Partida Rol por web

La pose y maneras de Aki consiguen que Kanaye no sospeche nada, incluso tras preguntar por Bob. Así que se acerca a la puerta trasera del vehículo esperando que, como todos los días, el nuevo chófer le abra. Cuándo esto ocurre, ni siquiera llega a darse cuenta de que en el compartimento también está B8 y se sienta dentro.

Una vez la puerta se cierra, Kanaye alza la vista y B8 se da cuenta como abre los ojos de par en par, mirándole. Durante décimas de segundo distingue el habitual miedo en sus ojos, pero enseguida se recompone y con aire suficiente le pregunta lo que desea.

—Pues sí que tiene cojones ese tío —piensa con cierta admiración B8, antes de decir nada.

Vais a uno de los pisos seguros de JayJs para comenzar el interrogatorio. Kanaye está inconsciente y con un saco en la cabeza para aseguraros que no tiene ni idea de a dónde lo lleváis. Antes de despertarle, tapáis todos los muebles, paredes, ventanas... Todo para que no haya forma de reconocer de ninguna manera la habitación, ni su ubicación.

En cuanto Kanaye se despierta, Aki entra en la habitación y se sienta frente a él. —La yakuzza esta muy enfadada contigo por montarte este chiringuito a espaldas de los jefes. Curiosamente nos han contratado para evaluar que hacer contigo, para ver si eres reconducible o si no deshacemos directamente de ti. Tu pecado es muy grave y lo sabes,  pero todavía puedes salvarte. —le dice, sin dejarle hablar. Nota como sus palabras le han hecho mella. Está a punto de derrumbarse, así que insiste —Si colaboras no tienes de qué preocuparte, cuando se cierra una puerta se abre otra, como en mi caso, tú acabaste con mi carrera deportiva,  pero se me abrió un nuevo camino, resolviendo problemas para las personas adecuadas. Ahora tienes que decidirte, si quieres ser un problema o una solución. Puedes cerrar la puerta de tu negocio privado, pero abrir otra a una nueva posibilidad de colaborar con los jefes.

Entonces, Kanaye se derrumba —Me pudo la ambición —comienza, —tanto tiempo viviendo como esos tíos ricos, comiendo con ellos, haciendo que ganasen dinero... hizo que, por un breve momento, se me olvidaran mis orígenes y para lo que nuestro Oyabun me crio, él me lo dio todo y yo le he pagado abandonándolo. ¡Soy una mierda! Dile que lo siento y que acataré mi castigo como un verdadero hombre, como el yakuzza que quiso que fuese. —Responde con los ojos llenos de lágrimas.

—Todo empezó cuándo me dieron la grabación... en realidad solo quería algo más de líquido para mantener mi forma de vida, pero no pensaba volver a exprimirle, aprendí contigo y no quería perder mi virtual fuente de ingresos. Entonces, en una noche de fiesta, uno de mis clientes externos a la yakuzza, me sonsacó que estaba chantajeando a Osam y me propuso un plan: Si yo conseguía que Osam se dejase comprar en varios partidos, él lo denunciaría y tras una investigación del comité de la liga, conseguiría que Los Rangers de Seattle tuviesen que cerrar -al fin y al cabo sería su segundo escándalo en muy poco tiempo-  así él podría comprar el equipo por cuatro neoyenes "para salvarlo". A cambio yo sería el próximo director financiero del equipo. ¡El maldito Jeremías Blossom me tentó y yo caí en sus redes!

Llegáis a la urbanización del Osabun Sato Kanaga. Es en un terreno enorme ubicado en el distrito de Loveland (Puyallup), rodeado por un muro y mayas de pinchos en lo alto, se encuentra fuertemente defendido con pequeñas torres cada 250m y dos más a cada lado de las tres puertas de acceso (Norte, Sur y Oeste). Es tan grande que tiene un pequeño pueblo en su interior. Más o menos en el centro del terreno, se alza un edificio de claro estilo japonés tradicional con tres alturas y muy ancho.

Cuándo os acercáis a una de las puertas, un par de yakuzzas armados con fusiles ametralladora y vestidos con trajes de chaqueta, obviamente blindados, os dan el alto. Son muy agresivos y su expresión corporal parece deciros que os larguéis, aunque por ahora no os lo expresan verbalmente.

Nos paramos a 10 metros de la puerta y muy despacio me bajo del vehículo, mostrando las manos en todo momento, aunque sin levantarlas. Con mi mejor de las sonrisas me acerco al primero de los guardias y en perfecto japonés le explico que me llamó Aki Yuki, que venimos a hablar con el señor Osabun Sato Kanaga, aunque no tenemos cita,  que somos conscientes de que no es lo habitual,  pero que tenemos una información "caliente" que es de su interés y que no queremos que "estalle" y le genere más problemas a la Organización.  Que si nos puede dar 5 minutos de su tiempo el podrá evaluar si quiere escucharnos porque estamos seguros que le va a interesar. 

—Te aseguro q cuando esta información sea pública,  que lo será,  si tu jefe se entera que estuvimos aquí y no le dijiste nada tendrás un problema, déjale que decida él... —Termino con mi mejor sonrisa y demostrando que queremos colaborar.

Después de escuchar a Aki, el vigilante se pone en contacto con alguien a través de un comunicador y tras una larga espera, asiente. Entonces mira de nuevo al visitante —Muy bien, os va a ver un jefe. Ahora me subiré al coche con vosotros y os llevaré a una casa de invitados. —dice molesto. —Ni que decir tiene, que como me pase algo o pierdo la comunicación con mi base, tu coche, vosotros y yo saldremos volando por los aires. Si lleváis armas a la vista o aparatos de cualquier tipo que pueda considerar peligrosos, deberíais guardarlos en el maletero antes de que entre y si alguno lleva armas ciberimplantadas debe ponerse uno de estos inhibidores para que no se puedan usar mientras estéis aquí dentro.

—Tenéis cinco minutos para ello, luego subiré al coche y después abriré la puerta. Dime cuántos inhibidores necesitas y os los paso.

Mis implantes son muy obvios, así que me parece que un inhibidor para mi

Yo no tengo ciber armas y las que llevó las dejo en el maletero. Todas.

Cuándo el vigilante ve como vuestros personajes van dejando sus armas en el maletero y el enorme ciberimplantado se le acerca para pedirle las esposas, algo más tranquilo, se las pone y entra con ellos en el coche. Deja su rifle de asalto al su lado de puerta y desenfunda una pistola, que apoya entre sus piernas, mientras con un vistazo nada disimulado, comprueba que no hay otras armas a la vista. Tras esto, les indica que cuándo abran la puerta se dirijan al primer edificio que hay a la derecha. Una enorme casa tradicional japonesa de una planta, enmarcada con un lago, plagado de juncos y nenúfares en todo su esplendor, que crean una estampa de original belleza, pocas veces vista en Seattle. 

El guardia os indica dónde detener el vehículo, a un lado de un arqueado puente rojo, construido en madera, que os dirige directamente a la puerta de la casa. El pequeño sendero está cubierto por altas plantas que os impiden ver alrededor, pero que acentúa el piar de las pequeñas aves cercanas, creando un ambiente de paz y tranquilidad espiritual. Estáis entrando en otro mundo, uno en el que todo es distinto a lo que estáis acostumbrados, salvo para Aki que es consciente de que va a tener que aplicar todos sus conocimientos de la cultura tradicional japonesa, para salir bien parados de esta.

Cuándo estáis cruzando el puente, un sutil susurro y unas casi imperceptibles luces rojas os vuelven a la realidad. Acabáis de pasar a través de un detector de algún tipo, seguramente uno de ciberimplantes y armas, tras lo que llegáis a la puerta corredera también de madera, que da acceso a la casa; seguidos de cerca por el guardia con el rifle automático entre las manos.

Una vez dentro de la casa dos guardias más, iguales al que os acompaña, os saludan con una rápida inclinación y con un gesto de la cabeza señalan una especie de zapatero que hay a vuestra izquierda, este y unos pequeños almohadones en forma de tubo que hay a su alrededor, son los únicos muebles que podéis ver en esta pequeña habitación, flanqueada por otras tres puertas de papel japonés, que suponéis se abren a otras salas de la casa. Dado que las paredes interiores son también de papel japonés, en seguida os dais cuenta de que todo lo que habléis se va a oír perfectamente en toda la casa.

—Haced lo mismo que yo —susurra Aki a sus compañeros. Entonces se descalza y deja sus zapatos en el armarito de la izquierda. Los demás lo imitan.

Cuando han terminado, el guardia de la izquierda corre la puerta y se interna en una habitación con una única mesa baja en el centro, decorada con motivos florales y budistas. Como ventanas tiene una pantallas holográficas que representan algo parecido al jardín que acabáis de cruzar. De inmediato, Aki indica que han de sentarse a los tres lados de la mesa que miran hacia la puerta. 

Todo lo que sé los japoneses es que, de vez en cuando, se cabrean porque les has faltado al respeto sin saber muy bien cómo; así que esperaré a ver cómo se sienta Aki y lo imitaré

No quiero enfadar a un jefe Yakuza

Me siento sobre los talones, queremos mostrarle respeto, ya estamos tocando las narices apareciendo aquí sin cita. Además el objeto de la reunión es ganarnos su afecto para ello lo mejor es que parezca que somos "de la casa".