Partida Rol por web

Viendo que no surtía el efecto deseado, aunque sí que los dioses seguían teniendo poder en este plano de existencia, Lothar arremete contra los esqueletos con todas sus ganas.

Mientras, grita a las muejeres.

- ¡A la plaza del pueblo, enseguida! ¡No mireis atras!

La batalla parecía decantarse del lado de los compañeros, nada podían hacer los esqueletos contra ellos. Silvara se quedó a la retaguardia, lanzando otro proyectil mágico contra uno de los esqueletos pútridos, a la par que Guerial terminaba con su no -vida de un golpe de espada. Abognazar, demostrando gran maestría con su hacha, aplastaba a otro esqueleto y se preparaba para asestar otro golpe.

Lothar no perdía su fe en los dioses, aunque no había conseguido destruir a los esqueletos, sabía que algo les había hecho detenerse... Sabía que algún día sería escuchado, pero hoy no era ese día. Sacó su espada y se enfrentó al mal con sus compañeros... quizá la ayuda de los dioses fueran sus propios compañeros. Con habilidad, se enfrentó a uno de los esqueletos pútridos y lo destrozó con un sólo golpe de espada.

Los esqueletos, por su parte, atacaron, esta vez sin dudar a los compañeros. El enano, centrado más en el ataque que en la defensa, recibió una importante herida en el cuello mientras Guerial, recibía otra en su brazo. Lothar, sin perder de vista a sus adversarios, esquivó fácilmente el golpe.

Silvara nuevamente conjura unos proyectiles de energía que dispara a uno de los esqueletos* que ataca a sus compañeros con la esperanza de terminar con él antes de que tenga tiempo de dañarles

 Apretando los dientes ante el agudo dolor de la herida que le ha causado el esqueleto, El corpulento enano esgrime de nuevo la hacha contra el esqueleto, acertándole en esta ocasión de pleno, arrancándole astillas y huesos ante el fuerte golpe del enano.

 - Tú lo has querido, miesrable!

Tras sobreponerse del ataque del esqueleto, Guerial se lanza contra éste de nuevo intentando acabar con él, pero resbala lévemente y su arma no alcanza el objetivo, así como tampoco lo consigue su aliado animal.

 Tal fuerza y empuje llevaba el hachazo de Abognazar que pudo dirigir el letal filo de la hacha hacia otro esqueleto cercano, decapitándolo limpiamente a la vez que el feroz enano rugía, espoleado por el dolor de la herida que le han ocasionado.

 - Wwwaaaaarghhh, no huyaís, os alcanzaré!!

Con las mujeres a salvo y todos enzarzados en combate, no quedaba más que seguir moviendose para buscar el mejor hueco para la espada. Sin embargo, tras un pequeño traspiés y el ímpetu del enano, Lothar se despista y falla de lejos su sesgada.

Los esqueletos caían como las moscas ante los ataques de los compañeros. Esas criaturas no era rival para un enano de las montañas curtido en el combate. Aunque recibiera algún que otro corte, los hachazos del enano destrozaron a dos de los pocos esqueletos que quedaban en menos de lo que se tarda en decir kender. La hechicera seguía lanzando sus proyectiles desde una distancia segura y, con la ayuda de Tas, que seguía lanzando piedras con su jupak desde su lado consiguieron terminar con otro de los enemigos.

Lothar había conseguido distraer la atención de los esqueletos, poniendo a salvo a las aldeanas, que intentaron huir hacia la plaza del pueblo. El paladín estaba tan pendiente de los demás que no conseguía impactar al enemigo. Pendiente de sus compañeros, de las aldeanas y preocupado por lo que le podía suceder a este pueblo... parecía que los dioses, a los que nunca había visto, le ponían otra vez a prueba...

Guerial, por su lado, también tenía la mente en otro lugar.... ahora entendía lo que significaba aquello que siempre había soñado. A veces, su vida correría riesgo, podía morir en el lugar menos esperado. A muchos, estos pensamientos les habrían acobardido, pero no a él. Había luchado mucho para conseguir esta oportunidad. No se rendiría... y menos ahora que entendía que su vida dependía de sus compañeros, tanto como la vida de sus compañeros dependía de él.

Viendo que sus compañeros podían encargarse perfectamente del esqueleto restante sin ella, Silvara acompaña a las aldeanas a la plaza rápidamente por si se encontrasen con nuevos enemigos por el camino

 Abognazar siente como una cuchilla muerde su piel, haciéndole sangrar por la espalda. Se gira enarvolando de nuevo su hacha, con los ojo sembriagados de ira, un velo rojizo se posaba en su vista. Pero no lo suficiente como para scumbir a la ira irracional que tantas veces se adueñaba del enano en el fragor de la batalla.

 El afilado y duro filo del hacha secciona limpiamente la cabeza por la mitad, en una diagonal descendente. Sin terminar de ver el efecto del golpe el belicoso enano mira por los alrededores nuevos objetivos.

Con un golpe impresionante, el enano consigue acabar con el último esqueleto sin dificultad. Alza la vista en busca de nuevos enemigos, pero no consigue ver ningún objetivo en las cercanías.

Silvara y las aldeanas rescatadas, las últimas, visiblemente asustadas, se retiran hacia la plaza para que se recuperen. El estado de salud de las aldeanas parece bueno, a parte de unos rasguños y algunas heridas pequeñas parece que no han sufrido daño físico alguno. 

Guerial llamó a Sangual con un silvido rápido. Casi al instante, un grito del magnífico animal llamó la atención de los compañeros.

Como un dardo veloz, el espléndido ejemplar de águila descendió de las alturas para posarse gracilmente, aunque de manera algo contundente, en el brazo de su amigo, "bien hecho, pequeña", le dijo ofreciéndole un roedor muerto que sacó de uno de sus bolsas colgadas al cinto.

Una vez que el ave hizo desaparecer la pequeña alimaña, Guerial volvió a susurrarle, "ve, vuela alto. Rodea el pueblo y dinos si algún otro enemigo acecha en la periferia", tras lo que ayudó a su compañero con un fuerte alzado de su brazo derecho.

El águila vuelve al cabo de un rato, parece que todo está tranquilo y la situación está controlada... al menos todo lo controlada que puede estar después de lo sucedido.

"Bien, parece que todo ha acabado", comentó el explorador después de echar rápidos vistazo al cielo y hacia las calles de la periferia, "Sangual no da señales de más actividad, así que parece ser que ha cesado el ataque de momento. Deberíamos ver de donde han venido", tras lo que se lanzó al suelo y comenzó a deshacer el camino que habían hecho los esqueletos.

 "Con un poco de suerte", dijo sin quitar la vista del rastro que aún quedaba en la calle, "podremos ver que hay detrás de todo esto"