Partida Rol por web

De nueva cuenta el sirviente acudió a su señor para buscar aprobación y consejo. El noble quien en el fondo escuchaba todo lo que allí se decía parecía no muy a gusto y más aun después de que el sirviente con su pausada entonación le volviera a repetir los hechos. Al fin, suspirando profusamente el noble pareció dar una respuesta afirmativa al sirviente y le indicó se los comunicase a los mercenarios.

-Mi señor acepta el trato bajo nuevas condiciones inapelables, él espera que consideren que no puede confiar ciegamente su dinero. Por ello les ofrece 50 chelines para cada uno ahora mismo y 55 más mañana al amanecer cuando partamos-. Tal como si ya tuvieran todo listo, el noble saco de entre sus ropajes finos un abultado saco con dinero al cual añadió unas pocas monedas que resonaron al tocar el fondo, para luego hacérselo llegar al sirviente.

-Si aceptan el trato…- dijo el sirviente levantando ligeramente el saco pesado que sostenía ahora en su mano izquierda, -mi señor espera que lo encuentren mañana por la mañana en el puerto, justo antes de despuntar el sol. Los esperaremos en la barcaza Gaviota azul en la cual viajaremos solos hasta el otro lado del río-. El sirviente se quedo allí esperando tras sus palabras, su mano poco a poco aquejaba por el peso del saco, pero nada podía hacer hasta que los mercenarios tomasen o rechazasen el trato.

Todos parecían estar de acuerdo en que no podían acompañar al mercader más allá de Lieske, así que esa parte del trato quedó sellada enseguida. Incluso a todos parecía parecerles justo el pago de 15 chelines diarios por cabeza.

Sin embargo, Grii seguía actuando como un enano especialmente quisquilloso con el dinero, pidiendo la mitad del pago por adelantado. El bretoniano parpadeó, mirando a Melenarroja. Estaba pidiendo una gran suma y, la verdad, sería lógico suponer que no quisieran pagarla de golpe o que se negaran a ello. Más no pasó ni una cosa ni la otra, sino que se ofreció una alternativa bastante buena.

- A mí me parece justo.- comentó Gerard.

He contemplado el regateo de un lado a otro callada, puesto que se habla de un concepto que nunca se me ha dado bien como es el dinero y los pagos. Desde luego, no tengo intención alguna en proteger a un humano esperando semanas quieta, pero si sirve para cumplir la misión y apoyar la recuperación del honor en la que estamos trabajando, no me importa acompañar una caravana durante un tiempo. Y diría algo al respecto, pero mis amigos ya lo hacen y por ende no hace falta que suelte palabra.

Cuando por fin parece que tenemos un trato, y parece también que es el momento de asegurar si sí o si no, yo asiento tras la corroboración del bretoniano. No sé si es un buen trato y una buena paga, pero no tengo claro de si podríamos conseguir otra cosa, y yo desde luego no voy a intentar mejorar el precio de manera alguna.

Parecía que al final habría acuerdo, este era bastante razonable e incluso llegaría a ser provechoso para nosotros. Grii había conseguido un adelanto sustancioso como todo buen comerciante, aunque un poco osco en las formas.....la vieja raza, las viejas costumbres......

- Parece que ya tiene sus mercenarios. Sonrío ante los dos hombres. - Mañana, estaremos esperándoles en el puerto. 

Aun quedaba el tema de como y donde pasar la noche. Quizás en el establo de esta misma posada o en alguno de los almacenes que se encontraran cerca del puerto. Pero la noche ya era próxima y muy probablemente esto sería un grave problema.

Viendo que la negociación había ido bastante bien y que todo paracía estar resuelto, doy una palmadita sobre la mesa antes de alzar los brazo y comenzar a levantarme

Pues parece que ya está el tema resuelto. Ahora deberíamos de intentar buscar algún sitio donde pasar la noche ¿no os parece?

Había pasado una noche poco cómoda, no solo por la falta de un lugar apropiado en donde descansar si no por haber tenido que pasar parte de la noche no solo atendiendo el asunto de las mercancías y buscando un aposento para descansar, sino que durante todo ese tiempo habían tenido que ahuyentar consecuentemente a los masas de refugiados que intentaban hacerse con algunas de sus mercancías.

A la par, había estado el problema de que la ciudad era una fuente de bullicio, durante toda la noche no había habido un minuto de silencio. Acostumbrados a andar en pequeños poblados, en granjas y con los elfos, el silencio de la noche o más bien, los sonidos naturales de las afueras de las ciudades, se habían vuelto parte de ellos; por ello ahora, con tanto ruido caótico, era difícil no sentirse incómodos.

La mañana los había despertado con aun mas bullicio; los pobladores de la ciudad se arremolinaban para llegar a sus trabajos, para encontrar algo que comer o incluso para poder robar algo por entre los transeúntes. Todo ello provocó que fuera muy difícil hacerse paso para llegar hasta el puerto e incluso llegaron apenas a tiempo.

Ya allí los esperaban el noble con su carromato, el cual con la asistencia de sus sirvientes, ya estaba siendo subido a la barcaza, la cual tal como les habían comentado la noche anterior, tenía por nombre, Gaviota Azul. Ésta, no difería en nada notable de cualquier otra barcaza que hubieran visto hasta ahora salvo por un hecho importante, no había más pasajeros aparte del noble, su esposa, su sirviente y el cochero; con ellos abordo la barcaza tendría una aceptable cantidad de pasajeros, pero lo cierto es que aun tendría suficiente espacio.

El camino no era largo, pero el bullicio era tal que estaban tardando una barbaridad en llegar al puerto. 

Siempre con sus pertenencias cerca de su mano y el ojo en el martillo por si alguien se acercara mas de la cuenta, el Melenarroja siguió arreando a las bestias para llegar al destino a tiempo. Y allí estaba.

La Gaviota Azul... No me gustan los barcos humanos. Son de fabricación endeble.

- ¿Tenemos todos lo que necesitamos? ¿Habéis comprado munición y el resto de cosas que os hacen falta? En cuanto salgamos no podremos comprar nada. Espero que haya sido así. Cuando montemos mirad si la tripulación parece de fiar, la situación del barco. Si alguien nos sigue. Si ese humano requiere de nuestros servicios puede que esté solamente amenazado por esas bestias... Atentos todos.

Dicho esto y tras acercarse procedió a descargar todos los enseres de la carreta que pudieran verse. Estaba claro que el féretro iba a quedarse donde estaba. Saludó a la tripulación y al noble y esperó las palabras del hombre.

La noche en las caballerizas fue un pequeño infierno en la Tierra. El bullicio de la ciudad que por el día había sido un incordio por la noche llegó a ser insoportable, esto unido a tener que compartir el lecho con cientos de alimañas de ciudad así como con otros tantos viajeros y expatriados, hizo que la noche lejos de permitir el descanso fuera una tortura. Cuando el amanecer llegó y con ello la hora de partir mi humor no era el mejor para iniciar una conversación, mucho menos una misión.

- Maldita ciudad....digo mientras me masajeo el cuello......menos mal que ya la dejamos, otra noche como esta y creo que me daría algo.

Avanzamos por las aun atestadas calles, con algún que otro empujón e improperio por mi parte a cuantos se metían en medio impidiendo que avanzara. Escuchando como el bullicio que no aparado en toda la noche, empieza a subir de intensidad. Una vez en el puerto conseguimos encontrar el barco en el que ya nos esperan nuestros clientes. Respondo ante la pregunta de Grii de nuestro aprovisionamiento. 

- Grii....siquiera he pensado en sacar el monedero en esta ciudad. Si nosotros hemos hecho un buen negocio vendiendo, ellos intentarían sacarnos hasta la última moneda por una misera flecha.

Una vez desmonto del caballo, tiro de los arreos para subirlo abordo del barco. Saludo con la cabeza a nuestros patronos y aprovecho para mirarlos mas de cerca mientras el resto de mis compañeros van embarcando. Me concentro intentando sentir si auras mágicas les rodean.....no sabemos quien les persigue y podrían llevar algo con ellos que les marque.... 

Gerard no pasó una noche demasiado buena, había que ser sincero. Dormir en unas caballerizas estaba por debajo de su categoría de caballero (ya no hablemos de noble), aunque no podía negar que, siendo un caballero novel, tuviera que hacer un sacrificio semejante. Desagradable, pero necesario.

Sin embargo, sentía algunos músculos doloridos, especialmente en la espalda y el cuello, lo que le hacía arrepentirse en parte de que hubieran decidido dormir en aquél lugar. Con fortuna, podrían descansar mejor más adelante.

Al menos eso esperaba.

- Yo también prefiero ver si necesito comprar algo cuando lleguemos a otro lugar, monsieur Grii - dijo Gerard, girando un poco la cabeza y produciendo un crujido de su cuello algo desagradable hasta para él -. Y quizás a ver también si es realmente necesario.

Para entonces, ya habían llegado hasta la barcaza. Comparado con su anterior viaje en barcaza, este prometía ser mucho más cómodo. Y eso que iban a llevar el carro con el ataúd de hielo.

- No deberíamos dejar que el noble o alguno de los suyos curioseara demasiado nuestra carga. Si él no quiere ser molestado, eso tampoco es de su incumbencia.

Al contrario que el resto, la noche la había pasado tranquila, sentado y meditando sobre todo lo que había pasado y lo que todavía quedaba por pasar. Cosas extrañas habían acontecido, cosas que no eran fácilmente explicables y que implicaban a otras fuerzas en esto que nos habían puesto entre las manos.

De esta forma cuando amaneció, recogí mis cosas subiéndolas al caballo mientras miraba a Leopol ¿Qué tal has dormido chaval?

Tras esto, seguimos por las callejuelas en busca de nuestro destino, la Gaviota Azul. Según íbamos avanzando por las atestadas calles, Grii hizo el comentario sobre realizer algunas compras. A esto tanto Resha como Gerar comentaron acertadamente que no es un buen momento

Estoy con ellos. En un lugar donde se huele a batalla los precios se disparan, bien porque los mercaderes se van quedando sin mercancías, bien por aprovecharse de la situación desesperada. De todas formas creo que no necesitamos nada imperiosamente, así que creo que podemos partir sin problemas.

Antes de que los demás regresaran Angran había estado observando las pertenencias que aún no tenían dueño; llevar un cuchillo le pareció de lo más razonable, era una herramienta muy útil y todo aquello que fuera útil, él lo utilizaría. Pero tuvo severas dudas sobre si utilizar aquella armadura de cuero orco, era tosca y maloliente, de salvaje manufactura a ojos vista...pero los caminos eran peligrosos y Angran valoraba su vida. Estaba acostumbrado al malo olor: era un vagabundo. Tomaría aquella chaqueta de cuero. Se aseguraría de que todos lo supieran, para que no pudieran acusarle de robar.

Después llegó el asunto del dinero, ganar 15 monedas de plata por día era algo que agradaba al elfo. Con su austero estilo de vida podría vivir bastante tiempo con ello. La vida de aventurero parecía bastante fructífera económicamente. Más fructífera tras el cambio de oferta; Angran estaba más que satisfecho.

Con esa alegría en el cuerpo acudió al puerto junto a sus compañeros la mañana siguiente. El enano habló de comprar utensilios, Angran comprobó sus pertenencias.

¿11 flechas serán suficientes? -preguntó, ignorante. Se arrepintió de haberlo hecho.

El grupo de mercenarios fue recibido con una clara alegría en el rostro por parte del mayordomo del noble señor Luis Gorete, quien les había contratado para servirles de escolta. El mayordomo probablemente temía que los mercenarios fueran a desaparecer junto con el dinero que se les había dado como anticipo, lo cual seguramente habría despertado la ira de su señor.

-Les agradezco su puntualidad- dijo el mayordomo. -Suban sus cosas abordo si son tan amables, mi señor desea partir lo mas pronto posible-.

Los mercenarios no se demoraran en cumplir la invitación y guiando la carreta hacia el interior de la Gaviota Azul, abordaron la modesta barcaza. El noble por su parte se había adentrado ya con su esposa en el interior de su carromato, y habría que decir que su bella esposa de la cual se había hablado ligeramente la noche anterior, mas bien vendría a ser su regordeta esposa; aunque claro el señor Gorete tenia considerables kilos de mas.

El carromato era gran calidad y de madera reforzada, provisto de esa manera con la probable finalidad de resistir asaltos. Los mercenarios no alcanzaron a ver con claridad su interior pero al menos, el sillón donde el señor Gorete se acababa de sentar justo antes de cerrar la puerta se notaba cómodo y lujoso. El exterior del carromato, aunque algo vistoso, era mas llamativo por sus remaches y refuerzos; por ello para los mercenarios era probable que el señor Gorete estuviera pensando en protegerse a si mismo o a alguna pertenencia, antes que exhibir sus lujos.

Mientras Resha meditaba en su particular forma de comportarse (señal de que estaba haciendo uso de los vientos de la magia de algún modo), el mayordomo se acerco a Gerard para entregarle su segundo adelanto, probablemente el caballero bretoniano era quien le parecía menos intimidarte. El alto elfo era un ser de mitos y quizá no sabia como dirigirse ante él, Gurnik imponía un miedo en muchos de los que lo miraban y el mayordomo era de quien mas intentaba alejarse, Resha parecía una noble misteriosa y la apariencia de un estatus levado le llevaba pensar al mayordomo que dirigirse a ella no era buena idea, luego estaba Arianne de quien bastaba con decir que claramente era una elfa del bosque, y del vagabundo era mejor ni hablar, el mayordomo no lo había visto antes por lo que se vio sorprendido ante su presencia.

Habia un joven sentado en la carreta, parecía un sacerdote, el mayordomo considero que probablemente fuera un nuevo recluta, sobre todo por que le pago era solo para siete y no para ocho. Por tanto solo restaban el aparente comerciante enano y el caballero bretoniano, y la respuesta obvia siempre seria el caballero bretoniano pues este estaba mas a la altura social y cultural de un noble del imperio. O al menos así era bajo la apreciación del mayordomo.

Impulsada por los largos remos de sus tripulantes, la barcaza hecho a andar sin contratiempos alejándose en un principio suavemente de la orilla del río para luego, con cierta rapidez empezar a cobrar distancia.

En la orilla, un jinete surgió justo en el punto desde el cual la barcaza había zarpado, frenando su caballo en seco, bajo del mismo y empezó a maldecir ante un claro berrinche que era fácilmente apreciable a la distancia.

Un par de jinetes aparecieron a los pocos segundos junto a él y parecían dialogar con el primer jinete que había aparecido. Este señalando un par de veces en dirección a la barcaza monto a su caballo a toda prisa y avanzando con sus otros dos acompañantes, se alejó del puesto a toda prisa.

En el carromato, el noble parecía haber estado observando la escena corriendo una de las cortinas de su ventanilla y en cuanto los jinetes desaparecieron la cerro rápidamente, tal como si no tuviera nada mas que observar.

El viaje a través del stir no les tomó demasiado tiempo y tras unas pocas horas de trayecto, se encontraron del otro lado del río, a las afueras de Rangenhof, un pequeño poblado de Talabecland que conectaba a Wurtband mediante viajes a través del río.
La mañana era fresca y agradable por lo que todos esperaban que el viaje fuera sumamente placentero y cómodo. El recorrido hasta Lieske era largo pero al menos hasta ahora, todo había sido sencillo.

Otro viaje en barco. Para el elfo, aún pese a sus largos años recorriendo el Imperio, le seguía pareciendo increíble la inmensa cantidad de ríos que cruzaban el Imperio, articulando el comercio y la comunicaciones, bendiciendo a esta tierra con sus aguas, haciendo crecer sus cultivos con prosperidad. De todos los humanos del Viejo Mundo, los imperiales eran los que má habían sido favorecidos por lo dioses.

La aparición de los tres jinetes le pareció muy sospechosa a Angran, tres hombres a caballo habían intentado llegar a un barco que no les esperaba, por lo que se trataba de gente que había recibido información de última hora acerca de l embarcación, su contenido...o su pasaje.

Si aquél noble o los suyos se habían imaginado que ellos no acudirían, estaba muy equivocado, al menos por parte de Gerard. Él era un caballero y no faltaba nunca a su palabra, menos aún en una situación en la que cumplir una tarea podía ayudarle a otra superior.

El caballero subió su montura y la llevó a dónde correspondía, ocupándose de que se encontrara bien y en condiciones. Al menos ese viaje iba a ser mucho mejor que el anterior para todos, especialmente los caballos. No estarían tan apretados.

El bretoniano, cuando el sirviente se le acercó a él con el dinero, asintió y le dió las gracias con su marcado acento. Después se acercó a Grii, entregándole la bolsa.

- Encargaos vos del reparto, monsieur Grii, si sois tan amable - le pidió -. Se os da mejor la economía.

LeBlanc no prestó atención a los hombres a caballo en la orilla, no le pareció que tuviera relevancia alguna. Por su parte, se dedicó a buscar un lugar en el que acomodarse por un rato mientras permanecía en la cubierta de la barcaza.

El comportamiento del noble y de su "bella esposa" era de esperar....la sangre noble y la riqueza cambian a las personas, no siempre para mejor.... mirando por encima del hombro al grupo que les había de proteger suben al carruaje sin mayor ceremonia. El sirviente por el contrario teniendo que tratar con nosotros se muestra mas cauto en sus acciones, acercándose a Gerard como si los demás fuéramos peligrosos o que dirigirse a nosotros fuera poco aconsejable y podía ser verdad viendo lo variopinto de nuestro grupo.

Una vez termino mi examen mágico me dirijo a una de las barandas del barco, donde me apoyo viendo como nos alejamos de la ciudad. Cuando nos alejábamos de la orilla, un grupo de jinetes se presentó en el mismo lugar por el que habíamos abordado el barco. Por sus gestos parecía que no estaban furiosos, igual que cuando se te escapa una pieza durante la caza. Señalo la escena al resto de mis compañeros.

- Este viaje me da que no será sin tropiezos, esos hombres no parecen muy contentos y solo nosotros veníamos como pasaje. Así que no creo que sean pasajeros descontentos por perder el barco.

Empezaba el balanceo propio de una embarcación de manufactura humana. 

No saben construir nada en condiciones...

Acababan de partir y vieron un par de jinetes con cara de pocos amigos en la costa, justo en el embarcadero a través del cual habían subido al barco. miró y escuchó a sus compañeros para añadir lo siguiente:

- Sugiero que hablemos con el noble. Tenemos el dinero en mano, y nada que perder. No me gustaría estar involucrado en algo gordo, a estas alturas no me fío de nadie de fuera del grupo. Además deberíamos tener el derecho a saber con que nos enfrentamos, de quien tiene miedo, o que nos espera en cuanto bajemos del barco. ¿Que opinamos? ¿Tenemos una pequeña charla con él? ¿O nos quedamos sin hacer nada?

Dicho esto trató de ver algo significativo en aquellos hombres de la costa, pero estaban tan lejos que ni un águila conseguiría verlos.

Era cierto que las acciones del noble eran sospechosas, pero en principio no había hecho nada que hiciese que nuestro pacto se rompiera. Como compañía nos reunimos para parlamentar ante lo que tenemos por delante

- El único problema Grii es que en nuestro acuerdo aceptamos no dirigirnos a él o a su esposa, amenos que fuera estrictamente necesario y la verdad es que unos cuantos jinetes no son motivo para ello. Dimos nuestra palabra y aunque remarco lo dicho por Grii en que solo me fío de los integrantes del grupo, no tenemos pruebas de nada turbio. Puede que Gerard consiga sonsacar algo al sirviente, es al único que se acerca.

Ya en Talabecland, el grupo de viajeros conformado por el noble, su esposa, sus sirvientes y ahora los mercenarios que le protegían, se encontraba listo para continuar con el camino hasta el poblado de Lieske; lugar en que en teoría, terminaba el contrato de los mercenarios.

No se adentraron en Rangenhof, no era necesario, el mayordomo o sirviente o lo que fuera, se dispuso simplemente a comprar algunos víveres y a preparar un rápido desayuno para sus señores. Lo mercenarios por su parte dispusieron de algunos cuantos huevos de codorniz, pan de centeno y algo de aguamiel, lo cual no conformaba un mal desayuno.

El viaje continúo sin sobresalto alguno e incluso se tornó aburrido, con ello muchas de las preocupaciones que los mercenarios habían tenido respecto al noble se fueron diluyendo con el pasar de las horas. Así, continuando por más de dos días, el grupo dejo atrás el poblado de Hermdorf donde solo se detuvieron a reposar y alimentarse para luego continuar su jornada.

Se encontraban ya a solo medio día de viaje o algo más del poblado de Lieske, su destino final, cuando de la nada algo alteró a todo el contingente. Lo primero que percibieron fue el feroz sonido del crujir de algo y eso hizo a todos detenerse de golpe. Luego, tan solo un par de segundos después, pudieron apreciar la procedencia de aquello, un gran árbol, probablemente muy viejo, estaba cayendo atronadoramente sobre el camino.

El impacto los hizo temblar a todos y varios de los corceles, sobre todo los del carromato y la carreta se encabritaron aumentado aun mas el caos del momento. El pesado árbol tapaba ahora por completo el camino y su gran tamaño de mas de diez metros de altura (hasta donde podían ver) impedía que pudiesen seguir avanzando sin antes poder quitarlo del camino.