Partida Rol por web

El Cementerio de Perlas [+18]

El Consejo de Balam

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30/07/2020, 23:52
Tlatoani

Finalmente ambos grupos partieron hacia Xcalunkin, dejando atrás el sonido del exaltado canto que las sacerdotisas interpretaban antes y después de cada ofrenda. De igual manera los vítores y gritos de angustia del pueblo llano se fueron apagando.

Miguel se había apresurado a juzgar su situación. Al llegar al sitio donde habían sido emboscados por las tropas de Akyaabil, encontró que sus armas, el arcabuz, la espada y también el coleto, aguardaban por el bajo unos arbustos. Sin embargo, no habían señales ni del perro ni del negro siervo de Mencía.

Por el camino esta última y Bernardo se encontraron con varios venados extraviados. Al parecer aquellos animales no temían a los humanos, pues se acercaron prestos a olfatear a la pareja. El fraile le explicó a su asombrada compatriota que aquellos ciervos eran sagrados para las tribus del Yucatán.

El calor sofocante cedía conforme el día se iba. El viento comenzaba a arreciar cuando por fin llegaron a la aldea, donde sorprendentemente ambos grupos se reencontraron al mismo tiempo. Pese a partir con cierta ventaja, el paso del fraile había demorado a Mencía, permitiendo al resto de los castellanos y a los hermanos indígenas ganar cierta ventaja.

Balam se adelantó a recibirlos, con una sonrisa bondadosa en su rostro cansado.

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31/07/2020, 00:09
Balam

Un dulce y prometedor aroma sorprendió a los castellanos al llegar. Prevalecía incluso sobre el propio de la mezcla de tortillas calientes que escapaba de las cocinas de varios hogares, donde las mujeres se ocupaban en mezclar granos con agua, para luego verter la sustancia en vasijas de cerámicas ricamente ornamentadas.

El chamán dio indicaciones a una muchacha, que pronto retornó con un vaso humeante entre sus manos.

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31/07/2020, 00:17
Nicte

—Tomad —dijo la muchacha mientras les ofrecía un vaso con ambas manos.

El origen del misterioso y prometedor aroma quedaría resuelto tras el primer sorbo de los castellanos. Chocol para los Mayas, xocóatl más tarde para los Aztecas, la bebida obtenida mediante los granos de cacao era un privilegio reservado para los nobles. Si bien Bernardo estaba familiarizado con la sustancia, al igual que las hermanas, Ambrosio jamás había degustado tal honor, que ahora se extendía también hacia Mencía y Miguel. 

El cacao ya era cultivado por los mayas desde hacía más de 2000 años a partir de la fecha. La nomenclatura científica que se le asignaría al árbol de cacao posteriormente sería Theobroma cacao, que en latín significa "alimento de los dioses". En aquella ocasión, la chica había preparado el chocolate caliente cociéndolo con agua y para endulzarlo le había agregado miel silvestre, aromatizándolo con un poco de vainilla. Aunque desde luego esa era una de tantas recetas.

Mientras tomaban la bebida, la muchacha se acercó a Mencía, intrigada por el atuendo de la castellana. Juzgando aquel extraño sombrero como muy bonito, le ofreció cientos de granos de cacao como pago para un eventual intercambio. No sería la única; al advertirlo, media docena de mujeres abandonaron con premura sus labores de tejido para admirar las formas y el atuendo de la castellana y ofrecer sus propios granos.

Notas de juego

Eh, son los primeros europeos en probar chocolate ;D (a menos que Gonzalo Guerrero se os haya adelantado :O)

¿Qué querían puntos de experiencia? ¡Mejor una taza de chocolate caliente!

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31/07/2020, 00:25
Balam

El chamán recibió su propia vasija y bebió sin perder la sonrisa.

—Ambrosio. Eres un buen hombre y nada malo te pasará mientras seas nuestro huésped. Mi intención no era atemorizaros, sino probar el carácter de mis hijas y de mis consejeros.

Su mirada se detuvo unos instantes en Anayatzin y Bernardo, para luego fijarse en los desconocidos: Mencía y Miguel. Éstos últimos atraían las atención de gran parte de la tribu. Mientras Mencía era abordada por varias indígenas, varios niños se acercaron a Miguel procurando tocar sus extrañas prendas y admirando su profusa barba.

—¿Qué ha pasado? —inquirió de sus hijos y Bernardo— ¿Quiénes son vuestros amigos?

Notas de juego

Miguel y Mencía, el chamán os habla en español.

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31/07/2020, 09:47
Bernardo de Sarmiento

Balamb, he aquí que nos hallamos varios, y aquí esta mujer que está mi lado -estaba siendo rodeada por los vecinos del poblado, admirándola a ella y su atuendo eufóricos y casi temerosos al mismo tiempo- es Mencía. No es hija de esta tierra, sino de la que yo mismo procedo. Perdida se ha hallaba, al igual que Ambrosio e Iktán, que ya están aquí. Con ella viajaba un acompañante, creo que es ese de ahí -señalé al tipo de la barba poblada- que fue raptado cerca de Uxmal, y éste junto a vuestro hijo y el comerciante, fueron llevados la ciudad para ser partícipes del Juego de la Pelota. Todos vimos su gran actuación. Su presencia aquí no es fortuita, o tal vez sí, pero no voluntaria: no hemos tenido más remedio que reunirnos en nuestro hogar, pues el peligro en las calzadas de aquí a Uxmal es muy grande, sus guerreros parecen revueltos. Tal vez sus hijas o el propio Ambrosio les cuenten su periplo, pues ni yo mismo lo sé aún... -evité pues contarle algún que otro dato más de Mencía, por el momento-. Después degusté la popular bebida que había llegado a probar en algúna ocasión y olido algunas otras.

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01/08/2020, 12:38
Mencía Guzmán de Herrera

A veces, Mencía intentaba convencerse a sí misma de que simplemente estaba soñando y de que ni siquiera estaba en América, que despertaría en cualquier momento en su cama allá en la ahora tan lejana Alcalá. Sin embargo, en otros momentos se decía a sí misma que tenía que hacer uso de todos sus recursos para salir bien parada de aquella inesperada aventura. Como fuera, tras el ataque de los indios, el macabro juego y el intento de sacrificio, ahora se encontraba aparentemente a salvo y con Miguel al lado. Cuanto menos ya había dejado de preocuparse por cómo decirle a su esposa e hijos que el hombre había desaparecido.

Cuando pensaba que todo sería hostilidad y extrañeza hacia ella por su apariencia radicalmente distinta, la vida volvió a sorprenderla cuando aquellas mujeres parecieron maravilladas ante su atuendo, considerado bastante normal y corriente en Castilla ya que llevaba vestido, calzado y sombrero de viaje. Con una sonrisa, Mencía recibió los halagos e incluso se quitó su sombrero para dejar que las mujeres se lo probaran. Vanidosa, permitió que tocaran la tela, los adornos de las mangas y los bordados de su falda, incluso levantándola un poco para que vieran los zapatos y parte de las medias.

Sin embargo, cuando el jefe de la tribu se dirigió a ellos en español, Mencía prestó atención a sus palabras y después a las de Bernardo, quien indudablemente tenía mucha más experiencia tratando con los indios.

Gracias por vuestra hospitalidad —dijo a continuación —Mi protector —señalando a Miguel— fue secuestrado en el camino por unos hombres que pretendían sacrificarlo y... sus hijas y el padre me ayudaron a rescatarlo y nos trajeron hasta aquí. No somos enemigos, tan solo viajeros descubriendo estas tierras tan lejos de nuestros hogares —añadió.

Miró después de reojo a Miguel esperando que comprendiera por qué había obviado decir que su intención era instalar una granja de perlas en la costa. 

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01/08/2020, 14:44
Anayatzin

No le había gustado mucho la mirada que le había dedicado Miguel tanto a ella como a su hermana, pero sí le pareció bastante amable al estrechar su mano con la delicadeza precisa, así que le dedicó una sonrisa con la comisura de los labios. Quizás las miradas así eran comunes de donde él venía, en cuyo caso entendería que las mujeres se sintieran inclinadas a cubrirse tanto como lo hacía la castellana, pero no recordaba que Ambrosio o Bernardo hubiesen mirado así a alguien alguna vez.

No había entendido muy bien lo que decía el escolta al marino pero, por tono y fragmentos que sí comprendió, dedujo que los apoyaba en la decisión. Aún así no daba nada por hecho, así que cuando Ambrosio finalmente cedió Anayatzin celebró con una  enorme sonrisa de oreja a oreja, tan aliviada por el rescate inminente de su hermana como feliz por el voto de confianza que demostraba Ambrosio aun tras la mala situación en que se había encontrado antes. - No te vas a arrepentir. - dijo al castellano, poniéndose en marcha ella también - Muchas gracias.

Ya mientras se internaban en la jungla, Iktán volvió a sacar el tema del partido, y aunque había logrado evadir la insinuación de su hermana por las preocupaciones que entonces la aquejaban, ahora se le hacía más difícil evadir el crédito, que la hizo encogerse de hombros restándole importancia. - Los incendios tampoco fueron suerte. - sonrió orgullosa - Itzia y Bernardo hicieron un muy buen trabajo distrayendo a los guardias. Solo por eso hemos podido salir con tanta calma luego del partido. - agradeció a su hermana con una cálida mirada, pues la tranquilidad de poder salir de ahí con ambos hombres ilesos era simplemente impagable - Y sobre el partido mismo, mis maleficios no habrían servido de nada si no fuesen ustedes tan buenos jugadores. En realidad el crédito es de ustedes. - contestó convencida de ello.

Notas de juego

Rod, lo pongo así por el tema de los destinatarios, pero si prefieres que quede todo en un post edita nomás y los juntas <3

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01/08/2020, 15:45
Anayatzin

Durante el viaje, la revelación de su hermano sobre las intenciones reales de su padre no habían dejado de pesarle. Ya no solo por lo mucho que detestaba los engaños y triquiñuelas asociadas a intrigas, que a su parecer eran del todo innecesarias entre gente en la que confiabas, sino porque muchas preguntas habían surgido en su mente. ¿Había su padre hablado con los dioses realmente? ¿Había seguido sus designios? ¿O había sido todo eso parte del teatro para conseguir las respuestas que buscaba? ¿Que pensarían los dioses en ese caso? ¿Le traería aquella suplantación de los deseos de los dioses mala fortuna a Aquetzalí? A causa de esto, hizo la mayor parte del camino en silencio. De vez en cuando alzaba la vista, buscando a Ambrosio e Iktán como si necesitara asegurarse de que seguían ahí, pero luego volvía a enfrascarse en sus pensamientos.

Aún con todas esas dudas en mente, sonrió con cariño al ver el rostro cansado de su padre. Sabía que estaba haciendo lo mejor a su alcance para traer a Aquetzalí de regreso, y aunque no estuviera de acuerdo con algunos métodos y pensara consultarlo con él, podía empatizar con la urgencia que sentiría.

Tranquila, bebió de su taza aquel contenido que de amargo pasaba a ser una delicia al mezclarse con miel y especias, y escuchó la conversación. Sonrió suavemente al oír a su padre tranquilizar a Ambrosio. No le inquietó la mirada del primero, sino que la sostuvo, convencida aún de su postura en aquella reunión. Si era una prueba y la había fallado, la fallaría una y mil veces. Aunque quizás, en retrospectiva, argumentaría algo mejor.

Conforme con el resumen del fraile, miró ahora a su hermana. Prefería que fuera ella quien pusiera al día a su padre, aunque por lo que le tocaba de cuando no había estado ella presente, si tenía algo que añadir. - Mencía nos ayudó a rescatar a Iktán y Ambrosio. Vigiló incesantemente, protegiéndome alerta y atenta, e hizo todo lo que estuvo a su alcance siempre que se lo pedimos, preocupándose de ayudar y de no estorbar si alguna tarea le era dificultosa. Sin ella habría estado totalmente expuesta mientras ayudaba en lo poco que podía con el partido.

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01/08/2020, 19:35
Itzia

Durante el camino, Itzia se preocupa de que todos vuelvan, pero otras inquietudes aun la asaltan, de igual forma, según le parece notar, que a su hermana, que una vez más mantiene un silencio inusual durante el trayecto. Decide no indagar en ello, pues el día había supuesto un desafío para todos por igual.

Toma su vaso y bebe, reconfortándose con el Chocol tras la complicada jornada mientras otros toman la palabra, todos ya reunidos, para calma de la maya. Interpreta la mirada de su padre a Bernardo y Anayatzin con cierto egoísmo y orgullo; No la había mirado a ella, no necesitaba probarla. Por otro lado, no le pasa por alto la forma en la que se refieren a Mencía y a Miguel, el cómo son tratados por la tribu... Y la omisión de cierto detalle respecto a la pareja, que Itzia no puede pasar por alto, y aunque no les resta mérito, sigue siendo una incógnita que necesita despejar. 

- Como Bernardo ha explicado, seguimos a Ambrosio e Iktan por el sacbé hasta Uxmal, donde nos encontramos a... - Hace una pequeña pausa, tratando de recordar el nombre de la mujer, que Bernardo acababa de mencionar. - Mencía. Nos contó que Iktan, Miguel y Ambrosio habían sido capturados, pero ella había conseguido huir. Les seguimos la pista hacia Uxmal. Allí los pintaron como los veis y los echaron a la cancha de pitz. Con los maleficios de Anayatzin y gran habilidad los señores de la muerte reescribieron la historia, y sus vidas fueron perdonadas. - La seriedad de su relato amaina cuando se refiere al partido, derivando en una ligera pero satisfecha sonrisa, al rememorar el alivio y la increíble sensación de la victoria en aquel momento. - Mientras tanto, Bernardo sugirió usar el fuego como distracción, y eso hicimos. Para cuando se dieron los sacrificios, la atención de Uxmal estaba dividida. Los hombres escaparon, nosotras fuimos tras ellos, y Bernardo y Mencía volvieron para no llamar la atención. Pero hay una cosa más. - Mira a Mencía y a Miguel, y a la gente reuniéndose a su alrededor. El pueblo puede ser un factor comprometedor, pero si los castellanos no tienen nada que ocultar, esto no les supondrá un problema, y de lo contrario... Las circunstancias favorecen a la tribu en ese momento. - Mencía dijo que se dirigían a Jali-na. - 

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03/08/2020, 20:52
Ambrosio de la Nao

Finalmente alcanzaron la aldea, y aunque el cuerpo de Ambrosio le imploraba descanso, habían asuntos que resolver con gran premura ante el chamán. Antes de entrar, Anayatzin le confesó cómo se habian desenvuelto las cosas en Uxmal fuera del terreno de juego, lo cual devolvió buenos ánimos al castellano. — Más grato me resulta saber que fuísteis vosotros con vuestros tejemanejes y no la fortuna la que allanó el camino de nuestra fuga. — Reconoció con alivio. Con compañeros como aquellos bien podía tentarse a la más adversa de las suertes.

Grande fue su alegría al encontrarse de nuevo con Fray Bernardo y de comprobar que la dama castellana que había encontrado en el camino se encontraba también en buen estado. Deseaba charlar con el fraile y contarle la experiencia, pero sabiendo que fueron testigos de todo el juego y queriendo honrar las jerarquías de los locales, se limitó a saludar con sobriedad y recibir su tazón en lo que Balam empezaba a hablar.

Ruego que excuséis mi desconfianza, he recibido sobrada penitencia — Se atrevió a disculparse, haciendo un ademán con sus brazos aún pintarrajeados y lacerados por el intenso juego. — Jamás se me ha honrado con tantos cardenales como en esa pista, si bien a ninguno puede llamársele de excelencia — Comentó en referencia a las no pocas magulladuras que, pasadas unas horas, habían aflorado en toda clase de violetas y verdes bajo su piel. Con ello no pretendía sino congraciarse un poco entre sus compatriotas y quitar algo de hierro a la situación, que buena falta hacía. 

Mientras los demás hablaban, bebió de su cuenco de xocóatl. El dulzor y el aderezo de aquel brebaje agradó al castellano, que junto al hambre que arrastraba desde que salió de la aldea, lo tomó sin demasiados miramientos a grandes tragos. Quizá, algún día, aquello pudiera llegar a gustar a los europeos. Pensó en qué tal estaría con un chorro de licor, pero estando en ayunas y en tan importantes circunstancias, no quiso hacer tal petición. Luego de un buen sorbo, Ambrosio asintió respaldando las palabras de Itzia. 

Y nos encontramos con unos cagalindes, con Akyaabil a la cabeza— Añadió, y hubiera escupido de no encontrarse bajo el techo de un hombre tan poderoso. La revelación sobre el lugar al que se dirigían Miguel y la dama Mencía le hizo abrir los ojos como platos. — Pues no sois los únicos que han ido para allá, al menos un par de bergantines ví yo hace poco cabotando en esa dirección.
 

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03/08/2020, 21:14
Miguel Hermoso del Álamo

Quizás fuese la providencia de Cristo el poder haber encontrado sus cosas en el camino y cruzarse con la señora Mencía justo a la llegada al pueblo, así que Miguel no perdió tiempo en ponerse su coleto y recoger su armamento. Lo que Dios quita, Dios da después. Pensó ciertamente contento. Se acercó a su señora nada más verla.

-Por las barbas de Jesucristo, Doña Mencía, ya pensaba yo que no iba volver a verla- Le comentó con una sonrisa en la boca.

-Esos indios hideputas han estado a punto de darnos la de san Sebastián de Milán, pero bueno, me alegro de que usted haya podido salir sana y salva, casi me cuesta el pellejo, pero esos riesgos vienen dentro de la profesión- Continuó con su sonrisa, hablando de manera práctica, era cierto que estaba contento por verla de nuevo.

...............................

Pareció que los indios de aquella ciudad los acogieron bien, y cuando Miguel probó aquella taza de Xocoatl pensó seriamente que, si ya estaba bueno de por sí, como acompañamiento para unos churros sería más perfecto aún.

Los niños se le acercaron, tocando la espada y es coleto, curiosos, así que se agachó, y a pesar de no entender ni papa del idioma indio, se puso a hablar con ellos.

-Barba, esto es una barba- Les comentó con alegría, mesandose la misma, pues tal y como era habitual, ningno de los de allí la tenía tan grande y frondososa como los europeos.

Le daban golpecitos en el coleto, y mecían la espada en su vaina, algunos incluso tocaban el arcabuz, intrigados ante tales objetos nunca vistos en su corta vida.

Miguel dejó que tocasen las armas, aunque tuvo especial cuidado en que ninguno se cortara con la espada, no fuese a provocar un espectáculo antes de tiempo.

-Esto- Dijo poniéndose de nuevo en pie, esapada en ristre -Es una espada, espada- Hizo un par de gráciles movimientos.

-Zas, zas, espada- Y así estuvo un rato, hasta que el jefe y padre tanto de Iktan como de las muchachas los hizo llamar.

Miguel escuchó pacientemente a unos y otros, sabedor o más bien entendedor, que su turno era el último de la ronda, pues no tenía ni el don ni el tacto de la palabra, él era como era, sin importarle hablar con un jefe tribal, un rey o un panadero. Las cosas eran como eran.

-Mi muy noble señora se gana la vida haciendo negocios, si no entienden esa palabra, es comprar y vender cosas para sacar beneficio, una noble profesión de nuestra tierra- Era directo y claro, como soldado que era, no tenía tiempo para tonterías.

-En esas estábamos, de camino a una ciudad, cuando nos asaltaron los indios del tal 'Aikabil', al que juro por Dios nuestro señor que le cortaré el gaznate tarde más o tarde menos-

-El resto, gran jefe, ya se lo han contado, al intentar ayudar, caímos presos su hijo Iktan, el marino de la Nao y yo- Asintió al recordar aquello.

-Mi deber era ese, como protector de mi señora, no podía hacer otra cosa que aguantar allí para que ella se salvara, su hijo y de la Nao lo hicieron por orgullo y bravura, igual que cuando jugamos a aquel extraño juego de pelota, cada uno hizo lo que mejor sabía hacer, por eso ganamos, no somos idiotas gran jefe, algunos manejaron la pelota con mucha fineza- Sonrió con picardía

-Yo, como no tenía el ánimo ni la destreza para manejarla, me dediqué a pelear con todo el equipo contrario, que es lo mejor que se hacer, el hideputa de 'Aikabil' aún estará rabiando por el puño en la boca que recibió muy gentilmente de mi parte- No le quedó otra que reir ante tal episodio.

-Luego supimos de la intervención de sus muy bellas hijas y de fray Bernardo, y ya está, aquí estamos, sanos y salvos gran jefe-

Lo único que no le gustaba era que no veía a su perro, una muy mala señal que amenazaba con ensombrecerle el ánimo.

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03/08/2020, 22:44
Balam

El chamán asentía lentamente, bebiendo pequeños sorbos de su taza de chocolate a medida que los acontecimientos de aquel largo día eran explicados por sus protagonistas. Una sonrisa conciliadora asomó en sus labios al notar cómo Mencía y Miguel correspondían a las muestras de atención de los suyos. No hizo ademán alguno por ahuyentar a los miembros de la tribu, que, estupefactos y emocionados, seguían abordando por todas partes a los nuevos castellanos. 

—Gracias a todos por colaborar en el rescate de mi hijo. Ganar el partido de pitz no ha sido más que otra señal de los dioses, así como vuestra presencia hoy en nuestra humilde aldea —explicó mirando a los nuevos castellanos— Creo que podéis ayudarnos con un asunto desafortunado.

Extendiendo un brazo profusamente tatuado, les invitó a su hogar, una estructura de piedra cuya entrada se asemejaba a las fauces de un gran monstruo, cuyo aspecto sólo puede ser descripto como una extraña mezcla entre jaguar y humano.

—Una de mis hijas, Aquetzali, ha sido raptada por varios de los vuestros. En el combate perecieron la mayoría de los guerreros de mi tribu. Si Akyaabil decide atacarnos, estaremos en graves problemas. Como vuestra ofrenda a los dioses ha sido rechazada, asumo que no se han dado cuenta que entre sus captores se hallaba uno de mis hijos. De lo contrario, ni todas las victorias en el pitz hubieran cambiado su destino.

Y es que los nobles constituían el sacrifico de mayor prestigio a los dioses.

—En todo caso, Itzia ha mencionado algo peculiar que puede ayudarnos a comprender cuál es la causa del interés de los vuestros en la isla de Jali-na, donde creemos que se han llevado a Aquetzali. Doña Mencía, Don Miguel, ¿cuál es el origen de vuestro interés en tan aciago destino?

A continuación se dirigió a Bernardo.

—Sacerdote Bernardo, os he enseñado todo lo que sé. Deseo que encontréis puntos en común con esta gente para que nos ayuden a recuperar a mi hija. Debemos entender por qué causa han ido a la isla para poder concebir una estrategia que nos permita su pronta recuperación. Itzia, tu debes ayudarme con unos rituales preparatorios que os protegerán por el camino. Anayatzin, Ambrosio e Iktan, ayudad al fraile y a los castellanos en todo lo que necesiten.

El chamán se sentó con las piernas cruzadas en el centro de la habitación.

—Y ahora... escucho vuestras propuestas.

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07/08/2020, 19:17
Mencía Guzmán de Herrera

Mencía dio un sorbo a aquella bebida extraña pero reconfortante mientras escuchaba hablar a los demás. Dedicó una sonrisa a la chica con la que había vivido gran parte de aquella aventura, la joven hechicera que puso en valor su papel en aquella gesta aunque tan solo se tratara de permanecer vigilante a los alrededores mientras ella ejercía su magia. Sin embargo, su hermana desveló el auténtico destino que le unía a Miguel y en su rostro se dibujó la preocupación pues no quería tener más problemas. El otro castellano, el tal Ambrosio, parecía cómodo entre los indios y les informó de que al parecer un par de barcos se dirigían también hacia la supuesta zona de perlas.

Por suerte Miguel supo reconducir la situación anunciando a Mencía como comerciante, algo que no era mentira pero que sí ocultaba la intención de explotar los recursos de la zona para llevárselos a Castilla. Aunque la conversación derivó a otros temas, Mencía vio que había toda una trama en aquella historia que incluía a una especie de princesa secuestrada y a un villano con ganas de venganza. Apasionante sería de haberse representado sobre el escenario de teatro y no en la vida real.

Entonces, Balam volvió a interesarse por el periplo de Mencía y Miguel. La dama carraspeó alisándose la falda del vestido con los dedos extendidos, descubriendo algún que otro rasguño en la tela.

Veréis, mi señor, en nuestra tierra se habla de la isla de Jali-na como un lugar mítico lleno de misterio y tan solo quiero verlo con mis propios ojos para poder ilustrar a mis compatriotas a mi regreso —dijo tras un carraspeo, intentando recordar las leyendas que había escuchado de esa isla durante el viaje —Se afirma que allí comienza el mundo de los muertos, ¿no es así? —. Miró a Miguel esperando que comprendiera que no podían decir simplemente que estaban allí para llevarse sus perlas.

Por otro lado, tanto Miguel como yo nos sentiremos honrados de ayudar a recuperar a vuestra hija secuestrada ya que ellas rescataron a Miguel, sin el que aquí estaría perdida —añadió para desviar el tema mientras señalaba a Anayatzin e Itzia, dedicando a Balam una mirada decidida pues realmente hablaba con convencimiento. Su sentido del honor le impedía marcharse de allí sin más.

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08/08/2020, 14:22
Anayatzin

Al ver a Miguel interactuar con la gente de la tribu, el ceño de Anayatzin se frunce con una sonrisa divertida. No sabía si algún día acabaría de comprender al menos mínimamente a ese hombre, como ya creía conocer a Ambrosio y Bernardo, pero sí tenía claro que era infinitamente más peculiar en sus formas.

Tras hablar, se alegró de notar la sonrisa de la castellana, y la correspondió igualmente, unos momentos antes de que la disculpa de Ambrosio ampliara la mueca en sus labios. Era un comienzo. Y era cierto que había sido castigado por su desconfianza también, el cuerpo del pobre hombre lo demostraba con creces, si no fuera suficiente la horrible experiencia que había tenido que vivir.

Mientras bebía, escuchó a su hermana hablar en más detalle de la travesía y, conforme con su relato, asintió, hasta que la última frase de esta le sirvió de necesario recordatorio. En todo el revuelo Anayatzin había olvidado completamente mencionar que efectivamente los castellanos se dirigían a la isla, y que aún tenían por explicar qué querían hacer ahí. Las palabras de Miguel le llamaron la atención. No estaba del todo segura de qué podría querer vender Mencía si cuando la encontraron no tenía nada en los manos, o qué comprar si no llevaba nada de valor más que lo puesto para intercambio, y quizás esperando alguna especie de explicación sobre lo que suponía era una costumbre que ella desconocía, sus ojos buscaron los Bernardo y los de Ambrosio alternadamente, esperando obtener respuesta.

Un momento después, tras una breve sonrisa de orgullo a su hermano por lo que relataba el escolta sobre su intervención y virtudes, su ceño se frunció al recordar el gesto de disparo que había simulado Miguel. Por un instante, mientras este hablaba de su habilidad para la lucha, Anayatzin le dedicó una mirada de desaprobación, aunque sin contexto apropiado estaba claro que no serviría de nada.

Cuando la atención volvió a la isla de Jali-na, Anayatzin volvió a concentrarse en lo que les atenía. Por como lo explicó Mencía, le pareció entender que quisieran dirigirse ahí. Si ella hubiera escuchado los mismos relatos, probablemente aquel habría sido su primer destino y el que más curiosidad le provocaría. Sin embargo, las historias con las que había crecido ella hablaban de un lugar mucho menos prometedor y del que merecía la pena mantenerse alejado. La joven solo se limitó a asentir frente a la pregunta de Mencía, sabiendo que su padre sabría explicar mucho mejor los peligros de la isla que ella, pues había sabido inculcarles bien el respeto a la isla tanto a ella como a sus hermanos.

Agradecida, pues no esperaba realmente que se quedaran a ayudar luego de tamaño susto, Anyatzin sonrió a la castellana, encantada de poder contar con ellos también. Entre más gente ayudara, y más castellanos también, más posibilidades tendrían de sacar de ahí a Aquetzalí sin más peligro del necesario.

Así haremos - se limitó a contestar a su padre, para luego mirar a Itzia con orgullo. Tendría el honor de ayudar a su padre en los preparativos, y era imposible que a Anayatzin no le alegrara los beneficios que su hermana había conseguido con más que suficiente mérito.

De estrategias de rescate la joven no sabía mucho, así que por el momento se limitó a escuchar si alguien más adepto al tema trazaba algún plan. Quizás podía aportar una cosa o dos entonces, pero no se sentía realmente preparada para hacer una propuesta por sí sola.

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10/08/2020, 03:16
Itzia

A pesar de alegrarse por la forma en que Mencía y Miguel responden a la atención de su pueblo, Itzia no contempla la escena desde un prisma positivo, viendo en esta cierto grado de ingenuidad. Supone que la gente confía en ellos por que han llegado con las hermanas y el fraile, pero después de todo siguen sin saber nada de los recién llegados, que bien podrían tener relación con quienes hacen tan poco se llevaron a Aquetzali y les hicieron tanto daño, y aun así, les rondan como moscas.

Itzia no termina de comprender la situación como no termina de comprender el chascarrillo de Ambrosio. ¿Qué tienen los cardenales de excelentes? En cualquier caso, lo deja pasar. No es el momento para preguntas lingüísticas, si no del proceder de los relatos y las respuestas, en las que se revelan en apariencia los motivos de Mencía y Miguel. Él parece visceral; Impulsivo pero a la vez honesto. No son sus cualidades favoritas pero aprecia la autenticidad, por singular que le resulte el castellano. 

Balam, tras compartir las inquietudes de la tribu, le recuerda a Itzia las suyas propias y el miedo que sufría unas horas atrás mientras pintaban a los hombres de azul, temiendo que reconociesen a su hermano, pero el chamán rápidamente continúa con las preguntas pertinentes para planear y poner en marcha el rescate que siguen teniendo pendiente, involucrándola en los preparativos. - Será un honor, padre. - Asiente con la seriedad pertinente, pues a pesar de que parece que su duro día aun no ha acabado, su llama late con la misma fuerza, si no más tras la gran victoria de la jornada, y ante la que le queda por alcanzar. 

Si bien inicialmente no cuenta con ninguna propuesta, sí tiene algo que decir. - Yo tengo una pregunta. - Aclara, antes de dirigirse a Miguel y a la comerciante, que ante la situación, se reafirmaba como aliada. - ¿Hay algo que hayáis oído que explique por qué llevarían allí a Aquetzali? - Procede, con una preocupada intriga, esperando poder discernir algo que indique que su hermana sigue bien. - ¿Hay más gente buscando Jali-na? - Después de todo, la mujer viene por las historias, para verla y contar más historias... ¿Cuánta atención podría tener ya la isla sin que ellos no lo supieran?

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10/08/2020, 19:36
Bernardo de Sarmiento

Tras saludar amistosamente a Ambrosio (mi corazón dejó de encogerse al verlo allí, de nuevo, retornado entre nosotros), escuché por primera vez al Miguel, un tipo apuesto y fuerte, alguien bien dado al combate. Me alegró que estuviera del lado de Mencía, al parecer, desde hacía tiempo, pues yo la había acompañado durante la selva con ánimo de defenderla, pero no era yo hombres de armas. Y cada vez menos de fe. Tomé mi tazón de Xocoatl y lo llevé dentro del palacio del Gran Balam. Entonces escuché la petición y pregunta del chamán para con todos nos, es decir, qué hacer ahora. Luego atendí a Mencía y después a las hermanas. Buena pregunta era esa, la de Itzía, que no sabía porqué habrían raptado a Aquetzali para llevarlas a Jali-na.

No se me ocurre nada, Itzía. Aquí, en esta comunidad, hay riquezas que Castilla, Portugal y otros reinos desean más allá del mar, y bien lo saben estos dos buenos hombres y ella misma -señalé con la mirada a Mencía, y también a Ambrosio y Miguel-. Y también hay más riqueza, por lo poco que se, en Jali-na, y en otros tantos sitios del Mayab si uno se precia a buscar y preguntar... Sólo se me ocurre una razón por la que haya sido raptada. Tal vez ande equivocado -carraspeé un poco, temiéndome lo peor-. Quizá... ¿hacer casar a la joven con algún buen capitán de los del ataque? ¿o tal vez un jefe suyo? Un blasfemo divertimento el de Aquetzali para los castellanos que pisan esta tierra... Y ojalá mis palabras solo sean humo de hoguera.

Balam... -entonces me giré, mirándole a él-. El juego del Pitz y los sacrificios de sangre, al igual que las ofrendas en los cenotes... todo está muy bien para aplacar la ira o guarecer la benevolencia de los dioses. Pero los castellanos no vislumbran estos dioses. Vislumbran un único dios... El pecado. Y uno de ellos es la opulencia. Si vamos a la Isla de Jali-na haré todo lo que sea por tratar con los captores, si así fuera menester, pero no sólo con la palabra habremos de convencerlos. Armad unos fardos, os lo pido, con piezas de jade, resinas y prendas ligeras. También con cuanto creáis necesarios y podamos trocar y doblegar su confianza para llegar hasta Aquetzali. No somos rival si nos presentamos ante un ejército invasor, pero tal vez podamos pasar entre ellos como comerciantes o gentes de cierto valor... -apostillé-.

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13/08/2020, 11:14
Ambrosio de la Nao

Ambrosio escuchó las intervenciones de sus compañeros con gesto somnoliento, si bien se esforzó en no mostrar una apariencia de desinterés, mas la agitación de aquel día había sido bastante y le estaba pasando factura. Sus ojos cansados miraron con escepticismo a la dama Mencía y a Miguel, pues sabía de buena mano que aquellas islas jamás habían sido pisadas por los castellanos y no le casaba la idea de que se fueran allí por el capricho de la dama de ver las mencionadas singularidades. Bernardo mostró la misma sagacidaz, pero, al igual que él, optó por no señalar precipitadamente a sus nuevos compañeros. Ya hablarían más adelante y esclarecerían ese asunto, pero no era el lugar.

Resultaba perturbadora la idea de que el secuestro estuviera orquestado por sus enemigos para congraciarse con el adelantado de turno. Llevando prácticamente toda su vida en el Nuevo Mundo, Ambrosio sabía de buena tinta que a los castellanos les acompañaban los rigores y sufrimientos propios de cualquier guerra allí donde desembarcaban. No podía estar más de acuerdo con el fraile respecto a sus motivaciones, y eso mismo era lo que debían explotar a su favor.

Concuerdo en que enfrentarnos directamente no es la solución. Debemos hacerles razonar y negociar con ellos, a fin de cuentas son nuestra gente y nos escucharán. — Sugirió rompiendo su silencio. 

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14/08/2020, 11:13
Miguel Hermoso del Álamo

Sin duda alguna, Miguel no era quién para discutir las palabras de su señora, si ella abía contado esa gran mentira, por algo sería. Él estaba para lo que estaba, y la apoyaría siempre en cualquier situación. Se dio cuenta de las miradas del fray y del marino, por lo que estaba seguro de que más adelante pedirían explicaciones más profundas. De momento, no había llegado esa hora.

-Si vamos tós juntos, los españoles no nos harán nada, mi señora se hará cargo de tó, y si alguno tiene el valor de intentar tocá a alguna de sus hijas, jefe Balam, seré yo mismo el que se la corte-

Luego volvió al asunto principal, respondiendo a Itzia

-¿Motivo? Creo que está claro, si tu hermana 'Aquechali' es iguá de bella que vosotras, ya te puedes imaginá para qué la querrán, si fuese por un motivo digamos más diplomático, ya se habrían puesto en contacto con tu padre el jefe Balam- Se encogió de hombros.

-A mi me es iguá que sea una muchacha india, española o del cipango, si doña Mencía dice que hay que rescatarla, se la rescata y punto, todo bien por mi parte con ese asunto-

Finalizó.

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14/08/2020, 22:55
Itzia

Si bien aprecia que los castellanos se muestren cooperativos y dispuestos, Itzia no se contenta ni con sus sugerencias sobre Aquetzali y por lo que esta pueda estar pasando, aborrecida, ni con sus ideas sobre cómo afrontar la situación debido a la injusticia de esta. - Así que nos atacan sin motivo, toman lo que quieren, ¿Y ahora tenemos que negociar con ellos y dar aun más a cambio de lo que ya era nuestro? - Les cuestiona molesta, llena de rencor hacia sus atacantes y reacia a aceptar las nuevas opciones que la presencia de los castellanos abre a las hermanas.

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15/08/2020, 13:30
Bernardo de Sarmiento

No es negociar para enriquecernos, no es negociar para salvarnos nosotros... es hacerlo para salvar a Aquetzali. La pólvora y las armas castellanas no tienen comparación con los arcos y las flechas. Cuando vos oigáis una culebrina tronar, querida Itzía, la temeréis como yo lo hago cuando pienso en ello..., cuando los soldados de este poblado vean los caballos que montan... -entonces me detuve, presa de la desesperación, pues llevaba mucho tiempo en esta zona del Mayab, pero aún recordaba el potencial conquistador de Castilla...-.