Partida Rol por web

No parecía alguien que estuviese mintiendo, al contrario parecía sincera y necesitada de ayuda, además si tenía algo que ver con la dichosa mujer estaba interesada en escucharla.

- ¿Qué necesitas? Si está en nuestras manos te ayudaremos, vamos, no seas tímida, no nos comemos a la gente que va pidiendo nuestra ayuda por ahí...

Esperaba que con aquella broma se relajase y nos explicase que le sucedía.

Trataba de mantener la compostura pero cada vez se me hacía mas difícil, mis dedos bailoteaban como una forma de liberar ese nerviosismo, mi pierna derecha parecía seguirles el ritmo aunque llamar a eso ritmo era ser extremadamente generoso una vez estuve sentado en la silla y atado. Y mis ojos se desplazaban por la sala sin buscar nada en concreto tratando de evitar la sangre en el proceso aunque hacía lo mejor que podía para que todo eso no fuera evidente para el exterior.

- Adelante, no te va a resultar difícil hacerme hablar es lo único que he querido hacer desde que me acerque al pueblo. Aunque por mucho que no te guste las respuestas que te de van a ser la verdad así que poco importara lo mucho que me tortures. Así que cuando quieras... -ahora si mantuve la mirada fija sobre el esperando por sus preguntas

La chica pareció alegrarse ante las palabras de Khya, mostrando una gran sonrisa. Pero lo siguiente que dijo fue algo un poco... sorprendente.

-Necesito que me ayudéis a sacar a alguien de la cárcel.- La chica lo dijo de forma seria, segura y directa. Sin embargo que lo dijera de la nada era algo extraño. De pronto la propia chica se sobresalto.- ¡Ay, espera! ¡No me he presentado! Soy Lady Ven Danrich, una de las herederas de la familia Danrich. Llegué a esta ciudad debido a que mi barco se desvió hace una semana debido a ataques de piratas. Pero pronto, mi sirvienta fue detenida por el alcalde de este pueblo, por cargos que claramente no ha realizado. Y se niega a razonar. Lo único que me queda sería ayudarla a escapar, pero yo sola...- La chica se quedó callada, bajando la mirada, algo triste. Pero luego la volvió a levantar, decidida.- He escuchado los problemas que teníais también con el alcalde, vuestro amigo, y lo de abandonar la isla. Si me ayudáis, también podremos ayudar a vuestro amigo. Y además, con mi influencia podré conseguirnos un barco para marcharnos de aquí. ¿Me... me ayudáis?

-Muy bien... Si tan seguro estás...- El guardia hizo un gesto al otro, el cual desató uno de los brazos de Jacklin y lo puso sobre la mesa, arremangándole mientras el que había hecho el gesto volvía a coger el cuchillo.- De acuerdo. Vamos a ir poco a poco. Primera pregunta. ¿Dónde está vuestra guarida de bandidos?

El soldado agarró también la mano de Jacklin y acercó el cuchillo a su brazo, pinchando un poco con la punta, de forma que una gota de sangre comenzó a gotear por su brazo hasta la mesa. Parecía que comenzaría con algo simple, como hacerle un corte en el brazo.

Mire el cuchillo en silencio mientras este se clavaba muy ligeramente en mi piel, esto me traía recuerdos no sería la primera vez que sufría heridas por proteger a otros, las cicatrices de mi espalda me volvieron a doler... el simple hecho de recordar lo ocurrido me provocaba dolor a pesar de que hacía muchos años de lo ocurrido y ya no dolían de verdad.

- ¿Nuestro? -negué con la cabeza- Yo no pertenezco a ningún grupo de bandidos.

Mire al soldado con la daga, sabía perfectamente que no iba a creerme y por tanto me cortaría para luego hacer otra pregunta y amenazarme con otro corte peor que este, era un ciclo que se repetiría de forma infinita, el haría una pregunta, yo respondería la verdad pero eso no le gustaría y me haría daño.

En aquella isla parecía existir la costumbre de que las mujeres ofrecieran trabajos extraños por las esquinas. Trabajos que implicaban enfrentarse a las autoridades. 

-Es raro-Tozoku miró a la recién llegada conextrañeza-¿Puedes conseguir un barco con tu influencia pero no puedes sacar a tu sirviente de prisión?¿De qué la acusan?

​Más misterios del mundo exterior. Tozoku sintió que nunca se acostumbraría. 

- Demasiadas casualidades - pensé mientras observaba a la joven - primero nos ofrecen ayuda si luego le llevamos al continente y ahora un barco para tal fin -. O eramos lo más afortunados del mundo o todo lo contrario. Y aunque aquella chica parecía sufrir de verdad, ya nos la habían intentado jugar una vez de la misma manera.

- Que proponéis? - pregunté al final - no podemos ir a sacarlos así como así - necesitábamos un plan y de momento no teníamos ninguno. Las misiones serían una forma de ganarlos la confianza de la gente del pueblo, pero era invertir un tiempo que quizás no teníamos. Lo único bueno es que de momento no nos haría falta ningún disfraz.

Finalmente miré a Khya algo preocupado - ¿estás segura de lo que haces? 

A ver, a ver, a ver, que sí, que era mucha casualidad, que podía haber gato encerrado, que quizás no las jugase, pero... ¿teníamos algo mejor? No, rotundamente no. Así que, era mejor que nada.

- No es tan raro que no pueda sacarlo de la cárcel, el dinero no siempre puede comprarlo todo - digo mirando a Tozoku - te ayudaremos ¿verdad chicos? - miro a Ed convencida de lo que digo - pero tendrás que contarnos más, vuestra historia y veremos que podemos hacer entre todos para hacer justicia y sacarlos de la cárcel. Aunque por nuestra parte, dudo que Jacklin se quede sin hacer nada, quizás él ya tenga un plan.

Sonrío convencida de que conseguiríamos reunirnos de nuevo.

El guardia no vio para nada acertada la respuesta de Jacklin, por lo que tal y como él se imaginaba, apoyó el cuchillo en su brazo con el filo, y tiró de él haciendo un corte no muy profundo, pero suficiente como para que empezara a sangrar. Más que doler, escocía por ello.

-Me parece que es la respuesta incorrecta. Volvamos a jugar, pero esta vez con una mayor apuesta.

Todavía sujetando la mano de Jacklin, en esta ocasión, puso el cuchillo en la mesa algo inclinado. Y tras eso, llevó la mano de Jacklin hasta esa posición, de forma que, en caso de bajarlo como si se tratara de una guillotina, le rebanaría el dedo meñique. Parecía que aquel guardia no se cortaba a la hora de torturar.

-Muchas gracias.- dijo la chica con una sonrisa en su rostro.- Pero aquí es mejor que no hablemos. Venid conmigo a la posada.

Era raro que le preocupara que alguien les escuchara después de decir abiertamente que quería ayudar a fugarse de la prisión a alguien, sin embargo, algún motivo debería de tener. Entonces, los tres, ahora compañeros a la fuerza, acabaron siguiendo a la mujer hasta una posada cercana y entraron en la habitación que tenía rentada la mujer. Al llegar se quitó la capa que portaba, desvelando un traje algo más lujoso que el de un simple pueblerino, y se sentó en la cama.

-Por favor, tomad asiento.- La mujer lo dijo de forma cortes, aunque prácticamente el único lugar donde sentarse allí era la propia cama.- Como os dije, soy Lady Ven Danrich. Hace un tiempo fui encargada una importante misión diplomática por el mismísimo rey, por la cual debía de marchar al país vecino, con el que nuestro propio país está en guerra, para tratar de lograr la paz. Tras varios años de negociaciones, finalmente parece que mis esfuerzos comienzan a marchar por buen camino, por lo que me disponía a regresar con el rey para darle personalmente la buena nueva. Sin embargo, debido a la guerra, el único camino fácil para regresar, fue pasando por estos mares y, finalmente, acabé en esta isla por los piratas. Pero poco después de llegar, mi sirviente fue detenida por robo, cosa que no cometió, y el alcalde no entra en razones para liberarla. Sospecho que el alcalde es corrupto, y está siendo pagado por un gremio llamados "Los cuchillas". Este gremio se enriquece a costa de la guerra, y creo que ese es un buen motivo de querer impedir mi éxito. Es muy posible que haya integrantes en este pueblo tratando de encontrarme para atentar contra mi vida. Y por ello mismo, debo liberar cuanto antes a mi sirviente y coger un barco para abandonar la isla de inmediato.

Exactamente, aguante el dolor sin casi ni inmutarme pero no podría ser así siempre. Ahora me amenazaba con cortarme un dedo eso si que iba a doler de cojones pero yo no podía hacer nada, le había dicho la verdad así que ya me podía ir despidiéndome de ese dedo.

- ¿Y que quieres? Te podría decir un lugar totalmente al azar de esta isla que no conozco, ni siquiera me acuerdo como se llama ahora que lo pienso juraría que me lo dijeron pero bueno... si te mintiera para contentarte lo único que conseguiría sería hacerte perder el tiempo que te enfadaras y volveríamos a esta situación exacta pero tu mas enfadado. No puedo decirte algo que no se, ya te lo dije al principio yo he venido aquí con la intención de decir la verdad y vas a acabar matándome por el simple hecho de no querer aceptar que mis palabras son ciertas. A muchas personas el dolor les fuerza a decir mentiras para tratar de librarse de el pero yo no voy a hacer eso... puedes no creerme de hecho estoy convencido de que así lo harás pero mis palabras no van a cambiar. He venido con la respuesta de porque las mujeres desaparecen y en lugar de escucharme aunque sea por un momento cada vez que abro la boca me tomas por mentiroso para seguir fielmente las palabras del alcalde que no parece estar muy interesado en resolver ese misterio ¿Porque será?

- ¿te suena de algo el nombre de Wineda? - pregunté tras escuchar la historia de la joven. No había escuchado el nombre de "los cuchillas" pero algo me decía que todo iba a estar relacionado.

- De todas formas - continué ahora centrando mi atención en Khya y el granjero - no podemos sacarlos de la cárcel e irnos sin más, dejando a la gente del pueblo y sus alrededores a merced de un alcalde corrupto. - entonces una ligera mueca se dibujó en mi rostro - je, seguramente el estúpido de Jacklyn diría lo mismo  - pensé - aunque él iría directamente a por el alcalde.

Para Tozoku, cuya vida había transcurrido entre pilas de abono y rebaños de cabras, todo aquel galimatías resultaba abrumador. 

-¿Un rey? ¿Qué rey? ¿De qué países hablas? 

Tenía la vaga noción de que un país era como una aldea muy grande. Sabía que existían muchos y que la gente se enorgullecía de pertenecer a unos u otros, que según los mapas su tierra era de distintos colores y eso era lo que los distinguía.

Se puso colorado ante la perspectiva de estar pareciendo un ignorante. 

-Yo soy del Valle de Kikujai-Sadama-dijo por decir algo. 

La mujer escuchó una las preguntas de los aventureros y se puso a responder cada una de ellas.

-¿Wineda? No me suena de nada ese nombre.- Luego se giró a Tozoku.- Me refiero al rey de este país. Del reino de Ilaindra, claro. Esta isla entra dentro de su reinado. Aunque tu valle no me suena de nada, lo lamento...- Y finalmente se volvió a girar hacia Ed para contestar la última cuestión.- Entonces además de sacarlos de la cárcel deberemos de buscar pruebas incriminatorias contra el alcalde. Si no nos damos prisa, es posible que mañana mismo se celebre el juicio contra vuestro amigo. Y si resulta ser culpable... es posible que la condena se ejecute en ese mismo instante...

El soldado no creyó en ningún momento a Jacklin. Mirando al otro soldado, comenzó a reírse. Entonces volvió a girarse y sin dudarlo, empujó hacia delante el cuchillo y justo cuando iba a bajar, la puerta se abrió y el hombre se distrajo por una voz.

-¿Cómo que no me interesa la desaparición de las mujeres?- El hombre parecía algo anciano y se notaba su opulencia, pues iba vestido con un monóculo y un sombrero de copa, además de un traje. Tenía un bigote extraño y una perilla que se retocaba con una mano con un guante, además de portar un bastón.- Precisamente te interrogamos por eso mismo. Puesto que son los de tu banda los que secuestran a esas mujeres para... a saber que cosas les hacéis...- El hombre caminó dentro de la sala y se puso junto al otro soldado, mirándote.- Parece que estos bandidos tienen gran lealtad a los suyos. Serían capaces de mentir de la forma más cruel con tal de salvarse el pellejo. No creo que hable. Pero no hará falta. La mujer que secuestró servirá de testigo. Mañana será su juicio y será condenado por ello. No hace falta que lo interroguéis más, puesto que dudo que hable.

Tras aquellas palabras del hombre, el soldado soltó la mano de Jacklin y se guardó de nuevo el cuchillo. Entonces, entre los dos soldados, comenzaron a desatarlo con intención de llevarlo de nuevo a su celda mientras el alcalde seguía mirándolo con aires de superioridad.

Poco a poco iba perdiendo la esperanza de que nada funcionara en lo mas mínimo y en el último algo inesperado paso la puerta se abrió provocando que todos centráramos nuestra atención en quien entraba por la puerta. Era mas que obvio quien era solo una persona en este pueblo podría tener el suficiente dinero, mal ganado, para vestir de esa manera. Al fin estaba cara a cara con el villano que movía los hilos.

- Me repugnas... Reza por no volver a encontrarte conmigo nunca olvido la cara de alguien lo suficientemente vil y ruin para exponer a esa tortura a unas mujeres inocentes. Recuerda el nombre de Jacklin Grayheart -aproveche para decir mientras me desataban, ya me había decidido a aceptar la oferta de Phia

Me estoy empezando a poner nerviosa, nosotros aquí hablando y Jacklin a saber por lo que está pasando.

- ¡Vamos entonces no hay tiempo que perder! - miro a todos instándoles a hacer algo - ¿algún plan? ¿alguna idea? No podemos perder el tiempo chicos, si la vida de nuestro compañero está en peligro y la de... - ¿ha dicho su nombre? - también, deberíamos actuar cuanto antes, no deberíamos perder el tiempo, tenemos que hacer algo. Yo propongo la infiltración, dejar KO a un par de carceleros y liberar a nuestros amigos. ¿Se os ocurre algo mejor?

Empiezo a pasear por la habitación de un lado para otro ansiosa.

La mente de Tozoku hervía de preguntas:

-¿Dónde está esa prisión?¿Hay guardias armados?¿Cuántos? ¿Esto no nos convierte en criminales a nosotros?

Se mordió una uña, inquieto. 

-Si se trata de que no nos vean, es mejor hacerlo por la noche... ¿Y si cavamos un túnel para entrar? Se me da bien cavar, tengo los brazos fuertes. 

- Pienso igual - comenté apoyando la idea de Tozoku de ir por la noche - aunque igual deberíamos pasar primero por el despacho del alcalde. Si tenemos pruebas que demuestren su corrupción, será más fácil lidiar con todo esto - y evitar que nos encierren a nosotros si nos atrapan - pensé sin decirlo abiertamente, aunque seguro que no era el único con ese miedo.

Notaba cierta ansiedad en mis compañeros y aunque por dentro empezaba a sentirme igual, estaba algo más acostumbrado a esa sensación, igual que cuando salía de noche a cazar algún animal salvaje que atacaba el ganado de un pequeño pueblo. Lo importante era actuar en el momento exacto y no dejarse llevar por los nervios.

- Hagamos tiempo entonces hasta que caiga la noche. Podríamos ir a ver al Alcalde para saber de que acusan a nuestros amigos ¿os parece?, además si tú - miro a la joven - nos acompañas, quizás nos vayan mejor las cosas, ya que eres alguien de la nobleza, deberían hacerte más caso ¿no es cierto?

Parecía que avanzábamos y pronto estaríamos haciendo algo por ellos.