Partida Rol por web

El sectario, cegado e incapaz de defenderse, no puede evitar el ataque de Abdallah. El kopesh se clava profundamente en su estómago, y cae al suelo chillando y desangrándose.

Ante la horda de enemigos, Bernardette había pensado en invocar a los zombis, pero viendo que el destello de Jose Luis los había dejado fuera de combate, optó por atender las heridas de Jose Luis. Se quitó uno de sus guantes con un gesto casualmente sensual, y se acercó al mexicano

- Déjame echarle un vistazo a eso, cariño

Pasó su mano por el musculoso torso de Jose Luis, y la herida empezó a cerrarse rápidamente, dejando solo una marca de herida fresca. Seguía doliendo, pero bastante menos y ya no sangraba.

El líder cultista, cegado y atrapado por los tentáculos del servidor dorado, empezó a gritar

- ¡Bastardos de sangre mezclada! ¡Sois insignificantes! ¡No podéis hacer frente al poder de Hundun!

El cuerpo del cultista se abotarga e hincha de repente, y pequeños bultos empiezan a recorrer su carne. El resto de los cultistas comienzan a toser y a gritar de dolor; incluso aquellos que están al borde de la muerte o inconscientes lo hacen.

El líder abre la boca y una inmensa nube de moscas sale de su garganta. Los cultistas empiezan a vomitar enjambres de moscas. Los insectos les salen de todas partes: boca, nariz, orejas... incluso los lacrimales de los ojos. A medida que más y más moscas van llenando el escenario, los cuerpos del líder y los cultistas empiezan a resecarse y contraerse, como si de repente estuviesen perdiendo todos los fluidos de sus tejidos. Sus cuerpos se elevan en el aire, creando un horrendo espectáculo. El sonido del enjambre ahoga por completo los gritos de los cultistas y del público que observa la escena, paralizados por la fascinación del horror puro. Un guardia de seguridad, aterrorizado, saca su pistola y comienza a disparar al enjambre; las moscas se lanzan contra y le penetran por la nariz y la boca, quedándose dentro de su cuerpo. El guardia se queda paralizado unos segundos, y a continuación, se encañona con su arma y se vuela la cabeza. La gente que quedaba chilla horrorizada y abandona el teatro; Karma también se larga, y la platea queda vacía.

El enjambre parece no tener fin, pero de repente los cultistas dejan de escupir moscas, sus gritos cesan y sus cuerpos caen al suelo. Al impactar contra la tarima del escenario, se rompen como si fueran de escayola quebradiza, dejando nada más que fragmentos blanquecinos que se deshacen en fina arena. El escenario entero está cubierto por un inmenso enjambre de moscas.

El enjambre os envuelve y durante unos segundos solo veis oscuridad y escucháis el sonido de las moscas revoloteando a vuestro alrededor. Luego volvéis a ver, pero no os encontráis en el escenario, o al menos no en el mismo escenario. La tarima está hecha de madera podrida, y los focos del escenario, que ahora proyectan luces fantasmagóricas de colores indescriptibles, se levantan sobre torres oxidadas con aristas afiladas. El telón está hecho de piel humana que se agita y aúlla de forma agónica, y la platea está anegada por una enorme charca de sangre en la que flotan restos de huesos y carne putrefacta. El olor es nauseabundo, indescriptible.

El enjambre se revuelve, concentrándose en torno a un punto suspendido en el centro del escenario. Los focos apuntan hacia el centro del escenario, y dos siniestros ojos amarillos aparecen en mitad del enjambre, flotando sobre la tarima. Una voz compuesta por el sonido de miles de alas insectiles en movimiento resuena en vuestras mentes; una voz terrorífica y repugnante como nunca habéis oído.

- ¡Ahora la locura os dominará para siempre!

Marielle, poco a poco, empezó a recobrar la vista, después de farfullar maldiciones por el destello de Jose Luis. Primero, no vio más que sombras. Éstas empezaron a difuminarse para ir revelando objetos y figuras borrosas, que tras unos cuantos parpadeos volvieron a la normalidad. Marielle volvía a ver de nuevo.

Lo que vio no le gustó nada.

Un macabro espectáculo, que parecía surgido de uno de los círculos más profundos del infierno de Dante cobraba vida ante sus ojos. Los cultistas, tras muchos estertores y gritos de dolor, habían exalado insectos de su interior, muriendo en el acto. O quizá hubieran transmitido su energía vital a los insectos y ahora vivieran a traves de ellos. No podía saberlo. Pero al ver su obra, sintió miedo. Más que eso, se sintió aterrada. No veía cómo podrían salir de esa.

Creo que tenemos problemas- dijo Marielle intentando controlarse. Si buscaba una situación en voz alta, quizá se calmara un poco. ¿Cómo podemos atacar a un enjambre? Aquí debe haber miles de individuos. No podemos atacarlos con nuestras armas. Lo mejor sería usar el fuego. ¡Claro, fuego! Usaría los sopletes de su servidor para asustar y eliminar a los insectos. Por desgracia, no podría hacer mucho con eso. Quizá si consiguiera una sustancia inflamable pudiera prender fuego a todo el enjambre...

- Gracias. - le digo a Bern tras recibir su cura.

Apenas un instante después empiezan a salir moscas de los cuerpos de los cultistas.

- Esto no me gusta nada. - digo poniéndome delante de Bern.

Cuando las moscas se pusiero a girar en torno nuestro aproveché a aplastar a unas pocas de ellas mientras mantenía la boca y los ojos cerrados.

Al abrir los ojos de nuevo ya no estabamos en el mismo Tetaro. Este era mucho más tétrico.

- ¿Fuego? - respondo a Marielle. Si tuviera un bidón de Gasolina seguro que salían ardiendo esas malditas moscas.

"Toto, creo que ya no estamos en Kansas" El escenario es subrealista, literalmente, los cultistas se han desintegrado mientras miles de moscas surgian de estos, y mientras nos envolvian, todo nuestro alrededor a tomado un tinte que podria describir como "Barkiano", de Clive Barker. Sin embargo, no me dejo llevar el panico, he visto lo que le hizo al policia, no hay posibilidad de que esto sea real, esta jugando con nuestras mentes.

-Bonitos efectos especiales, Hundun.- Digo mientras me preparo, con espada en mano.- Pero si alguien esta dominado por la locura, eres tu por creer que unas putas moscas sacadas del vertedero son rivales para semi-dioses como nosotros.

La situación parecia controlada, pero sólo lo parecia. Por desgracia los cultistas tenían una sorpresa guardada. Las moscas los envolvieron y cuando pudieron ver nuevamente estaban en un lugar aterrador.
Bueno, aterrador para cualquier mortal. Y ellos no eran mortales. Eran hijos de los dioses y se comprtarían como tales.

Erick echó un lento vistazo al lugar donde se encontraban. Parecia que la premonición se iba cumpliendo poco a poco, aunque esto había sido más literal de lo que esperaba.
Acabó fijando la vista en los ojos de Hundun. Tratando de recordar si sabía algo de él y de cómo derrotarlo. el fuego podría ser una opción, pero esperaba que hubiera algo más que pudieran hacer.

Dai está mucho más seria de lo normal, no comprende bien dónde están ahora y quién es ese ser que de alguna manera les rodea y les amenaza. Pero Dai fue sometida a un duro y exigente entrenamiento, el cambio de escenario o de enemigo no es algo que la altere, de hecho suele ser capaz de reaccionar con eficacia a estas situaciones.

Aquellos hombres, los del teatro, se deshicieron de manera cruel y seguramente dolorosa, nadie debería sufrir una muerte tan horrible, miró aquellos ojos amarillos encendieron su rabia y su fuerza se incrementó además de sus ganas de terminar con aquella bestia, que compuesta de miles de insectos trataba de atacarles ahora a ellos.

Enfocó todo su poder y sus habilidades en aquellos ojos pues comprendía que atacar un enjambre de moscas con una katana sería cuando menos costoso, aunque rodeándolos los insectos estaban mucho más concentrados, allí sin duda haría mucho más daño. No podía permitir que un ser como aquel entrara en Las Vegas y recorriera la ciudad a sus anchas, creando dolor y destrucción.

Dai se lanza contra la masa semisólida de insectos donde flotan los ojos del enjambre. La katana atraviesa la masa insectoide de arriba a abajo, y un buen número de insectos caen al suelo partidos por la mitad. Sin embargo, el ataque no parece haber tenido mayores consecuencias sobre la criatura.

- ¡Ja ja ja ja! ¡Vais a necesitar algo más que eso para hacerme daño de verdad! ¡Me toca!

Los insectos que revolotean por todo el teatro se juntan formando tres grandes "tentáculos" unidos al cuerpo central. El enjambre lanza sus tres tentáculos contra Dai, Abdallah y Marielle. Dai consigue esquivar el ataque dando una voltereta hacia atrás, pero Abdallah y Marielle no pueden defenderse de la masa de insectos que de repente los cubre. Empiezan a sentir múltiples picotazos en el cuerpo; los picotazos no parecen hacer mucho, pero no es el efecto físico del ataque lo que realmente preocupa de ello. En mitad de la nube zumbante de moscas, Abdallah y Marielle empiezan a sentir como el icor de sus venas empieza a hervir y sus peores instintos se despiertan. La locura va haciendo presa de sus mentes, pero su fuerza de voluntad es lo suficientemente elevada como para sobreponerse al desquiciante ataque... de momento.

Marielle se libró como pudo de los molestos insectos que le asaeteaban el cuerpo. A manotazos consiguió ahuyentar y liquidar a todos, pero en seguida notó un dolor molesto y punzante en las partes donde le habían picado los insectos. Durante un segundo, su vista se nubló, y estuvo a punto de caer. Tambaleándose, logró recomponerse y decidió enviar las órdenes a su servidor dorado.

Tablet en mano, ordenó al servidor enfocar sus sopletes directamente a los ojos del enjambre, aparte de colocarse cerca de ella para evitar cualquier posible nuevo ataque del enjambre.