Partida Rol por web

El semielfo tiró de su mano con urgencia pero con suavidad y le dirigió a una portachuela en un lateral que le abrió mientras le decía.
-“Bueno pelirroja, creo que te debía una por subirte a ese escenario… O por lo que ha pasado en la taberna. Bueno por lo que quieras; me ha parecido que no te apetecía tener problemas con la guardia, así que aquí tienes una salida. Sólo sigue recto sin girar en ninguna intersección.” – Artheir tenía la misma pícara sonrisa que antes, Gaëlle abrió mucho los ojos, porque más allá del proxeneta pudo distinguir que en una de las pequeñas habitaciones que había distinguido al caer, probablemente usadas para ocultar criminales durante las emergencias, había una figura familiar, aparentemente durmiendo. Sin embargo antes de que pudiera hacer o decir nada, Expósito le dio un beso de tornillo en los labios a traición y tras un sonoro pero suave azote en el trasero le dio un empujón, firme pero suave, hacia el pasillo y cerró la puerta tras ella. Pudo oír la carrera del semielfo y cómo subía una escalera de madera al otro lado de la puerta.

Mientras caminaba procurando no ensuciarse el vestido, se preguntaba si la figura que había visto en el camastro era o no Adalbern, aunque de menor intensidad también le preocupaba que con todo el jaleo no había cobrado sus propinas, salvo que se considerase como tal el vaso de vino que, aunque valioso, no era el tipo de lujo en que le apetecía gastarse el dinero en ese momento.

El camino, aunque serpenteaba varios cientos de metros, salía en un establo abandonado a apenas cincuenta metros de la taberna, donde había un gran tumulto y pudo distinguir a Artheir discutiendo con un guardia que desechaba las sutiles amenazas del bribón advirtiendo que había más soldados en camino. Gaëlle pudo notar que Expósito la miraba y le guiñaba brevemente un ojo mientras admitía acompañar al guardia al interior de la taberna.

La bardo decidió que era más seguro alejarse de allí. A las dos manzanas, muy cerca de su posada, un chiquillo con malas pintas y el rostro pecoso se acercó a ella. Instintivamente echó mano a su monedero, pero el chiquillo le arrojó al aire delante de ella un saquillo de monedas y salió corriendo mientras decía con una sonrisa pícara un tanto desagradable que mostraba sus desiguales dientes mellados “las tienes tan grandes como dijo Artheir”,  mientras agarraba ágilmente la bolsa antes de que cayera al suelo se dio cuenta de que ¡el grosero mocoso le había mirado el pecho! Aunque al menos ya tenía sus propinas. Pero un nueva preocupación ahuyentó tan banal problema. Su vestido estaba bastante arrugado después de esa aventura y necesitaría casi todo el tiempo que le quedaba para arreglarlo a él y a ella...

Karlack se colocó entre Evea y Elemmir y la multitud, aunque atento a su conversación medio les daba la espalda, para poder mirar a los alborotadores. Estos miraron tímidamente su coraza y su espada de guerra y se apartaron unos pasos, intimidados, nadie volvió a tocar la cordada dorada que les separaba de los guardias y del adoselado que daba acceso al burdel; los cantos y coros de los que estaban más cerca bajaron varios tonos, haciendo mucho más fácil y agradable la conversación de su amiga con el caballero, así como facilitando que él la oyera aunque estuviera medio girado. Pudo advertir que Espadestrella contenía una sonrisa al ver cómo el guerrero controlaba a los alborotadores con su mera presencia, sin pronunciar una palabra.

Elemmir escuchó la introducción de Evea atento, asentía levemente con la cabeza a cada frase de la chica y confirmó:
-“Así es, dama Evea, no será fácil hablar con Aleena hasta la madrugada, aunque si os corre prisa, aconsejaría hacer la cola necesaria. El capitán Hadush es harina de otro costal. Por lo que sé ha acudido un miembro de la realeza, atraído por lo peculiar de la celebración, de modo que tendrá que ocupar su lugar siguiendo el más rígido protocolo que puedas imaginar. No puede ni mover un dedo cuando no corresponde, incluso ausentarse un momento sería como reconocer que no puede garantizar la seguridad de su ilustre invitado. Es materialmente imposible que podáis reuniros con él, en cualquier caso la teniente Recta es muy competente. Y sorprendentemente comprensiva, para ser una guardiana del bosque.” – El paladín pareció pensativo un segundo mientras hablaba de Hadush y desvió la mirada para otear los alrededores, luego añadió – “Por cierto, ¿no está con vosotros vuestro amigo el lenguaraz Brêmark?” – preguntó, en tono distendido pero con una mirada algo preocupada y distraída. Sin embargo cuando Evea preguntó por Orcus, su atención volvió a centrarse, respondió a la pregunta con tono amable pero firme, aunque no pareció especialmente preocupado.
-“Orcus no es una deidad.” – su sentencia pareció salir de su boca como una losa – “se trata de un Príncipe demonio y, aunque su poder sea inmenso en términos mortales, no es un dios. Como a todos los infernales de gran poder, le encanta engañar y corromper a mortales, otorgándoles migajas de poder que pueden confundirse con poder divino para hacerse pasar por una deidad y acumular poder con el propósito de algún día hacerse con el poder suficiente para usurpar un rango divino. Pero no es un dios.”
-“Tiene grandes poderes necrománticos y se le relaciona con la corrupción de la no vida y entre sus servidores se combinan los demonios de todo rango con diferentes tipos de muertos vivientes. Se trata de uno de los infernales más activos en nuestro plano de existencia y una desagradable influencia corruptora.” – el paladín continuó proporcionando una larga retahíla de datos y detalles generales sobre Orcus y su culto, aunque desde la estrecha perspectiva de un paladín. A Karlack empezaba a hacérsele un poco aburrido y Evea tenía que concentrarse en memorizar los datos que le parecían más relevantes entre todo el torrente, pero no se atrevía a interrumpir al paladín o pedirle que se centrara por miedo a ofenderle.
Unos minutos después pareció contentarse con la disertación y pasó a tranquilizar a la muchacha.
-“Un agente de Orcus nunca podría ocultarse a mi vista. No es probable que vayan a intentar nada a gran escala hoy, es más, es imposible. No soy el único que haría imposible pasear tranquilamente por la ciudad a un cultista demoníaco. Hay más gente hoy aquí que no lo permitiría.
-De todos modos enviaré aviso al templo y pediré que encanten el arco de entrada con una protección contra el mal, no es un buen día para gastar recursos, pero no es algo demasiado costoso. Si algún infernal trata de infiltrarse en el Festival su movilidad se verá severamente reducida, suponiendo que Eliaster consienta en mi demanda.” – parecía que el caballero tenía alguna duda al respecto, pero la despreció con un gesto y esbozó una sonrisa a Evea.
- “¿Puedo ayudaros en algo más?” – preguntó con tono dulce.

En ese momento algo llamó la atención de Evea, que se giró sorprendida en dirección al Arrabal, ese movimiento atrajo la mirada también de Elemmir y de Karlack, el guerrero también pudo distinguir con claridad el tumulto. Había un gran revuelo junto a un escenario, en la taberna a la que estaba adosado; la gente corría, algunos visiblemente alarmados y un corrillo de espectadores se empezaba a formar fuera. Desde lejos pudieron distinguir a un guardia corriendo desde un par de manzanas más allá hacia la taberna y a otro adentrarse en la multitud que abría paso a su toque de silbato. Apenas les llevó un par de segundos darse cuenta de que era el escenario donde se habían separado de Gaëlle hacía menos de media hora y donde ella actuaría. Por desgracia la distancia y los ensordecedores sonidos que venían de todo el Festival hacían imposible escuchar lo que pasaba.

Escucho la reprimenda enfurecido; casi fuera de mis casillas. Vamos Bremârck... Si montas un numerito poco podrás hacer desde la prisión Miro seriamente al hombre del estoque, y lo ignoro, intentado que el problema no vaya más allá. 

Después de la negativa observo una muchedumbre enfurecida a mis espaldas, y cuando escucho la propuesta de Aleena no puedo sino fingir un pequeño paripé: ¿ Qué vergüenza es esta? ¿yo? ¿detenido? ¡Recibiréis noticias mías!  Le guiño discretamente un ojo y sigo al guardia, sumiso. Cuando estamos un poco más lejos le doy unas palmaditas en el hombro y le susurro -Perdón por el espectáculo... Pero lo que ocurre aquí es importante. Si hoy libras, ama a tu mujer, abraza a tu hijo y bebe buen vino. El único día bueno será ayer - Me encojo de hombros y me acerco al espadachín: Oye, compañero, perdón por el empujón. Quizá he bebido demasiado.

-ah, preguntaba pensando que quiza había alguna otra pista. Una lástima.

Después de un rato de caminar en silencio, queriendo retomar conversación agrega:

-Con respecto a lo otro, bueno, en mi comunidad hay la costumbre de que los druidas jovenes viajemos y colaboremos en el cuidado de otros lugares. Así aprendemos sobre criaturas y plantas que no son las de nuestra tierra natal. Además eventualmente uno encuentra su lugar de pertenencia, algun lugar del que queres hacerte cargo y así encontrás donde vas a vivir definitivamente.

Yo escuche esta historia totalmente absurda del unicornio visitante, y sin embargo ¡el unicornio realmente se presenta! o eso parece. Me interesó y fue una buena razón para viajar y conocer.

¿Cómo demonios se la había ocurrido meterse en aquel sitio? Antes de entrar no le había dado ni media vuelta, y había estado a punto de ser un desastre. ¿Y si la hubiesen herido o hubiese acabado en el calabozo?

Gaëlle en aquel momento estaba enfadada, pero con ella misma. Se había metido en un lio de forma totalmente estúpida. Debería haber rechazado amablemente la invitación de Artheir y haberse ido.

¿En que estaba pensando? ¿En dejarse emborrachar por ese sinvergüenza?  Aunque tenía que admitir que la había ayudado a salir de allí, que había enviado a alguien con el dinero… pese a que la describiese en función de sus pechos… y que tampoco había sido especialmente descortés… excepto cuando la besó a traición y la azotó en la nalga…

Y encima estaba Adalbern ¿Era él realmente? ¿Cómo era posible que no se hubiese marchado? No podía ir a buscarle, pero… pero en aquel momento quería hacerlo, quería ir e interrogarlo, quería pegarle… pero no, no podía ir. Se lo había prometido a Pia, se lo había prometido, no podía fallarle.

Trató de centrarse, tenía que prepararse para la actuación principal. Tenía que llegar allí arreglada y tranquila. Esa no podía salir mal, de ninguna manera. Tenía que ser perfecta.

Caminó de vuelta a su posada, tratando de calcular el tiempo que le quedaba. Tenía que lavarse, arreglarse e intentar arreglar el vestido  o buscar otro. Hizo memoria con los que le quedaban, podía volver a usar el sencillo vestido blanco que había llevado por la mañana, o incluso el de la noche anterior si no lo había ensuciado… aunque lo dudaba. Quizá le quedase algún otro, no recordaba exactamente que había traído.*

Gaëlle entró acelerada a la posada, y de inmediato buscó al señor o a la señora Buenamesa. Con amabilidad pidió que le preparasen un baño, después de lo que acababa de pasar necesitaba lavarse, y sobre todo necesitaba relajarse aunque fuese durante unos pocos minutos, y no se le ocurría mejor manera. Confiaba en que no tuviesen problemas en aquel momento. 

Por otro lado observó de nuevo el vestido, esperaba poder recuperarlo a tiempo, pero no las tenía todas consigo. Si no, tendría que buscar otro. 

-Ni se imagina los dos días que llevo - comentó mostrándose notoriamente estresada - Esperaba tener un festival tranquilo, pero está siendo de todo menos eso.

¿De verdad te crees esta patraña? yo después de lo que he sentido en ese bosque me temo que lo que vamos a ver va a ser cualquier cosa menos un unicornio. De verdad, no creo que haya posibilidades de ver uno, y mucho menos de verlo ante tanta gente... A saber que clase de engaño es este. Ahora tengo curiosidad por desentrañar lo que está pasando aquí.

Y tú, qué, ¿te crees estas historias?

No! claro que no! Bueno, ahora ya no por lo menos. Me estaba preguntando qué conexion podria tener este lugar con el unicornio...

Bueno, voy a confesarte que en realidad no se qué creer con respecto a este unicornio. Tenía la esperanza de que fuera real y así lograr ver uno - dice Selen con una media sonrisa y encogiendose de hombros, un poco avergonzada por su ingenuidad- Anoche estuve preguntando en el pueblo y estuve hablando con mucha gente que lo vio realmente. En carne y hueso ¿Y si fuera un engaño? ¿que tipo de engaño? ¿una ilusión, un disfraz, qué cosa podria ser? Además hay que pensar que Zoquejo ¡es un pueblo de elfos! tiene que estar lleno de magos y guardabosques! Es muy difícil pensar que cinco veces se engañó a todo un pueblo y visitantes.- y cambiando totalmente de partido agrega- Y sin embargo es totalmente antinatural que el unicornio se presente.

¡Es TAN confuso!

Bueno, y qué te dijo esa gente con la que hablaste? Que te contaron sobre la visión. No sabía que había venido ya más veces, o si lo sabía no me acordaba...

 La joven muchacha asentía con atención las palabras del caballero.

 Me imaginaba que sería difícil el tratar con las autoridades. El capitán de la guardia queda totalmente descartada... esperemos que podamos tratar el asunto con la teniente Recta.

 Ante la disertación del paladín acerca de sus profundos conociminetos acerca de demonios y deidades Evea quedó sorprendida.

 - Guauuu soys todo un erudito en la materia, caballero Espadaestrella.- Dice genuínamente.- Y teniendo presente vuestras palabras acerca de la posibilidad de que pasen inadvertidos, me quedo mucho más tranquila.

 Sospesando un momento las palabras del caballero añade.

 - Pero creo que sería sensato alertar a la teniente de la posibilidad de la llegada de siervos de Orcus, a pesar de poder ser detectados, si no se organizara algún plan de actuación en caso de ser detectados, me parece demasiado peligroso, aunque sea solo una posibili...

 En ese momento la atención de la muchacha se desvió ante algo que sucedía en el Arrabal. El vello se le erizó a la muchacha.

 - ¡Espero que no sean ellos!

 Sin perder tiempo la muchacha corrió hacia el lugar del tumulto con la esperanza de ver algo, y temiendo que algo demasiado oscuro estuviera sucediendo...

Karlack aprovechó su altura para mirar por encima del gentío. El tumulto parecía provenir del escenario a donde se dirigía la bruja.

En ese instante el corazón le dio un vuelco y su pulso se aceleró. Gaelle.- pensó mientras salía a correr detrás de la rápida Evea. 

No anduvo con tantos miramientos como la chica para llegar a su destino. La línea recta era lo más rápido.

-¿No lo sabías? ah, claro que no viniste por la fiesta, bueno, dejame contarte lo que yo sé- y Selen parece ordenar sus pensamientos, se nota que se concentra en acordarse- Empecemos por el principio; hace 25 años un día sale del bosque un unicornio y se acerca a una chica del pueblo que se va con él. Este aconteciento milagroso encantó a todo el pueblo que se sintió afortunado y especial, y entonces en los años siguientes recordaban el aniversario de esto. Al quinto aniversario, no era una gran fiesta pero mucha gente aprovechaba para reunirse y pasar el rato, y ese mismo día ¡vuelve a salir del bosque un unicornio! Se acerca a una chica del pueblo que estaba en su casa y ella se va con él. -Ahi la elfa te mira fijo, conspirativamente- esto es importante por dos cosas: una, había mucha gente y lo vieron todos. LO VIERON, estuvo ahi. - dice remarcando las palabras con su indice- y segundo: entró al pueblo. Entró. ¿entendes? se acerco a menos de ¿que? veinte o quince metros de personas que andaban por ahi, se metio entre las casas... -la druida empieza a perderse en sus pensamientos, farfulla frases y las deja inconclusas, obviamente pensando para sí misma- el ser más tímido... no soporta la cercania... La esperaría en el bosque---  ¡no sabrían de fechas!...  algun ritual; no hay de eso...

En unos momentos vuelve a la realidad y mira a su alrededor encogiéndose de hombros -La cuestion es que a partir de allí cada quinto aniversario volvio a aparecer un unicornio. Si vuelve mañana ya va a ser la sexta vez.- De repente se pone muy seria y dice con tono decidido -Auria, tenemos que seguir a este unicornio. Hay que averiguar qué es este animal que se lleva niñas indefensas.

¿Pero las niñas que se lleva, regresan en algún momento? Si esto no es así es posible que eso que creen ver no sea un Unicornio, sino algún tipo de doppelganguer o de maestro de las múltiples formas, capaz de cambiar su aspecto y fingir ser un unicornio. Ya te lo dije antes, Nivea. No me fío nada de ese unicornio que dices que sale. Lo que no entiendo tampoco es como hasta ahora a nadie le ha resultado tan sospechoso como me lo parece a mi...

Ambos compañeros salieron corriendo hacia el tumulto, estaban muy preocupados aunque por razones diferentes. Varias personas más se aproximaban también hacia la zona, aunque sobre todo desde otros puntos del Arrabal y un par de guardias venían a toda carrera desde la dirección aproximada del Centro, soplando unos pequeños instrumentos musicales parecidos a cuernos del tamaño de la palma de la mano a cuyo sonido la marea de gente se apartaba para dejar paso. Incluso antes de llegar, Evea comenzó a tranquilizarse no parecía que sus temores se hubieran visto confirmados… Por otro lado los de Karlack parecían recrecer.

El origen de los problemas parecía estar en una taberna bastante oscura, sus postigos estaban cerrados, aunque era obvio que estaba muy concurrida. Su cartel mostraba a una exuberante joven vestida con una falda que parecía estar hecha de retales de tela cosidos de forma reveladora. Junto a la entrada había uno de los escenarios menores que estaban desperdigados por todo el pueblo y un cartel anunciaba que los espectáculos que en el se ofrecían estaban patrocinados por la taberna aledaña. Era el escenario en el que Gaëlle había indicado que actuaría. En él parecía haberse interrumpido la actuación de un par de bellas muchachas escasamente vestidas con unos pañuelos cuidadosamente colocados en puntos estratégicos y que, por la cantidad de ellos que había en el suelo del escenario, empezaron bastante tapadas y, seguramente, de haberlas dejado seguir con su espectáculo, hubieran acabado mucho menos vestidas de lo poco que ya estaban. Ahora su público había dejado de prestarlas atención y, junto a un nutrido grupo de curiosos de los aledaños, se dedicaba a cotillear lo que pasaba en la puerta de la taberna.

Allí un guardia discutía con un semielfo de aspecto atractivo, con cuidada barda marrón y ropa elegante (Artheir Expósito en los PNJs). Dentro de la taberna había un barullo enorme y algunas de las personas de la multitud tenían cara de susto. El guardia insistía en entrar, mientras el semielfo le aseguraba que no pasaba nada, que todo había sido un malentendido y que lo estaban arreglando. Según se enconaba la situación el semielfo empezó a hacer veladas amenazas, pero que cesaron de inmediato cuando los dos guardias que Evea y Karlack habían visto acercarse corriendo a la vez que ellos llegaban allí.

En ese momento el semielfo cedió y los guardias entraron, hubo un nuevo alboroto y no tardaron en salir los cuatro en tropel, rompiendo la puerta, junto a dos semiorcos con dagas a los que los guardias amenazaban con sus lanzas. Los guardias ordenaban a los semiorcos que se dieran presos y éstos gruñían, amenazaban y protestaban de forma incoherente diciendo que habían sido engañados.
En la distracción que provocó la trifulca, aprovecharon dos mujeres para sacar a un hombre que se apoyaba en ambas con dificultad y llevarle en dirección al Centro. El hombre era un tipo enorme, lo que hacía difícil el trabajo de las mujeres que le llevaban, tenía un aspecto rudo, peligroso y desagradable, aunque no especialmente en ese momento, puesto que su cara estaba retorcido en un rictus de dolor y tenía una enorme mancha de sangre en el vientre, parecía haber sido apuñalado. Las mujeres tenían un aspecto también particular, una de ellas, una semielfa rubia de cabello largo en un complicado recogido, parecía haberse puesto a toda prisa con un vestido corto y demasiado sexy para salir a la calle; la segunda llevaba un delantal de camarera, ahora lleno de sangre del hombre, sobre un vestido con un escote demasiado generoso en condiciones normales y que ahora amenazaba con liberar lo que debía contener ante el esfuerzo por cargar con peso del herido.

Todo esto pilló a Evea totalmente por sorpresa, puesto que poco antes de entrar con los guardias, había visto cómo el semielfo miraba en lontananza disimuladamente y hacía un guiño rápido casi imperceptible. Mientras se fraguaba la algarada subsiguiente, la joven exploradora había estado oteando en la dirección que el dueño de la taberna había mirado y, unos instantes antes de que estallase la pelea, había distinguido a Gaëlle saliendo de un establo abandonado cercano sigilosa, con el rostro arrebolado propio de haber vivido una situación de tensión y miedo; además llevaba el vestido, elegante aunque no de excesiva calidad propio de una actuación, muy arrugado y, tal vez, un poco sucio. La bardo había mirado en derredor brevemente antes de alejarse hacia la calle paralela a la de la posada, en dirección al Centro; pero no había visto a Evea ni a Karlack, que se confundían entre el gentío.