Partida Rol por web

Tras la caída de Doji-san todos los combatientes se habáin vuelto en deméncia. Atacaron sin pensar en sus vidas o en que Doji-san podría estar inconsciente y no muerto. Solamente debían acabar con la amenaza rápidamente, para que Yûki, le pudiera echar un vistazo a sus heridas.

El Dragón sabía que era el momento de actuar o posiblemente más de sus camaradas podrían morir o quedar muy mal heridos. Respiró hondo y sintió la paz de su espíritu tan cerca que casi podia tocarla con las manos. Entonces sin dudar ni un instante,  soltó una flecha sauce de las que le habían prestado para la cacería contra la bestia que amenazaba a los samuráis fieles al Hijo del Sol y la Luna.

Mausuko pone cara de horror ante la última acción acaecida y no puede evitar reaccionar instintivamente. Saca un pergamino cogiéndolo con la mano y leyéndolo. Haciendo complejos movimientos con el brazo libre, se ve como un aire empieza a moverse levantándole el pelo y encendiéndole los ojos en un tenue brillo, hasta el punto de no distinguirse sus pupilas. Grandes trozos de piedra empiezan a levantarse y en el último gesto de Mausuko salen disparadas en dirección a la criatura, impactando con ella. Una humareda se genera alrededor del animal, claramente las rocas han golpeado al enemigo. Claramente, si esas piedras hubieran golpeado a un hombre normal hubiera quedado mal herido... Mausuko espera que este sea el resultado pero hasta que no se desvanezca la humareda no se podrá ver.

Zhuo espoleó su caballo con palabras de ánimo. Sabía que a su yegua no le gustaba el combate y no se lo recriminaba. Pero debía de hacer un esfuerzo y juntas atacar al enemigo común.

El aleteo de aquel pájaro nos advirtió de lo que estaba a punto de suceder. La bestia salió lentamente de la espesura con sus extremidades flexionadas, las orejas hacia atrás y su mirada puesta en cada uno de nosotros, al igual que un gato se enfrenta a un ratón sin que éste sepa que se encuentra acorralado y en desventaja.
La tensión en la atmósfera trajo a mi memoria recuerdos del pasado en el que mi sensei nos instruía en el arte de la guerra.
Segundos después su ataque feroz no se hizo esperar hiriendo de gravedad al hermano Doji. Por nuestra parte sólo pudimos hacerle un breve rasguño en su lomo en nuestro primer ataque.
Levantando mi cimitarra al aire describiendo un serpenteante y bello movimiento pero no tan efectivo como me hubiera gustado.
Ahora era el turno de mis compañeros de probar suerte ante tan peligroso adversario y el mío de recibir su mortífero ataque. Con la sangre fría como las nieves de las montañas de mi tierra, los nervios templados como el material del que está hecha mi cimitarra me dispuse en posición de Defensa Total.
-"Aguanta" me dije a mi mismo esperando a la bestia y con la esperanza que mis compañeros tuvieran éxito en sus ataques y por qué no decirlo: la criatura fallara el suyo.

La criatura dio un respingo hacia atrás cuando el caballo de Ide Zhuo intentó darle una coz, desestabilizando el ataque de su dueña con la cimitarra. El grulla cortó entonces su lomo al tiempo que una flecha se clavaba en el muslo de la bestia, dejando el costado indefenso ante el Yari de Ashikako, que lo clavó con gran fuerza hundiéndolo varios palmos. 
La criatura Shisa rugió de dolor ante los terribles ataques que sufría utilizando sus últimas fuerzas en escapar con un espectacular salto cayendo a una distancia de siete hombres más allá. 

Seguís al jadeante, tambaleante y moribundo león shisa mientras poco a poco, con un gran esfuerzo, se dirige hacia una cosntrucción. 

Parece una especie de templo o capilla abandonado a los caprichos de la naturaleza. Las ramas rasgan sus paredes y el musgo cubre sus escalones. No parece muy vieja por el diseño de su construcción, aunque debe haber permanecido allí muchísimo tiempo sin guardar.
Tes escalones flanqueados por dos columnas guardan la entrada sin puerta a la capilla dedicada a la fortuna de la compasión. 

La criatura se desploma al intentar subir el primer escalón mientras su sangre comienza a formar un charco en la nieve.

Tiro Medicina/Inteligencia para tratar de estabilizar a Doji, para que no muera desangrado.

Quizás por la suerte que nos acompañó o tal vez por la valentía y decisión de unos jóvenes e inexpertos samurais en los caminos de la vida, la batalla y el bushido la bestia se vió sorprendida resultando mortalmente herida.
Exhalando su último aliento, tratando de alejarse de las garras que le arrebatan su vida dió un gran salto sin éxito. Terminó tumbada en el primer escalón de un viejo templo abandonado por la mano del hombre y donde la naturaleza, tiempo atrás, había empezado a habitarlo.
Algo en mi interior me decía que debía permanecer alerta. Nuestra sorpresa aún no había acabado; sin embargo antes de avanzar debíamos pensar en los heridos.
-"Hermano. Aguanta. Has luchado con honor y valentía pero aún no ha llegado tu hora." trataba de mantener con vida al joven Doji. -"Antes de avanzar debemos curar las heridas. ¿Quién puede lanzar un hechizo de sanar?" les dije al resto del grupo.

Tras ver a la criatura alejarse, la preocupación hizo mella en Zhuo. Sus compañeros parecían más capaces que ella de terminar con la criatura. Así que desmontó de su caballo, para recoger su ono y enfundarlo, y acercarse al Kakita caído.
 

Mierda, mierda, mierda. Tenía que haber hecho algo... - Los remordimientos de Mausuko ante la situación son grandes. No puede evitar guardar el pergamino a todo correr y lanzarse sobre el Doji. Mientras su respiración se acelera rápidamente ejecuta los movimientos que tanto a estudiado para evitar este tipo de cosas. - Kamis ayudadme a que no muera. - El ímpetu de Mausuko hizo que los kamis que habitaban en la nieve de alrededor acudieran a su llamada y su sintonismo con el vacío consiguió movilizar aun más kamis de lo que era normal. Estos arremolinándose alrededor del grulla caído empezaron a curar sus heridas, cicatrizando y regenerando.

Al terminar el conjuro Mausuko ve a su compañero cómo se recupera, y sintiendo alivio gracias a esto se relaja y ayuda al Doji a levantarse. - ¿Cómo te encuentras Doji Ryojiro-sama? - Intento ayudarle a levantarse para ir hacia donde ha huido la criatura. - Pobre animal, me pregunto porqué nos atacó, tengo el palpito de que no es una criatura manchada. - Piensa Mausuko mientras se encamina hacia el templo.

La bestia había caído, pero también Doji-san. Me fijé en mi compañero, pero vi que estaba bien atendido, así que decidí que lo mejor era protegerles mientras le curaban y mientras él se recuperaba. No sabíamos si esa bestia estaba sola...

-Gracias a ti Hiruma-san humillado y no muerto. No me llames sama pues no me lo he ganado.- Declinó amablemente el 'honor' o el insulto. Entonces aprovechó para mirar en derredor no viendo así a la bestia con la que antes se había encarado, era consciente de que había hecho bien sus movimientos, tal como le enseñó su sensei. Más había sido insuficiente y él había acabado en el suelo.

-Qué pasó con la bestia... ¿Qué era? Parecía... -Rechazaba la palabra, considerar aquella criatura parte de su especie... Tal vez si fuera un heimin... Entonces se vio preparado para susurrarla -Humano.

Tiro investigación/Percepción para buscar algún tipo de indicio de qué ha sucedido en el templo; así como lugares donde deberían haber imagenes7estatuas de la fortuna adorada o el lugar de donde ha salido el leon Shisa.

Tiro también conocimiento Teología/inteligecia para tratar de saber algo acerca del templo.

Bueno pues el templo está abandonado (eso lo sabe cualquiera solo con mirarlo) sin embargo si que te fijas en que, a pesar de su edad, se conserva bien, es decir, si nadie va al templo, ¿cómo no se ha desmoronado? Y se ve una única imagen de la fortuna de la compasión en perfecto estado. Algo sucia, vieja y con algunas hojas por encima pero bien conservada.

También observas que hay huellas del león Shisa alrededor del templo y que también suben las escaleras internándose en el templo.

Si prefieres internarte tu solo en la capilla dilo. De otro modo considero que deseas esperar a tus compañeros. 

La magia de la Cangrejo invoca a los Kamis que cicatrizan las heridas del honrable Doji Ryojiro. Tan solo unos segundos más tarde de aplicarle en conjuro, el grulla es capaz de levantarse, andar y presentar batalla si fuera necesario. No es de extrañar que los Daimios tengan a sus shugenjas bien atendidos.   

Las palabras de Doji Ryojiro traen controversia a Mausuko, ella lo había hecho con toda su buena intención valorando la vida por encima de la muerte. Era consciente que el resto de rokugan no lo veían así, por lo menos en ciertas ocasiones. Pero como buena instruida sabía cómo mejorar la situación. - Doji Ryojiro-sama, si te lo has ganado, en tierras cangrejo dicen que lo más importante en una batalla es la defensa y tu, has sido la defensa del grupo. Te has sacrificado durante el combate para que el resto pudiéramos combatir a la bestia y esto es el acto más honorable que uno puede hacer. Yo lo único que he hecho es, una vez finalizado el combate sanar tus heridas para que semejante acto de honor pueda ser repetido en un futuro.-

Mausuko era consciente de la posibilidad de que las intenciones del grulla no fueran esas, pero desde su punto de vista así sucedió y eso no tiene nada de deshonroso y así quería que quedara constancia.

- La bestia ha sido abatida. ¡Mirad! - dijo señalando a las escaleras. - Creo que la criatura simplemente estaba defendiendo ese edificio. - Mausuko se encamina a las escaleras y sin tocar el cuerpo lo analiza e intenta comprobar si la criatura aún esta viva.

Las palabras de la shugenja eran exageradas en extremo, pero no eran mentira. No conocía la mentalidad del clan Grulla, y lo poco que sus camaradas unicornio le habían advertido, es que o eran tan liantes como los escorpión... o te veías inmerso en un duelo para resolver una diferencia de opiniones. Aquel pensamiento la hizo girar hacia la cortesana cangrejo y luego fue a inspeccionar el Sisha. Criatura que, por alguna razón, le resultaba familiar y no sólo por el nombre.

- Hiruma Masuko-san. ¿Qué más podéis decirme de la criatura que nos ha atacado y que habéis llamado "León Sisha"?. Su forma me resulta de... alguna manera inexplicable... familiar. A pesar de que es la primera vez que abato una criatura semejante.

Yûki no era una especialista en el arte noble de la medicina, pero trató de ver cómo podía estabilizar a Doji-san para que su vida no corriera peligro, aplicando los conocimientos sobre primeros auxilios que poseía. Sin embargo, no contempló la posibilidad de que Hiruma-san pudiera emplazar a los Kamis de agua en las heridas de su camarada para sanar sus flaquezas.

No era la primera vez que asistía a un ritual como el que se dió cita en las inmediaciones de aquel templo abandonado, pero siempre le parecía especial la manera en que una persona tocada por los espíritus podía hacer cosas que, a priori, podían parecer imposibles gracias a su divina sabiduría.

Al ver que el grulla recuperaba la sonrisa y la mirada llena de vida, Yûki suspiró aliviado. Miró a Hiruma-san y le ofreció una reverencia sincera. -"Hiruma-san, vuestras habilidades le han salvado la vida a Doji-san. Una vez más las fortunas nos sonríen al haber juntado el valor del Grulla, junto a la sabiduría del Cangrejo, arigato-gozaimasu a ambos".

Al ver que la shugenja se atrevió a acercarse al León Shisa abatido Yûki, no pudo evitar acompañarla, por si pudoera ofrecerle algo de apoyo. Por su actitud, parecía que la Cangrejo no sentía agotamiento por el esfuerzo realizado con anterioridad, pero era un hecho que invocar a los Kamis no era algo efímero y que suponía un esfuerzo físico y mental del shugenja.

-"Hurima-san, debe haber una razón para que el León Shisa atacase al ciervo blanco. Puede que nosotros sólo fueramos un daño colateral, siendo éste primero su objetivo principal. Algo ha sucedido en este templo dedicado a la fortuna de la compasión. A simple vista puedo ver que la estatuilla de la fortuna está algo sucia de polvo pero en perfecto estado de conservación aunque el templo esté aparentemente abandonado. Los rastros del su puesto guardián están por todas partes, no es difícil de entender que se trataba de una protección, pero la pregunta es, ¿Qué protegía? Por su regreso, con su último suspiro, podríamos pensar que hay algo en el interior del templo que debía ser guardado. Creo que deberíamos buscar las respuestas a éstas preguntas en el interior".

Las palabras del monje eran directas y ofrecían la seguridad de alguien versado en desentrañar los acertijos de la vida misma. Sin embargo, continuó con una entonación más humilde y cercana.

-"No me corresponde a mi pediros un nuevo esfuerzo tratando de invocar el poder de los Kamis pero, ¿hay algo que podáis hacer para ofrecer algo de luz en la oscuroidad que nos rodea? Hay algo en este lugar que ha perdido su equilibrio natural de las cosas, puedo sentirlo; sin embargo no soy capaz de reconocer su naturaleza o de prever si se trata de una amenaza o no. Estaré a vuestro lado para ofreceros mi apoyo y los conocimientos que poseo en los temas que sean menester. Creo que sois una figura a la que se debe proteger, así como entiendo que es nuestro deber resolver el enigma que se cierne sobre el misterio de este lugar".

Los pensamientos bullían en la mente del grulla. Sus actos estaban lejos de ser deshonorables especialmente teniendo en cuenta que no era un bushi. Sin embargo se sentía humillado. Había cargado en solitario ciegamente resultando en ello herido, no era esa su labor. Su servicio y su vida estaban para con su daimio… Y con el emperador… Y a punto había estado de echarlo todo por la borda por atacar ciegamente.

Fue entonces cuando se recordó a sí mismo que había vuelto a la vida, le habían traído de vuelta de las tinieblas en las que estaba sumido. El aire era frío como lo era hacía apenas unos minutos. Sentía el frío de la nieve bajo sus sandalias. Sentía la vida embargándole.

-Perdón por la rudeza. –Se disculpó para con la Cangrejo. –Me estaba reprendiendo a mí mismo por haber cargado ciegamente. Gracias a ti puedo servir a mi señor con una lección más en mi conocimiento. Arigato Hiruma Mausuko-san.

Fue entonces cuando el monje habló. Volviendo a pedir un esfuerzo a las fuerzas de la naturaleza. Ese tampoco era su labor.

Había clavado el yari con tanta fuerza que el león había acabado herido de muerte por mi golpe. Sin embargo, había conseguido escapar, por lo que había continuado tras él mientras el resto atendían al malherido Doji, aunque lo que encontré no me hizo gracia.

El templo a Jizo no era antiguo, bastante abandonado si, pero en cualquier caso era un lugar sagrado y la bestia había venido hasta aquí con sus últimas fuerzas. Señal inequívoca que la fortuna continuaba en el lugar, de una manera u otra.

- Hiruma-san, ¿puedes sanar también al león?

Le solicito mientras subo las escaleras hacia el interior del templo con el arma aún preparada por lo que pudiera encontrar, pero más movida por la curiosidad que por las ganas de acabar con alguna otra criatura.

Doji había vuelto en si gracias a Hiruma, pero nuevas dudas habían surgido al ver el edificio que defendía el león. Era... inusual.

-Creo, mis honorables compañeros, que deberíamos rodear el templo antes de adentrarnos en él. Estoy de acuerdo con Yasuki, es posible que hayamos atacado a esa criatura injustamente. Si hay alguna forma de remediarlo creo que deberíamos intentarlo.-

Me alegraba de que Doji estuviera bien, pero tenía la sensación de que habíamos atacado a alguien que no se lo merecía. Pobre criatura. pensé mirándola