Partida Rol por web

Desde un tiempo pasado, aquel en que te encontrabas entre sabios druidas, tu preocupación por sanar la tierra del mal que la infecta en numerosos puntos ha sido una de tus obsesiones.

Cuenta la leyenda que entre las Montañas Yátiles, al norte de Gentalta, una antigua maldición azotó las tierras y valles circundantes. Pasados los años, esta leyenda empezó a ser olvidada hasta convertirse en meras historias para asustar a los niños. Varias comunidades de gnomos se trasladaron a los valles y minas de las montañas. La relativa paz de la zona les hizo prosperar.

Hace unos meses, recorriendo el Bosque Vesve, llegaron a tus oídos rumores acerca del Valle de los Pesares. Al parecer varios clanes de gnomos y grupos de mineros del Agujero de Steddegar han perdido el contacto con sus familiares que habitan en las montañas. Estos clanes están en busca de cualquiera que pueda aportarles algo de información sobre lo que esté pasando en el área.

Al oír estos rumores y la llamada de desesperación de los gnomos, las viejas historias y leyendas asaltaron de nuevo tus pensamientos. No lo dudaste ni un momento, te reuniste con tres compañeros y decidiste emprender la marcha hacia la zona, buscando restablecer el orden natural en las montañas.

En tu búsqueda del conocimiento y poder por toda Flaenia, has conocido a muchas grandes personalidades y te has enfrentado a poderosos enemigos. En todo ese tiempo de constante aprendizaje, el reputado Círculo de los Ocho fijó su atención en tu potencial y el poder que rápidamente has ido adquiriendo. No sólo eso, el mismísimo Mordenkainen, ha expresado abiertamente su deseo de que te unas a su Círculo, pues piensa que tu personalidad algo rebelde podría conjuntar muy bien con la filosofía del grupo. De acuerdo o no, el Círculo ha establecido buenas relaciones contigo en el pasado y no son pocas las tareas que se te han encomendado o en las que has colaborado con ellos. 

Hace unas semanas, el propio Mordenkainen contactó contigo. Al parecer han llegado rumores al Círculo de que algo está ocurriendo al sur de las Montañas Yátiles, un mal viejo tiempo olvidado parece estar resurgiendo y lo que es más preocupante, un depravado artefacto largo tiempo olvidado, un grimorio (o un conjunto de ellos) podría ocultarse entre esas viejas cavernas. El Círculo necesita que ese artefacto no caiga en las manos equivocadas y quizá esa sea la causa del mal que está resurgiendo en la zona.

No lo dudaste ni un segundo, contactaste con tres compañeros de confianza que curiosamente también habían oído hablar del resurgimiento del mal en esa zona y decidisteis encaminaros hacia el Cuerno de Iggwilv.

Largo tiempo atrás dejaste tu tierra natal en una eterna lucha por la supervivencia en este mundo salvaje. En ese tiempo te has enfrentado a grandes retos y has forjado amistades con grandes personalidades. A pesar de todo, nada calma tus ansias de venganza. Algún día volverás a tus tierras e impartirás justicia a todo aquel que de una forma u otra te subestimó.

En una expedición anterior, encontraste un trozo de tela con unos esbozos que parecían ser las indicaciones de unas antiguas cavernas. En ellas, dice la leyenda, se esconden diversos artefactos de incalculable poder. Tu curiosidad por descubrir lo que podrías encontrar en aquel lugar de leyenda se ha unido casualmente a las motivaciones de tres compañeros en quienes confías ciegamente para explorar la zona.

Tras ingresar en la Orden de la Hoja Resplandeciente, las misiones de élite que se te han encomendado han sido numerosas. El grado de éxito obtenido en ellas te han otorgado la confianza de tus semejantes y el prestigio personal que tanto te enorgullece.

Recientes adivinaciones han revelado que un poderoso artefacto largo tiempo olvidado, La Linterna Maravillosa de Daoud, se perdió largo tiempo atrás en El Cuerno de Iggwilv o quizá en las antiguas Cavernas Perdidas de Tsojcanth aunque de momento no se ha podido determinar su localización exacta.

Como parte implicada de tu Orden, te ofreciste voluntario para investigar dicha zona. No olvidas las leyendas y supuestas maldiciones que pesan sobre ella por lo que te reuniste con tres compañeros en quién confías plenamente. Casualmente todos tenéis vuestras motivaciones para extirpar el mal de la zona y descubrir los secretos que allí os aguardan.

Tras reuniros en Gentalta (Highfolk), os aprovisionasteis para vuestra expedición en busca de la leyenda entre las Montañas Yátiles. Después de varias horas siguiendo las indicaciones de un precario mapa, habéis llegado cerca de lo que parece ser la base del infame Cuerno de Iggwilv.

La zona parece en calma y profundamente silenciosa lo que le da cierto aire tétrico. Dicho silencio se rompe por los graznidos de un trio de hipogrifos que surcan el cielo, posiblemente en busca de algo con que llenar su estómago.

Esperemos que esos hipogrifos no piensen que somos su próxima comida, comenta Jaydir.

No he venido hasta tan lejos para acabar en el estómago de una de esas bestias. Es la voluntad de Heironeous que encuentre la Linterna maravillosa de Daoud, ese artefacto que se olvidó tanto tiempo, y esos caballos con alas no lo van a impedir.

El sacerdote de Heironeous avanza con paso decidido vistiendo su pesada armadura de adamantina como el que lleva una túnica mientras se ayuda de su hacha del mismo material para avanzar a modo de bastón.

Anika caminaba cerrando el grupo, con negros pensamientos en su cabeza. Era una aventurera, una luchadora, pero no podía evitar nunca el nerviosismo y el miedo al empezar una misión que tenía pinta de ser extraordinariamente difícil. No era miedo al dolor ni a la muerte, sino miedo al fracaso. La responsabilidad pesaba. Pero al mismo tiempo era una responsabilidad totalmente ineludible.

Al menos tenía a sus viejos camaradas con ella. Aunque habían peleado juntos otras veces, todavía tenía la sensación de que eran extraños ante ella, con unas motivaciones y una forma de pensar totalmente incomprensibles, pero eran leales y grandes luchadores, y eso lo valoraba especialmente.

Liliana se llevó una huesuda y larga mano a la frente a modo de visera y bajo esta, contempló con los ojos entrecerrados a las bestias aladas. No parecía que fuesen a atacarlos de momento, pero su presencia hacía que un escalofrío le recorriese la espalda.

Tranquilo Sir Jaydir, estáis a salvo. Esas bestias aún no saben cómo usar un abrelatas.

Dice golpeando levemente la hombrera metálica del clérigo que camina junto a ella en primera fila. Luego volvió la cabeza hacia atrás, haciendo que las coletas y rastas se arremolinaran.

Estoy segura que Anika les parecerá un bocado mucho más tierno y suculento.

Al terminar la frase la acompaña de un gesto, un mordisco al aire fingido que termina en una sonrisa de dientes fuertes y alineados como una escuadra de guerreros enanos. Es la muestra de que bromea, pese a ser un humor bastante peculiar y fuera de lugar, como siempre.

Enviado por el Círculo de los Ocho al Cuerno de Iggwilv para recuperar un oscuro grimorio, que el mismo Mordenkainen sospecha que puede ser el origen del mal que acaba de resurgir en la zona, Dmitri Onnwald camina junto a sus viejos compañeros de aventuras con la miente siempre despierta y el ánimo adecuado. Sin duda, el velundino es un tipo afable y de buen humor que gusta de viajar por toda Flaenia en pos de aumentar su conocimiento del arte al tiempo que eleva su dominio de la esgrima.

De pronto un graznido allá en lo alto les pone en sobreaviso, varios hipogrifos sobrevuelan sus cabezas.

-Conozco bien ese tipo de bestias mágicas--explica el guerro mago--No son de naturaleza malvada, pero suelen comportarse de manera agresiva. 

-Espero que no cometan la estupidez de bajar a por nosotros--concluye mientras desenvaina el afilado alfanjón.

Según las directrices de Dmitri, los hipogrifos no parecen tener la intención de atacaros a no ser que hagáis alguna estupidez.

Bien. Ignoremos a esas criaturas y seguro que no nos harán daño, dice Jaydir sin detenerse.

Siguiendo las indicaciones de Jadyr ignoráis en la medida de lo posible a los hipogrifos que no parecen tener la intención de incluiros en su menú.

Como si la montaña repudiara vuestra presencia, conforme avanzáis por el angosto sendero, el cielo se cubre de oscuros nubarrones. Por suerte no aprieta la intensidad de la lluvia pero la temperatura asciende de forma abrupta. A pesar de ser una hora temprana, las nubes que ahora se encuentran sobre vuestras cabezas parecen ocultar toda influencia del sol.

Con las primeras gotas, Dmitri pone a buen recaudo su preciado libro de conjuros. En general, la grata sensación de la fresca lluvia sobre su afeitada cabeza es una esporádica bendición de los dioses. Sin embargo, algo en su interior le dice que lo que rodea la montaña y se precipita sobre ellos es más efecto de la oscuridad que de la naturaleza.

-Si empeora mucho, tendríamos que buscar un refugio hasta que pase la tormenta--propone el luchador arcano a sus compañeros.

Liliana saca de su morral una antorcha encendida pero que no desprende calor ni parece apagarse bajo la lluvia y la sostiene en alto mientras avanzan.

Esta tormenta no es normal, esas nubes no presagian nada bueno.

La mujer miró sombría al cielo encapotado entre la cortina de leve lluvia. Ese poco agua no les detendría, pero Dimitri tenía razón, si iba a peor deberían buscar refugio.

Anika no se preocupaba demasiado por el frío o la lluvia, tampoco se preocupaba por la oscuridad salvo que fuese mágica, pero de todos modos no era agradable caminar a la sombra de una montaña con la sensación de que la montaña misma era una presencia enemiga de los viajeros. Esperaba que al menos no se produjese una avalancha.

Nunca escuché que las nubes pudiesen adivinar nada, dice Jaydir.

Vamos. Unas gotas de lluvia no es algo que nos haya asustado nunca.

Lentamente continuais el ascenso hacia lo inexplorado. Tanta calma casi os hace dudar de si habéis escogido el camino correcto o incluso si el mapa de Liliana os llevará a alguna parte.

El cielo sigue cubierto, como si una gran tormenta estuviera a punto de estallar.

Entre el susurrar del viento, podéis distinguir una lenta y melancólica melodía. Probablemente tocada por una flauta de pan o algún otro pequeño instrumento de viento.

¿Escucháis esa música?, pregunta Jaydir deteniéndose.

¿O son figuraciones mías?

- Parece una flauta de pan, es un instrumento típico del bello pueblo, aunque se me hace extraño escucharla aquí... me gustaría investigarlo.