Partida Rol por web

- Antes lugar de demonio bajo tierra, si hay subsuelo en bodegas quiza ahí esconderse los demonios. - dijo Gunther ya más confundido y frustrado que nunca. Después de las corridas de la mañana necesitaba partirle la crisma a alguien, y su impaciencia se reflejaba en la forma en que cambiaba el peso de su cuerpo de pierna en pierna. Esperaba que alguien tomara una decisión pronto, sabía que eran más inteligentes que él y no quería cagarla.

- Podría tratar de entrar y revisar la zona por si acaso... - Comentó entonces Alder. - Es eso o volver al otro almacén. Al fin y al cabo, si el ritual no se va a realizar en ninguno de los dos almacenes, tampoco podemos estar buscando en todos ellos o incluso en cualquier otra parte de la ciudad. - Se encogió de hombros.

—Como quieras —respondo a Alder, encogiéndome de hombros—. Yo te espero aquí fuera vigilando por si aparecen los guardias. Si encuentras algo de fruta ahí dentro, saca un poco para nosotros. No he cenado y estoy muerto de hambre aunque me parece a mí que Joseph tiene razón y que lo que vas a encontrar en esas cajas son armas de importación.

- Bien... - Alder asintió con la cabeza.

El pícaro empezó a manipular la cerradura y en un abrir y cerrar de ojos logró abrir la puerta del almacén. Sigilosamente se introdujo en la nave y el resto permaneció en el exterior a la espera de información sobre lo que pudiera encontrar y de... fruta.

En el exterior la noche ya había caído y la niebla que ocultaba las calles alrededor del río, en ese caso jugaba a su favor, pues si alguien le sestaba buscando, le iba a ser realmente complejo localizarlos, al menos hasta estar a pocos metros de distancia de ellos. No habían pasado ni dos minutos, cuando Alder regresó con sus compañeros.

- He encontrado algo. - Les adelantó. - Velas negras, unos botes con unas hierbas, sal... es raro, ¿verdad? - Preguntó. - Está econdido entre unas cajas al fondo...

Lo cierto es como hallazgo, el que ha hecho Alder no vale gran cosa.

—¿Y la fruta? —pregunto, con las tripas rugiéndome.

Está claro que el pobre tenía tanto prisa por salir como por entrar. Me parece a mí que esto no nos lleva a ninguna parte. ¿Para qué queremos sal y especias? Como no sea para condimentar unos filetes que encontremos ahí abajo también...

- ¡Velas Negras! - Exclamó Gunther - ¡Velas malvadas para demonios! - dijo acercándose a Gemme - Jefe de sacerdotes siempre decir que si ver eso entonces haber que llamarlo para quemar y santificar. - Apoyó una mano en el hombro de la sacerdotisa - ¿A ti enseñar igual?

- Podríamos tener algo... - Intervino Gemme. - Ese tipo de elementos podrían utilizarse para crear una conexión entre planos. La sal podría crear un círculo donde encerrar al ser extraplanario que se quiere convocar y las velas y las hierbas pueden servir como conductor con el plano astral. - Afirmó convencida. - Puede que haya más elementos en el interior, en alguna caja. - Apretó los puños. - Podríamos haber dado con el lugar, aunque... no hay nadie.

- ¿Y qué hacemos entonces? - Preguntó Joseph intrigado. - Yo o debería estar aquí, aunque me he embarrado hasta la médula... - Afirmó. - ¿Entramos? ¿Quemamos el almacén? ¿Simplemente esperamos? - Se encogió de hombros esperando que alguien diera instrucciones.

Hay que ver la de cosas que sabe Gunther teniendo en cuenta que no es capaz ni de construir una frase en condiciones. A mí todo eso me suena a pamplinas, pero si Gemme dice que puede ser...

—Yo aquí estoy tan perdido como tú, Joseph. Ya has oído al nuevo experto en demonios, dice que lo quememos todo. A ver si este va a ser el Gunther pirómano y no el nuestro.

La sola idea me provoca escalofríos. Ya no podemos saber ni de quién nos fiamos.

El grandullon se rascó la cabeza - ¿Y si robar cosas de ritual? ¿O destruir? ¿O quiza ellos estar bajo tierra haciendo ritual y aqui solo haber sobras...? Pero robar y destruir impedir que ellos hacer otros rituales.

- Yo optaría por quedarnos fuera pero vigilando, alguno que esté mirando por si viene alguien del camino y otro mirando por alguna ventana, alomejor como decís pueden tener alguna entrada subterránea para no llamar la atención.

Meterse en la boca del lobo no era para el monje, seguro que aquel era el lugar, pues tenía los componentes necesarios para el ritual. Pero había que sopesar que podía ser el lugar pero también una trampa. Quizás habían hecho demasiadas indagaciones y habían levantado sospecha, también podía ser que el ritual fuera en un sótano, pero era extraño que Alder no lo hubiera detectado. El monje seguía creyendo que la mejor opción era esperar.

Finalmente Joseph y Alder le dieron la razón a Adso. Alder no había descubierto ninguna bodega en el interior del almacén y si quemaban todo en ese momento, era posible que de nuevo trasladasen el lugar del ritual a una nueva ubicación. Tras aquel razonamiento, igualmente Gemme acabó convenciéndose de que lo mejor era esperar acontecimientos. Gunther seguía pensando que había que quemarlo todo, pero podía esperar un poco y Chester... bueno... era un mago mediocre al que pocos hacían caso al fin y al cabo.

Fuera como fuera, acabaron escondidos en un lugar desde el cual podían ver la calle, así como la entrada al almacén sin demasiados riesgos de ser descubiertos. A decir verdad, la niebla jugaba a su favor en ese sentido. No tuvieron que esperar demasiado, para escuchar los cascos de unos caballos, así como las ruedas de un carruaje rodando sobre los adoquines de la calle y acercándose a su posición.

El carruaje se detuvo frente al almacén. Del mismo descendieron no menos de tres personas. Una de ella abrió la puerta del almacén, mientras que las otras dos descargaron algunos sacos y los introdujeron en el interior del almacén. Unos pocos minutos después, dos de aquellos hombres subieron de nuevo al carruaje y dieron media vuelta regresando por donde habían venido. Que ellos supieran, el tercer hombre no había salido del almacén, filtrándose ahora por las juntas de los listones de madera que confromaban las paredes, una luz muy ténue.

Aunque reconozco que no entiendo muy bien a qué es a lo que esperando en el exterior del almacén, también es verdad que no tengo el menor deseo de marcharme a ningún lado sin la escolta que me brindan mis compañeros. Ellos son más fuertes, están mejor pertrechados y son más aptos que yo en casi todo, así que busco un escalón en el que sentarme a esperar con ellos.

Por fortuna, no pasa mucho tiempo antes de que empiece a haber algo de actividad en el almacén que estamos vigilando vaya uno a saber por qué.

—Bueno, pues yo diría que es un buen momento para entrar y averiguar qué se cuece ahí dentro, ¿no os parece? Si metemos la pata, pues bueno, somos seis contra uno, ¿qué nos va a hacer? Le pedimos disculpas y nos marchamos por donde vinimos. Y si en realidad es el tipo con el que Magirius quería que nos encontráramos... pues seguimos siendo seis contra uno.

Como toda respuesta Gunther se paró y llevó la mano a la empuñadura del mandoble que colgaba de su espalda. Estaba agotado de esperar y su cuerpo le pedía acción, de preferencia del tipo violenta y expeditiva.

Adso escuchó el sonido de los caballos y de las ruedas del carruaje... Miró al mago para hacerle un gesto de que guardara silencio, estaban escondidos y no había ningún riesgo a ser descubiertos, desde esa posición podían ver a todos aquellos que irían a la reunión, ya tendrían tiempo de combates... si así lo determinaba la situación. Las ansias de sangre de Gunther era una vía demasiado sanguinaria y el mago siempre estaba dispuesto a meterse en la cueva del lobo. Adso era más precavido, y mediante una seña para que guardaran silencio esperó a que pasara el carruaje estando pendiente de más carruajes como de cualquiera que pudiera venir andando a la reunión. 

- ¿Qué hacemos entonces? - Preguntó entonces Alder. 

Gunther y Chester parecían decantados por actuar de inmediato, mientras que Adso les pedía cautela. A Alder le bullía la sangre ante la idea de poder presentarse ante aquel hombre, fuera quien fuera, y saltar encima suyo pidiendo explicaciones. No obstante, de actuar de aquella manera, perderían el efecto sorpresa si es que quedaba más gente por llegar al almacén.

- Quizás Adso tenga razón. - Comentó Gemme. - ¿Y si esperamos a ver que sucede? - Preguntó. - Es posible que en un rasto esto este lleno de sectarios y podamos atraparlos a todos a la vez. Aunque si son demasiados... - Se pasó la mano por la frente abrumada. - No sabría decir que es lo mejor...

- Pues yo pienso que si tenemos que atrapar a ese tipo. - Comentó. - Igual podemos forzarle a decir lo que sabe, lo que se está cociendo... - Afirmó con rotundidad. - Igual hasta podemos llevarlo ante las autoridades y que confiese todo. ¿Qué creéis?

—Si esto está a punto de llenarse de sectarios, y yo no lo pongo en duda, entonces más nos vale que hayamos detenido a alguno antes. Mejor tener información temprana sobre lo que va a ocurrir e incluso un rehén, que enfrentarnos a lo desconocido contra un grupo más numeroso que nosotros. Ahora tenemos superioridad numérica clara y el factor sorpresa de nuestro lado, pero cuanto más esperemos, más posibilidades tenemos de perder ambas cosas.

- Chester dice verdad, mejor apresar cultista y sacar información - dijo el grandullon, quiza dándole la razón al último en hablar