Partida Rol por web

Después de despedirte de Aiki para ir a buscar comida, justo al salir pudiste ver a una mujer que llevaba un carro lleno de productos de granja junto a una niña. De pronto, la chica pareció ver a alguien y se acercó a ellos con una sonrisa.

-¡Hola, chicos! ¿Qué tal? ¿Cómo os ha ido? ¿Dónde están vuestros amigos?

Al observar con quien hablaba, Akiyama se dio cuenta de que eran el chico y la chica que habían acompañado hasta la iglesia. Parecían conocerla. ¿Tal vez hablando con ellos podría conseguir algo de comida?

Tuvieron suerte de decidir marcharse, puesto que poco después de salir del ayuntamiento, el alcalde salió de la iglesia y se dirigió directamente hacia ellos. Pasando de largo sin ni siquiera dirigirles una mirada, entro dentro del ayuntamiento. Posiblemente iba hacia su despacho. Y poco después, vieron a una de las chicas, Akiyama, salir de la iglesia también. Pero de pronto, una voz familiar les llamó la atención.

-¡Hola, chicos! ¿Qué tal? ¿Cómo os ha ido? ¿Dónde están vuestros amigos?

Al fijarse, vieron que la granjera Railey se encontraba allí en la plaza con un carro lleno de productos de su granja. Y además, le acompañaba su hija pequeña.

-Algo parecido quiere hacer la familia de mi señora.- Respondió Phia desde el otro lado de la pared.- Hace tiempo, el antiguo rey murió sin descendencia, por lo que 3 familias nobles se disputaron la corona. Una de ellas, decidió retirarse. Era una familia de mercantes, por lo que solo le importaba el dinero. Así que dio su derecho a la corona a cambio de poder seguir con su red de comercio libremente. La de mi señora, era una familia que se preocupaba por sus súbditos. Deseaba poder llegar al poder para mejorar la vida de todos ellos. Acabar con los monstruos de la región y que finalmente pudieran vivir todos en paz. Y por último, una familia de guerreros. Éstos eran conocidos por ser combatientes y mercenarios. El actual rey es perteneciente a aquella familia.- Phia hizo una breve pausa, pensando en lo que ocurrió, para luego proseguir.- Dado que no había ningún acuerdo entre ambas familias, finalmente se debía decidir mediante la tradición. El campeón de las dos familias debían de combatir en un combate a muerte. El vencedor sería proclamado rey, mientras que el perdedor... bueno. Ya sabes lo que tienen los combates a muerte. Finalmente se proclamó rey y la familia de mi señora acabó siendo su vasallaje.

Las tripas le rugían y parecían no callar. Así pues, ver a aquella granjera fue toda una llamada celestial. Por suerte, estaba hablando con dos conocidos para ellas.

Con algunas cuestiones por resolver que le aparecieron al reconocer a la pareja, Inara se acercó tímidamente.
Tal vez, pudiera conseguir un poco de alimento.

Aiki miró al sacerdote sonriente - las guerras siempre benefician a ricos y nobles, mientras alguno de ellos sigan queriendo enriquecerse más, seguirán habiendo guerras. Pero no soy de por aquí, en mi pueblo no hay guerras, pues mi familia que ostenta el puesto más semejante a un mandamás que hay, solo buscamos enriquecer a todos por igual... Aunque eso conlleva que hayan épocas en las que la aldea de los Shine prácticamente desaparece. ¿Me podría usted explicar sobre esa guerra? Sobre quienes mandan más tropas o venden armas, o cualquier cosa que haya escuchado... Incluso los rumores a veces son útiles, aunque no se deban tener muy en cuenta hasta verificarlos. Estoy segura que en casa de paz llega información de todos sitios ¿tiene algo de tiempo para ponerme al día?

La voz familiar de Railey me sacó de mis pensamientos sobre el alcalde y sus secuaces. En un primer momento me alegré de encontrarme alguien familiar pero pronto tuve una sensación agridulce… sentía que no habíamos cumplido con nuestra promesa y todo apuntaba a que no estábamos cerca de conseguirlo.

- Hola Railey – saludé con cierta tristeza, aunque intenté sonreír un poco mientras le revolvía el pelo a la hija pequeña a modo de saludo – las cosas se han complicado un poco – empecé a narrar – Cran… no lo tenía muy claro y decidió seguir su camino – comenté con el corazón en la mano – aunque no fue culpa suya… la situación es algo más compleja de lo que parecía – comenté disculpando la decisión de nuestra antigua compañera. – Y Jacklin… - empecé, pero no sabía como continuar, solo bajé la cabeza esperando que Khya me sacase de esa espiral de culpabilidad y tristeza.

Sonreí ampliamente al ver a Railey allí, aunque una vez Ed empezó a hablar comencé  a sentirme mal, no habíamos conseguido hacer lo que le habíamos prometido y me sentía fatal por ello.

- Esto... Es así como ha dicho Ed, pero nosotros cumplimos las promesas, una vez consigamos deshacer todo este entuerto - no quise añadir nada más, ya tenían bastantes problemas.

Me agache y le revolví el pelo a la pequeña, teníamos que hacerlo, por Jacklin, por ellos.

- Ojala pudiera ayudaros a ganaros el trono en ese caso, pero como puedes ver en lo que respecta a política y enfrentarse a gente en cargos con poder no soy muy bueno. Lo máximo que puedo hacer ayudaros a escapar y luego poner mi espada a vuestro servicio para lo que podáis necesitar. Pero... -había algo que me parecía bastante raro- ... ¿realmente en vuestro país la "tradición" para elegir al Rey cuando no hay descendiente ni acuerdos es un combate a muerte? Eso no mide en absoluto las capacidades de ninguno para gobernar, da igual lo fuertes que sean tus campeones eso no tiene relación alguna con ninguna de las funciones de un Rey -una idea se me vino a la cabeza, era una idea millones de veces mas loca que ninguna en mi vida pero precisamente por eso podía funcionar- Señorita Phia, en esa tradición vuestra ¿también existe la posibilidad de revanchas?

-¡Oh, chicos! Lamento escuchar eso...- dijo la granjera con gran tristeza mientras su hija se reía por el tratamiento recibido por Khya y Ed.- Pero no os preocupéis. Seguro que todo sale bien. Yo había venido para vender ya los productos de la granja. Mañana por la mañana regresaré.- En ese momento, la chica se dio cuenta de la presencia de Akiyama y la miró algo confundida, ya que no parecía haber dicho nada y se había acercado.- Oh, vaya... ¿Quería algo? ¿La conocéis?

-Claro.- dijo el hombre mientras tomaba asiento en un banco vacío.- La guerra comenzó ya hace unos años, poco después de que el nuevo rey tomara el poder. Resulta que nuestro país, antiguamente, cedió un terreno en la frontera al país vecino para firmar así la paz. Sin embargo, dicen que se ha descubierto recientemente una gran cantidad de oro, por lo que el rey quiere recuperarlo. Y claro, la codicia de los hombres ha desembocado en esta guerra. Ambos bandos mandan a sus gentes a combatir en la frontera, mientras que los gremios de mercenarios se enriquecen ante esto. Entre ellos, el gremio de los cuchillas. Por eso es posible que no les interese que esta mujer siga viva.

-En realidad no es una tradición, por así decirlo. Simplemente se llegó a eso, dado que la otra familia estaba dispuesta a una guerra civil con tal de llegar al poder. Así que finalmente este fue el único acuerdo al que pudieron llegar ambas familias para evitar la pérdida de vidas inocentes. Pero claro... tampoco sabían que comenzaría una guerra con el país vecino. Y ahora... es más complicado.- dijo la chica, guardando silencio poco después.- La única forma de que la familia de mi señora pudiera recuperar el poder, ahora sería mediante el asesinato del rey. Pero posiblemente provocara aquella guerra civil que deseaban evitar. Y si eso sucede, el país vecino aprovechará la debilidad del país para avanzar en sus fuerzas y terminar de conquistarnos. Ahora mismo, si mostramos división, sea como sea, sería nuestra perdición. La única forma de acabar con la guerra sería logrando la paz entre ambos bandos. Y con lo cabezón que es el rey, solo se detendrá si recupera las tierras cedidas...

Las tripas de Inara rugieron otra vez. Esta, avergonzada, se llevó las manos a ellas y se sonrojó.

-¿Cuánto pides por algo de comida?

Suspiró, eso le parecía bastante real pese a ser absurdo.

- lo que se da no se quita, decía de más pequeña... Pero obviedades aun lado, con quien deberíamos hablar para frenar la guerra, y aunque no me guste hablar mal de la gente, el alcalde parece demasiado interesado en que la lady se vaya ¿sabe si está involucrado en comercio? ¿O saca algo de esa guerra?

Suspiro al ver a aquella muchacha otra vez, que pesada de verdad, seguro que nos había estado siguiendo.

- Bueno hemos cruzado un par de frases con ella hace un rato, pero nada más.

En realidad me daba un poco de lástima estaba bastante delgaducha, parecía que pasaba hambre, esperaría a ver si podía comprarle algo a Railey y sino se lo compraría yo, tampoco era plan de que se muriese por no comer o cayese enferma por muy molesta que fuese.

- Creo que a nosotros también nos iría bien comer alguna cosa - comenté queriendo aprovechar el momento para descansar un poco.

Acto seguido, me quité la capucha y respiré hondo ese olor a campo que desprendía el puesto de Railey. - ¿Que está más rico? - pregunté a la pequeña mientras me ponía en cuclillas a su altura y le dedicaba una sonrisa antes de mirar el puesto de la granjera.

Railey les miró un momento para luego mirar su carro. Llevaba leche, algunos vegetales que cultivaba en su granja, algo de queso, huevos, y unas pocas frutas que había recogido de los árboles alrededor de la granja.

-Pues diría que lo mejor es el queso. Siempre sale riquísimo. Seguramente a precio de tienda os costaría unas 2 monedas la unidad, pero yo la vendo por una.- Pero, recordando Ed que le había dado el dinero a Cranberry antes de que se marchara, ninguno de los tres tenía con que pagar. Railey se quedó pensativa hasta que se le ocurrió algo.- Ya se. Tengo que ir a vender esto y hacer unas compras. Si vigiláis a mi hija y jugáis con ella un rato, os doy lo que necesitéis. ¿De acuerdo?

La niña, ante lo que dijo su madre, parecía estar bastante emocionada. De normal siempre que iba con su madre al pueblo, era bastante aburrido para ella, ya que debía de estar siguiéndola a todas partes. Pero hoy podría ser distinto para ella.

-Dudo que sea tan fácil como hablar con alguien.- respondió el sacerdote con pesar.- El rey jamás cesará su empeño por recuperar las tierras, y el rey del país vecino, dudo que sea muy distinto.- Después hizo una pausa para comenzar a hablar del alcalde.- No es que tuviera interés en que se marchara. Simplemente le aconsejó que lo hiciera para perder de pista a sus perseguidores. El alcalde, la verdad, entre tú y yo, se aleja todo lo posible de la guerra. Logró librarse de tener que ir a combatir pagando una buena suma de dinero a cambio. Aunque entre los ciudadanos se rumorea que consiguió aquel dinero de una forma algo... turbia. No se sabe con exactitud pero tampoco hay ninguna prueba de ello.

Apartarse de la guerra no era tan raro, ¿cuantos campesinos darían todo por evitar que se llevaran a sus hijos a ella? ¿Y cuantos rezarían por no ser llamados a sus filas? Las guerras de por si siempre eran turbias, ¿que podía necesitar un rey al que todo le sobra de unas tierras doradas? En realidad tan solo inflar su propio ego, pues sin duda no las necesitaría y los impuestos a aldeas y ciudades bajo su amparo no los iba a bajar por ello, más lejos de esa certeza, los gastos de suministros ya fueran víveres armamento o material para las avanzadillas si que eran un gasto constante como venía siwendo lógico.

Entonces ¿lo del alcaldes era mera cobardía? ¿O habían detalles detrás? Además eso le creaba una duda considerable, ¿si no bastaba con hablar con alguien...?

- si no basta con hablarlo... ¿Que tipo de mediación buscaba lograr ella? - decía colocando el pelo de la muchacha en su regazo - ¿como una mediadora que busca hablar es escogida como objetivo de tales amenazas? ¿Tenía algún tipo de plan que pudiera hacer temblar el pulso de un rey? - las ideas en su cabeza eran más ilógicas que posibles ¿crear un tercer reino? Eso involucraría más guerra ¿algún secreto real? Dudaba que fuera a chantajear al rey, era absurdo... Sin duda no entendía que podía ser tan peligroso de una muchacha para ser añadida a tal lista de presa.

Otra vez esa sensación de que no poder hacer nada, curiosamente estaba encerrado en una celda, desarmado y totalmente vulnerable pero eso no era lo que me hacía sentirme débil, en absoluto... Otro golpe seco contra los barrotes resonó en el lugar.

- Ya veo... -una serie de pasos siguieron esas palabras y el ruido del camastro al recibir un peso encima suya- Siento no poder ser de ayuda entonces.

Desde antes de emprender el viaje sabía que una persona, un viajero, un don nadie no podía tratar de solucionar todos los problemas del mundo pero una cosa era saberlo y otra vivirlo. A punto de ser juzgado por salvarlos, sin importar mis palabras, sin importar la falta de pruebas, sin importar nada, el simple hecho de que él lo diga ya provoca que todos me crean culpable. Lo peor de todo es que lo volvería hacer, no me arrepentía en ningún momento de mis decisiones, hacerlo sería como fallarme a mi mismo, romper con todo lo que creo, mi forma de pensar, mi creencia sobre la justicia, el honor y el bien. Casi prefería morir a romper eso.

Suspiré, no podía decirle que no a Railey, si necesitaba que cuidásemos de su hija lo haríamos, además la pequeña parecía emocionada, la comida nos vendría bien y aún más a la chica delgaducha.

- Muchas gracias Railey, no nos alejaremos mucho de aquí, ve tranquila tu hija se queda en buenas manos - sonreí a ambas y le ofrecí la mano a la pequeña - ¿te gustaría ir a algún sitio bonita?

Aunque no podía dejar de pensar en Jacklin y que tal le estaría yendo en la cárcel...