedad se creía que el lugar donde creciera la hiedra era un lugar a salvo de malas influencias, espíritus negativos y malas influencias. En la época del Príncipe Élfico Vaamar, se realizaban coronas de hiedra o guirnaldas par proteger el hogar de las energías negativas e individuos o entidades no deseados. En Gazkania, Silvania y también en algunas zonas de Solaria y Rintor, se adorna el hogar con este tipo de coronas durante el solsticio de invierno, para proteger el hogar de malos espíritus durante el resto del año.

En cuando a la sal, Chandrelle encontró que simbolizaba la pureza en los rituales.

Propiedades mágicas de la sal:

Rechaza las energías negativas.

Sirve para aislarse y protegerte de los espíritus negativos.

Protege y purifica el hogar.

Aleja visitantes indeseados de los cuales no se desea que vuelvan a su casa o negocio.

Ayuda a incrementar la concentración.

Atrae la paz y prosperidad.

Ahuyenta el mal de ojo.

 El polvo de Amaranth era realmente poco conocido en la web, sin embargo, algo si que logró obtener.

Amaranth se trataba de una de las más antiguas ciudades élficas del pasado en Gea, situada en el actual territorio de Gazkania y durante muchos años, también fue la capital de un reino con el mismo nombre. Las ruinas de Amaranth pueden visitarle aún hoy, aunque poco queda del esplendor de la llamada ciudad Púrpura.

De ahí proviene el llamado polvo de Amaranth, el cual se fabricaba en base a un compuesto de hojas, hoy en día olvidado, por lo que dicho polvo, el poco que queda, es muy apreciado por aquellos que conocen sus características y beneficios curativos, no obstante, su elevado precio hace casi inalcanzable su adquisición.

Sus propiedades más conocidas las cicatrizantes, antiparasitarias y antioxidantes, aunque también se usa como diurético y depurativo. No obstante, existen otros usos bastante menos probados y en mi opinión, bastante surrealistas, como son el anclaje dimensional de entidades ajenas al plano material de existencia. No obstante, hay muchos locos o sectarios que creen fervientemente en esta última propiedad y de ahí que su precio, se dispare tanto, hasta ser inalcanzable.

En cuanto a los signos de los que hablaba la entrada del libro que les vendió el anzano, encontraron más bien poco.

SIGNO DE CONJURACIÓN:

Se trata de una serie de gestos manuales que ayudan en la realización de la magia de los ancestral.

También es conocido como Signo de Voorish o Signo de Voor. Seguramente el hechizo es originario de la tierra de Voor.

El Signo de conjuración forma parte de uno de los Signos de Poder.

 

SIGNO DE CONJURACIÓN:

El Signo de Koth cierra las puertas y custodia los Caminos..

El Signo de Koth forma parte de uno de los Signos de Poder.

 

En cuanto al último elemento, la daga de la Magia de Bolyne, nada encontraron. 

Buscar en la red a quienes habían realizado búsquedas similares a la que ellos mismos acababan de realizar, no era algo fácil. Iban a necesitar ayuda de técnicos informáticos especializados, pero estaba en la OFI y tenían muchos. No obstante, igual una petición así, iba a ocasionar demasiadas preguntas incómodas.

Estaba demasiado distraído, incluso diría que molesto o cabreado porque Chandrelle se hubiese comportado así en la sala de autopsias. Podía no creer en lo mismo que yo, pero no era necesario que ella misma eliminase con su propia voz unas posibles pruebas que podrían arrojar más luz. Así que al irnos de allí no dije nada y me senté frente al ordenador a buscar datos sobre aquellos polvos. Mi cabeza no dejaba de dar vueltas y sentía que siempre le daba a los mismos enlaces sin encontrar nada nuevo ni útil sobre la investigación.

Entonces Jones pidió el relevo y visiblemente molesto ya por no dar con nada, le cedí el ordenador. Mejor hacerlo todo desde el mío, con una sola IP que desde los dos. Así la versión que diese sobre todo aquello sería más creíble, sobre todo con el tema que nos ocupaba. - Veo que diste con algo interesante... - Dije apoyándome en el respaldo de mi silla con una mano y poniendo la otra sobre la mesa, con mi cabeza por encima del hombro del de mi compañera y sin pestañerar si quiera mirando la pantalla del ordenador.

Era increíble todo lo que había sacado en un momento.

Conseguir los demás datos era algo que no estábamos capacitados para hacer y no podíamos ir por libre preguntando por ello, destapando que formaba parte de la investigación que nos quitaron los de asuntos internos. Pero siempre había alguna opción más a todo esto. - Vale, escucha. No podemos ir con esto a los informáticos, no de manera oficial. Pero yo si puedo hacerlo de manera extraoficial. No sería la primera vez que les pido ayuda con alguna de mis cosas... ya me entiendes... luego quedo como el payaso de la OFI, se ríen unas semanas de mí y debo un favor a un informático que se termina cobrando. Esos no perdonan ni una.

» Pero como todo lo hemos buscado con mi ordenador, puedo subir con la dirección de la web y que la investiguen. Será un nuevo caso paranormal mío. Les pediré el rastreo de las IP y si alguna de paso buscó como llegar a Amaranth. En cuanto vean de que se trata, sabrán que no es de ningún asesinato ni nada... y las explicaciones pues... viniendo de mí, sobrarán. Y como el nombre de los polvos no figura en ninguno de los informes que se llevó asuntos internos, no debería saltar ninguna alarma. Pero esta vez, tendrás que mantenerte completamente al margen. Si vienes conmigo sospecharán que hay algo más. Mis locuras son mías y no tengo acólitos que me sigan.

Dicho esto, saqué una hoja impresa sobre la web con todos los datos. - ¿Qué dices? ¿Me dejarás actuar a mi manera y sólo esta vez? - ¿O vendrás conmigo y me joderás como con el forense? - Aún estaba resentido con aquello y sabía que tardaría en pasárseme. - Mientras puedes ir a solicitar un vehículo y equipo para ir a Sarns a investigar lo de la mujer de la nevera y nos vemos en el parking cuando tengamos todo. Quiero ver a ese viejo chino cuanto antes.

De regreso al despacho, había que hacer tiempo mientras recibíamos el informe forense pero sobre todo, había que encontrar información. Así que nos sumergimos en el ordenador como si fuese verano y él, el océano con aguas más transparentes y refrescantes que hubiera,

Daeric parecía molesto y quizás por eso, no consiguió hallar nada. No tardó en cederme el sitio y finalmente, conseguimos encontrar algo interesante.

-Vaya, aquí tenemos algo. Ingredientes... a ver... –comenté, leyendo para mí, mientras Daeric lo hacía también en silencio.

Llamaba la atención que el principal componente fuese una hierba de naturaleza protectora, mágicamente hablando, por supuesto, aunque para mí, eso solo tenía sentido en cuanto a que aquel que la usara, creyese en ella. Lo mismo ocurría con la sal. Todo el mundo sabía que era un elemento importante para rechazar lo negativo y purificar, si es que creías que hacía algo más que condimentar los alimentos. El caso era que si yo lo había encontrado… cualquiera podía hacerlo.

-Desde luego, parece que esto es bastante común –dije, sin dejar de leer y mostrando cierta indiferencia. Pero cuando encontré algo sobre el polvo de Amaranth… la cosa cambió -. Esto es diferente. El polvo de Amaranth es caro, lo que significa que únicamente habrá unos pocos proveedores. Lo siento, no me creo lo de los planos, pero lo importante es que quien quiera que lo comprase, sí. Necesitaremos hallar una lista de vendedores.

Después, continué buscando algo sobre los signos del libro, pero no me resultó especialmente interesante.

Cuando di por terminada la búsqueda, miré a Daeric.

-¿Y ahora qué hacemos? –le pregunté. Daeric parecía estar todavía centrado en la lectura y tardó un poco en responderme. Pero lo hizo con un grado de desconfianza mayor de lo habitual. Su solución no me gustaba, porque no me hacía ninguna gracia dejarle solo, pero mostraba una predisposición encomiable y eso merecía un voto de confianza por mi parte -. Está bien. Si lo prefieres así, lo haremos a tu manera. Pero eso no significa que no pueda seguir buscando yo por mi cuenta. Quien quiera que comprara el Amaranth, puede que lo hiciera a la antigua usanza, preguntando en las tiendas, así que podría mientras tanto ir llamando por teléfono para preguntar.

Daeric parecía estar conteniendo un cierto enfado. No sabía por qué era, pero quizás se tratara de que no estaba de acuerdo con él y eso a lo mejor, había terminado por pasarle factura. De todas maneras,  lo respetaba, a pesar de no estar de acuerdo con él, y entendía que también necesitase mantener su espacio.

-Me parece una buena idea. De todas maneras, buscaré unos cuantos teléfonos de las tiendas a las que llamamos, volveré a mirar por si veo alguno más que se nos haya pasado, y después me iré a pedir el coche.

Mientras Jones se quedaba en la oficina comprobando teléfonos y haciendo unas cuantas llamadas, su compañero Kharis fue a hacer de las suyas. Poco tardó Jones en comprobar que la única pista fiable en cuanto a tiendas de esoterismo era la que ya tenían. La mayoría de establecimientos a los que habían ido o llamado, no eran más que el producto de movimientos new age, mezclados con viejas tradiciones que nada tenían que ver en realidad con la magia y el ocultismo. Aquellas tiendas vendían en realdiad, baratijas y falsos remedios contra cosas como el mal de ojo.

Cansada de negativas, Jones se marchó en busca de un vehículo y le entregaron uno bastante nuevo para su sorpresa. Un vehículo totalmente eléctrico, un hyunwai fironic. La agente se puso a los mandos del volante y enseguida observó que no había palanca de cambio de marchas y que tan solo había dos pedales, el de freno y el de acelerar. Para manejar los controles había una serie de botones junto al reposabrazos derecho. Marcha adelante, marcha atrás, parada, punto neutro y freno de mano. Le costó sacar el coche del garaje, pues su manejo era completamente nuevo para ella, pero para cuando estuvo en la calle, ya lo dominaba a la perfección. Sólo le quedaba esperar a su compañero en el lugar indicado.

Kharis Daeric no era el único empleado de la OFI que estaba apartado en un zulo húmedo y oscuro. Neil Pjakovsky, uno de los informáticos del departamento, trabajaba en uno de los sótanos del edificio. No era el único informático de la OFI y posiblemente tampoco el mejor de ellos. Era un tipo un tanto extrano. En ocasiones se mostraba receptivo y en otras se reía de las ideas de Daeric, pero si Kharis le pillaba en un buen momento, podía ser de gran ayuda para la investigación.

El agente de la OFI se internó en una de las zonas de oficina y caminó sin parar, dejando atrás mesas con ordenadores e informáticos a lo suyo, con sus números y sus cosas. A medida que iba avanzando a través de aquel mar de cables y ojos curiosos, se percató de que los allí reunidos le miraban, le señalaban con el dedo tratando de disimular sin mucho éxito y murmuraban entre si. Al fin y al cabo, allí estaba Daeric el Espeluznante.

Finalmente llegó al final de aquella gran sala y entró en a través de una puerta. Unas escaleras oscuras, sólo iluminadas por la luz amabrina de una lámpara de techo, descendían hacia la guarida de Neil. Por alguna razón y pese a lo húmedo y oscuro del lugar, Kharis se sintió como en casa y cuando encaró los últimos pasos sonrió al ver la figura de su "amigo", si es que podía llamarlo así, sentado en un sillón de ordenador y dándole la espalda.

- Kharis Daeric... - Dijo con una voz profunda aquel tipo. - El espeluznante vuelve a necesitar algo de un paria como yo. ¿Por qué la OFI se empeña en ocultarnos en lugares subterráneos, sin luz natural y húmedos como la guarida de un oso? - Preguntó sin girarse para realizar una conexión visual con su interlocutor - Dime Daeric... ¿Qué va a ser ésta vez?

Podía ver las miradas con se clavaban en mí sin necesidad de girarme, sabía las palabras que salían por la boca de todos y cada uno de ellos. Ellos. Los verdaderos frikis. Los que pasaban horas delante de un ordenador, en el trabajo, en casa. Jugando a esos juegos de fantasía, basados en historias y leyendas de la realidad de Gea. Matando esas versiones digitalizadas de orcos, trolls y dragones, convertidos en magos, como si todo fuese un juego, como si nada fuese real.

Y hubo un tiempo que esa fue nuestra realidad.

Ese era el vínculo que nos unía y separaba a la vez. Ellos lo tenían como un juego, lo vivían y lo sentían a su manera. Yo creía en ello y lo vivía y sentía a la mía. Pero ellos lo separaban de la realidad y yo no. Así pues, procurando no mirarles, no hacerles caso ni escuchar sus murmullos, seguí mi camino a la otra guarida de la OFI. Aquella donde estaba Pjakovsky.

Nada más entrar sentí el mismo olor a humedad que en mi despacho y escuché su gruesa voz alzarse en el silencio que se generó en la habitación cuando dejó de teclear para atenderme. - Porque somos lo mejor de la OFI. - Le respondí a Neil. - Nos tienen que conservar con el buen vino y dándonos el hábitat correcto como los monstruos que somos. - Bromeé. - Y ojo, monstruos de lo buenos que somos. Así nos molestan menos y rendimos mejor y si no comprueba tus estadísticas con todos los que tienes más arriba. Sigues arrasando. - Le dije con amabilidad.

Neil no se iba por las ramas, precisamente por eso, porque era un genio y no tenía tiempo para andar con rodeos y yo no quería tener a Jones esperando tampoco demasiado tiempo. - Ya sabes... algo, personal, algo de Daeric el Espeluznante. Verás, investigando por ahí encontré algo raro... unos extraños polvos a los que se confieren propiedades mágicas. Están compuestos de cosas simples, como sal, hojas de hiedra y cosas más complejas... como restos humanos con más de 200 años y de un extraño polvo que no localizo.

» He estado buscando desde mi ordenador donde conseguir esos ingredientes, salvo la sal, que se que está en un supermercado. - Bromeé de nuevo. - Pero no he encontrado tumbas tan antiguas ni asaltos a cementerios digamos que en unos... 100 km a la redonda. El Polvo de Ibn-Ghazi está compuesto por Talco de Amaranth, algo de lo que no encuentro nada. Me gustaría saber si podrías encontrar algo sobre ese maldito talco y si alguien ha estado buscando tanto el Polvo de Ibn-Ghazi como sus ingredientes y donde conseguirlos en los últimos... tres ó seis meses. A tí no te costará nada y menos aún con esos nombres. Para mí es un mundo. Y si te lo preguntas... encontré esos polvos ya preparados en un edificio vacío, con cosas raras de esas que te suelen dar mal rollo. - No creía en la brujería o eso decía, pero no le gustaba hablar de ese tema. - ¿Me ayudarás?

- ¿En un edificio vacío con cosas raras? - Dijo extrañado. - No se, Daeric, pero mentir no se te da muy bien. Tú no vas a tientas, no te metes en edificios abandonados porqué si. Algo sabías, algo buscabas. - Sonrió. - Puedo ayudarte, pero sólo si me cuentas la verdad. ¿En qué coño estás metido? - Le preguntó seriamente. - ¡En mi puedes confiar, joder! Sea como sea, tendrás que darme unas horas. ¿Vale?

- No quiero meterte en más líos de los necesarios, Neil. - Dije calmando la voz. La verdad es que era muy mal mentiroso. - Y si esto se destapa, acabaremos todos los que nos metamos en un buen lío. ¿Sabes que asuntos internos nos ha quitado un caso, verdad? Pues a unos metros de la escena del crimen, donde encontraron al tipo con el agujero en la cara, había una vieja granja. Allí habían símbolos extraños en las paredes y ventanas, que me recordaban a símbolos de protección mágicos y alguien hizo un ritual en el suelo de esa granja.

» No se lo que hizo, no se lo que trajo o si se llevó algo... pero esos polvos son la clave para saber que hacía ese tipo allí dentro. Y yo creo que tiene que ver con el caso que nos han quitado, pero no lo puedo demostrar porque ya no tengo nada donde rascar salvo esos polvos y quienes los hayan intentado hacer o comprar. Por lo visto su venta es carísima, así que lo más fácil es que alguien los haya fabricado para sí. No voy a meterme en la investigación o más bien en la no-investigación de los de asuntos internos, pero cuando se huelan que estoy husmeando cosas tan cercanas al escenario de ese crimen, vendrán a por mi cabeza y a por las de quienes me ayuden. Así que lo que hagas, si es que lo haces, ha de ser discreto. Como tu sabes hacerlo. - Miré a Neil a los ojos. - Sabes que no puedo contar con nadie más por aquí y que no te lo pediría si no fuese importante. Puede que resuelva el caso de asuntos internos o que solo sea una casualidad y sean cosas distintas... pero me puede esto, lo sabes. Por eso me llaman Espeluznante Daeric. - Le dije con una sincera sonrisa.

- ¿Tan difícil era? - Le preguntó casi sin inmutarse. - Ahora ya sé que debo tomar precauciones extra. Te llamaré cuando tenga algo. ¿O prefieres que no? Si crees que es mejor, ven por aquí al final de tu turno. No sea que los teléfonos estén pinchados o algo...

- Sí, mejor me pasaré después y si te pillan ya sabes... una de mis locuras. No te compliques con más. Cuanto menos os salpique, mejor. Ya tenemos bastante con un Espeluznante en la OFI.  - Le dije con una amable sonrisa. - Te veo esta tarde... y, gracias.

Salí de allí y volví a la superficie. Era como entrar en una cueva y volver a la cilivización cada vez que iba a su despacho o al mío. No entendía porque nos tenían como monstruos si al final éramos de los mejores resolviendo casos y analizando datos. Crucé en silencio la zona de los informáticos. Era curioso que los mismos frikis me considerasen peor que ellos.

Tras pasar de nuevo por aquella zona, donde habían murmullos y comentarios fuera de lugar a los que procuré no hacer caso, me dirijí al parking, a ver que nueva "joya" nos habían dejado para la misión. Seguramente Jones estuviese hasta los mismísimos de esperarme.

Daeric se reunió con Jones de nuevo. Su compañera ya tenía un vehículo asignado. Se trataba de un vehículo totalmente eléctrico, un hyunwai fironic y además era nuevo. Ambos se introdujeron en el vehículo y pusieron rumbo a la tienda del andamio.

Daeric puso al día a Jones durante el trayecto. Neil Pjakovsky había aceptado ayudarle, no sin cierta reticencia al principio por saber dónde se metía. Neil no era imbécil y supo desde el principio que detrás de aquel interés había algo detrás mucho más importante que meta curiosidad.

Condujeron a través de las calles de la ciudad. A esas horas estaban abarrotadas de vehículos, como casi siempre y los atascos eran tediosos. Lo que podrían haber hecho en unos quince minutos, se hizo en casi el triple de tiempo, pero finalmente abandonaron la zona centro para dirigirse al barrio andando, donde se encontraba la tienda de Fhen Xui.

Aparcaron sobre la acerca después de dar tres vueltas a la manzana y no hallar sitio alguno donde estacionar. Por suerte, al llevar un vehículo oficial, no tendrían problemas con agentes de tráfico o el servicio de grúa. Fuera como fuera, ya estaban allí y rápidamente se encaminaron hacia el interior de la tienda.

El anciano se encuentra tras el mostrador. Estaba concentrado ante un viejo tomo páginas amarillentas que crujían a medida que las iba pasando. Portaba un anteojo con el cual examinaba una extraña piedra violeta, mientras parecía comparar sus características con lo que leía en aquel viejo manuscrito.

Tardó unos segundos en percatarse de que no estaba solo. Pese a que habían sonado las campanas de la puerta, no había hecho amago por alzar la mirada. Parecía estar algo sordo o simplemente, demasiado concentrado. Finalmente cayó en que no estaba solo y miró a los investigadores. Frunció el ceño.

- ¿Otla vez ustedes? ¿Qué quielen ahola? - Les preguntó sin tan siquiera saludar.

- Buenos días. - Dije con amabilidad al anciano. - Lamentamos molestarle de nuevo. Pero en vista de las pruebas surgidas ayer y bueno... que ahora no podemos confirmar ni corroborar, necesitamos o más bien necesito de su sabiduría. No quisiera entrar en muchos detalles, pero... ¿es posible levantar a los muertos? Ya sabe, crear zombis como en las películas, muertos vivientes cuya única manera de matarles sea con un disparo en la cabeza...

» Creo que los que jugaron la otra noche con ese demonio, alzaron al menos a un muerto de su tumba, este mordió a una persona normal y ambos fueron ejecutados con un disparo en la cabeza. Necesito saber si esa teoría es factible o si he visto demasiado cine de muertos vivientes, antes de irnos a investigar otro caso. - Le dije al anciano. Menos mal que no quería entrar en detalles, casi le digo el calibre del arma y donde los encontramos. - Y para que no dude, la mujer llevaba muerta semanas y la dentaruda coincidía con el mordisco que tenía el hombre en el cuello.

- Cleo que usted es suficientemente inteligente como pala sabel sumal dos más dos. - Dijo el viejo mirándole fijamente. - Tiene usted las lespuestas delante de sus nalices. - Se encogió de hombros. - ¿De veldad piensa usted que un viejo como yo tiene más lespuestas que un investigadol como usted?

- Se que mi teoría es cierta. Pero es una teoría. No puedo probar nada y solo yo creo en ella. - Dije dejando claro que mi acompañante no creía en esas cosas. - Y por mucho que quiera tirar por ese camino, si mi compañera no ve lo mismo que yo, difícilmente alcanzaré la meta. Si trabajase solo, no hubiese venido aquí a confirmar nada o si pudiese demostrarle a mi compañera que tengo razón. Pero lo segundo es imposible ahora mismo, salvo que nos encontremos con un... zombie delante avanzando hacia nosotros y dudo que tengamos esa suerte. - Le respondí al hombre con sinceridad.

- Creo que por eso nos pusieron juntos... para que yo no me dejase arrastrar por fantasmas y tuviese un anclaje en la vida real y algo similar para ella. - No iba a contarle al anciano los problemas depresivos de Jones. - No necesito que la convenza de nada, simplemente que diga o no si existe esa posibilidad... de que alguien que lleve semanas muerto, se alce en vida y trate de alimentarse de un ser vivo por... magia.

Miré a mi compañero intentando no mostrar emoción alguna. Entendía su frustración, pero si había algo que me irritaba era sentirme empujada en una dirección, continuamente, y sin tener en cuenta mis principios. La posibilidad de que existiese todo lo todo un mundo paranormal conviviendo con nosotros, me parecía tan absurdo como que hubiese trolls en zapatillas de deporte practicando footing por el parque, pero al menos, aceptaba lo que era necesario para proseguir nuestra investigación.

-Agente Daeric, nadie tiene que convencerme de nada, salvo de que esta posibilidad podría existir en la mente de nuestro asesino. Eso es suficiente para continuar la investigación. Lo importante, para mí, es siempre el móvil para cualquier crimen, lo cual solo podremos entender entrando de lleno en la mente del asesino, y si eso es lo que pretende conseguir, estoy con usted. Sé que no por creer en zombies y reanimación de cuerpos, se lanzará usted a cometer las mismas atrocidades, pero sus ideas solo podrán ser aceptadas por mí cuando no haya explicaciones alternativas, por poco probables que sean, posibles para explicar los hechos.

Tal y como estaba, me volví hacia el anciano.

-Y usted, déjese ya de ambigüedades. Tenemos varios asesinatos y alguien que seguramente, no se detendrá y continuará cometiéndolos. O nos ayuda diciéndonos todo lo que sabe, o ya procuraremos acordarnos de ello cuando descubramos a nuestro criminal y actuaremos en consecuencia. Así que deje ya de de hablar de lo que debemos saber o no y explíquenos con claridad, lo que sabe usted... ¡AHORA MISMO!

Al final, elevé la voz y coloqué las palmas de mis manos sobre el mostrador, mirando al anciano fijamente. Estaba cansada de tanta verborrea absurda e insustancial, y sobre todo, carente de toda lógica.

Aquel anciano miró a Jones con terrible enfado. ¡Aquellas no eran formas de hablarle y menos en su propia tienda! Se mesó la barba mientras miraba a la iracunda Jones y tuvo que contar hasta diez para no responderle con alguna de las lindeces que pasaban en esos instantes por su cabeza. Finalmente dirigió la mirada hacia el agente Daeric ignorando por completo a la mujer.

- Les he dicho todo lo que se. No plactico la niglomancia, ni se mucho soble ella, pelo se qué existe y que los cuelpos pueden levantalse después de mueltos, si se aplican las técnicas necesalias. La magia negla es peliglosa y muy podelosa agentes. Vayan con cuidado si siguen hulgando en este asunto. - Hizo una breve pausa. Si sabía algo más, parecía no estar dispuesto a comunicarlo. - Y ahola, si me permiten... - Echó un vistazo en rededor. - Tengo que atendel a mis clientes. - Estaban los tres solos en la tienda, pero ese era un claro mensaje para indicarles que la conversación había concluido por su parte.

- Gracias por su ayuda nuevamente. Sus palabras han sido muy reveladoras, al menos para mí. - Le dije con gesto amable y agradecido al hombre. Acababa de confirmarme que se podía hacer y que el camino era la magia negra. Claro que, gracias a la impaciencia de Jones, ahora ya no le sacaríamos nada más a aquel hombre y si quería hacerlo tendría que ir yo solo, como siempre...

- Agente Jones, podemos irnos ya. Como ve, el señor Xui es un hombre muy ocupado. - Le dije a mi compañera con ironía. Era la segunda vez en el mismo día que me estropeaba algo... me daba que en este caso, íbamos a tener muchos problemas de comunicación entre los dos. Una vez en el exterior me puse mis gafas de sol algo mosqueado.

- ¿A dónde vamos? - Pregunté a la agente nomecreonadaquenoveaytoqueapesardetenerlodelante. - Conducirá usted, ¿verdad? - Era un maldito coche de mujer, sin palanca de cambios, sin poder acelerar a fondo cuando quisieras... de no ser porque quería volver a esa maldita granja, hubiésemos ido con mi coche y ya le pasaría el kilometraje a la OFI. Aunque por desgracia, me veía yo conduciendo aquel trasto.

Muy moderno, pero un trasto...

El anciano se había molestado. En realidad, casi lo prefería, puesto que me estaba cansando de ir de un lado para otro sin obtener nada útil.

¿Podían reanimarse a los muertos? Para gente como esa, y para Daeric, sí. Para nuestro asesino, desde luego, también. Así que yo no necesitaba mucho más. Sin embargo, sentí la mirada de Daeric y cómo le había molestado mi actitud. Me sentí culpable, pero también cansada; no podía actuar como él esperaba ni tampoco armarme de paciencia cuando no la tenía.

En el coche fue donde noté más su irritación.

Pensé una respuesta adecuada a su pregunta, que no carecía de sarcasmo.

Sí, puedo conducir yo, y no se preocupe, si tenemos un accidente, estoy seguro de que alguien nos reanimará.

Pero en lugar de eso, simplemente asentí.

-Sí. ¿A la granja? -pregunté escuetamente.

- Depende del caso que esté llevando Jones, si el oficial o el que no cree que sea como digo. - Le dije a mi compañera. Que aquel viejo nos "invitase" a irnos así porque Jones no supiese controlarse un poco me molestó mucho. Igual que su "apoyo" con el forense. Menos mal que no vino a ver al informático. - Pero en ese segundo caso, poco tenemos que hacer, nos lo han quitado, ¿recuerda? y no creo que encontremos nada nuevo por allí, salvo que realmente le apetezca ir... por mí estará bien...

Estaba enojado, irritado y en ese momento me daba igual ir a la granja o ir a Sarns a ver que pasaba con aquella mujer, que era realmente donde debíamos ir. Pero si ahora ella queria seguir con el tema de la granja no se lo pensaba discutir. Solo se había cargado las dos fuentes que teníamos con su impaciencia y solamente nos faltaba que asuntos internos nos pillase husmeando por allí como dos estúpidos novatos. - Usted conduce, usted decide.

Era la manera más sencilla de atajar el problema.

Hablar era otra opción, pero la verdad era que en ese momento no tenía ganas de hacerlo y menos con ella. Quizás cuando el enfado se me pasase lo suficiente como para estar seguro de que no haría algo que hacía años que no hacía: gritar.