Partida Rol por web

La tercera bruja (B3) lanzó más piedras, pero ninguna llegó a alcanzaros.

Resumen turno 1:

Diego cabalgaba veloz y con la espada aguantando al musulmán en los cuartos traseros de su montura. ¡¡ZASSSS!! Diego hizo abalanzar su espada hacia una de las brujas que los apedreaban sin mucha puntería, cortándole en su pierna mientras su caballo no dejaba de cabalgr:

Daño: 7 puntos de daño (sin protección) /2 por pierna: 3 puntos de vida.

Aquello hirió a la mujer, que enseguida se deshizo de las otras piedras que ya tenían su mano. Y en tanto que ambos siguieron cabalgando, que, otra de aquellas herejes hizo lo propio contra Abdalá, pero éste, pese a no lograr esquivar, no logró "catar" las piedras que la fulana le proporcionaba, pues no eran diestras en eso. Claro que, Diego, una vez más y tal vez con más ansia que la anterior. Su caballo pasó a su lado veloz, pero más lo hizo su brazo, ¡y aun más su espada!, hiriendo a la susodicha también en la pierna:

Daño: 9 puntos de daño (sin protección) /2 por pierna: 4 puntos de vida.

La mujer cayó también al suelo, llevándose la mano a la pierna.

El resto de brujas que se os encararon se fueron con sus congéneres, las cogieron de las manos y piernas y las arrastraron o intentaron cargar, procurando no toparse con los encampuchados que también luchaban por su cuenta. Pero no había parangón: cuando mirásteis un instante hacia atrás, los cuatro tipos, sin bajarse de sus monturas, remataban en cuestión de segundos a las últimas de las brujas, segando sus cabezas al instante. Acabada la breve refriega, continuásteis cabalgando a toda prisa, corriendo tras la bruja que había escapado con el niño, mientra los encapuchados aún no os alcanzaban.

Cabalgando y cabalgando, teníais ya fijada a la mujer con el bulto a su espalda, aunque también veíais delane de ella el maravilloso paisaje de las fronteras lejas del condado de Alquézar...: ¡el monte acababa! La mujer se acerco a un precipicio sin salida sin darse cuenta.

Ésta se dio la vuelta, miró a un lado y a otro y luego volvió a mirar hacia abajo. Vosotros ya tapábais el camino hacia la punta del precipicio con la llegada a caballo: sería una locura intentar cruzar el anchísimo paso hasta el siguiente pico del monte. La mujer apretó los dientes, estaba realmente acorralada.

¡¡Estúpidos!! -dijo desesperadamente-, ¡yo os maldigo! ¡Mi señor, la Gran Majestad, os hará arder en los infiernos! ¡¡¡BUAAAAAJJJJJ!!! -y os hizo una mueca asquerosa sacando su larg lengua y haciendo ver sus asquerosos dientes ennegrecidos mientras expulsaba restos de saliva de la fuerza con lo que lo hacía-.

Paré el caballo justo a la altura donde estaba la bruja , dándole un tajo con mi espada a la cabeza...

Un escalofrío recorrió la espalda de Abdalá pero pese a ello bajó de la montura y se encaró a la mujer(sin acercarse demasiado claro).

-Tus embrujos no nos asustan bruja, entréganos al ninio-le exigió el moro.

La mujer esquiva y esquiva (no hace falta).

Diego se adelantó con su caballo y la bruja estaba realmente acongojada; el espadazo del caballero no la alcanzó, aunque ésta tenía previsto apartarse en la medida de lo posible.

¡¡Tiraré al niño al por el precipicio!! -dijo la bruja retirando al bebé de los fardos de su espalda y cogiéndole por los pies mientras quedaba bocabajo justo en el borde delmismo... Parecía que no iba de farol.

¡¡Bajad del caballo y soltad las armas!! ¡¡AHORAA!! -gritó-.

solté mi espada y bajé del caballo , aunque tenía mi escudo en mi brazo izquierdo.

 ¡¡No hagas daño al niño!!  , si no lo haces el duque hará que la inquisición sea lo menos que debáis temer tú y tu orden , seréis perseguidos hasta dar con los vuestros. Entre susurros * danos al niño y llevaros mi caballo no os lo impediré y llamaré la atención de los inquisidores diciéndole que el niño está vivo para que vengan a mi , es la única posibilidad que tienes y debes de reaccionar pronto antes que los inquisidores te rodeen *.

Mis palabras parecen sinceras y mi cara representa temor por lo que está viendo , más si la bruja no acataba su plan no saldría de allí con vida, no dejaría que se llevará al niño ni tampoco que lo soltara al abismo y siguiera con vida.

Está bien... ¡¡¡Dame ese caballo!!! -dijo extendiendo la mano para que le dieras las riendas-. ¡Te juro por Surgat que si hacéis un paso en falso o un treta suelto al niño!*

Y esperó a las acciones del moro o el cristiano.

Y tú, moro, suelta lo que lleves encima, ¡no quiero armas! ¡¡Obedece!! -le dijo a Abdalá-.

El moro soltó el arco y lo dejó a un lado.

-Olvidate del caballo bruja... no dijaremos que te vayas con el ninio-le dijo desafiante el moro- danoslo primero y despues serás libre de marcharte.

En medio de la tensa situación, miráste a un lado del monte, justo donde había una gran roca, más alta que tres caballos puestos en altura..., tras ella, un tipo os observaba, y no era ninguno de los encapuchados que aún no habían llegado. Era un hombre corriente, que os apuntaba con un arco. Parecía a punto de disparar desde su escondida posición...

Diego cogió las riendas del caballo y lo acercó un par de pasos para que la bruja las tomara. El niño seguía bocabajo, y el llanto de éste era irreparable. Justo antes de subirse al caballo del caballo, el viento silbó, y pareció romperse en dos, puesto que como si de un tremendo zarpazo se tratara, Diego sufrió el impacto de una flecha por su espalda..

Daño 8 (-5 por loriga de malla): 3 puntos de daño.

La flecha quedó clavada casi a la altura posterior de su corazón, pero su gran loriga impedía que ni tan siquiera lo rozara. No obstante, el impacto lo hizo arrodillarse e incluso caer de bruces hacia delante, al suelo, momento en que la bruja, con una malévola sonrisa en su cara, arrojó al niño por el precipcio... El muchacho dejó de verse justo por el borde del mismo, momento en que aprovechó la bruja y se montó en el caballo, puesto que estaban ya libres sus manos... ¿¡Acaso no creerían que no lo haría!? ¡¡Esas merecitres de satanás no son de fiar!!

Ahora bien, ¿quién diantres disparó esa flecha? La bruja comenzó a agitar al caballo y cabalgar por un lateral, ascendiendo el útlimo repecho del Aio; pero antes de hacerlo vísteis que se acercaba a una gran roca, tras la cual había un tipo escondido, un tipo con capucha (el cual le hacía señas con las manos como para que le viera y luego se acercase), paraba al caballo y el tipo se subía. El encapuchado llevaba un pequeño arco colgado de su torso, y ambos ya comenzaban a cabalgar hasta el pico del Aio, probablemente para descender por la otra cara de la montaña... ¡¡El niño!! ¡¡El niño de Vizconde!!

Abdalá estaba petrificado observando al niño tanto que no pudo reaccionar y avisar a tiempo a su compañero sobre aquel encapuchado. Pero en el momento en el que vio al niño caer rápidamente se agachó recogió el arco y se puso detrás del caballo del noble de manera que quizás evitase una certera flecha pues él no tenía tan brillante armadura como su, ahora, compañero. Empezó a colocar una flecha en el arco dispuesto a atravesar a esa perra de satanás por lo que había hecho.

Abdalá se giró y disparó una flecha contra la bruja, pero al moverse tan deprisa dando prioridad a su propia seguridad la flecha pasó por encima de la cabeza de la horrible mujer y no consiguió acertarla.

¡Abdalá! -dijo Diego cuando se paró en seco y pareció quedarse inmóvil-, ¿Oyes eso? -abrí mis ojos de incredulidad, mi vista quedó fija en el suelo, mientras los dos tipos del caballo huían monte arriba-. Sin embargo, el moro parecía no escucharlo. Fue entonces cuando me asomé al precipio, para sorpresa de mi amigo, y me encaramé al borde justo depués de agacharme. Cualquiera diría que quisiérame tirar para abajo, pero una vez alcé la vista precipicio abajo, volví la cabeza hacia atrás, hacia Abdalá.

¡¡El niño!! -grité-, ¡¡Está aquí!! Está... -y volvió a mirar para abajo, para cerciorarse de la situación-, ¡¡Está enganchado en una rama!! ¿¡No oyes su llanto!? ¡Ayúdame Abdalá! ¡¡Ven aquí!!