Partida Rol por web

Te sientes mal contigo mismo al acercarte en silencio, no es lo que te enseñaron, tiempo ha, en tu escuela, pero la ocasión parece que lo requiere, y te acercas tratando de no hacer ruido.

El pasillo es algo resbaladizo ya que el limo chorrea entre las endiduras de las rocas, cayéndote en la cara y en los hombros y deslizándose desagradablemente por dentro de tu ropa. Pero consigues apañártelas sin hacer mucho ruido hasta llegar a la claridad.

La cueva desemboca en una caverna natural que desciende desde tu posición. Unos peldaños traicioneros bajan hasta el suelo de la cueva, unos cuatro metros en vertical desde tu posición. Al fondo de la cueva, una docena de metros en horizontal hay una zona iluminada, y gracias a esa misma luz ves la escena más horripilante que jamás hayas presenciado. Tres hombres vestidos con largas túnicas y ocultos tras máscaras o velos de tela discuten cerca de un pilar sobre el que hay un gran cuenco que contiene litros y litros de un líquido viscoso color carmín. A su lado una pila de lo que te parecen media docena de cuerpos descansa lúgubremente.

Desde donde estás es todo lo que puedes distinguir, a parte de utensilios o armas cerca de ellos. La luz de las lámparas es demasiado ténue para poder ver nada más. Y acercarte sería desvelar tu presencia casi con seguridad.

Que era aquel lugar, que habia sido esa sensacion que su cuerpo o espiritu habia sentido segundos atras, Hiko se oculto detras de una saliente para observa aquel palacio de piedra donde los hombres parecian estar discutiendo, el aire parecia correr alli y estar menos viciado aunque lo veia poco probable y sentia que ta se habia acostumbrado al hedor de esa caverna.

La vista fue a dar sobre los cuerpos y luego en aquel lugar que parecia contener sangre?, no estaba seguro pero se mantuvo en silencio vigilando desde esa posicion hasta que los sujetos se movieran. Taka y Yue se encontraban fuera seguramente resguardados de las inclemencias que habian asolado esta tierra; Mitsurugi habia oido de las tierras sombrias pero no mucho como para poder decir qeu acontecia alli.... Magia de sangre? algo prohibido en Rokugan.

Un sonido gutural comienza a recorrer la cueva, a inundarla poco a poco, al igual que un cuerpo entumecido por el frío se va llenando de calidez al acercarse a un brasero, pero a la vez completamente distinto pues el sonido es desasosegador.

Te das cuenta que quien produce el sonido es una de las figuras, que está entonando un cántico que se va sumando a los ecos de sí mismo. No entiendes las palabras, y jamás escuchaste aquel lenguaje, o eso te parece, pero una sensación de angustia e inquietud comienza a atenazar.

El que entona el cántico levanta las manos, mientras el líquido rojo de la pila comienza a burbujear. Los otros dos de vez en cuando echan miradas fugaces alrededor, pasando por donde estás tú, pero no parecen percatarse de tu presencia.

Mi mano recorrio una de las piedras buscando con la mirada un lugar para acercarme... esto no estaba bien y segun sabia por sus viajes la magia de sangre era producto de las Tierras Sombrias, la mano derecha se aferro fuertemente a la katana y un susurro recito una plagaria a los kamis.

Hiko comenzo a moverse entre las piedras con intencion de acercarse cada tanto tomando resguardo de las miradas de aquellos sujetos que parecian estar en pleno trance, malditos penso para si, debo hacer algo y tengo que hacerlo ahora.

Según vas avanzado hay un momento en el que te expones a la luz de las antorchas y los acólitos parecen verte. Señalan y avisan al hombre que entona los cánticos, quien no parece perturbarse y sigue con su salmodia.

Sacan cada uno un wakizashi del interior de sus largas túnicas y avanzan para cortarte el paso en las escaleras de piedra.

El ultraterreno sonido del cántico no se detiene y sigue palpitando como sangre viscosa colándose por tus oídos.

Aún con tu mente nublada por el cántico del perverso sacerdote aciertas a reaccionar con rapidez a los dos hombres que se te echan encima wakizashi en mano.

Uno avanza directamente hacia los primeros escalones, mientras que el otro se acerca al lateral de la escalera para evitar que saltes por ahí.

Usui se preparo para atacar, katana en mano fue directo a quien venia hacia el por los escalones; tenia nocion de que el otro le esperaria a un costado y tardaria un poco si este debia subir.

- Onis!!!- Grito con fuerza, para luego ejecutar un corte desde el hombro izquierdo hacia el la pierna derecha.

El filo de tu katana hiende el aire con un sillbido que parece cortar también la espesura del cántico del sacedote, por unos segundos al menos. El impacto cae sobre la clavícula del acólito y se queda trabada allí unos segundos preciosos, que el otro, el que te ha flanqueado, aprovecha para tratar de golpearte con el wakizashi que empuña.

Sus golpes recaen sobre la piedra de las escaleras ya que consigues propinarle unos puntapiés a su brazo mientras destrabas tu katana del cadáver del acólito.

- Perro... - Mascullo el Ronin mientras se preparo y volvio a lanzar un ataque sobre quien habia fallado intentar matarle.... - Maldita sea... Que son ustedes ! - Grito con profunda ira ante los hacolitos.

Con un ágil salto pasas por encima de tu agresor y caes tras él, pero aunque estás a punto de sajarle la espalda, consigue revolverse a tiempo y disminuir el daño que tu filo hace en su homoplato, dibujando en éste una línea carmesí.

Él con un rápido movimiento cruza su wakizashi por debajo de tu hoja, pero con la empuñadura consigues desviar su ataque, golpeando su mano diestra y desviando su filo.

-¡Muere intruso!- sale de su voz como un gruñido gutural.

El cántico del sacerdote parece llegar a su clímax.

Hiko se aferro a su katana, observo a quien habia atacado e impulsandose con un solo pie comenzo una carrera hacia el otro sujeto quien cantaba o recitaba algo incomprensible para el.... Onis.... eran reales y de carne y hueso.... y si sangraban podian morir.... En la mente del Ronin venian muchas cosas pero en este momento era en el cual se sentia mas tranquilo.... al borde de la muerte y con idea de que ellos eran los culpables.

Según te lanzas a la carrera contra el sectario el altar burbujea, sus palabras reverberan como si el mal tuviese miles de voces y éstas poblasen la cueva bajo el pantano. El olor de la sangre te golpea al acercarte, provocándote náuseas, y los ojos fríos como los de un pez del hombre que entona el cántico te provocan un escalofrío por toda la espalda.

Poco a poco tu carrera se hace más lenta, te cuesta moverte, respirar, pensar. Todo se ralentiza, gira, creándote una sensación de vértigo. La voz del canto taladra tu cerebro y de pronto notas como se cuela en él directamente, sin el uso intermedio de tus oídos.

Y entonces, con el tiempo detenido, sientes como el cántico socava tu voluntad y notas como los dedos ensangrentados del acólito comienzan a intentar arañar tus recuerdos, manchándolos con su viscosidad impura. Se está colando en tu mente.

Una de las rodillas de Hiko dio en el suelo y la katana fue solo un apoyo para no desplomarse sobre la roca humeda, un sin fin de sensaciones y un dolor atroz se hicieron presentes como un buen golpe a un sujeto desprevenido; sus recuerdos eran arrastrados y manipulados pero uno de ellos era fuerte como el acero. Alli estaba ella mirandole desde lejos peor a la vez tan cerca qeu parecia dicipar los efectos de aquel hechizo, el Ronin comenzo a murmurar una cancion, una cancion que quien fue su compañera cantaba por las tardes junto al estanque de aquella casa, ese recuerdo le mantenia vivo y con fuerzas.

- No caere.... - Mascullo

El recuerdo al que te aferras, que te da fuerza, de pronto llama la atención de quien asalta tus pensamientos. Te parece notar unos dedos huesudos y manchados en sangre que se hunden en esos recuerdos de ella, los manosean impíamente, no dejando libre o intacto ningún recoveco. La frustración se convierte en una ira ciega que comienza a subirte. Pero tu templanza no es mayor que el poder oscuro de la sangre, y te desvaneces con una voz que ríe entre dientes:

-Vivirás, Mitsurugi-san. Vivirás con el temor de que la encontraré. Kaoru sabrá de mí, y si hay un hijo al que encontrar, se unirá a nosotros.

Cuando despiertas desconoces cuántas horas han pasado. La sala está más oscura que antes, sólo queda viva una de las antorchas que daban luz sobre el siniestro altar, y el resto es una gran sombra pegajosa y horrible. El olor de la sangre que aún existe en la estancia te recuerda con desagrado lo que ha pasado. No hay rastro de los sectarios, ni de su compañero caido. Tan sólo queda el escalofriante altar donde sangre reseca y a medio coagular se entre mezclan.

El olor a la sangre se volvio casi comun aunque al principio casi hizo qeu lanzara todo el contenido de su estomago, sus ojos parecian vacios y aquel recuerdo corrupto por la smanos impuras de un hombre sin rostro le abrazaron en una amagura que le hizo estallar en un llanto mudo pues no podia emitir sonido, tal fue la rabia y la desesperacion que su katana fue a dar a su mismo cuello con la intension de cortar el mismo, pero no lo hizo.

Estuvo en aquella posicion durante al menos diez minutos sin moverse, pero finalizo por dejar caer la misma hacia al roca, el sonido del metal se esparcio por toda al cueva... las horas o dias quein sabia puesto qeu habia perdido la conciencia.

Hiko se levanto y comenzo a buscar la salida de ese lugar en el cual su vida habia dado un vuelco y ahora volvia a ser quien habia dejado atras.... un espadachin sin nada que perder pues su ultimo recuerdo habia sido mancillado, ahora solo quedaba la venganza.

Recorres pesadamente el camino de salida de la cueva, como si cada paso fuese una lenta campanada de recuerdos en tu cabeza. La ira intenta brotar en tu interior, pero todavía te sientes demasiado cansado, como si la vejez se hubiese adelantado y una docena de años te hubiese caido de golpe.

Lo que más te cuesta es el pozo vertical que da al exterior, pero los ladridos de tu fiel amigo te animan a terminar la escalada.

La noche se extiende clara y sin nubes, salpicada de gotas de luz y una gran luna de color anaranjado que parece augurar la sangre derramada. Yue da vueltas a tu alrededor cuando te ve salir y ladra de alegría. Puedes ver que cojea ligeramente y que tiene una e herida en los cuartos traseros. Aquellos sectarios debieron herirle para poder escapar, según parece. También tiene un corte en el hocico. Aunque sus heridas parecen ya cicatrizadas. Taka te mira desde un árbol cercano y lanza un agudo chillido de bienvenida, de nuevo, al mundo de los vivos.

Hiko por fin salio de aquellas cuevas en donde todo su mundo habia cambiado... parecia que los reflejos del pasado volvian a el en una oleada de furia ciega; pero algo habia que le mantenia cuerdo tratando de resistir aquel embate de rabia contenida; tomo varia sbocanadas de aire puro para llenar sus pulmones y luego alli observo a Yue quien presentaba una herida a la cual atenderia en el pueblo. Su otro compañero se recibio con un chillido de bienvenido y esto parecio calmarle.

El Ronin se llevo dos dedos a los labios y silbo para luego comenzar a caminar hacia la villa y poder descanzar si se lo permitian.