Partida Rol por web

Luna se apartó cuando dispararon contra la furgoneta. Y volvió apuntar. Arthur abatió otro motorista. Buen tiro pensó para ella misma. Un tercer motorista recogía el grabado mientras desde la lancha los disparaban con subfusiles. No pintaba bien. Al menos, tenían que mantener a salvo al Sr. Butter.

¡Sirenas! Alertó Janet. A su pregunta del río, Luna negó con la cabeza con una expresión que bien podía entenderse como “Estamos jodidos”. A contra reloj no podían con todos aquellos asaltantes y recuperar el grabado. Aparentemente, el Sibarita estaba allí solo, sin protección. Estaba siendo un fiasco aquella misión

Luna se limitó a guardar su fusil mientras Pancho iniciaba la huida con la ayuda de Arthur. –Si nos persiguen, podemos usar el otro furgón para perderlos.- sugirió Luna mientras buscaba ponerse en contacto de nuevo con el otro furgón, que hasta ahora no había dado señales. –Equipo 2. ¿¡Cuál es vuestra puta posición!?- exigió saber tras haber sido ignorada en el anterior mensaje. Pero al cabo de los minutos parecía que las sirenas se perdían en la lejanía. La chica miró a sus compañeros tras la tensión, pero de pronto, empezó a sonar un teléfono.

Luna miró a la Janet. Como dijo Pancho, a ninguno se le ocurrió cubrir la parte del río. Habían dejado esa parte a merced del Sr.Butter. Y él habida confiado que iba a ser tan sencillo como para ir sin seguridad. Que estúpidos hemos sido… se castigaba la chica.

El otro vehículo informa a Luna que ya están llegando al punto de encuentro (el Banco Estatal de Long Island) sin problemas aparentes. Es posible que los hayan seguido, pero nadide ha abierto fuego contra ellos.

En el teléfono móvil de Janet Weissmann, un abatico Marcus Butter os pregunta si estáis bien y si os sigue alguien. Su tono de voz es apagado, carente de fuerza. La pérdida del grabado le ha dejado en estado de shock, aunque pasados un par de minutos, consigue reunir fuerzas para hablar:

- Chicos, necesito que sigan con la farsa. Vayan al banco y entreguen el señuelo para evitar que la policía acabe metiendo las narices en esto. Allí está vuestro dinero. Por otro lado... - Marcus exhala aire, y lo imagináis masajeándose las sienes. - Voy a seguir necesitando sus servicios. Preséntense mañana, al amanecer, en el las proximidades del Aeropuerto Internacional JFK, en un local de carretera llamado Air Inn. Traed algo de ropa y lo que creáis necesario. Nos vamos de viaje.

Colgó el teléfono con gesto pensativo. Apoyó de nuevo una mano sobre el hombro de Pancho
-Buen trabajo amigo, bien hecho. Sabía que podías sacarnos de ahí -y esbozó una amable sonrisa. Aquel hombretón hispano podía a veces ser bruto, pero tenía un gran corazón y sin duda habilidades que ella valoraba en su justa medida. -Llévanos hasta el banco, hay que continuar con el teatro. Como si entregáramos la pieza

Una vez se habían librado de la policía consideró que no había muchas opciones de volver a encontrarse con ellos, pues el buen hacer de Pancho les había librado de una peligrosa persecución -con sus posibles consecuencias ominosas-. Así que no quedaba otra que seguir el juego de Butter, y comprobar qué era lo que estaba ocurriendo allí. Se giró hacia los demás, sin dar del todo la espalda a Castillo, e informó, explicando así por qué le daba aquellas indicaciones:
-Era Butter. Quiere que continuemos con el plan a pesar de todo. Apariencia, para evitar que la policía husmee. Así que imagino que no todo es tan sencillo y cristalino como nos habían contado. En el banco cobramos nuestra parte, pero el señor Marcus quiere contratarnos de nuevo. Mañana al amanecer en un bar cerca del JFK, para un viaje a quién sabe dónde -y ahí lo dejó, con un gesto de las manos inquisitivo y con cierta ironía

Ahora quería saber qué opinaban los demás, tanto de lo ocurrido hasta el momento como del próximo curso de acción. Podían negarse a continuar, pues en el banco cobrarían su parte y sin duda era más que suculenta (en ese punto Butter había demostrado ser honorable y cumplir con su parte , algo lo que no dudaba por otro lado). Habían hecho su parte. También sabía que Butter les ofrecería otra nueva suma indecente si acudían al Air Inn, así que estaba en manos de ella y sus amigos la decisión...

Arthur se acerco de nuevo hasta pancho y poniendo la mano sobre su hombro le apretó ligeramente. 

— Bien hecho, sabía que nos sacarías de allí.

Miro a Janet sorprendido cuando les contó que era Butter y a pesar de lo que acababa de ocurrir les daba las gracias. La verdad es que aquel asunto se desarrollaba de una forma extraña. Ya habían llegado hasta allí y no estaba dispuesto a dejarlo ahora sin llegar hasta el fondo de aquella cuestión.

— Yo no pienso dejar este asunto ahora. Es verdad que tenemos una suculenta recompensa esperando en el banco pero estoy seguro que el señor Butter pondrá otra atractiva paga por continuar. 

Se quedó pensativo el resto del camino mientras escuchaba las opiniones del resto de sus compañeros.

Pancho ponía mala cara a cada choque con los demás vehículos, sabia que cada rayajo que recibiera el furgón se iba a descontar de su parte de la recompensa, aunque en ese momento era la única opción de salir de allí sin tener que dar explicaciones a nadie, al menos de momento.

El grandullón recibió felicitaciones de Janet y Arthur, no le gustaba demasiado hablar, pero les dio las gracias a su manera. Sacó una petaca de un bolsillo interior del chaquetón y lo elevó en dirección a ambos antes de dar un buen trago de un tequila reserva que Pancho reservaba para este tipo de misiones, si iba a morir el sabor de un buen tequila es lo último que debería recordar un hombre como él.

Ya con la carretera abierta y camino al banco parecía que todo se había relajado, hasta que el sonido de un móvil los saco de aquella pequeña paz que les daba la carretera. Era el señor Buttler, que no le daba importancia a haber perdido ni el dinero ni el grabado, o era alguien muy rico o que ya tenía resuelto el asunto de los ladrones. Ninguna de las dos cosas alegró al mexicano.

-¿Nos va a pagar por esto y además quiere volver a reunirse con nosotros en menos de 24 horas? Huele a mierda gringa desde aquí. 

Siguió conduciendo a la espera de las respuestas de los demás, el era un extranjero en aquel país desde hacía mucho tiempo y la experiencia le había enseñado a no confiar en la gente con demasiado dinero, no solía ser buena gente.

Jason se sintió aliviado de haber dejado a la policía atrás, aunque también le daba un poco de pena no haber podido usar ninguno de los juguetes que había preparado.

Se encogió de hombros para sí mismo, al menos cobrarían. A ver qué se contaba el ricachón mañana. Por lo pronto a él ya Pancho les tocaba echar la tarde desmontando cachivaches y sacándole abolladuras al furgón.

- Esto nunca sale enl as películas - pensó para sí mientras se estiraba y se volvía a poner los auriculares del mp3.

- Está bien chicos. Nos vamos a Europa. - Dice Marcus antes de colgar sin despedirse.

En la caja de seguridad del Banco Estatal de Long Island os esperan 310.000 suculentos y calentitos dólares que agarráis y desaparecéis de allí "cagando leches", como dice habitualmente Pancho en español.

El siguiente paso es devolver el furgón. Los gritos de Charlotte a Pancho se escuchan desde fuera de la sede de Brinks, y cuando él sale por la puerta principal, con 10.000 dólares menos, su rostro se muestra pálido. Como si hubiera estado a punto de perder la vida. ¿Cómo debe ser esa mujer para dejar temblando a un mexicano como éste? Será mejor preparar las maletas y descansar...

El local en que habéis quedado citados con el Sr. Butter al día siguiente es un pequeño bar de carretera donde paran a desayunar algunos de los trabajadores del aeropuerto, en su mayoría mozos, mecánicos y empleados de bajo nivel. Cuando llegáis, hay media docena de clientes, todos vestidos con monos de trabajo del aeropuerto. El barman es un tipo agradable llamado Bob que se extraña un montón de ver allí a gente que no trabaja en el aeropuerto y comienza a haceros preguntas, llevado por la curiosidad, del tipo "¿Y qué se os ha perdido aquí, amigos?" mientras os sirve algo. Parece que Bob es dicharachero para alegría de algunos de vosotros y suplicio de otros.

Poco después, uno de los trabajadores se levanta y se acerca mandando callar a Bob, que obedece de inmediato. Se trata de un joven afroamericano que se presenta como Willy y os pide que le acompañéis a la calle, ya que el Sr. Butter llegará en seguida.

Aquella noche no hubo celebración en el lujoso apartamento de Manhattan, como era tradición cada vez que terminaban una misión con éxito. Después del Banco y de entregar el furgón todo el equipo se despidió con los ánimos bajos. O al menos así se sentía la joven india, que no le gustaba fracasar.

Luna no estaba motivada por la segunda posible cifra astronómica que Marcus les propusiera al día siguiente. Luna estaba motivada por el deseo de terminar la misión sin ningún cabo suelto. Motivada por sorprender a sus asaltadores como ellos habían hecho en el maldito río. Y esos fueron sus pensamientos mientras preparaba su mochila para el viaje.

A primera hora de la mañana la chica envió un paquete con una generosa cantidad de dinero y una pluma. Sin remitente y como destinatario su padre, en la Reserva.

Una vez en el bar de carretera, Luna pone los ojos en blanco con disimulo ante las preguntas del barman curioso. Observaba los aviones en la lejanía sobrevolar el aeropuerto cuando un afroamericano callaba al barman y les pedía que esperasen fuera al Sr.Butter.

Pancho y Jason se dirigieron hacia la empresa de seguridad a bordo del furgón, esta vez a una velocidad tranquila y respetando las normas de tráfico para no tener más problemas de los que ya habían tenido. Doblaron la esquina del edificio y se dirigieron hacia un lateral, donde estaba la entrada al garaje de la empresa donde se guardaban los furgones. Aparcó y descendieron hacia el ascensor, viendo las caras de los guardias sabían que el estado del furgón no era el esperado por la empresa, además de tener varias cosas soldadas que no llegaban a entender.

Llegaron al hall y preguntaron por Charlotte, el recepcionista apretó el botón del interfono y preguntó si estaba libre para recibir a una visita.

-Si es una mole de carne de dos metros con bigote y sin cerebro que suba y rápido.

Pancho hizo un gesto a Jason para que se dirigieran al ascensor que llevaba a la oficina, en la que les esperaba esa pequeña mujer que, en algunas ocasiones, le hacia sentir temor.

El ascensor se detuvo y tras abrirse las puertas encontraron a la mujer sentada de nuevo en esa silla, se dirigieron hacia la mesa y se sentaron frente a ella.

-Hablemos sobre el furgón. Sé que has visto por las cámaras el estado del vehículo, lleva varias rozaduras y algún golpe, si, también algún balazo. ¿Cuantos furgones te he traido en peores condiciones que el que hay abajo aparcado?

Charlotte se quedó mirando a Pancho, ni siquiera prestaba atención a su compañero, estaba demasiado cabreada con aquel ignorante.

+Eso era cuando trabajabas para mí, es un contrato de alquiler y se te deben descontar los desperfectos del vehículo.

Pancho suspiró y apretó los puños bajo la mesa, así no iban a conseguir nada.

-Sigues como siempre, lo primero el dinero. Bien, hemos equipado el furgón con unas mejoras que podrías usar para algunos servicios especiales, él te lo explicará mejor, Pancho señala a Jason para que este le hable a Charlotte de lo que le había hecho al furgón.

+No se trata de dinero Pancho son negocios y nunca fuiste muy bueno para ellos. Sobre las mejoras no tengo nada malo que decir. Solo resta llamar a mis superiores para comprobar si esas mejoras superan la factura de desperfectos.

-Mañana saldré de la ciudad pronto, si tengo que pagar algo no me gustaría irme sin haberlo hecho. 

Charlotte sabía que Pancho a pesar de no ser muy listo era noble, sabía que podía dejar que saliera de allí sin amenazarlo sobre el pago.

+De acuerdo, trataré de que lo sepas antes de salir. Y ahora largaros de aquí antes de que me arrepienta y llame a seguridad, par de capullos. Aunque confiaba en el mexicano no podía dejar que ni siquiera él, al que no iba a volver a ver, pensara que dentro de ella podía haber un mínimo de amabilidad.

Salieron del edificio y tras descansar unas horas se dirigió hacia el aeropuerto reuniéndose en el bar junto a sus compañeros. A mitad de almuerzo se presento aquel hombre que les acompañe fuera mientras llega el señor Buttler. Un par de bocados después Pancho se dirigió hacia la calle tras pagar la cuenta.

Aquel asunto no había salido bien, pero al menos el señor Butter había cumplido con su parte del trato. Se habían limitado a seguir sus indicaciones, estaba claro que alguien de su equipo le había traicionado en el río. De todas formas Arthur no acostumbraba a dejar las cosas a medías y aquella vez no iba a ser una de esas ocasiones. 

Estaba esperando en la cafetería con la bolsa lista para partir de viaje. Estaba seguro que aquella misión estaría tan bien pagada como la anterior pero sobre todo esperaba recuperar el grabado para su cliente. Mientras estaba sumido en estas palabras ignorando al camarero entrometido un joven se acerco a ellos y les pidió que les acompañarán.

Arthur cogió su bolsa y siguió a sus compañeros. No dijo nada se limito a seguirlos, las palabras y negociaciones eran cosa de Janet ya llegaría su momento en Europa. Estaba seguro. 

Cuando salís, Willy empieza a hablar:

- Está bien, muchachos... - Dice, apoyándose en una destartalada ranchera color rojo allí aparcada. - Conozco al Sr. Butter desde hace algún tiempo. Le suelo echar una mano cuando necesita cargar su avión con algún tipo de material que las aduanas no necesitan ver. Dadme ahora todo lo que queráis sacar de Estados Unidos y que pueda tener problemas en los controles de aduanas - dice, haciendo un gesto con la cabeza hacia los bultos de las armas que Pancho Castillo porta consigo -.

- Ah claro, esto tiene sentido - dijo Jason. Suponía que no tendrían que pasar ningún control de aduanas, pero a saber. 

Sacó la pipa y el táser y se los pasó a Willy, dando un paso atrás.

Se quedó pensativo un momento, levanó el dedo índice y añadió - Un momento, voy al coche, ahora vuelvo.

Se dió la vuelta y se alejó en dirección a su coche con las manos en los bolsillos.

Dejó que sus compañeros, mucho más hábiles que ella en esos lances, se encargaran de toda la logística. Y mientras tanto se quedó callada, pensativa. Allí había algo más que un simple robo. Sí, es cierto que 'El judío errante' se había vendido por una cifra muy alta, pero en comparación con todo lo subastada y con muchas otras piezas de diferente procedencia, no dejaba si no de ser una obra más. ¿Qué la hacía tan especial? ¿Por qué alguien la querría tan desesperadamente que mataría si no la conseguía?

Y eso la hacía llegar a un hilo muy simple de pensamiento. Y es que era posible que alguno de los que pujaron por ella con tanta insistencia fueran los causantes de lo ocurrido en el puente. ¿Es posible que Butter tuviera tales enemigos? Eran preguntas que, aceptaran o no el próximo trabajaba, deseaba que fueran respondidas. Supuso que a pesar de todo Butter podría seguir siendo esquivo al respecto, pero al menos lo intentaría
 

El chico tenía razón. Jamás podría pasar por la aduana a Mustang y Sally de una manera normal, la petaca no daría problemas, pero esas dos armas era mejor que se mantuvieran lejos de los cauces legales. Así que Pancho se desabrochó el cinturón que portaba las dos armas, era un cinturón como el de los antiguos vaqueros pero adaptado para escopetas y no pistolas, y se lo dio al chico tras mirar las armas durante unos segundos. 

-Ni un rasguño. Fue lo único que dijo. 

Tras eso se apartó un poco para dejar espacio para sus compañeros. No era el único que llevaba metal que no estaba bien visto en una aduana. 

Depositó sobre la mesa su cuchillo, un Miltec de vaina negra, y la Glock 20 de 10mm con su funda. No es que fuera especialmente ducha en combate, pero poseía esas dos armas por la peligrosidad en ocasiones de su trabajo. En comparación con otra clase de armas eran bastante simples, una hoja de combate y una pistola para defensa personal, pero nunca estaba de más. Poseía como era lógico el permiso correspondiente, así que no esperaba tampoco ningún tipo de problema al respecto. Extrajo la bala de la recámara, liberó el seguro de la corredera y la extrajo, dejándola así inutilizada hasta que se volviera a montar

Jason volvió del coche cargado con una bolsa de deporte de colores chillones que, a juzgar por su postura y por la tirantez de la cinta. debía pesar bastante.

Sus compañeros no lo sabían, pero dentro llevaba baterías de repuesto para el táser, dos cajas de munición, los guantes que se había hecho para la recogida del grabado, el portatil y su cargador, cinta aislante, un rollo de cable, cinta americana, el contenido de su caja de herramientas (las buenas) disperso sin ningún orden por el fondo de la bolsa, dos drones que había comprado para el grabado y no le habían dejado llevar y sus correspondientes cargas de explosivo plástico, bien envueltas en papel de burbujas y corcholina. También había echado varios conversores de enchufe americano a europeo, que siempre hacen falta cuando más difícil es conseguirlos. Desde luego que no todo esto era material sensible, pero claramente levantaría preguntas. Mejor no correr riesgos, y más si el peso lo iba a llevar otro.

- Esto - dijo soltando la bolsa a los pies de Willy sin mucho cuidado, emitiendo esta un sonido metálico de herramientas entrechocando al tocar el suelo.

Sonrió al hombre y dio un paso atrás.

- Trátala con cuidado, lleva material sensible dentro - dijo.

Se refería, por supuespto, a los destornilladores de precisión, pero eso los demás tampoco lo sabían.

Willy coge el cinturón del grandullón, el lote de artilugios que Chispas le planta delante y el resto de las armas del resto del grupo, las lanza en la parte de atrás de la ranchera y las cubre con una simple lona.

Marcus Butter llega justo en ese momento en un vehículo todoterreno que conduce él mismo. Viste con ropa muy informal: vaqueros, jersey y una gorra de béisbol. Os hace un gesto para que subáis al vehículo y tras despedirse de Willy, conduce hasta el aeropuerto. No parece estar de muy buen humor y tan sólo os indica que esperéis a estar en el avión, donde os dará todas las explicaciones necesarias. Marcus no os conduce hacia la entrada principal, sino que entráis a un aparcamiento en una zona apartada de las pistas comerciales, repleta de hangares privados donde descansan los aviones de quienes pueden permitirse alquilar una plaza en semejante lugar.

Desde la zona de aparcamientos entráis a un pequeño edificio superando un par de controles rutinarios. Tras los controles os espera una atractiva rubia ataviada con uniforme de piloto a la que Marcus saluda afectuosamente cogiéndola por los codos y dedicándole un "¡Querida Marilyn!". Camino del avión la presenta como Marilyn Mathieson, su piloto. Marilyn tiene unos 30 años, aunque parece aún más joven, y se muestra muy agradable con todos vosotros, tratándoos a todos siempre de usted, Butter incluido. Marilyn os guía hasta el vehículo, que está dispuesto para despegar. Se trata de un lujoso y pequeño jet privado, y está equipado con todo tipo de comodidades en su interior. Willy se encuentra cargando vuestras cosas en el avión cuando llegáis y os saluda con un guiño. Una vez dentro del aparato podéis acomodaros como más os guste e incluso, desde atrás, podéis ver cómo Marilyn se enfunda bajo la chaqueta una Glock de 9mm que ha sacado de un pequeño armario junto al asiento del piloto. En el avión no viaja nadie más aparte de vosotros.

Luna miró curiosa al escuálido de Chispas transportando una bolsa de deporte aparentemente bastante pesada.

-¿Que llevas ahí?- preguntó a su compañero sin esperar respuesta.

La chica apoyó su mochila sobre el suelo. Sacó su cuchillo de caza del hueco de la bota. Y con su funda marrón lo guardó dentro de la mochila junto al resto de armas que solía llevar a sus trabajos. Cuando abrió la mochila se pudo ver unos prismáticos y el chaleco antibalas.

Viendo la poca delicadeza del chico, Luna posó ella misma, su mochila dentro de la ranchera del chico. Sin intercambiar palabras lo observó desconfiada, como era su modo habitual de mirar a los extraños.

Acto seguido el Sr.Butter llega y los lleva a todos hasta el control rutinario del aeropuerto. Allí conocen a Marilyn, la joven piloto. Los conduce hasta el jet privado y todos suben. Luna se alerta cuando la joven piloto se enfunda una pistola pequeña. La india mira a Janet desconfiada. ¿Está preocupada por nosotros? Se pregunta al ver la protección de la rubia. En ese momento Luna echa de menos el regalo de su padre, el cuchillo de 17cm que ahora descansa en la mochila. Iban a despegar en cuestión de minutos y aun no tenían idea de a donde se dirigían…