Partida Rol por web

Contenéis la respiración mientras oís a la persona al otro lado de la puerta de la entrada trastear con las llaves. Parece que maldice por no ser capaz de encontrar la llave correcta. Una segunda voz le responde y esto os pone en alerta ¡Son dos personas! Finalmente se oye la llave girar, momento en el cual el teléfono deja de sonar. Entonces oís dos pares de pasos, uno firme y otro que va más como arrastrándose. Una voz dura y firme llega hasta el baño.

- Joder Frank, tienes esto echo una mierda –

Una segunda voz parece decir algo parecido a “vete a la mierda” pero lo dice atropelladamente, como si su propia lengua le estorbara. Os sorprende que no comenten que el teléfono estuviera sonando mientras abrían la puerta.

- Mira tío, que te den, no soy tu madre así que yo me piro – Respiráis aliviados al comprender que el visitante va a marcharse cuando de pronto – Un momento ¡¿Qué es esto?! –

Al parecer el grandullón ha visto algo fuera de lugar ¿Algo que os habéis dejado? ¿Se ha percatado de que estáis ahí? Sea como sea, solo disponéis de un instante si queréis reaccionar.

Les sigues de cerca pero sin que noten tu presencia, algo fácil al ver como el grandullón debe ocuparse del borracho. El hombretón se detiene frente a la puerta del apartamento de Dolezal y rebusca en los bolsillos del otro hasta sacar un manojo de llaves. Observas como va probando las distintas llaves lo que te hace comprender que sea quien sea, no vive con vuestro sospechoso ni tiene costumbre de entrar en el piso al menos con las llaves de Dolezal.

Finalmente abre la puerta y arrastra al borracho (Que por todo lo visto puedes deducir que como mínimo es la persona que vive ahí) y finalmente los pierdes de vista. No parecen haberse molestado en cerrar la puerta y sus voces te llegan desde el pasillo.

- Joder Frank, tienes esto echo una mierda –

Un leve farfullo responde al hombretón a quien le puedes ver moviéndose por el piso. Suspiras aliviado ya que, de algún modo, no se han encontrado de morros con tus compañeros ¿Se habrán escondido? Entonces le pierdes de vista y de nuevo le oyes hablar.

- Mira tío, que te den, no soy tu madre así que yo me piro –

Te dispones a ocultarte para que no te vea cuando salga cuando su voz resuena una vez más, esta vez con cierto toque de alarma.

– Un momento ¡¿Qué es esto?! –

Juraría que dejamos todo como estaba. Pero ahora no hay tiempo para pensar, porque uno de ellos podría ser Dolezal en completa borrachera y el otro un compañero de juerga. No importa. Es el momento.

Así que mostrando la placa de policía y con la pistola empuñada en la otra mano salgo rápidamente del baño para dar comienzo al espectáculo policiaco.

-¡Policía! ¡Alto ahí par de basuras! ¡Las manos donde pueda verlas! – ordeno sin tapujos, con la esperanza que Alice me siga la corriente.

La doctora se mantiene detrás de Joseph mientras las voces comienzan a distinguirse en medio de aquella situación, pero precavida como nadie aún con el shampoo en la mano, aguarda paciente a que su compañero sea el primero en actuar y decidir qué hacer en un escenario que ella jamás ha interactuado ya que es una mujer que pasa largas horas en la morgue, tratando con cuerpos, no de policía. 

Al menos había uno, eso da la ventaja para que Miller tome la iniciativa y al presentarse como Oficial, ella hace lo propio. - Haga caso, las manos en alto. - afirma en un tono serio mientras deja el shampoo en el baño, ya portando una actitud sombría que se acompaña a la que su compañero ostenta. No tiene idea de como manejar esto, pero al menos allí estará ofreciendo una autoridad que no le queda para nada mal. 

Salís del baño en una exaltación y la escena parece detenerse unos instantes. Desde donde os encontráis, podéis ver a un hombre de complexión media, despeinado y con claros síntomas de borrachera que se sujeta malamente apoyado en la encimera de la cocina. Otro hombre más corpulento se encuentra parado cerca de la entrada con los ojos muy abiertos por la sorpresa de veros.

El grandullón suelta un sonoro – ¡Mierda! – Y con la puerta aun abierta, sale huyendo del lugar.

No terminas de acercarte a la puerta cuando oyes unos gritos provenientes del piso, parece ser tu compañero Joseph dando el alto a los dos hombres. Entonces el hombretón suelto un sonoro - ¡Mierda! - Y ves como su enorme cuerpo aparece nuevamente en el umbral y hecha a correr

Podría dejarlo ir y jugarme el pellejo a que es otro borracho más que trajo a Dolezal hasta su pocilga luego de una noche de alcohol y excesos. ¿Pero si no es? Es mucho para dejar al azar.

¡Vigila a Dolezal, voy a por ese! – advierto.

Y acto seguido voy por el grandulón, que posiblemente intente escapar hacia la calle. Con algo de suerte Taylor podría ser de ayuda si se percató de estos dos.

De modo que con el arma en mano y habiendo guardado la placa salgo en persecución del sujeto ese.

Efectivamente, el hombre ebrio era nuestro sospechoso. Por ser él quien llevaba las llaves del apartamento y porque el mismo gorila le había llamado Frank parecía que tenían lo que andaban buscando. Aunque desde luego, no en el estado que los investigadores desearían. El interrogatorio iba a ser largo. Sin embargo, ¿quién era el acompañante? Era la duda que le pasaba por la mente ahora mismo al Señor Taylor? ¿Podría ser un simple vecino? La actitud al llegar por la calle mirando en todas direcciones había sido demasiado sospechosa. Al ver que ambos personajes desaparecían por el umbral de la puerta, el señor Taylor se acercó para cubrir una posible huida. 

Precisamente esto surgió fugazmente. El acompañante apareció de imprevisto y aquella mole se encontraba a escasos metros del anticuario. No tenía mucho tiempo para reaccionar y llevaba demasiado tiempo sin tener que participar en este tipo de situaciones límite. Era evidente que en un cuerpo a cuerpo su rival tendría todas las de ganar pero William contaba con su semiautomática y una férrea determinación. Los hechos se precipitaron, su mano derecha saco su pistola y apuntó al prófugo mientras con su mirada intentaba percibir algún detalle en su fisionomía que le identificase como el protagonista sexual de las fotos halladas en el piso de Dolezal. Quizás en el hombro pudiera apreciar esa punta de flecha señalando a una curva que ya había visto anteriormente. 

-¡Alto! ¡Policía!- dijo en tono firme pero sin alzar en exceso la voz. Tan solo esperaba que fuera suficiente para que el señor Miller le escuchara y apareciera por la puerta para ayudarle en la disputa.

Y ahora tenía que hacerse cargo de Dolezal, esto si que era sumamente curioso para Alice, ya que jamás se había manejado en esos menesteres y debido a la falta de talento para estas situaciones, tenía que improvisar. 

- Usted, quieto y no se mueva. Solo necesito hacerle unas preguntas. - afirma en un tono tajante mientras avanza a paso firme, sin mostrar algún vestigio de temor, ni nada parecido. Joseph seguía los pasos del grandote y ella debía encarar la situación con este sujeto. 

- Un paso más y me veré en la obligación de reducirlo. Así que tome asiento para responder a lo que diga. - termina por decir mientras espera que Miller regrese pronto, no le agradan estás situaciones tan peligrosas y con poca ayuda para solventarlas.

Actuando más por instinto que por entrenamiento, intentas sacar el arma, apuntarla al hombre a la carrera y con un grito, intentar detener su ataque. Pero la edad no te es favorable y un cuerpo fuerte y joven como el de ese hombre favorecido por el impulso que ya lleva y que no parece dispuesto a frenar, ves como aquella mole se te abalanza antes de que puedas apretar el gatillo y como si de una locomotora se tratara, te embiste con fuerza, lanzándote contra la pared golpeándote fuertemente en la cabeza.

Su impacto apenas le ha frenado y sigue a la carrera, tu caes al suelo, sientes como un hilillo de sangre resbala por tu nuca, la vista se te nubla un momento, pero compruebas que aun tienes el arma en la mano.

En ese momento, ves aparecer por la puerta a Joseph, arma en mano en persecución del hombre.

El estar tan cerca de la puerta da ventaja al hombretón que enseguida sale d tu rango de visión. Dejando a Alice para que se encargue de Dolezal, sales corriendo tras el otro hombre, atravesando el umbral para encontrarte una escena que te hiela la sangre.

En un intento por detenerle, William se ha plantado en medio del pasillo y puedes ver como intenta sacar el arma mientras le grita al corredor que se detenga. Pero no lo hace, sino que, con la fuerza de la carrera y su enorme cuerpo, embiste al anciano que sale despedido contra la pared, golpeándose la cabeza.

El hombre apenas se frena por el impacto ni mira para atrás, sino que sigue corriendo en dirección a las escaleras.

La situación se ha precipitado y ves como Joseph se lanza a la carrera para atrapar al hombre a la fuga mientras te deja a ti a solas con Dolezal.

El borracho, contempla la escena con el rostro desencajado, claramente asustado, pero al ver como se queda a solas contigo, le ves hacer un amago de echar a correr. Entonces sueltas tu amenaza.

Por un momento ves que se lo piensa, titubea, pero sus ojos se desvían a un cuchillo que tiene sobre el mueble de la cocina. Su mano lo coge y lo pone frente a él, amenazándote.

- Lo siento señorita, pero mas le vale mover ese precioso culo si no quiere que la haga daño –

Aunque borracho, la adrenalina que circula por su cuerpo disparada por la situación, parecen haberle despejado lo suficiente como para buscar una salida

Decidida a no dejarlo escapar, cuando Dolezal intenta increparle, Alice coge un florero para romperlo y así quedarse con la punta de un trozo para poder defenderse. Posiblemente aquella actitud no era típica de una mujer de alta alcurnia como ella, pero dadas las circunstancias y el carácter que tiene por defecto, no se dejaría amedrentar por un hombre borracho que la amenaza con un cuchillo. 

- Repito, tome asiento y conversamos. Esto puede terminar muy mal. - increpa al avanzar, pero es evidente que un resto de cerámica del florero la obliga a tropezar, justamente perdiendo la estabilidad al caminar. Estaba haciendo el rídiculo y se acordaba de todos los infiernos habidos y por haber de Joseph al dejarla sola con un tipo borracho, sin un arma. Tan inconsciente en todos los sentidos. 

Maldigo entre dientes al ver al amigote de Dolezal escapar sin ningún freno por la puerta principal del edificio. En una fracción de segundo evalúo la opción de disparar y la descarto inmediatamente. El sonido del disparo podría alertar algún vecino fisgón y este llamar a la verdadera policía. Es un riesgo demasiado grande para apostar ahora.

También ir en persecución del tipejo, que ahora corre como si fuera perseguido por el diablo, podría ser un error. Más aún si este cree que la policía lo busca.

Principalmente porque William posiblemente este herido y porque Alice se encuentra a solas con un borracho posiblemente peligroso o armado. Esto último de ser cierto es un error de táctica grave.

Entonces decido volver un par de pasos e ingresar al departamento para asegurar a Dolezal y luego bajar las escaleras en ayuda de William.

Luego daremos cuentas por el que huyo. Aunque tal vez no sea necesario.

Al señor Taylor le dolía todo el cuerpo, si bien es cierto que especialmente la cabeza. La mano derecha seguía sujetando el arma como podía, su mano izquierda se desplazó hacía su nuca. Algo liquido notó al contacto. Lo vio. Y, no sabiendo muy bien si por el fuerte impacto o bien por la visión de su propia sangre, la mirada del anciano se tornó borrosa durante breves instantes.

-¿Pero quién te crees que eres abuelo? ¿El mismísimo Eliot Ness?-

-Pe...pensaba que podría interceptarlo. Estaba armado. Tenía tiempo para reaccionar.

-¿Tiempo? Eso es lo que cada vez menos te queda. Ni que fueras Lawrence de Arabia. 

-Soy un solda...-

-¿Soldado? Prffff. Lo fuiste. Ya no. Ahora dedícate a los cacharros y los libros o acabarás siendo antes de tiempo una de esas momias a las que tanto admiras.-

La huida de aquella mole no pareció importarle en exceso. Parecía que con estar vivo tras la fuerte carga ya era suficiente. A pesar del impacto parecía que el hombre pudo estabilizarse y tras guardar su pistola en la funda se incorporó utilizando ambas manos. El señor Miller apareció por la puerta y tras verle en su estado rápidamente entró de nuevo dentro del apartamento sin prestarle mucha atención. -Sí sí, yo también me encuentro perfectamente señor Miller. Gracias por preguntar.- murmuró malhumorado al ver que el detective había desaparecido. -Ya no se respeta a los mayores como antes.- Intercalando pasos firmes y otros menos estables acabó entrando a la casa del señor Dolezal. Busco una silla donde sentarse esperando que la señora McMillan fuera un poco más simpática que su compañero. El mero hecho de ver la sangre en su mano y cabeza quizás hiciera a la médica forense acercarse y tener la ocasión de mostrar su dotes medicinales. Aunque solo fuera para certificar su defunción.

-¿No quedará un poco de polvo blanco del señor Dolezal?-

A pesar de tus torpes movimientos y de que el hombre que tienes delante de ti parece más fuerte y decidido en este combate que tú, no deja de ser un borracho. Te tropiezas al aproximarte a él lo que te salva de un tajo horizontal que lanza al aire y que te pasa rozando la cabeza, cortando las puntas de algún pelo. Por instinto, te incorporas y con el trozo de cerámica aun bien sujeto en tus manos, trazas un arco vertical descendente que calva tu arma, aunque solo superficialmente, en el hombro de Dolezal del que comineza a brotar algo de sangre.

El hombre lanza un alarido de dolor

- ¡Puta! ¡Voy a matarte! –

Con su mano izquierda te coge de la muñeca en la que tienes tu arma improvisada y te la retuerce provocándote un fuerte dolor en la muñeca, mientras tu cuerpo se arquea, ves como prepara el cuchillo para atacarte lo que hace a tu cuerpo reaccionar a pesar de la situación e intentas alejarte de tu atacante. Tu cuerpo se comba hacia la izquierda mientras cae el suelo y aunque evitas que aquel cuchillo te atraviese todo el pecho, sientes como su filo lame tu hombro en un corte limpio que lo mancha de sangre, tu cuerpo, finalmente cae el suelo.

Estás tirada en el suelo y puedes ver en los ojos de aquel hombre la predisposición de aquel hombre de matarte, pero entonces mira hacia la puerta, luego hacia la ventana donde más allá puedes ver la escalera de incendios, y sin prestarte más atención, se dirige hacia ella.

Es en ese momento cuando ves como entra por la puerta Joseph aun con el arma en la mano y por el fondo del pasillo, William parece estar acercándose también.

Sabiendo que la persona importante es Dolezal y que en su estado de embriaguez puede ser peligroso para tu compañera, tomas la decisión de dejar que el hombretón huya y vuelves corriendo a la vivienda del sospechoso.

Cuando entras ves que tus suposiciones no han sido erradas pues Alice está tirada en el suelo, con la mano derecha sobre su hombro izquierdo del cual parece estar brotando sangre. Un poco más haya, Dolezal, con un cuchillo ensangrentado aun en la mano, corre tropezando con la mesa del salón y el sillón mientras se abalanza hacia la ventana donde, como puedes ver, se encuentra la escalera de incendios que le permitiría huir de ahí

Molesto por la falta de atención de tu compañero, te pones en pie como buenamente puedes. Tras unos segundos, el aturdimiento desaparece y tras tocarte la cabeza, ves que la herida no ha sido tan grave y que seguramente el mareo haya sido más por la impresión y la situación que porque el golpe fuera tan terrible.

Inmediatamente quieres volver al piso donde esperas que tengan a Dolezal retenido pera intentar relajarte, pero cuando te acercas, a pesar de encontrarse Joseph en medio del umbral, puedes ver a tu compañera en el suelo con una mancha de sangre en su brazo izquierdo mientras Dolezal trastabilla entre los muebles intentando llegar a la ventana del salón, donde se encuentra la escalera de incendios.