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El guardián de mi hermano [+18]

Bertrand Dotter - Vida y milagros

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27/12/2020, 17:24
Bertrand Dotter

Infancia:

Bertrand nación en una granja cercana a la ciudad de Ristalt, junto a las Montañas Muralla y a pocas millas de la carretera del Rey. Su familia era bastante humilde, pero al menos no pasaba hambre. Su padre llamado también Bertrand Dotter, era un hombre agrio y algo gruñón, pero de buen corazón y sobre todo quería a sus hijos aunque nunca lo demostró con hechos. Su madre Alafreda era una mujer analfabeta que sabía hacer pocas cosas más que coser, cuidar de los cerdos, cultivar el campo y tener hijos.

Bertrand, o Bert como le llamaban sus hermanos y amigos tuvo doce hermanos, siendo los más próximos a él por edad Tonfred un año mayor y Tomino, siete años menor. Su hermana Trinya la mayor de todos ellos fue la que siempre cuidó de sus hermanos, pues su madre no dedicaba el tiempo necesario al cuidado de sus hijos, pues realmente le era materialmente imposible.

El anciano Halsan Fal, se puede considerar el primer mentor de Bertrand, no sólo por ser la persona que le enseñó cálculo, lectura y escritura, sino porque fue realmente el primer adulto que comenzó a moldear junto al resto de niños de los alrededores, al hombre en el que aquel hijo de campesinos llegaría a convertirse. Tras la muerte de su mentor, trabajó un tiempo en la granja familar y como mozo de cuadra en una taberna fronteriza, hasta que decidió partir a la ciudad de Ristalt junto con dos de sus hermanos.

Fue nada más cumplir los dieciocho años cuando se aventuró junto a sus dos hermanos Tonfred y Tomino, a marchar a la ciudad. Su intención no era otra que labrarse un futuro diferente al que estaban predestinados en la granja. Mientras Tonfred se convirtió en aprendiz de tonelero y Tomino de sólo once años por aquel entonces trabajaba como fregaplatos en una taberna, Bertrand se convirtió en el asistente de un sacerdote local, entrando a formar parte de la iglesia de Mitra como novicio. Fue poco después de aquello, cuando su hermano menor Velris desapareció sin dejar rastro, mientras cuidaba de las cabras de sus padres.

Velris Dotter.

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27/12/2020, 17:26
Bertrand Dotter

Primera época en Ristalt:

Bertrand tan solo tardó unos meses en poder entrar a formar parte de la llamada Hermandad de Novicios de Mitra. Una organización  paralela a la iglesia de Mitra que se dedicaba a formar y a entrenar a los futuros miembros de todo derecho de dicha iglesia en Ristalt. A cambio de formación académica, religiosa y marcial, los novicios se convertían en asistentes de los clérigos y sacerdotes de las diferentes órdenes de seguidores de Mitra o bien en escuderos de sus paladines.

Bertrand fue aceptado mucho antes que la mayoría, pues demostró una base muy amplia de conocimientos y unas aptitudes innatas para el oficio del sacerdocio. Comprendía las escrituras mucho mejor que la mayoría de ajenos a la iglesia y se esforzaba como el que más para ser aceptado. La sacerdotisa Lessien Bardehall, directora de la Hermandad de Novicios de Mitra, reconoció en Bertrand a alguien con un futuro alentador si no se torcía en su camino, por lo que dedicó muchos esfuerzos en su formación.

Lessien Bardehall.

No se equivocó con él, pues en unos pocos meses pronto le dio la alternativa a Bertrand ofreciéndole entrar a formar parte del séquito de un importante clérigo de Mitra que residía en la ciudad. Bertrand, eclipsado por las posibilidades que aquello le otorgaba y tras conocer el nombre del susodicho clérigo, aceptó sin pensárselo demasiado.

Pese a que ya con veinte años no era ningún niño, Sir Everek Lacrua se había fijado en él, gracias en parte a las constantes recomendaciones de la sacerdotisa Bardehall y acabó aceptándolo como su asistente personal. De esta forma, Bertrand Dotter se convirtió a los veintiún años en un miembro de pleno derecho de la iglesia de Mitra. Gracias a ellos obtuvo una paga suficiente como para subsistir sin problemas en Ristalt junto con sus dos hermanos, llegando a poder comprar una pequeña casa a las afueras.

Everek Lacrua.

Lacrua era nada más y nada menos, que la principal autoridad religiosa del ducado de Fortaleza. Por ello los viajes a la Abadía de Mitra en la pequeña población de Puente Galeon y a la capital del valle Ultimo Hogar, fueron una constante durante aquellos primeros años. Lo cierto fue, que durante casi tres años, Bertrand se dedicó en exclusiva a atender los deseos de Lacrua, a asistir a los oficios y a copiar los manuscritos y textos sagrados de la iglesia de Mitra en Ristalt. Pero todo cambió una noche de verano.

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27/12/2020, 17:29
Bertrand Dotter

Asalto a la Abadía de Puente Galeon:

Un día cualquiera de verano, Bertrand se dirigió a sus aposentos tras los últimos oficios del día. Tras asearse y comer algo de forma furtiva en su celda, se dispuso a dedicarle una última oración a Mitra, rogándole por su bendición y protección. Cuando tan solo llevaba unos pocos versículos pronunciados en voz baja comenzó a escuchar un gran alboroto en los pasillos.

Alguien estaba golpeando contra las puertas de las celdas y llamaba a gritos a sus ocupantes. Bertrand se alzó, agarró su espada bastarda y con el ceño fruncido esperó unos instantes tratando de escuchar algo a través de las delgadas paredes de su celda. Fue entonces cuando alguien golpeo con fuerza contra su puerta.

¡A las armas! – Gritó desde el exterior una voz conocida, la de Uliam Taclan, paladín de Mitra y capitán de la guardia del templo.

Uliam Taclan.

Bertrand se dispuso a abrir rápidamente. Uliam era su ejemplo a seguir. El hombre en el que quería convertirse. Un ejemplo de virtud y valor para todos los novicios que pretendían aspirar a ser llamados paladines de Mitra. Para cuando Bertrand abrió la puerta, Uliam ya se hallaba dos celda más allá y el rostro de otro de sus compañeros surgió del marco de la puerta contigua tan confuso como el suyo propio.

¿Qué sucede, mi señor? – Preguntó Bertrand.

- ¡Armaos y estad listos cuanto antes! – Respondió. – ¡Alguien ha atacado la Abadía de Puente Galeon y debemos partir hacia allí a la menor brevedad posible!

Bertrand no había entrado en batalla todavía. No al menos en una de consideración y estaba ansioso por demostrar sus dotes a Uliam y a la propia Mitra. Quería que su mentor, Everek se sintiera orgulloso de él. Esa era la oportunidad que había estado esperando.

Lo cierto fue que se dieron mucha prisa en llegar a la Abadía. La iglesia de Mitra tenía sus métodos para acortar distancias y para media hora antes del alba, un ejército de diez paladines, treinta clérigos y medio centenar de hombres de armas, se hallaban en las proximidades de la Abadía, la cual se encontraba a casi diez kilómetros de la ciudad de Puente Galeon.

El edificio principal estaba en llamas. El patio de los robles centelleantes arrasado y las estatuas de Mitra y de los otros dioses del bien, habían sido descabezadas y desmembradas, tumbándolas contra el suelo y machacadas con picos y martillos. En el patio se hallaban los monjes y custodios fallecidos y para cuando lograron apagar el incendio, no hallaron ni una sola de las reliquias que albergaba aquel santuario.

No hubo supervivientes más allá de veinticuatro horas. Tan solo dos monjes terriblemente desfigurados por la acción del fuego, vivieron unas pocas horas. Contaron que habían sido atacados por una horda de hombres bestia. Seres con apariencia animal, pero hibridados de alguna forma con humanos. Seres deformes con cuernos y pezuñas en lugar de pies. Uno de los monjes alcanzó a decir que aquellos seres no hablaban un idioma conocido, pero que reconoció el nombre de uno de ellos.

Ya de regreso en Ristalt, Bertrand empezó a obsesionarse con lo sucedido. La desolación que experimentó aquella mañana en la Abadía quedó grabada en su alma. Las atrocidades de las que podían llegar a ser testigos los dioses sin hacer nada para interponerse a dichos actos, empezó a atormentarle. Seres tan poderosos como los dioses debían intervenir en momentos como aquel. Gente de bien, gente honrada y gente de fe habían muerto como perros sin que ni uno sólo de los dioses garantes de la palabra bondad, movieran un solo dedo por ellos.

Pero la pasividad de los dioses no fue lo que más ofuscó a Bertrand, sino el nombre de que el monje en su último aliento pronunció diciendo que pertenecía a uno de aquellos seres del averno. Velris dijo haber escuchado. Velris como su hermano desaparecido. Sabía que era imposible, pero las dudas le asaltaban y una corazonada le obligaba a enlazar a su hermano con aquellos actos horrendos. Sabía que Velris era un nombre poco común en la zona, pero aun así, era casi imposible que uno de los asaltantes de la Abadía fuera su hermano, pero… ¿Y de ser así?

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27/12/2020, 17:31
Bertrand Dotter

El exorcismo:

Pocos meses después de la masacre de la Abadía, su maestro le pidió a Bertrand que le acompañara a la casa de Umsaralen Carsio Casmaxadel, un importante noble muy cercano a la iglesia de Mitra en Último Hogar. Al parecer requería de inmediato los servicios de Everek por un caso muy urgente que debía tratarse sin demora.

Umsaralen Carsio Casmaxadel.

Como de costumbre partieron al alba y en menos de ocho jornadas se encontraron en la capital del ducado. El sacerdote y el novicio viajaron solos y a caballo, pues no necesitaban de más séquito que pudiera retrasar más el viaje. Bertrand no entendió, porque lo hicieron con tanta furtividad. ¿Si era realmente tan urgente el viaje, por qué no recurrir a la magia arcana que les podía teleportar directamente al lugar indicado?

Lo descubrió nada más llegar a Último Hogar. Los guardias de la ciudad los esperaban a la entrada de la muralla y los escoltaron de forma veloz hasta el palacio de Amatista, domicilio de la familia Casmaxadel desde tiempos inmemoriales. Una vez en su interior y rodeados de todo lujo y opulencia, fueron conducidos a través de una angosta y oscura escalera de caracol a las mazmorras de palacio.

En una celda, encadenada a la pared y custodiada por cuatro sacerdotes que no dejaban de rezar, lanzar bendiciones y mostrar objetos sagrados, se hallaba una joven de cabellos claros. Su cuerpo encadenado a la pared, mostraba infinidad de moratones, cortes, yagas y heridas purulentas. Los labios de la joven estaban cortados y eran de color oscuro, como las muchas manchas de sangre seca que se hallaban en su camisón.

Bertrand se fijó en el rostro de la joven. Sus ojos eran completamente negros y sus dientes apretaban con fuerza llegando a provocar el sangrado en sus propias encías. Aquel ser, aunque tenía apariencia de mujer, no era otra cosa que un demonio. Comenzó a vociferar maldiciones en un idioma desconocido para Bertrand.

Everek se puso al frente de aquellos cuatro fatigados monjes al instante, pidiéndole a Bertrand que rezara por el alma de aquella joven poseída por un demonio. El ritual de exorcismo duró un mes y tres días. Everek acabó agotado, al igual que los otros monjes y Bertrand no sólo sufrió fatiga física, sino que también espiritual. Todo lo que había vivido durante aquel periodo de su vida, le pasó factura.

Demasiada crueldad, demasiado sadismo en todo aquello. Aquella muchacha sobrevivió al ritual. Aunque su cuerpo se recuperó de las heridas, su alma quedó para siempre oscurecida. Aquella mujer resultó ser Lachard Casmaxadel, hija del noble que les había convocado. De ahí que su padre quisiera ocultar todo lo referente a la posesión y al exorcismo.

Lo cierto fue que Lachard, resultó ser un alma pura y de una belleza que cautivó a Bertrand tan solo con un vistazo. Tras el exorcismo, Bertrand y Everek permanecieron dos semanas en Último Hogar. Fue cuando Bertrand tuvo la oportunidad de conocer bien a Lachard. Con la excusa de que necesitaba consejo y consuelo, pues Lachard tenía momentos buenos durante el día, pero intensas pesadillas durante la noche, Bertrand se convirtió en su sombra.

Para cuando Everek y Bertrand regresaron a Ristalt, Lachard y Bertrand se habían enamorado y ya habían consumado su amor en un par de ocasiones. Bertrand le prometió que volvería y ella le creyó. Pero su amor era imposible. Él era un aspirante a Paladín y ella una mujer noble con un matrimonio concertado con un aristócrata local a la vista. Lo cierto fue que su historia no acabó allí, pero tardó demasiado en reanudarse.

Lachard Casmaxadel:

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27/12/2020, 18:36
Bertrand Dotter

Crimen y castigo:

Ya de regreso en Ristlat, Bertrand le acabó confesando sus sentimientos hacia la hija Umsaralen Casmaxadel a su antiguo mentor y amigo. Omitió ciertos detalles, como el hecho de que su amor fuera correspondido y que la relación hubiera pasado más allá de un mero amor platónico para verse consumada en diversas ocasiones, pero bastó para que Everek tomara cartas en el asunto.

Siempre pensando en el bien de su discípulo y también en el de la joven Casmaxadel, decidió poner la situación en consenso con varias figuras notorias. Primero habló con la sacerdotisa Lessien Bardehall. Ella conocía muy bien a Bertrand y sabía cómo apaciguar su temperamento. Entre los dos decidieron poner en conocimiento aquel hecho en cocimiento de Uliam y también del patriarca de la iglesia de Mitra en Ristalt, Harlak Burroms de la raza enana.

Harlak Burroms.

Harlak Burroms era ya un enano muy anciano para ese entonces. Un ser tradicional al que empezaban a venirle grandes los cambios sociales de los nuevos tiempos. Un amor entre un siervo y una noble era algo prohibido en Ristalt y también en Último Hogar. Más si uno de ellos era un novicio de Mitra y la otra estaba prometida con otra persona. Harlak quiso castigar a Bertrand por su osadía, aun sin conocer el alcance de sus “delitos”. Decidió enviarlo muy al sur, donde la iglesia de Mitra todavía libraba guerras de fe.

Uliam, Lessien y Everek lograron convencer al patriarca de que aquel era un castigo demasiado severo para su crimen y dejaron la pena en una simple labor, la compleja misión de recuperar los objetos robados del Abadía de Puente Galeon. Bertrand aceptó su penitencia y así fue como estuvo varios años sin ver a su amada Lachard y sin pensar tampoco demasiado en ella. Para ese entonces ya le habría olvidado y posiblemente estaría felizmente casada con su marido.

Bertand nunca olvidó la deslealtad que Everek había cometido contra él. No volvió a hablar con él hasta pasados algunos años, aunque lo cierto fue que acabó perdonándole, la confianza entre los dos nunca volvió a ser la misma. La amistad que les unía se resintió y la persona en la que Bertrand más confiaba, dejó de ser Everek para siempre, sin que hubiera una figura que le sustituyera. Bertrand se encontró bastante solo y quizás fue por ello que decidió iniciar en soledad su penitencia. 

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27/12/2020, 18:41
Bertrand Dotter

Los objetos recuperados:

La búsqueda de Bertrand comenzó sin una sola pista, salvo la de los hombres bestia y la de la extraña coincidencia con el nombre de su hermano pequeño desaparecido. Sus investigaciones le llevaron a las montañas Cetriences, al norte del Relicario de Jamboor. Había reunido diversas historias que situaban a los hombres bestia en el valle de Yolbiac. Bertrand viajó en solitario haciendo paradas en Metzel y Coelum, donde confirmó actividad de aquellos extraños seres en la zona.

Al llegar al valle, la nieve tapaba por completo la región. Se rodeó de un equipo de expertos en montaña que contrató en Coelum. Ellos le condujeron a través de diversos pasos montañosos y le mostraron el valle de cabo a rabo. No dieron con los hombres bestia, pero si con indicios que los situaron allí poco tiempo atrás.

Varios campamentos recientemente desmontados trazaron un recorrido hasta unas cuevas en las montañas. En ellas hallaron pinturas en las paredes hechas con carbón en las que se mostraban figuras humanoides con cuernos en la cabeza, cascos por pies y colas a la espalda. Diversos enseres como pieles, o herramientas fueron abandonadas allí. Aquello parecía indicar que los que moraron en aquella caverna tuvieron que salir de allí de forma apresurada.

El mismo día que hallaron la cueva, comenzó una fuerte tormenta de nieve, por lo que decidieron esperar bajo cubierto hasta que pasara el temporal. Por desgracia no fueron los únicos que conocían la existencia de aquella caverna y recibieron una visita hostil durante la noche. Un grupo de cuatro ogros irrumpieron en la caverna.

Se trataba del grupo de Rumush Piesgrandes, un conocido asaltante de la región, que llevaba de cabeza a las autoridades locales con sus actos de pillaje y sus numerosos asaltos a caravanas comerciales. Su actividad en la zona había causado importantes pérdidas económicas a las diferentes ciudades y pueblos que se nutrían el comercio gracias al paso del Gemelo Fantasma.

Rumush Piesgrandes.

Lo cierto fue que Bertrand trató de plantar cara a Rumush. El grupo de guías locales colaboró haciéndose a las armas, pues sabían que no habría opción de negociar con Piesgrandes. Uno de los ogros cayó en combate, pero finalmente Bertrand y sus hombres fueron derrotaros y solo él sobrevivió.

La tormenta duró toda una semana en la que Bertrand, horrorizado tuvo que ser testigo de cómo Rumush y sus secuaces se alimentaban de los cadáveres de sus compañeros. Para cuando amainó, supo que sólo había sobrevivido porque eran tres bocas y no cuatro las que tuvieron que alimentarse. Para entonces no quedaban más que los huesos de sus compañeros y a él le habían mantenido con vida únicamente con la intención de que su carne no se pudriera antes de ser devorado.

Durante su cautiverio, fue consciente de con quien se encontraba. Había escuchado sobre Rumush en las aldeas por las que había pasado camino del valle y sabía de su actividad en la zona. Supuso que regresaban de algún pillaje cuando la tormenta les sorprendió y conociendo aquella caverna se refugiaron allí. Consigo portaban grandes sacos cargados de objetos que de tanto en cuanto manoseaban torpemente. Se trataba de valiosas piezas que habían obtenido en sus asaltos.

Los ogros no le dieron de comer en todo el tiempo que transcurrió cautivo. En cambio le propinaban golpetazos si abría la boca. Le tiraban estiércol por pura diversión y se mofaban de él. Le mostraban las cabezas decapitadas de sus compañeros y como las degustaban tras haberlas cocinado. Fue una experiencia horrible y aterradora para Bertrand, que quedó grabada en su mente de forma duradera.

Pero Mitra velaba por Bertrand y quiso que la misma mañana en la que los ogros habían decidido abandonar la caverna y regresar a donde fuera que tuvieran su guardia, pudo escapar. Rumush mandó matar a Bertrand a uno de los ogros mientras él se marchaba fuera junto con su compañero por tal de reunir leña para preparar un fuego con el que cocinar el desayuno.

El ogro se confió al ver el nefasto estado en el que Bertrand se encontraba tras haber subsistido una semana atado y únicamente a base de agua de nieve derretida. Bertrand sabiendo lo que los ogros tramaban, logró desatarse y en el momento en que el ogro se acercó a él, le clavó una daga en un ojo acabando con su vida.

Bertrand salió corriendo de la cueva, pero entonces se detuvo y regresó al interior para rebuscar entre los sacos que portaban consigo los ogros. En ellos halló algo totalmente inesperado. En aquel saco halló varios de los objetos santificados que llevaba buscando durante casi medio año. El azar hizo que sus captores portaran consigo el cáliz de oro y zafiros de la sacerdotisa Nahham, la túnica de plata que portó Han Nigror, antiguo patriarca de la Iglesia de Mitra durante sus exorcismos, así cómo el arcón de azulita donde otrora se guardara el llamado ojo de Mitra.

Bertrand desapareció tan pronto como se hizo con aquellos objetos y regresó penosamente a Risltalt tras un breve paso por Elet, donde se recuperó de sus heridas. Prosiguió con su búsqueda durante casi dos años, pero no logró obtener ni una sola pista más acerca del resto de reliquias desaparecidas o sobre los hombres bestia o su hermano. Por su parte Rumush siguió operando en la zona del valle, haciéndose cada vez más fuerte.

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27/12/2020, 18:46
Bertrand Dotter

La etapa en la Abadía de Puente Galeon:

Tras casi tres años de búsqueda, Bertrand recibió el perdón del Patriarca de la Iglesia de Mitra. Tras agotar hasta la última vía y la última pista que podían hacer que diera con el resto de reliquias encontradas hasta el momento Harlak Burroms decretó en su lecho de muerte que Bertrand Dotter debía regresar a Ristlat. La dedicación y el esfuerzo que había dedicado, sin haber reportado queja alguna, valieron para que Harlak admitiera su error y revocara su condena.

Ya de regreso en Ristalt, lo primero que hizo fue ir a ver los tres objetos que había hallado tiempo atrás en la cueva del valle. Los tres se encontraban expuestos en el Templo de Mitra de Ristlat, a la espera de encontrarles un lugar mejor donde ser protegidos. Bertrand se marcó entonces un propósito. No fue otro que los objetos sagrados fueran devueltos a la Abadía.

Tras mucha lucha y casi ocho meses después de su regreso a Ristlat, la nueva Matriarca de la iglesia de Mitra, Ordsa Frecon, aceptó a regañadientes que los objetos fueran devueltos al a la Abadía de Puente Galeon y que Bertrand Dotter se convirtiera en el nuevo Abad del santuario, a cargo de una decena de monjes que se encargarían de custodiar las reliquias y de administrar los gastos de la Abadía, llevar a cabo los oficios diarios, atender los viajeros y peregrinos y de la explotación en general de aquel enclave religioso.

Ordsa Frecon.

Tardaron sólo nueve meses en tener a punto el antiguo edificio de la abadía, adecentar los jardines y reconstruir el hospedaje que fue derribado cerca de un año y medio atrás tras un huracán que asoló la zona. Una vez se puso en marcha la actividad de aquel lugar de peregrinaje, no tardaron en comenzar a llegar peregrinos y viajeros y Bertrand tuvo que ocuparse de encontrar personal para administrar el hospedaje y guardias para garantizar la seguridad de los objetos sagrados y los monjes.

Pese a que los gastos iniciales fueron muy elevados, no se tardó en comenzar a generar beneficio, el cual íntegramente se rembolsaba la iglesia de Mitra, tras descontar los gastos que generaba la Abadía, así como una pequeña paga que quedaba para los monjes, el propio Bertrand y otra partida que se dedicaba al mantenimiento y mejora de las instalaciones.

Bertrand se sentía orgulloso de todo lo que había conseguido y por aquel entonces, salvo en sueños húmedos en sus solitarias noches el valle de Galeon, había olvidado casi por completo a su amada. No obstante, el destino le tenía reservada una sorpresa. Tan solo dos meses después de que el Abadía de Puente Galeon abriera de nuevo sus puertas, recibió una inesperada visita.

Fue Tobard Thiem, su segundo al frente de la Abadía y el encargado de las cuentas y el inventario, quien fue enseguida a buscar a Bertrand para que acudiera de inmediato ante los recién llegados. Para sorpresa de Bertrand, unos rostros conocidos habían acudido a Puente Galeon para apreciar lo que el hombre que logró el exorcismo de su hija, había erigido en la cima de aquella montaña.

Tobard Thiem.

La familia Casmaxadel al completo había peregrinado hasta la Abadía, con Umsaralen Carsio a la cabeza, junto a su esposa, así como su hija Lachard y su marido el barón Tisef Oderlof. Tras un grato reencuentro, acudieron a los oficios del mediodía que a punto estaban de empezar y una vez finalizados, Bertrand invitó a comer a sus invitados, acudiendo también a dicha comida su segundo, el señor Thiem.

Tisef Oderlof.

Durante aquella comida se hablaron de muchos asuntos, siendo los temas estrella, el exorcismo de Lachard, los viajes en busca de las reliquias de Bertrand, la administración de aquel lugar de peregrinaje, así como los nuevos intereses comerciales de la familia Casmaxadel y las rutas marítimas.

Tisef le desveló a Bertrand que había sido él quien más había insistido en realizar aquel viaje de fe, pues su esposa le había hablado mucho de él y de cómo le ayudó durante el exorcismo y después de éste. Quería conocer a quien había hecho posible su feliz matrimonio y a quien había librado de las garras del maligno a su ferviente esposa.

La familia Casmaxadel pasó una semana en la Abadía dejando importantes beneficios en el hospedaje y haciendo una cuantiosa donación que sirvió posteriormente para construir el campanario del templo. Durante su estada en Puente Galeon, la relación entre Bertrand y Lachard no fue más allá de la más pura de las cordialidades. De hecho, fue Tisef quien más tiempo pasó con Bertrand fascinado por sus historias y demostrando una férrea fe en Mitra.

Lo cierto fue que Tisef y Bertrand fraguaron durante aquella semana una gran amistad y el joven Oderlof, creyó haber encontrado en Bertrand un consejero y un amigo fiel. A partir de aquel entonces, muchas fueron las cartas que tanto el señor Casmaxadel como Tisef enviaron a Puente Galeon en busca de consejo espiritual y muchos los donativos que llegaban tras sus éxitos mercantiles.

Sin embargo, todo cambió de nuevo cuando el remitente de una de las cartas procedentes de Último Hogar, no fue ni Tisef Oderlof, ni Umsaralen Carsio Casmaxadel, sino su fogosa hija Lachard. El contenido de dicha carta hizo que los cimientos de aquel nuevo Bertrand se tambalearan y que se desmoronada todo lo que había construido tras sus viajes en busca de las reliquias. Lachard Casmaxadel, una mujer casada le acababa de confesar sus más íntimos secretos. Seguía amándole y deseándole como el primer día en que se enamoró de él y quería verle.

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27/12/2020, 21:09
Bertrand Dotter

Motivo de vergüenza.

Si, Bertrand cayó en la tentación y no lo hizo una solitaria vez. Visitó en varias ocasiones Último Hogar con la excusa de visitar a su gran amigo Lord Tisef Oderlof. Trataban asuntos de política y fe y también lo pasaban razonablemente bien. Compartían vino y manjares varios y visitaban a  otros nobles en busca de donaciones. Los dos hacían un buen equipo en ese sentido y gracias a esas donaciones la abadía pudo seguir creciendo y nuevos novicios se unieron a la iglesia de Mitra en Puente Galeon.

Fue en esa época en la que Tobard Thiem se marchó a Coelum, donde se convirtió en Abad y la matriarca envió a puente Galeon a un nuevo segundo para Bertrand, el Padre Ander. Rápidamente Bertrand vio su potencial y fue delegando en él muchas de las funciones que hasta la fecha venía haciendo él. Eso le proporcionó más tiempo para visitar a Lachard, pues no todo lo que hacía durante sus visitas a su gran amigo Oderlof, era debatir sobre política y fe, no, lo que más hacía era tener el sexo más salvaje que alguien pudiera desear. 

Padre Ander.

Todo era muy emocionante, excitante y divertido, pero a la vez terrible. Su amor, si es que a aquel deseo lujurioso se le podía denominar de aquella forma, era a todas luces ilegal y un sacrilegio y no por un solo motivo, sino por muchos. Lachard estaba casada, Bertrand había hecho voto de castidad, eran de clases sociales diferentes y lo peor de todo, Tisef era el mejor amigo de Bertrand y confiaba ciegamente en él. Por ello, fue el propio Abad quien sintió verdaderos remordimientos y sobre todo vergüenza y decidió acabar con todo aquello.

Lachard lo entendió entre lágrimas y pasó lo que nunca suele pasar en ese tipo de asuntos. Nadie se enteró de lo sucedido y las infidelidades de ambos quedaron ocultas para siempre. Bertrand regresó a su Abadía y asumió el control completo de la misma encontrando en el padre Ander a un verdadero aliado en los asuntos de la Abadía. Fue durante esa época en la que llegaron a Puente Galeon dos grandes guardias para defender aquel lugar de peregrinación al que cada vez acudían más y más fieles. Tyris, una fiel  guardia, siempre atenta a los deseos (no sexuales) y necesidades del Abad y Maudril, un aasimar paladín de Mitra, muy competente y que aportaba aire fresco a la Abadía.

Tyris.

Muadril.

Las visitas a Lord Tisef a Último Hogar cesaron por un tiempo, pero con el paso de los meses Bertrand volvió a acudir a la finca de los Oderlof. Aunque Lachard trató de quedarse a solas, Bert logró evitarlo y no cayó más en la tentación y finalmente todo se normalizó entre el Abad y la familia más afín a la Abadía.

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27/12/2020, 21:43
Bertrand Dotter

Amores que matan, nunca mueren.

Bertrand recibió una carta. No fue por medio de un método habitual. Sino, que fue un murciélago gigante el que se estrelló en la ventana de sus aposentos en la Abadía. Dentro de un cilindro que portaba al cuello, halló un mensaje. Un mensaje de Lachard.

Y fue justo entonces cuando la decadencia de Bertrand comenzó. Algo pasó en su mente en aquel instante, algo que mató la poca cordura que le quedaba convirtiendo al buen Abad en un ser extraño y demencial. Una serie de trágicas decisiones acabó dejándole en una extraña situación y es que sabiendo que Lachad estaba en aquel lugar, la Torre de Lucien, un lugar del que no conocía nada, le provocó la necesidad de ir en su búsqueda, de salvarla y de tomarla, tomarla cuantas veces hiciera falta.

Entonces comenzaron las interrupciones y las trágicas desdichas. Primero fue Tyris quien corrió a su estancia pues había visto algo golpear contra su ventana. Y Bert le mintió. Bert se fue a dormir esa noche, no sin antes aliviar sus penas pensando en Lachard.  

Al día siguiente llegó Tisef Oderlof contando historias sobre demonios que habían matado a mucha gente en sus dominios y que habían raptado a Lachard.  Más motivo para salvarla. Le dijo que le ayudaría, pero mintió. Bert le mintió a su amigo, pues iría en busca de Lachard, pero lo haría en solitario.

Muadril  también trató de inmiscuirse en sus asuntos, pero pudo sortearle y finalmente fue el padre Ander quien se opuso a la marcha del Abad. ¡Quería retenerlo en la Abadía a toda costa! ¡En su Abadía! A partir de ese momento Bertrand ya hablaba con Botella de Licor de Cereza y también con aquel murciélago. Se habían convertido en sus dos mejores amigos y en los únicos que le entendían.

Planeó entonces matar a el Padre Ander. Le invitó a beber licor de cereza envenenado, pero éste lo rechazó y entonces llegó el momento en que perdió el favor de Mitra. Bertrand, enloquecido estranguló al padre Ander y Lord Tisef le hubiera descubierto si entre él y el murciélago no le hubieran tirado desde la torre de la Abadía. Fuera como fuera, mentira tras mentira, logró finalmente huir de la Abadía de Puente Galeon y no lo hizo solo finalmente. Murciélago, Botella y Tyris le acompañaron.

Botella de Licor de Cereza

Murciélago.

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27/12/2020, 22:06
Bertrand Dotter

El Cuerpo del Pecado.

Navegaba Bertrand en un bote de remos, por un enorme lago cuando localizó una isla. Eso era lo último que Bert recordaba desde su marcha de la Abadía. De hecho, no recordaba ni tan siquiera haber marchado con Tyris, ni a donde. ¿Cuánto tiempo llevaba Bert fuera de la Abadía? No tenía ni la más remota idea, pero si sabía una cosa, aquel lago lleno de niebla era para él como un remanso de paz. Es más, la canción de Don McLean que tarareaba en su cabeza, le infundían una sensación de tranquilidad y alivio que a punto estuvo de devolverle a la cordura. Lo que no sabía Bert era que acabaría conociendo a Don, un ser de otra dimensión al que nunca había visto antes y del que nunca antes había escuchado una sola canción, pero pronto se convirtió en uno de sus mejores consejeros y eso que aún no lo conocía.

Y también conoció a Vincent, porqué aunque él cantaba aquella canción substituyendo el nombre del pintor, por el suyo propio, en el fondo sabía que la canción era de ese pelirrojo desorejado. Pero su encuentro fue más adelante, en una conversación que tuvo entre el mismo, Botella, Murciélago convertido en Rhalgromuz (pues realmente Murciélago era un diablillo), un amigo Kobold llamado Iko al que Bert mantenía prisionero y el propio Vincent Van Gogh.

Lo cierto fue que en aquella isla estaba Lachard y Bert remó hasta ella. Él no quería tomarla, sabía que no estaba bien, sabía que allí sucedía algo extraño. Lachard no podía estar allí, pero aún así Bert no hizo caso a su cerebro y se lanzó sobre ella para hacer lo que tantas otras veces había hecho.

Tyris se puso como una fiera. Intentó explicarle que no la había violado, que todo había sido un error, pero ella no lo entendió. Se puso como una furia y trató de matarle. Fue en ese momento cuando Mitra se apartó definitivamente de él y la diosa de la matanza lo acogió en su seno, aunque él realmente le quería ser fiel a Mitra. Todo lo sucedido no había sido culpa suya. ¡No, él no era culpable de nada!

Le dejó flores Tyris. A su cadáver, claro... y le robó todo su equipo. Ella ya no lo necesitaría. Partió de nuevo hacia la Torre de Lucien. Debía encontrar a Lachard, ya nada más importaba.

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28/12/2020, 10:54
Bertrand Dotter

Reencuentro con Grumush.

Después de matar a Tyris decidió que no cesaría en su empeño de rescatar a Lachard, por lo que siguió adelante, ahora guiado  por Rhalgromuz. El murciélago que le venía guiando reveló su verdadera naturaleza, se trataba de un diablillo enviado por la misma Lachard. O eso dedujo Bert de las palabras de Rhalgromuz: "¿Vamos por fin a la Torre de Lucien? La mujer de sangre demoníaca nos espera allí. No deberíamos hacerle esperar."

Rhalgromuz

Si, a Bert le sorprendió que el murciélago se hubiera convertido en un quasit. Quizás si hubiera detectado el mal en aquel ser lo hubiera podido comprobar antes, pero no, no lo hizo. En cambio, se mosqueó con Botella. Ella sin duda lo sabía desde el principio y no le había dicho nada. Pero todo acabó bien, pues no podía enfadarse con botella. Además, llegado a ese punto de la existencia de Bertrand, ya nada le sorprendía demasiado, ni por mucho tiempo y todo le daba bastante igual. De hecho, si seguía en su búsqueda de Lachard no era por otro motivo que por pura inercia.

Y fue entonces cuando se vieron sorprendidos por un grupo de kobolds que trataron de acabar con ellos, o más bien con Bertrand. Pero el abad era un tipo duro y pudo acabar con todos ellos salvo con uno, con Iko, a quién ató, amordazo y luego desamordazó. Los kobold le desvelaron a Bertrand que Rumush era su amo y aquello lo interpretó aquel hombre como una señal de Mitra para su redención, por lo que puso rumbo a la cueva del ogro. 

Iko.

Fue por aquellas fechas cuando conoció finalmente a Vincent, aunque fue por un breve instante de tiempo, gracias a los malos modos de Rhalgromuz...

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28/12/2020, 11:30
Bertrand Dotter

Conversaciones con Vincent.

Y es que estaba Bertrand canturreando una cancioncilla...

No te oyeron, no supieron cómo.
Tal vez oirán ahora.

Estrellada, estrellada noche,
Llameantes flores que brillan y se iluminan
Nubes espiraldas con un haz violeta se reflejan en los oscuros ojos castaños de Bertrand.

...cuando una voz extraña le saludó.

Se escuchó el sonido de alguien dando palmas. Era un hombre barbardo, de cabellos castaños rojizos, vestido son sobriedad con una chaqueta, una camisa y unos pantalones oscuros. Estaba sentado en una piedra, con las manos apoyadas sobre un bastón.

Vincent van Gogh.

 

—Me ha gustado mucho tu interpretación, Bertrand. - Dijo aquel hombre.

 

—¿Y quién es este? —preguntó la botella de licor de cereza, rompiendo su silencio en un tono de mujer en pleno ataque de celos.

 

El hombre se levantó, esbozando una sonrisa.

—Me llamo Vicent —reveló.

El hombre fue cojeando hacia Bertrand, apoyándose en su bastón y le tendió la mano para que se la estrechara.

—Perdona por aparecer así, de repente, e interrumpirte en tu importante misión, pero he escuchado tu voz en el bosque y tenía que conocer al poseedor de tan magnífica voz. - Desveló aquel tipo.

Mientras Vincent se presentaba Iko miraba con cara rara a Bert.

—¿Y qué le passsa ahora a essste? -  Preguntó.  Iko no conocía  a Bertrand. Rhalgromuz empezaba a hacerlo, y se llevó las manos a la cara para taparse los ojos y empezar a gimotear.

Gracias señor Vincent. - Respondió Bertrand a aquel hombre quien era una clara alucinación producto de...posiblemente de algún tumor maligno que se había originado en el cerebro del buen abad, instalándose muy cómodamente en el lóbulo frontal. Eso explicaría muchas cosas realmente. - Un gusto conocerle al fin. - Le dijo estrechando una mano que no llegó a tocar. Bertrand sabía que allí no había nadie. Bertry no era un estúpido, desde luego que no, pero aún así decidió seguirle la corriente al tal Vincent, por si acaso, no se fiaba de él. - ¿Qué le ha traído a este ponzoñoso bosque? - Le preguntó. 

Estaba dando un paseo, respirando aire puro... - Respondió él.

Entiendo... - Dijo Bertrand acercándose al pequeño diablillo, pero sin perder de vista al tal Vincent.

No me fío de él... - Le comentó. 

- ¿De quién cojones...? - Resopló el quasit. No iba a seguirle el juego a ese demente.

¿Y a qué se dedica usted, Vincent? - Le preguntó Bertrand. - He oído que es usted pintor...

- ¿Con quien hablas Bertrand? - Preguntó entonces Botella de Licor de Cereza.

¡Tsh! - Le levantó el dedo a la botella que no se había movido de su maleta. - Estoy con el señor Vincent ahora. No has querido hablar hasta ahora y te me vas a poner con preguntitas... - Sonrió y acarició el corcho de la botella que sobresalía de la maleta que llevaba en la espalda. - Contigo no puedo enfadarme...

- ¿Essstá loco? - Le preguntó Iko a Rhalgromuz.

¿No es evidente? - Respondió él. - Cada vez más... 

- Si, soy pintor. - Le respondió por fin Vincent. Bertrand quiso hacer oídos sordos a los comentarios del diablillo y del kobold. Eran sin duda unos compañeros muy irrespetuosos. 

¿Y que pinta, señor Vincent? - Preguntó Bertrand.

Girasoles. - La respuesta fue corta y breve, pero al grano.

No hay girasoles en ésta época del año en esta zona. - Aportó Bertrand a la conversación. - De hecho... no he visto nunca girasoles en toda la región del río Galeon. ¿No es usted de por aquí?

- ¡Oh no! - Exclamó Vincent. - Soy de un lugar bastante lejano. 

- ¿Viaje de placer o ha venido ha hacer algún encargo? - Trató de averiguar el abad.

No lo sé Bertrand, dímelo tú... - Respondió él con una sonrisa que no le gustó ni un pelo al paladín de la matanza.

¿Cómo sabes mi nombre y porqué debería saber que hace usted aquí? - Bertrand empezaba a ponerse nervioso. Aquel hombre mostraba una actitud un tanto... No sabría describirla. ¿Amenazante tal vez?

Se lo escuché decir a la botella. - Respondió él.

Si, eso tiene sentido. - Añadió Bertrand.

¡Oye pedazo de alcornoque! - Intervino un iracundo Rhalgromuz, quien se puso a revolotear delante del rostro del abad. - ¿Quieres dejar de hacer el tonto? ¡Nos esperan en la Torre de Lucien! - Le espetó agarrándole del cuello de la camisa.

¡Escucha Rhalgromuz, tu comportamiento no es muy convenciente! - Le apartó de un manotazo, únicamente para observar que Vincent ya no estaba allí. - ¡Ves, has hecho que el señor Vincent se marchara! ¡Eres... eres... eres lo que no hay! ¡Venga vamos a matar a Rumush!

- ¡Si, eso! - Sonrió el kobold. Si es que un kobold podía sonreír. - ¡Vamos a matarle! - Y le hizo burla al Quasit.

¿Se ha inventado una palabra? - Le preguntó la Botella de Licor de Cereza a Rhalgromuz.

Pero éste no contestó, pues sólo Bertrand pudo oír aquel inapropiado comentario. Y sí, convenciente no era algo que existiera realmente, pero... dada la conversación que había tenido lugar entre un diablillo, un kobold, una botella, una alucinación y un abad sin abadía, ese palabro era sin duda lo de menos. 

Por fin, el grupo se puso en marcha sin un plan para acabar con la no amenaza de Rumush, pues realmente no había amenazado a nadie, que Bertrand supiera y si iba en su búsqueda, era simplemente por recordar viejos tiempos. O puede que no, quien sabe porqué Bertrand hacía las cosas...

Finalmente Bertrand y su séquito encontraron la guardia de Rumush y tras varios intentos infructuosos de entrar en su cueva, y sometido a terribles amenazas por parte de su antiguo enemigo, volvió a cambiar de opinión y puso rumbo de nuevo hacia la Torre de Lucien, para alivio de Rhalgromuz, quien ya estaba desesperado por el errático deambular del extraño, desesperante y demente tipo al que le había tocado escoltar. 

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28/12/2020, 11:40
Bertrand Dotter

Lagunas mentales y viaje a Francia.

Por una razón o por otra, Bertrand no recordaba mucho de lo que sucedió después de escapar de la guarida de Rumush. Sabía que había sido derrotado por Rumush casi antes de empezar a pelear.  Fuera como fuera, apareció perdido y desorientado en una región de Arlés, una región del sur de Francia y lo hizo en el año 1888, con un gran botín de objetos raros y arcanos a sus espaldas. Botella, Iko y Rhalgromuz también llegaron con él a aquel nuevo mundo por descubrir.

Por ese entonces Van Gogh tenía la intención de crear un taller de artistas, y para esto alquiló en mayo la «casa amarilla» en Place Lamartine, situada al norte de la ciudad de Arlés. El único que atendió a su petición del taller fue Paul Gauguin, con el que mantuvo diversas cartas sobre el tema del Atelier du Midi que juntos habrían de fundar.

De como Bertrand asesinó a Paul y adoptó su apariencia e identidad, es un misterio, aunque se rumorea que utilizó una máscara mágica que trajo consigo, la cual le confería una apariencia totalmente diferente y con ello, pudo engañar a Van Gogh y para finalmente conocerle en persona. Lo cierto era que Bert en persona había tratado de ponerse en contacto con él en diversas ocasiones antes de recurrir a métodos menos ortodoxos, pero sus negativas a conocerle por las buenas, le hicieron urdir el plan del asesinato de Gauguin. Fuera como fuera, lo único que conectaba a Bert con aquel mundo era Vincent, por lo que debía conocerlo.

Autorretrato de Paul Gauguin.

Una vez juntos, Gauguin impulsó a Van Gogh para que pintase lugares históricos de Arlés y así trabajaron juntos y pintaron la serie de vistas de Alyscamps. Escogieron diferentes motivos, Gauguin pintó un paisaje con un encanto pintoresco y más bien refinado, mientras que Van Gogh escogió un paseo enmarcado por altos álamos que tenían un color amarillo puro que contrastaba con el verde-azul del cielo. En cambio el color empleado por Gauguin era mucho más tímido. Se pintaron mutuamente, Gauguin pintó de perfil a Van Gogh y este pintó a Gauguin de espaldas. Si, tuvieron una intimidad extrema entre  ambos y acabaron acostándose en más de una ocasión. Fue una relación placentera, a la vez que tormentosa.

Con el paso de las semanas, la convivencia de los dos artistas fue empeorando, debido a sus diferencias personales, acentuadas por el carácter muy temperamental de ambos. Pasados menos de dos meses, en la tarde del 23 de diciembre de 1888, Van Gogh y Gauguin tuvieron un altercado que dio origen a una de las explicaciones que se han dado acerca de la pérdida de la oreja izquierda del primero. Gauguin en sus memorias​ señala que Van Gogh le amenazó y persiguió con una navaja barbera y que por la noche el holandés se automutiló. A continuación, Van Gogh habría envuelto la oreja en un paño y se habría dirigido a un burdel de Arlés que frecuentaba con Gauguin, donde presentó este «regalo» a una prostituta llamada Rachel. Posteriormente regresó a la «casa amarilla». A la mañana siguiente la policía lo encontró inconsciente, y fue trasladado al hospital Hôtel-Dieu de Arlés. Vincent  no recordaba el suceso y quedó ingresado durante catorce días. Gauguin dejó Arlés con rumbo a París y no volvió a tener contacto con Vincent, exceptuando algunas cartas posteriores.

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28/12/2020, 12:25
Bertrand Dotter

Los asesinatos de Whitechapel.

Bertrand huyó a Londres tras el incidente con Van Gogh. No deseaba que le investigaran y descubrieran sus secretos claro estaba. Tendría mucho que explicar... demasiado.

Curiosamente, su estancia en Londres coincidió con parte de los asesinatos más famosos de la historia de la humanidad, y es que Jack el Destripador el nombre dado a un asesino en serie sin identificar al que se le atribuyen al menos cinco homicidios en el barrio londinense de Whitechapel, empezaron alrededor de 1888. El famoso modus operandi de dicho asesino estuvo caracterizado por cortes en la garganta, mutilaciones en las áreas genital y abdominal, extirpación de órganos y desfiguración del rostro de mujeres que se dedicaban a la prostitución.

No, se lo que estarás pensando, pero no, Bertrand no se convirtió en Jack el destripador. Pero si aprendió mucho de él. Se conocieron en una taberna de los barrios bajos de Londres. De aluna forma, Bert logró que aquel tipo, del que nunca conoció su nombre, tampoco se lo preguntó nunca, simplemente le llamaba Jack. ¿Para qué buscar otro nombre?

Juntos siguieron el trabajo que Jack había empezado y eran buenos, muy buenos, tanto que de sus más de treinta víctimas, sólo cinco se le acabaron atribuyendo a Jack. No obstante, el pobre Jack, cansado de las excentricidades de Bertrand, decidió seguir su obra por libre. Aquello no le gustó a Bert, que además se dio cuenta por aquel entonces que aquello que estaban haciendo, no estaba bien. Botella se lo sugirió una noche de borrachera. Fue entonces cuando le envenenó. Matar al mayor asesino de la historia con un trago de licor de cereza envenado fue sin duda el mejor legado que pudo dejar Bert al mundo.

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28/12/2020, 12:45
Bertrand Dotter

Los años fueron pasando y Bert se convirtió en empresario naval.

Y Bertrand fue adoptando diversas identidades. Por alguna razón que no comprendía, no estaba envejeciendo como el resto del mundo y decidió aprovechar aquello para prosperar.

Gracias a aquella máscara, logró presenciar algunos de los hechos más relevantes del siglo XX. Fue adoptando las identidades de diferentes personalidades, que subían como la espuma gracias a su grandes dotes de persuasión, como a la fortuna que fue amasando gracias a la venta de conocimientos ocultos y objetos arcanos.

Fue empresario. Adopto la identidad de Joseph Bruce Ismay, quien fue un empresario británico que sirvió como presidente y director de la línea de barcos de vapor White Star Line. Le conoció en un burdel y ambos intimaron casi al instante. Bert insistió en que probara más droga de la que su organismo podía asumir y finalmente, mientras estaban ambos practicando una excelente orgía con siete meretrices, a John le dio un paro cardiaco. 

Bert se deshizo del cadáver, lo cual beneficiaba a todos, al dueño del burdel y también a él mismo. Posteriormente adoptó la identidad de Joseph y se convirtió en éste. Fue el encargado de la construcción del transatlántico más famoso de la historia, el Titanic. El RMS Titanic​ fue el mayor barco de pasajeros del mundo al finalizar su construcción, que se hundió durante la noche del 14 y la madrugada del 15 de abril de 1912  durante su viaje inaugural. Se dicen que la frase que soltó Ismay al iniciar el viaje, "a este barco no lo hunde ni Dios", fue de mal augurio y el detonante  de su hundimiento. 

Jospeh Bruce murió en 1937, para ese entonces ya empezaba a ser evidente que Bert no envejecía y tuvo que robar un cadáver del tanatorio para substituirle. Su viuda estaba tan cansada de Bertrand que aceptó de forma inconsciente que el cadáver que amaneció a su lado vistiendo el pijama de su marido, pese a que no se parecía prácticamete en nada, era efectivamente el de su marido.

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28/12/2020, 13:11
Bertrand Dotter

El Partiod Nacionalsocialista Obrero Alemán.

Betrand viajó a Alemania. Allí conoció a un tipo interesante. Un miembro del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán

Notas de juego

Luego sigo...

Me  está llevando trabajo el trasfondo!

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28/12/2020, 13:56
Director

Notas de juego

Porque claro, quedar congelado en el Antártico y despertar con amnesia en el siglo XXI era DEMASIADO fácil...

xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD

Voy a tener que añadirte algunas cosas para que la locura desatada que me traes de personaje tenga sentido. En una acepción bastante amplia del concepto "sentido", entiéndase.

Puede que Bert comience con algunos rituales mágicos en su Memory Card, a modo de... ¿Recompensa? xDDDDDD. Ay, qué gran escena inicial te tengo preparada...

Por cierto, hay una duda que me sobrecoge: ¿Todo esto que me cuentas (hasta el viaje interdimensional cuando va la Torre de Lucien) lo jugaste en una campaña de D&D?

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28/12/2020, 14:08
Bertrand Dotter

Cosas que ha hecho Bert en la Tierra:
1. Conocer a van Gogh y provocar lo de su oreja. 
2. Conocer a Jack el destripador
3. Ser el constructor del Titanic. 
4. Alistarse en el partido nazi con el sobrenombre de Himmler. 
5. Ser miembro del servicio de inteligencia británica. 
6. Ir de gira cob don McLean 
7. Viajar a la luna... Con uno de los cohetes Apolo que explotó claro...
8. Ser Zapatero. El presidente. 
9. Soltar por error el covid-19

Este es el esquema de sus logros y hazañas. 

Por cierto, hay una duda que me sobrecoge: ¿Todo esto que me cuentas (hasta el viaje interdimensional cuando va la Torre de Lucien) lo jugaste en una campaña de D&D?

Gran parte es trasfondo. Lo más loco si es jugado, a partir de qué trata de salir de la Abadía y hasta su viaje...

Puede que Bert comience con algunos rituales mágicos en su Memory Card, a modo de... ¿Recompensa? xDDDDDD. Ay, qué gran escena inicial te tengo preparada...

Me parece bien, pero tampoco le hace falta. El se alimenta del caos y suele vivir solo por pura suerte...

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28/12/2020, 15:25
Director

¿ZP? O_O

Oh, my... Siendo así, cámbiate la habilidad Charlatanería por Talante & Diálogo. Tú y yo nos entendemos xDDD

Me parece bien, pero tampoco le hace falta. El se alimenta del caos y suele vivir solo por pura suerte...

Creo que podemos justificar parcialmente su lento envejecer con un conjuro que se llama Absorber Vida y que es una chungada que cuadra bien con su locura integral. Quizás lo aprendió fruto de algún libro de conjuros arcano.

El conjuro es bastante poderoso si se lanza con éxito, pero como toda la magia en Cthulhu es sumamente peligroso para el lanzador. Cada vez que lo usas, tu reserva de Cordura pierde 1D20 puntos y te consume TODOS tus puntos de magia. Con eso te lo digo todo xDDDDDD

Con la cantidad de cadáveres que ha dejado a su paso Bert, creo que el conjuro es una buena forma de justificar su conservación física. Aunque sigo pensando que tiene demasiados puntos de cordura para lo alocado que está xDDDDDDDDD

Cargando editor
28/12/2020, 16:46
Bertrand Dotter

Lo de ZP es por el parecido físico jajajaja. 

Lo de los conjuros bien! Lo iremos viendo supongo. También retocaré lo de la cordura quizás. Tienes razón en eso. 

 

A ver si está noche puedo seguir con las andanzas de Bert.