Partida Rol por web

Ed y Khya acabaron subiendo de nuevo por aquel grito. Sin embargo, Tozoku por algún motivo pensó que aquel no era su lugar. Él había ido a aquel continente con un objetivo y aquello no haría más que traerle problemas. Por lo que tras dudar un instante, finalmente decidió seguir el camino y salir de la posada. Mientras tanto, Ed y Khya, entraron a toda prisa al cuarto de Ven, cuya puerta estaba entreabierta. Inmediatamente se encontraron con la mujer tirada en la cama, con un hombre sujetando sus muñecas y sobre ella. Su rostro estaba lleno de lágrimas mientras trataba de forcejar y gritaba.

-¡Ahhhhh! ¡Suéltame! ¡Nooo!

Y el otro hombre, que se encontraba junto a la cama, sin percatarse de la presencia de ambos, se llevó la mano a la cintura y desenfundó una daga, claramente con intenciones nefastas.

-De acuerdo, eso es una opción. Otra que se me ocurre es tratar de atraer un guardia esta noche mientras duerme el resto. Seguramente tenga las llaves. Si alguno logra distraerlo, el otro podría tratar de robarselas. Pero si nos pilla puede que de la alarma y dudo que tuviéramos alguna oportunidad al día siguiente... ¿Qué preferirías intentar?

Sin embargo Jacklin no pudo contestar. Antes de eso, la puerta volvió a abrirse y apareció un guardia llevando dos bandejas. Se acercó a la celda de Jacklin y pasó una de las bandejas por debajo de las rejas. Encima de ésta había un trozo de pan, algo de agua, y un trozo de queso. No era mucha comida para lo presos, la verdad. Y después hizo lo mismo con la celda de Phia.

-Aquí tenéis vuestra cena. Más os vale que la disfrutéis. Puede que sea la última para alguno de vosotros...

Tras aquellas palabras, el guardia se apartó un poco de las celdas y se apoyó en la pared de enfrente, esperando a que terminaran de comer para recoger las bandejas y volverse a marchar.

Suponía esas respuestas, ella solo quería que le devolvieran su dinero, o parte de él.

- veamos que hay en esa posada... - sin otra opción a la vista, era lo más lógico, aunque ponerse a trabajar por culpa de unos piratas le fastidiaba, ella preferiría estar buscando buenos ingredientes, cosa difícil sin dinero o saber bien lo que le ofrecía la naturaleza.

Decepcionada por las respuestas que siempre decían todos como si fueran papagayos o, peor aún, copias baratas de unos y de otros. Como si se hubieran aprendido de memoria el discurso, Inara sentía un duro golpe a su honra. 

-No es posible que me digan siempre lo mismo... No me fío de trabajar en la taberna...

Aki parecía un ser de luz, así que tras su respuesta Inara reflexionó un instante:

-Bueno, en verdad... es la única solución que tenemos... de momento. 

No voy a rendirme tan fácilmente... 

Fui a abrir la boca pero el sonido de la puerta me calló de inmediato, no me había dado cuenta de el tiempo que había pasado desde que me metieron aquí y de hecho tampoco había notado que tenía hambre, desde hace rato además, por lo que en cuanto nos pusieron la bandeja con comida me senté en el mismo suelo para comer. Vacíe el pan de la miga comiéndomela primero para luego meter el queso dentro y comerlo como si fuera un bocadillo. Así estaría un poco mejor.

- Sutil -dije entre bocados y buches de agua, sabía que se refería a mi o al menos eso prefería creer

Finalmente, sin más remedio ya que nadie parecía dispuesto a salir del puerto, ambas chicas comenzaron a caminar por las calles del pueblo. No se encontraba muy lejos. Lo único que tuvieron que hacer fue recorrer la costa por el puerto hasta que éste terminara y meterse por la primera calle. Inmediatamente al hacerlo, ya pudieron vislumbrar a su derecha el cartel que anunciaba la presencia de la taberna.

Al entrar dentro, debido a que ya era un poco tarde y pronto sería de noche, la taberna comenzaba a estar un poco llena. La gente comenzaba a tomar las primeras cervezas de la noche y el ambiente comenzaba a animarse. El dueño de la taberna iba sirviendo las bebidas todo lo rápido que podía mientras iba socializando con sus clientes. Parecían ser ya asiduos al lugar. Y fue entonces cuando nuestras dos aventureras se dieron cuenta a lo que se refería aquel capitán de barco. En una de las paredes de la taberna, había un gran tablón de anuncios con distintas hojas colgadas. En ellas se anunciaban distintos tipos de trabajos rápidos junto con recompensas. Desde cazar y depellejar animales para conseguir piel y carne, hasta simples tareas de entregar algún producto a algún lugar de la isla.

Pero en el momento en el que estaban ojeando aquellos papeles, de pronto escucharon algo de revuelo fuera de la taberna. Con un simple vistazo a la ventana, pudieron ver un grupo de guardias del pueblo corriendo desde el puerto hacia el interior de la ciudad. Parecía que estaba sucediendo algo.

Tenía que actuar y rápido, sino hacíamos algo iba a resultar herida a manos de aquel hombre, o incluso algo peor. Así que sin pensarlo dos veces con mi daga en la mano me tiro sobre el tipo aquel para intentar acuchillarlo y que suelte a la joven para que pueda huir, si es que no teníamos que haberla dejado sola después de todo...

No hizo falta pensarlo demasiado, mientras Khya se adelantaba para liberar al opresor de Ven, des del mismo portal saqué el arco, cargue una flecha y disparé al hombre que acababa de desenfundar la daga. Con un poco de suerte, el combate acabaría rápido.

Khya se lanzó directamente sobre el hombre que se encontraba sobre la mujer y, rápidamente le clavó el cuchillo en un costado. Ante aquello, el hombre se quejó del dolor, soltando a Ven y cayendo sobre la cama. Parecía que había sido suficiente como para que se llegara a desmayar por el dolor. Mientras tanto, Ed lanzó una flecha al asaltante armado, pero la flecha se desvió y acabó impactando a los pies de la cama. La mujer entonces, al ver aquello, trató de levantarse y salir corriendo, empujando al asaltante armado para poder tener un lugar por el que escapar. Sin embargo, cuando le puso la mano encima, el asaltante la logró agarrar de la muñeca y evitar que avanzara más.

Fue entonces cuando, como si el tiempo se ralentizara, Khya y Ed vieron como el hombre armado lanzó una puñalada hacia el vientre de la mujer, impactándola de lleno. El hombre mantuvo la hoja allí unos segundos para luego extraerla. La mujer se quedó pálida por aquello. Se llevó la mano que tenía libre al vientre para notar como comenzaba a salir sangre y, perdiendo las fuerzas, se desplomó en el suelo, colgando de la mano de su atacante, que la soltó para caer totalmente al suelo.

- ¡Noooooooooooooooooooo! ¡Ven! Mierda, mierda, mierda. - me vuelvo furiosa contra el que le ha hecho eso a la chica e intento apuñalarle también en el estómago para que pruebe de su propia medicina - ¡Ed! Ocúpate de ella, hay que llevarla a que la vea un médico - grito mientras intento acabar con el maldito asesino por venganza más que otra cosa, pues mucho me temía que la vida de la joven se esfumaba por momentos...

Entraron en la taberna. Aquel lugar no le convencía demasiado...El olor a comida provocó que sus tripas sonasen.

-Lo siento... -se disculpó avergonzada a su compañera-, ya van abriendo la cocina y no tenemos suficiente dinero para comer algo...

Sin embargo, aquello no impidió que Inara se sentase en una silla a la espera de que alguien se acercase y les preguntase que qué querían. Sería ese momento en el que la joven le pediría información... No obstante, cuando el lugar empezaba a cobrar vida, se escuchó cierto bullicio procedente de la calle.

-¿Qué ocurre? -preguntó levantándose curiosa e iniciando la marcha hacia la puerta del local, donde ya había un coro formado de chismosos-. Ay, no consigo ver... ¿Puedes ver, Aiki?

Aiki se subió a una silla cuando su compañera preguntó. No había posibilidad de pasar entre tanta gente, por elloc procuró dirigir sus orejas en pro al problema. Las misiones de obtener pieles y comida le gustaban, pero resolver los problemas era casi una ley genérica en cualquier aldea.

Miró a los presentes, buscando a uno corpulento que no se fuera a quejar mucho, y desde la silla saltó a sus hombros, dando un segundo salto hacia el exterior. Escuchar en primera linea sería más fácil.

Aiki logró ver a una serie de soldados pasar a toda prisa por la calle, alejándose del puerto y girando hacia una pequeña plaza cercana en dirección a un edificio. Por el cartel parecía ser una posada. Entonces, entre los presentes observando, ambas pudieron escuchar algunos rumores.

-Parece que hay una pelea allí.

-No, no. Al parecer una chica ha gritado desde su habitación.

-Pero, ¿no habían visto a unos cuchillas por la zona? ¿Será que han ido a asesinarla?

-¡Qué va! Si aquí no hay nadie importante como para que los cuchillas se interesen... Seguro que son rumores...

Pero fuera como fuera, parecía estar pasando algo en la posada.

Al igual que tú, Phia comenzó a comer lo que le habían traído. Y ante el silencio en aquel lugar, Phia decidió seguir hablando, aunque claramente, nada relacionado con su plan.

-Dime. ¿Qué se te ha perdido por este lugar? ¿Cómo es que quieres ir al continente?

Phia parecía hacerlo por tener algo de conversación. Posiblemente se habría pasado esa semana sin hablar prácticamente con nadie y, dado que al guardia aquello parecía no importarle, ella se había soltado.

Des del momento en el que la flecha salió disparaba noté como una presión empezaba a oprimirme el corazón, por el movimiento del hombre sabía que iba a fallar y luego el tiempo pareció detenerse... intentaba ir tan rápido como podía cargando otra flecha, pero mientras mi brazo aún estaba regresando del carcaj, el matón ya había atrapado a Ven y con una mirada fría y desafiante, como diciéndome que este era el resultado de mi fallo, apuñaló a la rehén.

Vi impotente como la mujer caía al suelo sin fuerzas y sentía como las mías empezaban a irse hasta que el grito de Khya me izo reaccionar - tiene razón, aún hay tiempo! - tiré el arco al suelo y empecé la carrera hacía el cuerpo que yacía ahí tendido. - Quizás si le presiono la herida para parar la hemorragia aguante hasta encontrar a alguien que pueda ayudarla - y aunque no sabía muy bien donde ir, seguro que abajo podrían indicarme.

Khya acuchilló al asaltante, tratando de herirlo. Y lo logró, solo que no fue tan efectivo que con el otro. Éste, inmediatamente se apartó de ella llevándose la mano a la herida con una expresión de rabia.

-¡No sabéis con quien os estáis metiendo!

Tras decir aquello, el hombre se dio la vuelta y comenzó a correr hacia la ventana. Siendo un primer piso, pegó un salto, atravesando el cristal de la ventana y rompiéndolo en cachos, montando un gran estruendo. Y cuando Khya se asomó a la calle, pudo ver como el hombre herido, había caído sin hacerse mucho daño. Se incorporó entre la gente sorprendida por aquello, y comenzó a correr por la calle, huyendo.

Mientras tanto, Ed, que trató de taparle la herida a la mujer, se dio cuenta de que la mujer parecía seguir respirando. Su pulso era débil, pero parecía que no había muerto. Había posibilidades de salvarla. Necesitaba que alguien le sanara, fuera como fuera, o acabaría desangrándose.