Partida Rol por web

Kellen se encaró con sus atacantes, le sonrió con cara de demencia, ya había olido la sangre, y no quería parar de sentirla, bañarse en ella, sobre todo si era la de sus enemigos.

Aquellos vanires, al llegar al cuerpo a cuerpo, parecían algo asustados, motivo el cual, Kellen aprovechó para decapitar a uno de ellos con rapidez, haciendo un movimiento horizontal con su hacha.

Del cuello del vanir, brotó la sangre como una fuente, mientras el cuerpo sin vida caía hacia atrás.

El siguiente oponente, pareció dudar, ante la acometida del cimmerio, momento el cual aprovechó Kellen para acabar con él, sin éxito, ya que el suelo resbaladizo le jugó una mala pasada, y tuvo que frenar su acometida para no caer de bruces.

Los cazadores responden con acero, pero sin ningún éxito. El vanir que golpea a Kellen "Mataperros" resbala y cae sobre su espada, quedando ensartado en ella.
Knut es atacado por dos enemigos a la vez, pero consigue contenerlos con su escudo.

Tres de los arqueros, al tener a sus compañeros delante vuestra haciendo de pantalla, optan por desenvainar sus armas y correr a apoyarlos. El cuarto agarra un cuerno y lo sopla, llamando a más refuerzos. El eco resuena entre las montañas.

Tras repeler el ataque, contraataco dando una estocada a uno de ellos. Un brillante chorro de sangre carmesí tiñe la nieve.

 Al entender, tras escuchar el cuerno, que nuestros enemigos iban a recibir refuerzos, opté por ponerme a acabar cuanto antes con el que tenía enfrente de mí...

Olaf hiere gravemente al vanir, pero resiste en pie.

Kellen intentó ayudar a Knut, y abre el vientre del vanir de un hachazo. El infeliz cae al suelo sujetándose las tripas para que no se le salgan.

El pelirrojo que quedaba en pie delate vuestra, intenta un último ataque, pero no consigue atravesar la armadura de cuero de Olaf.

Los que van hacia vosotros dudan un momento, pero no detienen su carrera a pesar de la inferioridad y la certeza de que se dirigen a una muerte segura. Prefieren morir en combate y ser recibidos en el Valhalla como valientes a huir y vivir como cobardes.

El otro sigue soplando el cuerno, y el eco retumbando en las montañas.

Los tres vanires siguen corriendo hacia vosotros con gritos salvajes, con vuestra muerte en la mirada, pero además de muerte en ellas ahora que se acercan, también notáis terror... un terror que les desencaja los ojos y que se incrementa al mirar hacia vosotros y luego más arriba y entonces se detienen y ...

Olaf se volvió horrorizado
- ¡Por las barbas heladas de Ymir!

... y escucháis un sonido atronador en las alturas y al giraros podeis ver como si las montañas se estremecieran bajo la furia de Ymir. Un titánico alud de nieve baja hacia vosotros a una velocidad de vértigo. Envolviéndoos a todos en un mar de helada muerte.

Y mientras la nieve os arrastra y os golpea contra el suelo y las rocas, váis perdiendo la consciencia, pero justo antes de quedar sin conocimiento, tenéis la visión de un imponente gigante helado que golpea las montañas con su maza. Y vuestro último pensamiento es que el mismísimo Ymir os castiga por el asesinato de sus sacerdotes.

-¡Por Ymir!

Al ver la que se nos viene encima trato inútilmente de alejarme de allí parapetándome tras alguna roca.

Padre, ¿en que te hemos ofendido?

La oscuridad te envolvía...

El sueño pronto te abrazó y te vino el recuerdo del templo de Ymir y las palabras de uno de los sacerdotes poco antes de ser asesinado por vosotros:

Cita:

Luego el sueño te transportó a otro lugar y tiempo desconocido, y sentiste que te arrodillabas frente al fuego, un fuego extraño que ardía con una luz ultraterrena y profana. Las llamas formaban la silueta de un hombre, uno hecho de sombras y fuego. Extendiste la mano y la metiste en las llamas, el dolor era intolerable, insoportable, glorioso. La retiraste y no estaba quemada, salvo por una extraña runa, grabada en tu carne...

La oscuridad te envolvía...

Y en tu sueño, estabas en tu casa. Alguien martilleaba la puerta, y cuando miraste fuera, pudiste ver a tus compañeros, pero ellos estaban horriblemente cambiados. Su piel era fría y húmeda y estaba perlada de escarcha y sus ojos no tenían vida pero estaban embargados de odio. ¡Se habían convertido en muertos vivientes! Una mano muerta agarró tu garganta...

La oscuridad te envolvía...

En el sueño, avanzabas por las montañas. Sabías que ya habías transitado anteriormente por estos caminos, pero con más compañeros. Ahora todos estaban muertos. Grilletes rotos colgaban de tus muñecas, habías sido un esclavo. En una mano llevabas el roto cuerno de un Uro. Algo estaba escrito en el cuerno, algo de importancia vital.

Una sombra te seguía por las nieves, una sombra en la forma de un hombre, extendía su mano hacia tí...

 Miré la marca en mi mano y luego al hombre de sombras y llamas, y le pregunté:

 - ¿Quien eres?. ¿Estoy muerto?.

Estoy de camino a mi muerte, si es que no  estoy muerto  ya

Pensó amargamente Kellen. El sabía perfectamente todo lo ocurrido, la sangre vanir, el grito de Olaf, y la nieve arrastrándolos sin compasión. Después de eso, la oscuridad, y despues, aquellos parajes conocidos.

Kellen se sintió muy cansado, demasiado como nunca en su vida. Optó por tirar aquel cuerno, sentarse sobre la nieve, y esperar a aquella figura, que le tocase con su mano, preguntarle si iba a ver a su familia...

...Su familia.

Recordó rápidamente su vida feliz en cimmeria, el asalto vanir, el rapto de su familia, las heridas recibidas haciéndolo caer inconsciente sobre el suelo, evaporando cualquier posibilidad de ayudar a su mujer e hija.

Apretó los dientes con furia y miró a aquella figura, sin dejar que llegase a alcanzarlo, leyó todo lo rápido que pudo la inscripción de aquel cuerno

-No me tendreis, todavía no, hijos de puta!- exclamó con rabia.

Kellen va recuperando lentamente la consciencia. Está enterrado bajo la nieve y apenas siente sus extremidades. Desde arriba, oye a algo o a alguien cavar. Entonces nota como agarran su pierna y empiezan a tirar con fuerza hacia la luz. Mientras va recobrando la sensibilidad en sus miembros, abre los ojos y se encuentra con un enorme lobo. Las mandíbulas del animal atrapan el tobillo de Kellen que todavía agarra con fuerza su hacha.

Conor y Knut se despiertan oyendo el crujido de huesos, cuando uno de los lobos ha desenterrado a uno de los vanires y lo empieza a morder salvajemente en el muslo. Ya estáis en la superficie, junto con los cadáveres de varios vanires, alguno de los cuales ya está siendo devorado por la manada. Cerca vuestra hay cuatro lobos, con varios cuerpos inmóviles a su disposición, así que no os hacen mucho caso, al menos de momento. Téneis marcados sus dientes en vuestra carne, de cuando os han desenterrado, pero al menos no han causado heridas graves.

Otro lobo va en círculos, olisqueando en busca de otros cuerpos enterrados por la avalancha.

No hay señales de Olaf. Parece que la nieve se lo ha tragado.

Está empezando a anochecer y a menos que actuéis rápido seréis todos devorados por las bestias y no veréis un nuevo día.

 Tratando de incorporarme, dije a mis compañeros, preocupado:

 - Debemos de encontrar a Olaf...

Despierto bruscamente cogiendo aire con fuerza.

¡Muertos! ¡Todos Muertos! ¡NO!

Mis manos y piernas están ateridas de frío, señal inequívoca de que aún quedaba algo de vida en mi, muevo la cabeza para situarme, y veo con terror a los lobos. Parece que al final pude resguardarme tras una roca, pudiendo evitar la peor parte del alud.

Mis manos pueden moverse, y buscan el cuchillo en mi cinto. La voz de Conor me sobresalta ante tanto silencio. Le miro con los ojos muy abiertos y busco a los demás, veo a Kellen y al lobo que le está mordisqueando la pierna.   

- Creo que tenemos problemas más importantes ahora, - le respondo con una voz ronca que apenas reconozco. Poco a poco voy saliendo de la nieve, cuchillo en mano buscando algo más grande para enfrentarme a los lobos.

Kellen despertó escupiendo nieve, mientras sentía que algo lo arrastraba por el tobillo.

Un lobo, un maldito lobo de las nieves. Aún medio desorientado, notó que tenía su hacha agarrada con firmeza...

te vas a enterar, maldita alimaña!

Apretó los dientes con fuerza, pateó el hocico del lobo para zafarse, y de un salto se puso en pie, encarando a la bestia

serán unos buenos abrigos cuando les quite la piel

Al ver a Kellen ponerse en pie dispuesto a atacar, el lobo salta y lo muerde en la pierna, pero sin hacerle ningún daño.