Partida Rol por web

 Subo para asegurarme de como se encuentra la mujer. Espero que antes de matarlo, Keller se haya acordado de preguntarle algo acerca de su familia, ya que de lo contrario será culpa suya...

Tras pasar su momento de gloria y locura, Kellen pareció recuperar parte de su seriedad y compostura, miró a Knut a los ojos

-No, esto solo acaba de empezar-

Dijo crípticamente

-Ahora, veamos como les va a los chicos ahí abajo-

Cuando Conor se dirige a la escalera, acompañado por Geir el herrero, ve a Kellen bajar por la escalera todo cubierto de sangre. La sonrisa y los ojos de demente van desapareciendo del rostro del cimmerio y tornándose en fría calma, pero aún así Conor percibe que su paisano está perdiendo la poca cordura que le quedaba y que ha emprendido un descenso sin retorno al infierno de la locura.

Una mirada del berserker basta para transmitir a Conor que el trabajo está hecho. Rorik ha recibido su merecido.

Detrás de Kellen bajan Knut e Irda. La sacerdotisa parece algo indispuesta por el horror presenciado pero a la vez aliviada por su liberación.

Todos llegáis a la sala principal de la fortaleza donde Holgsen y As registran las pertenencias de los vanires*. Unos instantes después entra por la puerta principal el rey Cnulf, acompañado de sus hombres.

Os saluda a todos con gran alegría al ver que habéis cumplido vuestra misión con éxito y que la sacerdotisa está sana y salva.

- ¡ESCUCHADME HERMANOS! ¡LA VICTORIA ES NUESTRA!¡VUESTRO REY Y NUESTRO PUEBLO JAMÁS OLVIDARÁN A LOS BRAVOS AESIRES QUE DERRAMARON SU SANGRE EN ESTE COMBATE! ¡AHORA REPOSARÁN EN EL VALHALLA!

Todos los aesires gritan y vitorean.

El enemigo había sido aniquilado. Sólo tres aesires cayeron en la reyerta y hubo pocos heridos que lamentar.

Ymir estaba orgulloso de sus hijos que habían luchado valientemente, y los muertos serían acogidos en su salón.

Quizás hasta el mismísimo Crom, que insufla el poder para luchar y matar en cada cimmerio que nace, a pesar de su indiferencia hacia los asuntos mortales, estaría satisfecho en su montaña. La muerte de muchos de sus hijos había sido vengada con derramamiento de sangre.

Puño e Irda se abrazan y lo propio hace la joven Svala cuando ve a Conor. Descansaréis en la fortaleza unas horas y al alba partiréis de regreso a Aggersborg para celebrar la victoria sobre los vanires y el éxito de vuestra misión. Allí seréis recompensados.

Una vez todo terminado, con la adrenalina de la ejecución de Rorik desapareciendo de su cuerpo, Kellen bajó la cabeza, incapaz de alegrarse por los vítores de los aesires o de las alabanzas de Cnulf.

Simplemente su cabeza estaba en otra parte, no demasiado lejana, pero para él se encontraban a la misma distancia que Khitai, por lo menos.

Se fue hacia una hoguera alejada del gentío, enfrascado en sus pensamientos. No tenia ganas de nada, salvo coger un caballo y recorrer toda la distancia hacia Skullgate de un solo tirón.

Pero no podía hacer aquello, era una locura, hasta para el más desenfrenado de los berserkers como él. No, tenía que reclamar el precio de su parte del cuerno a Cnulf, y aunque mientras mas cabos ataba, más seguro estaba de que ya no tenía familia alguna, no pararía hasta coger a ese bastardo hiperbóreo, y sacarle los pulmones por la espalda, como un águila de sangre, castigo popular entre los Aesires y Vanires. Eso cuanto menos.

Allí, en su soledad y reclusión interna, unas lágrimas cayeron por su rostro, a través de sus mejillas, para caer furibundas al suelo.

Holgsen abrazó a su compañero peludo y le buscó algo que llevarse a la boca, era el momento de que corriera la cerveza que hubiesen dejado estos Vanhires. Presentó sus respetos a la Sacerdotisa. 

- Perdonadme señora, no me he presentado adecuadamente mi nombre es Holgsen y este es peludo. Él es el responsable de haberos encontrado. Ahora toca curar a los heridos, beber, descansar y cantar una oda a tono con esta gesta. 

Sacó su zurrón de sanador y repartió vendas y unguentos, zurció cortes y entablilló huesos. Cuando no hubo más que hacer se buscó un buen sitio junto al fuego, algo de comer, cerveza o lo que tuvieran allí para beber, sacó su laud y empezó a cantar. 

"El cuerno que fue robado, el cuerno que fue herido

sonará esta noche por las almas de los caídos. 

El rey que lo pierde, el rey que lo gana, 

el rey y los heroes que hienden la espada.

Rojo de sangre, rojo en el pelo, 

maldidos bastardos que robaron el cuerno.

Venganza y familia, la rabia del extranjero

venganza y espada trajeron los cymerios.

Ahora la rata roja caya sin su piel ni su cabeza

justo pago por raptar a la más bella doncella.

Y la doncella santa levanta su voz

para que los hijos del norte cenen con su dios."

 Celebro la victoria con la fiera y hermosa Svala. Sin duda su compañía es mucho más agradable que la del resto de hoscos guerreros. Con una sonrisa, mientras le entrego un cuerno lleno de aguamiel, tras beber del mio, le pregunto:

 - Has presenciado tu primera batalla, y, por lo que he oído, has ayudado en ella bastante. ¿Como te sientes?.

 Atrás quedaba el dolor del pasado y las preocupaciones del futuro, solo la alegría del momento y el placer de la compañía que tenía conmigo. Ya habría tiempo para otros pensamientos mañana...

Tras las arengas victoriosas de Cnulf, observo a Kellen alejarse, con la información que Rorik le había dado, bien podría coger un caballo y marcharse en busca de su familia en una loca aventura en solitario, no lo permitiría. Al verlo sentarse en una hoguera solo, se tranquilizó y se unió a la fiesta.

Cuando Holgsen se pone a tocar el laud, no puedo ocultar mi sorpresa, no me esperaba que el explorador dominase las artes musicales.

[...]malditos bastardos que robaron el cuerno[...]

me sonrío al escuchar esa estrofa, parecía que han pasado meses desde que irrumpimos en la pelada roca de Jormanshalt.

Veo a Conor celebrar su propia fiesta con la mujer que encontramos en aquel arrollo. Mi mirada se cruza un instante con la del cimmerio, momento que aprovecho para levantar mi jarra a modo de saludo. Je, je, recuerdo las pegas que puso cuando nos cruzamos con ella.

Miro a las estrellas notando el gélido viento del norte contra mi cara, - bueno, no estuvo mal, pero parece que no hemos terminado,- de pronto ladeo la cabeza como si escuchara algo, - ¿eh?, si, si, a hiperborea. ¿Peligroso? si algo he oído, pero no pienso dejarle solo, he visto las señales. Mi destino está ligado a los hijos de Cimmeria. 

Un guerrero aesir que pasa por mi lado me mira como si hubiese visto a un tarado. En respuesta le sonrío y alzando mi jarra le digo, - Knulf, Knulf Gudesønn, recuerda mi nombre, lo oirás más veces...  

Viendo que todo acabó, doy la enhorabuena a Cnulf, y a mis compañeros... Aunque viendo a Kellen en solitario junto al fuego, inmerso en oscuros pensamientos, decido dejarle tranquilo, y me uno a la fiesta, a beber sin medida, e intentar arrimarme a alguna moza que me caliente lo que queda de noche....

Mientras Holgsen saluda a la sacerdotisa, Puño acaricia con la precaución de un niño temeroso a Peludo:

- Perrito bueno.

- He matado a mi primer hombre. Ya he derramado sangre vanir y he vengado la muerte de mi padre. Pero me he dado cuenta de que eso no lo traerá de vuelta.- Recuerda con cierta tristeza.

Luego coge de la mano a Conor y tira de él hacia la puerta, mientras le sonríe y le mira con picardía:

- Vayamos afuera. Aquí hay demasiado ruido. Bebamos bajo la luz de las estrellas y la luna. Quiero que me cuentes más cosas acerca de tus aventuras y de tu tierra. Jamás he estado al sur de las montañas.

Ambos salen del edificio.

Mientras los heridos son atendidos, se van sacando del edificio los cuerpos de los enemigos muertos y se van apilando en el patio donde más tarde serán pasto de las llamas. Los hermanos aesires caídos serán también quemados en una pira, aunque con una ceremonia y tratamiento de héroes.

El humo se llevará los espíritus de los hombres de ambos bandos a las estancias de Ymir. Sus puertas se abrirán para los caídos valientemente en el combate.

"El fragor metálico de las espadas y las hachas de guerra se había extinguido; los gritos de la matanza fueron silenciados, y ahora reinaba el silencio sobre la nieve teñida de rojo. El pálido sol que brillaba con una luz cegadora sobre los campos helados y las llanuras cubiertas de nieve arrancaba destellos de plata de las corazas hendidas y de las armas quebradas diseminadas por el campo de batalla en el que yacían los muertos. Las manos sin vida aún aferraban las empuñaduras de las espadas rotas. Las cabezas cubiertas con cascos y echadas hacia atrás en el último estertor, se alzaban lúgubremente contra el cielo las barbas rojas y doradas, como en una última invocación a Ymir, el gigante helado, dios de una raza guerrera."

La hija del gigante helado. Robert E. Howard