Partida Rol por web

El operativo completo estaba en la sala de reuniones. Faltaba Agraman porque él tenía que encargarse del circo que se había montado en la comisaría: personalidades políticas, prensa, otros departamentos... Aquello era una locura. Después de una hora escasa Durás había confesado los crímenes. Los forenses estaban revisando las cintas de vídeo del asesinato de Bragante para que no quedase duda. Esperaban encontrar más cosas en su casa pero ya tenían la ropa que vestía en aquella cinta así como el bastón que casaba con la escena de Robledo. Lo único que no tenían era un móvil más allá del clásico 'las voces me lo pidieron'. Esto fue cuando se presentó el abogado de Durás. Porque después de la conversación inicial, apartemente privada¹, el resto del interrogatorio fue por cauces más habituales. Patricia había regresado de la misteriosa sala², igual que Gustavo y Aldara del psiquiátrico³.

Eran las 22:30 y les esperaría una montaña de informes pero el criminal había sido detenido. Podían hacerse al día siguiente. Se habían ganado un merecido descanso por aquel éxito contra la locura de un hombre. Así lo estaba consignando ya la prensa. Un monstruo entre rejas.

Pero si alguien mirase en aquella sala vería más dudas que certezas en los rostros de los investigadores.

Gutierrez apestaba a tabaco, tras haber estado en el garaje de la comisaría fumando un pitillo tras otro a la mínima ocasión.

- Bar 14 en Malasaña, pasada la medianoche. Judas. - repitió de nuevo las palabras de Durás. - Todo muy bíblico, solo le faltaba haber dicho que esperáramos a que el gallo cantara tres veces.

Miró a Montalbano, a quien había perdido una vez llegó el picapleitos de Durás y él había aprovechado para echarse un par de pitillos rápidos¹, y después a Cortés, de quien empezaba a sospechar que se acercaba más al estado mental de Durás que al suyo propio.

- Tenemos una hora larga para montar un dispositivo y actuar; una vez el leguleyo ha hecho acto de presencia, tenemos que suponer que el factor sorpresa ha desaparecido.

Montalbano expulsaba la cinta del pequeño televisor con reproductor integrado ¹. La guardó en su chaqueta inmediatamente. 

—No estoy seguro de que una intervención con fuerza bruta vaya a darnos algo en esa dirección. Tampoco estoy seguro de que vayamos a sacar nada en claro del maldito pugil que se nos escapa— se sentó, claramente preocupado —Se nos escapa... el cabrón se nos escapa JODER!—

Gustavo estaba más tranquilo. De regreso a la comisaría se había podido echar un par de puñados de agua a la cara y ahora se sentía menos aturdido. La burocracia policial había seguido su curso y todo parecía empezar a tomar un cariz de normalidad. Sin embargo la reunión no era en absoluto digna de celebración. Aquel caso había supuesto una pérdida irreparable: Robledo. En efecto, no había nada por lo que alegrarse. Más bien al contrario. Daba la sensación de que el caso solo estaba resuelto a medias. Las preguntas seguían sin ser respondidas. Probablemente no lo estarían jamás y lo que aún resultaba más probable era que eso era precisamente lo más adecuado. 

Hasta que comenzaron a ponerse ciertas ideas sobre la mesa.

—Se nos escapa... el cabrón se nos escapa JODER!

- Aún podemos atraparle... podemos atrapar a todos. Todos los que estén detrás de esto.

Cortés hizo una pausa dramática antes de continuar hablando durante la cual paseó los ojos por los de sus cuatro compañeros.

-  El Bar 14 en Malasaña. Pasada la medianoche. Preguntar por Judas. - tuvo que toser para aclarar la voz al citar al propio Durás. - He jugado mi papel. He hecho creer a Isolino y a Durás que quiero eso que ellos quieren. Y sé que me creen. Esa gente es peligrosa. No sabemos quienes son ni a qué se dedican... ni siquiera sabemos si eso que ellos persiguen "rasgar el velo de la realidad" es una patraña esotérica o es una forma de llamarle a otra cosa. Pensadlo... una bomba sucia en el centro de Madrid... un atentado... algo mayor que unos asesinatos. Algo que el mundo no pueda ignorar. Dejadme ir. Solo... o de lo contrario, no nos creerán. Se dispersarán y solo tendremos al cabeza de turco. Pero preparemos un operativo. Puedo llevar un micro e intentar tirar del hilo. Aquí hay algo más... todos lo sabemos.

Patricia restregó sus ojos, visiblemente agotada. Mientras escuchaba a Cortés, podía sentir en sus dedos el cosquilleo que había sentido al tomar el frasco con el corazón de Robledo en sus manos y la decepción que había acompañado el acto al ver que nada ocurría. Bien, el corazón seguía latiendo, pero aquello que tanto temía -¿qué era? ni ella lo sabía- no había ocurrido. Todo había sido una gran pérdida de tiempo.

-Tenemos que informar de nuestros pasos a Agraman... o a alguien con rango en la fuerza que pueda responder por nosotros. Si esto toma cauces como los que está insinuando Gustavo... Bastante mal me siento habiendo ocultado la existencia del cuarto secreto en el sótano de Durás, si lo descubren antes de que podamos dar explicaciones, podemos tener graves problemas.

Al recibir el llamado de parte de Gutiérrez avisando que tenían una nueva pista, la detective había dejado el corazón en la misma posición en la que lo había encontrado y había salido del lugar, excusándose con los de la científica con que allí solo había trastos viejos y que no valía la pena perder el tiempo cuando en la planta superior se contaba con mucha evidencia de los crímenes del anticuario que requería ser procesada.

-Tampoco me parece bien que vayas solo. Es mucha exposición, ya vimos de qué son capaces Durás y sus cómplices. Uno de nosotros tiene que ir contigo, y yo estoy dispuesta a tomar ese lugar -algo que no podía explicar la impulsaba a tomar ese riesgo a pesar de que su razón le decía que se estaban adentrando en la boca del lobo.

Ya, claro. - pensó mientras Cortés exponía que todo había sido una treta para convencer a Durás, quien resultaba que ya había soltado toda la mandanga sin milongas.

Gutierrez había visto mas yonkis de los que podía recordar y todos tenían una excusa cada vez que les cazaban robando, chutándose o trapicheando con alguna papelina o un poco de jaco.

- Durás nos dio indicaciones a Montalbano y a mí, sabiendo que podíamos presentarnos allí ambos, y no tenía demasiado problema en que eso llamara la atención. - fue su respueta mientras jugueteaba con un sobadísimo pitillo. - Así que nadie va a jugarse el pescuezo entrando solo allí.

Miró al resto, dejando claro que no pensaba ceder en eso, y continuó.

- Tenemos que decidir si informar a Agraman, que yo creo que sí, y si tener un dispositivo de apoyo. - se detuvo en ese momento, valorando las opciones. - Ahí creo que lo mejor es como el traslado de Durás, que haya alguna patrulla cerca pero que no sepan exactamente qué ocurre.

Aldara solo miraba al suelo tratando de pensar en lo mal que le había sentado el caso a su compañero...- Solos sin apoyos no vamos a conseguir nada, Gustavo lo hace con buena intención estoy segura, pero es demasiado arriesgado, saber el sitio donde estarán no nos hace conocer la situación que nos espera de puertas para adentro y eso me tensa, en sobre-exceso, desde luego.

 —Yo estoy con Gutiérrez. Si Durás ha preparado algo en ese bar esperará que vayamos nosotros— hizo un gesto con la mano señalándose a si mismo y ha Gutierrez.

 —No sólo tú estabas camelandote a esos desgraciados. Estoy convencido que Durás puede creer que me tiene a mi también. Le di coba en alguna cosa como para que confiase en nosotros. Alguna cosa que incluso no se ve en el video.

Montalbano sabía la necesidad que tenían todos de ir allí, aunque no tanto de que esto realmente les llevase a buen puerto. Tampoco se podía quitar de la cabeza lo que le había dicho Dúras.

—Ni siquiera soñaba con llegar tan lejos sin ser descubierto por ellos. Ahora ya no tiene importancia. No sobreviviré a esto, ni siquiera llegaré al juicio. Soy demasiado peligroso. Probablemente apareceré ahorcado en mi celda de alguna manera. No pueden protegerme.— decía aquello con total seriedad, mirando a los policías como si les perdonase por ello —No pretendo que me crean. Es complicado que alguien se crea esto sin haber rasgado el velo. Escuchen: ellos no pueden ver el cuarto secreto. No pueden entrar, no pueden penetrar... está fuera de Metrópolis. De momento no necesitan eso para inculparme. ¿De veras siguen creyendo que han sido los crímenes de un loco?

Le necesitaba vivo. Le necesitaba vivo y en la cárcel el resto de su vida. No le podía dejar abierta la vía de la muerte. Ya había avisado en comisaría que existía riesgo de suicidio y los protocolos al respecto se habían activado. Pero, si por alguna razón la paranoia de Dúras tuviese algo de verdad, entonces eso no sería suficiente*.

Salió de sus pensamientos y rompió el silencio incómodo.

 —Pero tampoco tiene mucho sentido ir todos a la vez. Si entramos los cinco como si tal cosa aquello parecerá una encerrona. Deberíamos ir Gutiérrez, Cortés y yo. Vosotras podéis coordinar el operativo desde fuera—

El viejo no podía evitar mostrarse sobreprotector con las dos mujeres del equipo. Un deje de otros tiempos sin duda.

-Y perderme toda la diversión? -Patricia ocultó la inquietud que le provocaba el encuentro con los compinches de Durás a sus compañeros. Ella también quería estar allí, ver de primera mano la locura que arrastraban aquellos sujetos y saborear el momento en el que reunieran la evidencia para ponerlos tras las rejas. Todos ellos eran parte del caso, no se iba a quedar afuera de la resolución.

-Durás debía estar al tanto de quiénes integramos la investigación y como la hemos llevado a cabo. Estamos todos juntos en esto desde el principio, así es como debemos cerrar el caso. Todos juntos.

- Podemos llegar en dos grupos. - sugirió Gutierrez. - Durás ya nos ha visto a Montalbano y a mí trabajar juntos, así que no debería ser extraño.

Miró al resto, empezando a darse cuenta que comenzaba a dudar sobre quién había saltado la línea de no retorno en esas patrañas sobre las que se basaba toda la barbarie con la que se habían encontrado.

- Preguntamos por Judas y, cuando nos vaya a recibir, avisamos que no estamos solos. Si Durás nos manda donde él, no creo que sea reticente a vernos.

- Fantástico... - exclamó Cortés con evidente sorna. - Pues vayamos todos en comandita mientras entonamos la canción de "Vamos a ver al mago... al mágico mago de Oz..." Hacedlo cómo os dé la gana pero creo que cuantos más, peor. La idea de Montalbano tiene sentido. Aunque allá vosotros.

Una mirada huraña recorrió los rostros de las dos mujeres a la vez que Gustavo se acercaba a la puerta.

- Yo voy a buscar un café y un ibuprofeno. Vengo en un minuto. Lo que decidáis hacer se hará.

- ¡No me toques los cojones, Cortes! - exclamó Gutierrez, dando un golpe a la mesa, aplastando el pitillo que llevaba en esa mano.

Se quedó mirando al policia, sin añadir nada más, mientras éste se dirigía a la puerta.

Miró entonces al resto, esperando su opinión.

- ¿Qué hostias quieres, Gutiérrez? - preguntó Gustavo desde la puerta de la sala de reuniones. - Sabes que esto es una cagada. Lo sabes tan bien como yo. No es lo mismo que nos presentemos allí un par de nosotros a seguirles el juego y a intentar tirar del hilo... (por que aquí todos tenemos claro que no hemos atrapado al causante de todo esto) ... que si llegamos allí cinco maderos va a parecer una puta redada. Sea quien sea quién esté detrás de todo esto desaparecerá y nos quedaremos con dos palmos de narices.

Cortés se acercó a su compañero. Estaba agotado pero no estaba por la labor de que todo aquello acabase en nada.

- Dí lo que piensas... vamos. No tengas miedo. ¿Crees que estoy pirado... que me han lavado el cerebro y ahora pertenezco a su "secta"? Dilo si lo crees. 

Gustavo abrió el gesto a los demás.

- ¿Quién de aquí piensa que tendría que irme a mi puñetera casa? Venga... a mano alzada. Por que si aquí no hago falta me voy. Mi perro probablemente se alegrará de verme. Llevo dos días sin aparecer por allí así que a la mierda...

Gutierrez dio un paso atrás, tensándose, cuando Cortés se acercó a él. No sería el primer compañero con el que terminaba dándose de ostias en comisaria pero empezaba a estar viejo y cansado para la mierda que estaba soportando en los últimos días.

- Tú solito te lo has dicho todo. - gruñó cuando Cortés le azuzó. - Nosotros no necesitamos contarle a Durás que queríamos tocar... - hizo un gesto con los dedos, buscando la palabra que había dicho su compañero - la membrana.

-Haya paz, por favor -Patricia habló en tono cansado. Aquel asunto estaba sacando lo peor de cada uno, no era momento de dividirse.

-Tenemos que estar unidos, de otra forma no llegaremos a resolver el caso. Porque sí, sabemos que Durás es sólo la punta del ovillo -dijo mirando a Gustavo sin expresión en el rostro. A ella se le había cruzado la idea de que los tres que habían habado en privado con Durás podrían haber caído bajo su embrujo pero no era momento de desconfiar. Después de todo, "divide y vencerás" era una táctica que siempre daba resultados.

-La reunión va a ser en un bar. Aldara y yo podemos quedarnos en alguna mesa lateral mientras ustedes establecen contacto con Judas y le avisan que también estamos en esto. Que nos vea de entrada, que parezca que también nos han convencido de que eso de la membrana y los carceleros es real y que queremos saber lo que sea que ese culto profesa. Pero si nos separamos, si alguno se corta solo... va a ser muy difícil que volvamos a confiar entre nosotros.

-Queda la cuestión de avisar o no a Agraman. Me sentiría más segura con el respaldo de la ley, pero si no podemos confiar entre nosotros mismos... En fin.

Gustavo se quedó mirando a sus compañeros. ¿Lo haría? ¿Se iría solo? ¿O esperaría por ellos?

Guillermo se levantó de la mesa mirando gravemente hacia Cortés y Gutiérrez. Esperó a que la cosa se calmara con las palabras de Patricia y luego, repasando la habitación y comprobando que la puerta estaba cerrada aún les dijo.

—Creo que Agraman está limpio. Fui a su casa, cuando lo de Robledo nos estalló en la cara. Necesitaba saber si podía confiar en él o no. Su casa está llena de vida, como la de cualquier otro pijo de Madrid— hizo una pausa —No digo que tengamos que contarle todo, pero al menos, si se trata de establecer si es fiable o no. Bueno... quería que tuvierais en mete en ese dato.

- Gustavo, la realidad es que no estás igual y el caso te ha afectado más que a nadie, todas y todos estamos aquí tensados, pero en concreto a tí, te veo en malas condiciones para una operación como esta, es lo que tratamos de decirte, porque nos preocupamos, hemos perdido gente y no queremos más pérdidas, por favor, cálmate y busca la serenidad para pensar en lo que debemos hacer, ¿vale?.

Gutierrez se frotó la cara, cansado como estaba, y levantó una mano de forma conciliadora hacia los demás.

- Podemos jugar la misma carta que en la redada a Durás, le indicamos que vamos a pedir una par de patrullas extra en la zona pero que no queremos que nadie sepa la localización exacta para evitar filtraciones. - sugirió tras las palabras de Montalbano.

Asintió ante las palabras de la dos mujeres, agradeciendo saber que no era el único que albergaba dudas sobre cómo estaba afectando el caso a los allí reunidos.

- Me parece bien. - dijo mirando a Monteros, mostrando su acuerdo con la propuesta.

Aunque receloso de llevar a Cortés, prefería tenerlo cerca que por libre.