Partida Rol por web

Echa un cabo esa embarcación… - Ordenó el capitán Walren a su sirviente goblin, Ewem. El enano se acercó con paso rápido hasta donde se había reunido la elfa exploradora  junto a sus compañeros, rodeando el cuerpo inconsciente del último salteador que había caído a manos de Rhylen. - ¿Estáis bien? – Preguntó examinando a cada uno de los presentes. - Que me atragante con mil espinas si eso no tiene mala pinta. – Añadió señalando con sus dedos repletos de callosidades hacia las heridas que habían dejado los virotes de ballesta en el cuerpo de la joven. -  Alguien debería echarte un vistazo. – Sentenció al fin.

Mientras tanto, ambos navíos fueron acercándose el uno al otro tras afianzar Togo la maroma lanzada por Ewen. Cuando el brusco golpe confirmó que ambas embarcaciones se hallaban pegadas costado contra costado, el enano se asomó por la popa para examinar posibles daños y, principalmente, para ver al pequeño polizón que había transportado a bordo durante tantos días. ¿Qué tenemos aquí? ¿Un pequeño bribón mediano? – Preguntó más para sí que para el resto a la vez que se mesaba las barbas con ambas manos. Respiró profundamente un par de vez y maldijo en su propio idioma otras tantas. Brrrrrr… anda…sube a bordo. – Dijo al fin con el ceño tan fruncido que ni un papel de canto hubiese cabido entre ceja y ceja.

La tensión fue relajándose a medida que fueron conscientes de que aquellos cuatro hombres se hallaban fuera de combate. Poco podía hacerse por tres de ellos aparte de registrar sus cuerpos, pues los diversos flechazos y golpes recibidos habían acabado con su vida antes de que hubiesen sido transportados al Neblina Negra. El cuarto, aquel que se encontraba tendido frente al grupo de viajeros, al cabo de unos minutos dio señales de encontrarse con vida: de su torcida nariz surgían de vez en cuando rojas pompas teñidas por la sangre que manaba de ella.  

Estaba claro que todos los presentes habían visto en algún que otro momento de sus vidas una persona fallecida pero, desde luego, no todos se habían visto en la tesitura de tener que ser ellos mismos la causa de aquellas muertes. Habría tiempo para pensar en ello.

¿Qué...qué...pasa? - Balbuceó completamente desorientado el corsario tan pronto recobró la consciencia. ¿Dónde estoy? - Hizo un ademán de levantarse pero, al ver que sus manos y espalda estaban sujetos mediante cuerdas al palo central de un barco y que el moverse era un sueño irrealizable, no tardó en recobrar la noción acerca de dónde se encontraba. Tan pronto fue así, adoptó el mutismo como estrategia, bajó la cabeza y sus ojos se hundieron en el los oscuros tablones que se encontraban entre sus piernas. 

Cuando la hermosa Hostawen se dirigió a Tanyl con palabras amables el jóven se quedó embobado. Se habría esperado un 'veo que al menos sirves para algo' o similar pero eso de que 'manipulaba las esencias', pues al jóven semielfo le había sonado muy erótico. Unas garras a su espalda le sacaron bruscamente de su estupor. Fuzuli ronroneaba mientras amasaba dentro de su petate y de paso clavaba dolorosamente las garras a su alma gemela. Sí, se estaba burlando de él. Es como si le escuchase decir 'venga pasmarote, que la tienes en el bote , eh?'.

Esencia? -dijo rascandose la zona de la espalda que estaba sufriendo el ataque del gato- eh, sí, emmh, se intenta. Tú tienes una puntería excelente- dijo devolviendo el cumplido a la habilidosa arquera.

Tanyl tenía la fea costumbre de mirar a los pechos de las mujeres cuando éste creía que no le veían (cosa que el pobre no entendía que no funcionaba así), pero esta vez dedicó su mirada a las heridas de la elfa. Ay, por qué no habría estudiado medicina?

- Tienes que dejar que la pitonisa te vea eso, tiene mala pinta.

PERO, ME CAGÜÉN!- exclamó al parecer sin sentido mientras se retorcía sobre si mismo y sacaba rápidamente a Fuzuli del petate.

Ey! Bienvenido Togo!- saludó al camarero, ya calmado el picazón, mientras éste se dedicaba a sacar trastos de una bolsa. Le encantaba tenerle ahí. Bien sabido era que uno no pude salir de aventuras sin un mediano que te haga el viaje más ameno.

Sin embargo, Tanyl no dedicó ni una mirada a los cadáveres. No tenían pinta de tener nada entre sus pertenencias que a él le pudiera interesar, y estando muertos, tampoco le servían como diana móvil. Incluso pensaba que era una lástima que hubiese cogido a uno vivo. Solo daría problemas.

- ¡Bravo!- Aplaudió Alétheia la excelente actuación del Paladín del Débil. No cabía en su gozo y le miraba extasiada, como su fuera la luna llena en una noche sin estrellas. Con el combate terminado no quedaba más que limpiar su maza de la sangre y sesos del pirata. La Pitonisa era dulce normalmente pero, si se lo proponía, sobre todo con gentuza de la calaña de aquellos piratas, podía ser despiadada.

Con una enorme sonrisa no pudo dejar de observar al gracioso e intrépido mediano. Su rostro tornó a uno serio cuando Hostawen se le acercó a exponer sus dudas y recelos.

- Claro que...- iba a empezar a decirle que sí lo había visto, pero luego rectificó pues no quería mentir a su amiga.-...Si no lo he visto es porque Él ha querido que así sea. El Débil puede haberte nublado la vista y mí mi más agudo Sentido, el de la precognición.- Mientras hablaba más se creía su razonamiento.- Piénsalo un poco. ¿Crees que a Rakna podía habérsele escapado algo así durante tantos días? Es el Destino y los Misterios del Débil son inescrutables para pobres ignorantes como nosotros. Pero mejoraré.- Quizá su le hubieran descubierto no le hubieran dejado unirse a la expedición y puede que su Decrépita Senectud tuviera planes para el mediano. Pegó un codazo a Hostawen muy cerca de la herida sin darse cuenta.- Camarero dice, jiji. 

- No te preocupes Togo. Si has conseguido llegar hasta aquí es que tu presencia no ofende al de la Nublada Vista.- Levantó a la voz con el tono solemne que ya era habitual en ella.- Podrás ser mi escudero, ayudarme a ponerme la armadura, bruñirme el escudo y las armas y , a cambio , yo, La Pitonisa del Débil, te prometo que te protegeré, con mi vida si hace falta. Te devolveré sano y salvo a Kassen.- Con su extraordinaria fuerza ayudó a bajar al pirata y tenerlo bajo control mientras lo ataban. Al pasar junto a Tanyl le felicitó también por su buen hacer.- Tus proyectiles mágicos rivalizan con las flechas de Hostawen*, es una suerte contar contigo en el equipo.- Varias personas remarcaron que hacía falta curar a Hostawen cosa que puso en evidencia el trabajo de la Pitonisa, cosa que la enfureció un poco pues era de mecha corta.- ¡Claro, calro! ¿Qué os creéis que la iba a dejar así?- Hostawen era tan discreta y era dura como una rama que apenas se quejaba.- Ven aquí Hosta que te eche un vistazo. - Tenía una fea herida, era verdad.- ¿Cómo se atreven a mancillar tu inmaculada piel?- La piel de la elfa era suave y sin mácula, ahora afeada por la herida sangrante del virote. Mientras la examinada con el ceño fruncido sopesaba si Hostawen sería doncella, como ella lo era.- ¿Mejor?

Tras hacer de enfermera, echó un vistazo a botín.

- Yo me quedaré con una de estas.- Dijo asiendo una de las ballestas y unos virotes.- No se me da mal , ¿verdad Hosta?- No era consciente de su mal hacer con las armas a distancia.-¡Uy! ¿Qué es esto?- Se quedó examinando la patente encontrada en la embarcación pirata.

Para alivio del anciano, él no había sido en único en sorprenderse con la aparición del pequeño hobbit. Togo había conseguido pasar desapercibido durante días dentro de aquella pequeña barcaza. Ni las clarividencias de la pitonisa, ni la magia del hombre encapuchado, ni siquiera los agudos sentidos de la elfa y el lobo consiguieron detectar su presencia. Sin duda eso era algo que dejaba en muy buen lugar al pequeño pícaro y en clara evidencia al resto de tripulantes.

A pesar de la claras habilidades de Togo, él mismo ofreció sus servicios como camarero, sí, camarero… La sola mención de esa palabra despertó el interés en Rhylen, - Un camarero sirve vino, claro…, pensaba. Comenzó a estar más esperanzado cuando aseguraba traer un saco lleno de cosas útiles, - ¿Qué sería ahora mismo más útil que comida y buen vino?. Sin embargo poco duró ese pequeño instante de felicidad en el viejo cuando el hobbit comenzó a enunciarlas y sacarlas una a una. – Montón de cacharros inútiles…, maldecía con cada uno de ellos. Sólo cuando nombró el frasco llegó a dudar…sólo un instante, pues se trataba de vidrio vacío.

-Grrrr, gruñó harto ya de aquella situación. – Capitán, dijo volviéndose al enano, - ¿Cuánto queda para llegar a tierra? Y por todos los dioses…que sean buenas noticias esta vez…

Sin que hubiese aún contestado, el pirata comenzó a recobrar el conocimiento. Tardó en darse cuenta de la situación, pero en el mismo instante que comprobó que estaba capturado, tomó una postura muy poco cooperativa. – ¡HUM!, suspiró el guerrero, - Déjame ver eso, dijo en referencia a la patente que examinaba la pitonisa.

– Entiendo… ya veo…, susurró para sí mismo. – ¡A ver, TÚ!, exclamó al pirata tras propinarle un golpe en la cabeza. – Explica esto AHORA… y no me vengas con tonterías, mi paciencia es muy limitada. Si no tienes intenciones de hablar… esa lengua será más útil como comida para los peces, terminó amenazándole.

¡BRRRR! - Bramó de nuevo el enano. Miraba de arriba a abajo al polizón quien subía en esos momentos al Neblina Negra. La pregunta de Rhylen, no obstante, apartó de su cabeza la imagen de Togo y le obligó a centrarse en el peligro inmediato. No creo que tardemos más de dos horras...trres como mucho si tenemos que remolcar esa carraca. - Dijo refiriéndose al bajel pirata. ¿No preferrís hundirlo? Así nos ahorraría tiempo.

Obligado por el veterano guerrero, el corsario, que más tarde se presentaría como Ulguemor, no tuvo más remedio que romper su silencio. Sus palabras, no obstante, tampoco revelarían mucho más de lo que todos allí imaginaban:

¿Qué quieres que te diga anciano? – Preguntó altivo y arrogante pese a su situación. Pagan buenas sumas de dinero por cada barco hundido que navegue hacia a los puertos de Nirmathas. Yo sólo hago mi trabajo… - Escupió una flema sanguinolenta que probablemente incluía parte de un diente. Tú, haz el tuyo si te place… así es la guerra.- Respondió sin alterarse lo más mínimo. Pero te aviso, valgo más vivo que muerto. – Añadió, sin embargo, sabedor de qué había pasado con sus compañeros.

En efecto así era. La profesión de pirata, que si bien proveía de pingües beneficios a los que la profesaban, también conllevaba el riesgo de ser prisionero. No eran pocos los cazarrecompensas que patrullaban las aguas y los bosques de  Nirmathas en busca de aquellos sobre los que pesaba una buena suma de dinero. Visto desde fuera, tanto unos como otros no eran más que productos de las situación que largamente se llevaba viviendo entre los dos reinos.

Togo se afanó por recoger todo cuanto había sacado del saco en cuanto Walren le dio permiso para subir al Neblina Negra. Sin embargo, pese a que el mediano había observado que el capitán no era un enano gruñón como los que describían los bardos, sino mucho más jovial y simpático, evitó pasar cerca de él.   Nada más pisar el navío,  corrió a esconderse tras las piernas del señor Carsson, pues era a la única persona que conocía,  más incluso de lo que el propio anciano sospechaba, pues en sus momentos de gran embriaguez, no cesaba de contar historias de su pasado y hasta intimidades de las que sin duda podría avergonzarse.
Pero el enano no era  el único tripulante por el que Togo sentía cierto temor. Aquel elfo hechicero le parecía un ser  muy frio y calculador, cosa que  al mediano le inquietaba bastante.  Más aún después de ver sus poderes y su forma de utilizarlos. Causaba daño por doquier sin parecer preocuparle lo más mínimo nada más, incluso podía percibir que disfrutaba con aquello.
Todo lo contrario sentía por las dos mujeres. Una por sus aires impetuosos y la otra por su ternura y belleza.  Ambas le transmitían buenas  sensaciones. Y Fue la rolliza pelirroja la que le dio la oportunidad de acompañarles. -¿Escudero decís...?  La verdad señora Pitonisa, es que no sé de escudos ni de armaduras, ni de armas de guerra, pero haré lo que me pidan con tal de poder acompañarles. Llevo toda mi vida soñando con una avent… …. Viaje, quería decir viaje ….. y por eso me gustaría acompañarles.
- Pe... pe... Perdóneme maese Walren. dijo el mediano dirigiéndose al enano, eso sí,  tras la seguridad  que representaba el señor Carsson. Apenas he ocupado nada de espacio y ni siquiera he tocado las provisiones. Además, les avisé rompiendo mi espejo cuando ese cangrejo gigante subió a bordo. NO me quite la piel a tiras, ni me lance a los tiburones… se lo suplico!!! Dijo Togo realmente asustado por lo que el señor Walren pudiera hacerle.
 Al poco tiempo el prisionero recobró el conocimiento y el sr Carsson no tardo en abalanzarse sobre él para sacarle toda información posible. Sin embargo sus métodos sorprendieron bastante al mediano, pues ese no era el anciano melancólico y gracioso que él conocía. Sin duda la falta de bebida estaba afectándole. ¿Cuál será el verdadero sr. Carsson? ¿el de la posada o el aventurero...?. Sin duda Togo prefería el de la posada, aunque sabía que para poder realizar la misión, deberían contar más con este nuevo Rhylen Carsson.
Luego llegó el momento de registrar el otro barco en busca de algún botín. El mediano se acercó titubeante a los caídos.         - Entonces… ¿están muertos, muertos de verdad? Preguntó  inocentemente. - Vaya, me dan pena, pero  también querían matarnos, ellos se lo  buscaron… intentó consolarse así el pueril Togo.
El pequeño cogió una de las ballestas y se las arregló para  cargarla a pesar de que casi era de su mismo tamaño, luego apuntó al palo mayor del bajel  haciendo un disparo de prueba, clavando la saeta profundamente en la madera. Supongo que si quiero hacer daño de verdad a alguien necesitaré una de estas. ¿Puedo quedármela…?
Pero sin duda lo que más impresionó al pequeño fue aquel cofre. Ya no por lo que contenía, que también, sino por lo que significaba. -Un tesoro!!! Pronunció Togo  entusiasmado cuando lo vio .  Daba igual el contenido. Si hubiera tenido piedras de rio  el mediano habría abierto los ojos como platos igualmente, con una cara de emoción tan intensa que parecía que iba a salir volando en cualquier momento. Platino!!! Oro, frascos y un papeeeel!!!!
El pergamino iba pasando de mano en mano, pues todos querían saber de qué se trataba. Y cuando le  llegó el turno al pequeño éste lo leyó en voz alta con tono regio, firme y gran entonación ( o eso intentó al menos), como si un bardo estuviera recitando una de sus historias.
Bueno, entonces ¿ Puedo acompañarles…? 

- Por cierto señorita Aletheia, ¿ha dicho al de la Nublada Vista? ¿No estamos en el  Neblina Negra…?
 

En cuanto vio el "papel", como lo llamaba Togo, reconoció inmediatamente de qué se trataba: una cédula de piratería.¡Ay, las aburridas clases en el templo acerca de la historia y cultura de Kassen y sus alrededores! Interminables peroratas del Padre Prasst, con aquella voz plana y que languidecía cada vez más, hasta convertirse en un susurro, en un zumbido, tan sólo interrumpido por la flemática respiración.

BIZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZ

Ese papel tenía más importancia de la que se esperaba. Con él podrían demostrar ante las autoridades de Tamran que habían capturado y reducido un barco pirata. Ya se imaginaba ante las autoridades recibiendo una buena recompensa no ya solo por cada uno de los piratas, sino por haber conseguido dicha cédula. Y así lo hizo saber a los demás...a su manera.

- Un segundo.- Palpó el documento con las manos, hasta que entró en éxtasis provocado por el conocimiento. La información hecha palabras a través de su boca.

- ¡Oh sí, me veo! Nos veo a todos recibiendo algo, honor y gloria y...y dinero. Estos documentos oficiales son limitados y los piratas pagan dinero por comprarlos para poder hacer así su trabajo amparándose en una cierta legalidad o para llegar a un perdón general en el reino al que sirven en ese momento. Podemos entregarlo en Tamram a cambio de una buena suma de dinero...además del prestigio que se nos supone por haberlo conseguido.- Acabado el trance volvió a ser la misma chica dulce de siempre. Se giró a Togo y le habló con suavidad.

- El de La Nublada Vista es uno de los múltiples nombres con el que se conoce al Débil, querido Togo. Y no te preocupes porque no sepas de armaduras , espadas y escudos. Es parecido a ser camarero. Tú nos traerás lo que te pidamos con presteza y celeridad. Además, limpiar el metal es parecido a lavar los platos.Y hasta puede que aprendas cosas del Sr. Carsson u Hota...- La Pitonisa se quedó muda al ver como el niño Togo usaba la ballesta con más precisión que la elfa sus flechas.

Cuando la sacerdotisa explicó lo que significaba aquel documento y lo que podían hacer con él, Togo frunció el ceño y giró la cabeza en claro gesto de desaprobación. Algo de lo que decía la joven pelirroja no gustaba al mediano, sin embargo, solo pronunció escuetamente y con cierto tono inquietante - Quizás no sea tan buen idea... Pero se privó de explicar por qué al menos ahí y ahora, pues recordaba que ese "viaje" era secreto y de que mantuvieran ese secretismo dependía gran parte del éxito de la misión del viaje.

No fue fácil para el capitán Walren el evitar reír a carcajada limpia cuando vio al mediano disculparse de semejante forma, sin embargo su semblante pétreo no se inmutó lo más mínimo en ese momento. Anda...pasa... - Dijo, dándole la espalda y pudiendo sonreír al fin fuera de la vista del pequeño. Luego, reclamando la atención de Ewen, se dirigió hacia las grandes pilas de hierro para inspeccionarlas con detenimiento, ya que era sumamente importante que éstas no se hubiesen desequilibrado a raíz del encontronazo entre las dos embarcaciones.

En cuanto revise esto, nos pondremos en marcha. - Avisó a los ahora cinco compañeros. Quiero llegar a Tamran antes de que amanezca y para eso necesito aprovechar los vientos que trae esa tormenta. - Comentó a Ewen con voz suficientemente alta como para que el resto alcanzase a escucharlo.

No tardó mucho más el enano en comprobar que todo estaba en orden y en tomar asiento en el asiento junto al timón. El barco comenzó a moverse con un brusco tirón proveniente desde popa tan pronto las velas se hincharon al máximo con las potentes fuerzas que el viento que precedía a la tormenta traía consigo. ¡Vamos preciosa, llévanos a Tamran! - Exclamó con voz potente pero midiendo que no se le escuchase mucho más lejos de la embarcación. Era mejor no tentar a Beshaba, no fuese a estar merodeando otra embarcación pirata cerca de allí.

-Tranquilo, chicho, aquí nadie va a hacer ningún daño, dijo tranquilizando así a Togo cuando subió a bordo a la vez que le frotaba la cabeza. Aquel pequeño mediano le caía en gracia al viejo. Bien por su carácter jovial y simpático, bien porque jamás le había negado una nueva jarra de vino en sus innumerables conversaciones de taberna, el caso es que a pesar de no conocerle demasiado lo consideraba casi como un amigo.

Mientras tanto, la pitonisa vislumbró más detalles de lo que la patente suponía, sin embargo, las respuestas arrogantes del pirata sólo consiguieron enfurecer a un Rhylen que aun así hizo de tripas corazón para no romperle el cuello allí mismo. –Vaaaaayaaa…, respondió inclinándose hasta su altura. – Eres un tipo duro, eh muchacho…ehhh…mu-cha-choooo…muy duro ehhhhhh…, dijo mientras repetidamente golpeaba con su dedo índice en su deteriorada nariz. – Dime, ¿qué nos impide que te atemos al mástil de tu barco y te hundamos con él…?, por lo que veo no tienes nada que aportarnos… y tanto tú como ese cacharro* tan sólo sois ya una molestia…

Nada te lo impide. - Respondió de nuevo el corsario confiado en que el precio que las autoridades Nirmathianas pagarían por él, sólo por el placer de ahorcarlo y servir de escarmiento a otros piratas, haría que el viejo desechase la idea de hundirlo junto con su viejo barco. ¿Qué quieres que te diga? ¿Cuántos barcos he abordado? ¿A cuántos ancianos como tu he robado? Es la Ley del Lago, sé bien a lo que me expongo... - Añadió orgulloso pero con un poso de duda en sus palabras al saber qué clase de fin recibiría de una forma u otra.

-Bien, disfruta de tus últimas horas… ¡pero en silencio!, dijo concluyendo así la conversación con el pirata. Sin duda era una tarea perdida y el hecho de que el capitán enano se hubiese puesto por fin manos a la obra para dar ese último empujón hasta tierra era algo mucho más interesante que oir las palabras huecas de un hombre desahuciado.

-Excelente, capitán. ¡Salgamos de aquí!, dijo eufórico. Ya casi podía saborear una buena pinta de cerveza bajando por su garganta… 

Hostawen respondió con un tímido gracias y rubor en sus mejillas al cumplido de Tanyl, pero rápidamente se alejó de él al escuchar sus gritos. Todos sus compañeros se preocupaban por su estado -No es nada...- respondía una y otra vez. El Camarero así se definió el mismo sacó una carcajada a su amiga, -Je...je...- comenzó riéndo alegremente la elfa, cuando se dio cuenta volvió a un rostro serio y preocupado. La pitonisa parecía haber cogido en su seno a tan dicharachero y dispar compañero. Nada menos que su aprendiz. Una idea imposible de cambiar en la tozuda mente de la pitonisa, quien segundos antes había confesado que no tenía noticias del mediano. -Quizás tenga razón y sean designios mucho más elevados para que una exploradora los cuestionase...- reflexionaba. Aún así era peligroso para aquel chiquillo y antes de que pudiese pronunciarse parecía que el tema de su cura se había convertido en algo personal para Alétheia quien decidió atender sus heridas. -Gracias, mucho mejor...- dijo con una sonrisa. -Y tú y yo ya hablaremos...- dijo al mediano tras ver como aceptaba la oferta de la pitonisa.
La conversación entre aquel pirata y Rhylen le hizo reflexionar. -¿Acaso no somos afortunados? Bien parece que tenemos el favor de los dioses- comenzó diciendo Hostawen. Al ver aquella patente de corso, parecía que la sabiduría de Alétheia no tenía límites y asombraba con sus bastos conocimientos. -Quizás para otra vida.- dijo a modo de broma a la pitonisa mientras cogía la patente de corso. Ya se la imaginaba en un barco pirata como barba roja. -Con esto y estos trajes negros, quizás podamos dar otro rumbo a nuestro cometido. Esto certifica que somos piratas.- sugirió con una sonrisa a sus compañeros. Había tres cadáveres. Si limpiaban sus ropas y remendaban los destrozos de las heridas, quizás podían hacerse pasar por piratas. Aunque la figura y pelo de Alétheia seguían siendo muy llamativos al igual que el pequeño Togo. -¿Porque vale tanto tu cabeza, grumete?- dijo con cierta sorna la elfa al pirata. -No os veo nada especial... ¿Y tú Rakna?- el lobo gruñía mientras se acercaba al humano atado. -¿A quién le podría interesar que te devolviéramos con vida? Igual mi lobo tiene demasiada hambre para esperar...- sugiría la elfa. 
 

Togo también había oído hablar de ese tipo de documentos. Eran emitidos por los Molthunianos para tener a su servicio piratas que atacasen las embarcaciones de Nirmathas y privarle así de suministros. Sin duda las autoridades de Tamram sabrían pagar por haber derrotado a uno de esos piratas, pero Togo no tenía todas consigo que fuera bueno reclamar esa recompensa, pues en ese momento perderían el anonimato, dejando de lado el consejo que les dieron de intentar pasar lo más desapercibidos posible. Aunque también podría ser que el hecho de haber conseguido acabar con los piratas, les abriera alguna puerta a nivel institucional dentro de la ciudad.... Togo hizo saber todo esto al resto una vez  reunidos a solas dentro del camarote con las puertas bien cerradas. Alétheia, que nos diga ella cuales son los mejores pasos a seguir, que para eso es adivina...

Lo de coger la indumentaria de los piratas le pareció buena idea, pues nunca se sabe en qué momento la puedes necesitar, aunque de ahí a hacerse pasar por ellos a la llegada a Tamram... -NO creo que ganemos nada con eso por ahora, más que la posibilidad de que nos tomen por piratas de verdad y tengamos problemas con las autoridades de aquí...

Bueno y... ¿qué hacemos con el barco? a parte de venderlo, quizás nos pueda servir para el camino de vuelta, además de un lugar en le que reunirnos o incluso pernoctar si lo dejamos amarrado en el puerto de la ciudad.

Aunque bien pensado ¿ Por qué no perdonamos al pirata y lo dejamos ir en el barco? siempre cabe la posibilidad de que se acuerde de nosotros si en el futuro nos volvemos a encontrar y las tornas han cambiado. Además, pensando fríamente, si Nirmathas es un país rival al nuestro y esta gente lucha contra Nirmathas, en el fondo nos conviene que sigan desgastando a nuestros vecinos para que se mantenga  ocupados en su guerra y nos dejen en paz a nosotros.... no creen? 

Bueno, mejor no meterme en estos asuntos, que yo solo soy un simple camarero, ya decidan ustedes lo que hacer.

Hasta que se decidiera qué hacer con el barco , Togo siguió  registrándolo por si los piratas hubieran dejado algún otro tesoro oculto Bajo alguna madera o doble fondo, pues sin duda los buenos tesoros se esconden fuera de los cofres y baules o al menos así lo cuentan los bardos... ¿No tendrán por aquí un catalejo estos piratas...?

Tanyl se mantuvo en todo momento en un segundo plano, escuchando sus argumentos, pensando en te... cual era la mejor opción al llegar a la ciudad.

Por fin se decidió a hablar para ofrecer su opinión, que sabía que no contaba mucho pues no confiaban en él ni un pelo -como bien quedó claro con el tema del espejito- pero quizás quisiera el Débil que esta vez le escuchasen.

- Ejem, ejem... Tendríamos que hablar sobre cómo queremos presentarnos en la ciudad. Vamos intentar llegar discretamente o quizás como representación del Débil? Lo digo porque si queremos algo de discrección, lo de llevar un pirata arrastrando por las calles no iba a funcionar. Sinceramente, yo lo ataría al palo de su embarcación y lo dejaría a manos del de...-cómo decía Alethia?- Nublada Vista. Si consigue salvarse podrá avisar a otros piratas y así quizás ahorrarnos otro ataque.

El documento, si nos registran, puede ocasionarnos más mal que bien. Asi que, si no vamos a traer al pirata, mejor quemarlo o dejárselo a Walren por si éste le pudiese proteger de otros ataques. Claro que, si quereis entrar por la puerta grande, pues llevamos al pirata y el documento en mano. Pero habrá que pensar qué les decimos que somos a los oficiales que nos interroguen.

Aquí va mi sugerencia; ir como representación del templo de Débil (podemos decir que están pensando montar un templo en Tamran) y llevar al pirata como muestra de nuestra buena voluntad a la ciudad.

Vaya charla que había echado, se habrían quedado dormidos a mitad de la argumentación? El semielfo volvió a quedarse callado, en espera de la decisión que tomase el grupo.

- Ehm, sí , claro, claro Togo.- Comenzó titubeando para luego expresar con firmeza sus intenciones.- Lo consultaré con el Débil.- Y así lo hizo. La mujer pidió un poco de intimidad y se metió en el camarote mientras volvían a ponerse en camino aprovechando los vientos. Olor a incienso salía del pequeño habitáculo del Neblina Negra. Cuando salió ya no llevaba su armadura sino un vestido verde que acentuaba sus caderas y que contrastaba con un precioso collar de cuentas rojas así como con su pelo del color de fuego y sus ojos de mirada gélida.

Alétheia reunió a sus compañeros para plantearles su propuesta en privado. Eso quería decir sin Walren y lejos de los oídos del pirata.

- Los Designios del Débil, lamentablemente, no son del todo claros, como no podía ser de otra manera. Sin embargo,  me inclino más a seguir las recomendaciones del Padre Prasst al respecto. Por mucho que me gustaría esparcir nuestra fe en Tamram- Dijo mirando a Tanyl que había propuesto introducirse en la ciudad como una comitiva del Débil.- creo que debemos ser precavidos.- Ya les habían advertido que, el asunto religioso podría ser un tema espinoso.- Y eso va en contra también de entregar a los piratas.- Hizo una pausa para escrutar los rostros de los cuatro compañeros antes de proseguir.- Sin embargo he logrado vislumbrar un resquicio de claridad en la penumbra. Como sabéis, Walren no tiene intención de esperarnos para nuestro regreso, por lo que con el dinero que nos dio el alcalde Uptal, debemos arreglárnoslas para regresar a Kassen. ¿Qué os parece si entregamos la cédula a Walren para que entregue al pirata y su barco y reclame la recompensa por ello? Podríamos negociar con él para que se quedase con una parte jugosa de la recompensa y así nos espere hasta nuestro regreso. De esta forma nos desharíamos de la cédula, del pirata, del barco , ganaríamos algo de dinero- Por supuesto la parte de Alétheia iría a la causa del Débil.- y tendríamos una forma de regresar sin más gastos.

~~Ehm, sí , claro, claro Togo.-

- BIEEEEEENNN!!!!! exclamó alegremente el mediano al interpretar la respuesta de Atletheia como la contestación a su pregunta de si podía acompañarles. El entusiasmando Togo  se lanzó  a los brazos (bueno, a las piernas) de la sacerdotisa en clara muestra de gratitud. Lo mismo hizo con Hostawen y con el señor Carsson, pero al llegar a Talyn el pequeño frenó en seco y el efusivo abrazo tenido con los demás se convirtió en un rápido y escueto apretón de piernas. Gracias, gracias, gracias.... no se arrepentirán de mi compañía. Además, alguien tendrá que contar el viaje y las proezas que ustedes lleven a cabo, cosa que prometo hacer como el mejor de los bardos en cuanto volvamos a Kassen. 

Togo opinó favorablemente la última propuesta de Atlethia sobre que fuera Walren quien se encargara de entregar al pirata, su barco y el documento y repartir los beneficios con él. Incluso se ofreció a acompañarle en esta tarea, pues como todos habían podido comprobar en el poco tiempo que lo conocían, el mediano poseía el don de gentes muy desarrollado y eso aplicado a los negocios, seguro que les aseguraba hacer un buen trato, a la vez que en caso de surgir algún problema, el mediano sería capaz de salir del paso tan solo con la palabra.