Partida Rol por web

 Tras abrir la ventana del dormitorio, junto con las otras ventanas y la puerta de acceso a la cabaña, el aire apestoso se ve renovado en unos instantes. En los que Iasana permanece junto a la ventana para respirar aire menos viciado.

 Luego, siempre vigilando de donde pone los pies se acerca al baúl suponiendo que procede de allí el hedor. Pero al acercarse se sorprende al ver que el olor procede, sorprendentemente, de la estufa de leña.

Fuera por respeto a su amigo Hugo, o más posiblemente por la olor de muerte que aquella habitacion desprendía, (o la que imaginaba que desprendía, por los comentarios y lamentos de sus compañeros), Raúl prefería como no, quedarse en el fresco del bosque que entrar donde Iasana andaba husmeando.

Igual era que no se había percatado de nada, porqué el joven seguía tranquilo y tendido sobre la madera del porche con algo parecido a una sonrisa. Cuando al fin se movío fue para estirar los brazos y volverse a acomodar.

La joven mujer no aguardó a que el bardo entrara a la habitación. Luego de abrir la ventana, se dirigió inmediatamente hacia el baúl, pues tal vez estuviera abierto. Sin embargo apenas llegó hasta él, se dio cuenta que el mal olor no provenía de ahí, si no de la estufa. Será que algún animalejo cayó por la chimenea y no pudo salir luego? Uhmmmm, pero dado el tamaño de la estufa, no debe ser muy grande... ¿por qué tanto olor?

Juntando coraje se acercó hasta allí, y asegurándose de tener la nariz y la boca bien tapadas, se agachó para abrirla y ver que encontraba allí.

 La hechicera, viendo su juicio superado pro su curiosidad se acercó a la estufa de hierro y la abrió, con precaución, a pesar de ello el tufo que subió de ella le golpeó todo los sentidos, era horrendo, sentía incluso un tacto en la piel de su rostro, como si unos invisibles zarcillos la monosearan. Pero por suerte tomó su precaución.

 Cuando la bocanada salió y miró en el interior oscuro de la estufa, no pudiendo ver nada, acercó la luz de la linterna, haciendo que el haz dorado y trémulo de esta apartara las sombras que en su interior habitaban... para no ver nada.

 No había nada de lo que esperaba encontrar, ni el cuerpo de un roedor, una ardilla, un gorrión u otro pajarraco.

 Peró si encontró algo, algo inusual. A un par de dedos de distancia de donde partía la chimenea de la estufa, terminaba la boca de un tubo. De un tubo que llegaba del fondo. Apartando el rostro de la entrada de leña de la estufa miró para abajo, y vió como, a parte de las cuatro recias patas cortas de metal que aguantaban el pesado peso de la estufa, había un cilindro que se perdía en un agujero practicado en el suelo de la habitación...

El vaho asestó un golpe casi físico a la maga. Era horrible, totalmente nauseabundo y se sentía casi vivo. La chica, que se había tirado atrás instintivamente, comenzó a toser con fuerza, y tuvo que apelar a todo su autocontrol para detener las arcadas que el olor le provocaban.

Tras un par de minutos largos, con los ojos lagrimeando, se atrevió a mirar en el interior de la estufa, en busca del bicho muerto que apestaba de aquella manera. Tras iluminar el interior, se quedó de una pieza.

No hay nada... como es posible??? no hay nada!!! Una inspección más atenta, le permitió, sin embargo, descubrir una anomalía en aquella estufa. Desde el fondo subía un extraño tubo que casi alcanzaba el comienzo de la chimenea. Al apoyar la mejilla en el suelo para mirar por fuera, vio que dicho tubo ascendía desde el piso, como si comunicara con una estancia inferior. Esto es de lo más extraño... por qué está ese tubo puesto allí? y a donde conduce? Con el puño dio unos golpecitos en el piso debajo de la estufa para ver si sonaba a hueco y luego se levantó y se acercó hasta la ventana abierta.

-Hey, Raúl...-el chico se veía distraído, perdido plácidamente en sus pensamientos lo que le hizo levantar una ceja de incredulidad -¿sabes si la cabaña tiene algún sótano?

A Nuño le hubiera gustado responder a Iasana con un “Claro que puedo, soy el mejor” pero el hedor lo tumbó como a un boxeador noqueado. Justo en el momento en que había demostrado sus útiles habilidades al grupo,(sin contar con las musicales, que eran casi divinas y todos sabían apreciar) justo en ese momento, unas profundas arcadas le subieron del estómago. Suficiente trabajo le costó no vomitar allí mismo.

Al cabo de un momento, Nuño empezó a sentirse mejor. Se envolvió la nariz con un suave paño de lino perfumado, (al menos era perfumado hacía un par de días) y se adentró en la mal oliente habitación hasta colocarse donde antes había estado la maga.

- ¿Qué tenemos aquí? Dijo como quien no quiere la cosa, mientras observaba el extraño agujero de debajo de la estufa. - ¿De ahí vienen el mal olor? Dijo aguatándose una nueva arcada. – Mierda, seguro que queréis que bajemos por ahí ¿A que sí? Menuda asquerosidad… Nuño apartó la mirada como si eso disminuyera el olor que de allí emanaba.

Entonces fue cuando lo vio. – Fíjate, un cofre!! Exclamó falsamente sorprendido. - ¿Qué puede haber dentro? Con paso ligero, se aproximó al arcón y examinó su exterior. No quería hacer saltar ninguna trampa.

 El capitán, vencido por la curiosidad, y ya más recuperado de su percance con la aguja de la puerta se incorporó y se acercó al dormitorio para dar un vistazo a Iasana y a Nuño, empelido por los comentarios de uno y de otro. Por suerte Iasana había abierto la ventana y el aire se llevaba el hedor.

 - ¿Qué ocurre?

 Cuando le contaron lo de el tubo descendente de la estufa, una mueca de sorpresa afloró en su rostro.

 - No, no debería haber un sótano. Por lo menos no tengo constancia de él. Las provisiones y enseres se transportan cada vez que se viene. Y se llevan de regreso a la vuelta. Salvo aquellos que se guardan en el cobertizo auxilar.

 Respecto al comentario de Nuño y el cofre el capitán niega con el gesto.

 - Si no hay nada sospechoso en el cofre, mejor ni tocarlo.

 Golpeando con la mano en el suelo de adera en busca de un sonido hueco bajo la estufa, no logras dar con nada. Te incorporas con el cayado y tanteas los alrededores con su punta, en parte atenuado por la gran piel del soso que cubre el dormitorio.

 Dirías que es macizo, que bajo el suelo de madera hay una base de piedra... salvo en las cercanías del cofre, donde suena levemente a hueco.

Tras soltar el aire y quejarse un par de veces Raúl se acercó al grupo asomando la cabeza por la ventana sin llegar a entrar en la casa, pues el camino era más corto y el aire, por lo que podía adivinar, menos viciado.

-¿Sotano? Yo no sé nada de un sotano.- Dijo sonriente por verlos todos asqueados..."ya eran ganas" pensó. -"Lo que se ve es lo que hay" ¿no os lo he dicho?- Y es que él, a pesar de su curiosidad, nunca habría osado entrar en aquella habitación sin que Hugo se lo pidiera, y el joven señor prefería dormir con sus amigotes con las risas y demás que aislarse allí.

Una mueca de fastidio cruzó la cara del bardo ante las palabras del capitán Davenport. – En otro momento quizá, cuando no te vea nadie… Pensó Nuño para si.

- ¿Y bien? Si no había sótano en la cabaña ¿Qué demonios es eso? Dijo señalando el agujero, con tono sarcástico.

- ¿Entonces que, bajamos? El bardo se miraba curioso e indeciso el agujero. Intentaba calcular si pasaría por él, sin tener que ensuciarse la ropa.

 Liam se adentró en el dormitorio, mirándolo con cierta curiosidada, acercándose a la estufa dando un vistazo dentro, con la boca y la nariz protegidos por la capa.

 - Ese tubo llega desde alguna parte... Desconocía que hubiera un espacio inferior en la cabaña.- Dijo apartándose de la estufa y mirando al resto.- Hace poco más de tres años que estoy al servicio de los Torquemar, y mis obligaciones se centraban en organizar las guardias que concernían directamente al lord, no a su hijo, ser Hugo. Y en los últimos años el anciano lord no ha visitado esta cabaña de caza, su agenda con nobles menores, agremiados y comerciantes le tienen ocupado en Torquemar.

 Mirando el suelo como si lo pudiera atravesar con la mirada comentó.

 - Debemos dar un vistazo.

- Pues ya me dirás como… Añadió Nuño al comentario de Liam en claro tono sarcástico.

Con calma y parsimonia, el bardo empezó a mirar perezosamente los rincones de aquella habitación. Tal vez con un poco de suerte encontrara una “puerta secreta” digna de cualquier relato o canción de aventuras.

De repente una idea cruzó fugar la mente del espabilado bardo.

- A lo mejor el cofre contiene alguna pista… O hasta la mismísima puerta secreta… El rostro de Nuño se iluminó con una sonrisa complacida. Se acercó al cofre y lo examinó en busca de alguna especie de trampa. Otra vez.

 Te agachas para dar un vistazo al cofre, centrándote en el cofre, ves que los malditos Torquemar se han tomado muchas molestias en pagar a algún herrero para que se trabajara unas excelentes cerraduras. Por suerte parece ser que en este caso por lo menos no hay trampas.

 Otra cosa que te llama la atención, al posar una rodilla en el suelo para inspeccionar mejor el cerrojo, sientes un apagado sonido a hueco al apoyarte en el suelo de madera, atenuado por la gruesa piel de oso que cubre casi todo el suelo del dormitorio, junto al cofre.

-Gracias de todas formas...- chico -...Raúl- exasperada por las pocas ganas de colaborar del trapero, la chica volvió al interior de la habitación donde ya el capitán y el bardo estaban intentando ver como averiguar de donde provenía el tubo.

-Espera Nuño... por qué no pruebas de correr el cofre primero? tal vez la trampilla se encuentre debajo- la chica dio un fuerte golpe al piso con su báculo cerca del mencionado arcón, para que los demás pudieran oír, al igual que lo había hecho ella unos minutos antes, que allí sonaba a hueco. -Si vemos que no se mueve... bueno, podrás poner en práctica otra vez tus habilidades- agregó sonriendo. Ella también tenia curiosidad por lo que guardaba el noble en ese cofre, pero lo que más quería, era volver a ver el despliegue de habilidades de Aguasfrías para desarmar cerraduras.

Desde el marco de la puerta, Jack observaba con curiosidad las divagaciones de sus compañeros. Le hubiese gustado poder examinar también ese famoso agujero como los otros, pero la verdad era que la habitación tampoco era tan grande coma para que todos se pusiesen a fisgonear.

-Quizás se trate de un pozo negro... -no era muy lógico que preparasen una comuna en la misma habitación de un noble cuando había tanto bosque, pero esto también explicaría el mal olor- ...quizás la entrada se encuentre en otro lugar.

 Los golpeteos de Iasana sobre el suelo de madera, cubierto por la piel de oso, transmiten un sospechoso sonido a hueco. Que a nadie de los presentes les pasa desapercibido.

 Sin dudarlo, Davenport tantea el pesado arcón de madera, al parecer debe estar cargado, pero el capitán es lo suficientemente fuerte como para hacerlo deslizar a un lado, hacia la estufa, en los primeros centímetros  se ve claramente parte de una trampilla en el suelo. Animado por el hallazgo el hombre termina de deslizar el arcón dejar a la vista una portezuela en el suelo. Con un cerrojo parecido al de la puerta de acceso al dormitorio de los Torquemar.

Nuño se miró todo aquello con una sonrisa en la boca de superoridad, como si lo que estaban comentando no fuera nada nuevo para él. Se acababa de incorporar del lado el cofre cerrado a cal y canto, cuando Liam empezó a empujar el arcón.

Casi hizo el ademán de ayudar al capitán de la guardia, casi, pero no lo hizo. Nuño prefirió ensperar a que estre acabara de apartar el arcón, para lugo apartar la con el pie la gruea capa de oso que cubría casi todo el suelo del dormitorio.

- Dos a uno que encontramos una muerte horrible en las catacumbas de este lugar... El tono de Nuño era de broma, pero sus palabras atesoraban algo de agorero presagio.

 El capitán de la guardia mira a Nuño antes de fijarse de neuvo en la trampilla.

 - No hace falta ser un genio para saber que lo que se pudre está allá abajo... ¿pero qué es? No podemos irnos sin dar un vistazo.

 El hombré terminó de hacer sitio apartando más la piel de oso y el arcón. La trapa mide poco más de tres palmos por tres palmos.

 Nuño examinó con atención la trampilla descartando que hubiera más trampas, afortunadamente quien puso esa trampilla confiaba más en el ocultamiento que en trampas para esconder... lo que esta puerta escondiera allá abajo.

 Haciendo gala de una aptitud sorprendente con aquellas herramientas logró hacer saltar un "clack" que llegó del cerrojo, mostrando que no había cerrojo que rivalizara con las dotes de Nuño. O eso o era un tipo afortuando.