Partida Rol por web

La Travesía a Bögnhafen.

Los tres tripulantes del Lauretta se despidieron de Alys y Ragnar, quienes habían decidido emprender una nueva vida juntos, alejados de los ríos y de las conspiraciones a ser posible. Todos dijeron de volver a verse alguna vez, aunque no concretaron nada y en el fondo, tenían bastante claro que sería difícil que eso pasara, pues en un mundo como en el que vivían, reencuentros así se daban poco.

Lo cierto fue que a Joseph le hicieron un jugarreta. Iban cortos de tripulación y necesitaba contratar a alguien más. No obstante, Jospeh Quartjin no era alguien rencoroso y les pagó la parte proporcional a los servicios prestados y esa misma noche se puso a buscar nuevos tripulantes en esa misma taberna donde se encontraban. Lo cierto fue que no le costó hallarlos y a mejor precio del que estaba pagando a Ragnar y a Alys. Así que al fin y al cabo, quedaron todos satisfechos.

Los nuevos tripulantes resultaron ser un duro matón  con necesidad de ganarse la vida llamado Gunther y una joven sacerdotisa de Sigmar, la cual, por alguna razón tenía que viajar a Bögenhafen llamada Gemme Or Cramoise. El viaje duró cuatro días, como estaba previsto y no hubo más contratiempos. Fue un viaje bastante plácido. Bebieron vino y comieron pescado recién sacado del río. Resultó que Jospeh era un gran cocinero y que su especialidad era el pescado a las brasas.

Joseph les contó que en Bögenhafen les esperaba un próspero centro de mercado regional con una población que rondaba los cinco mil habitantes. Descansaba a ambos lados del río Bögen, en su zona más alta por donde todavía podía navegar embarcaciones de gran tamaño. Productos de Altdorf, Marienburgo y Nuln llegaban a Bögenhafen por vía fluvial y muchas veces se intercambiaban por lana y los vinos del lugar. De las montañas se extraía plomo y plata que se distribuían a todos los rincones del Imperio.

El comercio era el motor de la economía, los intereses de Bögenhafen siempre habían sido comerciales y la élite mercantil siempre había dirigido el pueblo; esto significaba que durante la mayor parte de su historia el pueblo había estado bajo el control del gremio de mercaderes y de las familias que lo conformaban.

Día del calendario Imperial de Mitterfruhl (primeros brotes): Día del Equinoccio de Primavera.

Conocido por el pueblo llano como Primeros Brotes, el Mitterfruhl es una fecha de gran júbilo. Está consagrada a Manann, pues señala el comienzo del cambio de las mareas y representa el fin del invierno, el dominio de Ulric. También es en esta fecha cuando Taal inicia su ascensión como señor de los bosques y su fuerza comienza medrar, provocando los primeros brotes de verdor tras el reinado de hielo y nieve de Ulric: surge savia nueva, nacen más árboles y empieza la época de celo de los animales. Los mantos para el invierno se dejan a un lado, y se vuelven a calafatear los botes, preparándose así para días más cálidos.

Según dicta la tradición, debe sacrificarse un becerro, lechón o cualquier otro animal joven a Taal y Rhya para que concedan buena suerte y prosperidad en el año venidero. Manann también recibe sacrificios, para que pueda calmar los mares y evitar que los ríos se desborden e inunden las tierras. Este animal se arroja al mar, se ahoga en un gran río o se entierra en el bosque, dependiendo del lugar en que se encuentre el adorador. Los seguidores de Ulric lamentan ritualmente la marcha de su dios y sus sacerdotes permanecen de luto hasta el otoño. Se cree que los niños que nacen en los Primeros Brotes son frívolos y tienen mal genio, y que a lo largo de su vida desarrollan una intensa pasión por los viajes y las aventuras.

Una costumbre particular en Altdorf es la ofrenda de un huevo de grifo pintado al Templo de Sigmar. Durante los meses previos, numerosos aventureros peinan las montañas buscando un huevo adecuado. Pocos consiguen regresar, y solo se elige el huevo más grande. Se pronostica desastres militares por un año cuando no se puede presentar un huevo.

Gunther se apersonó en el Lauretta por la mañana temprano, tal como había acordado con el capitán Joseph, aunque no tan temprano como hubiera querido. Perdio bastante tiempo buscando el Laurita, y sólo cuando mencionó al capitán uno de los oficiales de puerto hizo la relación y lo envió al barco correcto.

Cuando llegó demostró que no era la primera vez que pisaba una embarcación, ya que subió por la plancha sin dificultad, y aunque la misma se quejó un poco ante su peso lo cierto era que había soportado cargas más pesadas. - Yo busca al Capitán Josep. Yo trabaja en barco hasta Bogenbogen. Yo Gunther - le dijo al primero que se cruzó en la cubierta.

La voz parecía suave para un cuerpo tan grande como el suyo, medía más de dos metros y se podía ver que la coraza que portaba y el alfanje que llevaba a su espalda no le pesaban en lo más mínimo. La bolsa en la que traía sus pertenencias era pequeña, o quiza fuera normal en otras manos, y algo en su sonrisa juvenil no encajaba con su nariz rota en tres partes.

Aunque nunca pensé que hubiera un medio de transporte peor que las largas caminatas bajo el sol, expuestos a los horrores del Caos, lo cierto es que el viaje fluvial ha demostrado que yo estaba equivocado. Me he pasado la mitad de la travesía vomitando por la borda y, la otra mitad, intentando desesperadamente conservar mi almuerzo en el estómago.

Estas han sido cuatro jornadas de pesadilla en las que no he encontrado descanso ni intentando dormir, con el techo dando vueltas por encima de mi cabeza y una pierna colgando por un extremo del jergón haciendo de "ancla" para no perder contacto con el entarimado de la embarcación.

Peor que cualquier borrachera. Claro que tampoco soy un hombre muy dado a las bebidas espirituosas.

La única nota positiva es que ninguna criatura intentó matarnos durante el viaje. O quizá sea algo negativo, puesto que eso hubiera adelantado el fin de mis constantes náuseas. Como quiera que sea, lo importante ahora es que estamos en Bögenhafen, ¡y en plena feria!

Atrás quedan las penalidades y las amenazas. Este es un lugar nuevo y concurrido en el que espero poder mantener un perfil bajo y pasar desapercibido. Ni engendros, ni asesinos... solo un poco de diversión y quién sabe si una herencia sustanciosa.

Me sonrojo cuando Joseph insiste en pagarme por unos servicios que realmente no le he prestado, pues no ha habido necesidad de ello. Sin embargo, los acepto en silencio, considerándolos como una especie de indemnización por el continuado malestar estomacal que el viaje me ha provocado. Necesitaré un herbolario para conseguir los ingredientes que me hacen falta para preparar las infusiones que aliviaran mis náuseas y también encontrar a los notarios de la herencia de mi perturbador gemelo.

Pero estoy convencido de que Alder se las ingeniará mejor que yo para preguntar por los señores Lock, Stöck y Barl de la calle Garten Weg. O, en su defecto, la imprenta Shultz. Le recompensaré generosamente por sus servicios cuando sea rico.

Alder descendió del barco silbando alegremente.

A diferencia de su peculiar compañero de aventuras, él estaba acostumbrado a cosas mucho peores que una tranquila travesía fluvial en un barco robusto y cubierto, por lo que a decir verdad había descansado maravillosamente durante el viaje y, pese al sabor amargo que le había quedado tras el súbito abandono de Ragnar y Alys, parecía volver a estar de buen humor.

A su espalda portaba no solo su zurrón si no también del de Chester, puesto que el malogrado mago no parecía capacitado a llevar la más mínima carga en aquel lamentable estado.

-Venga, Chester, anima esa cara. Ya casi hemos llegado y la verdad es que no había para tanto... No querría desearte un viaje por alta mar en Invierno, amigo...-dijo en tono bromista.

Alder se encontraba tumbado bajo un toldo improvisado. Con las manos detrás de la cabeza haciendo de cojín y una pierna cruzada por encima de la otra, cuando escuchó el crujido de la tabla, lo que provocó que se semi incorporase para ver quién estaba embarcando.

Al contemplar aquella mole enlatada, tan grande como Ragnar o más  se incorporó de un salto, para escudriñar al recién llegado.

Con expresión algo agria y achinando los ojos, se cruzó de brazos cerca de Gunther

-Pues puede que lo hayas encontrado, grandullón...-Se giró en dirección al interior del barco.

-Señor Joseph, aquí hay uno que le busca. Una especie de Ragnar pero no tan feo, si me pregunta...-

Devolvió su atención al gigantón castaño- Y tu qué... ¿Tambien vienes a arrebatarme a todas las muejeres que se crucen en mi vida?-refunfuñó molesto con vete tú a saber qué.

Gunther se apresuró a negar con la cabeza ante la pregunta del canijo - Yo no roba mujeres, yo ofrece paga y si ellas quieren vienen con Gunther a follar. - Su tono era respetuoso y no era posible saber si estaba siendo estípidamente sincero, o genialmente sarcástico.

- ¿Que es un Ragnar? - preguntó para rematar.

Habia ubicado el barco que me llevaria a mi destino, o al menos a mi proxima mision, la cual se podia sentir como la primera. Era la primera vez que montaba en un barco asi, y que salia tan lejos, y aun todavia podia escuchar las precauciones que no dejaba de darme Madre Lena.

Sonrei con cariño para despejar mi mente y dar los ultimos pasos para subir a la embarcacion poco despues de haber observado como subian cajas de carga y finalmente un hombre muy grande, uno con capucha y otro ser que bien podia se la mitad de un hombre, no por ser muy delgado, por como se movia no debia saber pelear.

No importaba quienes fueran.

- El Capitan?

Luego de presentarme a la tripulacion subi en la espera de poder hablar con el Capitan. Se suponia que trabajaria en el barco para pagar mi viaje, lo cual no estaba aun claro que se esperaba de mi, pero bien podia pagar por mi traslado si era necesario, aunque no disponia de muchos recursos, eso nunca me habia detenido antes.

Antes de sentarme de la manera correcta y no como fardos malolientes que veia a mi alrededor, incluyendo los pasajeros, escuche algunas conversaciones mientras apoyaba mi martillo y una pequeña bolsa de viaje. No necesitaba mas.

...vienen con Gunther a follar...

Sonrei mirando el suelo y luego al exterior. No hacia falta mirar al interlocutor que se expresaba de esa manera, pero me divertia. De algo estaba segura, los hombres era lo mismo en cualquier parte y al parecer estos de aqui me iban a hacer sentir como si estuviese en casa.

Trate de hacer memoria a ver si recordaba que era un Ragnar y me quede mirando al peculiar grupo de hombres.

- Pues básicamente cargar y descargar la nave. - Dijo Quartjin. - Luego abordo algunos trabajos. Ayudarme con la navegación, recoger cabos, remo en según que zonas del canal, seguridad... - Se encogió de hombros. - Desde luego no va a ser un trabajo complicado y vais a tener más tiempo libre que de faena. - Le respondió Joseph a la muchacha. - No os arrepentiréis. El Shaffenfest es un festival impresionante. El mejor que he visto en todo el Imperio. Sólo por llevaros hasta allí ya deberíais estarme agradecidos. - Sonrió y acto seguido lanzó una carcajada al aire. - ¡Jo, jo, jo!

No habia que limpiar letrinas, genial. Hay letrinas en un barco????

Parecia sencillo y aunque no sabia nada de navegacion estaba dispuesta a aprender. Luego de saber donde podia dejar mis cosas me quite la armadura y me quede con una sencilla tunica con el sillo de Sigmar bordado en el pecho. Tampoco cargaria mi martillo conmigo pero no por ello andaba desarmada.

Busque nuevamente a nuestro jovial Capitan para ponerme a la orden y cumplir con mis deberes, de seguro despues podria conocer a mis compañeros de viaje.

- Capitan, el Shaffenfest dura varios dias verdad? Es tan impresionante como dicen? La verdad he salido poco y espero poder ver el festival!

- Así es, querida. - Respondió Joseph. - Tres días de festival. - Dijo sonriente. - Yo voy cada año y vendo allí mi vino. Te puedo asegurar que es un magnífico festival. ¡No me lo perdería por nada del mundo!

Joseph parecía contento con aquella pregunta, pero no por ello dejó de hacer lo que estaba haciendo, enrollar uno de los cabos a uno de los mástiles de su nave.

- Hay de todo. Además de comida y buen vino, hay combates de bardos y justas. Ejecuciones públicas o un circo de monstruos. - Desveló. - Aunque no todos los años es igual. Estoy convencido de que lo pasaréis bien. ¡Os lo aseguro!

Comence a ayudar con los cabos y demas aparejos mas por la oportunidad de aprender como hacerlo, y a la vez tuve que tuve hacer preguntas al respecto, evidenciando mi falta de conocimiento naval, pero mostrando mi buen animo de ser util. 

Ademas el Capitan se mostraba jovial y de facil acceso, para nada un ser pretensioso como otros .... que ya habia visto en el barco, asi que era muy facil hablar con el y muy agradable. 

A cada comentario sobre el festival me hacia preguntar mas detalles y sus respuestas dejaban mi boca abierta o lo ojos o ambos, solo por la maravilla de imaginar todo lo que iba a ver y conocer. Estaba fascinada. 

Y por ello hacia mas preguntas al respecto.

- Ejecuciones????

- Circo de monstruos?? 

- Vaya, en serio????

Y seguimos por un buen rato.

Gunther asintió cuando el Capitán les dijo cuales serían sus tareas, - Yo carga cosas pesadas, no problema, y ayuda en barco cuando se necesita fuerza. - volvió a asentir y cuando escuchó sobre el festival sonrió de oreja a oreja y se acercó a escuchar con atención.

- ¿Combates? - se señaló - Gunther pelea bien, puede vencer otros hombres. Yo defiende barco.

Alder se había mantenido en perfil bajo. Resguardado de brazos cruzados en una zona oscura al resguardo que le ofrecía la sombra tanto del Sol como de miradas indiscretas, pero no pudo mantenerse apartado y enfurruñado mucho tiempo puesto que aquello iba en contra de su naturaleza.

En cuanto vio a la sacerdotisa empezar con el trabajo físico se unió a ella, ayudándola y tratando de aliviarle el trabajo.

-Oh, nada de eso, mi señora. En este barco a las damas se las trata como se debe. Al menos mientras esté yo aquí. Deja que el bueno de Alder, aquí a su servicio- dijo presentándose y besándole el dorsal de la mano- Se encargue de estas tareas mientras que tú descansas un poco.

-Aquel pobre hombre que parece acusar el viaje es Chester Clancy, todo un erudito en el uso de la palabra arcana y un caballero sin mácula-señaló con la barbilla hacia el pobre mago, quien parecía estar luchando por seguir vivo debido al mareo.

Con habilidad empezó a encargarse de las cuerdas y otras tareas, si bien de manera complétamente disimulada dejaba el trabajo físico y cansado de verdad al otro recién llegado.

-Eso es el símbolo de Sigmar, ¿no?- dijo señalando el amuleto

- Yo puedo hac.... Dije de manera directa.

No era la primera vez que algun hombre menospreciara mi capacidad y mucho mas mi habilidad pero luego tomo mi mano y la beso con total familiaridad que me dejo fuera de mi. Hacia eones que no recibia un trato cortes como me merecia y solo me quede alli como una tonta con la mano extendida mientras miraba como se ocupaba de las cuerdas. 

Al reaccionar supe que me habia sonrojado en evidencia de mi falta de experiencia con aquellas costumbres o trato con hombres.

Mire al que debia ser su compañero, el erudito y luego me mire el pecho sorprendida de que mirara mi pecho. 

- Esto??? Dije señalando el sello.

Y fue demasiado tarde cuando me di cuenta que realmente señalaba mi seno. Mas sonrojada aun comence a balbucear.

- Sigmar...  si claro... . si sacerdotisa... yo.. este... si yo ir de... ya sabes... la iglesia y... . este....  Uffff!!!! aquella bocanada de aire levanto mi cabello pero sirvio de algo.

- Sip, soy sacerdotisa de Sigmar del templo de Plongee al sur de Castillo de Artois y debo ir a Boggenhafen.

Ya estaba controlada y serena nuevamente, no me volveria a tomar desprevenida.

- Soy Gemme, Gemme Or Señor Bueno de Alder. 

Sabia que no se llamaba Bueno, pero era divertido y mi sonrisa acompaño mis palabras.

- Van juntos, usted y el Señor Clancy? Placer o negocios? O perdon, perdon, no quiero ser entrometida, no tiene que responder, pero al ser un erudito su amigo seguro tendras historias que contar. 

Me mostraba avida de saber mas. Incluso podria conversar con el Señor Gunther, el follador. Una sonrisa picara se hizo en mi rostro.

El Lauretta amarró en el muelle y Joseph se encargó de pagar las tasas. Los recién llegados se percataron enseguida de que la ciudad emplazada sobre el río Bögen, había sido construida la ciudad era predominantemente llano. Una avenida ascendía suavemente desde la zona del muelle hacia el centro de la ciudad y la zona más adinerada. En las áreas más pobres, el nivel de la calle se elevaba donde las casas y almacenes habían sido erigidos sobre las ruinas de construcciones anteriores.

Se afirma que la ciudad de Bögenhafen es la tercera más grande de todo Reikland, con una numerosa población de alrededor de cinco mil personas sin incluir viajeros de paso, personal de las gabarras, comerciantes, miembros de la guardia, buhoneros, peregrinos, granjeros y desheredados, vagabundos, mendigos y actores itinerantes, trovadores y otra gente del espectáculo.

Al carecer de castillo, las murallas y torres de guardia de Bögenhafen son fortificaciones impresionantes por derecho propio. Las principales puertas de entrada son sin duda construcciones imponentes, con dos altas torres provistas de troneras que dominan el lado exterior de la muralla alzándose a ambos lados de las aparentemente estrechas puertas. Las oscuras murallas de piedra que rodean el asentamiento se alzan hasta nueve metros de altura, rematadas por almenas, contienen el amontonamiento aún más alto de casas urbanas de empinados tejados a dos aguas, edificios de apartamentos, misteriosas torres y agujas de templos. Las imponentes murallas de la ciudad parecen capaces de mantener a raya a todo un ejército durante semanas, si no meses.

En la zona de los muelles, donde el grupo puso los pies nada más llegar a la ciudad, los edificios eran casi todos depósitos o almacenes de una u otra clase, muchos de ellos protegidos por guardas y perros feroces. Casi todos los almacenes eran de madera y estaban numerados del 1 al 58 empezando por el extremo más occidental del Ostendamm. No había posadas en dicha zona, pero lo que no faltaban eran algunos bares mugrientos para servir a los pescadores y estibadores.

La zona estaba llena de estibadores a esas horas del día, cargando y descargando botes y transportando la mercancía dentro y fuera de los almacenes. También estaban presentes los capitanes y tripulaciones de muchas embarcación que habían atracado recientemente, así como escribas y otros lacayos de las diversas familias mercantiles supervisando el traslado de la carga y algún que otro agente de aduanas evaluando un cargamento para aplicar impuestos.

Cierto era que la actividad diaria en los muelles solía ser vertiginosa, pero mucho más en un día como aquel, en el que el gran festival anual del Schaffenfest. El pueblo se había engalanado para la ocasión, pues aquella feria que tenía que durar tres días, era sin duda uno de los momentos más esperados del año, sobre todo para comerciantes locales y mercaderes ambulantes, pero también para la población en general, que se congratulaba con aquel pequeño periodo de diversión, que raramente sucedía en un lugar como el Viejo Mundo.

- Debo encargarme de los amarres y todo eso. - Dijo Joseph. - Podéis ir a dar una vuelta por la feria si así lo queréis. - Sonrió. - Aunque eso sí, en unas dos horas, cuando ya haya pagado las tasas, haya ido al ayuntamiento y sepa donde está mi puesto de venta, os pediría que regreséis al Lauretta y me ayudéis a descargar y transportar el vino hasta allí. - Comentó serio. - Es el último servicio que os pido, aunque si así lo deseáis podéis seguir trabajando para mi despachando vino durante los tres días que dura la feria. Mismo precio. - Sonrió. - Para ir hasta el Shaffenfest girad a la derecha en el Hafenstrasse y seguid recto hasta la puerta este. ¡No tiene pérdida!

Me sentia un poco abrumada al ver tanta gente y esas edificaciones pero tambien excitada de adentrarme en todo aquello y conocer la ciudad. Al menos ahora no estaba sola y mi viaje habia servido para conocer un poco a curiosos viajeros, el callado y taciturno Clancy, Gunther el follador, aunque no le decia asi en publico, y al parecer parecia un chico mas timido que yo y Alder.... el bueno. 

Pero era buenas personas y me agradaban asi que era bueno tenerlos en las ciudad.

 - Claro Joseph, faltaba mas, volvere en unas horas para ayudarte con el vino. 

Monte mi bolso y mi martillo comence a caminar calle arriba siguiendo la via principal. De seguro encontraria indicaciones del templo mas cercano.

Gunther se dedicó a hacer sus tareas del barco durante la travesía, se levantaba temprano, apenas si bebía alcohol por las noches, y dedicaba parte de su tiempo libre a practicar con su alfanje. Cuando se reunían para comer hablaba poco, y tras el fallido intento de contratar los servicios sexuales de la sacerdotisa de Sigmar no volvió a intentarlo.

Trató a todos con respeto, y si alguno se burló de él de manera velada ni siquiera pareció notarlo, riendo incluso la burla si otros lo hacían, más por inercia que por entender que sucedía. Quedaba claro que era un muchacho simple y tímido, corto de entendederas para el trato social, pero extrañamente avispado para resolver problemas de espacio físico. Al segundo día abordo la bodega estaba perfectamente ordenada y parecía sobrar espacio, tal es así que tuvieron que contar los barriles para asegurarse de que ninguno se había perdido. 

El día que llegaron al puerto él ya estaba en cubierta preparado para descargar, y su cara se iluminó cuando el capitán anunció que tenían un par de horas libres antes de volver a descargar el vino. - Dos horas - asintió, y miró al cielo para ver donde estaba el sol - Aquí estaré - le dijo al capitán, y luego se dirigió a sus compañeros, los que habían dicho que irían a la feria - ¿Puedo acompañar ustedes?