Partida Rol por web

Afirmativo

Contuve la respiración durante varios segundos cuando el magnífico animal entró. Si alguna vez había dudado de la eficacia de los dioses, cualquier duda fue despejada con la entrada de semejante ejemplar.

brillaba por sí solo, no de manera molesta, sino como algo puramente bello. Contemplé con solemnidad cómo se debatía entre las diferentes amazonas, cómo parecía jugar con el público:

-Termina el trabajo de una puta vez... venga. - Dije, maldiciendo entre dientes.

Observé con una lágrima en los ojos cómo se acercaba a Nasha, y cómo un vínculo se estableció entre ellos, una comunicación sincera y palpable por todos. Ese calor me reconfortaba. Me acunaba como el lecho materno que ya habia olvidado.  Veía una sonrisa cándida, unos ruidos de madera chocando, unos carromatos en un maizal. Vi a mi madre tejiendo una cesta, noté el olor del campo en mis fosas nasales, el polvo del camino en mi boca, mis pies desnudos sobre el suelo. Vi a mi padre herrando una mula junto con otros hombres, escuché a mi abuelo entonando una triste tonadilla gitana.

De repente hubo una gran explosión. Todo fue fuego y muerte. Vi cómo la mula ardía muerta en el camino, el trigo quemado arrasó mis fosas nasales, la canción de mi abuelo se había convertido en aullidos de dolor. Mi madre... Mi madre... no estaba. Cuando recobré el conocimiento me hallé en el suelo de la plaza, con algo de sangre en la cabeza por el golpe. Rápidamente me levanté, y mi instinto me llevó a buscar a Nasha. Vi cómo salía corriendo tras el unicornio, y yo hice lo propio tras de ella, tan rápidamente como me permitían las piernas.-

¡Karlack! ¡Evea! ¡Reunid a todos en mi casa! ¡Nos vemos allí! -Grité a la carrera

 Evea estaba agotadaa, llebaba en tensión todo el día por culpa de su investigación. A parte, la sensación de amenaza, la atenazaba.

 El intentar manterese alerta y buscar una señal de alarma que confirmara sus miedos, en todo aquel mar de rostros y gestos, también era una gesta hercúlea.

 Así fue como recibió la llegada de aquel magnífico ser, la presencia del unicornio solo refrescó a la joven y le subió la moral, si existían criaturas como aquella la oscuridad parecía menos lúgubre.

 Presenció con emoción el proceder del unicorino, embebida en el estado emocional reinante en el lugar, contemplando como el ser elegía a la que tendría que ser la nueva amazona. Se sorprendía con los gestos ese, cuando se acercó a la joven elfa, como se comportó con la mujer extranjera de ropajes rojos y la pelirroja Trella, y el enlace místico que estableció con Nesha.

 Su corazón se iluminó de felicidad al ver aquel momento tan especial en el que el unicornio reconocía en Nesha a la futura amazona. Hasta que todo se convirtió en una extraña locura, el unicornio cambió al fn cuando parecía haber elegido se acercó trotando a aTrella paraa llevárasela y dejar a la descompuesta Nesha.

 Entonces Theonil cayó al suelo como golpeado por un mazo, la joven Evea se arrodilló junto a este preocupándose por su estado. Entonces pensó en que quizás, durante el momento de distracción los malvados haabían actuado miró a su alrededor en busca de los siervos del príncipe demonio, pero ante tan ingente cantidad de semblanes y la confusión reinante era imposible ver nada.

 Entonces el aasimar pareció recuperar la consciencia dando un mensaje desconcertate.

 ¿Qué ha pasado? estaba a punto de preguntar, pero no era el momento ni el lugar, simplemente asintió.

 - Iré a por Gaëlle.

 Sin perder tiempo emprendió la marcha.

El guerrero todavía seguía con la boca abierta cuando Theonil se fue corriendo. Nunca se había considerado de los que se asombraban por nada, pero la imagen del unicornio le había dejado sin palabras.

Tardaría tiempo en olvidar esa imagen de poder y señorío.

El unicornio había elegido una chica y se la había llevado, en principio el festival se resumía en esto. Toda la parafernalia y actos que conllevaba para que al final el unicornio se llevara a una chica. Para el guerrero lo único importante era poder ver la majestuosidad del animal.

Aunque entendía la reacción de Theonil, esperaba que su hija fuera la elegida. Al parecer el unicornio no pensaba lo mismo.

El guerrero reaccionó ante las palabras de Theonil y de Evea....yo llevaré a Diedric y a los demás.

El guerrero se estiró todo lo que pudo para ver por encima del gentío. Afortunadamente pocos eran tan altos como él allí. Buscó al grupo que ya conocía, a la gente con la que había coincidido en el combate del almacén, Diedric y creía recordar que la chica se llamaba Auria

Theonil nos necesita, algo malo va a ocurrir. Rápido, seguidme y os lo explicará él mismo. No hay tiempo que perder. 

El enlatado guerrero reunió a todos los que pudo y se dirigió a casa de Theonil.

Gaëlle se quedó de rodillas, en el suelo, durante algunos minutos. Le dolía la cabeza, se sentía mareada, no podía pensar con claridad. Cerró los ojos, apoyó las manos en el suelo y respiró hondo, despacio. Poco a poco notó como su corazón se iba calmando, sus músculos se relajaban y las ideas volvían a fluir en su cabeza. 

Había sido incapaz de encontrar nada, pero al menos Nasha... espera... ¿Nasha? No era ella quien iba en el unicornio... La había visto cruzando el muro de espinos, pero sola... ¿Que había pasado? Mientras trataba de encajar todo en su cabeza un hormigueo fue invadiendo su pecho, los brazos le empezaron a temblar. No pudo evitar echarse a llorar al darse cuenta de que definitivamente había fracasado. No había sido capaz de encontrar a Notcha, ni había sido capaz de hacer que le llegara el mensaje. Había fallado, en ese momento ya era un hecho. Ninguna de sus "brillantes" ideas había tenido éxito. Ninguno de sus "geniales" planes había funcionado. ¿Como había sido tan ingenua de pensar que podría hacerlo? ¿De verdad se había creído que tenía talento suficiente para convencer a Zoquejo de que la ayudase? En aquel instante se sentía no solo una fracasada, sino una imbécil. 

Poco después se levantó. Recogió de nuevo el vestido, probablemente estaría irreparable, otra cosa más que había estropeado. Echó a andar de vuelta a la posada. Caminaba cabizbaja, sin dejar de llorar, limpiándose la cara regularmente con el vestido, sin fijarse en lo que pudiera haber alrededor o con quien pudiese cruzarse. ¿Que más daba?

Volvería a la plaza, buscaría a Karlack, cogería sus cosas y su dinero, iría a cambiarse de ropa y se emborracharía. Ese si que era un buen plan. Emborracharse hasta caer inconsciente y olvidarse de los últimos dos días, un plan a su medida, seguro que con algo así no metía la pata.    

La druida estaba preparada para el mal momento: para desenmascarar el engaño, para enfrentarse al pueblo descontento cuando les quitara su milagro... se había endurecido para la violencia. No esperaba esto.

Un sueño, realmente el milagro de la armonía y la naturaleza frente a ella; una de las mayores bendiciones de Gaia ¡para ella! ¡a su alcance!

Sintió la unión compartida, el lazo profundo de dos criaturas que se nutren de la misma esencia. Se abandonó a la comunión, olvidando sus dudas. Demostro su alegría y su respeto lo mejor que pudo, sintiéndose torpe ante la majestuosidad de la criatura faérica. Deseando poder dar algo más a esta criatura maravillosa que sus simples votos de druida; de pronto su compromiso de una vida dedicada al cuidado de la armonía natural tomó proporciones más importantes y profundas. Más reales si se quiere.

Cuando el unicornio encontró a su compañera, la unión fue tan perfecta que no cabía ninguna otra posibilidad. Como el trueno y el relámpago, son una misma cosa y no están completos sin el otro. Fue un momento de perfección. Felicidad inconmensurable. Paz.
Y de repente lo impensable. Se separaron. Corrieron para lados opuestos. Se movieron contra la naturaleza toda, y rompieron todo el balance del mundo. El dolor es casi palpable y la deja sin aliento -No puede ser. No debe ser. ¿que están haciendo?
Aturdida Selen se mueve unos pasos hacia el unicornio, luego unos pasos hacia donde corre la chiquilla, se tambalea y no puede pensar con claridad. Sólo puede pensar que no es posible, su mente niega lo que le muestran sus ojos. Confundida, levanta su brazo hacia el unicornio, queriendo llamar su atención y comienza a acercársele, pero éste ya ha conseguido su jinete y se da la vuelta y se aleja al galope.

 La joven se dirigió tan rápida como pudo, esquivando a la gente en dirección a la zona custodiada por los guardias. Pero al estar atestado de gente todo el recorrido en algunos momentos el avance fue más lento del esperado nobostante alcanzó la puerta y habló con el guardia.

 Llegando con la respiración un tanto entrecortada por la cararera y la urgencia que parecía tener Theonil, Evea se presenta al guardia hablaando atropelladamente.

 - Es muy urgente, necesito encontrar a la dama Gaëlle, vi que entró en esta zona y tengo que contactar con ella. Es urgente, muy urgente.- La expresión de la joven así lo urge.

[Resolución conjunta para Nívea, Auria, Karlack, Evea y Theonil]

Unos segundos de duda, de detenerse el mundo y, de repente, un caos. El susto de Theonil al caer quedó olvidado el segundo siguiente a comprobar que estaba bien. Órdenes precipitadas y todos lanzándose hacia las direcciones indicadas.

Entre empujones se abrieron camino entre gente que en su mayoría no les prestaba mucha atención o se limitaban a mirar con lástima y tristeza a Theonil.

El guerrero reaccionó rápido tras recibir instrucciones, puesto que de Drieric no tenía noticias desde el día anterior, supuso que si podía encontrarle sería en la posada, donde -pensó- ya no le atendería Trellana, así que mejor empezar por lo que tenía seguro y podía perder. Hasta que no pensó en ello no había reconocido a la niñita elfa que había corrido a unirse a las candidatas, a la que el unicornio se había acercado primero para después pararse abruptamente y luego saludar, era la tal Auria con la que Gaëlle había hablado entre el muro de espino. Y, puesto que seguía llevando el equipo de guerra de la noche anterior, incluso en la ceremonia, ¡y como participante!, parecía encajar perfectamente en lo que Theonil había pedido.

El aasimar inició la carrera en persecución de Nasha, pero pronto se dio cuenta que si tenía alguna posibilidad, y su mente consciente le decía que no tenía, no sería escalando el muro sino entrando por el Centro. Giró pasando muy cerca de la druida a la que el unicornio había saludado, que parecía tan aturdida por lo que había pasado como él. Aceleró hacia la entrada, en la misma dirección que había tomado Evea.

Mientras la humana de piel oscura había marchado con su caminar rápido y en línea recta hasta el arco de entrada, una multitud de elfos se acumulaban en el que camino que llevaba a sus hogares, ralentizándola. Cuando llegó hasta la entrada, el guardia le impidió el paso, mientras trataba de convencerle de la importancia de su misión, pudo ver a Theonil que se acercaba; o más bien escuchar la ristra de palabras malsonantes en elfo que le precedía en carga, a codazos y empellones, a través de las multitudes que se dirigían al Centro. Aunque el guardia miró en su dirección no parecía ni que fuera a detenerle ni que fuera a dejar a Evea para dedicarse a él.

Sin saber muy bien ni cuánto tiempo había pasado, la bardo volvió hacia la salida con pensamientos deprimentes. Una avalancha de gente llegó de repente, de dirección contraria a la suya; elfos locales que volvían a sus hogares o las tabernas del Centro, después de la ceremonia. Aún así no tuvo tantos problemas para avanzar como otras veces esa tarde, en parte porque había menos gente, en parte porque todos eran educados y civilizados elfos, pero sobre todo, porque la esquivaban y la miraban con seriedad y desagrado. Aunque la permanente parte de su mente que gobernaba la coquetería salto alarmada por el aspecto que tendría para provocar esa reacción, lo cierto es que estaba demasiado deprimida para preocuparse en ese momento.

Llegaba ya al arco de entrada cuando, entre la multitud que entraba – la parte de la multitud que protestaba e insultaba en élfico – pudo ver aparecer a Theonil, corriendo como alma que lleva el diablo y abriéndose camino entre codazos y empujones. También pudo distinguir a Evea un poco más lejos, discutiendo con el guardia del arco.

[2º Resolución para Gaëlle, Theonil y Evea]

Theonil pudo escuchar la respuesta del guardia a Evea, mientras pasaba corriendo, aunque no pudo percatarse de mucho más, puesto que su alocada carrera le alejó del arco hacia la zona en que había cruzado Nasha.

-“Lo siento, señora. Ningún extranjero puede entrar en el Centro sin autorización, no hay excepciones, si considera que la medida no es de aplicación en su caso puede discutirlo con la teniente. La maestra Bellerose había sido explícitamente excluida de la prohibición de entrar por la teniente Recta. No es su caso.”

[2º Resolución para Gaëlle, Theonil y Evea]

Por suerte, mientras trataba de hacer entrar en razón al guardia, pudo distinguir a Gaëlle, atravesando la plaza interior, tenía un aspecto desmejorado, llevaba el vestido cogido por el vuelo en el brazo, estaba bastante arrugado y un poco sucio, aunque seguramente se podría recuperar. La bardo tenía manchas de maquillaje, señal de que había estado llorando y las manos, así como las rodillas, que asomaban por el vestido recogido, estaban un poco magulladas y ennegrecidas de haber estado en el suelo. Parecía muy triste y acongojada. Seguramente, la bardo había llegado a oír la respuesta del guardia a una pregunta de Evea que no había tenido tiempo de oír.

Theonil y Gaëlle también pudieron intercambiar una breve mirada, pero antes de que el aspecto de la chica pudiera calar en la mente del investigador o ella tuviera tiempo de hacerle una seña, el hombre se había alejado a la carrera junto al muro de espinos. La bardo pudo notar que Theonil estaba muy preocupado y corría a todo lo que daban sus veteranas piernas.

Había atravesado el arco sin que el guardia le prestase atención, a pesar de ir provocando altercados todo el camino. No sabía si gracias a que Evea le entretuvo o porque realmente no pensaba hacer nada, pero nada de eso le importaba, ni la gente magullada, ni el guardia, ni siquiera Gaëlle y su aspecto deplorable, siguió corriendo esperando, contra toda esperanza, alcanzar a Nasha.
No le costó mucho localizar el sitio en que había cruzado Nasha el muro, su avispado ojo le confirmó la posición exacta. Tan rápido como le permitían sus habilidades rastreadoras, trató de localizar alguna pista de hacia dónde habría ido.

Por suerte parecía haber usado los caminos de tierra y piedra no naturales, probablemente para no molestar a las flores que adornaban los parterres. Siguió su pista por la ciudad, rezando para que se dirigieran al templo o a casa de su abuelo o a la de ese bueno para nada de Álvaël. Pero no. Perdió las huellas al llegar al bosque, entre la maraña de arbustos, espinos, enredaderas y arbolillos que marcaban la primera línea de defensa del Reino.

Era un terreno muy difícil de pasar, que normalmente haría muy fácil rastrear a quién lo atravesase, sólo habría que seguir el rastro de vegetación rota, restos de ropa desgarrada y sangre que dejaría quien pasara por allí. Pero no para alguien como su hija, quien, como los druidas, podía pasar por allí a voluntad y la flora se haría a un lado para permitirle el paso y volvería a su lugar después.

Encontrarla pasaba a ser labor poco menos que imposible.

[2ª resolución Nívea, Karlack y Auria]

Nívea Selen y Auria pudieron ver cómo en un grupo de gente del escenario en el que se había montado un jaleo importante, tres personas salieron corriendo, un hombre con pinta de elfo pero algo raro en él hacia Nívea, una mujer de piel muy morena hacia la entrada y un hombre con una coraza de guerra hacia Auria.

La druida más joven les reconoció, cuando su mente, todavía obnubilada por el encuentro con el unicornio, le informaba con tardanza de que eran los tipos que acompañaban a la simpática pelirroja que se encontró la noche anterior mientras exploraba el muro de espinos. El hombretón que venía hacia ella era el que la noche anterior llevaba el equipo de guerra, aunque ahora parecía un poco más discreto.

Karlack pudo ver en el rostro de Auria una gran preocupación, miedo y mucha tensión cuando se acercó hacia ella decidido a hablar.
-“¡Quieto ahí, no te acerques más a mi!” – le gritó la muchacha cuando aún estaba a cinco metros, ella parecía un animal asustado – aunque un animal peligroso – lista para salir corriendo o luchar a la menor señal de peligro, sus ojos brillaban con preocupación y desconfianza y, al guerrero, no le pasó por alto una mirada que dirigió hacia otra mujer elfa que estaba junto al muro, muy cerca del sitio por el que ahora corría Theonil. Era la mujer a la que el unicornio había saludado respetuosamente, una druida según escuchó a la gente decir. La experiencia en la batalla de Karlack le dijo que la mujer elfa era considerada una aliada por la chiquilla; porque, ahora que la veía de cerca por primera vez, pudo notar que Auria, a pesar de su mirada feroz y sus armas de guerra, era casi una niña.

El guerrero se paró al instante evaluando la situación. Levantó ligeramente las manos, mostrando las palmas vacías para no resultar amenazador.

Tranquila, chica. Vengo a buscaros a ti y a tu amiga....con un movimiento de cabeza señaló a la druida.

Apenas hay tiempo para explicaciones, me envía Theonil a buscaros, algo malvado se cierne sobre este lugar y van a necesitar nuestra ayuda. Por favor, acompañadme a casa de Theonil y él os dará más explicaciones.