Partida Rol por web

Si acaso antes la mirada de Eve fue gélida ahora la temperatura podía llegar a descender hasta por debajo del cero. Ni siquiera parpadeó cuando Van der Hoffer desplegó su rabia por la sala, cuando la exhibió frente a ella, el rostro de Eve se mantuvo firme y si acaso, más altivo que nunca.

Cuando se acerca, Eve baja una de sus manos y se las toma nuevamente, con cuidado. Pero no se mueve del lugar en donde está, se queda firme de pie, sin ceder un centímetro justo como estaba antes.

- ¿Se supone que debería intimidarme su falta de control de carácter? -parpadea con suavidad- ¿Se piensa que una amenaza ha de afectarme? ¿Que no he visto antes la cólera de los suyos? No la temo, Sr. Van Der Hoffen -avanza hacia el encarándolo- Lo que temo y lamento es que ha sido Ud. un auténtico grosero insufrible desde el principio, tomándose la atribución de revelarle mi presencia a mi prima, antes que pudiera siquiera explicarme, abrazarla, consolarla. Ahora mismo, le pide sus manos pero sin obsequiarle explicación alguna. Por pura subjetividad, se atreve a pintar Ud. sus fantasmas en mis palabras

Lo mira con dureza - Mirese a un espejo caballero -mira a Riley- Puede que tengamos nuestras diferencias, pero la Señorita McMahon, Riley, tiene mi respeto por eso la he llamado. Ud. no. No vuelva a dirigirse a mi de ese modo, nuevamente

A pesar de mi desesperado intento de último momento por suavizar la situación, lo cierto es que la reacción de Eve es la que cabía esperar. Aquellos que la conocemos mínimamente lo sabíamos. Riley me lo dijo. Yo avisé de que hablaría con ella antes.

Aquellos que no tienen ni puta idea de cómo es, no podían saberlo.

Aquellos a los que les importa una mierda cómo es, no podían saberlo.

Aquellos a los que les importa una mierda lo que diga su alfa, tropiezan dos veces en la misma puta piedra.

Y quien tropieza dos veces, y se niega a verlo, siempre lo hace una tercera. De modo que me veo obligado a contemplar el modo en que el rictus de Alex muestra una ira a duras penas controlada, y esa simple expresión incendia mi interior de un modo peligrosamente cercano a la Rabia más primaria. Mis puños se cierran, convertidos en yunques de carne y huesos compactados hasta blanquecer los nudillos y temblar de presión. Porque no sólo muestra su enfado, avanzando hacia Eve, sino que, en su osadía, se atreve a ¿amenazarla?

Mis ojos azules adquieren veloz y salvajemente una tonalidad rojiza, abriéndose de par en par, el rostro desencajado por la cólera repentina, la mandíbula tensa y el semblante de pura ira a duras penas contenida.

No sólo ignora mis indicaciones, una y otra vez, a pesar de que ya una vez fue responsable al hacerlo del daño a un hermano.

No sólo ignora la relación entre Eve y Riley, en la que nadie debería meterse.

No sólo ignora todo lo que he dicho ahí dentro, en esa maldita reunión que por lo visto sólo ha servido para que yo recibiera mientras él ignoraba.

No sólo hace todo eso, TODO, ignorándome, despreciándome, desafiándome incluso, con todo lo que le he dicho...

...Además se atreve, SE ATREVE a amenazar a Eve delante de mí.

¡Alex! -Avanzo como una exhalación hasta interponerse entre Eve y Alex, y más allá, empujando con todo mi cuerpo al Philodox hasta hacerle retroceder varios pasos, quedándome justo frente a él, con una mirada envuelta en llamas y sangre- Desaparece de mi vista... -Mis puños tiemblan- Y no te acerques... -Mis pecho se hincha exageradamente con cada nueva bocanada de aire que inspiro con fiereza- ...ni a ella... -Mis ojos no pueden siquiera parpadear, han quedado petrificados, ciegos de ira- ...ni a mí... -Sólo mi férrea voluntad me impide dar rienda suelta a aquello que más odio y temo- ...hasta que hayas recapacitado... -Tan sólo aguanto dos bocanadas más, con mi pulso acelerado martilleando mis sienes, y mis colmillos apretando como si tuviera a una despreciable presa entre ellos a la que triturar. Agacho perceptiblemente mi rostro hacia él, con una expresión que yo mismo aborrecería si pudiera verme- Ahora.

Verla frente a mi hace que se me acelere la respiración, me fijo en sus ojos, en su nariz, en su boca entreabierta... Gaia, se me hace tan difícil cumplir mi promesa, quiero decirle tantas cosas.

Asiento cuando comenta su deseo de que pasen las horas, y pueda recuperar mi voz. Me sorprende que encuentre agradable mi voz, nunca me lo había dicho nadie y no creo que mi voz tenga nada especial, pero sonrío complacido, me gusta que te guste, busco con mi mano la suya, cuando lo hago, puede verse mi palma manchada de tinta, se la muestro entonces encogiéndome de hombros, un accidente, sin perder la sonrisa.

Luego continuo escribiendo y cuando la veo sonreir... que sonrisa tan bonita, se te ilumina todo el rostro, eres tan guapa, noto como se me corta la respiración un instante, para recuperarla segundos después. Y el beso que me da, tan cariñoso, me llena de gozo, y me obliga a cerrar los ojos hasta que dejo de sentir sus labios sobre mi mejilla, ¿por qué has parado?

Comienzo a sentir su mano acariciando mi pelaje y vuelvo entonces a abrir los ojos. Permanezco inmóvil unos segundos, sintiendo sus manos nada mas, luego cambio con cuidado mi postura, permitiéndole que me acaricie mas fácilmente, dejándome rodear y disfrutando tan solo de ese momento, que me resulta tan intimo, la sensación de su rostro hundido en mi pelaje, de sus dedos acariciándome... y luego las palabras que me regala, que le resulte increíble, hermoso... me quiere, ¡me quiere!

Cuanto me gustaría poder corresponderle con las mismas palabras, mañana, mañana podre decírtelo cuantas veces quiera.

Y mientras aun mantiene su rostro hundido en mi pelaje, vuelvo de nuevo a mi forma de nacimiento, menos impresionante, menos hermosa... cuando termino de cambiar rodeo con mis brazos a Helen, buscando de nuevo esos ojos... eres tan hermosa...

Tras permanecer un rato mas abrazados, le pregunto, sin llegar a soltarme de ella completamente, ¿que cantabas cuando nos vimos por primera vez?, si me dices cual es tu pieza favorita, puedo aprender a tocarla con el piano. Ya te dije que no soy especialmente bueno, pero me defiendo, me gustan sobre todo las piezas de Ludovico Einaudi, Eric Satie, Chopin por supuesto...

Una vez nos hemos alejado. Alex continua empeñado en salirse con la suya, pero Eve no se muestra tan dócil como lo hizo Helen, ella está acostumbrada a tratar con nosotros, no le amedrenta ver a un metis enfadado, menos aún con sus guardaespaldas cerca, conoce su posición y conoce bien nuestras costumbres, quizás mejor que nosotros mismos.

Y la respuesta de Ty no se hace esperar, se mueve rápido y decidido. Antes de que pueda percatarme de lo que estaba pasando, se encara con Alex, y aunque se que su Rabia esta completamente enfocada en nuestro Philodox, me muestro algo inquieto. Me muevo, protegiendo con mi cuerpo a Helen, como ya hice antes, mientras trato de calmarla, con mis caricias y con mi abrazo.

Temo por un momento que Ty pueda hacer algo que luego lamente, de ser así, poco podría hacer yo por Alex, pero consigue controlarse.

Poco a poco rato de relajarme y de calmar a Helen con mi actitud.

Cada vez tengo menos ganas de cenar con todos y mas de subir con Helen a nuestro pequeño rincón.

"Bella y terrible como un ejercito presto a la batalla"

Todo mi cuerpo se congela, aterido por esa glacial mirada de frío azul. De purísimo azul, casi casi tan puro e intenso como el de la aguamarina más perfecta.

Cuando Eve baja la mano conque me despreciaba, la mano cuyos dedos apenas han rozado mi nariz siento como si se hubiese derribado un muro invisible y una ira sin freno se hubiese abatido sobre mi. Con el pausado parpadeo de sus brillantes ojos azules, me permite retroceder un paso, abrumado por el propio peso de su señorío, mientras que su voz, armónica y melodiosa, desencadena su furia sobre mi.

"Bella y temible, como un ejército listo para marchar hacia la guerra."

Ese pensamiento, esa frase, ese fragmento de diálogo,  pronunciado por Galadriel, señora de los elfos de El Señor de los Anillos es la única forma en que mi mente es capaz de asumir ese despliegue de poder.

Poder puro y sin limitación.

Poder para desarmar mi furia palabra por palabra, sin necesidad de aspavientos, gritos o muecas.

Poder para avergonzarme por toda la eternidad.

En ese momento, la tierra tiembla y todo el Túmulo parece moverse, salirse de sus casillas, rompiendo en mil pedazos el gélido hechizo de Eve Rothschild. El brevismo aleteo de una sonrisa se desvanece en mis labios al enfrentarme a la roja y ardiente ira de los ojos azules de Tyler.

Erguido sobre mi como un Titan de los mitos helénicos, hirviendo de furia como si se tratase del mismísimo Poseído, Tyler me crucifica con la mira y me apuñala con apenas cuatro palabras.

Y una ultima orden, escupida entre unos dientes tan apretados que parecen a punto de saltar en pedazos.

Me revuelvo como puedo y escapo de allí, abrumado por el peso del silencio de Will, del desprecio de Eve, del terror de Helen y de la furibunda vergüenza de Tyler.

Corro a todo lo que dan mis deformadas piernas, apartando sillas y tropezando con mesas, rumbo al despchito que nos  sirve de despensa. A mi alrededor, el Túmulo se cierne, sombrío, tétrico. La bóveda de la biblioteca se achica  sobre mi, como si estuviese adentrandome en un tumba.

Un persistento olor a podredumbre y corrupción asalta mis fosas nasales, atragantandme con su esencia. Boqueo locamente, mientras mi propia saliva se espesa, grumosa, como el pus. Una arcada sacude mi cuerpo, mientras cagio de rodilla ante el umbral del despachito donde hace un rato- o una maldita eternidad compartía confidencias con la novia de uno de mis mejores amigos.

El recuerdo del perfume de sus cabellos hace que se me revuelvan las tripas de nuevo y la nausea se imponga. A duras penas consigo encontrar una papelera de plástico en la que vomitar estruendosamente. 

Con esfuerzo de voluntad hercúleo, pateo la puerta para cerrarla y salvaguardar así un mínimo de dignidad...

Y, entonces, a solas, en aquel cuarto, en silencio, lloro.

Lloro como hacia mucho que no lloraba. Dejo que todas las lágrimas que se habían congelado ante la sobrecogedora presencia de Eve, corran libres por mis mejillas, mientras escupo los restos del vómito.

Me abrazo a mi mismo, desesperadamente solo. Un torbellino de sentimientos zarandean mi cordura, balanceando la de un lado a otro de la delgada y finísima linea que separa la lucidez de la locura. Ante mis ojos llorosos desfilan las deformadas imágenes de mis padres y de mis hermanos de manada, de mis amigos y de mis enemigos, de Eve, Helen, Riley y Aletheia.

Una nuevo arcada sacude mi cuerpo y vulevo a inclinarme sobre la papelera, escupiendo bilis mezclada con saliva y trazos de sangre. El dolor lacera mis tripas, mientras un repentino golpe de fiebre hace que empiece a sudar y a temblar.

De repente, ante mis ojos llorosos se manifiesta una figura sonriente. Aunque me parece vagamente familiar, no consigo reconocerla, ni ponerle nombre. Sin embargo, hay algo en ella que no me deja de llamar la atención. En pie frente a mi, con sus dos metros de apolínea figura, pelo largo y negro surcado por vetas plateadas y extraños reflejos morados. Sus dos ojos, uno verde y otro azul, me miran fijamente, examinandome, mientras unos labios finos y delicados se curvan en un rictus indefinible. Todo su cuerpo destila contención y poder físico, a pesar de lo relajado de su actitud.

Entonces lo reconozco. Soy yo. Mejor dicho, es como me gustaría ser. "No... Es como seria yo si poseyese todos los atributos que definen al Círculo de Plata... Si YO tuviese todo eso... Si Yo fuese perfecto..."

- Así que eres yo.- A duras penas me incorporo. Sorprendentemente, ahora parece todavía más alto.- Mejor dicho, soy tú.

La figura sigue sin hablar, pero no le hace falta. Sus labios se distienden en una sonrisa de anuncio y sus ojos se entornan.

- Yo tenia razón... El Wyrm esta aquí... En este Túmulo... Solo que no lo han traído las chicas u Ojos-de-plata... Has venido conmigo.

La sonrisa de mi alter ego se desvanece, endureciéndose. Una ligera perturbación me anuncia que se ha vuelto mas agresiva. A pesar de todo, sigue exudando ese aire de suficiencia que me es dolorosamente cercano.

- ¿Sabes qué? No creo que seas el Wyrm. Tampoco el Harano, aunque estas peligrosamente cerca...

La figura deja de sonreír definitivamente. Y su mascara de perfección se agrketa poco a poco, mientras recupero la firmeza de mi voz.

- Has ganado fuerza, no lo niego. La tensión ha podido conmigo... Y has estado a punto de destrozar mi vida y la de mis colegas... Punto para ti. Pero no vas a volver a pillarme a contrapié, majete... 

La figura se abalanza sobre mi, con las manos engarfiadas y el rostro deformado por el odio mas profundo y visceral que he visto jamas.

- Comemela... Capullo...- Alzo la mano, enseñándole el dedo corazón. En el ultimo momento, aquella visión se desvanece, dejándole frente a una cuchara de metal, abandonada quien sabe cuando en aquella habitación y que, por alguna razón, sostengo con todas mis fuerzas.

Repentinamente, un destello glacial hace saltar el recuerdo de una frase, una sugerencia pronunciada por una muchacha tremendamente lista y desagradable...

- Mírese en un espejo, señor Van Der Hoffen.

Al cabo de un rato me decido a salir del despachito-despensa, con los ojos enrojecidos, las mejillas arrasadas en lágrimas y llevando con mucho cuidado una bolsa de plástico grande, dentro de la cual se adivina algo del tamaño y la forma de una papele estándar.

Anadeo hasta el rincón donde he dejado  mis cosas, apoyando la bolsa cuidadosamente y evitando vergonzosamente las miradas del Círculo de Plata o de sus invitados. Acuclillado frente a mi equipaje, no tardo en hacerme con un paquete de toallitas húmedas con las que acicalo lo mejor que puedo, limpiandome las manos y la cara, especialmente, la zona de la boca.

El escozor del enjuague bucal me arranca unas lágrimas, a pesar de lo cual, aguanto como un jabato, desenvolviendome como si estuviese solo en aquella inmensa y antigua biblioteca. Repaso el trabajo y me froto bien las manos con un gel limpiador a base de alcohol, mientras me trago el enjuague bucal.

"Esta claro... Tenemos que apañar algún tipo de aseo... Y montar una pequeña cocinita o como cara o se llame ese tipo de habitación..."

Vuelvo a enchufarme otro trago de enjuague, moviéndolo de un lado a otro de mi bocaza mientras aguanto mecha y recjo mis trastos una vez. Concluida la recogida y habiendo guardado la basura generada en una pequeña bolsita, me bebo el fortísimo enjuague bucal y me seco la boca.

Chasqueo los labios y me froto la tripa, tratando de calmar el incipiente ardor de estomago, que me augjra una noche larga y difícil... "C' Est la vie"

Sin más ni más, hago ademán de acercarme al despachito otra vez antes de darme un palmada en la  frente y desandar lo andado hasta volver a mi bolsa de deporte y extraer del neceser un vaporizador con agua de colonia. Jugueteo con el mientras camino hacia el despacho, tratando de no mirar a nadie no cruzar una palabra, como si tuviese el mismo pacto que Voz-de-la-Umbra.

Ya en el ddespacho, pulverizo unas generosas dosis de colonia, tratando de disimular el hedor del miedo y el olor del vomito de la mejor manera posible.

Medianamente satisfecho, me ocupo de acercar las vituallas y el menaje a la mesa, haciendo todos los viajes necesarios, mientras camino con la cabeza gacha y pensativo. En un gesto de pueril esperanza, coloco servicios para todos los que estamos allí, distribuyendo las raciones lo mejor que puedo, consciente de que alguno de los huecos se quedará vacío.

- ¡¡A cenaaar!!

La respuesta de Riley no se hace esperar, y tal como intuía, la situación no le hace la menor gracia. Sin embargo, aún hay espacio para la sorpresa. Alzo una ceja, sin estar seguro de comprender. ¿La situación que une los dos garou que custodian este lugar...? Pienso en Ben y en Isaac, y en Riley y Aletheia... ¿Me está diciendo que...? Al igual que hice anteriormente con Jane, sacudo mi mente de tales pensamientos. No es asunto mío, no es asunto de nadie. Aunque una pequeña semilla de convicción se hace presente en mi interior. Saber cuándo se convertiría en asunto mío. Cuando alguien se atreviera a juzgarlo.

Por supuesto que habría hecho lo mismo, Riley. No te juzgo por todo lo que ha sucedido. Y no trato de defender a mis hermanos... -Aparto brevemente la mirada, con cierta vergüenza- No son perfectos, ninguno lo somos. Alex es capaz de sacar de sus casillas a cualquiera con sus palabras rimbombantes y su humor ácido. Jane es orgullosa y cínica, no cree en la Nación de la que forma parte. Amber es tan apasionada y rebelde que... -Me detengo, con la triste sensación de estar traicionando a mi manada con mis palabras. De estar excavando un abismo entre ellos y yo- Pero los quiero, a pesar de todo. Y se que pueden ser mejores. Mejores de lo que son ahora, mejores de lo que han sido hoy. Los conozco, con sus luces y sombras, no sólo por sus fallos sino por aquello dentro de ellos que les lleva a errar... -Tiene palabras acerca de Jane y Will, y no puedo negar lo que dice. No debo, aunque quisiera. Hay verdad en todo ello. Quizás no toda la verdad, también, y por eso me permito explicarle la situación- Jane... sufre visiones, pesadillas vívidas, reales, desde que era pequeña. Vive retazos dolorosos de la guerra de las lágrimas, sufre casi cada noche la rabia y vergüenza de uno de los episodios más lamentables de nuestra historia. Y eso le hace tener un montón de información inconexa y una gran desconfianza en nuestro pueblo. Trato de transmitirle esperanza... Pero supongo que fallo en eso, también. -Bajo la vista al suelo, recordando la reunión, el modo en que su desconfianza se posó en mí durante la misma- Y Will... Es un tonto enamorado, no piensa con claridad... -Sonrío tristemente, sabiendo perfectamente cómo se siente- Sabe que se equivocó, y como yo, que hiciste lo que debías. Algo que te agradezco profundamente, Riley. -Alzo la mirada hasta ella para mostrarle mi agradecimiento sincero.

Siento un profundo pudor al oírla hablar de gilipolleces tribales, negándolas únicamente en mí. ¿Qué tengo yo de especial? Sólo trato desesperadamente de achicar todo el agua que amenaza con hundir este bote, mantenerlo a flote como puedo. ¿Acaso mis hermanos se dejan llevar por el orgullo de nuestra tribu, y yo no lo veo?

Te agradezco tu colaboración, Riley. Y sí, dejemos descansar a Aletheia... -Pienso en la Fostern, a quien no he tenido apenas oportunidad de conocer, y en el asunto del vehículo, y una idea cruza mi mente- ¿Que... que te parecería si Eve y yo viajáramos con vosotras mañana? En vuestro vehículo, quiero decir. Sería una oportunidad de charlar y de que pueda conocer un poco a Aletheia. Además, creo que sería más cómodo para todos... -Comenzando por Eve y mis hermanos- Como te he dicho, Riley, no es una cuestión de desconfianza hacia vosotras. Nos ha inspeccionado incluso a nosotros. Es excesivo, sí, pero... Supongo que con todo lo que ha pasado, necesita sentirse útil. -Me encojo de hombros, sabedor de que es una excusa bastante pobre- Y sobre Eve no te preocupes, yo hablaré...

El silencio se atraganta en mi garganta, pues oigo la voz de Alex a lo lejos. Está hablando con Helen, pidiéndole permiso para hacerlo, con Eve al lado. No podía esperar, maldito sea...

Ver a mi hermano retroceder no me produce ninguna satisfacción. Ver el modo tambaleante en que se aleja, tropezando con el mobiliario, no me calma. Ver el miedo en sus ojos, no afloja la presión en mis nudillos, en mi mandíbula, en mi estómago. Mis ojos se mantienen abiertos y enrojecidos, mi respiración sigue agitada, respirando profunda y ferozmente por la nariz.

Odio esto.

Odio ver miedo en aquellos que quiero. Odio ser yo el causante de ese miedo. Odio saber que ese miedo puede estar justificado. Odio que dejar de ser yo sea precisamente lo que yo soy.

Cuando Alex desaparece de mi vista, me quedo mirando a ninguna parte, luchando por controlar y hacer retroceder aquello que incendia mi interior. Ladeo ligeramente la cabeza, comprobando cómo me mira Will, situado ante Helen, protegiéndola. De mí. Protegiéndola de mí. Ni siquiera me atrevo a seguir girando y mirar a Eve, tan sólo detecto su presencia cerca de ellos por el rabillo del ojo, antes de volver a mirar al frente, agachando la cabeza.

L-lo... Lo siento...

Siento un pequeño deje de "compasión" cuando veo alejarse a Alex, que ahogo sin demora. Mas tarde quizás sienta remordimientos, mas tarde quizás me sienta como un cabrón insensible, mas tarde quizás sea capaz de verle de nuevo como a un amigo, mas tarde quizás me sienta mal por haberme sentido así ahora, mas tarde quizás sea capaz de pedirle perdón. Pero no ahora, ahora pienso que tiene lo que se merece, por parte de Eve, por parte de Ty... y por mi parte.

Alex huye a esconderse y en vez de verle a el, veo a una alimaña escabullirse. Hasta que se cierra la puerta del despacho tras él y siento en la boca el sabor de una amarga victoria, miro de reojo a Helen, avergonzado, sintiéndome miserable... joder, y luego digo que no le juzgo, pues menos mal...

Apenas se retira noto la mirada de Ty, y su disculpa... todos tenemos que disculparnos esta noche. Aunque se que mañana, cuando nos levantemos, todas las ofensas se habrán olvidado, todos los reproches... es bueno pedir perdón aunque entre nosotros no sea necesario, pues ya está todo perdonado.

Trato de forzarme y sonreir, restándole importancia al asunto, no pasa nada Ty.

Al rato veo salir a Alex del despacho, le observo sin tener claro como acercarme, como dar el primer paso, siempre es difícil hacerlo... tampoco quiero atosigarle. Le dejo algo de espació, como me gustaría que hiciesen conmigo, para reconciliarme, primero conmigo, y después con el resto.

Hasta que comienza a preparar la mesa, y le hago un pequeño ademan a Helen, vamos a echarle una mano... todos nos equivocamos a veces. Uno de mis deberes como Theurge, es sanar heridas, vamos a empezar cerrando esta.

Tan centrado está terminando de preparar la mesa, que no se si es consciente de que me aproximo, y cuando se vuelve llamándonos a todos, ahí me encuentra, delante de él, y sonriendo a modo de disculpa, no necesito decirle mas. Miro a Helen un segundo para volver a mirar a Alex.

Le doy unas suaves palmadas en el hombro antes de mostrarle una breve nota: Perdona.

No necesito recordarle que me ha molestado su manera de proceder, ni decirle que lo he considerado una grave falta de consideración, hacia Helen, que se encuentra bajo nuestra protección, como ya dijo Tyler, hacia mi, por desconfiar de mi novia, hacia Eve, porque se encuentra también bajo nuestro amparo y hacia Ty, que parece que siente por Eve, lo mismo que yo por Helen... no es el momento de abrir las heridas que pretendo sanar. Somos una manada y debemos actuar como tal.

Tras mostrarle la sucinta nota, retiro una silla para Helen y me siento yo a su derecha, indicándole después a Alex, que se siente a mi diestra.

A cenar, si, ya iba siendo hora.

El amigable contacto del toque en el hombro de la mano de Will, apenas termino de llamar a cenar me deja desconcertado. Cuando me doy la vuelta para mirarles, noto como las lagrimas vuelve a hacer un valiente esfuerzo por derramarse sobre mis mejillas.  Trato de componer la mejor de mis sonrisas a la vez que mantengo la pose más dura del libro...

Lo que, inevitablemente, me lleva a parecer un cachorrito apaleado.

Con delicadeza, en silencio y fuertemente entrelazados los dedos con los de Helen, Will me muestra una nota con una sucinta cita. Una palabra simple que condensa todo lo que podría o querría decirme de no estar sujeto a una promesa espiritual.

Dudando y un poco tenso, cojo el trozo de libreta, fijando la vista en el papel mientras evito la mirada de ambos.

Con un suspiro, lo guardo en mi bolsillo y les dedico una sonrisa un poco forzada.

- No tengo nada que perdonarte, William...- Mi sonrisa gana un poco de calidad y calidez.- Es más... Soy yo el que tiene que pedirte disculpas a tí y a la señorita Harcourt.- Tamborileo nerviosamente sobre el borde de la silla.-

"En realidad, a todos los de la sala."

No se me pasa por alto la actitud educada y protectora de nuestro silencioso Theurge y se escapa una sonrisa tristona.

"Entiendo que no te fies de mí... Me jode, pero lo entiendo..."

Me froto un ojo con suavidad, limpiando una traicionera lagrimita.

- Vas convertirme en Tyler, tío... Dentro de nada, me tendras llorando sobre tu hombro...- No puedo evitar soltar una puyita... Que suena patetica apenas ha abandonado mis labios.- Lo siento... No estoy fino esta noche...

Me siento en silencio, mordisqueando las raciones de comida de camping sin demasiado apetito. La cena, que se suponía iba a ser un momento más de relajación y de hermandad, se parece cada vez más a una incomoda cita en la que la pareja esta al cuidado de un sobrino especialmente pesado.

A la desesperada, trato de ganar puntos para llenar el incomodo silencio.

- Gracias a los dos por cenar conmigo...

Poco a poco las lágrimas se van secando en mis mejillas sin que me haya molestado en limpiarlas. Las dudas persisten, sin embargo, no es tan fácil librarse de ellas y lo más que consigo es evadir mi mente, dejándola ir con cada melodía.

Sigo sentada en un corredor apartado de la sala principal, con las piernas dobladas a lo indio y la espalda apoyada en la pared. La guitarra continúa en mi regazo y, sobre mis piernas, un emparedado olvidado espera su momento. Ni siquiera sé cuánto rato llevo tocando, pero mis dedos siguen rasgando las cuerdas y creo que no he dejado de cantar desde que me senté. 

No me doy cuenta de que Jane está ahí hasta que la vibración de la última nota empieza a desaparecer y levanto la cabeza, tomando aire. Me sorprendo al darme cuenta de que no estaba sola, pero no siento su presencia como una intrusión y le dedico una sonrisa tenue. 

- Ey, preciosa -saludo con la voz algo ronca-. ¿Llevas mucho rato ahí?

Cuando me siento veo los acordes que Amber, no necesito buscarlos a mi espalda, se muestran frente a mis ojos. Luego miro a Helen, y después a Alex... a pesar de todo, me siento contento, he hecho lo que tenía que hacer. ¿Cómo dijo Ty?... paso a paso... tuerzo la boca tratando de recordar, nada, no me acuerdo, igual da, pienso finalmente encogiéndome de hombros.

Alex comienza a disculparse, pero no es necesario, y me basta un ligero codazo en su brazo, para indicarle que deje de decir tonterias, que todo esta ya olvidado.

Miro entonces a Helen, y me ofrezco a servirle, una vez lo hago, me sirvo yo también y comienzo a comer.

La ultima guardia, pienso ya masticando. A ver si luego Helen y yo podemos hablar un poco, si no esta muy cansada. Y sin pensar siquiera en el gesto que hago, apoyo mi mano sobre su regazo.

Después de un rato en la mesa, sola, intentando meditar, he desistido. Han pasado demasiadas cosas, se ha complicado demasiado todo. Mis visiones han cambiado, todo ha cambiado. Es como si acabáramos de cruzar un umbral invisible. Desde el silencio umbral que no nos dio ningún Tótem, he sentido esta persistente sensación. Algo nos observa, nos pone a prueba. No, será que quiero que algo se preocupe por nosotros. Pero no, Jane, nadie vendrá a salvaros desde la Umbra.

Tras eso me he quedado unos minutos mirando al techo, escuchando los ecos de la música de Amber. Quiere que la dejemos tranquila un rato. Así que le doy tiempo, pero, finalmente, es más fuerte que yo. Mi característica calma está quebrantada.

La busco, siguiendo la música y veo que toca mientras llora. Buena Galliard, que convierte en música lo que siente sin importar lo que esto sea. Se apresura a recomponerse y me saluda sonriente. Quiere ser fuerte por las dos. Me acerco con paso leve y reflejo su gesto en el mío.

- Ya sé que querías estar a tu aire - digo como disculpándome -, pero es que...

...no quiero estar sola.

-...no deberías estar sola

¡Ja! Buen intento, Jane, pero eres transparente hoy.

El amistoso codazo de Will corta en seco lo empezaba a ser una lacrimosa disculpa, dejandome con la palabra en la boca. Por suerte, basta con echar un vistazo a la franca sonrisa y al todavía serio semblante de nuestro guía espiritual para convencerme de que todo esta bien.

Helen, con una templanza encomiable, aguanta el tirón y puedo ver como sus labios se relajan en una atractiva sonrisa. Como Will la esta sirviendo en ese preciso instante, no me queda mas remedio que conformarme y suspirar quedamente, viviendo ma ilusión de que un fragmento de esa sonrisa es solo para mi.

Las raciones de campamento no están mal y, teniendo en cuenta que he echado las papas hace un rato, lo cierto es que las ataco con la proverbial hambre del lobo... O lo haría si no estuviese Helen delante. Así que como en silencio, masticando metódicamente una y otra vez cada bocado, tal como recomiendaba Oprah en su sección de dietetica y salud junto a la Primera Dama.

"Joder... Si que soy capullo... El cariño que se profesan no puede ser artificial, ni fruto de algún tipo de selección o crianza... Y mucho menos, culpa de la mancha corruptora del Wyrm..."

El recordatorio de aquella figura perfecta hace que me d estremezca de  la cabeza a los pies.

- Briiiib.... Perdón... Un escalofrío.- Sonrió burlonamente, antes de apurar una de las latas de zumo conque estabamos regando la cena.- Rico...

Cuidadosamente, me limpio la comisura de los labios y las manos con una de esas servilletas desechables. Vuelvo a tensarme al sentirme fuera de lugar junto a aquella pareja tan bien avenida y una punzada de envidia hiere mi corazón cuando, al cosquillear Will la base del cuello de Helen, esta sonrió y ladeó la cabeza para apartarse, desplegando su magnifica melena e inundando toda la mesa con el delicado perfume a vainilla de su cabello.

- Chicos... Me gustaría haceros un regalo... Bueno, dos...- Sonrio, azorado, mientras me rasco la cabeza.- Creo que no conoces el Ritual que emplee con Amber, ¿verdad? Es muy sencillito y te permitirá conocer la localización aproximada de Helen... Es como el péndulo de las Halliwell o de los Winchester, pero funcionando de verdad.

Se me queda corto, pero es lo único que se me ocurre para ayudarles un poco y para tratar de que recuperemos la amistad que teníamos esa misma mañana.

Suelto una mano de la guitarra para dar algunas palmaditas en el suelo a mi lado, invitándola a sentarse conmigo y después se la ofrezco para tomar la suya. Durante algunos segundos permanezco en silencio, mirando la pared de enfrente sin verla realmente. Hasta que un movimiento en mis tripas me recuerda que aunque yo no tenga hambre, mi cuerpo sí que necesita comer. 

- ¿Has cenado algo? -pregunto, girando un poco la cabeza para mirar a Jane. Y antes de que pueda responder, mis labios siguen moviéndose sin permiso y añado la pregunta que realmente me está dando vueltas en la cabeza. - ¿Qué crees que ha pasado hoy?

Estudio su expresión mientras espero que responda y en un gesto natural e inconsciente acaricio el dorso de su mano* punteando con los dedos al ritmo de una melodía que sólo está en mi cabeza.

Siento que algo se ha roto hoy en el Círculo. Agrietado tal vez. O quizá es que ya lo estaba y yo no me había dado cuenta hasta este momento. Algo debía estar mal si Alex siente la necesidad de vigilarme en secreto. Pero como sea necesito escuchar la opinión de Jane, siempre sensata, incluso demasiado para su edad. 

Me siento con Amber, aceptando su mano, y apoyo la cabeza en su hombro. Esto debe ser tener una hermana mayor a la que poder contarle cosas, con la que poder contar. En lugar de tenerla por sangre la he "encontrado en la calle", como decía siempre mamá de los pocos novios que tuvo después de nacer yo. Pero eso no hace que valga menos. En cierto sentido...vale más. No está obligada a quererme, ni yo a ella.

- No tengo hambre, demasiadas emociones - respondo -. Creo que ha sido la primera vez que nos hemos encontrado ante un problema de los gordos, y que no hemos estado a la altura. Nos hemos dividido, y lo peor de todo, es que sólo hemos conseguido hacernos daño unos a otros

Sonrío sin alegría.

- También tiene que ver que Ahsley y Ashley hayan aparecido y nos hayan mareado el instinto, me costaba mucho concentrarme cuando su majestad estaba cerca

Y eso tiene implicaciones que me dan miedo.

- Y, por si fuera poco, estaba el sindicato de gilipollas suelto por el edificio y nuestros mentores no han hecho nada por remediarlo, ¿Qué crees tú?

Froto la mejilla con los cabellos de Jane cuando termina de hablar y medito sobre sus palabras durante algunos instantes. Ahora, con la sangre más calmada me es más sencillo razonar con la cabeza. Suena bien, casi daría gracias a Gaia porque sólo haya sido eso y nada más. Pero...

- No lo sé, la verdad. - Suspiro y poso mis labios sobre su frente para besarla con suavidad mientras trato de poner en orden mis ideas y mis emociones. Tras una pequeña pausa me decido a hablar, con un tono dubitativo. - No puedo evitar preguntarme cuándo puso esa piedra Alex en mi mochila. Fue antes de llegar al Túmulo, eso seguro. Y antes de venir... No teníamos motivos para enfrentarnos entre nosotros. - Bajo un poco la voz. - O eso pensaba yo.

- Pero él encontró algo en mí que le hizo dudar lo suficiente como para querer tenerme vigilada. ¿Fue hoy? ¿Mientras estábamos en la Umbra? ¿O ya estaba allí desde antes? - Hago una pausa y miro hacia abajo, hacia la guitarra. - ¿Desde cuándo me está vigilando Alex? ¿Desde cuándo existe esa desconfianza sin que yo tuviera ni idea de ello? - Pestañeo varias veces antes de añadir más dudas a las que ya me reconcomen. - Creo que Tyler lo sabía y lo aprobaba. Quizá Will también... 

Me doy cuenta de que me estoy enredando y me detengo para tratar de hilar lo que estoy intentando decir. Tomo aire de una bocanada y me obligo a mantenerlo en el pecho un par de segundos antes de soltarlo despacio. - Quiero decir, si esa desconfianza ya existía, entonces tal vez lo que ha pasado hoy no tiene nada que ver con los ángeles, ni con las Furias del infierno. Eso sólo sería una muestra de que en realidad no estamos tan unidos como parecía. Es fácil estar juntos cuando las circunstancias son favorables, pero cuando el viento viene de cara es cuando se ve si de verdad lo estamos. - De perdidos al río, ya no merece la pena no soltarlo todo. - A lo mejor el problema viene de antes, quizá Alex cree que hay un problema conmigo. ¿Y si lo hay de verdad? ¿Y si soy yo la que desestabiliza la manada? ¿Y si es mi culpa que no se presentase un Totem a reclamarnos y Alex lo sabe?

- No lo sé - le contesto -. A Alex le encanta enredar. Seguro que quería ver si funcionaba y tenía tu pelo más a mano...o eso quiero pensar

No quiero creer que nadie sospeche de nadie. Ni mucho menos que haya un complot contra Amber. ¿Por qué no iban a fiarse de ella? Es la prima de Will, y una de las que más apoya a Ty en su liderazgo.

- No tiene sentido, ¿Verdad? Eres la Galliard, la que nos une, si nos separásemos, no sería por tí

Eso lo digo muy segura. Porque, además, después de Ty, Amber es la más cercana para mí dentro de la manada. No es que tenga mala relación con nadie, pero ella es mi hermana mayor, y ese vínculo es extraordinario incluso en estas circunstancias.

- No sé si Tyler lo sabría, aunque estoy casi segura de que Will no - es el más místico de todos, y su relación con Amber es la más estrecha, no jugaría contra ella. No es coherente. Sonrío para intentar animarla -. El problema de hoy es que no estábamos preparados para la que se nos ha venido encima, nos ha cogido con la guardia baja. No ha sido un problema de confianza. ¿Cómo podría pensar nadie que no eres de fiar? Has sido la primera en cambiar para defendernos del comité de gilipollas

Me inclino para mirarla a los ojos.

- Si hay un problema con el Tótem, seguramente sea yo - le confieso -. Llevo un tiempo dándole vueltas y es lo único que tiene sentido. Los espíritus me atacaban en Australia y me atacan aquí, por acción y omisión. Soy un experimento fallido, tú eres una buena Garou, y no hay nada en tu corazón, ni en el de ninguno de nuestros hermanos, que sea peor a lo que hay en otros. Los Garou que masacraron a los otros Cambiantes en la Guerra de la Rabia, los que se aliaron con los nazis, los que asesinaron a los Bunyip en Australia, todos ellos tenían un Tótem. Tú eres mucho mejor que todos esos juntos, Amber, así que el único motivo por el que no tendrías Tótem es porque todos se avergüenzan al comparar a sus anteriores hijos contigo. En cambio yo...yo soy el factor caos, la única anomalía real que podría provocar el silencio, soy yo