Partida Rol por web

Jerj abre la puerta de madera del fondo del pasillo y avanza hacia la celda con unos grilletes en la mano derecha y la llave de la celda en la izquierda.

-"¡Apartaoz de la puerta!"

Os tira los grilletes dentro de la celda, cayendo con un ruido metálico. Parecen bastante oxidados y viejos.

-"Poneroz loz grilletez, vamoz. Hoy empezaréiz a trabajar y a rendir, de ezo me encargaré yo perzonalmente. Juaz juaz juaz." Ríe guturalmente.

Axel te mira e intercambia una rápida mirada, guiñándote un ojo.

Aleena dirige la mirada a Axel que la está observando. Realiza un leve cabeceo que le indica al leñador que esté preparado para lo que viene. Axel no dice nada pero su posición indica que lo ha entendido y se dispone a ver qué va a pasar.

Jerj el hobgoblin lanza los grilletes dentro de la celda. Ambos reos con actitud calmada se ponen las piezas de hierro sobre sus muñecas tal como les ha pedido el c. arcelero.

Una vez confirma que ha oído el "click" de los cerrajes al encajar, es cuando la verde y peluda criatura entra dentro de la celda.

Mientras el hobglobin realiza la rutinaria tarea de abrir la cerradura. La clériga aprovecha el ruido producido por el abrir de la cerradura. El "clik", el "clak", de la llave girando ese pesado mecanismo de la cerradura. El "ñiiiiii" de los goznes oxidados que se quejan al abrirse... todo eso confunde la letanía que ha comenzado la muchacha lo más disimuladamente mientras gesticula con sus manos tal como le han enseñado.

Implora en voz baja, casi susurrante a su dios que le preste un mínima porción de su poder. Su dios, le escucha y ella comienza a notar como la magia divina fluye por sus brazos, por su pecho, por su espinal dorsal.

Cuando Jerj se encuentra justo en el centro de la estancia, Aleena dice una palabra en voz alta y un globo de luz nívea aparece justo ante los ojos del guardián. Es una luz brillante, casi como un fogonazo. Los sensibles ojos de la criatura adaptados a la escasez de la luz sufren ante esta invasión lumínica. El hobgoblin chilla molesto.

- ¡Ahora Axel! - le grita la muchacha a su nuevo amigo. Es el momento de atacar e intentar dejar inconsciente a ese repugnante ser. Axel se abalanza sobre su carcelero como un felino.

No sabe si el hechizo ha hecho su efecto. Lo sabrán muy muy pronto....

Al caer los grilletes al suelo, Axel te había dado la señal. Esperaba que hicieses lo que te había dicho, que llorases y te negaras a ponértelos, para así hacer entrar al hobgoblin e intentar reducirle. Pero tú tomaste la iniciativa e ideaste otro plan. Diligentemente, obedeciste y te colocaste los grilletes, empujando a Axel los suyos para que se los pusiera. Este frunció el ceño, dejando notar su extrañeza y su frustración. Al ver tu mirada decidida, accedió a regañadientes, pero se puso los grilletes. En ese momento, Jerj abrió la puerta y entró unos pasos en la celda. Podíais ver que en su cinto llevaba el látigo y otro juego de llaves más pequeñas. Un jubón de cuero y un pequeño yelmo era todo lo que llevaba cubriendo su peludo cuerpo, amén de unos haraposos ropajes.

Todo sucedió muy rápido, tanto, que Jerj quedó sorprendido y algo cegado nada más avanzar. Un orbe de luz apareció de la nada, justo delante de sus ojos, cegándole momentáneamente. Un chillido de dolor y confusión salió de su horrenda boca colmilluda. Por puro instinto se llevó las manos a la cara para protegerse, hecho que aprovechó Axel para abalanzarse sobre él y empujarle contra la pared de piedra. Los dos cayeron al suelo, uno encima del otro. Axel intenta darle un cabezazo en la cara para dejarle grogui, pero Jerj se revuelve como un gato panza arriba y logra girar la cara. Axel da con su frente en el pequeño casco protector que lleva Jerj, haciendo sonar en la celda un sonido de campana. ¡GONGGG! Al pobre le saldrá un buen chichón, si sale de esta.

Mientras, en el centro de la celda hay un orbe que irradia una luz blanquecina sobre todos vosotros, disipando las sombras de alrededor. La otra fuente de luz que había, era una antorcha en el medio del pasillo. El ruido de pelea de momento no es muy escandaloso, quitando el cocorotazo de Axel contra el yelmo metálico. Aleena está de pie, pensativa, preparada para actuar. ¿Qué hará nuestra heroína?

Aleena acorta rápidamente la distancia entre el carcelero y ella.

Aprovecha la sorpresa que ha provocado Axel para intentar golpera a esa cosa peluda que le recuerda a los de su raza que una vez mataron a su padre y a su madre.

Tomando impulso aplica una patada sobre ese ser de piel verde con toda la fuerza de la que es capaz. Pero el hobgoblin para el impacto con sus antebrazos. A pesar de estar cegado por esa luz, se ha cubierto perfectamente los golpes de la clériga.

Aleena sigue insistiendo con puños y patadas pero no parece surtir efecto sobre esa bestia.

Agotada de tanto propinar patas y puñetazos sobre el duro cuerpo de esa criatura para un momento a tomar resuello.

- Espero que Axel tenga más suerte que yo - piensa mientras todavía le falta el aire despues de su fallido intento de dañar al hobgoblin.

El hobgoblin se revuelve como una fiera salvaje y logra impactar en la cara de Axel, haciendo que se eche a un lado. Después, se va incorporando, mientras va parando las débiles patadas que le arreas. Jerj es una criatura fuerte, con músculos marcados y no será fácil dejarle KO. Al final, logra ponerse de pie y encararos. La sorpresa y la momentánea ceguera han pasado, ahora está atento a la lucha, poniendo los cinco sentidos en ella. Os mira a los dos y sonríe, mostrándoos sus amarillentos colmillos.

-"Muy liztoz, pero ahora zí que vaiz a zufrir, eztúpidoz."

Levantándose a la par que el hobgoblin, Axel logra lanzar un potente golpe con las dos manos a la barbilla de Jerj. Este impacta con un sonoro crujido, que hace girarle la cabeza hacia la derecha. Un salivazo mezclado con sangre sale disparado a tu cara, Aleena, mientras observas cómo los ojos de la criatura te miran incrédulo y se cierran. Jerj cae hacia un lado noqueado e inconsciente por la fuerza del golpe.

Axel, con el pómulo derecho enrojecido, se agacha rápidamente y coge como puede el pequeño manojo de llaves que Jerj lleva en el cinturón. Se levanta y te mira.

-"No está nada mal niña, pero la próxima vez avísame si vas a cambiar el plan. Alza los brazos para que pueda quitarte los grilletes. Tenemos que movernos rápido y salir de aquí, no creo que tarde en espabilarse y dar la alarma. Pongámosle los grilletes y algo en la boca. Después coge el látigo de su cinto. Espero que sepas usarlo, yo me defenderé con mis puños."

Alzas los brazos y Axel te abre los grilletes, que caen al suelo sonoramente. Ahora él hace lo mismo y alza los suyos, dejándote las llaves en su mano abierta. Ves una ligera sonrisa en su cara.

- Bien hecho Axel - le dice la muchacha con una sonrisa mientras recoge el látigo que le pasa su compañero de refriega.

- No podía avisarte porque no esperaba que nos lanzara los grilletes dentro de la celda para que nos los pusiésemos antes de entrar. He tenido que improvisar y eso equivale a cambiar el plan - dice la clériga mientras realiza vueltas con el dedo índice de su mano derecha indicando ese cambio de planes.

Internamente, Aleena se maldice por no haber realizado el hechizo correctamente y que no haya conseguido afectarle como esperaba. Habría hecho las cosas más fáciles pero al final han salido del paso. En su fuero interno no olvida agradecerle a Ilsandul que le haya ayudado y reza una plegaria muy corta pero sincera al respecto.

- Bien, vámonos de aquí. Veamos si podemos encontrar mi equipamiento en alguna de las salas próximas a nuestra celda. Estos estúpidos siempre suelen dejar las cosas cerca de los presos, no me preguntes por qué - dice la muchacha mientras se da la vuelta y se dirige al hobgoblin caído.

- Rasga una de las telas de nuestro jergón y tápale la boca. No servirá de mucho pero nos dará algo de tiempo. - dice Aleena mientras le pone las manos en la espalda a la criatura que está tumbada bocaabajo y le ajusta uno de los grilletes que les había lanzado y se los cierra sobre las muñecas al ser verdoso.

Una vez maniatado y amordazado, recoge las llaves y se dirige a la puerta con el látigo. Axel va detrás suya. Aleena, justo al pasar por el dintel de la puerta, gira la cabeza y mirando por encima del hombro a su compañero, le dice - Localizaremos la salida y te ayudaré a salir de aquí pero yo no puedo irme todavía. Ese mago tiene a un amigo mío y no pienso dejarle que le haga daño pero tú eres libre de volver con tu familia. No es necesario que te arriesgues. - dice la muchacha y sin esperar respuesta por parte del leñador sale por la puerta y se pierde por el pasillo en busca de la salida y de Juancho...

Después de ponerle los grilletes a Jerj, taparle la boca con un cacho de tela de su propia ropa y cogerle las llaves y el látigo, salís de la celda. Axel cierra la reja y echa la llave, para que no pueda salir el hobgoblin. Avanzáis por el pequeño pasillo hasta la puerta de madera reforzada, la cual no está cerrada del todo. Echáis un vistazo por la rendija que queda y veis que detrás hay un pasillo aún más pequeño que este. Al fondo, otra puerta de iguales características que esta, e igualmente no está cerrada del todo. En el centro, una antorcha ilumina el pasillo. Las dos puertas tienen sendas cerraduras.

Con sigilo avanza a tu lado. Al llegar al quicio de la puerta y echar un vistazo por la rendija, te susurra.

-"Bien niña, te ayudaré a encontrar a tu amigo, sin mi te perderías en este laberinto que son las minas. Pero hay que encontrarlo rápido, antes de que se note la ausencia de Jerj. Tenemos que movernos con mucho cuidado y en sigilo, seguramente haya más guardias detrás de la otra puerta, ¡goblins!"

Abre con cuidado la puerta y pasa al pasillo, esperando que pases para cerrar la puerta con llave.

-"Zzzz zz zzzz zzzzzzz z zzzz zz zzzz."

Una vez cerrada la puerta de la celda, la muchacha decidida a continuar sola cueste lo que cueste agradece las palabras del leñador.

— Gracias Axel por tu ayuda. Seguro que tendré más posibilidades contigo que sola — le dice en tono suave la clériga al hombre. Y por un momento se imagina que ha sido Torgul quién ha dicho esas palabras y que es su amigo, su hermano de penurias quien está allí con ella. Pero ese momento se desvanece y con cierta pena recuerda que ésto está muy lejos de haber finalizado y que es un lugar muy peligroso.

La muchacha se pone en marcha por el pasillo y comienza a moverse despacio. Atenta a esa posible sala de guardia que ha comentado su compañero. Para atención a la posibilidad de escuchar algún ruido.

Las escasas ropas que tapan su cuerpo le recuerdan que debe estar atenta a ver si por casualidad han dejado su equipamiento en alguna sala que haga las veces de armería. 

Al menos tiene este látigo con el que espera saltarle la piel a tiras a tantos pieles-verdes como pueda.

A pesar del peligro inminente que supone ese sitio, hay algo que azuza más al corazón de la joven y es que no tiene ni idea de cómo va a enfrentarse a ese poderoso mago llamado Zanzer.

— Ya se me ocurrirá algo — piensa Aleena mientras continúa avanzando por ese oscuro y maloliente pasillo.

Tropiezas. Un agudo dolor en el dedo gordo te hace indicar que te lo has machacado. Trastabillas un par de metros, pero no caes al suelo. Miras hacia atrás y ves la piedra con la que te has tropezado, sobresaliendo del terreno unos centímetros.

Suspiras. Estabas rememorando lo acaecido ese fatídico día, el cual nunca se te borrará de la mente, y te has evadido de la realidad del momento. Vuelves a colocarte los bártulos y prosigues tu camino hacia Threshold. La mañana es agradable y aún te quedan unas horas para llegar allí. ¿Qué habrá sido de tu padrastro y tu hermanastro? Ardes en deseos de volver a verlos y poder abrazarles.

Os acercáis lentamente, sin apenas hacer ruido, hasta la otra puerta medio cerrada. Cuando miráis por la rendija que ha quedado, podéis ver una pequeña sala. En ella se encuentran dos horribles criaturas de piel verdosa y pálida, fuertes, con unos ojos inyectados en sangre, ¡goblins! Están sentados en dos taburetes, frente a una pequeña mesa de madera. Llevan unas pequeñas armaduras de cuero y sendas porras de madera. Parece que están jugando a algún tipo de juego de cartas. En un lado de la pared este hay un burdo armario y en el centro de la sala, tiradas de cualquier manera en el suelo, veis algunas armaduras. Hay una puerta, idéntica a los otras, en el lado oeste y está cerrada.

Axel te hace un gesto con los dedos de la mano. Te señala a los goblins con el dedo índice, para después señalarte y levantar también el dedo corazón. Uno para cada uno, crees interpretar. Con un gesto de la cabeza, te indica que abras la puerta y salgáis disparados cada uno a uno de los goblins para reducirles.

Aleena asiente ante la señal que le manda Axel, le dedica una sonrisa y abre esa puerta de un violento portazo.

Las dos criaturas que hay en su interior se giran asustados por ese fuerte golpetazo. Lanzan por los aires los naipes con los que estaban jugando y se abalanzan sobre sus armas para hacer frente a sus asaltantes.

La clériga se mueve con una rapidez endiablada y antes de que el goblin consiga recoger su escudo del suelo y pueda encararse a la muchacha, la cual le asesta un golpe con el látigo al goblin en su espalda que le atraviesa su raída armadura. Las pequeñas cruces de acero enroscadas en las tiras de piel del látigo hacen bien su trabajo. Arrancan tela y carne de goblin de forma eficiente. Un hueso asoma en la hendidura que ha dejado el paso de las púas de acero del látigo.
Un alarido surge de la garganta de la infecta criatura, un grito de dolor y de rabia. Unos ojos amarillos inyectados en una especia de sangre negruzca miran con odio a la clériga. La cual, impertérrita ante la amenazante mirada del goblin levanta de nuevo el látigo para asestarle un segundo golpe a su contrincante. Pero esta vez el goblin consigue levantar su pequeña espada evitando el impacto de esas tiras impregnadas de púas de acero.

- ¡Maldita sea! - piensa la muchacha. Ha perdido la iniciativa y con ello la posibilidad de eliminar a su oponente antes de que las cosas se pongan feas. Su oponente está mejor pertrechado que ella y ahora la balanza se puede inclinar en su contra.

Tensa sus músculos y se concentra para esquivar el inminente golpe del goblin.

Entráis a por todas, abriendo la puerta deprisa y avanzando como un rayo hasta vuestros contrincantes. Estos, sorprendidos, solo pueden poner cara de miedo y sobresaltarse, tirando las sillas hacia atrás. Las cartas empiezan a volar por todas partes. Aleena es la más rápida y se coloca a la distancia justa para poder usar su látigo, el cual impacta con fuerza en el fornido y pequeño goblin. Este gime de dolor, pero aprieta los dientes y agarra su porra de madera, que porta en el cinto. Axel no logra acertar con su puñetazo, pero se pone a lanzarle pequeños golpes para acorralar a su víctima. Esta, agarra también su porra de madera.

Los goblins se lanzan a por vosotros, pero lográis esquivarles fácilmente, parece que todavía están confusos por vuestra aparición. Nuevamente, espoleados por su velocidad y por las represalias por dejaros escapar, atacan de nuevo. Esta vez, los dos aciertan, dándoos un buen golpe a cada uno, sobre todo a Aleena, que se queda un poco aturdida. Es vuestro turno de responder. Aleena retrocede unos pasos para tener más distancia con el goblin, ataca, pero parece que le ha afectado un poco el golpe y falla su ataque contra el goblin. Sin embargo, Axel logra darle un buen puñetazo que echa para atrás al pequeño ser verde.

De momento, estáis en tablas... ¿Qué pasará a partir de ahora?

Aleena toma distancia con ese goblin que le acaba de asestar un porrazo que le ha dejado las costillas amoratadas.

Seguramente si hubiese llevado su armadura, el golpe habría sido menos acusado pero ahora no es momento de pensar en eso.

Así que con un grito maldice al goblin y arremete contra él furiosamente con el látigo.

De nuevo Aleena consigue impactarle con el látigo al goblin. En esta ocasión las puás de acero han encontrado una zona desprotegida del cuello del ese ser verduzco. De la herida comienza a manar una sangre espesa casi negra que bien recuerda a la bréa.

El goblin se pone una mano en el pescuezo por donde la sangre no deja de salir a borbotones. Pero es inútil, se puede ver como la sangre encuentra su camino entre los dedos y se resbala por su torso. No consigue detener la hemorragia.

Aleena no sabe con certeza qué va a hacer su enemigo, en la mirada de ese ser puede observar determinación y odio.

- Veamos qué pasa - piensa la muchacha mientras tensa los músculos y sus doloridas costillas se quejan.

Echas hacia atrás el látigo y lo lanzas a la cara de tu adversario. Las puntas chasquean en el aire y le dan al goblin en el cuello. Ves cómo se le abre una fea herida y empieza a manar abundante sangre de ella; cae desplomado a tus pies. Es la primera vez que has quitado la vida a alguien y te sientes turbada. Puedes ver cómo se le escapa la vida en sus ojos amarillentos.

Axel sigue intentando golpear al suyo, pero no tiene mucha fortuna. El esquivo goblin, sin embargo, sí logra darle un porrazo en un costado, haciéndole algo de daño. Está claro que estos carceleros intentan reduciros sin mataros, ya que un esclavo muerto es una esclavo menos para trabajar en las minas. Ahora está en inferioridad numérica y se le ve desesperado, pero sea por miedo a sus jefes o por otra cosa que pase por su mente, sigue intentando golpear a Axel.

Aleena ve como su contrincante cae derribado. Se gira hacia Axel y observa que su compañero sigue en dificultades ya que a pesar de estar en una clara desventaja, el goblin sigue plantándole cara.

- Supongo que si conseguimos escapar le harán pagar con su vida tal fracaso - piensa Aleena compadeciéndose un momento por esa criatura.

Pero el momento pasa y lanza de nuevo el látigo sobre la descuidada criatura inflingiéndole una severa en el rostro. Una herida que aunque consiga salir con vida le dejará una marca para siempre.

Con un sonoro restallar del látigo, el segundo goblin cayó al suelo, con la cara destrozada. Al igual que su compañero, exhaló su último aliento mientras trataba de deteneros. Axel, que se disponía a volver a golpear con sus puños al piel verde, te palmea la espalda, dándote la enhorabuena. Rápidamente, sale corriendo hacia el montón de armaduras que hay tiradas en el centro de la habitación. Quitando la mesa y las sillas, solo hay un burdo armario en el lado este de la sala.

Recoges el látigo y te lo enganchas a tu cinturón. Puedes ver que entre las armaduras, hay una que parece ser la tuya. También está tu escudo y tu pequeño casco. Axel empieza a probarse piezas y restos de lo que ve tirado, aunque con lo fornido que está, posiblemente no le valga nada. A un lado, los cuerpos inertes de los goblins parecen miraros desde el más allá...

Aleena recoge todas las piezas de su armadura que puede. Ahora ya se siente mejor aunque sus morados en el costado no remiten. Seguramente tiene alguna costilla rota. Debería aplicarse una curación lo antes posible. Pero no le quedan hechizos y tampoco tiene ningún recurso en este apestoso lugar que le pueda servir. Aunque encontrase una poción mágica no se fiaria de tomarla. Tendrá que aguantar y rezar para no tener otro encuentro o puede que sea el último.

Revisa rápidamente la habitación y observa que hay otra puerta muy cerca de la que utilizaron para entrar.

- Vamos Axel, tenemos que continuar. Hay que encontrar a mi amigo. Esta parece ser la única puerta por la que podemos continuar. Seguramente no hay nadie en la otra puerta ya que habría venido a auxiliar a estos dos. Así que vamos a abrirla con cuidado pero no podemos perder tiempo escuchando detrás de la puerta. - dice la muchacha mientras se dirige hacia esa puerta.

Así que se dirige hacia ella e intenta abrirla sin producir mucho ruido para echar un vistazo al interior y ver lo que hay dentro...

Axel hurga entre los restos de armaduras hasta que da con una cota de malla que parece servirle, así como un casco muy parecido a un bacín. En tu cuarto del templo tienes uno igual para... ya sabes para qué. No hay ni rastro de armas por ningún lado, solo las dos porras de madera de los goblins. Echas un vistazo alrededor, cuando termináis de poneros las armaduras, y solo ves la puerta que hay en el oeste. Te acercas y la abres despacio, pero sin tomar medidas previas, dada tu prisa por escapar. Axel te sigue de cerca.

La siguiente habitación tiene una puerta en el lado sur y estanterías para colgar armas en las paredes restantes, parece que esto es la armería. Hay bastante material, de todo tipo, armas grandes y armas pequeñas, de cuerpo a cuerpo y a distancia. Axel te sigue a la otra habitación, lanza un grito de júbilo y coge una gran espada. Te mira sonriendo y te dice:

-"Coge las armas que veas y continuemos, la siguiente sala la usan para practicar con las armas a distancia."

Puedes ver que hay toda clase de armas, hasta encuentras tu maza colgada de una de las estanterías. Axel se cuelga también un pequeño estuche con varios virotes y una ballesta ligera. También se guarda en la bota una daga. ¿Tú qué vas a coger?