Partida Rol por web

Dando un paso al frente Gaëlle, notoriamente nerviosa, se dirigió a los guardias.

-Quizá debierais registrarle, con toda seguridad llevará algún material comprometedor - dijo señalando a Gatuzzo - Vinimos aquí guiados por indicios muy sólidos y sabemos que, ya sea encima de ellos u oculto en su almacén, encontrareis algo que demuestra su total falta de veracidad.

Un extraño sueño me había hecho despertar en mitad de la noche... otra vez volvía a mis pesadillas Karl, estaba harto de él y de sus recuerdos, hacía tan solo unas horas había vuelto a verle, o eso creía... pero luego nada... y ahora que por fin lograba pegar ojo de nuevo aparece él.

Había sufrido mucho esta noche y no había logrado descansar bien, Luna se había vuelto a manifestar como me pasaba siempre en mis noches más nerviosas. Por fin todo aquello había pasado, solo había sido un sueño, me acerqué al ventanal para respirar un poco de aire fresco cuando un vuelco le dio a mi corazón y volví a ver a Karl. Cuando miré a mi mano me di cuenta que llevaba el arco compuesto. No sé como había llegado hasta allí pero lo tenía a mano y por fin Karl estaba a tiro. Nunca lo había tenido tan cerca, abrí el ventanal apunté con el arco y...

Aún no has tenido tiempo de decidir si volver con tus nuevos amigos o tratar un último tiro desesperado contra Karl cuando le ves perder pie, aunque de un modo muy extraño, de hecho cae hacia atrás, de vuelta al Arrabal y soltándose primero de las manos, hacia atrás.

Entonces cuando la última luz lo muestra a contraluz puedes ver que tiene una flecha de guerra clavada profundamente en el cuello. No sabes de dónde a venido, aunque intuyes que de dentro de la ciudad, pero se ha clavado son precisión mortífera. Así lo indica la forma en que cae desmadejado, probablemente desgarrándose con los espinos brutalmente pero sin emitir ni sólo quejido.

Auria ve volar la flecha y apenas salió de su arco supo que impactaría con éxito, rezó para que fuera suficiente a los espíritus y vio colmadas sus aspiraciones cuando nada más girar la cabeza para buscar un sitio en el suelo al que saltar, Karl cambió el gesto a una expresión de sorpresa. La flecha de guerra de Auria había atravesado su cuello, soltó sus manos que mantenían a raya el espino y le proporcionaban agarre y, lentamente, perdió el equilibrio hacia atrás sin hacer ningún esfuerzo por agarrarse, como a cámara lenta cayó de vuelta al otro lado del muro.

Apenas tuvo tiempo la elfa de disfrutar del momento, aunque consiguió abstraerse de los infinitos sonidos de la ciudad, particularmente agitada por un tumulto en el Arrabal, probablemente del que venía Karl a encontrar su muerte a manos de la druida, la voz del guardia que trataba de que el violador se detuviera le rompió el momento.

-"¡Eh! Pero... ¿Qué ha hecho? ¡Alto ahí! ¡No salga del hotel! ¡Está arrestada, más vale que tenga una buena explicación porque un cargo de asesinato es algo muy serio! ¡Espere a que un guardia pase a buscarla por su habitación!" - 

Inmediatamente después empezó a gritar pidiendo refuerzos, esta vez con tono mucho más decidido y añadiendo una frase en clave. Aunque Auria no sentía que hubiera hecho nada mal, lo cierto es que las ciudades y sus costumbres le resultaban extrañas y desconocidas, ¿tendría problemas por matar a quien tanto daño le había hecho?

 La joven, que pretendía acosar de nuevo con el arco a unos de los fugitivos. Finalmente bajo el arco, y apartó la mano del caracaj, sin flecha alguna.

 Con un contraído gesto de dolor se tantea las heridas por las que está sangrando. A pesar del dolor, y la sangre que emana de ellas, ninguna es suficientemente peligrosa como para atentar contra su vida de forma inmediata. No obstante, es necesario atenderlas pronto antes de que se infecten...

 - ¿Hay algún sanador cerca?- Dece con queda voz.

Dos guardias más llegan por el lado opuesto, justo detrás de Evea. Son dos elfos armados con lanza y arco, ambos con cotas de malla.

Theonil reconoció fácilmente a todos ellos, el que había hablado era un oficial veterano de los tiempos de Menertal, nunca se han llevado bien, pero por suerte su influencia es moderada. El semielfo es un joven recluta con mucha inocencia todavía y grandes sueños, la mujer en cambio llevaba en la guardia desde que Theonil había llegado y lo que más le interesaba del trabajo era la paga y gastársela en las tabernas. Los recién llegados eran guardias veteranos que solían patrullar por el bosque y que ahora estarían por allí en respuesta a la promesa de Recta, buenos guerreros licenciados del ejército.

El oficial miró a Theonil con gesto cansado e hizo un gesto a sus acompañantes; rápidamente el semielfo se acercó al tipo abrasado por los proyectiles mágicos de Pía y la mujer elfa al contrabandista al que Karlack había cortado en el cuello para comprobar su estado. Después se giró de nuevo al aasimar que parecía llevar la voz cantante:
-"Vaya, Brêmark, lógico que haya problemas. Espero, por tu bien, que tengas razón porque si no lo vas a pasar muy mal y tus amiguitos humanos aún peor." - Theonil no pudo evitar sentir que el elfo deseaba que no la tuviera. El oficial se dirigió a Gatuzzo.
-"Señor, con su permiso, procederemos a comprobar que no tiene nada que ocultar, como ha sugerido la señorita, para poder detener a éstos asaltantes" - añadió haciendo un gesto en dirección a Gaëlle. Su tono era confiado y casi podía notarse que esperaba encontrar algo por lo que llevarse detenidos a Gatuzzo y sus hombres pero no lo bastante grave como para justificar el asalto y poderse llevar también a Theonil y sus amigos.

Gatuzzo retrocedió dos pasos protestando airado e incluso hizo conato de sacar las armas, pero los dos guardias recién llegados, al unísono sacaron los arcos y encajaron flechas en un sólo movimiento con tanta pericia y apuntaron con tanta seguridad, a pesar de la cobertura que daba su oficial que el humano se calmó al momento.

-"Si prefiere que sea sin su permiso, por mi está bien. Sea sin su permiso, no cambia nada. Lo tendremos en cuenta en cualquier posible juicio." - dijo el elfo mientras registraba a fondo a Gatuzzo tras desarmarle. Tiró al suelo unas ganzúas de calidad que no presagiaban una buena resolución para el humano y varios cuchillos escondidos. Con una sonrisa radiante sacó un vial de metal negro de un pliegue oculto de su chaleco y lo olisqueó - "veneno de araña gigante, vaya, señor, me temo que esto es material ilegal en éste Reino, un cargo serio aunque no lo suficiente para justificar un asalto en su propiedad." - añadió mirando a Theonil.
El oficial continuó el registro con menos diligencia, estaba rebuscando unos papeles que Gatuzzo llevaba encima y parecía que se daría por satisfecho cuando se quedó mirando uno de ellos, su sonrisa de suficiencia se desvaneció y miró con resentimiento al humano.

-“¿Qué es esto exactamente?” – preguntó con un tono de amenaza y furia contenida.
Gatuzzo lo miró, todos pudieron darse cuenta que estaba muy nervioso y nadie se creyó sus palabras, Theonil supo que era consciente de que le habían cazado fuera lo que fuera eso, incluso si no tenían las reliquias, bien usado sería suficiente para justificar el asalto.
-“Es… una invitación… para un concierto, si. De una persona muy influyente, quedó cautivado por esa concertista y quiere ofrecerle un contrato. Somos… los intermediarios para esa contratación.” – trabándose y notándose que improvisaba sobre la marcha Gatuzzo trató de justificar el papel.
-“¿Esa concertista con la que estaba peleando a muerte? Curiosa forma de contratar ¿no?” - El elfo miró el papel con detenimiento y dirigió su mirada a Gaëlle señalándola con el dedo. Veamos que tiene que decir ella de éste papel, dijo ofreciéndole a la bardo lo que había estado mirando.

Mientras el semielfo y la elfa trataban de salvar la vida de los malhechores moribundos. Nadie de la guardia pareció hacer mucho caso de Evea, los otros dos guardias seguían apuntando con sus arcos a Gatuzzo, aunque uno de ellos dirigió a la morena muchacha una mirada de preocupación, sin embargo al ver que las heridas no exigían atención inmediata continuó apuntando al hombre con un gesto de disculpa.

Un poco más aliviado, me siento a descansar contra una de las paredes, intentando echarle un vistazo:

¿alguno tiene idea de primeros auxilios? Me da miedo hacerme un torniquete y que un pulmón se me salga por el ombligo.

Me sentía extrañada tras los gritos del guardia. Curiosamente era un hombre y por unos instantes dudé en lanzar otra flecha contra él, pero después pensé que presuntamente era inocente, lo que tenía claro es que seguro que la guardia estaba toda ella compuesta por hombres y seguro que jamás entenderían las razones que le habían llevado para hacer aquello. 

Los hombres siempre se defienden. Los hombres nunca se culpan y siempre es la culpa de nosotras. Por esta vez pase, pero no lograrán encerrarme, soy libre y libre seguiré.

Auria tomó todas sus pertenencias, abrió la puerta de la habitación y cuando nadie la miraba se transformó en Luna.

Notaba como el arco y su mochila se transformaban tomando forma de garras y pelaje. Como su boca se alargaba y sus ojos se agrandaban. Como de su piel salía cantidades de pelo exagerabas. Luna le daría toda la libertad que necesitaba. Ahora nadie podría reconocerla pues todavía nadie en aquella ciudad la había visto en esa apariencia. 

Todos pudieron ver la expresión de Gaëlle al ver que se referían a ella. Giró entonces la cabeza hacia Pia, clavando la mirada en ella, como queriendo preguntarle algo.

¡Tu lo sabías!  - pensó en ese momento. 

Pero solo fue un instante, rapidamente volvió su atención al guardia. 

-¿Que? ¿Que tienen que ver esos documentos conmigo? - preguntó alargando la mano para recibirlos

Ya más tranquilo bajó los brazos, pero procuró no hacer ningún movimiento brusco

Lo único que haría sería empeorarte, amigo.- dijo el guerrero dirigiéndose a Theonil

Diedric, ¿estás bien?, la próxima vez déjame a ese malnacido a mí.

Gaëlle reparo entonces en las heridas de Evea y Theonil, no eran graves en exceso pero ella podría cerrarlas sin apenas esfuerzo.

-Dadme un momento y os atenderé a ambos - dijo dirigiéndose a ellos

Atiéndelos pues- Digo, con una media sonrisa, derrumbándome tras la adrenalina en una esquina: Pero, por favor, Gaëlle, no tardes -Añado con una expresión a medio camino entre la paciencia y el dolor.

 La tensión del momento fue pasando, poco a poco, viendo que no recibiría atención en breves se taponó lo mejor que pudo una de las heridas con la mano, mientras se acercó andando hacia su larga lanza para levantarla y usarla a modo de cayado para apoyar su peso en ella.

 Luego paseó su mirada por los dos hombres gravemente heridos que estaban atendiendo la elfa y el semielfo, un deje de culpa cruzó el rostro de la joven. Si hubiera sido más diestra se podría haber resuelto la situación de otra forma...

Auria recogió todas sus cosas tan rápido como pudo, los guardias llegarían en pocos minutos y no creía que sus explicaciones la fueran a ayudar. Apenas unos segundos después de decidir huir tenía todas sus cosas encima y se transformó el lobo después de abrir la puerta de su habitación.
Las ramas del árbol se deslizaron de un modo casi mágico para abrir el recinto que ocupaba al interior de la estructura acondicionada con el resto del enorme tronco y Luna echó a correr por las escaleras formadas por protuberancias del tronco, aunque la bajada era muy incómoda y peligrosa para su forma cuadrúpeda el miedo le dio la agilidad necesaria y un minuto después llegaba al suelo y la cúpula formada entre las raíces.
El posadero se fijó en ella, -“¿Qué hace aquí un lobo? Vaya alguien no se ha enterado que los compañeros animales van a los cobertizos. Hay que tener poca idea para hacer subir a un lobo esas escaleras. Aquí lobito, ven conmigo, iremos a un sitio fresco con un buen trozo de carne, por aquí.”
Luna se dio cuenta que entendía al hombre a un nivel más allá de la comprensión de sus palabras que tenía por el hecho de ser una druida polimorfada y no una loba normal. El hombre era un explorador bastante competente, aunque no había reconocido a Luna como la criatura especial que era. Mientras hablaba el posadero había abierto una puerta que daba a una especie de corral trasero con varias cercas diferentes y algunas estructura, de allí venía un olor que Luna podía percibir claramente, varios animales diferentes debían estar en ellos. Era especialmente fuerte el olor a jabalí y Luna recordó a la druida que había llegado con ella a la posada.
Sin embargo la prisa le corroía por dentro y quedar encerrada en un corral no era la forma ideal de librarse de los cargos de asesinato, echó a correr y, aunque el posadero la interceptó varias veces, sin violencia y tratando de calmarla con gestos y palabras que habrían funcionado con un animal controlado por sus instintos, la loba-druida no les hizo ningún caso y al final imponiendo su velocidad y agilidad, consiguió escabullirse por la puerta a la carrera.
Luna, decidida a llegar cuanto antes al bosque más espeso corrió hacia la salida más cercana de la ciudad, aunque ello la llevaba a pasar muy cerca del arco de entrada a la ciudad desde el arrabal y junto al guardia que la había visto en forma de humana disparar a Karl.
Advirtió mientras corría por la calle casi desierta que el guardia estaba acompañado ya por una mujer que llegaba de la parte exterior, una elfa con el mismo tabardo encima de la armadura que indicaba que pertenecía también a la guardia de Zoquejo, aunque Luna no podía distinguir si era una jefa o no porque no sabía como se identificaban. Estaban conversando entre ellos con gesto relajado, o eso le pareció a ella, mientras corría pudo oír un retazo de lo que hablaban gracias a sus agudos sentidos animales.
-“Vaya, ¿recuerdas al teniente Karl, al que sustituyó Brien hasta que Brêmark descubrió sus trapos sucios?” – preguntaba la mujer.
-“¿El violador de niñas?” – contestó el hombre, la mujer asintió con la cabeza y luego hizo un gesto con la cabeza señalando en la dirección en que había caído el cadáver de Karl.
-“Vaya ¿crees que la tiradora sabía quién era? Tal vez podamos…” – añadió el hombre su voz tenía un tinte codicioso.
-“Ni lo sueñes, gañán. La recompensa es de ella, además ¿crees que alguien tiraría a matar a un fugitivo sin saber algo? Iré a buscarla para comprobar que sabe lo que ha hecho. Y decirle lo de la recompensa.” – respondió la mujer con tono reprobatorio, aunque no hizo intención de moverse de inmediato, sino que parecía que iba a seguir hablando con el otro.
Pero Luna no podría seguir oyendo la conversación sin detenerse, lo que podría acabar siendo muy sospechoso, sobre todo porque los guardias se la habían quedado mirando con cara de sorpresa y extrañeza.

Todos pudieron ver a Gaëlle coger el papel, mirarlo unos segundos y abrir los ojos como platos. Por un momento Gatuzzo hizo un amago de hacer algo indeterminado, pero el sonido de los arcos de los guardias al sobretensar la cuerda le hicieron pensárselo mejor.

También pudieron ver cómo la elfa salía del almacén cubierta de sangre y con la pierna izquierda desnuda debajo su armadura.

-"Vivirá" - dijo lacónicamente a su jefe, lo que alivió un poco el espíritu de Karlack ya que ahora no podrían acusarlo ni de asesinato ni de homicidio. Mientras se había acercado a Theonil para examinar su herida. -"No parece muy grave, no hay mucho que yo pueda hacer. Habla con tu hija o con sus maestros si te duele demasiado." - le dijo al aasimar después de lavarle la herida con agua de su cantimplora, lo que escoció seriamente. A continuación se dirigió a Evea, tras examinar brevemente sus heridas hizo lo mismo que con Theonil.

Durante todo ese tiempo el semielfo había empezado a tratar de reanimar al otro contrabandista con mano poco hábil. Dos minutos después mientras Gaëlle leía el panfleto se levantó con gesto adusto y triste y mirando a su oficial negó con la cabeza. El oficial dirigió una mirada ceñuda a todos los aventureros, pero no dijo nada.

Pía había evitado la mirada cuando Gaëlle había tratado de hacer contacto visual para preguntar. Parecía muy interesada en el destino de los contrabandistas, aunque la bardo no supo decir porqué dado que uno murió y el otro se salvó, aunque tampoco le pasó por alto que miraba insistentemente en dirección a Gatuzzo.

Cuando le dieron el papel y procedió a leerlo no pudo evitar que un gesto de sorpresa asomase a su rostro.

El papel tenía un dibujo de ella, un retrato de buena calidad y muy representativo. Garabateado con una letra escrita con buena tinta y caligrafía y ortografía impecables había una descripción muy detallada de ella, esta no sólo de rostro como el retrato sino que incluía todo lo que podía ser descrito mirándola y estudiándola en detalle, ¡hasta el tipo de ropa que solía llevar!.

Debajo, casi en una esquina y con un letra mucho menos cuidada y, probablemente, escrita con algún sucedáneo barato de la tinta había una serie de anotaciones que empezaban con 2500 de oro, lo que hizo que se le abrieran los ojos aún más al pensar en semejante cantidad de dinero. Detrás venían una serie de cantidades que, aparentemente, se descontaban de ella e iban acompañadas de una anotación en clave; la más grande de ellas era 150 de oro A.D., luego había 40 de oro T. en C., 15 de oro p. de A. en Z., 60 de oro G.V., 8 de plata P. P. y T. Toda la cuenta se remataba con una división entre cinco hecha con toda su parafernalia, de la forma propia de quien tiene poco manejo con los números y hacer una operación aritmética de esa índole le supone un trabajo delicado y laborioso.

¿Recompensa? 

Por las pocas palabras que había logrado oír Luna parecía que estaban buscando a Auria para ofrecerla una recompensa por liquidar a Karl. Parecía que ahora le habían llamado "El violador de niñas" eso significaba que ella no había sido la única por lo que con más razón se sintió aún más contenta por haber liquidado con ese ser tan desgraciado. 

Todo aquello le sirvió para recordarle porqué jamás tendría que fiarse de un hombre y mucho menos les haría caso a pesar de que quisiesen ofrecerle una reompensa. No hay nada que aquellos hombres pudieran darle pues la paz interior que sentía Luna al estar corriendo por los bosques y sabiendo que por fin había logrado liquidar a su más terrible enemigo.

Karl, por fin has muerto y jamás volveré a tener que verte. Lo he logrado, al fin he conseguido acabar con tu asquerosa vida. Las niñas podrán descansar en paz y poder andar solas sin pensar en si andarás acechándolas tras algún rincón. No Karl, ya no.

Y cuando Luna ya había llegado al bosque y se había internado en lo más profundo comenzó a aullar a la verdadera Luna.

Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu

-¡¿Qué demonios significa esto?! – exclamó entonces dirigiéndose a Gatuzzo

De dos pasos se plantó ante el contrabandista, propinándole un empujón en el pecho nada más llegar.

-¡¿Veníais a por mí?! ¿2500 monedas de oro? ¿Y este retrato? ¿Quien ha estado siguiéndome? - parecía completamente fuera de sí  - ¡¿Quién os ha contratado?!

Se detuvo un segundo. Giró la cabeza hacia Pia, parecía querer decir algo pero se contuvo. Necesitaba hablar con ella, pero aquel no era el momento, no delante de la guardia.

Devolvió su atención a Gatuzzo.

-A.D es Adalvern Deveraux ¿Verdad? – Sin dejarle contestar le agarró por el cuello de la camisa y le gritó a la cara - ¡¿Verdad?! ¿Qué tiene él que ver con vosotros…? – durante un instante se quedó en silencio, de los ojos empezaron a brotarle lagrimas – Él os dio el retrato… fue él… ¿fue él? ¡¿Fue él?! – Su voz, justo antes llena de tristeza, se llenó de rabia - ¡Habla, malnacido! ¡Habla!

Adalvern… ¿Qué demonios has hecho? – pensaba

Gatuzzo mantuvo la compostura ante el ataque de Gaëlle, era obvio que estaba acostumbrado a lidiar con situaciones tensas y problemáticas; no alteró el tono de voz y ahora que parecía haber encontrado una excusa se aferró a ella con una naturalidad que hubiera sido temible de no habérsele visto improvisarla.
-“No hemos estado siguiéndola y no podemos revelar, dadas las circunstancias, la identidad de nuestro patrón. No creo que siga interesado en su concierto después de esto. Nosotros no estábamos haciendo nada malo. Respecto a Adalvern…” – por un momento la expresión del rostro de Gatuzzo se hizo cruel y pareció que iba a decir algo, algo que heriría a Gaëlle, pero luego se lo pensó mejor, probablemente decidiendo que no le compensaba la crueldad gratuita por los posibles perjuicios y añadió: -“pretendíamos emplearle como intermediario, ya que la conoce, para mostrar la fiabilidad de nuestra oferta. Era un comisionista en la operación.”
El tipo parecía disfrutar con el sufrimiento de la bardo y una sonrisa desagradable en su rostro acompañó las lágrimas de Bellerose.