Partida Rol por web

Una vez acomodados en vuestros asientos y con todo el nuevo material repartido[1] la Banshee entra en el hiperespacio. Por las ventanas de la nave podéis ver como el característico color azulado rodea a la nave. Durante el viaje decidís que lo mejor será acercaros a una ciudad y desde allí trazar un plan. Quizá lleve algo más de tiempo, pero si las cosas se quieren hacer bien las prisas nunca son buenas compañeras. La capitana os confirma que hay una ciudad a unos días de camino y que podrá dejar la nave oculta en una zona de un bosque de hongos para no levantar sospechas...

...

Cuando por fin os aproximáis la capitana Okeefe os informa que vais a salir de la velocidad de la luz y que en breves llegaréis a destino. El túnel hiperespacial se desvanece, y las agujas estelares llenan las ventanas de la cabina. Frente a vosotros[2] se encuentra el planeta Felucia; unos segundos después vuestros ojos se dirigen a la nave con forma de daga que asoma amenazante, un destructor estelar Imperial.

- Sujetaros - Dice Sirona - Va a ser un viaje movidito. 

Con esto, la capitana empuja el mando de control hacia  delante, enviando a la nave rápidamente y a bandazos hacia la atmósfera del planeta. Una vez la Banshee atraviesa la fina capa de nubes, podéis tener una buena vista de los pantanos fúngicos y las junglas de Felucia, donde hongos del tamaño de torres se yerguen como rascacielos. Sería un espectáculo hermoso si no os estuvierais aproximando hacia él de manera tan vertiginosa.

En ese momento, la Capitana Okeefe deja la nave a la deriva, un movimiento acompañado por sonidos de metal que gruñen en alguna parte de la popa de la nave. La Banshee vira, casi tirándoos a cada uno de vosotros al suelo, y se sumerge de lleno en el fúngico paraje. Otro enorme empellón empuja a la nave antes de que la capitana lleve el vehículo hacia una explanada, internándose en el interior de la jungla de setas.

Un fuerte sonido acompañado de una última sacudida es la señal inequívoca de que la nave se ha posado y por lo que parece seguís con vida... Una alarma suena por toda la nave y podéis ver que varios de los indicadores del panel de mandos se iluminan parpadeando incesantemente.

Nugirrha rugió mientras la nave efectuaba el aterrizaje forzoso, pero su bramido se vio ahogado por el estruendoso golpe de la Banshee contra el suelo. Gracias a la destreza de la capitana Okeefe, el vehículo aguantó y pudo tomar tierra sin demasiados daños (al menos en apariencia), y lo que era más importante, con todos vivos.

La wookiee había acabado en el suelo con un par de cajas encima. Las apartó murmurando improperios en su lengua nativa y se puso en pie. Buscó a Val con la mirada para asegurarse de que estuviera bien, y luego se acercó a la cabina de pilotaje.

- Uggguh hnnnhrrhhh uughguughhhghghghhhgh? Huuguughghg wrrhw huuguughghg huuguughghg wuuh uuh aarrragghuuhw? Aaaaahnr uugggh aaaaahnr uughguughhhghghghhhgh? [¿Qué ha pasado? ¿Estamos muy lejos de nuestro objetivo? ¿Son graves los daños?]-preguntó de manera apresurada.

-Veo que hemos tenido un aterrizaje marca de la casa.-dice Zex mientras se ajusta las gafas de visión nocturna en la cabeza. Comprobó los indicadores de la nave pero todo parecía correcto. Ahora solamente les hacía falta saber que donde habían aterrizado.

-¿Estáis todos bien?.-gritó mientras recorría la nave comprobando que el resto del grupo estaba consciente y sin heridas.

El viaje a través del hiperespacio fue monótono y llevadero, pasando la mayor parte del tiempo entre la cabina y la sala de descanso, cuando la capitana anuncio su aproximación al destino Val dejo la cabina para los pilotos y se reunió con los demás para presenciar la aparición del destructor imperial ante sus narices. A medio camino entre el asombro y la furia de encontrarse con el imperio del golpe y porrazo, justo antes de la trepidante maniobra de Sirona tuvo el tiempo justo de sujetarse con su mirada en el acceso de la torreta de combate por si fuera necesario lanzarse al contraataque. Pero no fue así, la pericia de su piloto les hizo tomar tierra a salvo aunque con escasa elegancia.

-Estos bien...ve a ver – respondió a Nugirrha invitando con eso a que la mecánico fuera a ser útil donde realmente hacía falta

Su vista se poso en el resto del grupo que aparentemente no tenían ningún rasguño, así que obvió la pregunta innecesaria, mientras la alarma sonaba sin cesar al tiempo que Zex hacía su aparición.

-Si, todo bien ¿que demonios a sucedido? - pregunto exasperada por la situación

Aquello no estaba ni por asomo planeado, esperaba que la nave no hubiera sufrido daños grabes, era su única salida del planeta y la manera más eficiente de moverse por su superficie sin tener que exponerse al clima del planeta más de lo necesario.

La capitana se levanta de su asiento maldiciendo.

- Malditos imperiales y sus naves de mierda - 

Sale de la cabina y comprueba algo en uno de los paneles laterales del pasillo.

- ¡ Mierda ! - Dice haciendo caso omiso a las palabras de Zex. - Pues ha pasado que para que no nos detectaran he tenido que tirarme de cabeza contra el maldito planeta y no me ha dado tiempo a corregir para no reventar que se yo de la nave - Prosigue con cierto enfado hablando a la wookie.

Abre un compartimento de la zona común y se hace con un kit de herramientas que se hecha al hombro.

- ¡¡ Oye Crash !! Voy a salir a ver que nos hemos cargado. Vigila y si ves algo nos avisas - Sin esperar nada más abre la rampa de la Banshee y sale a la jungla exterior. El aire húmedo y cargado se cuela inmediatamente en la nave. Escucháis un improperio que no acertáis a identificar y Sirona regresa tirando al suelo el kit de herramientas.

- La nave esta más o menos bien, pero nos hemos cargado un par de cosas. Me temo que nos tendremos que quedar un par de días aquí. - Da un suspiro, o quizá sea un bufido y abre un holomapa en la consola central de la zona común de la Banshee. Podéis ver que se trata de un mapa de la zona.

Mira a Nugirrha y sonríe señalando el mapa.

- ¿No creeríais que me he tirado a lo loco verdad? Estamos aquí... y las instalaciones donde tienen a nuestro hombre estaaan - Recorre un pequeño trozo del mapa y se detiene en nuevo punto - Aquí, no parecen estar a más de un día a pie de nuestra ubicación actual. - 

Nugirrha tuvo la tentación de salir al exterior detrás de Sirona y acompañarla para revisar los daños, pero la capitana no estaba de buen humor (lógicamente) como para tener a una peluda y enorme criatura encima de ella, así que prefirió dejarla sola.

Por suerte, cuando volvió a la nave confirmó que los daños no eran tan graves, y tenían solución. 

- Uughguughhhghghghhhgh aaaaahnr uughguughhhghghghhhgh raaaaaahhgh hnnnhrrhhh wuuh huurh raaaaaahhgh raaaaaahhgh huuguughghg uugggh. [Me ofrecería a quedarme contigo para ayudarte a reparar la nave, pero creo que puedes sola, así que iré con el resto a la misión, donde también puedo ser útil].

La wookiee trató de memorizar el recorrido en el holomapa, recogió sus cosas y salió fuera. Quería empezar a acostumbrarse al aire del lugar antes de partir.

La llegada a Felucia no le había decepcionado. Intensa y acojonante, esas eran las palabras adecuadas. Mientras  trataba de controlarse para que las pulsaciones no hiciesen que el corazón le saliese por la boca, Marco no pudo evitar el admirar la destreza de O’Keefe. La nave se había comportado como su fiel corcel.

—Me ha encantado el aterrizaje —dijo cuándo por fin pudo abrir la boca—. Emoción a raudales antes de empezar nuestra parte. ¿Quién carajo puede pedir más?

El informe de la capitana de entrada no le agradó tanto. Había esperado quedar más cerca de la base y no tenía malditas las ganas de moverse por la jungla, pero tras pensarlo  un rato decidió que había sido un buen trabajo. Estaban lo bastante cerca.

—Un día para ir, unas horas para actuar y otro día para volver. Todo encaja, así que equipémonos y pongámonos en marcha. Espero que la fauna local nos deje en paz.

No tenía auténtica experiencia en entornos agrestes, así que se dejaría aconsejar. Empezó a coger sus cosas y aguardó expectante. Sus misiones o encargos siempre habían sido de corto plazo y muy concretos, no estaba acostumbrado a planificar en exceso. Instintivamente se dejó en manos de Val y Nugirrha, a quienes consideraba más capacitadas para moverse en entornos potencialmente hostiles. Flamo parecía más adecuado para otras tareas y Zex...Zex tenía que demostrar si servía para algo más que para enseñar su cara bonita y sonrisa luminosa. Marco servía para borrar de la jeta sonrisas luminosas, pegar tiros y arrastrarse por las cloacas.

—¿Rezarás por nosotros, Sirona? ¿Al menos apostarás algo a que volveremos de una pieza?

El pistolero siguió sin hacer ni una maldita mueca. La sonrisa estaba ahí, pero no quería salir desde su última copa en Alderaan.

En un segundo plano mientras la piloto hace las comprobaciones, concluyendo que las reparaciones necesarias les van a llevar un tiempo y que de allí no se movían, Val se mantuvo en completa calma. No era una misión contrareloj y ahora que su medio de transporte no podía cubrir su retirada en caso de necesitar una extracción rápida, deberían adaptarse.

-Bien...- dijo finalmente acercándose a la la consola y fijando su vista en el holomapa que Okeefe les muestra la localización de su objetivo – con esto podemos trazar una ruta segura hasta las instalaciones, explorar el terreno colindante y preparar una estrategia protegidos por la espesura de la jungla – si esta no nos mata antes pensó para sí antes de preparar sus cosas y ponerse en marcha – Sera mejor que mantengamos las comunicaciones al mínimo – le indico a la capitana antes de seguir a Nugirrha al exterior de la nave – y esperemos volver a vernos pronto

Poniendo los ojos en blanco ante la intervención e intento de cortejo, si es que podía llamarse así, por parte de Marco y descendió por la rampa sintiendo finalmente el bofetón del clima feluciano.

-va a ser un camino muuuuy largo – miró a Nugirrha de arriba abajo preocupada por si su peluda compañera estaría bien, su planeta natal era cálido pero aquella humedad no estaba segura que fuera buena para una wookie, ni tan siquiera lo era para los humanos – bien sera mejor que nos pongamos en marcha

Consultando el mapa que Sirona les había proporcionado se pusieron en marcha.

La capitana toquiteó unos botones en la consola y automáticamente apareció el mapa en vuestros data pads. 

- No te preocupes mi peluda amiga, yo me hago cargo de la nave con Crash, tendré la nave lista para vuestro regreso - 

Se acercó a Marco sonriente y meneando las caderas. 

- No tengo ninguna duda de que volverás querido - Dijo guiñándole un ojo al pistolero.

Preparados y equipados salís al exterior de la nave. Sirona parece que os sale a despedir junto con Crash, pero enseguida se van a un lateral de la nave y se ponen a toquitear uno de los paneles... 

Vuestros primeros pasos en la superficie de Felucia dejan claro que el planeta está realmente vivo. Hongos gigantescos se levantan sobre vuestras cabezas, y sus pabellones colgantes crean una espesura que bloquea casi toda la luz solar del planeta. Cada paso en el suelo de Felucia levanta insectos y otros hongos sobre la superficie. El sonido de la jungla es intenso y extraño, lleno de los ruidos de los cientos de insectos y animales moviéndose entre los pantanos, formando todo parte de un ecosistema vivo y brillante.

Flamo pronto comprendió que las comodidades se habían quedado atrás en Alderaan. La nave se vio obligada a seguir una ruta alternativa y a realizar un aterrizaje forzoso que por poco no había acabado con todos ellos. Dando un traspiés, el comerciante no tuvo más remedio que apoyar todo el peso de su cuerpo sobre el brazo recién operado cuando la nave dio un banzado. Aliviado, comprobó que el tratamiento de regeneración de su tendón roto había sido todo un éxito, y que su hombro volvía a estar sano y fuerte. O al menos todo lo sano y fuerte que que alguna vez estuvo. 

-Capitana, eso lo llamo yo una entrada discreta. -comentó en tono irónico cuando la nave tomó tierra. Por lo visto, la señorita Okeefe no compartía su mismo sentido del humor, a juzgar por su mirada que, de haber podido, le hubiera fulminado ahí mismo. 

En fin, al mal tiempo buena cara. Nadie dijo que fuera a ser fácil, y al menos conocían la ruta a seguir y todavía no tenía a medio Imperio encima. 

Flamo recogió sus cosas, cargó con algún medpac de emergencia, así como con los binoculares. De poca ayuda podían servir sus dotes de supervivencia. Él, como buen negociador y político, se encontraba más cómodo en el Salón de la Ópera de Coruscant que en las rebosantes junglas de Felucia. Suspiró. La verdad es que no entendía muy bien qué estaba haciendo alguien como él en un sitio como ese. Apenas sabía empuñar un arma. No era un buen corredor, ni nadador, ni siquiera era capaz de hacer una fogata. Sinceramente, y no era por ser racista, esperaba que la wookie se las apañara mejor.

Nugirrha comprobó el equipo y se colgó la pesada mochila sobre sus amplios hombros. Dio una bocanada de aire y se puso en marcha en la dirección establecida, mientras no perdía ojo a su alrededor. La temperatura allí era algo más elevada que en Kashyyyk, pero el verdor de la jungla le recordaba mucho a su hogar. Se sentía bastante cómoda entre la densa vegetación que les rodeaba. Ahora quedaba poder evitar, en la medida de lo posible, cualquier contratiempo con la fauna y habitantes de la región.

—Sí, claro —acertó a decir Marco en un alarde de locuacidad, ante la provocadora cercanía de O’Keefe.

Casi se alegró de ponerse en marcha. Se colocó detrás de la mole peluda de la wookie, su salvoconducto en este entorno hostil. Se sentía peor que incómodo en un entorno tan agreste, lejos de sus acogedores callejones malolientes y llenos de basura.  Con su nuevo flamante fusil al hombro se sentía algo más seguro, pero a corta distancia sería su vieja pistola la que le sacaría del apuro. Llevaba los binoculares a punto, esperaba que les fuesen útiles más adelante.

Miró hacia atrás, hacia sus compañeros. Al menos O’Shil parecía casi tan incómodo como él, quizá incluso más, pero Val no parecía afectada por estar en aquella mierda de lugar, lleno de colorines y bichos.

En el último momento antes de bajar de la nave, Zex decidió coger otra grana y otro medpac. -Por si acaso que nunca se sabe.... -pensó.

En cuanto puso un pie en el exterior, un golpe de humedad recorrió su cuerpo, apenas transcurridos unos instantes algunas pequeñas gotas de sudor perlaban su frente.

-Parece que el día de viaje no va a ser lo que más disfrute de esta misión. - resopló.

Val iba en cabeza de la marcha, parecía tener claro el destino, el clima no parecía ser un problema para ella. La wookie marchaba también cómodamente a pesar de todo el equipo que transportaba. El resto las seguía como mejor podían. Mientras iban caminando aprovechó para ir hablando con Flamo sobre las diferentes formas de evitar impuestos en las zonas calientes de contrabando de la Galaxia. Estaba claro que Felucia iba a ser un buen lugar donde aprender todo tipo de recursos para un futuro.

 No hay duda de que la ruta es la correcta; pero algo os dice que la zona es mucho más peligrosa de lo que aparenta ser. El camino es húmedo, embarrado, lento y farragoso. Charcos de agua estancada aparecen cada pocos pasos, hongos que parece girarse a vuestro paso, el incesante sonido de la naturaleza, y en vuestros datapads vuestro destino acercándose con cada paso que dais.

Llega un momento que los sonidos de la espesa jungla desaparecen, por completo... quedando tan solo el ruido de vuestras botas al contacto con el barro del suelo. Repentinamente todo vuelve a la normalidad, regresando el lejano aleteo de los insectos, el caminar de criaturas invisibles, el aullar del viento entre las plantas. Ahora los hongos parecen mucho más grandes que antes, al menos los de vuestra derecha. Los de la izquierda son más pequeños, hasta que cruzáis un nuevo charco. Entonces es al revés... 

El sudor de vuestra frente comienza a meterse en vuestros ojos, y cuando os limpiáis con la manga perdéis la visión durante unos breve segundos, al regresar todos los colores parecen más vivos, mas intensos. Vuestro destino ya está más cerca, no hay duda, así lo indica vuestro datapad.

El paisaje era asombroso pero tal y como se había supuesto antes de siquiera llegar al planeta, el camino a través de la jungla feluciana no estaba resultando en sentido alguno agradable, para ninguno de ellos. Durante sus años de instrucción la habían preparado para sobrevivir en distintos escenarios, enfrentarse a las contingencias que surgieran pero aquello era más de lo que cabía esperar.

Seguían la ruta trazada, seguros de estar siguiendo la ruta correcta, lamentablemente orientarse se hacía cada vez más difícil. Especialmente cuando el paisaje parecía cambiar solo en un abrir y cerrar de ojos. Embotaba sus sentidos, dificultando hasta el respirar o fijar la vista en el camino, especialmente con la viveza de colores que la rodeaban.

-maldita sea...- mascullo tratando de eliminar el sudor de su frente, echando mano de una de las cantimploras que había llevado con ella y dando un buen trago – deberíamos...- se echo algo de agua sobre la cara para espabilarse, no habían cruzado palabra desde hacía varios minutos y parecía que le costaba articular – deberíamos buscar un lugar que...parezca seguro y descansar, no podemos continuar en este estado o terminaremos exhaustos antes de llegar a nuestro objetivo...ya estamos cerca

Nugirrha tuvo que parar varias veces y rascarse los ojos para comprobar que no estaba sufriendo algún tipo de alucinación. Había visto vegetaciones curiosas y extrañas en el pasado, pero nada como esto. ¿Sería un efecto natural del entorno? ¿O quizá habían inhalado algún tipo de esporas alucinógenas? Afortunadamente contaban con el holomapa para guiarse.

Flamo tenía que reconocer que la perspectiva de una caminata de varias horas para entrar en una base Imperial secreta y rescatar a un misterioso informante en apuros no podía ser menos halagüeña. Pero a pesar de todo, los primeros minutos caminando por la selva de Felucia no resultaron tan duros. Cierto es que su físico no se podía comparar al de sus compañeros, y que caminaba el último, a marcha forzada. Cada poco, Val y Nugirrha se paraban para orientarse, y el jadeante comerciante aprovechaba para recuperar el aliento. De todas formas, comprobó con satisfacción que a pesar de las dificultades, era capaz de mantener el ritmo. 

Eso cambió después de un par de horas. 

El calor era agobiante, y el bosque de hongos parecía cambiar a cada paso que daban. Notó que la wookie también estaba desorientada y pronto Val tuvo que proponer un descanso. Flamo suspiró aliviado, al tiempo que se propinaba una bofetada en la nuca para matar a un monstruoso mosquito verde. Maldita sea... Intentó limpiarse en los pantalones, pero las vísceras viscosas del insecto se le habían quedado pegadas en los guantes. Se miró a las botas y contuvo otra maldición. Las había conseguido por una ganga, pero al fin y al cabo habían resultado no ser auténticas: la suela comenzaba a despegarse. 

Notó como Zex había reparado en el detalle, escondiendo una sonrisa pícara. ¿Y sabes qué es lo peor? Que tengo otros ciento veinte pares iguales... a ver cómo les doy salida ahora que sé que son falsas. 

Espantoso, un lugar espantoso. Marco no podía soportar mucho más tanta espesura, odiaba la jungla, maldición.

—Un lugar seguro…—repitió arrastrando las palabras, parecía borracho—. No debe de haber de eso por aquí.

Caminaba penosamente, mirando hacia todos lados y sacándose el sudor de los ojos como buenamente podía.

—¿Alguien sabe si la flora de este infierno es alucinógena? Pues yo me siento la mar de alucinado, ahora mismo.

Toda la ropa estaba pegada a su cuerpo, le pesaba cada objeto que portaba como si llevase varias rocas. Val tenía razón cuando habló de las condiciones climatológicas del planeta, pero aún eran peor de lo que esperaba. Por suerte estaba en bastante buena forma física. El tiempo en Alderaan lo había empleado entrenando cuerpo y mente, aunque en el caso de la segunda, volver a ver a la capitana le había demostrado que no tenía resultados esperados.

El descanso ordenado por la pistolera fue una buena decisión. Zex miró a sus compañeros y tanto Flamo como Marco parecía que lo estaban pasando realmente mal. Se acercó a ellos y les ofreció la cantimplora con agua fresca.

-Es peor de lo que pensaba, bebed, mantenernos hidratados es básico para no comenzar a tener alucinaciones.

El silencio que mantenían entre ellos durante la marcha, marcaba el nivel de exigencia de la misma.