Partida Rol por web

No será posible a la hora de comer, señorita Bellërose.- Digo, algo contrariado por la casualidad-  Si quiere podemos hablar después de que termine en mi despacho o en algún lugar con más tranquilidad, si es brevemente. 

Espera Gaelle, yo también tenía que acercarme al templo.- el guerrero siguió a la hermosa cantante.

Girándose se dirigió a Evea y Theonil.....os veo luego en la taberna o en tu oficina

Auria se levantó de golpe cuando vio a Nivea y en ese momento sus mejillas se pusieron coloradas, había pasado horas esperando a que la muchachca saliese de la posada donde se había alojado, pero no sabía ni como empezar ni como actuar con ella. Había estado con muy pocas personas en su vida, y las pocas que había conocido eran parte de su aquelarre y eran bastante "especiales".

Así que cuando la vio no pudo hacer nada más que levantarla la mano a modo de señal para que la mirase. Después empezó a juguetear con el pie, arrastrandolo por el suelo sin saber bien que decir, como si juguetease con la arena bajo sus pies.

Al poco se atrevió a hablar, aunque sus palabras fueron más bien escuetas:

- Ehm... hola, soy Auria, nos conocimos ayer, verás es que hay algo extraño en el bosque, siento alguna cosa rara allí, y bueno si me acompañases para verlo o mirarlo, así podría tener una segunda opinión. O a lo mejor estás muy ocupada. Si quieres puedo ayudarte a cambio. ¿Te parece?

-En ese caso en su oficina o... - se detuvo un momento, pareciendo de pronto resignada - o quizá sea mejor olvidarlo... Lo más probable es que sea una perdida de tiempo... gracias de todos modos...

Con la mirada gacha, daba la sensación de que incluso tratando de contener las lagrimas, se sirigió al interior acompañada de Karlack.  

 Evea siguió con la mirada los pasos de la joven juglar con cierto gesto de pesar en el rostro por la morticación de la muchacha. Finalmente negó con un sutil gesto de la cabeza y comentó.

 - Por lo que parece todo el mundo recorre a ti. No te aburrirás mucho.- Dice con un intento de sonrisa en los labios.- Será mejor que te deje trabajar.

 Tras despedirse la joven, sin mucha convicción se pierde entre la muchedumbre...

Karlack asintió y acompañó a Gaelle

Perdona, sé que no es de mi incumbencia, pero ¿te encuentras bien? Si puedo ayudarte en algo cuenta conmigo.- el corazón se le había acelerado, pero por lo menos esta vez no había tartamudeado

 Evea andaba un tanto distraida, sumida en sus reflexiones, pero siempre a tiempo de evitar topar con alguien o evitar que una mano ajena buscara lucrarse de su ensimismamiento. Siempre solía haber gente dispuesta a ganarse la vida de cualquier forma, y los eventos como este festival era el momento propicio para hurtar bolsas y carteras poco vigiladas.

 La joven de piel oscura estaba pensando en las palabras de Theonil, busca información, en la caravana... No creía que la caravana fuera un buen lugar, entre otras cosas por que ya había buscado de forma discreta la posibilidad de alguna pista en ella. Pero debía seguir buscando. No podía dejar de hacerlo. Este pueblo vió nacer a Tianna, a parte de Theonil alguien más debe conocer de ella. ¿Pero quién? Dada la vocación de Tianna no hubiera sido extraño que fuera conocida por sacerdotes. Igual que por miembros de la guardia. Desafortunadamente, tanto unos como los otros hoy tienen un día muy atareado... pero... quizás... si pudiera encontrar aquel guardia con poderes como los que tenia Tianna... En cualquier caso era un posible camino a seguir. Mejor que nada.

 Con mayor determinación la muchacha se dirigió al cuartel de la guardia.

Karlack, si te parece acompaña a la señorita Bellerose y que exponga su problema. A la tarde, antes de la ceremonia principal nos encontraremos en la taberna y lo hablamos unos minutos, si te parece. -Sonrío cansado a Evea y con un gesto afirmativo parto, raudo, hacia el interior de Zoguejo, donde sólo los elfos pueden entrar.

el caballero rojo... Pienso en voz alta- ¿Quién podría darme algo de información sobre ello? Aleena está ocupada; puede que Hadush pueda ayudarme... Supongo que no me lo puede negar. 

-No te preocupes - contestó dirigiéndole una sonrisa a Karlack - es solo... es solo... que creo que voy a fallarle a alguien a quien quiero. Me encargaron algo que no creo que vaya a poder cumplir... que ni siquiera se si alguien podría ser capaz de cumplir... es complicado... y este no es el mejor lugar para hablar de ello.  

Continuó caminando a su lado en silencio unos segundos

-Gracias de todos modos... por interesarte. Si quieres escuchar la historia entera podemos detenernos después en alguna posada o algún otro sitio, si tienes tiempo para ello. 

Emmm, sí, sí, claro, lo que necesites.- los nervios volvieron a atenazarle el estómago

Gaëlle entonces le cogió con delicadeza la mano a Karlack.

-Hey, tranquilo, no muerdo - le susurró dulcemente sonriendo. 

Lo-lo sé, si no seríais una especie de monstruo al que habría que exterminar.- el guerrero se dio cuenta que no eran las palabras más adecuadas.....lo siento...tomó aire y respiró, nunca he estado cerca de una mujer tan bella, y no sé porqué me cuesta hablar cuando estás cerca.

Tranquila que mi intención no es importunarte, pero es que no sé porqué reacciono así. No es la primera vez que estoy al lado de una mujer, bueno, tú ya me entiendes.

Cohibdo todavía soltó la mano que tan gentilmente le habían cojido....estoooo bueno, ¿por dónde tenemos que ir???

Gaëlle no pudo evitar una sonrisa al escuchar el comentario acerca del monstruo. No estaba segura de si se trataba de una broma o no, pero le parecía divertido. 

-No te preocupes, no me estás importunando. 

Evea no consiguió que le dejasen volver a cruzar el arco de entrada; aunque el guardia fue amable, también resultó inflexible al señalar que sólo le habían dicho que la joven humana podía entrar y salir al templo una única vez. Al menos esta vez no tuvo que soportar los comentarios airados de los transeúntes que trataban de convencer al guardia de permitirles la entrada con mil y un argumentos a cual más disparatado por verla entrar cuando a ellos no les dejaban.
Por si fuera poco el elfo tampoco fue capaz de decirle dónde podía estar el guardia que buscaba, aunque al menos fue capaz de informar a la morena humana de su nombre: Elemmir Espadestrella.
Por suerte en su negativa, el guardia dio a la exploradora una buena idea para seguir su búsqueda, cuando sugirió que si Evea creía que sus instrucciones estaban equivocadas, lo aclarase con la teniente Recta, que se encontraba en su puesto de vigilancia en el Festival. Afortunadamente ese lugar le era familiar, pues era donde la había encontrado el día anterior al poco de llegar a Zoquejo, seguramente la teniente sabría dónde encontrar al paladín.

Evea tuvo que entrar de lleno en el Festival, su ambiente era realmente ruidoso; esquivando gente, entre malabaristas y trovadores, llegó hasta el puesto de vigilancia de la teniente, que parecía muy estresada. Aunque saludó a Evea con amabilidad trató de atenderla lo más rápidamente posible, aún así tuvo que interrumpirse en su conversación de un par de minutos cuatro veces para despachar a uno u otro guardia que acudía con alguna complicación o información urgente.

Para cuando acabó de hablar con la teniente Recta, Evea sabía que Elemmir entraba en turno de nuevo al mediodía, lo que para su sorpresa, había sido ya hacía un poco. El lugar era, probablemente según dijo Recta, el menos agradable, ya que debía encargarse de que los tumultos en el burdel que habían puesto en las afueras no llegaran a mayores.
Le llevó un buen rato avanzar menos de un kilómetro que le separaba del lugar, dado que la gente parecía haber brotado del suelo y era muy difícil avanzar a buen paso. Cuando consiguió salir de la feria todo resultó más fácil, sobre todo al dirigirse campo a través hacia el lugar en vez de atravesar por el Arrabal que también estaba muy concurrido.

La carpa que había visto empezar a montar el día anterior estaba completa, era la mayor de toda la feria, con excepción del Circo de los Horrores y la taberna desplegada por Gareck Destilador. Era una lona en tonos rojos y negros que se alzaba en un círculo solitario, lejos del pueblo y de la feria. Estaba repleta de carteles dibujados, que representaban escenas eróticas, cuando no directamente pornográficas que anunciaban espectáculos de la misma naturaleza.
A Evea le sorprendió que, incluso a esas horas tan tempranas, tenía una cierta afluencia y que no toda era de extranjeros. No le costó ver dónde estaba lo que había venido a buscar. El acceso a la carpa, que parecía más sellada que la cámara de un prestamista, sólo era posible por una abertura coronada por un pasillo de dosel de gasa, rodeada de una cordada dorada y flanqueado por sendas señoritas bastante poco vestidas, y la poca ropa que llevaban más pensada para resaltar sus encantos que para taparlos.
Un grupo de gente local, no demasiado numeroso pero muy ruidoso estaba más allá de la cordada, imprecando a todo el que entraba, gritando consignas más pensadas para rimar palabras específicas que para ser pegadizas o calar fácilmente. Estaba claro que se oponían a la presencia del burdel, lo consideraban una afrenta a los unicornios y degradante para las mujeres que trabajaban allí, entre otras cosas. Los ánimos estaban muy caldeados y ya no parecían muy conjuntados en sus actuaciones, cada uno gritando por su cuenta lo que mejor le parecía, de modo que había que prestar mucha atención para captar por completo el mensaje que proclamaban en detalle.
Pero lo más interesante es que, evitando que los exaltados pasasen el cordón y que los clientes se encarasen con ellos había tres guardias, uno de ellos era el paladín que la había curado la noche anterior, se dedicaba a pasear frente a los congregados, con las manos a la espalda, la espada colgando ostensiblemente a la cadera, y mirando ceñudo a quienes se acercaban a la entrada, que agachaban la cabeza y tiraban para dentro rápido o salían rápido para emprender el camino de regreso a la feria. Evea se fijó que entre los alborotadores el volumen de los gritos se apagaba hasta casi desaparecer por donde pasaba el elfo, para retornar a su timbre habitual al alejarse.

 La muchacha, oculta aún entre la espesura, pues no tenía del todo claro lo que pasaría si ella se aproximaba a esa carpa. Seguramente algún altercado. Por lo que había comentado Alondra, la muchacha élfica de pelo azabache, los hombres de la zona iban... muy necesitados.Lo había podido constatar la noche pasaada cuando empezó un poco de baile acrobático, antes de que Nasha los auyentara. No quería ni pensar en que pasaría si la vieran acercarse a las carpas, quizás les diera paso a pensar que era una joven fácil. Se tapó con la capa y se embozó la capucha a pesar del buen tiempo.

 Finalmente decidió acercarse a los guardas elfos, procurando mantener su identidad oculta.

Quizás debería buscar a esos viejos... La información que necesito seguramente esté a pie de calle, no creo que la documentación del templo sirva, aunque no la descarto... -Intento hacer memoria de dónde los vi por última vez, vigilando, eso sí que no se me pase la hora.

Evea llegó sin complicaciones hasta la cordada, pensó que sería más seguro llegar del lado de los vociferantes que desde el de los clientes del espectáculo. Su discreción fue tal que ni siquiera le prestaron atención, los guardias que acompañaban a Elemmir, un semielfo y una elfa miraban nerviosos a la multitud. Evea pudo oír cómo algunas de las manifestantes zaherían con crueldad a la guardia, que las miró con ojos chispeantes, pero se quedó quieta y callada con el labio superior temblándole ligeramente tras dirigir una mirada a Elemmir, que hacía oídos sordos a todo lo que ocurría mientras paseaba inquietante frente a la multitud.

El paladín elfo no miraba en dirección a la gente del pueblo, conteniendoles con su mera presencia, de modo que no se fijó en la llegada de Evea, tampoco los otros guardias parecían haberle prestado atención; probablemente porque era la única que no montaba alboroto.