Asha estaba taciturna a pesar de las palabras de B’ura.
- Muchas gracias por tus palabras. Nos vendría descansar, pero no estoy segura de que nos lo podamos permitir. – torció el gesto – En la computadora de Drombb había información que Nymm y tú deberíais conocer. – reveló un tanto enigmática. No se callaba la información por desconfiar de B’ura, sino más bien por pereza de no querer repetirlo dos veces… al carajo.
- Drombb se mensajeaba con un tal Thwheek que debe ser algún tipo de cazarrecompensas, soldado o algo así, que se mide en el “ruedo” contra otros. Así se cargó a un tal Sivor, un mecánico de droides. En el ruedo, me refiero. – comenzó a explicar sin ganas de andarse ya por las ramas – El caso es que parece andaba en negociaciones con geonosianos, a los que se refería como bichos. En algún momento perdieron el apoyo del duque Piddock, pero continuaron negociando con otro que se llama Dimmock. – si soltaba los nombres lo mismo B’ura podía arrojar algo más de luz sobre el asunto – El tema es que temía que sus negociaciones se fueran al traste definitivamente si los geonosianos se enteran de lo que le hicieron a Sivor. Pero el caso es que si Teemo está en negocios con los geonosianos con el tema de los droides, armas o quizás droides de combate… la cosa se os puede complicar mucho más muy, muy rápido. – ale, ya estaba dicho.
Raine pensó que lo hablado por su compañera era suficiente para poner al día a B'ura, pero realmente es que había mucho detrás que solo aquella información. Practicamente todo lo construido por Teemo pendía de hilos que desde lejos parecían de acero puro, pero de cerca eran de simple seda que tirando lo suficiente se desaría y haría que todo se pusiera del bando de ellos... Pero también necesitaban de la ayudas de estrategias y de gente que le pudiera prestar algo más que solo información.
-De ahí que debamos hablar con los Geonosianos también, Asha - Dolorida respondió a todo lo hablado por su amiga para ella, el grupo y B'ura. - Si los droides de Teemo, vienen desde Geonosis... Ponerlos de nuestro lado sería bueno. Reduciríamos su potencia de fuego, y creeme, es bastante buena - Dijo recordando el disparo recibido por uno de los droides - Pero para hacerlo, debemos hablar con estrategia, y hacer que los posibles droides geonosianos, se vuelvan de nuestro lado cuando sea el momento, y no antes. Puede que ese deba ser nuestro proximo movimiento.
B'ura escuchó en silencio mientras Asha hablaba, su rostro lentamente transformándose en una mezcla de preocupación y determinación. Cuando ella terminó, el twi'lek asintió con gravedad y cruzó los brazos, sus lekkus ondulando ligeramente en un gesto reflexivo.
—Esto confirma lo que temíamos. Teemo no se detendrá solo con la extracción de ryll. Si realmente está buscando negociar con geonosianos, podría intentar consolidar su poder con tecnología bélica o droides de combate. Esos insectoides son maestros en la construcción de máquinas de guerra, y si el Hutt consigue una alianza con ellos, ni siquiera el Consejo Twi'lek podría hacerle frente. —Su voz se endureció, y apretó los puños con fuerza.
Se giró hacia Raine, mirándola fijamente.
—El próximo movimiento debe ser informar a Nym de todo esto de inmediato. Partiré mañana a primera hora, podéis venir conmigo y recuperar vuestra nave. Ya estará reparada y llena de combustible.
Miró de nuevo a Asha y al resto del grupo, su expresión más firme que antes.
—Nos habéis dado una oportunidad, pero también un desafío mayor. Si estáis dispuestos a ayudarnos a desentrañar esto, lo enfrentaremos juntos. Pero si decidís que esto no es vuestra lucha, lo entenderé. Aunque, para ser franco, sin vosotros, no sé si tendremos alguna oportunidad.
—Ahora mismo no valgo ni una mierda de bantha... —dijo Jax, alzando la cabeza desde el camastro en el que estaba echado—, pero si Nym nos consigue algo de bacta antes de despegar, yo me apunto.
Con un gruñido de esfuerzo, logró incorporarse sobre los codos. Su chaleco protector lucía dos oscuras quemaduras: una en el hombro y otra en el costado. Se sentía vapuleado. Unos inyectores de bacta volverían a ponerle a punto, pero si tuviera que elegir, con gusto pasaría unos días sumergido por completo en uno de esos tanques de las naves hospital. Un coma inducido y a flotar en calma unos días...
—Podemos descansar hasta le alba y partir a primera hora contigo, B'ura. Yo ahora sólo necesito un poco de descanso...
Geonosianos. Fayyn recordaba haber luchado años atrás en Kashyyyk contra aquellos malditos droides geonosianos. Eran más honorables que los trandoshanos —puesto que estos no disfrutaban matando como sí lo hacían las lagartijas—, pero también mucho más eficientes. Al menos los que levantaban más de dos palmos del suelo. Los B1 apenas aguantaban un manotazo pero lo compensaban con su gran número.
En aquellos años había tenido que combatir junto a los clones de la República. La misma República que terminó convirtiéndose en el Imperio que permitió que esclavizasen a la mayor parte de su especie. Gruñó por lo bajo. Qué de vueltas da la vida.
—Brrrrrrgffff Geeeerrfffff Gaaaahfffttggggggrr, Brrrrrrrrrrmmmmeeeeghh*.
*—No seremos del todo libres hasta que no nos deshagamos de Teemo, así que podéis contar conmigo hasta el final.
Raine se sorprendió ante la mirada fija de B'ura, no obstante los hechos estaban presentes y consolidados en una única razón, que pronto sus compañeros mencionaron Teemo era otro clavo en la libertad del grupo, y si seguían persiguiendoles, probablemente pronto tendrían problemas mayores.
Finalmente Raine suspiró - No soy de combatir, no iría a una guerra ni en broma... Pero ya has escuchado a mis compañeros... Y estos zoquetes... ¿si no tienen a una mecanica para reparar la nave y mejorar sus armas que harán solos? Cuenta con nosotros B'ura. Pero estoy con Jax, restaurarnos un poco antes de partir estaría bien. - Terminó asintiendo al hecho de aliarse al final con B'ura, a fin de cuentas era su objetivo principal.
El grupo descansó mientras los twi'leks de Nueva Meen celebraban hasta bien entrada la noche la victoria sobre los matones que les habían estado oprimiendo en los últimos tiempos. Una destartalada cantina, y poco más, era lo único que quedaba ahora de lo que había sido el dominio de Drombb. Los twi'leks celebraban su recién ganada libertad, ajenos a las preocupaciones de B'ura B'an y del grupo. La victoria había sido rotunda, pero lo que habían descubierto no auguraba nada bueno.
Habían empezado esta misión como simples contratistas, interesados en interrumpir los planes de Teemo y liberar a Nueva Meen de su yugo, pero ahora las piezas se mostraban de un modo mucho más inquietante. La computadora de Drombb, torpemente protegida, había arrojado luz sobre el alcance de las maquinaciones del Hutt. Las menciones de Thwheek, el misterioso combatiente que había derrotado al mecánico Sivor en un "ruedo", y los tratos con los geonosianos—las referencias al duque Piddock y su sucesor Dimmock—pintaban un panorama sombrío. Teemo no solo explotaba el ryll; estaba preparando algo mayor, algo que amenazaba con desbordar los límites de Nueva Meen y repercutir en toda Ryloth. La revelación pesaba especialmente en B’ura B’an, quien permanecía en silencio, procesando las implicaciones. Los twi'leks estaban lejos de estar seguros. Por ahora, Teemo había perdido una ficha clave con la derrota de Drombb y sus matones, pero era cuestión de tiempo antes de que el Hutt reaccionara.
Podían recapitular mentalmente los eventos de aquellas últimas jornadas: la emboscada en el cañón, la desesperada huida por la arena, el enfrentamiento con Drombb y su banda en la cantina. Habían luchado, sangrado y sobrevivido. Galek todavía necesitaba atención, pero estaba vivo, y eso era más de lo que podían decir del propio Drombb o sus matones. Raine, después de recuperar el conocimiento, había demostrado una vez más su valía desbloqueando la información clave en la computadora. Faynn, feroz y leal, había sido una fuerza imparable en combate. Asha había demostrado una valentía que tendría orgulloso a su padre, si es que hubiera podido verla. Y Jax… bueno, Jax seguía siendo Jax, siempre con una broma lista, pero siempre dispuesto a cargar con el peso cuando las cosas se ponían serias.
Ahora, en el ocaso de su victoria, la incertidumbre se cernía sobre ellos como una nube de tormenta. Teemo seguía siendo una amenaza tangible, los geonosianos un misterio peligroso, y el tiempo, como siempre, un lujo que no podían permitirse.
Cambiamos de escena: Negociaciones geonosianas.