Partida Rol por web

Avanzaron por el camino sin prisa pero sin pausa e incluso el gnomo tuvo un par de ocasiones para narrar alguna de sus famosas historias ante la alegría de sus compañeros. A veces se hacían los remolones pero sabía bien que era porque no deseaban parecer demasiado ávidos y que Avlin se sintiese forzado a tener que ejercer de narrador, robando tiempo a sus estudios mágicos.

Cuando el sol ya caía a sus espaldas, Aldar decidió que el grupo se hiciera a un lado del camino para montar el campamento. Era un sitio agradable, con un riachuelo donde refrescarse.

- ¿Cómo vamos a organizarnos? Por aquí no tendremos muchos problemas para encontrar leña para encender un buen fuego- dijo señalando al bosque.

A medida que el bosque va aumentando de tamaño a nuestro avance, su sombra alargada me recuerda la seriedad de cruzar los senderos traicioneros que suponen las entrañas de esa inmensa bestia salvaje. Todo el mundo teme a los animales, pero para mí un bosque es un ser vivo, una bestia peligrosa, una manada de árboles que ocultan peligros con los que devorar a los incautos y poner a prueba incluso a los más avezados. El bosque es el depredador supremo, más incluso que los dragones de las leyendas. Porque es real, está ahí, y nadie se percata del modo en que te observa acercarte a su trampa.

Observo los alrededores con interés profesional. Una pradera, suelo firme y llano donde descansar, un río de aguas fuertes donde refrescarse, un molino en las cercanías. Es el momento de detenernos. Sin embargo, no desciendo de mi montura, salgo del camino con ella y me acerco a la orilla del río, analizando la zona. La corriente viene con fuerza, de modo que quedarse demasiado cerca del río no es buena idea. Además, el agua atrae a los animales a beber. Es bueno permanecer relativamente cerca, de modo que pueda llegarse en poco tiempo, pero no al lado. Desde la orilla, contemplo los alrededores, analizando la orografía del terreno. Hay una zona elevada, cercana al bosque pero no demasiado, cercana al río pero no demasiado, algo apartada de la calzada...

¡Ahí! -Señalo el lugar con mi brazo extendido, extendiendo el índice de mi mano. El gnomo pregunta sobre cómo organizarse, de modo que hago girar a mi caballo tras dejarle beber tan sólo un poco, lo justo para hidratarse- Organizaos como gustéis, pero dejad beber a los caballos y dadles forraje o dejadlos pacer a gusto. Quien se ocupe de recoger leña, que no se adentre en el bosque a más de dos árboles de distancia, sin perder el campamento de vista, y que sea antes del anochecer. Mejor si vais en pareja. -Encamino a mi corcel en dirección a la calzada, de nuevo, haciendo un gesto a Freya, mi acompañante en la batida de reconocimiento- Intentaremos estar de vuelta antes del anochecer. Recordad que tenemos una conversación pendiente...

Otra vez nos pusimos en marcha, con aquel bosque que pequeño en la lejanía se convertía en una mancha verde cada vez más y más grande. Pronto nos vimos muy cerca de él, llegando el momento de parar, y preparar ese campamento antes de que la noche nos cayera encima. Cabalgaba junto a Aldar en la parte delantera, pero me quedé atrás cuando este se adelantó para reconocer el lugar.

En realidad terminé en última posición, al detenerme en la calzada y dar una vuelta sobre mí misma con la montura. Cerré los ojos un momento y respiré profundamente, llenando mis pulmones de verdadero aire, saboreando un poco más la recién recuperada libertad. Pero los abrí al escuchar al explorador exclamar, indicándonos el lugar en el que sería óptimo establecernos. Me acerqué al río mientras este daba algunas indicaciones, dejando que el caballo bebiera, hasta que vi como Aldar me hacía un gesto y se reincorporaba a la calzada.

- No os alejéis solos. – insistí, apartándome del cauce del río. – Por favor… - añadí, preocupada por mis compañeros.

Aldar les recordó la conversación pendiente, indicándoles también que regresaríamos antes del anochecer, mientras yo terminaba de alcanzar otra vez el camino.

- Tu y yo tenemos otra… - le susurré, al situarme junto a él. Aunque trate de lo mismo. – Bueno, dos. – rectifiqué. – Eso de las Montañas Grises hay que discutirlo. – sentencié con una media sonrisa, dispuesta a emprender la marcha cuando el explorador lo creyese oportuno.

Atras quedó el cómico momento en que alzé los brazos a la inmensidad de la boveda celeste, implorando la protección de los dioses ante la perspectiva de viajar con el gnomo a la grupa. Guiñé un ojo a la fornida amazona, dedicandole una sonrisa ladeada.

Atras quedó tambien la travesía a traves de montes y valles, a veces bajo las ramas de arboles centenarios, a veces sobre riachuelos de montaña.

El trafico en el sendero se fue espaciando a medida que el sol se acercaba al escarpado horizonte de las montañas, igual que la conversación del grupo.

Despues de horas de monta al trote, sin prisa pero sin pausa, por fin llegamos al lugar donde pasariamos la noche. Erguido sobre mi montura, con Avlin aferrado a mis costillas, me tome unos momentos para examinar aquel idilico paraje.

- Barbas de Moradin... Campo abierto... No hay nada semejante a una firme roca en todo este maldito lugar... Por lo menos, los caballos abrevarán bien.

Con fuerza, aterricé sobre el tapiz de hierba con toda el peso de mis botas. Me estiré y desperecé ruidosamente, frotandome mis ateridas piernas y mis cansados brazos. Una vez Avlin estuvo pie a tierra, desensillé al caballo, retiré el equipo y lo cepillé antes de dejarle pacer a su aire.

Me lavé las manos en el cauce del rio, aprovechando para refrescarme las barbas y quitarme el polvo del camino.

- Muy bien.- Respondí cuando todos se pusieron de acuerdo en buscar madera.- Dejadme un segundo que coja mi hacha.

La blandí con aire profesional y agarré a Avlin por el hombro.

- Alé, a currar... Buscaremos ramas secas y muertas, pero si hay que trocear algo... Pues lo troceamos...

  Las palabras de la druida no lograron alcanzar a su objetivo, apenas trató de acortar distancias con el grupo estos aceleraron el paso, ahora pudo ver con mayor claridad de quienes se trataban al completo. Tal y como había visto anteriormente Aldar iba a caballo en primera linea seguido por el hombre de Heinrich que le había hecho la oferta de trabajo el día anterior, tras ellos iban Balakar y una gran mujer pelirroja que compartía montura con Avlin, cerrando el paso estaba Asdra, la mercader que había contratado a todos inicialmente para que los escoltasen hasta Saduj, sobre una mula de carga.

  Si no quería perderlos tendría que acelerar el paso, pues aunque no habían iniciado un galope, desde luego no estaban a una marcha lenta. Aquella persecución tuvo momentos complicados en los que estuvo a punto de interrumpirse pero justo en ese momento, observando la posición del sol y la ruta que habían escogido, Amarantha comprendió que estaban dando un rodeo y que en verdad, pese haber salido por la puerta Oeste pretendían dar un rodeo hasta la calzada del Norte. Eso la permitió atajar y recortar un buen trecho ya que al no ir a caballo ni con una carga excesiva podía permitirse el ir por fuera de los caminos a través de praderas y campos que ya habían sido sembrados.

 Casi sin darse cuenta el mediodía la alcanzó, en ese momento fue cuando recuperó el contacto visual con el grupo, al parecer habían hecho una breve pausa para discutir algunas cosas tras la que volvieron a iniciar la marcha, solo que ahora seguían un ritmo mucho más lento que la elfa pudo seguir a paso ligero. Unas horas más tarde el sol comenzó a ponerse casi a su espalda mientras la calzada atravesaba una pradera. Aquí fue donde Aldar dio el alto definitivo al grupo que comenzó a alejarse de camino mientras el explorador comenzaba a dar instrucciones al resto sin bajar de la montura, al parecer él y aquella inmensa mujer iban a regresar al camino mientras dejaban al resto allí, si la druida quería actuar tendría que ser ahora.

Jake hizo un círculo de piedras para poder encender una pequeña hoguera tras ver como se alejaban el explorador y la pelirroja.

Después el enano se llevó al pequeño a buscar leña. Miró a Asdra, al final se habían quedado ellos solos.

Vamos, Asdra, preparemos un poco esto para poder descansar en mejores condiciones.

Amaranta aguzó sus ya de por si muy puntiagudas orejas para escuchar lo que acontecía con aquellos viajeros.  Como no quería hablar con el hombre de Heinrich ni la comerciante aquella, se decidió por hablar con Aldar y la mujerona.  Cuando estuvieron en el camino, se les acercó. 

  Incluso a través de aquella distancia las órdenes del explorador llegaron con claridad a los oídos de la elfa: 

  -Organizaos como gustéis, pero dejad beber a los caballos y dadles forraje o dejadlos pacer a gusto. Quien se ocupe de recoger leña, que no se adentre en el bosque a más de dos árboles de distancia, sin perder el campamento de vista, y que sea antes del anochecer. Mejor si vais en pareja... Intentaremos estar de vuelta antes del anochecer. Recordad que tenemos una conversación pendiente...-

  Acto seguido, el grupo de aventureroscomenzó a disgregarse, El enano y el gnomo marcharon en dirección al bosque, por su parte el hombre de Heinrich y Asdra empezaros a descargar las monturas y levantar el campamento. Finalmente Aldar y la mujer pelirroja ni si quiera desmontaron, una vez liberaron de la carga a sus caballos dejaron atrás al resto para retomar el camino en dirección opuesta de la que habían viajado.

  En cuanto llegaron al punto que Aldar creyó el mejor para descansar Asdra se puso manos a la obra con la carga de la mula, no sabía a que grupo la asignarían pero no quería escaquearse de su labor. Al poco quedo claro a donde se iba a dirigir cada uno, así que con la carga bajo sus pies se limitó a despedir a las dos parejas que abandonaban el campamento.

  -Que tengáis suerte y tened cuidado si encontráis un peligro, aunque no me cabe duda de que sabréis que hacer al respecto si dais con alguno. Espero que ya hayamos podio montar todo para cuando regreséis.-

  Freya y Aldar retomaron la calzada, las monturas aún tenían fuerzas pese a haber tenido que sufrir una marcha casi ininterrumpida gracias al ritmo bajo de la misma. Sin embargo, en su camino no tardaron mucho en caer en la cuenta de que no se encontraban solos, escasos metros más adelante se alzaba una figura con ropajes holgados que cubrían su cuerpo, en verdad los rasgos resultaban poco amenazadores, pero a esas horas que fuese el único viandante resultaba llamativo, especialmente considerando que había estado quieto mientras se daban instrucciones sobre como montar el campamento y solo había vuelto a caminar cuando ellos entraron de nuevo en la senda.

  Con un gesto afirmativo la muchacha prosiguió con los preparativos, lo cierto es que al final su trabajo iba a ser el más sencillo de todos, mejor así. Al final solo llevaban una tienda, las piedras para la hoguera podrían cogerse de la orilla del río y la comida no necesitaba preparación alguna.

  Entonces fue cuando Jake cayó en la cuenta de algo al levantar la vista mientras tomaba una de las bolsas de viaje. Freya y Aldar habían comenzado a alejarse para regresar a la calzada pero al parecer no iban a estar solos, justo por la dirección en la que habían viajado antes había una persona, estaba cubierta con ropas que apenas dejaban ver con claridad su aspecto, pero no era de gran tamaño, seguramente una altura intermedia entre la de Asdra y la suya. Lo preocupante venía en que tenía la sensación de haberla pillado mirando en su dirección y que en cuanto vio a la mujer y al explorador reinició la marcha en dirección hacia ellos. Si el había notado aquello costaba creer que el explorador no lo hubiera notado ya.

  Aldar y Freya salieron directos dispuestos a realizar en sentido inverso el camino que habían realizado horas antes con la intención de asegurarse de que no tenían perseguidores, Asdra y Jake se pusieron a levantar el campamento y por último esto otorgo a los dos compinches restantes el relajarse de camino al bosque a conseguir un poco de leña.

  La noche estaba al caer y aunque el cielo parecía despejado, las copas de los árboles seguían sin ser transparentes, por lo que si no se espabilaban tendrían que hacer a oscuras el camino de regreso. Apenas cien metros los separaban de las lindes del bosque, algo que enseguida se hizo notar cuando empezaron a oír el crugir de la maleza bajo sus pies. La mayor parte de los árboles eran robles, lo que iba a dar algo de trabajo adicional si tocaba cortar, pero con un poco de suerte no tendrían que recurrir a ello.

Un tanto preocupado, atenazado el estomago por un sentimiento indefinible, veo marcharse a Freya y a Al dar sendero abajo, desapareciendo tras un recodo. Sacudiendo la cabeza y diciéndome a mi mismo que es una tontería, echo a andar hacia la linde del claro, con el hacha al hombro.

A medida que nos adentramos en la espesura, la luz grisácea del atardecer se amortigua poco a poco, perdiéndose en las copas de los arboles. Mis botas, de recia suela de clavos, atruenan en la quietud del bosque, a medida que el manto de ramitas secas cruje bajo mi peso.

Alargo la mano y palpo la superficie de los troncos, gruñiendo de satisfacción al escuchar el saludable sonido de la recia madera de roble. 

- Estamos de suerte, Avlin. Creo que hay suficiente madera seca por el suelo como para poder mantener una buena hoguera rugiendo buena parte de la noche, sin necesidad de partirnos el espinazo dando hachazos.

Paso a paso, voy embrazando ramas y ramitas en un respetable fajo de leña.

- Aligeremos, Avión, si no queremos pasar la noche al raso en este bosque...

- Estamos de suerte, Avlin. Creo que hay suficiente madera seca por el suelo como para poder mantener una buena hoguera rugiendo buena parte de la noche, sin necesidad de partirnos el espinazo dando hachazos.

- Es de agradecer- dijo recogiendo unas cuantas ramas y apoyándolas sobre el otro brazo- no me veía derribando árboles.

- Aligeremos, Avión, si no queremos pasar la noche al raso en este bosque...

El gnomo fue recogiendo ramas aquí y allá hasta que reunió un montón lo suficientemente grande como para perder el equilibrio y acabar despatarrado en el suelo cubierto de palos y hojas secas.

- Por las barbas de Hammarragh- gruñó mientras pataleaba como un escarabajo que se ha dado la vuelta incapaz de levantarse- alguna maldita rama me ha hecho la zancadilla. Quítame todo esto de encima, Balakar, por todos los dioses.