Partida Rol por web

- No se si es buena idea meternos en la explanada directamente. - Intervino Lilian guiada por el miedo. - ¿Y si damos un rodeo a ver si vemos la estación desde las afueras de este horrible lugar? - Propuso.

Lo cierto era que de haber dependido de ella no hubiera regresado nunca a ese barrio de borrachos, drogadictos y maleantes, pero se había visto en la responsabilidad moral de hacerlo. No obstante, ahora que se encontraba allí, el miedo se estaba apoderando de ella. Había tenido mucha suerte escapando de una muerte segura a manos de aquella extraña mujer y su corte de mejicanos y plantas calavéricas, como para volver a desafiarla nuevamente. Tragó saliva. Esperaba que sus compañeros fueran razonables y antes de meterse en problemas, trataran al menos de buscar el lugar correcto.

Tal vez lo peor del escenario actual de la ciudad aparte de la quietud de sus habitantes sea la desaparición de la policía, que debe estar tramando algo bajo los hilos políticos de Ness. La idea toma fuerza cuando llegamos a la explanada y su valla que divide dos mundos. Del otro lado, y hasta llegar a los edificios que nos importan, nos separa un reducto peligroso.

Quizás Ness piensa invadir este sitio – suelto la idea al examinar por algún hueco la explanada.

Para nada es una buena idea. En esas chabolas puede haber decenas de personas dispuestas a quitarnos todo lo que tengamos para solo después comernos vivos. Si debemos alcanzar las estaciones que vemos allí atrás debemos dar un rodeo, pero pronto, porque es posible que en cualquier momento surja una redada policial. Esto huele a Ness y su mierda. Vamos. – sugiero para luego volver al volante del vehículo y buscar la manera de dar el rodeo. De no ser posible dar el rodeo con los vehículos supongo que lo haremos a pie aunque no me guste la idea de dejar el combustible atrás…

- Qué remedio... - respondió Leon encogiéndose de hombros ante la intervención de sus compañeros. Estaba de acuerdo - meternos ahí sería suicida, sí. Busquemos una ruta alternativa.

Acto seguido sacó su pistola y la amartilló con cuidado. Tenía poco sentido no estar alerta en aquel lugar y mucho estar preparado...

comenzáis a rodear el lugar sin bajar de vuestros vehículos. El ambiente se siente cargado, como electrizado. Una olla a punto de estallar. Los vehículos parecen arrastrarse penosamente por la carretera, como si algo los constriñera. El silencio a vuestro alrededor es casi siniestro y solo por el runrún de vuestros motores. Debéis conducir despacio, pues la carretera está plagada de basura y escombros lo que hace la travesía aún más pesada.

Y entonces, tras desviaros por una calle para evitar lo que parecía una barricada, veis que al fondo, entre varios edificios se puede adivinar una de las estaciones que estáis buscando. Son cuatro las que tenéis para investigar ¿tendréis tanta suerte como para que esta sea una de ellas?

- Pues... - Cogió aire. - Parece que vamos a tener que ir investigando una por una las estaciones... - Dijo con hastío. 

Era improbable que a la primera hubieran dado con la estación correcta. De hecho sólo tenían un veinticinco por ciento de probabilidades de haber dado con la adecuada. Sin duda, cuando se adentrasen en dicha estación, tendrían la tensión a flor de piel y guardarían muy bien las distancias, tratando de ser silenciosos y precavidos. Sólo esperaba que de no dar a la primera con el lugar indicado, no fueran relajándose y les cogieran por sorpresa en la segunda o tercera estación que investigaran.

- ¿Cómo lo hacemos? - Les preguntó agarrando la empuñadura de su revolver. - Joseph, usted es el experto... ¿No? - Le preguntó. Aunque a decir verdad, tenía bastante claro que allí ninguno era experto en nada, sólo eran cinco personas que se habían metido donde no les llamaban, pero con la suficiente valentía para hacer lo que creían correcto.

- ¿Cómo lo hacemos? ... Joseph, usted es el experto... ¿No? -

Que gran pregunta…como le hacemos a un loco que puede abrir agujeros en el cielo, del cual surgen tentáculos y fauces con el hambre suficiente para engullir una ciudad…

-Simple. Le metemos una bala entre la frente al primero que nos crucemos dentro de la estación. Quien actúa primero gana… ¿O se olvidaron de la bruja del turbante? – digo entre susurros y no necesito decir más, porque esta gente con solo canturrear puede invocar criaturas e invadir nuestras mentes con mil agujas.

Ahora mirando la estación solo se me ocurre buscar un acceso que no sea tan evidente como ir a patear la entrada principal. – Busquemos alguna entrada lateral. Una que no sea evidente para ingresar. Eso sí, vamos todos juntos… - advierto sobre los evidentes peligros de separarnos.

Dicho esto voy en la cabeza de la fila, con el arma en la mano…

Leon asintió a sus compañeros y miró a todos lados. No era aquel un lugar en el que estar desprotegido y, pese a que llevaba el revólver, se sentía inseguro. No tenía ganas de abrir la boca y eso, en él, era síntoma de que algo no iba bien...

No sabes cuando ha empezado esa sensación pero si  que cuando ha llegado, ya no se ha ido. Primero ha sido como un hormigueo en los pelillos de la nuca. Luego un movimiento imperceptible captado por el rabillo del ojo. Mientras avanzáis por la calle vas atento y casi estás por jurar que estás paranoico, pero la sensación no se va. No puedes evitar sentir que os están observando.

Mantienes el paso firme pero atento a todo lo que te rodea, intentando localizar el motivo de aquella sensación ¿De verdad os vigilaban? Y en caso afirmativo ¿Quién? Con cada paso, la sensación se acentúa, aunque nunca llegas a ver nada, no haces más que creer captar algo por el rabillo del ojo.

Entonces entiendes que no es una sensación focalizada sino que viene de muchas partes, lo que solo puede significar una cosa. Os están observando y no es solo una persona.

Avanzáis con los vehículos con bastante dificultad. A vuestro alrededor, varios cubos de basura volcados han esparcido su contenido por el asfalto complicando la conducción. La calle que lleva hasta la estación no es muy ancha, con edificios aparentemente vacíos y en muy mal estado con el ladrillo ennegrecido por el desgaste. Al fondo, la calle termina en una rotonda que permite dar la vuelta y justo en el extremo de la misma, se alza el antiguo edificio ferroviario. La calle está sucia, con periódicos revolviéndose con el viento que parece estar levantándose cada vez más. El lejano ladrido de un perro os hace dar un pequeño respingo mientras contempláis el inmenso edificio que a pesar de no contar con más de dos plantas, casi sentís que se podría volcar sobre vosotros. Los cristales rotos de las ventanas superiores dibujan rostros intrigantes en las paredes del lugar y una calma chicha parece inundarlo todo. Demasiado tranquilo.

Frente a vosotros se encuentra una escalinata con sus extremos terminados en bolas de piedra que dan acceso a la doble puerta de madera que daba acceso a la estación, sin embargo, tras inspeccionarla y verificar que no había allí nadie esperando, ignoráis la entrada para buscar una menos directa. Con Joseph a la cabeza, avanzáis lentamente por un lateral mientras el crujido de vuestras pisadas en el suelo os enerva y pone los pelos de punta. A través de los sucios cristales podéis vislumbrar lo que parecieran antiguos locales, lámparas de luz, incluso un enorme reloj.

Finalmente, tras llegar hasta el extremo este del edificio, al girar la esquina, una escalera de servicio desciende hasta lo que imagináis será un sótano de servicio y da acceso al edificio. Una puerta de color verde parece ser vuestro único impedimento para entrar, queriendo probar suerte, Joseph baja hasta la puerta y la empuja para verificar si está abierta. Al apoyar la mano, la puerta chirría lentamente con un molesto gemido mientras se abre dejando ver el interior. Una sala rectangular con un largo recibidor y una estantería y un par de muebles archivadores detrás, unas sillas (Algunas rotas) en un lateral y una maceta con un tronco seco que en el pasado posiblemente fue una exuberante planta. Partículas de tierra y polvo flotan en el aire, remarcadas por la poca luz filtrada a través de la puerta recién abierta. Y al fondo, una puerta que parece dar paso al interior.

Parece la zona de acceso de empleados.

- Pues tendremos que entrar... - Dijo entonces Lilian desenfundando su revolver y accediendo al interior de aquel sótano.

No le hacía gracia ir delante de aquel grupo, pero ya se había enfrentado a los sicarios de la bruja del pañuelo y sabía lo que se hacía. Había descubierto una faceta de si misma que no conocía y ésta era una impresionante capacidad de improvisación y supervivencia. Además, ahora tenía el tambor de su revolver cargado de balas, no como cuando se hizo con el arma.

Cuidadosamente, penetró tras la puerta y se acercó lenta y sigilosamente hacia la única puerta que veía desde la entrada, la que sin duda, cuando la estación estaba en funcionamiento, debía ser la puerta de servicio para los empleados. ¿Qué habría tras ella? En breves instantes lo descubriría.

Leon estaba sudando profusamente y no era por el calor. No podía evitar la sensación... no, la certeza de que estaban siendo vigilados. Después del tiroteo con los mexicanos imaginaba que quien fuera que estaba detrás de todo esto estuviera alerta, pero ahora que se sentía con el peso de mil ojos sobre su cansada y dolorida espalda, estaba empezando a temblar.

- Saben que estamos aquí - susurró - nos... nos vigilan.

-¡Shhhh..! – digo antes de avanzar, tratando de silenciar a mis compañeros cuando el silencio sobrenatural lo abarca todo y cada paso nuestro es equivalente a una docena de elefantes en una chatarrería. Luego un dejo de culpa me invade por un momento, pero solo permanece por un instante. Solo somos un desvencijado y variopinto grupo de gente rota. No somos una maldita escuadra policial de choque…

De modo que voy por la delantera de todos, con el arma en alza y tratando de no perder ningún detalle del interior del recinto. Del área de acceso de empleados por donde debería haber rastros de movimiento si el lugar no estuviese abandonado.

-Estén atentos a los detalles…- añado, nuevamente en voz baja para luego avanzar poco a poco.

También me valgo de mi sexto sentido, ganado con años de profesión; aquel que me indica peligro cuando hay algo que no anda bien...

Tras el aviso de Leon, aguantando la respiración, os quedáis inmóviles, aguardando que los que os están vigilando salten sobre vosotros. Por un momento nada se mueve en el lugar, solo las motas de polvo suspendido a vuestro alrededor. Pero a pesar de la espera, nada ocurre. ¿Eran acaso imaginaciones?¿Esperaban a que cayeran en alguna trampa? Lo que sabéis es que quedándoos quietos no avanzareis y por ello, comenzáis a caminar.

Accedéis a unos pasillos con departamentos a los lados que, tras inspeccionarlos, verificáis que se tratan de antiguos archivos y despachos en los que aun se conservan mesas, muebles y armarios. Encontráis un vestidor donde los trabajadores se pondrían el mono de trabajo. Diversas taquillas oxidadas y en su mayoría rotas pueblan el lugar. Llegando hasta el fondo, llegáis hasta una enorme sala completamente a oscuras en la que se puede ver enorme maquinaria anegándola. A pesar de la poca visibilidad, intuís que será la sala de mantenimiento que daba energía al lugar, ahora muerto y en silencio.

Recorréis el edificio pero en todo el lugar no veis nada que os parezca indicar que allí haya habido gente en un tiempo. El polvo parece envolver el luchar, reclamándolo para si. Y sin embargo, no os podéis quitar la sensación de estar siendo observados ¿Será simple paranoia? Lo único seguro es que en este edificio no encontrareis a Orem.

- Bueno... - Dijo Lilian al acabar con la revisión. Su tono estaba entre decepción y alivio. - Pues parece que aquí no hay nada. - Resopló. - Hemos perdido un tiempo precioso. ¿Cómo de urgente creéis que es encontrar a Orem? - Preguntó a sus compañeros.

Tres horas habían perdido entre llegar al lugar, registrarlo entero y regresar al punto inicial. Si realmente estaban en una carrera contra reloj, no podían invertir tres horas en cada registro. La otra opción que tenían era la de adentrarse en el poblado chabolista y preguntar, aunque eso tampoco le parecía una gran idea. Si les veían preguntar unos ojos poco indicados, podía ser que además de no conseguir una pista decisiva, pudieran en sobre aviso a Orem y su banda. Tenían que tomar una decisión.

Registrar el tugurio nos consume aproximadamente tres  horas muy valiosas. Si creo que son valiosas es porque Ness anda en las suyas y nunca se sabe cuándo podría intentar apuntar a ciegas y usar su última carta.

Lo único que pende sobre mí, y creo que sobre todos, es la asfixiante sensación de estar siendo observados en todo momento. Y no es difícil de evitar al pensar en las cosas que esta gente puede hacer, sobre todo considerando lo inexplicable que ha ocurrido en los últimos días.

Finalmente las palabras de Lilian solo apuntan en la cruel verdad. Hay que indagar en las chabolas y tratar de conseguir la información que necesitamos para no perder todo el día en juegos de azar con las estaciones abandonadas.

-Tres horas para nada es un precio que no podemos pagar nuevamente. ¿Quién de ustedes se anima a preguntar a algún vagabundo de allí? Tampoco es conveniente exponernos demasiado. Quizás algún billete afloje la lengua de alguien… -

No creo conveniente ir a preguntar directamente porque tal vez los reporteros tengan herramientas dialécticas superiores a las que suelo utilizar con los delincuentes al momento del interrogatorio. Sin embargo si se trata de sacar información por las buenas para ello los reporteros creo que tienen la ventaja.

- Podemos ir Leon y yo... - Afirmó. - Ya hemos tratado con vagabundos y bueno... - Hizo una breve pausa. ¿Porqué se había ofrecido si para nada quería regresar a ese poblado enfermo? - Si alguien, alguno de vosotros prefiere ir, tampoco tengo inconveniente. Pero lo dice Miller es verdad, no tiene sentido que vayamos todos juntos. Es más, cinco personas llamaríamos mucho la atención...

Pese a que aún estaba temblando, Leon entendió la situación y coincidió con Lilian. Rápidamente, se deshizo del sombrero y trató de acondicionar su ropa para parecer un lugareño. La cara ya acompañaba a la situación, por lo que pensó que no sería difícil hacerse pasar por uno de los habitantes de Kingsbury... ya lo habían intentado en el pasado y no es que saliera especialmente bien pero, ¿qué alternativa tenían?

Con sorna, guardó el revólver y tendió el brazo a su compañera mientras le decía:

- ¿Milady?

Con gran nerviosismo, Lilian aceptó el brazo de Leon y pasó el suyo por debajo entrelazando ambos. No tenía muy claro porque razón se estaba ofreciendo a aquello, pero lo había hecho y no había vuelta atrás. Tomó aire y le dedicó una sonrisa a su compañero de redacción. Asintió con la cabeza varias veces y se puso en marcha.

- Deseadnos suerte... - Les dijo a sus compañeros echando la vista atrás. - La vamos a necesitar...

-¡Un momento!-dijo William antes de la marcha del Señor Wilson y la Señorita Myers. -Quizás no sea la mejor idea adentrarse en ese campamento de indigentes, y menos aún, separarnos. Recuerden, Miller y McMillan que la última vez que lo intentamos casi acabamos entre rejas, o peor, con una paliza por parte de aquellos violentos policías. Si me permiten, me gustaría que agotáramos una última bala antes de que tomáramos el camino que proponen- El anticuario, toma aire, mirando el vacío, pensando una alternativa, un dato, una pista que se les haya escapado pero que permita evitar que el grupo se separe y que pierdan más tiempo con ello.

-Si recuerdan, la pista de las vías del tren fue la que anduvimos buscando nosotros tres tras el encuentro con Willie el Manco. El mismo nos dijo que ese rico blanco, impotente, de pelo grasiento contaba con un tren particular. Esto podría estar quizás en relación con que muchos de los cadáveres o lo que quedará de ellos estuvieran cerca de las vías del tren. La anterior pista nos llevaba a línea Erie ya que muchos torsos fueron hallados en su proximidad, aunque también fueron otros muchos hallados cerca del agua. Dejamos esa línea de investigación de lado por el problema que tuvimos con la policía y por la búsqueda de la Srta. Myers, pero si recuerdan allí también encontramos torsos sin cabeza, uno de ellos con un arcaico tatuaje*, pienso que quizás deberíamos de retomar la investigación en esa línea. El cadáver de Andrassy y de otra posible víctima, se hallaron cerca del cruce de la 49e con la calle Praha, la misma calle donde estaba la estación de trenes de los mexicanos. Es posible que...-

El señor Taylor ahora se dirigió en especial al Señor Wilson: -Si no le importase, podría usted sacar de nuevo el mapa sobre las líneas de ferrocarril. Aquí justo sobre el capo del coche.- Sacó sus gafas de ver de cerca y a pesar de su acumulado cansancio intento encontrar algo. -Acérquense, estamos buscando una conexión entre las líneas Eire y CIRR. Fíjense bien si por alguna casualidad, alguna de esas estaciones de la línea CIRR se cruzase o estuviera cerca de un cruce con la línea Eire.-

-Había que intentarlo. Ese último cartucho.-

-O con el agua...- a los investigadores les pareció percibir que esas ultimas palabras de William surgieron ahogadas.