Partida Rol por web

Miguel estaba escribiendo algo en su móvil. -Listo, le mande un mensaje a mi ayudante de mi tienda, va hacia a ver si alguien ha intentado comerciar algo así por la zona, nosotros deberíamos irnos ya, hay mucho terreno por cubrir. 

—Pues bien, Aina. Dinos quién es ese cliente que te dio el platazo de arroz, así Lucía le haceuna visita, y si no colabora será el turno de ellos dos.

Dijo esto mirando su teléfono mientras se preguntaba por qué su hermana no respondía el mensaje.

Aina se muestra claramente extrañada pero acepta vuestra deducción

-A ver, es un hombre muy mayor al que le decimos simplemente "el Pimentoner", aunque yo sé que se llama Ximo, Ximo no sé qué más. Me compra buñuelos con frecuencia; ya me había pagado unas cuantas veces con comida que hace él y nunca había pasado nada de este estilo.  Porque yo al principio siempre tengo cuidado con la comida, ¿eh? Pero después de un puñado de veces, normalmente te puedes fiar. 

Tras la aclaración, continúa, un tanto dolida:

-No sé exactamente dónde vive, pero sé que es por aquí cerca, todo el mundo lo conoce en esta parte del barrio. Siempre se lo ve yendo de acá para allá, y a veces, pues se paraba aquí, claro. Es muy amable, me pregunta cómo me va, si tengo familia, por la perra...pobre tipo, le veía muy solo y lo había pasado muy mal. La verdad es que me cuesta creérmelo. No ya porque me dé pena, sino porque lo veo demasiado mayor y cascado como para meterse ahora en un berenjenal. ¿Qué le habrá dado?

La petición de Lucía la confunde, parpadea unas cuantas veces. 

-¿Café o té...? Sí claro, creo que me queda un poco de café. Mira en la cocina, en el estante, al lado de la manzanilla. -Sonríe un poco avergonzada-Perdonar que no os ponga nada pero es que no tengo fuerzas.

Mientras Aina se explica, el teléfono de Joanot recibe respuesta de su hermana. Su respuesta es básicamente que no tiene ni repajolera idea, que no entiende en absoluto a qué viene eso ahora, y que si va a acabar pronto con ese trabajo. 

Lucía se fue directa para la cocina. - Ahora mismo preparo el cafetó, Aina. Para loh cinco. 

Buscó el café, preparó la cafetera.

-Al igual se han aprovechao de ese Chino, digo Simo, el Pimentón. Por el acceso a ti. Algún indeseable. Pero los cuatro vamoh a dá con él. O ella, que también hay mucha tía chunga en tó este barro.

Se lio con el café, mientras que, con su alegría habitual, se puso a cantar. 

- La idea está clara: buscar a ese "amable" señor del arroz - dijo Alejandro - Sin duda, ahí está el quid de la cuestión.

Miró a Aína:

- ¿Es un cliente habitual, de hace mucho tiempo?

—Primero debemos hallar dónde vive.—dijo Joanot pensando en voz alta mientras bebía lentamente el café.

—Quizá podría ir llamando en una casa de cada cuadra, diciendo que busco a Ximo para hacer una reparación en su casa, y que tengo confundida su dirección. Si es tan conocido en el barrio en algún momento daremos con alguien que sepa dónde vive. Es un sistema muy lento, pero es lo mejor que se me ocurre. ¿Alguien tiene una idea mejor?

El café es escaso y amargo, pero está caliente y anima el espíritu mientras planeáis. 

-Pues...sí, de hace un tiempo ya. Va por temporadas, a veces no lo veo durante unos días y luego vuelve a venir con frecuencia. Creo que tiene algún problema de salud. 

Tu ayudante escribe de repente. Afirma taxativamente que todo el mundo está de acuerdo: no hay nadie nuevo intentando vender dulces ni ningún otro trapicheo relacionado con azúcar en marcha últimamente.

Y también que va a estar un buen rato ilocalizable porque alguien se ha pensado lo que no era y necesita desaparecer un poquito hasta que se calme la cosa. . 

Miguel escuchaba la conversación con la mirada baja, sentía que no estaban actuando con la rapidez necesaria, así que con un todo molesto interrumpió. -Bueno, hay que irnos, la única pista es ese tal Ximo, así que deberíamos ubicarlo y descubrir si el robo el azúcar por su cuenta o si alguien lo mando.

Joanot se paró y fue hasta la cocina a enjuagar su pocillo de café.

—Está bien, vamos. No tengo idea de cómo hallar a ese señor, pero me pongo en manos de los que saben.

Se bebió el café a sorbitos. No estaba mal, a pesar de ser una mezcla con algún cereal.- Tené cuidado, que quema, jajaja.  Muchas gracias, Aina. -Escuchó a sus "compañeros" y cuando se acabó el café y Joanot se puso en pie, ella también lo hizo.

-Ya ha comentao Aina que es mu conocido por aquí. No será difícil encontrar al abuelete. Pimentoner, ¿no? Vamoh preguntando por separado, no sea que Miguel asuste a la peña. Ademá que así iremo más rápido. Nos llamamos al móvil, ¿vale?

- Seguro que lo encontramos rápido, y más con ese nombre -dijo Alejandro mientras miraba a sus compañeros - Mejor nos separamos, y luego vemos quién ha tenido suerte, o no.

Miguel le echo una ultima mirada a su reloj. -Perfecto. ¿Les parece que intercambiemos nuestros números del móvil? Así si alguien sabe algo nos manda mensaje a los demás con su ubicación y actuar juntos cuando estemos reunidos. -Miguel se acerco a una ventana y  dio un vistazo hacia afuera. -Iré a la zona del mercado, conozco varia gente de ahí, si alguien de esa zona sabe algo de el me lo dirá, me llevo bien con esa gente.

Joanot había sacado un trozo de papel escrito por un lado que tenía en su bolso, y con un lápiz bastante gastado estaba dibujando un mapa esquemático del barrio cuando Miguel propuso qué zona recorrería. Entonces cambió la división que estaba armando y dijo

—Si les parece bien, que Miguel recorra la zona del mercado desde aquí hasta aquí, Lucía esta zona de aquí, Alejandro estas calles de este lado, hasta esta avenida, y yo del otro lado de la avenida. Por cierto, éste es mi móvil—completó, anotando su número en tres de los trozos de mapa que estaba cortando.—¿Salimos?