Partida Rol por web

Cada pareja del equipo se preparaba para su parte de la labor de investigación. Antes de ponerse en marcha con la visita a Carmona los dos agentes, Guillermo y Pedro, decidieron asegurarse de que no iban de vacío, así que reclamaron toda la información posible sobre Carmona. El agente al cargo no les dio demasiado de lo que tirar. El tal Carmona estaba limpio a nivel legal: ni una multa tenía. Un ciudadano ejemplar.

Tomas Martín, el director del programa de Adela, había cumplido promesa y tenían un listado de seis directores que antes que él habían tenido el programa de la vidente en cartera. En un primer vistazo no había nada que llamase la atención de los detectives.

Así que media hora después de la reunión estaban en un pequeño despacho en un entresuelo de la calle Mayor, donde Caromona tenía su oficina. Era un sitio pequeño, lo habitual para alguien con una cartera de clientes tan reducida como la unidad, que era lo que manejaba Carmona.

Carmona tenía en sus manos la orden judicial así que eso aclaraba los términos de la reunión. El joven asistente parecía entenderlo y se puso a disposición de los agentes:

- Bien. Resuelto el tema legal no hay ninguna complicación por mi parte en colaborar. Nunca la hubo, como comprenderán. ¿Por dónde quieren empezar?

Eso era ir directo al grano y lo demás tonterías.

- Bueno, podríamos empezar por la actividad de Adela. - Contestó Pedro, igualmente directo, mientras intentaba evaluar si el cambio entre el nerviosismo del otro día y la actitud directa de hoy podían deberse a haber hecho una debida limpieza de cualquier cosa comprometida. - Quiero saber dónde ha ido, llamadas que ha hecho o recibido (si están grabadas incluso mejor), con quién se ha reunido, quién le ha pagado y a qué cuenta, a quién tenía que cobrar... todo. - Tras decir eso miró a Carmona y a Montalbano un instante, consciente de la faena de revisión que eso llevaría - Vaya planazo ¿eh?

El joven asintió mientras dejaba un pendrive en la mesa.

- Me imaginé que eso sería lo que querían por lo que me tomé la molestia de recopilarlo. Está todo ahí: citas, agenda, cuentas, facturas, nombres y contratos... Toda la información relevante sobre su negocio está ahí. Hay dos carpetas bien separadas: lo que se hacía en la televisión, bastante simple de seguir, nóminas, gastos, derechos de publicidad... y luego está la parte de gestión sobre el tema de las Cartas Astrales. Adela hacía Cartas Astrales a mucha gente famosa. Le sorprenderán algunos nombres. No dudo de su integridad pero no puedo dejar de soltar la coletilla de que estos temas son muy confidenciales. Hay gente que podría perder bastante credibilidad si se supiera que consultaba a una adivina.- se encogió de hombros - Aunque debía ser muy buena porque casi todos repetían. Y estoy seguro que muchas decisiones que se han tomado han sido basadas en sus predicciones. 

Se recostó contra el respaldo de su asiento mirando el pendrive como si contuviese un misterio sin resolver:

- Nunca me lo he creído ¿saben? Era su asistente pero no su hombre de confianza. Nunca fui su amigo. Para ella era una simple herramienta, como podría ser su ordenador o un teléfono móvil. No se lo tengo en cuenta. Todos eran herramientas para ella. Pero lo curioso es que nunca supe que era lo que quería. ¿Dinero? ¿Poder? ¿Posición? Joder... ayer, después de la conmoción, intenté pensar en lo que sabía de Adela. ¿Y saben qué? No sé nada. Probablemente ustedes acabarán sabiendo más de lo que yo sé. ¿No es extraño? Convivir con una persona a diario varios años y no conocer absolutamente nada de ella. Ni siquiera sentirse engañado. Eso aún sería soportable. Es simplemente no conocer nada. 

El hombre parecía un poco lento al pronunciar las palabras. Quizás había tomado algún tipo de tranquilizante, seguramente recomendado por los psicólogos que lo atendieron tras el suceso. 

- Bueno, estoy convencido de que algo de ella sí que conocía... - Mientras cogía el pendrive y lo guardaba Pedro intentó consolar al asistente - Seguro que sus hábitos y costumbres, sus rutinas, como mínimo. - Y si de paso el joven recordaba algo extra, mejor. - A parte, por lo que sabemos no tenía a ninguna persona de confianza. Parece que era hermética y distante con todo el mundo, incluso con sus ex-maridos. Ni siquiera tenía familia... Pedro se encogió de hombros antes de continuar. - Y entre nosotros, yo tampoco me creo lo de la astrología. ¿Si así fuera, por qué tener un equipo de investigación?

Carmona asintió:

- Sí, encontrarán también las facturas del equipo adicional que tenía a su servicio. Está claro que mucha información salía de ese trabajo pero luego está el tema de encajar las piezas. Nadie era capaz de encajar las piezas de información como Adela. De verdad. Es como si fuera capaz de ver los patrones ocultos de la gente a partir de la información suelta. En fin. Espero que les sirva de algo. Si necesitan cualquier cosa estoy a su disposición. No me entiendan mal: estoy algo dolido pero en el fondo apreciaba a Adela de alguna manera. Después de todo nunca se portó mal conmigo. 

Guillermo había permanecido en silencio mirando por un pequeño ventanal hacia la calle. Taciturno había dejado que Pedro llevase la conversación con Carmona mientras el refunfuñaba una canción en un tono muy bajo. Cuando Pedro cogió el cacharro Montalbano se acerco a la mesa mirando el dispositivo con cierta lejanía. Como recordando algo. Entonces se sentó al lado de Pedro y miro a Carmona como un abuelo mira a su nieto. 

—Esto de los cacharritos cada vez mas pequeños es algo maravilloso. Pensar que en ese pequeño cacharro cave toda una vida es como magia. No cree usted?— no dejo tiempo a que Carmona respondiese a su pregunta retorica. —Hace no mucho me ocupe de un caso, en la época en la que aun hacíamos todo en papel, era algo de movimiento de dinero y trafico de influencias. Recuerdo que había un nombre que nos traía de cabeza.— Se rio de una broma propia que no compartió con sus interlocutores y continuo —Un tal Fausto Fernandez. Aparecía su rastro en todos los documentos que investigábamos, pero no había rastro de ningún Fausto Fernandez entre las personas implicadas, ni entre sus allegados. No había ni un puto Fausto Fernandez empadronado en Madrid ese ano. Me entiende? Ni uno solo. En Madrid. Que posibilidades hay?

—Habia un tal Miguel Arrufat que estaba dispuesto a testificar en su contra a cambio de un trato. El resto de los implicados y testigos insistían en que no conocían a nadie con ese nombre y que no sabían de quien se trataba. Por supuesto las teorías empezaron a dispararse por todo lado. Por que la gente tenia miedo de reconocer la existencia de este hombre? Estaría usando una identidad falsa? Seria un alias de uno de los mandamases?— 

—Bueno pues la investigacion duro otros dos anos. Algunas de las pruebas se perdieron en un incendio, algunos de los imputados cumplieron un condena irrisoria y otros por burocracia y demás al final no pagaron nada. Lo cierto es que durante 8 meses Fausto Fernandez fue para nosotros un misterio. Hasta que un chaval de Caceres vino un día y nos trajo dos microfilms a la sala de reuniones. Nos mostró dos entradas donde aparecía Fausto Fernandez en las cuales en ninguna de las dos ninguno de los presentes podríamos asegurar que el garabato del contable realmente leyese Fausto Fernandez. Por supuesto podría ser cualquier otro nombre. El contable había muerto, eso fue lo que precipito el escandolo, así que no podíamos preguntarle a la fuente que era lo que realmente habia querido escribir ahí. 

—Tras un día entero de repaso de todos los documentos llegamos a la conclusión de que las personas encargadas de transcribir los documentos se habían encontrado con el mismo problema y de forma unilateral habían decidido asignar el nombre que consideraban era el correcto. El tal Fausto Fernandez era en realidad Calisto Mendez, esposa de Miguel Arrufat, también imputada pos testaferro. Esas cosas... esas... cosas ya se supone que no pasan. Los ordenadores evitan que nos equivoquemos de esa forma en cosas tan sencillas como los nombres de las personas que aparecen en un libro de cuentas. Claro. Si las personas deciden usarla. No si decide llevar un libro como a la antigua usanza. 

Miro con cierta nostalgia a su libreta y miro de nuevo a Carmona. Toda su intervención de abuelo cebolleta no tenia ningún significado oculto. Nada salvo observar las reacciones de Carmona ante la historia. Nada salvo entretenerle el tiempo necesario para poder sopesarle y ver si podia sacar mas sobre aquel hombre.  

- Por muy adivina que fuera, parece que no previó su desenlace - pensó Pedro con sarcasmo, para plantearse acto seguido - ¿O sí? Tomó el pendrive que Carmona le ofrecía y dejó hablar a Montalbano todo el tiempo que hiciera falta, juguetenado con el cacharro entre sus dedos. Sabía que bajo el manto de afable abuelo acechaba un viejo lobo capaz de engañar incluso a los zorros.

El joven escuchó antentamente la historia que Montalbano le contaba. Parecía realmente interesado, después de todo el agente la contaba con voz pausada, como un buen cuentacuentos. No reaccionó de ninguna manera especial ante la idea de una contabilidad manual. Pero sonrió a la conclusión de la misma:

- Fausto. ¿Y por qué ese nombre? ¿De todos los nombres que hay por qué escoger un tan poco común? ¿Sabe lo que pensé que me iba a contar? Que ese Fausto era una especie de Karl Sozset, como en esa peli de 'Sospechosos Habituales'. Donde nadie sabe quien es el malo aunque lo tienen ante las narices.- se quedó un momento pensativo - Es curioso. Siempre tuve a Adela delante de mí pero nunca supe tampoco qué era. O lo que quería. 

Meneó la cabeza:

- Les deseo suerte. Tengo la sensación de que la van a necesitar. Por favor: si necesitan algo más cuenten conmigo. Me gustaría que encontrasen a quien haya cometido semejante atrocidad, pero ahora mismo creo que me gustaría incluso más saber quien era realmente Adela Montero en realidad.

Juibert rebuscaba constantemente entre sus cosas. Tenia la sensacion de haber perdido algo por el camino y fue el útimo en entrar en la sala donde interrogaban al asistente. Tras echar un vistazo a las cosas que habian conseguido, y escuchar como iba la conversación, gruñó secamente. ¿Ya habian acabado?

Pedro carraspeó al no ver que Montalbano reaccionase a las respuestas de Carmona. Había estado consultando su móvil mientras el veterano inspector explicaba su batallita-trampa. - Parece que hemos acabado. Tendremos que mirar este pendrive con atención. ¿Tiene alguna protección informáticas de esas? - preguntó sin saber mucho del tema.

- De todas maneras, si surgiera algo más espero poderle localizar por teléfono... - Dijo casi a modo de despedida, justo antes de preguntar - ¿Por cierto, sabe algo de unas obras de arte propiedad de Adela?

Sonriendo de soslayo Montalbano intenta ocultar su decepción. Quizá Carmona no tenga más información, pero la posibilidad de que le haya salido adelante en su propia opereta no le deja tranquilo. Carcajea quedamente y termina con estertores de tos que funde en su pañuelo. 

—¡AJUMMMMMMM! ... disculpeme. Es que.... jum... es que estas cosas de la tecnología a veces me ponen nostálgico— dice mientras se limpia la boca con el pañuelo —Pero eso nada tiene que ver. Pero gracias por su colaboración. 

Carmona enarcó una ceja ante la última pregunta de Jurado:

- ¿Se refiere a las que guarda en la nave de Móstoles? ¿Las que hizo su segundo ex-marido? - señaló el pendrive - En la documentación tienen las propiedades que gestionaba para Adela. Estuve una vez ahí, durante unas reparaciones. No entiendo mucho de arte pero desde luego las considero horribles. Y el tipo que hizo los arreglos de la nave me comentó, medio en broma medio en serio, que pasó una temporada con pesadillas después de haber tenido que trabajar allí durante unos días. Pero ¿qué tiene que ver eso con lo que investigan? 

Pedro casi sonrió cuando dos cosas se enlazaron (¡por fin!) dos hilos de la historia de Adela. - ¿Tener que ver? Nada, espero. Pero... ¿Sabe eso de "Todas las líneas de investigación están abiertas"?

Dejó que Carmona sacase su conclusión, esperando que no fuera que no tenían ni puñetera idea de por dónde empezar a buscar a los asesinos Se desipidió del ayudante y puso rumbo a la comisaría donde le esperaba mucho trabajo. Entre el pendrive y la consulta sobre telefonía supuso que pasaría el resto de la mañana orbitando alrededor de Jesús Miguez. Tal vez visitar la nave de arte horrible no sería una mala idea...

—Pedro, Juli. Creo que pasaré la tarde buscando cosas por mi cuenta. ¿Sabemos de alguna hora a la que se haya quedado para poner las cosas en común?— preguntó retóricamente —Bueno es igual. Espero que me avises por el cacharro este— dijo desbloqueando su móvil. 

—Si encuentro algo relevante os lo comentaré allí— siguió mientras leía los mensajes acumulados en los grupos de Whatsapp, tarea que le ocupó bastante rato. 

—No estaré cien por cien disponible, pero estaré pendiente del teléfono. 

En el andén delante del edificio donde entrevistaron a Carmona se despidió y siguió su propio camino. 

Guillermo se despidió de sus compañeros para dirigirse a la biblioteca. Julibert y Pedro, por su parte, regresaron a la comisaría para charlar con Sheldon.

La biblioteca era un lugar reconfortante, tranquilo, un remanso de paz en medio de toda aquella locura. Guillermo acudió dispuesto a realizar algunas pesquisas. Pero ¿por dónde empezaría?

Julibert y Pedro fueron directos al cubil de Sheldon. El informático estaba ahora revisando un viejo portátil mientras ponía cara de malas pulgas al ver entrar a la pareja de agentes.

- Ok, los chicos de la prioridad alfa.- dijo intentando sonar gracioso sin lograrlo por su tono seco - ¿Qué os traéis entre manos? Porque supongo que no es una visita de cortesía ¿eh?

- Buenos días informático Alfa. - respondió Pedro sin inmutarse por el tono seco del friki. Se las veía con tratos mucho peores en la calle.

- Tenía una consulta y no se si tu me podrías ayudar... - empezó a explicar la situación - Existe un número de teléfono tras el cual salta un contestador. Hasta aquí, todo normal, ¿no? Peeeeeroooo ese número de teléfono no está registrado. No es de nadie. Huele a mierda de lejos ¿verdad? La cuestión es... podemos rastrear a dónde va la llamada, si está registrado de alguna manera oculta o algo?

- Luego tengo un bonito pendrive con los datos del negocio de la finada que miraremos. Si nos haces una copia de esas de seguridad y se lo pasas al resto de investigadores me fío más que si lo hago yo... - soltó la faena al 'amigo informático que sabe un montón' como quien se quita un muerto de encima. Pedro se manejaba con los ordenadores, pero ni de lejos con la soltura que le gustaría tener.

Sheldon recogió el pendrive y asintió, aunque lo dejó encima de la mesa. Probablemente lo consideraba una tarea tan superficial que no veía necesario ponerse con ella de inmediato. 

- No sufras, les haré llegar la información a los del departamento. En un rato la subo al servidor.

Luego sonrió ante la pregunta del teléfono.

- En esta vida no hay nada irrastreable, pero sí que es cierto que existen ciertas líneas que no están en los registros. Son movidas que se usaban en la época de la guerra fría, antes de los móviles de tarjeta y esas mierdas. ¿Me estás diciendo que estáis detrás de un espía retirado o qué? Alguien tiene que tener esa información. Esos sistemas ya no se usan pero alguien debería poder localizarlo. Dame el número y veré que puedo hacer. Aunque si esto sigue en activo, que lo dudo, seguramente no podamos realizar demasiadas llamadas. La primera vez pueden tomarlo como un error de marcado pero si insistimos se mosquearían y abandonarían la línea. Al menos así era como funcionaba de aquella.