Partida Rol por web

El despertar de un héroe

Escena 1: Torgul

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25/04/2021, 15:52
Dungeon Master

Antes de investigar la nueva sala, das la vuelta y compruebas que nadie venga del pasillo por el que viniste. Escuchas atentamente y no escuchas que nadie se acerque. Allí, en la oscuridad de ese pasillo, aún está esparcido el aceite que derramaste y el farolillo encendido, esperando prender el líquido oleoso. También pones atención en el pasillo que desciende al norte, pero al igual que antes, no escuchas nada. Parece que nadie se ha dado cuenta de la apertura de la puerta secreta. Recoges la pequeña y burda lanza del trasgo y cierras la puerta con llave. Ahora, segura de que nadie te va a sorprender, empiezas con la búsqueda de puertas ocultas o trampas en la sala de la estatua, sin encontrar ningún indicio de ello. Por último, pones la oreja en la puerta, afinando el oído... pero nada tampoco.

Te acercas a la estatua de mármol blanco. Es una mujer joven, con un bello rostro, con facciones finas y agraciadas. El pelo ensortijado le cae por los lados, llegándole hasta la altura de los pechos. Parece vestir una especie de toga ceremonial, sin ninguna floritura. El cuerpo es esbelto y proporcionado, de mediana estatura. Está agarrando entre sus manos una bandeja, y encima de esta hay una joya, un topacio. Tiene forma de lágrima y el tamaño de un puño, con múltiples tallas que reflejan la luz de tu farolillo. Observas la bandeja, que es de mármol blanco y forma parte de la estatua para ver si contiene alguna trampa, pero no ves nada raro. ¿Alargas una mano para cogerla?

- Tiradas (1)
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26/04/2021, 18:23
Torgul

Torgul, suspicaz hasta el extremo incluso tras no haber encontrado indicios de mecanismo alguno alrededor de la pétrea y esbelta mujer, dudaba de que aquello estuviera expuesto a cualquiera que entrase en la sala sin albergar alguna consecuencia asociada, por lo que depositó el farolillo en el suelo, próximo a sus pies, y decidió hacer una estimación lo más ajustada posible a la envergadura y el peso del iridisado topacio que reposaba sobre la bandeja con aire anodino.

Se inclinó para apoyar la mochila en el suelo y revisar sus pertenencias, hallando que el saquillo de monedas que le requisó al cadáver que le sirvió de parapeto al enfrentarse al ofidio, sería lo suficientemente pesado como para igualar la envergadura del topacio. Lo sopesó varias veces en sus manos, incluso trasvasó alguna de las viandas que llevaba encima cuando entró a la cueva para que aumentase ligeramente su peso.

Cuando hubo determinado a ojo de buen cubero que podría asemejarse tanto en peso como en dimensión a la lágrima que se sostenía en la bandeja, alzó la diestra suspendiendo el saquillo sobre la misma, lo más cerca posible a la joya, mientras que su zurda se abrió para tocar el topacio y aferrarlo en el momento justo en el que el saquillo iniciase el descenso de su magnitud sobre la bandeja, realizando un contrapeso lo más fluido posible. A medida que el saquillo se aposentaba, el topacio dejaría de descansar sobre la marmórea batea hasta acabar en sus manos. Durante tal procedimiento su respiración se cortó y su campo visual periférico desapareció por completo para cerrarse sobre la manipulación que estaba llevando a cabo con una destreza que bien podría parecer la de un ladronzuelo de tres al cuarto.

El aire regresó a sus pulmones tan sólo cuando la lágrima iridisada acabó sostenida al completo en su mano izquierda. Cauteloso, esperó a observar algún cambio en la estatua o en el resto de la sala, toqueteando nerviosamente con su mano derecha la empuñadura de su espada, al tiempo que deslizaba en su mochila la joya para volver a cargársela a la espalda.

- Tiradas (1)

Notas de juego

¡Ninoninoooo, ninonaaaa!, ¡nino ninooooo, nino nino ná!, ¡nino ninoooo nino naaaa!

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27/04/2021, 01:10
Dungeon Master

Nada más coger la joya, la bandeja desciende un poco. Eso ha activado algún tipo de mecanismo, ya que estás oyendo engranajes y golpes. Justo encima tuya, el techo empieza a abrirse y ves que va apareciendo una roca enorme con pinchos de metal. Si no te mueves rápidamente, caerá encima tuya. Te giras, y ves que la única salida es descender por el pasillo norte, ese que crees que conduce a la morada del clan de los trasgos o de algo más peligroso. Pero debes de correr ya, no hay tiempo, si no, la roca te aplastará y te ensartará. Debes de correr por tu vida. ¡Vamos, corre, corre!

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Cuando coges la joya, ves que la estatua comienza a llorar sangre. Los ojos marmóreos parecen cobrar vida y mirarte. Un sonido agudo intenta destrozar tus tímpanos. En la pared del fondo, la que está detrás de la estatua, aparece un portal del que emana una luz fantasmagórica. Algo parece materializarse en el umbral del portal, una figura antropomorfa. Parece que tiene cuernos, cola y pezuñas de cabra. Alrededor, humo sulfuroso y llamas, gemidos y lamentos...

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Con una destreza digna de un trilero, haces el cambiazo en un milisegundo. Ahora que tienes la joya en la mano, sabes que más o menos has calculado bien el peso de la misma. Miras de cerca la joya, tan preciosa, tan bonita, tan reluciente. Nunca has poseído un tesoro igual. Con ella podrás ser rico, poderoso, tener todo lo que quieras. Nadie volverá a llamarte alcohólico, ni dudarán de tus capacidades; ahora todo el mundo te tendrá respeto. Podrás ser el jefe de la guardia. ¡No, el jefe no! Serás la máxima autoridad de Threshold, de Karameikos incluso. Podrás ayudar a Sabril y traer de vuelta a Aleena, volviendo a ser una familia otra vez. Podrás hacerla tuya y que sea tu mujer, que te de multitud de hijos. Es la mujer de tu vida, aunque, bien pensado, ahora podrás tener todas las mujeres que quieras.

Notas de juego

Jajajajaja, ha quedado de película la escena, xD!

Por favor, haz una TS vs Conjuros con un -5 de penalizador. Acuérdate de sumarte tu bonificador de SAB. En la tirada, la dificultad es la que te ponga en la ficha y tienes que sacar lo mismo o más.

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29/04/2021, 19:28
Torgul

La exhultación que se produjo tras realizar el cambiazo, ese avispero de sueños de un futuro resuelto que salieron proyectados en su mente, le picó a tal punto que no reaccionó hasta que el alarido de la estatua le achuchilló los tímpanos para devolverle a un umbral que había cruzado sin percatarse, un umbral teñido de sangre, azufre y lamentos, y que hizo que su alma se estremeciera de arriba a abajo, deshaciendo en añicos sus esperanzas de salir airoso de aquel lugar.

El alarido parecía funcionar como una llave de apertura del portal, pero nada más lejos de la realidad, fue un simple mecanismo de accionamiento el que provocó la cascada de reacciones en cadena, que sobrevinieron como un preludio de muerte y destrucción. Un desconsuelo agudo, desesperado y punzante que obtenía su respuesta desde el otro lado, un llamamiento al guardián de la joya que le había sido sustraída. Reclamaba su venganza. Los orbes marmolados que desplegaban ríos carmesíes, se le antojaron las ventanas hacía el ánima que anidaba en su interior, fue como si la viera por primera vez, un ánima que bien podría haber salido del mismísimo reino de Thanatos, lo mismo que la bestia que emergió desde el otro lado, envuelto en un olor denso y metálico, una aparición que hizo que el reguero de sangre que inundaba sus venas se helase.

Lo que se le reveló desde el otro lado no le parecía real, la figuración de la estatua, las paredes, el olor, su miedo cerval y atávico, todo parecía salido de una escena digna de representación onírica, una pesadilla en la que había quedado anclado. Tan sólo reaccionó cuando la roca comenzó su descenso inexorable hacia él. Tragó saliva y haciendo acopio de la mayor de sus voluntades, ordenó a sus maltrechas piernas reaccionar para ir en pos del pasillo que se perdía hacia el norte. Iba a necesitar un milagro para poder escapar de allí con vida.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Cuando por fin haces una tirada decente pero te mata el penalizador jajajaja
(Al -5 le he añadido el -1 que tiene Torgul en el apartado de SAB)

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30/04/2021, 00:26
Dungeon Master

De repente, notas que la sangre fluye por tu nariz y poco a poco empieza a deslizarse por tu cara y boca. Echas la cabeza hacia atrás para cortar la hemorragia y te llevas la mano derecha a la nariz. En la izquierda sostienes esa extraña joya, que da destellos de vez en cuando, cuando le da la luz del farolillo, como si algo latiera en su interior. La estatua sigue en su sitio, inmutable, igual que al principio. No hay ningún portal a los infiernos detrás, ni ninguna criatura monstruosa delante tuya. Tampoco estás corriendo por el pasillo norte, descendiendo a las profundidades, perseguido por una bola gigante de pinchos. Estás de pie en la pequeña sala secreta, solo y aturdido. El dolor de cabeza es mayúsculo, nunca has tenido uno igual. Te cuesta pensar y la niebla que ya tenía tu memoria ha aumentado. ¿Cuánto tiempo llevas aquí? ¿Horas, días? Hay ciertas cosas que no recuerdas, aunque sí sabes por qué estás aquí... ¿O no? ¿Lo recuerdas?

Las sensaciones que tienes aún latentes son muchas y variadas: miedo, terror, angustia, poder, avaricia, amor... Una mezcolanza de todas ellas, que se van superponiendo unas a otras, haciendo que tu cordura se vea afectada. Al cabo de un rato, cuando se te va pasando esas abrumadoras sensaciones y el dolor de cabeza, vuelves un poco a ti, aunque algo ha cambiado para siempre. Lo notas en tu ser. Vuelves a mirar a la estatua, la sala, la pared y finalmente sacudes la cabeza de un lado a otro. Te guardas apresuradamente la joya en la mochila y te das la vuelta, cogiendo el farolillo con una mano y con la otra la endeble lanza del trasgo, que dejaste apoyada en la puerta. Cuando vas a empezar a moverte, te quedas quieto de repente, pensando qué vas a hacer ahora. ¿Cuál será tu siguiente paso?

- Tiradas (2)

Notas de juego

Has hecho la tirada perfectamente. Y sí, una pena de tirada.

Debes de quitarte 1 PG y 1 punto de INT. Si la nueva puntuación de tu característica hace que cambie el modificador, cámbialo. Puedes mirar en Reglas los modificadores de las características.

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02/05/2021, 20:04
Torgul

Torgul elevó su diestra, impregnada en su propia sangre, hacia su boca. El líquido bermellón se había empezado a resecar sobre la piel, dándole un aspecto cuarteado e irregular. Tal gesto sólo obedecía a asegurarse de que fuese real, y no figurada, como la de la esbelta y ahora inmaculada efigie que tenía delante, cuyos rojizos ríos se habían reintegrado en el espacio ilusorio del que habían procedido. Un sabor a hierro frío se diseminó por su interior, dándole opacidad a su sentido del gusto.

Aspiró con lentitud el aire hasta llenar sus pulmones, apoyando su espalda contra la fría pared que tenía más próxima sin quitar ojo a la estatua y a la pared que tenía detrás, en la que se había figurado el portal. Su olfato había dejado de percibir el denso aroma sulfurado, allí lo único que emergía era el olor seco de la cal y la polvareda, y un sudor ácido y arenoso que recubría su cuerpo a causa de sus movimientos vigorosos por el interior de la cueva, y del estado febril en el que se hallaba desde que la infección de sus heridas hubiera hecho acto de presencia.

Si es mi mente la que me engaña con tales maquinaciones, ¿cómo voy a poder confiar en mis propios sentidos?. Lo que veo, lo que huelo, lo que toco, incluso lo que siento...en un parpadeo se ha visto arrebatado, ¿cómo sé que no estoy soñando?, ¡¿cómo sé que no estoy bajo algún tipo de maleficio?!—En mitad de aquel vértigo de espejismos delirantes, de aquel límite traspasado de la razón a la sinrazón, dudando de su propia entidad, de la opacidad de sus sentidos y de los constructos de su mente, se aferró como un clavo ardiendo a su diosa, implorándola con gesto contrito mientras posicionaba la diestra sobre su pecho—¡Vania, adalid de la justicia, arroja sobre mí la luz de tu disernimiento entre este denso manto de tinieblas!. Bien sé que lo único que se mantiene firme entre estas cuatro paredes es mi propia convicción, así sea mi cayado para separar las figuraciones y ardides que mi propia mente elucubre en contra mía, como la más hostil de las bestias, o en las que me halle envuelto por la mala fortuna de un sortilegio, ¡sosténme, como yo sostengo mi fe en tí!—rogó, dejando que sus ojos se perdieran en el vacío, sintiéndose completamente vulnerable y a merced de sí mismo por primera vez. Porque si había un enemigo inesperado dentro de aquel recinto, ese era él mismo.

Aquel trazado interminable de salas, puertas y pasillos, respondía a un segundo trazado que se había erigido en su propia mente. Dos, y no una, eran las cuevas en las que se encontraba inmerso y por las que discurría errante, desgastándose hasta la extenuación. La segunda cueva era un espacio retorcido y nebuloso que soliviantaba su cordura, también se componía de salas, puertas y pasillos. Y puerta tras puerta, pasillo tras pasillo, cada sala descubierta no era más que un quiebro en su percepción, arenas movedizas, pasos en falso, peligros y amenazas sin entidad real, ¿qué podía esperar ya si no convertirse en su propio juez y verdugo?.

Ellos lo sabían, sabían que cuando entraría aquí podría perder desde el sentido de la orientación, hasta verme envuelto en mis propios delirios, ¡lo sabían!.¡Hay tiranos escondidos, tan cerca!, ¡¡tan cerca!!—se repetía, porque casi podía saborear el triunfo, lo tenía en su mano izquierda, cuyos dedos apretó contra el topacio como si éste también se fuera a volatilizar de un momento a otro.

Apoyado contra la pared, permitió que el vértigo que había sufrido ante sus propias visiones, o quién sabía de si el fruto de algún maleficio momentáneo al entrar en contacto con la joya, se replegase lo suficiente como para volver a moverse de su sitio. Cuando lo hizo, depositó el topacio en el interior de su mochila, recogió el farolillo del suelo, y se dirigió hacia la puerta que quedaba a su derecha cargando con la lanza, que apoyó junto a la misma para introducir la llave que pendía de su cuello en la cerradura, con el fin de comprobar si encajaría, o si por el contrario, tendría que recurrir a alguna otra alternativa.

Notas de juego

¡Ficha actualizada!, he dejado entre paréntesis el valor inicial en INT, para que no se me olvide si regreso al presente, ¿o es al futuro?, ¡que el futuro es muy oscuro, que el futuro es muy oscuro, trabajando en el carbón!

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04/05/2021, 03:15
Dungeon Master

Pensabas que tu mente te estaba jugando malas pasadas. O puede que la joya te hubiera hechizado al cogerla, nublando tu juicio. El caso es que estabas herido, notabas el dolor, lo sentías de verdad, así que no podía ser un sueño. ¿O sí? ¿Podía ser un sueño tan real, tan tangible? Últimamente habías pasado más tiempo en la taberna, emborrachándote, que haciendo tu trabajo. La marcha de Aleena y su despreocupación con respecto a vosotros te había afectado más de lo que pensabas. La muerte de Sibril a manos de Bargle solo fue el colofón a todo lo que bullía en tu interior. El alcohol y las drogas no eran la panacea que buscabas, pero mitigaban el dolor de tu interior. Un dolor muy intenso, más doloroso que cualquier herida infligida por arma o zarpa. ¿Por qué te habías echado a perder? Eso no era de valientes, si no de cobardes. Tenías que haberle echado coraje y enfrentarte a tus miedos, pero en cambio sucumbiste a ellos, hundiéndote más y más en la oscuridad de tu ser. La aflicción que sentías te superó, te sentiste solo, abandonado, alejado de la fe de tu dios. Estabas en un pozo tan profundo, que no atisbabas la salida. A menos que... ¡No! Esa era la salida fácil y algo te decía que aún quedaba mucho por hacer. Mucho por descubrir.

Un fuerte olor a meados entró por tus fosas nasales, haciéndote abrir los ojos lentamente. Los párpados pesaban como si fueran de hierro, primero uno, luego el otro. A tu alrededor solo hay oscuridad, aunque parece que es de día. Te vas situando, estás en un callejón. Un gato maúlla cerca, ronroneando después. Notas un frío intenso, has debido de pasar la noche aquí y estás destemplado. Intentas moverte, pero te duele todo el cuerpo. Observas que por la entrada al callejón pasa gente, paisanos tuyos que ni siquiera miran hacia donde tú estás. Eres como un fantasma para los demás. Vuelves a intentar moverte. Estás apoyado en una pared de piedra, seguramente la parte de atrás de alguna taberna. Hay desperdicios por todos lados, al olor a meados se une ahora uno fétido, a podrido. Poco a poco, ayudándote con las manos, te vas incorporando. El dolor de cabeza es bestial, haciéndote tambalearte y volviendo a caer al suelo como un saco de patatas. Cierras los ojos y apoyas la cabeza de nuevo en la fría piedra.

Estás en la sala secreta de la estatua, donde conseguiste el topacio. En tu mano agarras una llave, arrancada del cuerpo sin vida del trasgo que la custodiaba. En la otra esgrimes la espada, que suelta extraños brillos con la luz del farolillo que está en el suelo. Introduces la llave y la giras, pero no logras girarla. Parece que la llave no abre esta puerta, aunque entró en la cerradura.

Vuelves a abrir los ojos. El olor es muy fuerte y te da arcadas. Combas el cuerpo y dejas que lo que fuera que tuvieses en el estómago salga afuera. Pareces una fuente. Al terminar, te sientes algo mejor, aunque la cabeza te duele mucho; también el cuerpo. Te miras y ves que tienes pequeños cortes por todo él. Los nudillos están rojizos, con heridas, y hay sangre pegada a ellos. Has debido de volver a pegarte y han dado buena cuenta de ti, dándote una paliza y dejándote tirado en un triste y oscuro callejón, sin más compañía que las heces y los gatos que pululan por aquí. Intentas levantarte, apoyándote en la pared. Respiras hondo, aspirando los apestosos efluvios de alrededor. Aunque los tuyos no se quedan atrás. Probablemente, te hayas meado varias veces encima. Ya de pie, agarrándote a la pared, vas avanzando hacia la entrada del callejón, donde se ve a la gente pasar y el sol brilla fuerte. Ese brillo te daña los ojos y te da mayor dolor de cabeza. ¿Qué pasó anoche? ¿Tanto bebiste que no te acuerdas de nada? No sabes ni qué día es. Muy probablemente, este sea tu final como guardia de Threshold, ya que al faltar tantas veces a tu cometido, serás expulsado. Te llevas na mano a la frente, está ardiendo.

Cuando llegas al final del callejón, te quedas en la esquina mirando los alrededores. Estás en las afueras de la ciudad, cerca del camino de entrada a la villa. La gente se aparta al verte sucio, desarrapado y maloliente. Suspiras. Un suspiro amplio y de tristeza. Tu mirada se pierde en el camino de más allá, pensando en que lo mejor sería huir de aquí, como hizo Aleena.

-"Aleena..." Pronuncias en voz baja, arrastrando las sílabas.

Allí, por el camino, aparece una figura. Te suena su contorno, pero no aciertas a distinguirla bien por el sol. Algo en tu interior rebulle, nervioso. Poco a poco se va haciendo más visible, más nítida. Su cara, su pelo... ¡No puede ser! ¿O sí? ¿Es Aleena de verdad? Con pasos vacilantes, vas avanzando hacia ella.

FIN DE LA ESCENA 1, VAMOS AHORA A LA ESCENA 2

Escena 2: El reencuentro