Partida Rol por web

Diablos...-Digo, mascullando entre dientes.

-Será mejor que vuelva al meollo; los guardias necesitarán una buena explicación- Digo, guardando mi ballesta y sacando mi espada y escudo.

Theonil volvió con paso a apresurado a tiempo de ver a Karlack echarse para atrás en la puerta del almacén cuando recibió el salpicón de sangre que indicó al aasimar que algo muy desagradable acababa de pasarle al contrabandista que se había atrincherado en el interior. Todavía desenvainando la espada y sin tiempo de sacar el escudo aún, oía llegar a la guardia que estaba cada vez más cerca.

Drieric llevaba la ventaja en el combate. Cuando la luz se alejó aprovechó para redoblar sus esfuerzos, un movimiento sutil le indicó el momento y lanzo una doble estocada mortal, por desgracia la luz le había jugado una mala pasada y sólo acuchilló el aire a escasos centímetros de Gatuzzo en un ataque que hubiera resultado fatal con más luz.

Aterrado ante el ataque que había estado a punto de dejarle empalado en las dos espadas del chico, el malhechor se echó atrás con tanta premura que sus ataques no servían ni como distracción temporal, trastabillando y enrabietado trató de recuperar la iniciativa de un combate que el canto de la bardo había puesto muy cuesta arriba. Sabía que la última estocada le habría matado si no llega a ser las alabadas sombras que le habían permitido hacer una finta defensiva salvadora.

A Auria no le había costado ningún trabajo dormirse; el viaje y la gran tensión que le generaba estar de nuevo en una ciudad, habrían sido suficientes para hacer que cayera rendida incluso sin el desagradable encuentro con Karl. Haberle tenido tan cerca y que se hubiera escapado la descomponía, pero el cansancio pudo más que el resquemor y la joven elfa se durmió.

Pero su sueño no era tranquilo, soñaba que no era ella, sino Luna, rastreaba en el bosque una pista reciente, aunque Auria no tenía constancia de que el sueño fuese un recuerdo, sabía con la certeza que en una situación desconocida sólo es posible tener en el mundo onírico, que seguía a Karl. Había perdido el rastro y por más que se esforzaba era imposible volver a encontrarlo, el sueño tenía sumida a la druida en una gran inquietud y no dejaba de moverse agitada.

Entonces Luna, en el sueño, olfateó algo. Era sangre. La sangre de Karl y estaba muy cerca herido y listo para el golpe final. Luna aulló con toda el alma, y Auria aulló con ella, al principio en el sueño, pero pronto en el mundo real.

Auria se despertó aullando primero como un lobo y luego con garganta de elfo. Percibió con sus sentidos de lobo un montón de cosas, como era habitual. A lo lejos la fiesta que apenas había remitido desde que se durmió. Más lejos voces y gritos agitados, la guardia perseguía a alguien o estaba de redada en el Arrabal. Y más cerca el olor de la sangre y el miedo de Karl. La druida se había despertado convertida en loba, sus sábanas de suave seda de araña desgarradas y las plumas del colchón saliendo por los sitios donde sus garras habían arañado y había percibido todo eso; ahora otra vez como elfa en su cama notaba sus sentidos atrofiados al compararlos con los de la loba.

Agradeciendo que su lecho estuviera abierto al aire fresco de la noche, se levantó un momento y se asomó a la balconada que era el extremo de su habitación. Miró en la dirección que había visto escapar a Karl y percibió una figura trepando apresuradamente el muro de espinos desde fuera hacia el interior.

Era Karl. Estaba demacrado, sangraba por varias quemaduras de aspecto horrible y parecía grave, aún así trepaba con habilidad y facilidad el muro de espino afilado, a pesar de que incluso a una druida como ella tal acción le resultaría una hazaña. Miraba hacia atrás, distraído, como temiendo que quien quiera que le hubiera hecho esas heridas estuviera siguiéndole.

El guardia de la puerta también había visto al forajido escalando el muro. Auria le oyó gritarle el alto, pero parecía muy reacio a abandonar su puesto, llamó pidiendo ayuda, pero incluso a la elfa, poco habituada a interpretar las emociones de los demás, le pareció que no tenía mucha esperanza de que nadie acudiese. Los gritos de alto a la guardia que resonaban a lo lejos en el Arrabal indicaban bien a las claras que sus compañeros estaban demasiado lejos para acudir en su ayuda.

 La joven sentía como la humedad cálida que empezaba a resbalar por sus ropas y su armadura era abundante, peró aún así se sentía con fuerzas para seguir siendo útil.

 Dudó unos instantes entre plantarse con el grupo o ir en post del tipo escurridizo que pretendía escapar trepando el muro. Finalmente se decidió a ir en busca de este último, con la esperanza de acosarlo y hacerle perder pié en el intento de huida.

 Avanzó rápida hacia él hasta que cuando lo tuvo a tiro encocó una flecha a y la disparó en un mismo y fluido movimiento... más la distancia era demasiado para acertar avanzando a un paso tan apresurado.

Los compañeros pudieron ver cómo Evea se alejaba aún más en perpendicular al sitio por el que había marchado Brien y la perdieron de vista, aunque aún llegaron a oír el sonido del arco al soltar una flecha. Durante unos segundos se habían sumido en una oscuridad más densa, iluminada tan sólo por el resplandor bailarín de las fuentes de luz que traía la guardia que estaba ya corriendo junto al almacén, a una esquina de distancia.

En la lucha el guardia miraba con gesto de horror el destino de sus dos compañeros que agonizaban a pocos metros de él, el contrabandista superviviente seguía preocupándose únicamente de su propia herida en el suelo sin cesar sus gimoteos y balbuceos.

La joven batidora pudo ver su flecha volar certera, pero la distancia hizo que al impactar contra el cuerpo del elfo rebotase sin fuerza e inofensiva en su recia armadura de cuero, el bandido comenzó a trepar con una rapidez sobrenatural, en especial teniendo en cuenta lo peligroso que era el alto muro de espinos afilados extremadamente tupido, en unos segundos estaba encaramado sobre el espino y se disponía a saltar al suelo mientras buscaba cobertura contra un hipotético nuevo disparo de Evea. 

Sin pensárselo dos veces Gaëlle se lanzó en ayuda de Drieic, amenazando a Gatuzzo con su estoque aunque no atacándole.

-Estás solo, todos tus compañeros han caído o han huido, no tienes ninguna posibilidad - dijo dirigiéndose a Gatuzzo - tira las armas y tendremos clemencia.

El sonido de las carreras se hizo más cercano y la luz volvió a iluminar la escena cuando los primeros guardias llegaron a la carrera. Eran tres, una elfa, un elfo y un semielfo, todos vestidos con cotas de malla la elfa y el semielfo llevaban lanzas y arcos en la espalda mientras el elfo llevaba una espada larga y el arco también en la espalda, con su otra mano portaba una piedra de luz que rebelaba la dantesca escena. Se pararon contemplando el escenario de la pelea y el elfo gritó:

-"¡Guardia de Zoquejo! Tiren todos las armas" - 

Más carreras se oían tanto desde el otro lado del almacén como a lo lejos. De hecho Evea podía ver a otros dos lanceros que se acercaban a la carrera hacia el lado de los respiraderos del almacén.

El guerrero estaba dentro del almacén cuando escuchó gritar a la guardia.

Rápidamente enfundó su arma y levantó las manos en señal de rendición.

Nada más llegar la guardia y escuchar sus gritos, Gatuzzo retrocedió un par de pasos respecto a Gaëlle y Drieric, soltó las armas al suelo, levantando las palmas, y dijo:

-"Gracias a los dioses que han llegado, esta banda ha tratado de asaltar nuestro almacén." - dijo señalando el edificio - "han matado a dos de mis socios y a nuestro guardia y a mi nos han herido de gravedad cuando no quisimos dejarles entrar. ¡Aún no hemos abierto el negocio y ya tratan de asaltarnos!" - 

El guardia mientras seguía mirando con gesto de pánico, alternando ahora entre los guardias recién llegados y sus compañeros moribundos.

Completamente falso- Digo, con un gesto serio mientras enfundo la espada. -Decidimos pedir amablemente que nos dejasen echar un vistazo a sus mercancías, como vía más saludable, y tras un par de subterfugios nos asaltaron. Suerte que había venido preparado, y un par de compañeros me cubrían las espaldas oliéndome el pastel.

Con un gesto de cabeza añado:

Y aún hay más, Brien está metido en el ajo; puedo atestiguarlo, y si es necesario apelaré a mis antiguos honores para con la ciudad. Con unas botas de zancada forestal nos ha dado esquinazo, y ahora mismo debe de haberse camuflado entre el gentío. 

Además se les acusa de un supuesto tráfico de antigüedades élficas, hecho acentuado por que ninguno de ellos porta tan noble sangre.

Con un gesto de abanico señalo al resto de mis compañeros:

¿Hay algo más de lo que se les acusa?

Pía, medio escondida detrás de Gaëlle le susurra al oído al escuchar a Theonil, quizá deberías pedir a la guardia que mire si el jefe lleva algo comprometido encima

Podéis ver cómo después de hablar Theonil la chica recién llegada que se ha puesto detrás de Gaëlle le susurra algo al oído, no la escucháis porque habla demasiado bajo ni podéis leerle los labios porque va encapuchada y se acerca mucho a la larga melena de la bardo.

Gatuzzo no se contuvo al escuchar hablar a Theonil.

-"¡Esto es un ultraje! Llegaron con demandas absurdas en mitad de la noche acusándonos de no se qué delitos sin prueba ninguna, incluso ahuyentaron a unos posibles socios locales que acabábamos de conocer esta misma tarde."