Partida Rol por web

Necesitaría un sitio tranquilo y algún tiempo para poder examinar a fondo el transmisor. No será complicado encontrar una habitación en alguna posada local. La muerte del rodiano no parece que tenga que ver demasiado con mi búsqueda, pero nunca se sabe, será mejor averiguar más al respecto. Empezaré preguntando en la taberna, al camarero que me dió las señas.

Voy hacia allí, vigilando que no me sigan, al parecer es un planeta más hostil de lo que parecía en un primero momento.

El letrero de la taberna seguía refulgiendo contra la fachada de metal azulado. "Ubyss", de alguna forma comenzaba a sonarle. Era el nombre de algún animal exótico o algo así. Tampoco importaba mucho. La mujer entró y se encontró con la misma imagen de unos momentos antes. El lugar, desde luego, se prestaba a la discreción. Había varias zonas lo suficientemente tranquilas y semiocultas como para dedicarse tranquilamente a resolver asuntos que requerían soledad.

En la barra central, el tabernero con el que había hablado antes estaba ocupado. No la había visto, eso estaba claro. Tenía mucha gente esperando sus consumiciones.

Se acomodó en un lugar que le permitía estudiar el objeto sin ser vista. Al principio no parecía tener ningún sentido. Era amorfo y parecido a una vaina de las que recubrían los sensores de dirección terminal. Entonces cayó en la cuenta...o eso creyó. Lo más seguro era que se tratase de un transmisor. Estaba muy bien hecho, de una sóla pieza y no tenía antena, de manera que como mucho, debía tener un alcance planetario, seguramente ni siquiera podría comunicarse con la órbita de Froz...a menos que hubiera un repetidor, pero esas señales podían ser interceptadas, y había mucha presencia republicana en el planeta.

En ese momento, un guardia entró en la taberna. Miró a un lado y a otro sin reconocer a nadie. Habló con otro, que se quedó en la puerta y se dirigió a hablar con el tabernero.

Un transmisor, interesante. ¿Por qué no se lo habrían llevado los atacantes del rodiano? ¿El sonido era una llamada? ¿De dónde? ¿De quién? Demasiadas preguntas sin respuesta mientras contemplo el objeto.

En ese momento entran los guardias. Contemplo sus movimientos atentamente. Me echo la capucha para esconder mi cabello rojo, me levanto y me acerco a la barra intentando pasar desapercibida entra tanta gente. Quiero escuchar la conversación, pero sin que se note demasiado. Apoyo un brazo en la barra en un movimiento estudiadamente desenfadado. Compruebo que nadie se haya fijado demasiado en mí, si es así, me preparo para usar la Fuerza, no quiero tener problemas.

Aunque la Fuerza podría estar de lado de la mujer, la fortuna parecía haberle dado la espalda. Interrogado por la autoridad, el tabernero asintió y señaló con una sonrisa hacia la zona por la que había visto perderse.

El hombre se sujetó la cartuchera con un par de buenas armas blaster e inspeccionó la zona oscura desde la barra. Hizo una señal al que guardaba la puerta para que estuviera atento y se dirigió hacia allí, hacia Menneir, aunque era evidente que aún no la veía.

Contemplo cómo se preparan para ¿detenerme? Yo no soy la persona que buscan, pero si me gustaría escuchar cual es mi crimen, así que en vez de salir del lugar espero tranquila y pacientemente a que se acerque el guardia, no voy a ponerselo fácil, podria ser peor, pero una figura apoyada en el lugar más oscuro de la barra atendiendo a su bebida no tiene por qué llamar demasiado la atención, aunque si lo suficiente para que me encuentren.

No me gusta, pero es más fácil que intentar huir, mi madre me enseñó que huir es el principio del miedo, y el miedo es el principo del odio, que lleva al lado oscuro.

El hombre se acercó. Llevaba una armadura blanca con franjas amarillas, el uniforme propio de las fuerzas del orden de Froz. Se acercó mirando a uno y otro lado hasta que se fijó en la mujer. Se quedó un momento indeciso, pero luego pareció convencerse y avanzó hasta llegar a su lado. Habló con voz metálica.

- Se le ha visto salir de un barracón desde el que se ha recibido una comunicación de auxilio, señorita. Hemos encontrado en el interior a un hombre muerto, así que mientras aclaramos lo que sucedió es usted sospechósa en función de la orden 47.4.b de la normativa de seguridad. Acompáñeme.

El guardia tenía un rifle láser en las manos y lo llevaba en posición relajada, aunque listo para ser usado si fuera necesario. En la puerta de salida, el otro guardia seguía vigilando. Desde donde la mujer estaba, había una salida más, sobre unas escaleras ascendentes que seguramente llevaban al almacén o a una terraza.

Miro mi bebida mientras el soldado me indica que tengo que acompañarle. Soy nueva por aquí, ¿puede explicarme qué es la orden 47.4.b? Mi tono no sube de volumen, no es necesario, no estoy nerviosa, ni siquiera preocupada, es lógico que piensen que yo he tenido algo que ver, aunque no sea el caso. Sujeto con fuerza el transmisor en mi mano, bajo la capa. Mientras el otro brazo está indolentemente apoyado en la superficie de la barra. Mientras hablo, le miro, con una ligera sonrisa en los labios, empujo con la Fuerza para hacer que el soldado me responda y así ganar tiempo. Se que tendré que seguir usándola, pero también que tengo una salida,

El guarda se queda un momento en silencio, como indeciso. Luego intenta hablar, pero no encuentra las palabras. Se detiene de nuevo y otra vez vuelve a intentarlo.

- La orden...47.4.b - comienza, aún inseguro - estipula que toda persona denunciada que se encuentre en la proximidad del lugar de un crimen o bien que por su actitud haga pensar que ha tenido algo que ver en ese crimen, puede ser perseguida y reclamada para interrogación durante las labores de investigación.

De nuevo parecía que iba a añadir algo más, pero de nuevo se quedó en blanco.

Interesante, ¿y hay más personas a las que tienen que, hago una pausa, buscando la palabra correcta, interrogar? Vuelvo a empujar de nuevo, quizás tengan alguna otra pista de la muerte del rodiano.

La sonrisa indolente como de quien está hablando del tiempo estupendo que hace fuera no ha abandonado mi cara, y espero que el otro guardia no se de cuenta de lo que está pasando.

- Debemos confirmar la denuncia. Un funcionario quería hablar con el fallecido y, al no responder, decidió visitarle. Estaba bajando por la zona cuando vio que usted salía. En ese momento nos avisó. Nosotros estamos de patrulla.

No tengo nada que ocultar. Llevo pocas horas en este planeta. Responderé encantada a todas sus preguntas. Sonrío. No conviente usar la Fuerza demasiadas veces seguidas con las personas. Sin que se note guardo en uno de mis bolsillos secretos el comunicador. Sólo espero que no me ocupen demasiado tiempo, todavía tengo que buscar alojamiento.

- Si admite que estuvo en el interior de la vivienda y no da una explicación plausible, será considerada sospechosa del asesinato. Se nos ha informado de que han levantado el cadáver y han determinado la hora de la muerte entre media y una hora completas - informó el guardia, quien movió la cabeza y se interrumpió en algún momento, como si acabara de salir de un sueño raro -. Acompáñenos.

El guardia acompañó a Menneir a la salida y se reunío con el que lo esperaba en la puerta. Ambos custodiaron a la mujer por el nivel durante un paseo que pareció bastante tranquilo excepto por las miradas extrañadas de los transeúntes. No debían estar muy acostumbrados a la actividad policial en aquel lugar.

Finalmente, llegaron a un edificio gris y anguloso donde entraron. Parecía una comisaría.

- Por favor, espere aquí - dijo uno de los guardias, señalando una puerta.

Al atravesarla, Menneir se encontró en un habitáculo bien iluminado donde había una mesa y un par de sillas. Las paredes eran de metal muy pulido hasta el punto de reflejar reflejo tras reflejo y llevarlo al infinito. Afortunadamente, la iluminación conseguía difuminar el efecto para que no resultara molesto. La mujer esperó un tiempo breve allí sentada hasta que la puerta se abrió y apareció un hombre vestido de negro, rubio y joven, con la mano derecha enguantada y la expresión serena de quien ha tenido una vida tranquila y llena de paz.

- Saludos - se presenta -. Me llamo Luke Skywalker. Me han pedido que me presente para reconocer a la persona que vi salir de la casa de Grundgo. Es evidente que he debido equivocarme al explicar la descripción, porque no eres tú.

El hombre hace una señal a los guardias que hay detrás de la puerta y éstos asienten.

- Creo que este asunto se ha complicado y siento haberte metido en una situación tan desagradable. Permite que, como compensación al menos, te sirva de guía durante tu estancia en esta ciudad. Creo que no me equivoco si sospecho que no eres de aquí.

El guardia que ha hablado con Menneir en el bar muestra su evidente disgusto y mira al llamado Skywalker con cierta desconfianza, pero os deja marcharos del edificio. Una vez fuera, el hombre se dedica a andar tranquilamente, con la misma expresión de paz con la que entró en la sala, pero de alguna manera con el gesto de quien tiene algo en la mente.

Intento no parecer sorprendida. ¿Por qué un jedi reconocido como Luke Skywalker está en este planeta? ¿Por lo mismo que yo? Si a mí me ha llegado la visión de esa espada láser, es posible que a él también, cada vez tengo más preguntas sin respuesta.

No hago ningún comentario mientras habla con los guardias, aunque esbozo una sonrisa cuando se disculpa. Seguro que a estas alturas debe saber que soy. Le sigo, adaptándome a su paso tranquilo.

Gracias. Es una forma como cualquier otra de iniciar una conversación. Me llamo Menneir, lamento la muerte de ¿Grundgo? Me dijeron que podía darme una información, pero cuando llegué ya estaba muerto.

El hombre asintió sin mostrar ninguna emoción ante la muerte del rodiano.

- Así es. Grundgo era un buen colaborador. Quería llevar una vida tranquila, pero había accedido a ayudarnos. Quien le ha matado sabía algo que muy poca gente sabe. Quizá esté relacionado con lo que intuyo que te ha traído aquí y, de alguna manera, con lo que me instigó a dejarme ver.

Se detuvo y miró alrededor, como si su mente estuviera recogiendo impresiones de un planeta a medio construir. En sus ojos había tanto dolor como una paz que proviene de la aceptación.

- He puesto en marcha una misión con algunos miembros de la antigua alianza. Se trata de algo que aún no he podido vislumbrar completamente, pero si tengo que fiarme de mi instinto, diría que no va a esperar a que yo lo verifique. Desde que fui entrenado como jedi, he buscado por toda la Galaxia supervivientes de la antigua purga u otros afines a la Fuerza y la verdad es que he tenido muy poco éxito. Sin embargo, hace pocas rotaciones planetarias de Froz he encontrado un puñado de sensibles y he tenido una serie de visiones, las visiones de una antigua arma jedi, portada por uno de los más importantes miembros del antiguo consejo, según mis pesquisas, un jedi llamado Mace Windu. He intentado hablar con todos a los que he reconocido para que me ayudéis. Es hora de reorganizar la Orden, pero no puedo hacerlo solo.

Yo... Intento ordenar mis pensamientos, recuerdo las historias que me contaba mi madre, que le contó su abuela, sobre los Jedis, sobre cómo era la Galaxia bajo la Orden. Y cómo muchas de sus amigas se dejaban llevar por el lado Oscuro, convirtiendose en Hermanas de la Noche. Vuelvo a ver en mimente la espada, brillante, con la empuñadura negra y dorada, el filo morado, tan diferente a la mía, y tan poderosa. Mi madre me enseñó el camino de los Jedis, ella aprendió de su madre, y mi abuela de su madre. Cuenta que una nave cayó en su planeta y en ella había Maestros, sólo ella entre todas nosotras quiso seguir ese camino. Yo soy la heredera de eso. Miro a mi alrededor, estoy cansada de esconderme. Una nueva Orden, eso puede llevar una vida, o dos. Mi madre sintió la matanza, yo sentí la muerte del Emperador, siempre he vivido escondida, ya no se vivir de otra manera, aún así... Bajo la mirada, mirando el suelo que pisamos, sintiendo el cosquilleo de la Fuerza a mi alrededor, arrullandome. He seguido los caminos de la Fuerza, esta me ha traído aquí. Suspiro. Está bien, Skywalker, yo, Menneir-Tza Dhe'Jel y digo mi nombre completo, tal y como se hace en los juramentos, aunque esto no lo sea te ayudaré.

Luke Skywalker sonríe. Es una sonrisa limpia de toda mácula, tan lenta y breve como intensa y cálida. La esencia de las cosas, la pureza de un hombre bueno. Además, un hombre complacido por lo que escuchaba.

- No puedo negarte que habrá peligro, pero si te ha entrenado una jedi, sabrás que el sacrificio es un requisito en la Orden antigua. Ahora hay otro mal que parece venir de las regiones exteriores, otro cabo suelto del Imperio que debemos atajar antes de que se convierta en una amenaza peligrosa. No sé si estaremos a tiempo para eso, pero debo prestarle toda mi atención. Sin embargo, sé que esto también es importante y, si has sentido lo mismo que yo, tú también lo sabes.

Lo que sé es esto. El sable láser de Mace Windu , el arma de todo buen caballero jedi, fue extraviado cuando él murió y cambió muchas veces de manos, muy rápidamente, hasta perderse del todo de cualquier registro o sospecha. Permaneció así hasta que hace unos años, tras la muerte del Emperador, su último propietario conocido, un Hutt llamado Roddo, decidió mostrar su colección para que otros señores del crimen admirasen su grandeza. Pronto se supo que entre las piezas había un arma jedi y alguien, que se mantiene en secreto, ha establecido contacto con el Hutt y se ha hecho con el arma. Creemos al menos que el intercambio ya está hecho, pero desconocemos muchos aspectos del mismo. Para empezar, quién es su nuevo propietario. Necesitamos recuperarlo. Lo único que sabemos en este momento es que el intercambio pudo haberse hecho en Corellia. Una fuente...digamos que fiable, del mismo entorno que Roddo nos lo ha revelado. Como digo, estoy poniéndome en contacto con otros afines a la Fuerza para hacer al menos un pequeño grupo, ya que intuyo que hay mucho peligro en esta empresa. Siento el poder del lado oscuro inmiscuyéndose y enturbiándolo todo. Para empeorar las cosas, yo no puedo ayudar más que sirviendo de apoyo. Ahora mismo debo partir. Enviaré enlaces en la medida que pueda y he contratado una lanzadera para que te lleve inmediatamente a Corellia, si puedes partir cuanto antes. Tu contacto será Lando Calrissian. Ya está bajo aviso y sabrá dar contigo.

Por otro lado, el comandante Antilles del escuadrón Pícaro me ha confirmado que un grupo de confianza está rastreando también la zona. De momento no podemos contactar con ellos por cuestión de seguridad. Las comunicaciones hacia el interior de Corellia son complejas y sólo puedo contactar con Lando mediante un sistema de mensajes muy enrevesado que hemos perfeccionado con el tiempo.

Ahora es cosa tuya, Menneir. Que la Fuerza te acompañe.

El camino había acercado a la pareja de nuevo junto al espaciopuerto. La lanzadera estaba situada en un hangar pequeño, muy discreto, y parecía cargar documentación y material informático. Uno de los dos tripulantes era una mujer.

La mujer se presentó. Era una mujer algo más baja que Menneir y tenía un aire más chulesco, pero parecía simpática y muy capaz de presentar una dura batalla si las cosas se ponían oscuras.

- Saludos. Me llamo Thyrl Wi-Dora. Bueno, en realidad ese es tu nombre para asuntos de documentación. Yo me quedaré aquí y tú tomarás mi lugar. Todo está en regla, los del Imperio son bastante torpes en determinadas cuestiones de burocracia. Sólo recuerda presentarte debidamente cuando te lo pidan y decir que permanecerás unos días en Corellia por temas familiares. Mis padres lo ratificarán si les preguntan, no te preocupes. Cuando te vayas podrás hacer lo mismo o bien hablar con Lando. Él arreglaría cualquier cambio...recuerda que mi identidad es valiosa para mí y para mi familia. Pongo mucho en juego y sólo hago esto porque confío en el general Skywalker.

Asiento a las palabras de Luke Skywalker, me da mucha información en poco tiempo, sabiendo que puedo digerirla sin problemas. Dudo un instante, pero finalmente saco el comunicador de entre mi ropa para enseñarselo. No he tenido tiempo de examinarlo a fondo, pero estaba en la casa de tu contacto, pitaba cuando lo recogí. Necesitaría tiempo para averiguar algo más, tiempo y tranquilidad.

Miro a la mujer, no esperaba que tuvieran todo esto organizado tan bien. Sonrío a sus palabras. Cuidaré de tu nombre, Thyrl.

Miro la pequeña lanzadera con la cual voy a viajar a Corellia, esto me aleja mucho de mis previsiones, pero si la espada de Windu me ha traído aquí es probable que mi encuentro con Skywalker no sea casualidad. El maestro de mi bisabuela decía que la casualidad y la suerte no existen, sólo existe la Fuerza. Durante el viaje me prepararé para lo que tenga que venir. Conoceré otros como yo, ya no tenemos que escondernos, el Emperador está muerto, hace años, pero las costumbres a veces son tan fáciles. Meneo la cabeza despejándome de esos pensamientos.